*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*Santas Tais y Pelagia*
8 de Octubre
VIERNES SEMANA III
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.
Himno: CREADOR SEMPITERNO DE LAS COSAS.
Creador sempiterno de las cosas,
que gobiernas las noches y los días,
y, alternando la luz y las tinieblas,
alivias el cansancio de la vida.
Pon tus ojos, Señor, en quien vacila,
que a todos corrija tu mirada:
con ella sostendrás a quien tropieza
y harás que pague su delito en lágrimas.
Alumbra con tu luz nuestros sentidos,
desvanece el sopor de nuestras mentes,
y sé el primero a quien, agradecidas,
se eleven nuestras voces cuando suenen.
Glorificado sea el Padre eterno,
así como su Hijo Jesucristo,
y así como el Espíritu Paráclito,
ahora y por los siglos de los siglos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Contra ti, contra ti solo pequé, Señor; ten misericordia de mí.
Salmo 50 - CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO
Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Contra ti, contra ti solo pequé, Señor; ten misericordia de mí.
Ant 2. Reconocemos, Señor, nuestra impiedad; hemos pecado contra ti.
Cántico: LAMENTACIÓN DEL PUEBLO EN TIEMPO DE HAMBRE Y DE GUERRA - Jr
14,17-21
Mis ojos se deshacen en lágrimas,
día y noche no cesan:
por la terrible desgracia de la doncella de mi pueblo,
una herida de fuertes dolores.
Salgo al campo: muertos a espada;
entro en la ciudad: desfallecidos de hambre;
tanto el profeta como el sacerdote
vagan sin sentido por el país.
¿Por qué has rechazado del todo a Judá?
¿tiene asco tu garganta de Sión?
¿Por que nos has herido sin remedio?
Se espera la paz, y no hay bienestar,
al tiempo de la cura sucede la turbación.
Señor, reconocemos nuestra impiedad,
la culpa de nuestros padres,
porque pecamos contra ti.
No nos rechaces, por tu nombre,
no desprestigies tu trono glorioso;
recuerda y no rompas tu alianza con nosotros.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Reconocemos, Señor, nuestra impiedad; hemos pecado contra ti.
Ant 3. El Señor es Dios y nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
Salmo 99 - ALEGRÍA DE LOS QUE ENTRAN EN EL TEMPLO.
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con aclamaciones.
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:
«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es Dios y nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
LECTURA BREVE 2Co 12, 9b-10
Muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de
Cristo. Por eso vivo contento en medio de mis debilidades, de los insultos, las
privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque
cuando soy débil, entonces soy fuerte.
RESPONSORIO BREVE
V. En la mañana hazme escuchar tu gracia.
R. En la mañana hazme escuchar tu gracia.
V. Indícame el camino que he de seguir.
R. Hazme escuchar tu gracia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En la mañana hazme escuchar tu gracia.
PRIMERA LECTURA
Del segundo libro de
los Reyes 21, 1-18. 23--22, 1
REINADOS DE MANASÉS Y
AMÓN. COMIENZO DEL REINADO DE JOSÍAS
Cuando Manasés subió al trono tenía doce años, y reinó en Jerusalén cincuenta y
cinco años. Su madre se llamaba Jefzibá. Hizo lo que el Señor reprueba,
imitando las costumbres abominables de las naciones que el Señor había
expulsado ante los israelitas. Reconstruyó las ermitas de los altozanos
derruidas por su padre Ezequías, levantó altares a Baal y erigió una estela,
igual que hizo Ajaz de Israel; adoró y dio culto a todo el ejército del cielo;
puso altares en el templo del Señor, del que había dicho el Señor: «Pondré mi
nombre en Jerusalén»; edificó altares a todo el ejército del cielo en los dos
atrios del templo; quemó a su hijo; practicó la adivinación y la magia;
instituyó nigromantes y adivinos. Hacía continuamente lo que el Señor reprueba,
irritándolo.
La imagen de Astarté que había fabricado, la colocó en el templo del que el
Señor había dicho a David y a su hijo Salomón: «En este templo y en Jerusalén,
a la que elegí entre todas las tribus de Israel, pondré mi nombre para siempre;
ya no dejaré que Israel ande errante, lejos de la tierra que di a sus padres, a
condición de que pongan por obra cuanto les mandé, siguiendo la ley que les
promulgó mi siervo Moisés.» Pero ellos no hicieron caso. Y Manasés los
extravió, para que se portasen peor que las naciones a las que el Señor había
exterminado ante los israelitas. El Señor dijo entonces por sus siervos los
profetas:
«Puesto que Manasés de Judá ha hecho esas cosas abominables, se ha portado peor
que los amorreos que le precedieron y ha hecho pecar a Judá con sus ídolos, así
dice el Señor, Dios de Israel: "Yo voy a traer sobre Jerusalén y Judá tal
catástrofe, que al que lo oiga, le retumbarán los oídos. Extenderé sobre
Jerusalén el cordel como hice en Samaria, el mismo nivel con que medí a la dinastía
de Ajab, y fregaré a Jerusalén como a un plato, que se friega por delante y por
detrás. Desecharé al resto de mi heredad, lo entregaré en poder de sus
enemigos, será presa y botín de sus enemigos, porque han hecho lo que yo
repruebo, me han irritado desde el día en que sus padres salieron de Egipto
hasta hoy."»
Además, Manasés derramó ríos de sangre inocente, de forma que inundó Jerusalén
de punta a punta, aparte del pecado que hizo cometer a Judá haciendo lo que el
Señor reprueba. Para más datos sobre Manasés y los crímenes que cometió, véanse
los Anales del reino de Judá. Manasés murió, y lo enterraron en el jardín de su
palacio, el jardín de Uzá.
Su hijo Amón le sucedió en el trono. Sus cortesanos conspiraron contra él y lo
asesinaron en el palacio; pero la población mató a los conspiradores, y
nombraron rey sucesor a Josías, hijo de Amón. Para más datos sobre Amón y sus
empresas, véanse los Anales del reino de Judá. Lo enterraron en su sepultura
del jardín de Uzá.
Su hijo Josías le sucedió en el trono. Cuando Josías subió al trono tenía
dieciocho años, y reinó treinta y un años en Jerusalén. Su madre se llamaba
Yedidá, hija de Adaya, natural de Boscat.
RESPONSORIO
2Cro 33, 9. 11. 10
R. Manasés extravió a la población de
Jerusalén para que se portase mal. * Entonces, el Señor hizo venir contra ellos
a los generales del rey de Asiria.
V. El Señor dirigió su palabra a
Manasés y a su pueblo, pero no le hicieron caso.
R. Entonces, el Señor hizo venir
contra ellos a los generales del rey de Asiria.
SEGUNDA LECTURA
Del primer Conmonitorio
de san Vicente de Lerins, presbítero
(Cap. 23: PL 50, 667-668)
EL PROGRESO DEL DOGMA
CRISTIANO
¿Es posible que se dé en la Iglesia un progreso en los conocimientos
religiosos? Ciertamente que es posible y la realidad es que este progreso se
da.
En efecto, ¿quién envidiaría tanto a los hombres y sería tan enemigo de Dios
como para impedir este progreso? Pero este progreso sólo puede darse con la
condición de que se trate de un auténtico progreso en el conocimiento de la fe,
no de un cambio en la misma fe. Lo propio del progreso es que la misma cosa que
progresa crezca y aumente, mientras lo característico del cambio es que la cosa
que se muda se convierta en algo totalmente distinto. Es conveniente, por
tanto, que, a través de todos los tiempos y de todas las edades, crezca y
progrese la inteligencia, la ciencia y la sabiduría de cada una de las personas
y del conjunto de los hombres, tanto por parte de la Iglesia entera, como por
parte de cada uno de sus miembros.
Pero este crecimiento debe seguir su propia naturaleza, es decir, debe estar de
acuerdo con las líneas del dogma y debe seguir el dinamismo de una única e
idéntica doctrina. Que el conocimiento religioso imite, pues, el modo como
crecen los cuerpos, los cuales, si bien con el correr de los años se van
desarrollando, conservan, no obstante, su propia naturaleza. Gran diferencia
hay entre la flor de la infancia y la madurez de la ancianidad, pero, no
obstante, los que van llegando ahora a la ancianidad son, en realidad, los
mismos que hace un tiempo eran adolescentes. La estatura y las costumbres del
hombre pueden cambiar, pero su naturaleza continúa idéntica y su persona es la
misma.
Los miembros de un recién nacido son pequeños, los de un joven están ya
desarrollados; pero, con todo, el uno y el otro tienen el mismo número de
miembros. Los niños tienen los mismos miembros que los adultos y, si algún
miembro del cuerpo no es visible hasta la pubertad, este miembro, sin embargo,
existe ya como en embrión en la niñez, de tal forma que nada llega a ser
realidad en el anciano que no se contenga como en germen en el niño.
No hay, pues, duda alguna: la regla legítima de todo progreso y la norma recta
de todo crecimiento consiste en que, con el correr de los años, vayan manifestándose
en los adultos las diversas perfecciones de cada uno de aquellos miembros que
la sabiduría del Creador había ya preformado en el cuerpo del recién nacido.
Porque si aconteciera que un ser humano tomara apariencias distintas a las de
su propia especie, sea porque adquiriera mayor número de miembros, sea porque
perdiera alguno de ellos, tendríamos que decir que todo el cuerpo perece o bien
que se convierte en un monstruo o, por lo menos, que ha sido gravemente
deformado. Es también esto mismo lo que acontece con los dogmas cristianos: las
leyes de su progreso exigen que éstos se consoliden a través de las edades, se
desarrollen con el correr de los años y crezcan con el paso del tiempo.
Nuestros mayores sembraron antiguamente en el campo de la Iglesia semillas de
una fe de trigo; sería ahora grandemente injusto e incongruente que nosotros,
sus descendientes, en lugar de la verdad del trigo legáramos a nuestra
posteridad el error de la cizaña.
Al contrario, lo recto y consecuente, para que no discrepen entre sí la raíz y
sus frutos, es que de las semillas de una doctrina de trigo recojamos el fruto
de un dogma de trigo; así, al contemplar cómo a través de los siglos aquellas
primeras semillas han crecido y se han desarrollado, podremos alegrarnos de
cosechar el fruto de los primeros trabajos.
RESPONSORIO
Dt 4, 1. 2; Jn 6, 64
R. Escucha, Israel, los mandatos y
decretos que yo te enseño: * No añadáis nada a lo que os mando, ni suprimáis
nada.
V. Las palabras que yo os he dicho son
espíritu y vida.
R. No añadáis nada a lo que os mando,
ni suprimáis nada.
*Lecturas del Viernes de la 27ª semana del Tiempo Ordinario*
Viernes, 8 de octubre de 2021
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,15-26)*
En aquel tiempo, habiendo echado Jesús un demonio, algunos de entre la multitud
dijeron:«Si echa los demonios es por arte de Belzebú, el príncipe de los
demonios.»
Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo.
Él, leyendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino en guerra civil va a la
ruina y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra civil,
¿cómo mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios con el poder
de Belzebú; y, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos,
¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces.
Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de
Dios ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio,
sus bienes están seguros. Pero, si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le
quita las armas de que se fiaba y reparte el botín. El que no está conmigo está
contra mí; el que no recoge conmigo desparrama. Cuando un espíritu inmundo sale
de un hombre, da vueltas por el desierto, buscando un sitio para descansar;
pero, como no lo encuentra, dice: "Volveré a la casa de donde salí."
Al volver, se la encuentra barrida y arreglada. Entonces va a coger otros siete
espíritus peores que él, y se mete a vivir allí. Y el final de aquel hombre
resulta peor que el principio.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El Señor ha visitado y redimido a su pueblo.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
+Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor ha visitado y redimido a su pueblo.
PRECES
Invoquemos a Cristo, que nació, murió y resucitó por su pueblo,
diciendo:
Salva, Señor, al pueblo que redimiste con tu sangre.
Te bendecimos, Señor, a ti que por nosotros aceptaste el suplicio de la cruz:
mira con bondad a tu familia santa, redimida con tu sangre.
Tú que prometiste a los que en ti creyeran que manarían de su interior
torrentes de agua viva,
derrama tu Espíritu sobre todos los hombres.
Tú que enviaste a los discípulos a predicar el Evangelio,
haz que los cristianos anuncien tu palabra con fidelidad.
A los enfermos y a todos los que has asociado a los sufrimientos de tu pasión,
concédeles fortaleza y paciencia.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Llenos del Espíritu de Jesucristo, acudamos a nuestro Padre común, diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Ilumina, Señor, nuestros corazones y fortalece nuestras
voluntades, para que sigamos siempre el camino de tus mandatos, reconociéndote
como nuestro guía y maestro. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
*Santas Tais y Pelagia*
La antigüedad cristiana se alimentó con el encanto de estas dos historias
que de algún modo llevan al corazón cristiano la añoranza de la inocencia
perdida y animan a la vuelta. Es un consuelo encontrar en la tierra los rastros
de quienes, habiendo sido presa del desarreglo, de la mala vida que por algún
tiempo juzgaron como buena, del desorden y la lejanía de Dios, pues, mira...
resulta que han sido gente que se salva. Sí, son una gran luz en la oscuridad
que alienta la esperanza de los que somos más, de los pecadores. Estas
actitudes están personificadas en Pelagia y Tais.
Pelagia
Se la presenta como una de las más insignes pecadoras del mundo,
allá por la segunda mitad del siglo V. En Antioquía -este era el escenario de
sus danzas sensuales y altaneras- se la llamaba "Margarita" que es la
traducción de "gema", quizá porque, en ocasiones, lo único que cubría
las carnes de la extrahermosa eran collares de perlas.
Tuvo, en el marco de la Providencia, la suerte de toparse, en el
año 453, con Nono, anacoreta de Tabenas, sacado de allí para hacerlo obispo de
Edesa y trasladado a Heliópolis de Siria, que por el momento participaba en un
concilio provincial convocado por Máximo. Bastó oírlo para que Dios la moviera
a sincera conversión, pidiera el bautismo y cambiara sus danzas, sus máscaras y
abalorios por la penitencia. Termina el relato de su historia diciendo que
murió penitente en Jerusalén, en el Monte de los Olivos, en el año 468,
disimulando con una máscara su condición de mujer, habiéndose hecho llamar
Pelagio.
Tais
Fue anterior a Pelagia en el tiempo y en los oficios. Se educó
como cristiana, pero la vida, sus encantos, el acoso de los finos, el hambre de
placer y el atractivo de las riquezas estropearon tanto la acción de la gracia
que pareció no conocerla. Vive entre el lujo y la prostitución de Alejandría.
Refiere la narración que Pafnucio, el del desierto de Tebaida, la
recordaba de años atrás y sentía dolor, más que quien tiene una astilla clavada
en el cuerpo, por la perdición y escándalo de la cristiana. Sus penitencias
dieron resultado. Provocó un encuentro con ella y fue el instrumento de Dios
para el cambio de Tais. Ahora está deshecha en lágrimas, implora el perdón del
maestro, le ruega su oración impetrante, recurre a la misericordia de Dios y
pide que se le imponga penitencia. Muere penitente reconciliada por los años
348 y se le honra en las Menologías griegas tal día como hoy. Es patrona de
Alejandría y se la representa arropada con ricas y coloreadas sedas, con un
espejo, símbolo de la coquetería, y una gargantilla de perlas que representan
sus riquezas mal adquiridas.
Las dos son una delicada muestra que realza la misericordia del
Señor.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: YO HE SENTIDO, SEÑOR, TU VOZ AMANTE
Yo he sentido, Señor, tu voz amante,
en el misterio de las noches bellas,
y en el suave temblor de las estrellas
la armonía gocé de tu semblante.
No me llegó tu acento amenazante
entre el fragor de trueno y de centellas;
al ánima llamaron tus querellas
como el tenue vagido de un infante.
¿Por qué no obedecí cuando te oía?
¿Quién me hizo abandonar tu franca vía
y hundirme en las tinieblas del vacío?
Haz, mi dulce Señor, que en la serena
noche vuelva a escuchar tu cantilena;
¡ya no seré cobarde, Padre mío! Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.
Salmo 134 I - HIMNO A DIOS POR SUS MARAVILLAS
Alabad el nombre del Señor,
alabadlo, siervos del Señor,
que estáis en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.
Alabad al Señor porque es bueno,
tañed para su nombre, que es amable.
Porque él se escogió a Jacob,
a Israel en posesión suya.
Yo sé que el Señor es grande,
nuestro dueño más que todos los dioses.
El Señor todo lo que quiere lo hace:
en el cielo y en la tierra,
en los mares y en los océanos.
Hace subir las nubes desde el horizonte,
con los relámpagos desata la lluvia,
suelta a los vientos de sus silos.
Él hirió a los primogénitos de Egipto,
desde los hombres hasta los animales.
Envió signos y prodigios
-en medio de ti, Egipto-
contra el Faraón y sus ministros.
Hirió de muerte a pueblos numerosos,
mató a reyes poderosos:
a Sijón, rey de los amorreos;
a Hog, rey de Basán,
y a todos los reyes de Canaán.
Y dio su tierra en heredad,
en heredad a Israel, su pueblo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.
Ant 2. Casa de Israel, bendice al Señor; tañed para su nombre, que es
amable.
Salmo 134 II.
Señor, tu nombre es eterno;
Señor, tu recuerdo de edad en edad.
Porque el Señor gobierna a su pueblo
y se compadece de sus siervos.
Los ídolos de los gentiles son oro y plata,
hechura de manos humanas:
tienen boca y no hablan,
tienen ojos y no ven,
tienen orejas y no oyen,
no hay aliento en sus bocas.
Sean lo mismo los que los hacen,
cuantos confían en ellos.
Casa de Israel, bendice al Señor;
casa de Aarón, bendice al Señor;
casa de Leví, bendice al Señor;
fieles del Señor, bendecid al Señor.
Bendito en Sión el Señor,
que habita en Jerusalén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Casa de Israel, bendice al Señor; tañed para su nombre, que es
amable.
Ant 3. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento,
Señor.
Cántico: CANTO DE LOS VENCEDORES Ap 15, 3-4
Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento,
Señor.
LECTURA BREVE St 1, 2-4
Hermanos míos, si estáis sometidos a tentaciones diversas, consideradlo como
una alegría, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce constancia. Pero
haced que la constancia dé un resultado perfecto, para que seáis perfectos e
íntegros, sin defectos en nada.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo nos ama y nos ha absuelto por la virtud de su sangre.
R. Cristo nos ama y nos ha absuelto por la virtud de su sangre.
V. Y ha hecho de nosotros reino y sacerdotes para el Dios y Padre
suyo.
R. Por la virtud de su sangre.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo nos ama y nos ha absuelto por la virtud de su sangre.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El Señor nos auxilia a nosotros, sus siervos, acordándose de su
misericordia.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
+Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor nos auxilia a nosotros, sus siervos, acordándose de su
misericordia.
PRECES
Invoquemos al Hijo de Dios, a quien el Padre entregó por nuestras
faltas y lo resucitó para nuestra justificación, diciendo:
Señor, ten piedad.
Escucha, Señor, nuestras súplicas, perdona los pecados de los que se confiesen
culpables
y en tu bondad otórganos el perdón y la paz.
Tú que, por medio del Apóstol nos has enseñado que donde se multiplicó el
pecado sobreabundó mucho más la gracia,
perdona con largueza nuestros muchos pecados.
Hemos pecado mucho, Señor, pero confiamos en tu misericordia infinita;
vuélvete a nosotros para que podamos convertirnos a ti.
Salva a tu pueblo de sus pecados, Señor,
y sé benévolo con nosotros.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que abriste las puertas del paraíso al buen ladrón,
ábrelas también para nuestros hermanos difuntos.
Reconociendo que nuestra fuerza para no caer en la tentación se halla en Dios,
digamos confiadamente:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, Padre santo, que quisiste que tu Hijo fuese el precio de
nuestro rescate, haz que vivamos de tal manera que, tomando parte en los
padecimientos de Cristo, nos gocemos también en la revelación de su gloria. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.