*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*5 de enero, feria Salterio: 5 de enero*
*Laudes*
Inicio
(se hace la señal de la cruz sobre
los labios mientras se dice:)
V/. -Señor,
Ábreme los labios.
R/. -Y mi boca proclamará tu alabanza.
Salmo 94: Invitación a la alabanza divina
Ant: A Cristo,
que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Animaos los unos a los otros, día tras día, mientras dure este
«hoy» (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
-se repite la antífona
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
-se repite la antífona
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
-se repite la antífona
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
-se repite la antífona
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»
-se repite la antífona
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: A Cristo,
que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Himno
Entonad los aires
con voz celestial:
«Dios niño ha nacido
pobre en un portal.»
Anúnciale el ángel
la nueva al pastor,
que niño ha nacido
nuestro Salvador.
Adoran pastores
en sombras al Sol,
que niño ha nacido,
de una Virgen, Dios.
Haciéndose hombre,
al hombre salvó.
Un niño ha nacido,
ha nacido Dios. Amén.
Primer Salmo
Salmo 76: Recuerdo del pasado glorioso de Israel
Ant: Dios mío,
tus caminos son santos: ¿qué dios es grande como nuestro Dios?
Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan (2Co 4,8)
Alzo mi voz a Dios gritando,
alzo mi voz a Dios para que me oiga.
En mi angustia te busco, Señor mío;
de noche extiendo las manos sin descanso,
y mi alma rehusa el consuelo.
Cuando me acuerdo de Dios, gimo,
y meditando me siento desfallecer.
Sujetas los párpados de mis ojos,
y la agitación no me deja hablar.
Repaso los días antiguos,
recuerdo los años remotos;
de noche lo pienso en mis adentros,
y meditándolo me pregunto:
"¿Es que el Señor nos rechaza para siempre
y ya no volverá a favorecernos?
¿Se ha agotado ya su misericordia,
se ha terminado para siempre su promesa?
¿Es que Dios se ha olvidado de su bondad,
o la cólera cierra sus entrañas?"
Y me digo: "¡Qué pena la mía!
¡Se ha cambiado la diestra del Altísimo!"
Recuerdo las proezas del Señor;
sí, recuerdo tus antiguos portentos,
medito todas tus obras
y considero tus hazañas.
Dios mío, tus caminos son santos:
¿Qué dios es grande como nuestro Dios?
Tú, oh Dios, haciendo maravillas,
mostraste tu poder a los pueblos;
con tu brazo rescataste a tu pueblo,
a los hijos de Jacob y de José.
Te vio el mar, oh Dios,
te vio el mar y tembló,
las olas se estremecieron.
Las nubes descargaban sus aguas,
retumbaban los nubarrones,
tus saetas zigzagueaban.
Rodaba el estruendo de tu trueno,
los relámpagos deslumbraban el orbe,
la tierra retembló estremecida.
Tú te abriste camino por las aguas,
un vado por las aguas caudalosas,
y no quedaba rastro de tus huellas:
Mientras guiabas a tu pueblo, como a un rebaño,
por la mano de Moisés y de Aarón.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Dios mío,
tus caminos son santos: ¿qué dios es grande como nuestro Dios?
Cántico AT
1 Samuel 2,1-10: Alegría de los humildes en Dios
Ant: Mi
corazón se regocija por el Señor, que humilla y enaltece.
Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes; a los
hambrientos los colma de bienes (Lc 1,52-53)
Mi corazón se regocija por el
Señor,
mi poder se exalta por Dios;
mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación.
No hay santo como el Señor,
no hay roca como nuestro Dios.
No multipliquéis discursos altivos,
no echéis por la boca arrogancias,
porque el Señor es un Dios que sabe;
él es quien pesa las acciones.
Se rompen los arcos de los valientes,
mientras los cobardes se ciñen de valor;
los hartos se contratan por el pan,
mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos queda baldía.
El Señor da la muerte y la vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece.
Él levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria;
pues del Señor son los pilares de la tierra,
y sobre ellos afianzó el orbe.
Él guarda los pasos de sus amigos,
mientras los malvados perecen en las tinieblas,
porque el hombre no triunfa por su fuerza.
El Señor desbarata a sus contrarios,
el Altísimo truena desde el cielo,
el Señor juzga hasta el confín de la tierra.
Él da fuerza a su Rey,
exalta el poder de su Ungido.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Mi
corazón se regocija por el Señor, que humilla y enaltece.
Segundo Salmo
Salmo 96: Gloria del Señor, rey de justicia
Ant: El Señor
reina, la tierra goza.
Este salmo canta la salvación del mundo y la conversión de todos
los pueblos (S. Atanasio)
El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono.
Delante de él avanza fuego,
abrasando en torno a los enemigos;
sus relámpagos deslumbran el orbe,
y, viéndolos, la tierra se estremece.
Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria.
Los que adoran estatuas se sonrojan,
los que ponen su orgullo en los ídolos;
ante él se postran todos los dioses.
Lo oye Sión, y se alegra,
se regocijan las ciudades de Judá
por tus sentencias, Señor;
porque tú eres, Señor,
altísimo sobre toda la tierra,
encumbrado sobre todos los dioses.
El Señor ama al que aborrece el mal,
protege la vida de sus fieles
y los libra de los malvados.
Amanece la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor,
celebrad su santo nombre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: El Señor
reina, la tierra goza.
Lectura Bíblica
Sb 7,26-27
La
Sabiduría es reflejo de la luz eterna, espejo nítido de la actividad de Dios e
imagen de su bondad. Siendo una sola, todo lo puede; sin cambiar en nada,
renueva el universo, y, entrando en las almas buenas de cada generación, va
haciendo amigos y profetas.
V/. El Señor
ha revelado, Aleluya. Aleluya.
R/. El Señor
ha revelado, Aleluya. Aleluya.
V/. Su
salvación.
R/. Aleluya.
Aleluya.
V/. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. El Señor
ha revelado, Aleluya. Aleluya.
Lectura Bíblica
V/. La Palabra era la luz verdadera.
R/. Que alumbra a todo hombre.
Conclusión de la carta
Col 4,2-18
Hermanos: Sed constantes en la oración; que ella os mantenga en
vela dando gracias a Dios. Rezad al mismo tiempo por nosotros, para que el
Señor nos dé ocasión de predicar y de exponer el misterio de Cristo, por el que
estoy en la cárcel; pedid que lo publique con el lenguaje que debo.
Con los de fuera proceded con sabiduría, aprovechando las
ocasiones; vuestra conversación sea siempre agradable, con su pizca de sal,
sabiendo cómo tratar con cada uno.
De todo lo que a mí se refiere os informará Tíquico, hermano
querido, ministro fiel y compañero en el servicio del Señor; os lo mando
precisamente para eso, para que sepáis de nosotros y os dé ánimos. Con él va
Onésimo, fiel y querido hermano, que es uno de los vuestros; ellos os pondrán
al corriente de todo lo que hay por aquí.
Os saluda Aristarco, que está preso conmigo, Marcos, el primo de
Bernabé (ya tenéis instrucciones sobre él: en caso que vaya a visitaros,
recibidlo), y también Jesús, por otro nombre Justo; éstos son los únicos judíos
que trabajan conmigo por el reino de Dios, y han sido un alivio para mí. Os
saluda vuestro Epafras, siervo de Cristo Jesús; con sus oraciones no cesa de
luchar en favor vuestro para que os mantengáis cabales y convencidos,
cualquiera que sea la voluntad de Dios. Yo soy testigo del mucho trabajo que se
toma por vosotros y también por los de Laodicea y Hierápolis. Os saludan Lucas,
el querido médico, y Dimas.
Saludad a los hermanos de Laodicea, a Ninfa y a la iglesia que se
reúne en su casa. Cuando hayáis leído vosotros esta carta, haced que se lea
también en la Iglesia de Laodicea, y la de allí leedla también vosotros.
Decidle a Arquipo que considere el ministerio que el Señor le ha dado y que lo
cumpla.
El saludo, de mi mano: Pablo. Acordaos de que estoy en la cárcel.
La gracia esté con vosotros.
R/. Recemos los unos por los otros, para que el Señor nos dé ocasión
de predicar. Y podamos exponer el misterio de Cristo.
V/. El Señor nos abra los labios, y nuestra boca proclame la alabanza
de Dios.
R/. Y podamos exponer el misterio de Cristo.
Seremos saciados con la visión de
la Palabra
San Agustín, obispo y doctor de la Iglesia
Sermón 194,3-4 (PL 38, 1016-1017)
¿Qué ser humano podría conocer todos los tesoros de sabiduría y de
ciencia ocultos en Cristo y escondidos en la pobreza de su carne? Porque, siendo
rico, se hizo pobre por vosotros, para enriqueceros con su pobreza. Pues
cuando asumió la condición mortal y experimentó la muerte, se mostró pobre:
pero prometió riquezas para más adelante, y no perdió las que le habían
quitado.
¡Qué inmensidad la de su dulzura, que escondió para los que lo
temen, y llevó a cabo para los que esperan en él!
Nuestros conocimientos son ahora parciales, hasta que se cumpla lo
que es perfecto. Y para que nos hagamos capaces de alcanzarlo, él, que era
igual al Padre en la forma de Dios, se hizo semejante a nosotros en la forma de
siervo, para reformarnos a semejanza de Dios: y, convertido en hijo del hombre
-él, que era único Hijo de Dios-, convirtió a muchos hijos de los hombres en
hijos de Dios; y, habiendo alimentado a aquellos siervos con su forma visible
de siervo, los hizo libres para que contemplasen la forma de Dios.
Pues ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado
lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él,
porque lo veremos tal cual es. Pues ¿para qué son aquellos tesoros de
sabiduría y de ciencia, para qué sirven aquellas riquezas divinas sino para
colmarnos? ¿Y para qué la inmensidad de aquella dulzura sino para
saciarnos? Muéstranos al Padre y nos basta.
Y en algún salmo, uno de nosotros, o en nosotros, o por nosotros,
le dice: Me saciaré cuando se manifieste tu gloria. Pues él y el Padre
son una misma cosa: y quien lo ve a él ve también al Padre. De modo que el
Señor, Dios de los ejércitos, él es el Rey de la gloria. Volviendo a
nosotros, nos mostrará su rostro; y nos salvaremos y quedaremos saciados, y eso
nos bastará.
Pero mientras eso no suceda, mientras no nos muestre lo que habrá
de bastarnos, mientras no le bebamos como fuente de vida y nos saciemos,
mientras tengamos que andar en la fe y peregrinemos lejos de él, mientras
tenemos hambre y sed de justicia y anhelamos con inefable ardor la belleza de
la forma de Dios, celebremos con devota obsequiosidad el nacimiento de la forma
de siervo.
Si no podemos contemplar todavía al que fue engendrado por el
Padre antes que el lucero de la mañana, tratemos de acercarnos al que nació de
la Virgen en medio de la noche. No comprendemos aún que su nombre dura
como el sol; reconozcamos que su tienda ha sido
puesta en el sol.
Todavía no podemos contemplar al Único que permanece en su Padre;
recordemos al Esposo que sale de su alcoba. Todavía no estamos
preparados para el banquete de nuestro Padre; reconozcamos al menos el pesebre
de nuestro Señor Jesucristo.
R/. La vida se hizo visible, nosotros la hemos visto, y os anunciamos
la vida eterna. Que estaba con el Padre y se nos manifestó.
V/. Sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia
para que conozcamos al Verdadero. Nosotros estamos en el Verdadero, en su Hijo
Jesucristo. Éste es el Verdadero y la vida eterna.
R/. Que estaba con el Padre y se nos manifestó.
*Lecturas del 5 de Enero. Feria de Navidad*
Miércoles,
5 de enero de 2022
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Juan (1,43-51)*
En aquel tiempo, determinó Jesús salir para Galilea; encuentra a Felipe y le
dice: «Sígueme.»
Felipe era de Betsaida, ciudad de Andrés y de Pedro. Felipe encuentra a
Natanael y le dice: «Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los
profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret.»
Natanael le replicó: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?»
Felipe le contestó: «Ven y verás.»
Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de
verdad, en quien no hay engaño.»
Natanael le contesta: «¿De qué me conoces?»
Jesús le responde: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la
higuera, te vi.»
Natanael respondió: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.»
Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees?
Has de ver cosas mayores.»
Y le añadió: «Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios
subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»
Palabra del Señor
Cántico Evangélico
Ant: El Señor
ha visitado y redimido a su pueblo.
†
(se hace la señal de la cruz
mientras se comienza a recitar)
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: El Señor
ha visitado y redimido a su pueblo.
Preces
Alabemos a Cristo, que se ha hecho para nosotros sabiduría,
justicia, santificación y redención, y supliquémosle confiados, diciendo:
Que tu nacimiento,
Señor, nos salve
·
- Rey del universo, a quien los pastores encontraron envuelto en
pañales,
ayúdanos a imitar siempre tu pobreza y tu sencillez.
· - Señor
del cielo, que desde tu solio real bajaste a lo más humilde de la tierra,
enséñanos a honrar siempre a nuestros hermanos de condición más humilde.
· - Oh
Cristo, luz eterna, que al asumir nuestra carne no fuiste contaminado con
nuestro pecado,
haz que tus fieles, al usar de los bienes de este mundo, no se vean
embrutecidos por ellos.
· - Esposo
divino de la Iglesia, que eres para ella torre de fortaleza,
haz que todos tus fieles perseveren unidos a ella y en ella encuentren la
salvación.
Se pueden añadir algunas
intenciones libres.
Como hijos que somos de Dios,
dirijámonos a nuestro Padre con la oración que Cristo nos enseñó:
Padre
nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga a
nosotros tu reino;
hágase tu
voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy
nuestro pan de cada día;
perdona
nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos
dejes caer en la tentación,
y
líbranos del mal.
Final
Señor,
que has comenzado de modo admirable la obra de la redención de los hombres con
el nacimiento de tu Hijo, concédenos, te rogamos, una fe tan sólida que,
guiados por el mismo Jesucristo, podamos alcanzar los premios eternos que nos
has prometido. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
Si el que preside no es un
ministro ordenado, o en el rezo individual:
†
(se hace la señal de la cruz
mientras se dice:)
V/. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.
Epifanía del Señor, solemnidad
Primeras Vísperas
Inicio
†
(se hace la señal de la cruz
mientras se dice:)
V/. -Dios
mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya
Himno
Confiada
mira la luz dorada
que a ti hoy llega, Jerusalén:
de tu Mesías ve la alborada
sobre Belén.
El mundo todo ve hoy gozoso
la luz divina sobre Israel;
la estrella muestra al prodigioso
rey Emmanuel.
Ya los tres magos, desde el Oriente,
la estrella viendo, van de ella en pos;
dan sus primicias de amor ferviente
al niño Dios.
Ofrenda de oro que es Rey declara,
incienso ofrece a Dios su olor,
predice mirra muerte preclara,
pasión, dolor.
La voz del Padre, Cristo, te llama
su predilecto, sobre el Jordán.
Dios en los hombres hoy te proclama
valiente Juan.
Virtud divina resplandecía
del que del agua vino sacó,
cuando el anuncio de Eucaristía
Caná bebió.
A darte gloria, Señor, invita
la luz que al hombre viniste a dar,
luz que nos trae gloria infinita
de amor sin par. Amén.
Primer Salmo
Salmo 134-I: Himno a Dios, realizador de maravillas
Ant: Engendrado
antes de la aurora de los siglos, el Señor, nuestro Salvador, hoy se ha
manifestado al mundo.
Vosotros sois... un pueblo adquirido por Dios para proclamar las
hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz
maravillosa (1P 2,9)
Alabad el nombre del Señor,
alabadlo, siervos del Señor,
que estáis en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.
Alabad al Señor porque es bueno,
tañed para su nombre, que es amable.
Porque él se escogió a Jacob,
a Israel en posesión suya.
Yo sé que el Señor es grande,
nuestro dueño más que todos los dioses.
El Señor todo lo que quiere lo hace:
en el cielo y en la tierra,
en los mares y en los océanos.
Hace subir las nubes desde el horizonte,
con los relámpagos desata la lluvia,
suelta los vientos de sus silos.
Él hirió a los primogénitos de Egipto,
desde los hombres hasta los animales.
Envió signos y prodigios
-en medio de ti, Egipto-
contra el Faraón y sus ministros.
Hirió de muerte a pueblos numerosos,
mató a reyes poderosos:
a Sijón, rey de los amorreos,
a Hog, rey de Basán,
y a todos los reyes de Canaán.
Y dio su tierra en heredad,
en heredad a Israel, su pueblo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Engendrado
antes de la aurora de los siglos, el Señor, nuestro Salvador, hoy se ha
manifestado al mundo.
Segundo Salmo
Salmo 134-II:
Ant: El Señor
es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.
Señor, tu nombre es eterno;
Señor, tu recuerdo de edad en edad.
Porque el Señor gobierna a su pueblo
y se compadece de sus siervos.
Los ídolos de los gentiles son oro y plata,
hechura de manos humanas:
tienen boca y no hablan,
tienen ojos y no ven,
tienen orejas y no oyen,
no hay aliento en sus bocas.
Sean lo mismo los que los hacen,
cuantos confían en ellos.
Casa de Israel, bendice al Señor;
casa de Aarón, bendice al Señor;
casa de Leví, bendice al Señor;
fieles del Señor, bendecid al Señor.
Bendito en Sión el Señor,
que habita en Jerusalén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: El Señor
es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.
Cántico NT
1Tm 3,16 (cfr): El misterio y la gloria de Cristo
Ant: Esta
estrella resplandece como llama viva y revela al Dios, Rey de reyes; los magos
la contemplaron y ofrecieron sus dones al gran Rey.
R.: Alabad al Señor,
todas las naciones.
Cristo, manifestado en la carne,
justificado por el Espíritu.
R.: Alabad al Señor, todas las naciones.
Cristo, contemplado por los ángeles,
predicado a los paganos.
R.: Alabad al Señor, todas las naciones.
Cristo, creído en el mundo,
llevado a la gloria.
R.: Alabad al Señor, todas las naciones.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Esta
estrella resplandece como llama viva y revela al Dios, Rey de reyes; los magos
la contemplaron y ofrecieron sus dones al gran Rey.
Lectura Bíblica
2Tm 1,9-10
Dios nos
salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestros méritos, sino porque, desde
tiempo inmemorial, dispuso darnos su gracia, por medio de Jesucristo; y ahora
esa gracia se ha manifestado al aparecer nuestro Salvador Jesucristo, que
destruyó la muerte y sacó a la luz la vida inmortal por medio del Evangelio.
V/. Será la
bendición de todos los pueblos
R/. Será la
bendición de todos los pueblos
V/. Lo
proclamarán dichoso todas las razas de la tierra.
R/. Todos los
pueblos
V/. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Será la
bendición de todos los pueblos
Cántico Evangélico
Ant: Los magos
al ver la estrella, se dijeron: «Este es el signo del gran Rey, vamos a su
encuentro y ofrezcámosle nuestros dones: oro, incienso y mirra.» Aleluya.
†
(se hace la señal de la cruz
mientras se comienza a recitar)
Proclama mi alma la grandeza del
Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Los magos
al ver la estrella, se dijeron: «Este es el signo del gran Rey, vamos a su
encuentro y ofrezcámosle nuestros dones: oro, incienso y mirra.» Aleluya.
Preces
Veneremos,
con grandísimo gozo, a nuestro Salvador, que en este día fue adorado por los
magos, y digámosle:
Salva,
Señor, la vida de los pobres
·
- Oh Rey de las naciones, que llamaste a los magos, como primicia
de los pueblos gentiles, para que te adoraran,
danos el espíritu de adoración y servicio.
· - Rey de
la gloria, que riges a tu pueblo con justicia,
concede a los hombres paz abundante.
· - Rey
eterno, que subsistes por los siglos,
haz que tu palabra penetre en nuestros corazones, como la llovizna que
empapa la tierra.
· - Rey de
justicia, que quieres librar al pobre que no tiene protector,
ten piedad de los desgraciados y afligidos.
· - Oh
Señor, cuyo nombre es bendito por los siglos,
haz participes a nuestros hermanos difuntos de las maravillas de tu
salvación.
Se pueden añadir algunas
intenciones libres.
Como hijos que somos de Dios,
dirijámonos a nuestro Padre con la oración que Cristo nos enseñó:
Padre
nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga a
nosotros tu reino;
hágase tu
voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy
nuestro pan de cada día;
perdona
nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos
dejes caer en la tentación,
y
líbranos del mal.
Final
Señor, tú
que en este día revelaste a tu Hijo unigénito a los pueblos gentiles, por medio
de una estrella, concede a los que ya te conocemos por la fe poder contemplar
un día, cara a cara, la hermosura infinita de tu gloria. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
Si el que preside no es un
ministro ordenado, o en el rezo individual:
†
(se hace la señal de la cruz
mientras se dice:)
V/. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.