*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*Santiago el Mayor, apóstol*
DOMINGO 25
SEMANA I
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva.
Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva.
Aleluya.
Himno: ES VERDAD QUE LAS LUCES DEL ALBA
Es verdad que las luces del alba
del día de hoy
son más puras, radiantes y bellas,
por gracia de Dios.
Es verdad que yo siento en mi vida,
muy dentro de mí,
que la gracia de Dios es mi gracia,
que no merecí.
Es verdad que la gracia del Padre,
en Cristo Jesús,
es la gloria del hombre y del mundo
bañados en luz.
Es verdad que la Pascua de Cristo
es pascua por mí,
que su muerte y victoria me dieron
eterno vivir.
Viviré en alabanzas al Padre,
que al Hijo nos dio,
y que el santo Paráclito inflame
nuestra alma en amor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Por ti madrugo, Dios mío, para contemplar tu fuerza y tu gloria.
Aleluya.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Por ti madrugo, Dios mío, para contemplar tu fuerza y tu gloria.
Aleluya.
Ant 2. En medio de las llamas, los tres jóvenes, unánimes, cantaban:
«Bendito sea el Señor.» Aleluya.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. En medio de las llamas, los tres jóvenes, unánimes, cantaban:
«Bendito sea el Señor.» Aleluya.
Ant 3. Que el pueblo de Dios se alegre por su Rey. Aleluya.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Que el pueblo de Dios se alegre por su Rey. Aleluya.
LECTURA BREVE Ap 7, 10. 12
¡La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!
La bendición, y la gloria, y la sabiduría, y la acción de gracias, y el honor,
y el poder, y la fuerza son de nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre.
R. Ten piedad de nosotros.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
Primera Lectura
Del primer libro de los Reyes 8, 22-34. 54-61
ORACIÓN DE SALOMÓN EN LA DEDICACIÓN DEL TEMPLO
En aquellos días, Salomón se puso ante el altar del Señor en
presencia de toda la asamblea de Israel; extendió sus manos al cielo y dijo: «Señor,
Dios de Israel, no hay Dios como tú en lo alto de los cielos ni abajo sobre la tierra,
tú que guardas la alianza y el amor a tus siervos que andan en tu presencia con
todo su corazón, tú que has mantenido a mi padre, David, la promesa que le
hiciste, pues por tu boca lo prometiste y por tu mano lo has cumplido este día.
Ahora, pues, Señor, Dios de Israel, mantén a tu siervo David, mi padre, la
promesa que le hiciste, diciéndole:
"Nunca será quitado de mi presencia uno de los tuyos que se siente en el
trono de Israel, con tal que tus hijos guarden su camino andando en mi
presencia como has andado tú delante de mí." Ahora, Dios de Israel, que se
cumpla la palabra que dijiste a tu siervo David, mi padre.
¿Es que verdaderamente habitará Dios con los hombres sobre la tierra? Si los
cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerte, ¡cuánto menos esta casa
que yo te he construido! Atiende a la plegaria de tu siervo y a su petición,
Señor, Dios mío, y escucha el clamor y la plegaria que tu siervo hace hoy en tu
presencia, que tus ojos estén abiertos día y noche sobre esta casa, sobre este
lugar del que dijiste: "En él estará mi Nombre."
Escucha la oración que tu servidor te dirige en este lugar. Oye, pues, la
plegaria de tu siervo y de tu pueblo, Israel, cuando oren en este lugar. Escucha
tú desde el lugar de tu morada, desde el cielo, escucha y perdona.
Cuando uno peque contra otro, si se le exige juramento y viene a jurar ante tu
altar en esta casa, escucha tú desde el cielo y haz justicia a tus siervos:
condena al culpable dándole su merecido y absuelve al inocente pagándole según
su inocencia.
Cuando los de tu pueblo, Israel, sean derrotados por el enemigo, por haber
pecado contra ti, si se convierten a ti y te confiesan su pecado, y rezan y
suplican en esta casa, escucha tú desde el cielo y perdona el pecado de tu
pueblo, Israel, y hazlos volver a la tierra que diste a sus padres.»
Cuando Salomón terminó de rezar esta oración y esta súplica al Señor, se
levantó de delante del altar del Señor, donde estaba arrodillado con las manos
extendidas hacia el cielo. Y, puesto en pie, bendijo en voz alta a toda la asamblea
israelita: «¡Bendito sea el Señor, que ha dado el descanso a su pueblo, Israel,
conforme a sus promesas! No ha fallado ni una sola de las promesas que nos hizo
por medio de su siervo Moisés. Que el Señor, nuestro Dios, esté con nosotros, como
estuvo con nuestros padres; que no nos abandone ni nos rechace. Que incline
hacia él nuestro corazón, para que sigamos todos sus caminos y guardemos los
preceptos, mandatos y decretos que dio a nuestros padres. Que las palabras de
esta súplica hecha ante el Señor permanezcan junto al Señor, nuestro Dios, día
y noche, para que haga justicia a su siervo y a su pueblo, Israel, según la
necesidad de cada día. Para que sepan todos los pueblos de la tierra que el
Señor es Dios y no hay otro; y vuestro corazón será todo para el Señor, nuestro
Dios, como lo es hoy, para seguir sus leyes y guardar sus mandamientos.»
Responsorio Is 56, 7; 1 R 8, 29
R. Los traeré a mi monte santo, los alegraré en mi casa de
oración; * porque mi casa es casa de oración y así la llamarán todos
los pueblos.
V. Que tus ojos estén abiertos día y noche sobre esta casa, de
la que dijiste: «En ella estará mí Nombre.»
R. Porque mi casa es casa de oración y así la llamarán todos
los pueblos.
Segunda Lectura
De las homilías de san Juan Crisóstomo, obispo, sobre la segunda
carta a los Corintios
(Homilía 14,1-2: PG 61, 497-499)
EN TODA ESTA LUCHA ME SIENTO REBOSANDO DE ALEGRÍA
Nuevamente vuelve Pablo a hablar de la caridad, para atemperar la
aspereza de su reprensión. Pues, después que los ha reprendido y les ha echado
en cara que no lo aman coma él los ama, sino que, separándose de su amor, se han
juntado a otros hombres perniciosos, por segunda vez, suaviza la dureza de su
reprensión, diciendo: Dadnos amplio lugar en vuestro corazón, esto es: "Amadnos".
El favor que pide no es en manera algún gravoso, y es un favor de más provecho
para el que lo da que para el que lo recibe. Y no dice: "Amadnos",
sino: Dadnos amplio lugar en vuestro corazón, expresión que incluye un matiz de
compasión.
"¿Quién -dice-nos ha echado fuera de vuestra mente? ¿Quién nos ha arrojado
de ella? ¿Cuál es la causa de que nos sintamos al estrecho entre
vosotros?". Antes había dicho: Vosotros estáis encogidos por dentro, y
ahora aclara el sentido de esta expresión, diciendo: Dadnos amplio lugar en
vuestro corazón, añadiendo este nuevo motivo para atraérselos. Nada hay, en
efecto, que mueva tanto a amar como el pensamiento, por parte de la persona
amada, de que aquel que la ama desea en gran manera verse correspondido.
Ya os tengo dicho -añade-que os llevo tan en el corazón, que estamos unidos
para vida y para muerte. Muy grande es la fuerza de este amor, pues que, a
pesar de sus desprecios, desea morir y vivir con ellos. "Porque os llevamos
en el corazón, mas no de cualquier modo, sino del modo dicho". Porque
puede darse el caso de uno que ame pero rehúya el peligro; no es éste nuestro
caso.
Me siento lleno de ánimos. ¿De qué ánimos? "De los que vosotros me
proporcionáis: porque os habéis enmendado y me habéis consolado así con
vuestras obras." Esto es propio del que ama, reprochar la falta de
correspondencia a su amor, pero con el temor de excederse en sus reproches y
causar tristeza. Por esto, dice: Me siento lleno de ánimos y rebosando de
alegría.
Es como si dijera: "Me habéis proporcionado una gran tristeza, pero me
habéis proporcionado también una gran satisfacción y consuelo, ya que no sólo
habéis quitado la causa de mi tristeza, sino que además me habéis llenado de
una alegría mayor aún". Y, a continuación, explica cuán grande sea esta
alegría, cuando, después que ha dicho: Me siento rebosando de alegría, añade
también: En toda esta lucha. "Tan grande -dice-es el placer que me habéis
dado, que ni estas tan graves tribulaciones han podido oscurecerlo, sino que su
grandeza exuberante ha superado todos los pesares que nos invadían y ha hecho
que ni los sintiéramos."
Responsorio 2 Co 12, 12. 15
R. Manifesté entre vosotros las señales de un apóstol
verdadero: * con una paciencia probada en todos los sufrimientos, signos,
prodigios y milagros.
V. Gustosamente gastaré lo que tengo y me consumiré yo mismo
todo entero por el bien de vuestras almas.
R. Con una paciencia probada en todos los sufrimientos, signos,
prodigios y milagros.
*Lecturas del Domingo 17º del Tiempo Ordinario - Ciclo B*
Domingo, 25 de julio de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Juan (6,1-15)*
En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de
Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía
con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus
discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos.
Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a
Felipe: «¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?» Lo decía para
tentarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer.
Felipe contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le
toque un pedazo.»
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: «Aquí hay un
muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso
para tantos?»
Jesús dijo: «Decid a la gente que se siente en el suelo.»
Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos
cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los
que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.
Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los pedazos que han
sobrado; que nada se desperdicie.»
Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de
cebada, que sobraron a los que habían comido.
La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: «Éste sí que es el
Profeta que tenía que venir al mundo.»
Jesús entonces, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró
otra vez a la montaña él solo.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Antifona: Un muchacho ofreció
cinco panes de cebada y dos peces. Jesús dijo la acción de gracias y los repartió, dándoles cuanto querían.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Antifona: Un muchacho ofreció cinco panes de cebada y dos peces. Jesús dijo la
acción de gracias y los repartió, dándoles cuanto
querían.
PRECES
Glorifiquemos al Señor Jesús, luz que alumbra a todo hombre y sol
de justicia que no conoce el ocaso, y digámosle:
Tú que eres nuestra vida y nuestra salvación, Señor, ten piedad.
Creador de la luz, de cuya bondad recibimos, con acción de gracias, las
primicias de este día;
te pedimos que el recuerdo de tu santa resurrección sea nuestro gozo durante
este domingo.
Que tu Espíritu Santo nos enseñe a cumplir tu voluntad,
y que tu sabiduría dirija hoy todas nuestras acciones.
Que al celebrar la eucaristía de este domingo tu palabra nos llene de gozo,
y que la participación en el banquete de tu amor haga crecer nuestra esperanza.
Que sepamos contemplar las maravillas que tu generosidad nos concede,
y vivamos durante todo el día en acción de gracias.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Digamos ahora todos juntos la oración que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Oh Dios, protector de los que en ti esperan, sin ti nada es fuerte
ni santo; aumenta los signos de tu misericordia sobre nosotros, para que, bajo
tu dirección, de tal modo nos sirvamos de las cosas pasajeras que por ellas
alcancemos con mayor plenitud las eternas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por
los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
*Santiago el Mayor, apóstol*
El nombre Santiago, proviene de
dos palabras Sant Iacob. Porque su nombre en hebreo era Jacob. Los españoles en
sus batallas gritaban: "Sant Iacob, ayúdenos". Y de tanto repetir
estas dos palabras, las unieron formando una sola: Santiago.
Fue uno de los 12 apóstoles del
Señor.
Era hermano de San Juan evangelista.
Se le llamaba el Mayor, para distinguirlo del otro apóstol, Santiago el Menor,
que era más joven que él. Con sus padres Zebedeo y Salomé vivía en la ciudad de
Betsaida, junto al Mar de Galilea, donde tenían una pequeña empresa de pesca.
Tenían obreros a su servicio, y su situación económica era bastante buena pues
podían ausentarse del trabajo por varias semanas, como lo hizo su hermano Juan
cuando se fue a estarse una temporada en el Jordán escuchando a Juan Bautista.
Santiago formó parte del grupo de
los tres preferidos de Jesús, junto con su hermano Juan y con Simón Pedro.
Después de presenciar la pesca milagrosa, al oír que Jesús les decía:
"Desde ahora seréis pescadores de hombres", dejó sus redes y a su
padre y a su empresa pesquera y se fue con Jesucristo a colaborarle en su
apostolado. Presenció todos los grandes milagros de Cristo, y con Pedro y Juan
fueron los únicos que estuvieron presentes en la Transfiguración del Señor y en
su Oración en el Huerto de Getsemaní. ¿Por qué lo prefería tanto Jesús? Quizás
porque (como dice San Juan Crisóstomo) era el más atrevido y valiente para
declararse amigo y seguidor del Redentor, o porque iba a ser el primero que
derramaría su sangre por proclamar su fe en Jesucristo. Que Jesús nos tenga
también a nosotros en el grupo de sus preferidos.
Cuenta el santo Evangelio que una
vez al pasar por un pueblo de Samaria, la gente no quiso proporcionarles ningún
alimento y que Santiago y Juan le pidieron a Jesús que hiciera llover fuego del
cielo y quemara a esos maleducados. Cristo tuvo que regañarlos por ese espíritu
vengativo, y les recordó que El no había venido a hacer daño a nadie sino a
salvar al mayor número posible de personas. Santiago no era santo cuando se
hizo discípulo del Señor. La santidad le irá llegando poquito a poco.
Otro día Santiago y Juan
comisionaron a Salomé, su madre, para que fuera a pedirle a Jesús que en el día
de su gloria los colocara a ellos dos en los primeros puestos: uno a la derecha
y otro a la izquierda. Jesús les dijo: "¿Serán capaces de beber el cáliz
de amargura que yo voy a beber?" Ellos le dijeron: "Sí somos
capaces". Cristo añadió: "El cáliz de amargura sí lo beberán, pero el
ocupar los primeros puestos no me corresponde a Mí el concederlo, sino que esos
puestos son para aquellos para quienes los tiene reservado mi Padre
Celestial". Los otros apóstoles se disgustaron por esta petición tan
vanidosa de los dos hijos de Zebedeo, pero Jesús les dijo a todos: "El que
quiera ser el primero, que se haga el servidor de todos, a imitación del Hijo
del hombre que no ha venido a ser servido sino a servir". Seguramente que
con esta lección de Jesús, habrá aprendido Santiago a ser más humilde.
Después de la Ascensión de Jesús,
Santiago el Mayor se distinguió como una de las principales figuras entre el
grupo de los Apóstoles. Por eso cuando el rey Herodes Agripa se propuso acabar
con los seguidores de Cristo, lo primero que hizo fue mandar cortarle la cabeza
a Santiago, y encarcelar a Pedro. Así el hijo de Zebedeo tuvo el honor de ser
el primero de los apóstoles que derramó su sangre por proclamar la religión de
Jesús Resucitado.
Antiguas tradiciones (del siglo
VI) dicen que Santiago alcanzó a ir hasta España a evangelizar. Y desde el
siglo IX se cree que su cuerpo se encuentra en la catedral de Compostela (norte
de España) y a ese santuario han ido miles y miles de peregrinos por siglos y
siglos y han conseguido maravillosos favores del cielo. El historiador Pérez de
Urbel dice que lo que hay en Santiago de Compostela son unas reliquias, o sea
restos del Apóstol, que fueron llevados allí desde Palestina.
Es Patrono de España y de su
caballería. Los españoles lo han invocado en momentos de grandes peligros y han
sentido su poderosa protección. También nosotros si pedimos su intercesión
conseguiremos sus favores.
II VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: DIOS DE LA LUZ, PRESENCIA ARDIENTE.
Dios de la luz, presencia ardiente
sin meridiano ni frontera:
vuelves la noche mediodía,
ciegas al sol con tu derecha.
Como columna de la aurora,
iba en la noche tu grandeza;
te vio el desierto, y destellaron
luz de tu gloria las arenas.
Cerró la noche sobre Egipto
como cilicio de tinieblas;
para tu pueblo amanecías
bajo los techos de las tiendas.
Eres la luz, pero en tu rayo
lanzas el día o la tiniebla:
ciegas los ojos del soberbio,
curas al pobre su ceguera.
Cristo Jesús, tú que trajiste
fuego a la entraña de la tierra,
guarda encendida nuestra lámpara
hasta la aurora de tu vuelta. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Desde Sión extenderá el Señor el poder de su cetro, y reinará
eternamente. Aleluya.
Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Desde Sión extenderá el Señor el poder de su cetro, y reinará
eternamente. Aleluya.
Ant 2. En presencia del Señor se estremece la tierra. Aleluya.
Salmo 113 A - ISRAEL LIBRADO DE EGIPTO; LAS MARAVILLAS DEL ÉXODO.
Cuando Israel salió de Egipto,
los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue su santuario,
Israel fue su dominio.
El mar, al verlos, huyó,
el Jordán se echó atrás;
los montes saltaron como carneros;
las colinas, como corderos.
¿Qué te pasa, mar, que huyes,
y a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros;
colinas, que saltáis como corderos?
En presencia del Señor se estremece la tierra,
en presencia del Dios de Jacob;
que transforma las peñas en estanques,
el pedernal en manantiales de agua.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. En presencia del Señor se estremece la tierra. Aleluya.
Ant 3. Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. Aleluya.
Cántico: LAS BODAS DEL CORDERO - Cf. Ap 19,1-2, 5-7
El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados
cuando el oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente
decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa.
Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios
(R. Aleluya)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Alabad al Señor sus siervos todos.
(R. Aleluya)
Los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya)
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Llegó la boda del cordero.
(R. Aleluya)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. Aleluya.
LECTURA BREVE 2Co 1, 3-4
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y
Dios de todo consuelo; él nos consuela en todas nuestras luchas, para poder
nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con
que nosotros somos consolados por Dios.
RESPONSORIO BREVE
V. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
R. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
V. Digno de gloria y alabanza por los siglos.
R. En la bóveda del cielo.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El reino de los cielos es una perla fina: el que la encuentra
vende todo lo que tiene y la compra.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El reino de los cielos es una perla fina: el que la encuentra
vende todo lo que tiene y la compra.
PRECES
Adoremos a Cristo, Señor nuestro y cabeza de la Iglesia, y
digámosle confiadamente:
Venga a nosotros tu reino, Señor.
Señor, amigo de los hombres, haz de tu Iglesia instrumento de concordia y
unidad entre ellos
y signo de salvación para todos los pueblos.
Protege con tu brazo poderoso al Papa y a todos los obispos
y concédeles trabajar en unidad, amor y paz.
A los cristianos concédenos vivir íntimamente unidos a ti, nuestro Maestro,
y dar testimonio en nuestras vidas de la llegada de tu reino.
Concede, Señor, al mundo el don de la paz
y haz que en todos los pueblos reine la justicia y el bienestar.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Otorga, a los que han muerto, una resurrección gloriosa
y haz que los que aún vivimos en este mundo gocemos un día con ellos de la
felicidad eterna.
Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor:
Padre nuestro...
ORACION
Oh Dios, protector de los que en ti esperan, sin ti nada es fuerte
ni santo; aumenta los signos de tu misericordia sobre nosotros, para que, bajo
tu dirección, de tal modo nos sirvamos de las cosas pasajeras que por ellas
alcancemos con mayor plenitud las eternas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por
los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.