*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*Santa María Goretti*
Martes 6
MARTES SEMANA II
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Al Señor, al Dios grande, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Al Señor, al Dios grande, venid, adorémosle.
Himno: TE DAMOS GRACIAS, SEÑOR
Te damos gracias, Señor,
porque has depuesto la ira
y has detenido ante el pueblo
la mano que lo castiga.
Tú eres el Dios que nos salva,
la luz que nos ilumina,
la mano que nos sostiene
y el techo que nos cobija.
Y sacaremos con gozo
del manantial de la Vida
las aguas que dan al hombre
la fuerza que resucita.
Entonces proclamaremos:
«¡Cantadle con alegría!
¡El nombre de Dios es grande!
¡Su caridad infinita!
¡Que alabe al Señor la tierra!
Cantemos sus maravillas.
¡Qué grande, en medio del pueblo
el Dios que nos justifica!». Amén.
SALMODIA
Ant 1. Envíame, Señor, tu luz y tu verdad.
Salmo 42 - DESEO DEL TEMPLO
Hazme justicia, ¡oh Dios!, defiende mi causa
contra gente sin piedad,
sálvame del hombre traidor y malvado.
Tú eres mi Dios y protector,
¿por qué me rechazas?
¿Por qué voy andando sombrío,
hostigado por mi enemigo?
Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada.
Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Señor, Dios mío.
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Envíame, Señor, tu luz y tu verdad.
Ant 2. Protégenos, Señor, todos los días de nuestra vida.
Cántico: ANGUSTIA DE UN MORIBUNDO Y ALEGRÍA DE LA CURACIÓN Is 38,
10-14. 17-20
Yo pensé: «En medio de mis días
tengo que marchar hacia las puertas del abismo;
me privan del resto de mis años.»
Yo pensé: «Ya no veré más al Señor
en la tierra de los vivos,
ya no miraré a los hombres
entre los habitantes del mundo.
Levantan y enrollan mi vida
como una tienda de pastores.
Como un tejedor devanaba yo mi vida,
y me cortan la trama.»
Día y noche me estás acabando,
sollozo hasta el amanecer.
Me quiebras los huesos como un león,
día y noche me estas acabando.
Estoy piando como una golondrina,
gimo como una paloma.
Mis ojos mirando al cielo se consumen:
¡Señor, que me oprimen, sal fiador por mí!
Me has curado, me has hecho revivir,
la amargura se me volvió paz
cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía
y volviste la espalda a todos mis pecados.
El abismo no te da gracias,
ni la muerte te alaba,
ni esperan en tu fidelidad
los que bajan a la fosa.
Los vivos, los vivos son quienes te alaban:
como yo ahora.
El Padre enseña a sus hijos tu fidelidad.
Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas
todos nuestros días en la casa del Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Protégenos, Señor, todos los días de nuestra vida.
Ant 3. ¡Oh Dios!, tu mereces un himno en Sión.
Salmo 64 - SOLEMNE ACCIÓN DE GRACIAS.
¡Oh Dios!, tú mereces un himno en Sión,
y a ti se te cumplen los votos,
porque tú escuchas las súplicas.
A ti acude todo mortal
a causa de sus culpas;
nuestros delitos nos abruman,
pero tú los perdonas.
Dichoso el que tú eliges y acercas
para que viva en tus atrios:
que nos saciemos de los bienes de tu casa,
de los dones sagrados de tu templo.
Con portentos de justicia nos respondes,
Dios, salvador nuestro;
tú, esperanza del confín de la tierra
y del océano remoto;
Tú que afianzas los montes con tu fuerza,
ceñido de poder;
tú que reprimes el estruendo del mar,
el estruendo de las olas
y el tumulto de los pueblos.
Los habitantes del extremo del orbe
se sobrecogen ante tus signos,
y a las puertas de la aurora y del ocaso
las llenas de júbilo.
Tú cuidas de la tierra, la riegas
y la enriqueces sin medida;
la acequia de Dios va llena de agua,
preparas los trigales;
riegas los surcos, igualas los terrones,
tu llovizna los deja mullidos,
bendices sus brotes;
coronas el año con tus bienes,
las rodadas de tu carro rezuman abundancia;
rezuman los pastos del páramo,
y las colinas se orlan de alegría;
las praderas se cubren de rebaños,
y los valles se visten de mieses,
que aclaman y cantan.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¡Oh Dios!, tu mereces un himno en Sión.
LECTURA BREVE 1Ts 5, 4-5
No viváis, hermanos, en tinieblas para que el día del Señor no os sorprenda
como ladrón; porque todos sois hijos de la luz e hijos del día. No somos de la
noche ni de las tinieblas.
RESPONSORIO BREVE
V. Escucha mi voz, Señor; espero en tu palabra.
R. Escucha mi voz, Señor; espero en tu palabra.
V. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
R. Espero en tu palabra.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Escucha mi voz, Señor; espero en tu palabra.
Primera Lectura
Del primer libro de Samuel 19, 8-10; 20, 1-17
AMISTAD ENTRE DAVID Y JONATÁN
En aquellos días, reanudada la guerra, partió David para combatir
a los filisteos, les causó una gran derrota y huyeron ante él.
Pero se apoderó de Saúl un espíritu malo del Señor: estaba sentado en su casa
con su lanza en la mano y David tocaba el arpa. Saúl intentó clavar con su
lanza a David en la pared, pero David esquivó el golpe de Saúl y la lanza se clavó
en la pared. David huyó y se puso a salvo. De Nayot de Rama, David fue a decir
a Jonatán: «¿Qué he hecho, cuál es mi falta y en qué he pecado contra tu padre
para que busque mi muerte?» Jonatán le respondió: «De ninguna manera, no
morirás. Mi padre no hace ninguna cosa, grande o pequeña, sin descubrírmela;
¿por qué me había de ocultar mi padre este asunto? ¡No puede ser!» Pero David
volvió a jurar: «Sabe muy bien tu padre que me tienes mucho afecto y se ha
dicho: "Que no lo sepa Jonatán, para que no se apene." Y con todo,
por el Señor y por tu vida, que no hay más que un paso entre mí y la muerte.» Dijo
Jonatán a David: «Dime lo que deseas, y yo lo haré.» Respondió David: «Mira,
mañana es el novilunio. Yo tendría que sentarme con el rey a comer, pero tú me dejarás
marchar y me esconderé en el campo hasta la noche. Si tu padre nota mi ausencia,
dirás: "David me ha pedido con insistencia que le deje hacer una escapada
a Belén, su ciudad, porque se celebra el sacrificio anual de toda la
familia." Si tu padre dice: "Está bien", tu siervo está a salvo;
pero, si se enfurece, sabrás que por su parte está decretada mi ruina. Haz este
favor a tu siervo, ya que hiciste que tu siervo estableciera contigo alianza
ante el Señor. Si hay falta en mí, dame tú mismo la muerte, ¿para qué llevarme
hasta tu padre?» Respondió Jonatán: «¡Lejos de ti tal pensamiento! Si yo
supiera con certeza que por parte de mi padre está decretado que venga la ruina
sobre ti, ¿no te lo avisaría yo mismo?» Preguntó David a Jonatán: «¿Quién me
avisará si tu padre te responde con aspereza?» Respondió Jonatán a David: «Ven,
salgamos al campo.» Y salieron ambos al campo. Dijo entonces Jonatán a David: «Por
el Señor, Dios de Israel, te juro que mañana a esta misma hora sondearé a mi padre;
si la cosa va bien para ti y no envío quién te lo haga saber, que el Señor haga
esto a Jonatán y añada esto otro. Y, si mi padre decide hacerte mal, te lo haré
saber para que te pongas a salvo y vayas en paz. Y que el Señor esté contigo
como lo estuvo con mi padre. Si para entonces estoy vivo todavía, usa conmigo de
la bondad del Señor y, si he muerto, nunca apartes tu misericordia de mi casa.
Cuando el Señor haya exterminado a los enemigos de David de la faz de la
tierra, que no sea exterminado Jonatán con la casa de Saúl; de lo contrario,
que el Señor pida cuentas a David.»
Responsorio Pr 17, 17; 1 Jn 4, 7
R. El amigo ama en toda ocasión: * y
se porta como un hermano en el día de la desventura.
V. Todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.
R. Y se porta como un hermano en el día de la desventura.
Segunda Lectura
De los comentarios de san Agustín, obispo, sobre los salmos
(Salmo 32, 29: CCL 38, 272-273)
LOS DE FUERA, LO QUIERAN O NO, SON HERMANOS NUESTROS
Hermanos, os exhortamos vivamente a que tengáis caridad, no sólo
para con vosotros mismos, sino también para con los de fuera, ya se trate de
los paganos, que todavía no creen en Cristo, ya de los que están separados de
nosotros, que reconocen a Cristo como cabeza, igual que nosotros, pero están
divididos de su cuerpo. Deploremos, hermanos, su suerte, sabiendo que se trata
de nuestros hermanos. Lo quieran o no, son hermanos nuestros. Dejarían de serlo
si dejaran de decir: Padre nuestro.
Dijo de algunos el profeta: A los que os dicen: "No sois hermanos nuestros",
decidles: "Sois hermanos nuestros." Atended a quiénes se refería al
decir esto. ¿Por ventura a los paganos? No, porque, según el modo de hablar de
las Escrituras y de la Iglesia, no los llamamos hermanos. ¿Por ventura a los
judíos, que no creyeron en Cristo? Leed los escritos del Apóstol, y veréis que,
cuando dice "hermanos", sin más, se refiere únicamente a los
cristianos: Tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? o ¿por qué desprecias a tu
hermano? Y dice también en otro lugar: Sois injustos y ladrones, y eso con
hermanos vuestros.
Ésos, pues, que dicen: "No sois hermanos nuestros", nos llaman
paganos. Por esto, quieren bautizarnos de nuevo, pues dicen que nosotros no
tenemos lo que ellos dan. Por esto, es lógico su error, al negar que nosotros
somos sus hermanos. Mas, ¿por qué nos dijo el profeta: Decidles: "Sois
hermanos nuestros", sino porque admitimos como bueno su bautismo y por
esto no lo repetimos? Ellos, al no admitir nuestro bautismo, niegan que seamos
hermanos suyos; en cambio, nosotros, que no repetimos su bautismo, porque lo reconocemos
igual al nuestro, les decimos: Sois hermanos nuestros.
Si ellos nos dicen: "¿Por qué nos buscáis, para qué nos queréis?",
les respondemos: Sois hermanos nuestros. Si dicen: "Apartaos de nosotros,
no tenemos nada que ver con vosotros," nosotros sí que tenemos que ver con
ellos: si reconocemos al mismo Cristo, debemos estar unidos en un mismo cuerpo
y bajo una misma cabeza.
Os conjuramos, pues, hermanos, por las entrañas de caridad, con cuya leche nos nutrimos,
con cuyo pan nos fortalecemos, os conjuramos por Cristo, nuestro Señor, por su mansedumbre,
a que usemos con ellos de una gran caridad, de una abundante misericordia,
rogando a Dios por ellos, para que les dé finalmente un recto sentir, para que reflexionen
y se den cuenta que no tienen en absoluto nada que decir contra la verdad; lo único
que les queda es la enfermedad de su animosidad, enfermedad tanto más débil cuanto
más fuerte se cree. Oremos por los débiles, por los que juzgan según la carne,
por los que obran de un modo puramente humano, que son, sin embargo, hermanos
nuestros, pues celebran los mismos sacramentos que nosotros, aunque no con
nosotros, que responden un mismo Amén que nosotros, aunque no con nosotros;
prodigad ante Dios por ellos lo más entrañable de vuestra caridad.
Responsorio Cf. Ef 4, 1. 3-4
R. Os ruego, por el Señor, que andéis como pide la vocación a
la que habéis sido convocados. * Esforzaos por
mantener la unidad del Espíritu, con el vínculo de la paz.
V. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la meta
de la esperanza en la vocación a la que habéis sido convocados.
R. Esforzaos por mantener la unidad del Espíritu, con el
vínculo de la paz.
*Lecturas
del Martes de la 14ª semana del Tiempo Ordinario ciclo B*
Martes, 6 de julio de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Mateo (9,32-38)*
En aquel tiempo, presentaron a Jesús un endemoniado mudo. Echó al demonio, y el
mudo habló.
La gente decía admirada: «Nunca se ha visto en Israel cosa igual.»
En cambio, los fariseos decían: «Éste echa los demonios con el poder del jefe
de los demonios.»
Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas,
anunciando el Evangelio del reino y curando todas las enfermedades y todas las
dolencias. Al ver a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban
extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor.
Entonces dijo a sus discípulos: «Las mies es abundante, pero los trabajadores
son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. De la mano de nuestros enemigos, líbranos, Señor.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
+Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. De la mano de nuestros enemigos, líbranos, Señor.
PRECES
Bendigamos a nuestro Salvador, que con su resurrección ha
iluminado el mundo, y digámosle suplicantes:
Haz, Señor, que caminemos por tu senda.
Señor Jesús, al consagrar nuestra oración matinal en memoria de tu santa
resurrección,
te pedimos que la esperanza de participar de tu gloria ilumine todo nuestro
día.
Te ofrecemos, Señor, los deseos y proyectos de nuestra jornada:
dígnate aceptarlos y bendecirlos como primicia de nuestro día.
Concédenos crecer hoy en tu amor,
a fin de que todo concurra para nuestro bien y el de nuestros hermanos.
Haz, Señor, que el ejemplo de nuestra vida resplandezca como una luz ante los
hombres,
para que todos den gloria al Padre que está en los cielos.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Porque deseamos que la luz de Cristo ilumine a todos los hombres, pidamos al
Padre que su reino llegue a nosotros:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Jesucristo, luz verdadera que alumbras a todo hombre y le
muestras el camino de la salvación: concédenos la abundancia de tu gracia para
que preparemos, delante de ti, sendas de justicia y de paz. Tú que vives y
reinas con el Padre, en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios, por los
siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
*Santa María Goretti*
María nació el 16 de octubre de 1890, en Corinaldo, provincia de
Ancona, Italia. Hija de Luigi Goretti y Assunta Carlini, tercera de siete hijos
de una familia pobre de bienes terrenales pero rica en fe y virtudes,
cultivadas por medio de la oración en común, rosario todos los días y los
domingos Misa y sagrada Comunión. Al día siguiente de su nacimiento fue
bautizada y consagrada a la Virgen. A los seis años recibirá el sacramento de
la Confirmación.
Después del nacimiento de su cuarto hijo, Luigi Goretti, por la
dura crisis económica por la que atravesaba, decidió emigrar con su familia a
las grandes llanuras de los campos romanos, todavía insalubres en aquella
época. Se instaló en Ferriere di Conca, poniéndose al servicio del conde
Mazzoleni, es aquí donde María muestra claramente una inteligencia y una
madurez precoces, donde no existía ninguna pizca de capricho, ni de desobediencia,
ni de mentira. Es realmente el ángel de la familia.
Tras un año de trabajo agotador, Luigi contrajo una enfermedad
fulminante, el paludismo, que lo llevó a la muerte después de padecer diez
días. Como consecuencia de la muerte de Luigi, Assunta tuvo que trabajar
dejando la casa a cargo de los hermanos mayores. María lloraba a menudo la
muerte de su padre, y aprovecha cualquier ocasión para arrodillarse delante de
su tumba, para elevar a Dios sus plegarias para que su padre goce de la gloria
divina.
Junto a la labor de cuidar de sus hermanos menores, María seguía
rezando y asistiendo a sus cursos de catecismo. Posteriormente, su madre
contará que el rosario le resultaba necesario y, de hecho, lo llevaba siempre
enrollado alrededor de la muñeca. Así como la contemplación del crucifijo, que
fue para María una fuente donde se nutría de un intenso amor a Dios y de un
profundo horror por el pecado.
Amor intenso al Señor
María desde muy chica anhelaba recibir la Sagrada Eucaristía.
Según era costumbre en la época, debía esperar hasta los once años, pero un día
le preguntó a su madre: -Mamá, ¿cuándo tomaré la Comunión?. Quiero a Jesús.
-¿Cómo vas a tomarla, si no te sabes el catecismo? Además, no sabes leer, no
tenemos dinero para comprarte el vestido, los zapatos y el velo, y no tenemos
ni un momento libre. -¡Pues nunca podré tomar la Comunión, mamá! ¡Y yo no puedo
estar sin Jesús! -Y, ¿qué quieres que haga? No puedo dejar que vayas a comulgar
como una pequeña ignorante. Ante estas condiciones, María se comenzó a preparar
con la ayuda de una persona del lugar, y todo el pueblo la ayuda
proporcionándole ropa de comunión. De esta manera, recibió la Eucaristía el 29
de mayo de 1902.
La comunión constante acrecienta en ella el amor por la pureza y
la anima a tomar la resolución de conservar esa angélica virtud a toda costa.
Un día, tras haber oído un intercambio de frases deshonestas entre un muchacho
y una de sus compañeras, le dice con indignación a su madre: -Mamá, ¡qué mal
habla esa niña! -Procura no tomar parte nunca en esas conversaciones. -No
quiero ni pensarlo, mamá; antes que hacerlo, preferiría...Y la palabra morir
queda entre sus labios. Un mes después, sucedería lo que ella sentenció.
Pureza eterna
Al entrar al servicio del conde Mazzoleni, Luigi Goretti se había
asociado con Giovanni Serenelli y su hijo Alessandro. Las dos familias viven en
apartamentos separados, pero la cocina es común. Luigi se arrepintió enseguida
de aquella unión con Giovanni Serenelli, persona muy diferente de los suyos,
bebedor y carente de discreción en sus palabras.
Después de la muerte de Luigi, Assunta y sus hijos habían caído
bajo el yugo despótico de los Serenelli, María, que ha comprendido la
situación, se esfuerza por apoyar a su madre: -Ánimo, mamá, no tengas miedo, que
ya nos hacemos mayores. Basta con que el Señor nos conceda salud. La
Providencia nos ayudará. ¡Lucharemos y seguiremos luchando!
Desde la muerte de su marido, Assunta siempre estuvo en el campo y
ni siquiera tiene tiempo de ocuparse de la casa, ni de la instrucción religiosa
de los más pequeños. María se encarga de todo, en la medida de lo posible.
Durante las comidas, no se sienta a la mesa hasta que no ha servido a todos, y
para ella sirve las sobras. Su obsequiosidad se extiende igualmente a los Serenelli.
Por su parte, Giovanni, cuya esposa había fallecido en el hospital psiquiátrico
de Ancona, no se preocupa para nada de su hijo Alessandro, joven robusto de
diecinueve años, grosero y vicioso, al que le gusta empapelar su habitación con
imágenes obscenas y leer libros indecentes. En su lecho de muerte, Luigi
Goretti había presentido el peligro que la compañía de los Serenelli
representaba para sus hijos, y había repetido sin cesar a su esposa: -Assunta,
regresa a Corinaldo! Por desgracia Assunta está endeudada y comprometida por un
contrato de arrendamiento.
Después de tener mayor contacto con la familia Goretti, Alessandro
comenzó a hacer proposiciones deshonestas a la inocente María, que en un
principio no comprende. Más tarde, al adivinar las intenciones perversas del
muchacho, la joven está sobre aviso y rechaza la adulación y las amenazas.
Suplica a su madre que no la deje sola en casa, pero no se atreve
a explicarle claramente las causas de su pánico, pues Alessandro la ha
amenazado: -Si le cuentas algo a tu madre, te mato. Su único recurso es la
oración. La víspera de su muerte, María pide de nuevo llorando a su madre que
no la deje sola, pero, al no recibir más explicaciones, ésta lo considera un
capricho y no concede ninguna importancia a aquella reiterada súplica.
El 5 de julio, a unos cuarenta metros de la casa, están trillando
las habas en la tierra. Alessandro lleva un carro arrastrado por bueyes. Lo
hace girar una y otra vez sobre las habas extendidas en el suelo. Hacia las
tres de la tarde, en el momento en que María se encuentra sola en casa,
Alessandro dice:
-"Assunta, ¿quiere hacer el favor de llevar un momento los
bueyes por mí?" Sin sospechar nada, la mujer lo hace. María, sentada en el
umbral de la cocina, remienda una camisa que Alessandro le ha entregado después
de comer, mientras vigila a su hermanita Teresina, que duerme a su lado.
-"¡María!, grita Alessandro. -¿Qué quieres? -Quiero que me
sigas. -¿Para qué? -¡sígueme!
-Si no me dices lo que quieres, no te sigo".
Ante semejante resistencia, el muchacho la agarra violentamente
del brazo y la arrastra hasta la cocina, atrancando la puerta. La niña grita,
pero el ruido no llega hasta el exterior. Al no conseguir que la víctima se
someta, Alessandro la amordaza y esgrime un puñal. María se pone a temblar pero
no sucumbe. Furioso, el joven intenta con violencia arrancarle la ropa, pero
María se deshace de la mordaza y grita:
-No hagas eso, que es pecado... Irás al infierno.
Poco cuidadoso del juicio de Dios, el desgraciado levanta el arma:
-Si no te dejas, te mato.
Ante aquella resistencia, la atraviesa a cuchilladas. La niña se
pone a gritar:
-¡Dios mío! ¡Mamá!, y cae al suelo.
Creyéndola muerta, el asesino tira el cuchillo y abre la puerta
para huir, pero, al oírla gemir de nuevo, vuelve sobre sus pasos, recoge el
arma y la traspasa otra vez de parte a parte; después, sube a encerrarse a su
habitación. María recibió catorce heridas graves y quedó inconsciente. Al
recobrar el conocimiento, llama al señor Serenelli: -¡Giovanni! Alessandro me
ha matado... Venga. Casi al mismo tiempo, despertada por el ruido, Teresina
lanza un grito estridente, que su madre oye. Asustada, le dice a su hijo
Mariano: -Corre a buscar a María; dile que Teresina la llama.
En aquel momento, Giovanni Serenelli sube las escaleras y, al ver
el horrible espectáculo que se presenta ante sus ojos, exclama: -¡Assunta, y tú
también, Mario, venid!. Mario Cimarelli, un jornalero de la granja, trepa por
la escalera a toda prisa. La madre llega también: -¡Mamá!, gime María. -¡Es
Alessandro, que quería hacerme daño! Llaman al médico ya los guardias, que
llegan a tiempo para impedir que los vecinos, muy excitados, den muerte a
Alessandro en el acto.
Sufrimiento redentor
Al llegar al hospital, los médicos se sorprendieron de que la niña
todavía no haya sucumbido a sus heridas, pues ha sido alcanzado el pericardio,
el corazón, el pulmón izquierdo, el diafragma y el intestino. Al diagnosticar
que no tiene cura, llamaron al capellán. María se confiesa con toda claridad.
Luego, durante dos horas, los médicos la cuidaron sin dormirla.
María no se lamenta, y no deja de rezar y de ofrecer sus
sufrimientos a la santísima Virgen, Madre de los Dolores. Su madre consiguió
que le permitan permanecer a la cabecera de la cama. María aún tiene fuerzas
para consolarla: -Mamá, querida mamá, ahora estoy bien... ¿Cómo están mis
hermanos y hermanas?
En un momento, María le dice a su mamá: -Mamá, dame una gota de
agua. -Mi pobre María, el médico no quiere, porque sería peor para ti.
Extrañada, María sigue diciendo: -¿Cómo es posible que no pueda beber ni una
gota de agua? Luego, dirige la mirada sobre Jesús crucificado, que también
había dicho ¡Tengo sed!, y entendió.
El sacerdote también está a su lado, asistiéndola paternalmente.
En el momento de darle la Sagrada Comunión, le preguntó: -María, ¿perdonas de
todo corazón a tu asesino? Ella le respondió: -Sí, lo perdono por el amor de
Jesús, y quiero que él también venga conmigo al paraíso. Quiero que esté a mi
lado... Que Dios lo perdone, porque yo ya lo he perdonado.
Pasando por momentos análogos por los que pasó el Señor Jesús en
la Cruz, María recibió la Eucaristía y la Extremaunción, serena, tranquila,
humilde en el heroísmo de su victoria.
Después de breves momentos, se le escucha decir: "Papá".
Finalmente, María entra en la gloria inmensa de la Comunión con Dios Amor. Es
el día 6 de julio de 1902, a las tres de la tarde.
La conversión de Alessandro
En el juicio, Alessandro, aconsejado por su abogado, confesó:
-"Me gustaba. La provoqué dos veces al mal, pero no pude conseguir nada.
Despechado, preparé el puñal que debía utilizar". Por ello, fue condenado
a 30 años de trabajos forzados. Aparentaba no sentir ningún remordimiento del
crimen tanto así que a veces se le escuchaba gritar: -"¡Anímate, Serenelli,
dentro de veintinueve años y seis meses serás un burgués!". Sin embargo,
unos años más tarde, Mons. Blandini, Obispo de la diócesis donde está la
prisión, decide visitar al asesino para encaminarlo al arrepentimiento.
-"Está perdiendo el tiempo, monseñor -afirma el carcelero-, ¡es un
duro!"
Alessandro recibió al obispo refunfuñando, pero ante el recuerdo
de María, de su heroico perdón, de la bondad y de la misericordia infinita de
Dios, se deja alcanzar por la gracia. Después de salir el Prelado, llora en la
soledad de la celda, ante la estupefacción de los carceleros.
Después de tener un sueño donde se le apareció María, vestida de
blanco en los jardines del paraíso, Alessandro, muy cuestionado, escribió a
Mons. Blandino: "Lamento sobre todo el crimen que cometí porque soy
consciente de haberle quitado la vida a una pobre niña inocente que, hasta el
último momento, quiso salvar su honor, sacrificándose antes que ceder a mi
criminal voluntad. Pido perdón a Dios públicamente, ya la pobre familia, por el
enorme crimen que cometí. Confío obtener también yo el perdón, como tantos
otros en la tierra". Su sincero arrepentimiento y su buena conducta en el
penal le devuelven la libertad cuatro años antes de la expiración de la pena.
Después, ocupará el puesto de hortelano en un convento de capuchinos, mostrando
una conducta ejemplar, y será admitido en la orden tercera de san Francisco.
Gracias a su buena disposición, Alessandro fue llamado como
testigo en el proceso de beatificación de María. Resultó algo muy delicado y
penoso para él, pero confesó: "Debo reparación, y debo hacer todo lo que
esté en mi mano para su glorificación. Toda la culpa es mía. Me dejé llevar por
la brutal pasión. Ella es una santa, una verdadera mártir. Es una de las
primeras en el paraíso, después de lo que tuvo que sufrir por mi causa".
En la Navidad de 1937, Alessandro se dirigió a Corinaldo, lugar
donde Assunta Goretti se había retirado con sus hijos. Lo hace simplemente para
hacer reparación y pedir perdón a la madre de su víctima. Nada más llegar ante
ella, le pregunta llorando. -"Assunta, ¿puede perdonarme? -Si María te
perdonó -balbucea-, ¿cómo no voy a perdonarte yo?" El mismo día de
Navidad, los habitantes de Corinaldo se ven sorprendidos y emocionados al ver
aproximarse a la mesa de la Eucaristía, uno junto a otro, a Alessandro y
Assunta.
MARTES SEMANA II
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: MENTES CANSADAS.
Mentes cansadas,
manos encallecidas,
labriegos al fin de la jornada,
jornaleros de tu viña,
venimos, Padre,
atardecidos de cansancio,
agradecidos por la lucha,
a recibir tu denario.
Llenos de polvo,
el alma hecha girones,
romeros al filo de la tarde,
peregrinos de tus montes,
venimos, Padre,
heridos por los desengaños,
contentos por servir a tu mesa,
a recibir tu denario.
Hartos de todo,
llenos de nada,
sedientos al brocal de tus pozos
y hambrientos de tu casa,
venimos, Padre,
el corazón entre tus brazos,
la frente humilde de delitos,
a recibir tu denario. Amén.
SALMODIA
Ant 1. No podéis servir a Dios y al dinero.
Salmo 48 I - VANIDAD DE LAS RIQUEZAS
Oíd esto, todas las naciones,
escuchadlo, habitantes del orbe:
plebeyos y nobles, ricos y pobres;
mi boca hablará sabiamente,
y serán muy sensatas mis reflexiones;
prestaré oído al proverbio
y propondré mi problema al son de la cítara.
¿Por qué habré de temer los días aciagos,
cuando me cerquen y me acechen los malvados,
que confían en su opulencia
y se jactan de sus inmensas riquezas,
si nadie puede salvarse
ni dar a Dios un rescate?
Es tan caro el rescate de la vida,
que nunca les bastará
para vivir perpetuamente
sin bajar a la fosa.
Mirad: los sabios mueren,
lo mismo que perecen los ignorantes y necios,
y legan sus riquezas a extraños.
El sepulcro es su morada perpetua
y su casa de edad en edad,
aunque hayan dado nombre a países.
El hombre no perdura en la opulencia,
sino que perece como los animales.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. No podéis servir a Dios y al dinero.
Ant 2. «Atesorad tesoros en el cielo», dice el Señor.
Salmo 48 II
Éste es el camino de los confiados,
el destino de los hombres satisfechos:
son un rebaño para el abismo,
la muerte es su pastor,
y bajan derechos a la tumba;
se desvanece su figura
y el abismo es su casa.
Pero a mí, Dios me salva,
me saca de las garras del abismo
y me lleva consigo.
No te preocupes si se enriquece un hombre
y aumenta el fasto de su casa:
cuando muera, no se llevará nada,
su fasto no bajará con él.
Aunque en vida se felicitaba:
«Ponderan lo bien que lo pasas»,
irá a reunirse con sus antepasados,
que no verán nunca la luz.
El hombre rico e inconsciente
es como un animal que perece.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Atesorad tesoros en el cielo», dice el Señor.
Ant 3. Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.
Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap 4, 11; 5, 9-10. 12
Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.
LECTURA BREVE Rm 3, 23-25a
Todos pecaron y se hallan privados de la gloria de Dios; son justificados
gratuitamente, mediante la gracia de Cristo, en virtud de la redención
realizada en él, a quien Dios ha propuesto como instrumento de propiciación.
RESPONSORIO BREVE
V. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.
R. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.
V. De alegría perpetua a tu derecha.
R. En tu presencia, Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Haz, Señor, obras grandes por nosotros, porque tú eres poderoso y
tu nombre es santo.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
+Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Haz, Señor, obras grandes por nosotros, porque tú eres poderoso y
tu nombre es santo.
PRECES
Alabemos a Cristo, pastor y obispo de nuestras vidas, que vela
siempre con amor por su pueblo, y digámosle suplicantes:
Protege, Señor, a tu pueblo.
Pastor eterno, protege a nuestro obispo N.
y a todos los pastores de la Iglesia.
Mira con bondad a los que sufren persecución
y líbralos de todas sus angustias.
Compadécete de los pobres y necesitados
y da pan a los hambrientos.
Ilumina a los que tienen la misión de gobernar a los pueblos
y dales sabiduría y prudencia.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
No olvides, Señor, a los difuntos redimidos por tu sangre
y admítelos en el festín de las bodas eternas.
Unidos fraternalmente como hermanos de una misma familia, invoquemos al Padre
común:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso y eterno, Señor del día y de la noche,
humildemente te pedimos que la luz de Cristo, verdadero sol de justicia,
ilumine siempre nuestras vidas para que así merezcamos gozar un día de aquella
luz en la que tú habitas eternamente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los
siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.