*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO PASCUAL
SÁBADO DE SEMANA III
Del Común de vírgenes. Salterio III
29 de abril
SANTA CATALINA DE SIENA, virgen y doctora de
la Iglesia. MEMORIA
Nació en Siena el año 1347; siendo aún niña, movida por su deseo de perfección,
se hizo terciaria dominica. Inflamada en amor a Dios y al prójimo, trabajó
intensamente por la paz y la concordia entre las ciudades, defendió con ardor
los derechos y la libertad del romano pontífice y promovió la renovación de la
vida religiosa. También escribió varias obras llenas de sana doctrina y de
inspiración celestial. Murió el año 1380.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de
las vírgenes. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de
las vírgenes. Aleluya.
Himno: NOS APREMIA EL AMOR, VÍRGENES SANTAS.
Nos apremia el amor, vírgenes santas,
vosotras, que seguisteis su camino,
guiadnos por las sendas de las almas
que hicieron de su amor amar divino.
Esperasteis en vela a vuestro Esposo
en la noche fugaz de vuestra vida,
cuando llamó a la puerta, vuestro gozo
fue contemplar su gloria sin medida.
Vuestra fe y vuestro amor, un fuego ardiente
que mantuvo la llama en la tardanza,
vuestra antorcha encendida ansiosamente
ha colmado de luz vuestra esperanza.
Pues gozáis ya las nupcias que el Cordero
con la Iglesia de Dios ha celebrado,
no dejéis que se apague nuestro fuego
en la pereza y el sueño del pecado.
Demos gracias a Dios y, humildemente,
pidamos al Señor que su llamada
nos encuentre en vigilia permanente,
despiertos en la fe y en veste blanca. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Mis palabras son espíritu y vida. Aleluya.
Salmo 118, 145-152 TE INVOCO DE TODO CORAZÓN
Te invoco de todo corazón;
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.
Mis ojos se adelantan a las vigilias de la noche,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.
Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mis palabras son espíritu y vida. Aleluya.
Ant 2. Edificaste, Señor, un templo y un
altar en tu monte santo. Aleluya.
Cántico: DAME SEÑOR, LA SABIDURÍA Sb 9, 1-6. 9-11
Dios de los padres y Señor de la misericordia,
que con tu palabra hiciste todas las cosas,
y en tu sabiduría formaste al hombre,
para que dominase sobre tus creaturas,
y para que rigiese el mundo con santidad y justicia
y lo gobernase con rectitud de corazón.
Dame la sabiduría asistente de tu trono
y no me excluyas del número de tus siervos,
porque siervo tuyo soy, hijo de tu sierva,
hombre débil y de pocos años,
demasiado pequeño para conocer el juicio y las leyes.
Pues aunque uno sea perfecto
entre los hijos de los hombres,
sin la sabiduría, que procede de ti,
será estimado en nada.
Contigo está la sabiduría conocedora de tus obras,
que te asistió cuando hacías el mundo,
y que sabe lo que es grato a tus ojos
y lo que es recto según tus preceptos.
Mándala de tus santos cielos
y de tu trono de gloria envíala
para que me asista en mis trabajos
y venga yo a saber lo que te es grato.
Porque ella conoce y entiende todas las cosas,
y me guiará prudentemente en mis obras,
y me guardará en su esplendor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Edificaste, Señor, un templo y un
altar en tu monte santo. Aleluya.
Ant 3. Yo soy el camino y la verdad y la
vida. Aleluya.
Salmo 116 - INVITACIÓN UNIVERSAL A LA ALABANZA DIVINA.
Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos:
Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo soy el camino y la verdad y la
vida. Aleluya.
LECTURA BREVE Ct 8, 7
Las aguas torrenciales no podrían apagar el amor, ni anegarlo los ríos. Si
alguien quisiera comprar el amor con todas las riquezas de su casa, se haría
despreciable.
RESPONSORIO BREVE
V. Oigo en mi corazón: buscad mi rostro. Aleluya, aleluya.
R. Oigo en mi corazón: buscad mi rostro. Aleluya,
aleluya.
V. Tu rostro buscaré, Señor.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Oigo en mi corazón: buscad mi rostro. Aleluya,
aleluya.
V. Dios
nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva. Aleluya.
R. Por la resurrección de Jesucristo de entre los
muertos. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
Del libro del Apocalipsis 11. 1-19
LOS DOS TESTIGOS INVICTOS
A mí, Juan, me fue dada una caña parecida a una
vara de medir, con esta orden:
«Levántate y mide el templo de Dios y el altar y a los que adoran en él. El
atrio exterior del templo déjalo y no lo midas, porque ha sido entregado a los
paganos, que hollarán la ciudad santa durante cuarenta y dos meses. Yo enviaré
a mis dos testigos, para que, vestidos de saco, hablen en mi nombre durante mil
doscientos sesenta días.
Éstos son los dos olivos y los dos candelabros. los que están en la presencia
del Señor de la tierra. Si alguno quiere hacerles daño, saldrá fuego de sus
bocas que devorará a sus enemigos. Y quien quisiese hacerles mal será muerto
sin remisión. Ellos tienen el poder de cerrar el cielo, para que no caiga
lluvia durante los días de su ministerio profético; y tienen poder sobre las
aguas, para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda clase de
plagas cuantas veces quieran.
Cuando hayan acabado de dar su testimonio, la Bestia que sube del abismo hará
guerra contra ellos y los vencerá y les quitará la vida. Sus cadáveres yacerán
en la plaza de la gran ciudad, que simbólicamente se llama Sodoma y Egipto,
allí donde fue crucificado su Señor. Gentes de diversos pueblos, tribus,
lenguas y naciones contemplarán sus cadáveres durante tres días y medio, pues
no se permitirá que sean puestos en el sepulcro. Los habitantes de la tierra se
alegrarán y regocijarán por su muerte, y se enviarán mutuamente regalos, porque
estos dos profetas eran el tormento de los moradores de la tierra.»
Pero, después de los tres días y medio, un espíritu de vida, procedente de
Dios, entró en ellos; se levantaron sobre sus pies: y un espanto terrible se
apoderó de quienes los estaban contemplando. Y oí una potente voz del cielo,
que les decía:
«Subid acá.»
Y subieron al cielo en la nube, a la vista de sus enemigos.
En aquella hora ocurrió un violento terremoto; se derrumbó la décima parte de
la ciudad, pereciendo en el terremoto siete mil personas; y los demás quedaron
llenos de espanto y dieron gloria al Dios del cielo.
El segundo ¡ay! ya ha pasado. Pero llega en seguida el tercer ¡ay!
Tocó el séptimo ángel la trompeta; y se dejaron oír en el cielo grandes voces
que decían:
«Ha llegado a este mundo el reino de nuestro Dios y de su Ungido, y reinará por
los siglos de los siglos.»
Y los veinticuatro ancianos, los que estaban sentados en sus tronos en la
presencia de Dios, cayeron sobre sus rostros y adoraron a Dios, diciendo:
«Gracias te damos, Señor Dios omnipotente, el que eres y el que eras, porque
has asumido el gran poder y comenzaste a reinar. Se encolerizaron las naciones,
llegó tu cólera, y el tiempo de que sean juzgados los muertos, y de dar el
galardón a tus siervos los profetas, y a los santos y a los que temen tu
nombre, y a los pequeños y a los grandes, y de arruinar a los que arruinaron la
tierra.»
Entonces, se abrió el santuario de Dios en el cielo, y apareció el arca de su
alianza en el santuario, y se produjeron relámpagos, fragor de truenos, temblor
de tierra y fuerte granizada.
RESPONSORIO Ap 11, 15; Dn 7, 27
R. Ha llegado
a este mundo el reino de nuestro Dios y de su Ungido, * y
reinará por los siglos de los siglos. Aleluya.
V. Su reino es un reino eterno, y todos los
imperios lo servirán y lo obedecerán.
R. Y reinará por los siglos de los siglos.
Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
Del Diálogo de santa Catalina de Siena, virgen,
Sobre la divina providencia
(Cap. 167, Acción de gracias a la Santísima Trinidad: edición latina,
Ingolstadt 1583, ff. 290v-291)
GUSTÉ Y VÍ
¡Oh Divinidad eterna, oh eterna Trinidad, que por
la unión con tu divina naturaleza hiciste de tan gran precio la sangre de tu
Hijo unigénito! Tú, Trinidad eterna, eres como un mar profundo, en el que
cuanto más busco más encuentro, y cuanto más encuentro más te busco. Tú sacias
el alma de una manera en cierto modo insaciable, ya que siempre queda con
hambre y apetito, deseando con avidez que tu luz nos haga ver la luz, que eres
tú misma.
Gusté y vi con la luz de mi inteligencia, ilustrada con tu luz, tu profundidad
insondable, Trinidad eterna, y la belleza de tus creaturas: por esto,
introduciéndome en ti, vi que era imagen tuya, y esto por un don que tú me has
hecho, Padre eterno, don que procede de tu poder y de tu sabiduría, sabiduría
que es atribuida por apropiación a tu Unigénito y el Espíritu Santo, que
procede de ti, Padre, y de tu Hijo, me dio una voluntad capaz de amar.
Porque tú, Trinidad eterna, eres el hacedor, y yo la hechura: por esto he
conocido con la luz que tú me has dado, al contemplar cómo me has creado de
nuevo por la sangre del Hijo único, que estás enamorado de la belleza de tu
hechura.
¡Oh abismo, oh Trinidad eterna, oh Divinidad, oh mar profundo!: ¿qué don más
grande podías otorgarme que el de ti mismo? Tú eres el fuego que arde
constantemente sin consumirse; tú eres quien consumes con tu calor todo amor
del alma a sí misma. Tú eres, además, el fuego que aleja toda frialdad, e
iluminas las mentes con tu luz, esta luz con la que me has dado a conocer tu
verdad.
En esta luz, como en un espejo, te veo reflejado a ti, sumo bien, bien sobre
todo bien, bien dichoso, bien incomprensible, bien inestimable, belleza sobre
toda belleza, sabiduría sobre toda sabiduría: porque tú eres la misma
sabiduría, tú el manjar de los ángeles, que por tu gran amor te has comunicado
a los hombres.
Tú eres la vestidura que cubre mi desnudez, tú sacias nuestra hambre con tu
dulzura, porque eres dulce sin mezcla de amargor, ¡oh Trinidad eterna!
RESPONSORIO Cf. Ct 5, 2
R. Ábreme,
hermana mía, que has llegado a ser coheredera de mi reino; amada mía, que has
llegado a conocer los profundos misterios de mi verdad; * tú
has sido enriquecida con la donación de mi Espíritu, tú has sido purificada de
toda mancha con mi sangre. Aleluya.
V. Sal del reposo de la contemplación y consagra
tu vida a dar testimonio de mi verdad.
R. Tú has sido enriquecida con la donación de mi
Espíritu, tú has sido purificada de toda mancha con mi sangre. Aleluya.
*Lecturas de Santa Catalina
de Siena, Virgen y Doctora*
Sábado, 29
de abril de 2023
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Mateo
(11,25-30)*
En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te
doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a
los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre,
así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al
Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el
Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y
agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso
y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es
llevadero y mi carga ligera.»
Palabra del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. La virgen santa Catalina no cesaba de suplicar al Señor que se
dignara dar nuevamente la paz a la santa Iglesia. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. La virgen santa Catalina no cesaba
de suplicar al Señor que se dignara dar nuevamente la paz a la santa Iglesia.
Aleluya.
PRECES
Glorifiquemos a Cristo, esposo y corona de las vírgenes, y
supliquémosle, diciendo:
Jesús, corona de las vírgenes, escúchanos.
Señor Jesucristo, a quien las vírgenes amaron como a su único esposo,
concédenos que nada nos aparte de tu amor.
Tú que coronaste a María como reina de las vírgenes,
por su intercesión concédenos recibirte siempre con pureza de corazón.
Por intercesión de las santas vírgenes que te sirvieron siempre con fidelidad,
consagradas a ti en cuerpo y alma,
ayúdanos, Señor, a que los bienes de este mundo que pasa no nos separen de tu
amor eterno.
Señor Jesús, esposo que has de venir y a quien las vírgenes prudentes
esperaban,
concédenos que aguardemos tu retorno glorioso con una esperanza activa.
Por intercesión de santa Catalina de Siena, que fue virgen sensata y una de las
prudentes,
concédenos, Señor, la verdadera sabiduría y la pureza de costumbres.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Con sencillez y humildad digamos la oración que Jesús nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios nuestro, que diste a santa Catalina de Siena el don de
entregarse con amor a la contemplación de la pasión de Cristo y al servicio de
la Iglesia, haz que, por su intercesión, el pueblo cristiano viva siempre unido
al misterio de Cristo, para que pueda rebosar de gozo cuando se manifieste su
gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: REVESTIDOS DE BLANCAS VESTIDURAS
Revestidos de blancas vestiduras,
vayamos al banquete del Cordero
y, terminado el cruce del mar Rojo
alcemos nuestro canto al rey eterno.
La caridad de Dios es quien nos brinda
y quien nos da a beber su sangre propia,
y el Amor sacerdote es quien se ofrece
y quien los miembros de su cuerpo inmola.
Las puertas salpicadas con tal sangre
hacen temblar al ángel vengativo,
y el mar deja pasar a los hebreos
y sumerge después a los egipcios.
Ya el Señor Jesucristo es nuestra pascua,
ya el Señor Jesucristo es nuestra víctima:
el ázimo purísimo y sincero
destinado a las almas sin mancilla.
Oh verdadera víctima del cielo,
que tiene a los infiernos sometidos,
ya rotas las cadenas de la muerte,
y el premio de la vida recibido.
Vencedor del averno subyugado,
el Redentor despliega sus trofeos
y, sujetando al rey de las tinieblas,
abre de par en par el alto cielo.
Para que seas, oh Jesús, la eterna
dicha pascual de nuestras almas limpias,
líbranos de la muerte del pecado
a los que renacimos a la vida.
Gloria sea a Dios Padre y a su Hijo,
que de los muertos ha resucitado,
así como también al sacratísimo
Paracleto, por tiempo ilimitado. Amén.
SALMODIA
Ant 1. La paz de Cristo reine en vuestros corazones. Aleluya.
Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. La paz de Cristo reine en vuestros
corazones. Aleluya.
Ant 2. Por tu sangre nos compraste para
Dios. Aleluya.
Salmo 129 - DESDE LO HONDO A TI GRITO, SEÑOR.
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Por tu sangre nos compraste para Dios.
Aleluya.
Ant 3. Era necesario que el Mesías
padeciera esto para entrar en su gloria. Aleluya.
Cántico: CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO
PASCUAL - Flp 2, 6-11
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios,
al contrario, se anonadó a sí mismo,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Era necesario que el Mesías
padeciera esto para entrar en su gloria. Aleluya.
LECTURA BREVE 1Pe 2, 9-10
Vosotros sois linaje escogido, sacerdocio regio,
nación santa, pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que os
llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa. Vosotros, que en
otro tiempo no erais pueblo, sois ahora pueblo de Dios; vosotros, que estabais
excluidos de la misericordia, sois ahora objeto de la misericordia de Dios.
RESPONSORIO BREVE
V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya. Aleluya.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya.
Aleluya.
V. Al ver al Señor.
R. Aleluya. Aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya.
Aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. «Yo soy la puerta —dice el Señor—; el que entre por mí se salvará
y encontrará pastos abundantes». Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Yo soy la puerta —dice el Señor—;
el que entre por mí se salvará y encontrará pastos abundantes». Aleluya.
PRECES
Oremos a Cristo, que resucitando de entre los muertos destruyó la
muerte y nos dio nueva vida, y digámosle:
Tú que vives eternamente, escúchanos, Señor.
Tu que eres la piedra rechazada por los arquitectos, pero convertida en piedra
angular,
conviértenos a nosotros en piedras vivas de tu Iglesia.
Tú que eres el testigo fiel y el primogénito de entre los muertos,
haz que tu Iglesia sea también siempre testimonio ante el mundo.
Tú que eres el único esposo de la Iglesia, nacida de tu costado,
haz que todos nosotros seamos signos de tus bodas con la Iglesia.
Tú que eres el primero y el último, el que estabas muerto y ahora vives por los
siglos de los siglos,
concede a todos los bautizados perseverar fieles hasta la muerte, a fin de
recibir la corona de la victoria.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tu que eres la lámpara que ilumina la ciudad santa de Dios,
alumbra con tu claridad a nuestros hermanos difuntos.
Sintiéndonos verdaderos hijos de Dios, digamos a nuestro Padre:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso y eterno, que has dado a tu Iglesia el gozo
inmenso de la resurrección de Jesucristo, te pedimos que nos lleves a gozar de
las alegrías celestiales, para que así llegue también el humilde rebaño hasta
donde penetró su victorioso Pastor. Él, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.