*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO PASCUAL
MARTES DE LA SEMANA IV
Del común de pastores para un santo obispo, y del común de doctores de la
Iglesia. Salterio IV.
2 de mayo
*SAN ATANASIO, obispo y doctor de la Iglesia. (MEMORIA)*.
Nació en Alejandría el año 295; en el Concilio de Nicea acompañó al obispo
Alejandro, del que fue luego sucesor. Luchó incansablemente contra la herejía
de los arrianos, lo cual le acarreó muchos sufrimientos y ser desterrado varias
veces. Escribió importantes obras en defensa y explicación de la fe ortodoxa.
Murió el año 373.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Venid, adoremos al Señor, fuente de
la sabiduría. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, adoremos al Señor, fuente de
la sabiduría. Aleluya.
Himno: PARA VOSOTROS, EL MISTERIO DEL PADRE.
Para vosotros, el misterio del Padre;
con vosotros, la luz del Verbo;
en vosotros, la llama del Amor
que es fuego.
¡Hontanares de Dios!,
¡hombres del Evangelio!,
¡humildes inteligencias luminosas!,
¡grandes hombres de barro tierno!
El mundo tiene hambre de infinito
y sed de cielo;
las criaturas nos atan a lo efímero
y nos vamos perdiendo en el tiempo.
Para nosotros,
el misterio que aprendisteis del Padre;
con nosotros, la luz que os dio el Verbo;
en nosotros, el Amor ingénito.
¡Hombres de Cristo, maestros de la Iglesia!
dadnos una vida y un anhelo,
la angustia por la verdad,
por el error el miedo.
Dadnos una vida de rodillas
ante el misterio,
una visión de este mundo de muerte
y una esperanza de cielo.
Padre, te pedimos para la Iglesia
la ciencia de estos maestros. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El que hace la voluntad de mi Padre entrará en el reino de los
cielos. Aleluya.
Salmo 100 - PROPÓSITO DE UN PRÍNCIPE JUSTO
Voy a cantar la bondad y la justicia,
para ti es mi música, Señor;
voy a explicar el camino perfecto:
¿Cuándo vendrás a mí?
Andaré con rectitud de corazón
dentro de mi casa;
no pondré mis ojos
en intenciones viles.
Aborrezco al que obra mal,
no se juntará conmigo;
lejos de mí el corazón torcido,
no aprobaré al malvado.
Al que en secreto difama a su prójimo
lo haré callar;
ojos engreídos, corazones arrogantes
no los soportaré.
Pongo mis ojos en los que son leales,
ellos vivirán conmigo;
el que sigue un camino perfecto,
ése me servirá.
No habitará en mi casa
quien comete fraudes;
el que dice mentiras
no durará en mi presencia.
Cada mañana haré callar
a los hombres malvados,
para excluir de la ciudad del Señor
a todos los malhechores.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El que hace la voluntad de mi Padre
entrará en el reino de los cielos. Aleluya.
Ant 2. Conozcan los pueblos, Señor, tu
misericordia con nosotros. Aleluya.
Cántico: ORACIÓN DE AZARÍAS EN EL HORNO Dn 3, 26-27. 29. 34-41
Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres,
digno de alabanza y glorioso es tu nombre.
Porque eres justo en cuanto has hecho con nosotros
y todas tus obras son verdad,
y rectos tus caminos,
y justos todos tus juicios.
Hemos pecado y cometido iniquidad
apartándonos de ti, y en todo hemos delinquido.
Por el honor de tu nombre,
no nos desampares para siempre,
no rompas tu alianza,
no apartes de nosotros tu misericordia.
Por Abraham, tu amigo,
por Isaac, tu siervo,
por Israel, tu consagrado,
a quienes prometiste
multiplicar su descendencia
como las estrellas del cielo,
como la arena de las playas marinas.
Pero ahora, Señor, somos el más pequeño
de todos los pueblos;
hoy estamos humillados por toda la tierra
a causa de nuestros pecados.
En este momento no tenemos príncipes,
ni profetas, ni jefes;
ni holocausto, ni sacrificios,
ni ofrendas, ni incienso;
ni un sitio donde ofrecerte primicias,
para alcanzar misericordia.
Por eso, acepta nuestro corazón contrito,
y nuestro espíritu humilde,
como un holocausto de carneros y toros
o una multitud de corderos cebados;
que éste sea hoy nuestro sacrificio,
y que sea agradable en tu presencia:
porque los que en ti confían
no quedan defraudados.
Ahora te seguimos de todo corazón,
te respetamos y buscamos tu rostro.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Conozcan los pueblos, Señor, tu
misericordia con nosotros. Aleluya.
Ant 3. El Señor es mi escudo y mi refugio.
Aleluya.
Salmo 143, 1-10 - ORACIÓN POR LA VICTORIA Y POR LA PAZ
Bendito el Señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea;
mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio,
que me somete los pueblos.
Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él?
¿Qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?
El hombre es igual que un soplo;
sus días, una sombra que pasa.
Señor, inclina tu cielo y desciende,
toca los montes, y echarán humo,
fulmina el rayo y dispérsalos,
dispara tus saetas y desbarátalos.
Extiende la mano desde arriba:
defiéndeme, líbrame de las aguas caudalosas,
de la mano de los extranjeros,
cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso.
Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes,
y salvas a David, tu siervo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es mi escudo y mi refugio.
Aleluya.
LECTURA BREVE Sb 7, 13-14
Aprendí la sabiduría sin malicia, reparto sin envidia, y no me guardo sus
riquezas. Porque es un tesoro inagotable para los hombres: los que lo adquieren
se atraen la amistad de Dios, porque el don de su enseñanza los recomienda.
RESPONSORIO BREVE
V. El pueblo cuenta su sabiduría. Aleluya, aleluya.
R. El pueblo cuenta su sabiduría. Aleluya,
aleluya.
V. La asamblea pregona su alabanza.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. El pueblo cuenta su sabiduría. Aleluya,
aleluya.
V. Cristo,
una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere. Aleluya.
R. La muerte no tiene ya poder sobre él. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
Del libro del Apocalipsis 14, 1-13
EL CORDERO VICTORIOSO
Yo, Juan, tuve otra visión:
Vi al Cordero de pie sobre el monte Sión, y con él ciento cuarenta y cuatro
mil, que llevaban grabado en la frente el nombre del Cordero y el nombre de su
Padre. Y oí una voz que bajaba del cielo, como estruendo de grandes cataratas,
y como estampido de un trueno poderoso; y el sonido que oía era como de
arpistas tocando sus arpas. Cantaban un cántico nuevo ante el trono y ante los
cuatro seres y los ancianos. Y nadie podía aprender el cántico, fuera de los
ciento cuarenta y cuatro mil, los rescatados de la tierra. Éstos son los que no
se mancharon con mujeres, pues son vírgenes. Éstos son el cortejo del Cordero,
adondequiera que vaya; son los rescatados de entre los hombres, primicias para
Dios y el Cordero; y en su boca no se encuentra mentira. Son irreprochables
ante el trono de Dios.
Vi luego otro ángel que volaba por lo más alto del cielo, y era portador de un
mensaje eterno, para anunciarlo a los moradores de la tierra, a todas las
naciones, tribus, lenguas y pueblos. Y decía con voz poderosa:
«Servid a Dios y dadle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio. Adorad
al que ha creado el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.»
Un segundo ángel lo siguió, diciendo:
«Cayó, cayó Babilonia la grande, la que dio a beber a todas las naciones del
vino perturbador de su prostitución.»
Un tercer ángel los siguió, diciendo con voz potente:
«El que adore a la Bestia y a su imagen, y reciba su marca en la frente o en la
mano, beberá del vino de la cólera de Dios, vino puro concentrado en la copa de
su ira. Y será atormentado con fuego y azufre ante los santos ángeles Y ante el
Cordero. Y la humareda de sus tormentos se eleva por los siglos de los siglos;
y no tienen reposo ni de día ni de noche los que adoran a la Bestia y a su
imagen y los que reciben la marca de su nombre.»
Aquí es necesaria la constancia de los santos, de aquellos que guardan los
mandamientos de Dios y la fidelidad a Jesús.
Oí una voz del cielo, que decía:
«Escribe: "Bienaventurados desde ahora los muertos que mueren en el
Señor." Si —dice el Espíritu—, que descansen ya de sus fatigas, pues sus
obras los acompañan.»
RESPONSORIO Cf. Ap 14, 7. 6. 7
R. Escuché en
el cielo las voces de muchos ángeles que decían: * «Servid
a Dios y dadle gloria; adorad al que ha creado el cielo y la tierra, el mar y
las fuentes de las aguas.» Aleluya.
V. Vi un ángel de Dios que volaba por lo más alto
del cielo, y que decía con voz poderosa:
R. «Servid a Dios y dadle gloria; adorad al que ha
creado el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.» Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
De las disertaciones de san Atanasio, obispo
(Disertación sobre la encarnación del Verbo, 8-9: PG 25, 110-111)
LA ENCARNACIÓN DEL VERBO
El Verbo de Dios, incorpóreo e inmune de la
corrupción y de la materia, vino al lugar donde habitamos, aunque nunca antes
estuvo ausente, ya que nunca hubo parte alguna del mundo privada de su
presencia, pues, por su unión con el Padre, lo llenaba todo en todas partes.
Pero vino por su benignidad, en el sentido de que se nos hizo visible.
Compadecido de la debilidad de nuestra raza y conmovido por nuestro estado de
corrupción, no toleró que la muerte dominara en nosotros ni que pereciera la
creación, con lo que hubiera resultado inútil la obra de su Padre al crear al
hombre, y por esto tomó para sí un cuerpo como el nuestro, ya que no se
contentó con habitar en un cuerpo ni tampoco en hacerse simplemente visible. En
efecto, si tan sólo hubiese pretendido hacerse visible, hubiera podido
ciertamente asumir un cuerpo más excelente; pero él tomó nuestro mismo cuerpo.
En el seno de la Virgen, se construyó un templo, es decir, su cuerpo, y lo hizo
su propio instrumento, en el que había de darse a conocer y habitar; de este
modo, habiendo tomado un cuerpo semejante al de cualquiera de nosotros, ya que
todos estaban sujetos a la corrupción de la muerte, lo entregó a la muerte por
todos, ofreciéndolo al Padre con un amor sin límites; con ello, al morir en su
persona todos los hombres, quedó sin vigor la ley de la corrupción que afectaba
a todos, ya que agotó toda la eficacia de la muerte en el cuerpo del Señor, y
así ya no le quedó fuerza alguna para ensañarse con los demás hombres,
semejantes a él; con ello también, hizo de nuevo incorruptibles a los hombres,
que habían caído en la corrupción, y los llamó de muerte a vida, consumiendo
totalmente en ellos la muerte, con el cuerpo que había asumido y con el poder
de su resurrección, del mismo modo que la paja es consumida por el fuego.
Por esta razón asumió un cuerpo mortal: para que este cuerpo, unido al Verbo
que está por encima de todo, satisficiera por todos la deuda contraída con la
muerte; para que, por el hecho de habitar el Verbo en él, no sucumbiera a la
corrupción; y, finalmente, para que, en adelante, por el poder de la
resurrección, se vieran ya todos libres de la corrupción.
De ahí que el cuerpo que él había tomado, al entregarlo a la muerte como una
hostia y víctima limpia de toda mancha, alejó al momento la muerte de todos los
hombres, a los que él se había asemejado, ya que se ofreció en lugar de ellos.
De este modo, el Verbo de Dios, superior a todo lo que existe, ofreciendo en
sacrificio su cuerpo, templo e instrumento de su divinidad, pagó con su muerte
la deuda que habíamos contraído, y, así, el Hijo de Dios, inmune a la
corrupción, por la promesa de la resurrección, hizo partícipes de esta misma
inmunidad a todos los hombres, con los que se había hecho una misma cosa por su
cuerpo semejante al de ellos.
Es verdad, pues, que la corrupción de la muerte no tiene ya poder alguno sobre
los hombres, gracias al Verbo, que habita entre ellos por su encarnación.
RESPONSORIO Jr 15, 19. 20; 2Pe
2, 1
R. Serás como
mi boca, te pondré frente a este pueblo como muralla de bronce
inexpugnable; * lucharán contra ti, mas no
podrán vencerte, pues yo estoy contigo. Aleluya.
V. Habrá falsos maestros que introducirán sectas
perniciosas, y llegarán hasta a negar al Señor que los rescató.
R. Lucharán contra ti, mas no podrán vencerte,
pues yo estoy contigo. Aleluya.
*Lecturas del Martes de la
4ª semana de Pascua*
Martes, 2
de mayo de 2023
Evangelio
*Lectura del evangelio según san Juan (10,22-30)*
Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno,
y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón.
Los judíos, rodeándolo, le preguntaban:
«¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo
francamente».
Jesús les respondió:
«Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, esas
dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas.
Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy
la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano.
Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar
nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno».
Palabra del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Los sabios brillarán con esplendor de cielo, y los que enseñan la
justicia a las multitudes serán como estrellas por toda la eternidad. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Los sabios brillarán con esplendor
de cielo, y los que enseñan la justicia a las multitudes serán como estrellas
por toda la eternidad. Aleluya.
PRECES
Demos gracias a Cristo, el buen pastor que entregó la vida por sus
ovejas, y supliquémosle diciendo:
Apacienta a tu pueblo, Señor.
Señor Jesucristo, tú que en los santos pastores nos has revelado tu
misericordia y tu amor,
haz que, por ellos, continúe llegando a nosotros tu acción misericordiosa.
Señor Jesucristo, tú que a través de los santos pastores sigues siendo el único
pastor de tu pueblo,
no dejes de guiarnos siempre por medio de ellos.
Señor Jesucristo, tú que por medio de los santos pastores eres el médico de los
cuerpos y de las almas,
haz que nunca falten en tu Iglesia los ministros que nos guíen por las sendas
de una vida santa.
Señor Jesucristo, tú que has adoctrinado a la Iglesia con la prudencia y el
amor de los santos,
haz que, guiados por nuestros pastores, progresemos en la santidad.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Oremos confiadamente al Padre, como Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso y eterno, que suscitaste a san Atanasio como
preclaro defensor de la divinidad de tu Hijo, haz que nosotros, iluminados por
sus enseñanzas y ayudados por sus ejemplos, crezcamos en tu conocimiento y en
tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: VERBO DE DIOS, ETERNA LUZ DIVINA.
Verbo de Dios, eterna luz divina,
fuente eternal de toda verdad pura,
gloria de Dios, que el cosmos ilumina,
antorcha toda luz en noche oscura.
Palabra eternamente pronunciada
en la mente del Padre, ¡oh regocijo!,
que en el tiempo a los hombres nos fue dada
en el seno de Virgen, hecha Hijo.
Las tinieblas de muerte y de pecado,
en que yacía el hombre, así vencido,
su verdad y su luz han disipado,
con su vida y su muerte ha redimido.
Con destellos de luz que Dios envía,
no dejéis de brillar, faros divinos;
de los hombres y pueblos sed su guía,
proclamad la verdad en los caminos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Cantadnos un cantar de Sión. Aleluya.
Salmo 136, 1-6 - JUNTO A LOS CANALES DE BABILONIA.
Junto a los canales de Babilonia
nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión;
en los sauces de sus orillas
colgábamos nuestras cítaras.
Allí los que nos deportaron
nos invitaban a cantar;
nuestros opresores, a divertirlos:
«Cantadnos un cantar de Sión.»
¡Cómo cantar un cántico del Señor
en tierra extranjera!
Si me olvido de ti, Jerusalén,
que se me paralice la mano derecha;
que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti,
si no pongo a Jerusalén
en la cumbre de mis alegrías.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cantadnos un cantar de Sión.
Aleluya.
Ant 2. En medio de los peligros me
conservaste la vida. Aleluya.
Salmo 137 - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DE UN REY
Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario,
daré gracias a tu nombre;
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu fama;
cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma.
Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra
al escuchar el oráculo de tu boca;
canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es grande.
El Señor es sublime, se fija en el humilde,
y de lejos conoce al soberbio.
Cuando camino entre peligros,
me conservas la vida;
extiendes tu izquierda contra la ira de mi enemigo,
y tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo:
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. En medio de los peligros me
conservaste la vida. Aleluya.
Ant 3. Tuyos son, Señor, el poder y la
riqueza, la fuerza y la gloria. Aleluya.
Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap 4, 11; 5, 9-10.
12
Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la
gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tuyos son, Señor, el poder y la
riqueza, la fuerza y la gloria. Aleluya.
LECTURA BREVE St 3, 17-18
La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura
y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y
buenas obras, constante, sincera. Los que procuran la paz están sembrando la
paz; y su fruto es la justicia.
RESPONSORIO BREVE
V. En la asamblea le da la palabra. Aleluya, aleluya.
R. En la asamblea le da la palabra. Aleluya,
aleluya.
V. Lo llena de espíritu, sabiduría e inteligencia.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. En la asamblea le da la palabra. Aleluya,
aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Oh doctor admirable, luz de la Iglesia santa, san Atanasio, fiel
cumplidor de la ley, ruega por nosotros al Hijo de Dios. Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Oh doctor admirable, luz de la
Iglesia santa, san Atanasio, fiel cumplidor de la ley, ruega por nosotros al
Hijo de Dios. Aleluya.
PRECES
Glorifiquemos a Cristo, constituido pontífice en favor de los
hombres en lo que se refiere a Dios, y supliquémosle humildemente diciendo:
Salva a tu pueblo, Señor.
Tú que por medio de pastores santos y eximios has glorificado a tu Iglesia,
haz que todos los cristianos resplandezcan por su virtud.
Tú que por la oración de los santos pastores, que a semejanza de Moisés oraban
por el pueblo, perdonaste los pecados de tus fieles,
purifica y santifica también ahora a la santa Iglesia por la intercesión de los
santos.
Tú que de entre los fieles elegiste a los santos pastores y, por tu Espíritu,
los consagraste como ministros en bien de sus hermanos,
llena también de tu Espíritu a todos los pastores del pueblo de Dios.
Tú que fuiste la heredad de los santos pastores,
no permitas que ninguno de los que fueron adquiridos por tu sangre viva alejado
de ti.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que por medio de los pastores de la Iglesia das la vida eterna a tus ovejas
para que nadie las arrebate de tu mano,
salva a los difuntos, por quienes entregaste tu vida.
Digamos juntos la oración que Cristo nos enseñó como modelo de toda oración:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso y eterno, que suscitaste a san Atanasio como
preclaro defensor de la divinidad de tu Hijo, haz que nosotros, iluminados por
sus enseñanzas y ayudados por sus ejemplos, crezcamos en tu conocimiento y en
tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.