*LAS LAUDES
Y LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre;
limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina
mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y
devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia
de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
San Juan
Apóstol y Evangelista, fiesta
Común de
apóstoles
Fiesta de
san Juan, apóstol y evangelista, hijo de Zebedeo, que junto con su hermano Santiago
y con Pedro fue testigo de la transfiguración y de la pasión del Señor, y al
pie de la cruz recibió de Él a María como madre. En su evangelio y en otros
escritos se muestra como teólogo, habiendo contemplado la gloria del Verbo
encarnado y anunciando lo que vio.
Laudes
Inicio
Si Laudes es la primera oración del día se reza el Invitatorio Si no:
†
(se hace la
señal de la cruz sobre los labios mientras se dice:)
V/. -Señor,
Ábreme los labios.
R/. -Y mi boca proclamará tu alabanza.
Salmo 94: Invitación a la alabanza divina
Ant: Venid, adoremos al Señor, rey de los apóstoles.
Animaos
los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy» (Hb 3,13)
Venid,
aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
-se repite la antífona
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
-se repite la antífona
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
-se repite la antífona
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
-se repite la antífona
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»
-se repite la antífona
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Venid, adoremos al Señor, rey de los apóstoles.
Himno
Tú que
revelaste a Juan
tus misterios más secretos
y los altos vericuetos
que mis ojos no verán,
haz que yo logre entender
cuanto Juan nos ha contado.
Déjame, Señor, poner
mi cabeza en tu costado.
Tú que en el monte Calvario
entre sus manos dejaste
el más santo relicario:
la carne donde habitaste;
tú que le dejaste ser
el hijo bienadoptado,
déjame, Señor, poner
mi cabeza en tu costado.
Y tú, Juan, que a tanto amor
con amor correspondiste
y la vida entera diste
por tu Dios y tu Señor,
enséñame a caminar
por donde tú has caminado.
Enséñame a colocar
la cabeza en su costado. Amén.
Primer
Salmo
Salmo
62,2-9: El alma sedienta de Dios
Ant: Juan Apóstol y evangelista, fue elegido virgen por el Señor y
preferido entre los demás apóstoles.
Madruga
por Dios todo el que rechaza las obras de las tinieblas
Oh Dios,
tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Juan Apóstol y evangelista, fue elegido virgen por el Señor y
preferido entre los demás apóstoles.
Cántico
AT
Daniel
3,57-88.56: Toda la creación alabe al Señor
Ant: Éste es Juan, a quien Cristo en la cruz encomendó su madre, la
Virgen.
Alabad al
Señor, sus siervos todos (Ap 19,5)
Criaturas
todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Ant: Éste es Juan, a quien Cristo en la cruz encomendó su madre, la
Virgen.
Segundo
Salmo
Salmo
149: Alegría de los santos
Ant: Dijo el discípulo a quien Jesús amaba: «Es el Señor». Aleluya
Los hijos
de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se alegran por su Rey, Cristo, el Señor
(Hesiquio)
Cantad al
Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Dijo el discípulo a quien Jesús amaba: «Es el Señor». Aleluya
Lectura
Bíblica
Hch 4,19-20
Pedro y Juan replicaron: «¿Puede aprobar Dios que os obedezcamos a
vosotros en vez de a él? Juzgadlo vosotros. Nosotros no podemos menos de contar
lo que hemos visto y oído»
V/. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra.
R/. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra.
V/. Harán memorable tu nombre, Señor.
R/. Sobre toda la tierra.
V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra.
Lectura
Bíblica
V/. Contaron las alabanzas del Señor
y su poder.
R/. Y las maravillas que realizó.
Palabra de
vida y luz de Dios
1Jn 1,1-2,3
Lo que existía desde el principio, lo que
hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y
palparon nuestras manos: la Palabra de la vida (pues la vida se hizo visible),
nosotros la hemos visto, os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que
estaba con el Padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído os lo
anunciamos, para que estéis unidos con nosotros en esa unión que tenemos con el
Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestra alegría
sea completa.
Os anunciamos el mensaje que le hemos oído a
él: Dios es luz sin tiniebla alguna. Si decimos que estamos unidos a él,
mientras vivimos en las tinieblas, mentimos con palabras y obras. Pero, si
vivimos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos unidos unos
con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia los pecados.
Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos
y no somos sinceros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y
justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos
que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y no poseemos su palabra.
Hijos míos, os escribo esto para que no
pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a
Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no
sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.
En esto sabemos que lo conocemos: en que
guardamos sus mandamientos.
R/. Os anunciamos la vida eterna que
estaba con el Padre y se nos manifestó; os escribimos esto, para que nuestra
alegría sea completa.
V/. Estas cosas se han escrito para
que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo,
tengáis vida en su nombre.
R/. Os escribimos esto, para que
nuestra alegría sea completa.
La misma
vida se ha manifestado en la carne
San Agustín, obispo y doctor de la Iglesia
Tratado
sobre I Juan (1,1.3: PL 35,1978.1980)
Lo que existía desde el
principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo
que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la vida. ¿Quién
es el que puede tocar con sus manos a la Palabra, si no es porque la
Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros?
Esta Palabra, que se hizo carne, para que
pudiera ser tocada con las manos, comenzó siendo carne cuando se encarnó en el
seno de la Virgen María; pero no en ese momento comenzó a existir la Palabra,
porque el mismo san Juan dice que existía desde el principio. Ved
cómo concuerdan su carta y su evangelio, en el que hace poco oísteis: En
el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios.
Quizá alguno entienda la expresión «la
Palabra de la vida» como referida a la persona de Cristo y no al mismo cuerpo
de Cristo, que fue tocado con las manos. Fijaos en lo que sigue: Pues
la vida se hizo visible. Así, pues, Cristo es la Palabra de la vida.
¿Y cómo se hizo visible? Existía
desde el principio, pero no se había manifestado a los hombres, pero sí a
los ángeles, que la contemplaban y se alimentaban de ella, como de su pan.
Pero, ¿qué dice la Escritura? El hombre comió pan de ángeles.
Así, pues, la Vida misma se ha manifestado en
la carne, para que, en esta manifestación, aquello que sólo podía ser visto con
el corazón fuera también visto con los ojos, y de esta forma sanase los
corazones. Pues la Palabra se ve sólo con el corazón, pero la carne se ve
también con los ojos corporales. Éramos capaces de ver la carne, pero no lo
éramos de ver la Palabra. La Palabra se hizo carne, a la cual
podemos ver, para sanar en nosotros aquello que nos hace capaces de ver la
Palabra.
Os damos testimonio y os
anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó, es
decir, se ha manifestado entre nosotros, y, para decirlo aún más claramente, se
manifestó en nosotros.
Eso que hemos visto y oído os lo
anunciamos. Que vuestra caridad preste atención: Eso que hemos visto
y oído os lo anunciamos. Ellos vieron al mismo Señor presente en la carne,
oyeron las palabras de su boca y lo han anunciado a nosotros. Por tanto,
nosotros hemos oído, pero no hemos visto.
Y por ello, ¿somos menos afortunados que
aquellos que vieron y oyeron? ¿Y cómo es que añade: Para que estéis
unidos con nosotros? Aquéllos vieron, nosotros no; y, sin embargo, estamos
en comunión, pues poseemos una misma fe.
En esa unión que tenemos con el
Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestra alegría
sea completa. La alegría completa es la que se encuentra en la misma comunión,
la misma caridad, la misma unidad.
R/. Éste es Juan, que en la cena se
recostó sobre el pecho del Señor; dichoso el apóstol a quien fueron revelados
los misterios celestiales.
V/. Bebió las aguas vivas del
Evangelio de la misma fuente del pecho sagrado del Señor.
R/. Dichoso el apóstol a quien fueron
revelados los misterios celestiales.
*Lecturas
del San Juan. Apóstol y evangelista*
Lunes, 27
de diciembre de 2021
Evangelio
*Lectura del
santo evangelio según san Juan (20,2-8) *
El primer día de la semana, María Magdalena echó a correr y fue donde estaba
Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: «Se
han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos,
pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al
sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó
también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el
suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con
las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro
discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Palabra del Señor
Cántico
Evangélico
Ant: Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros y hemos
contemplado su gloria. Aleluya
†
(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros y hemos
contemplado su gloria. Aleluya
Preces
Hermanos, edificados sobre el
cimiento de los apóstoles, oremos al Padre por su pueblo santo, diciendo:
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia
·
- Padre santo, que quisiste que tu Hijo, resucitado de entre los
muertos, se manifestara en primer lugar a los apóstoles,
haz que también nosotros seamos testigos de Cristo hasta
los confines del mundo.
·
- Padre santo, que enviaste a tu Hijo al mundo para dar la Buena
Noticia a los pobres,
haz que sepamos proclamar el Evangelio a todas las
criaturas.
·
- Tú que enviaste a tu Hijo a sembrar la semilla de la palabra,
danos también a nosotros sembrar tu semilla con nuestro
trabajo, para que, alegres, demos fruto con nuestra perseverancia.
·
- Tú que enviaste a tu Hijo para que reconciliara el mundo
contigo,
haz que también nosotros cooperemos a la reconciliación
de los hombres.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Terminemos nuestra oración con la plegaria que nos enseñó el
Señor:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea
tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los
que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Final
Dios y Señor nuestro, que nos has revelado por medio del apóstol
san Juan el misterio de tu Palabra hecha carne, concédenos, te rogamos, llegar
a comprender y a amar de corazón lo que tu apóstol nos dio a conocer. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
Si el que preside no es un ministro ordenado, o en el rezo
individual:
†
(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V/. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lle
ve a la
vida eterna.
R/. Amén.
San
Juan Apóstol y Evangelista, fiesta
Común
de apóstoles
Fiesta de
san Juan, apóstol y evangelista, hijo de Zebedeo, que junto con su hermano
Santiago y con Pedro fue testigo de la transfiguración y de la pasión del Señor,
y al pie de la cruz recibió de Él a María como madre. En su evangelio y en
otros escritos se muestra como teólogo, habiendo contemplado la gloria del
Verbo encarnado y anunciando lo que vio.
Vísperas
Inicio
†
(se hace la
señal de la cruz mientras se dice:)
V/. -Dios
mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya
Himno
Blanco
lirio, florecido
la noche de Navidad,
en la cumbre del Calvario,
¡cómo te deshojarán!
El niño Jesús
lloraba, lloraba,
lo han circuncidado
y su sangre mana.
Canciones del cielo
María le canta
y, mientras lo arrulla,
lo baña en sus lágrimas.
Niñito, no llores.
Madre, el llanto acalla,
que por esta sangre
llega la esperanza,
que por este llanto
comienza la gracia,
que por esta muerte
renacen las almas.
Primer
Salmo
Salmo
109,1-5.7: El Mesías, Rey y Sacerdote
Ant: Eres príncipe desde el día de tu nacimiento entre esplendores
sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.
Cristo
tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies (1Co
15,25)
Oráculo
del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies».
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora».
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec».
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso, levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Eres príncipe desde el día de tu nacimiento entre esplendores
sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.
Segundo
Salmo
Salmo 129:
Desde lo hondo, a ti grito, Señor
Ant: Del Señor viene la misericordia y la redención copiosa.
Él
salvará a su pueblo de los pecados (Mt 1,21)
Desde lo
hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Del Señor viene la misericordia y la redención copiosa.
Cántico
NT
Colosenses
1,12-20: Himno a Cristo, primogénito de toda criatura y primer resucitado de
entre los muertos
Ant: En el principio, antes de los siglos, la Palabra era Dios, y hoy
esta Palabra ha nacido como Salvador del mundo.
Damos
gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de Él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por Él y para Él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en Él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
Porque en Él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por Él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: En el principio, antes de los siglos, la Palabra era Dios, y hoy
esta Palabra ha nacido como Salvador del mundo.
Lectura
Bíblica
Rm 8,3b-4
Dios envió a su Hijo encarnado en una carne pecadora como la
nuestra, haciéndolo victima por el pecado, y en su carne condenó el pecado.
Así, la justicia que proponía la ley puede realizarse en nosotros, que ya no
procedemos dirigidos por la carne, sino por el Espíritu.
V/. La Palabra se hizo carne. Aleluya, Aleluya.
R/. La Palabra se hizo carne. Aleluya, Aleluya.
V/. Y acampó entre nosotros.
R/. Aleluya, Aleluya.
V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. La Palabra se hizo carne. Aleluya, Aleluya.
Cántico
Evangélico
Ant: Por ti, Virgen María, han llegado a su cumplimiento los oráculos
de los profetas que anunciaron a Cristo: siendo virgen, concebiste al Hijo de
Dios, y, permaneciendo virgen, lo engendraste.
†
(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Por ti, Virgen María, han llegado a su cumplimiento los oráculos
de los profetas que anunciaron a Cristo: siendo virgen, concebiste al Hijo de
Dios, y, permaneciendo virgen, lo engendraste.
Preces
Oremos, hermanos, a Dios Padre, que por su gran amor hacia
nosotros nos ha enviado a su Hijo y digámosle:
Que la gracia de tu Hijo nos
acompañe, Señor
·
- Dios de amor y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que te has
compadecido de los que viven en las tinieblas,
escucha las súplicas que te dirigimos por la salvación
de todos los hombres
·
- Acuérdate, Señor, de tu Iglesia, extendida por toda la tierra;
bendice al pueblo cristiano y concédele abundancia de
paz
·
- Padre de todos los hombres, encamina a los pueblos al
conocimiento de Jesucristo
y da a los gobernantes de las naciones la luz de tu
Espíritu
·
- Tú que en el nacimiento de tu Hijo, hiciste proclamar la paz en
la tierra,
concede paz eterna a nuestros hermanos difuntos
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Terminemos nuestra oración con las palabras que nos enseñó el
Señor:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea
tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los
que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Final
Concede, Señor todopoderoso, a los que vivimos inmersos en la luz
de tu Palabra hecha carne, que resplandezca en nuestras obras la fe que haces
brillar en nuestro espíritu. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los
siglos.
Amén.
Si el que preside no es un ministro ordenado, o en el rezo
individual:
†
(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V/. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.