*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*Inmaculado corazón de María*
Memoria obligatoria
Común de Santa María Virgen
Salterio: sábado de la segunda semana del tiempo ordinario
*Laudes*
Inicio
†
(Se hace la señal de la cruz sobre
los labios mientras se dice:)
V/. -Señor,
Ábreme los labios.
R/. -Y mi boca proclamará tu alabanza.
(En Laudes puede omitirse el Salmo
con su antífona)
Salmo 94: Invitación a la alabanza divina
En el rezo privado, puede
decirse la antífona sólo al inicio y al fin
Ant: Venid,
adoremos a Cristo, hijo de María Virgen.
o bien: Aclamemos
al Señor en esta fiesta de María Virgen.
Animaos los unos a los otros, día tras día, mientras dure este
«hoy» (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
-se repite la antífona
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
-se repite la antífona
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
-se repite la antífona
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
-se repite la antífona
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»
-se repite la antífona
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Venid,
adoremos a Cristo, hijo de María Virgen.
o bien: Aclamemos
al Señor en esta fiesta de María Virgen.
Himno
Quién podrá tanto alabarte
según es tu merecer;
quién sabrá también loarte
que no le falte saber;
pues que para nos valer
tanto vales,
da remedio a nuestros males.
¡Oh Madre de Dios y hombre!
¡Oh concierto de concordia!
Tú que tienes por renombre
Madre de misericordia;
pues para quitar discordia
tanto vales,
da remedio a nuestros males.
Tú que estabas ya criada
cuando el mundo se crió;
tú que estabas muy guardada
para quien de ti nació;
pues por ti nos conoció,
si nos vales,
fenecerán nuestros males.
Tú que eres flor de las flores,
tú que del cielo eres puerta,
tú que eres olor de olores,
tú que das gloria muy cierta;
si de la muerte muy muerta
no nos vales,
no hay remedio a nuestros males. Amén.
o bien:
Lucero del alba,
luz de mi alma,
santa María.
Virgen y Madre,
hija del Padre,
santa María.
Flor del Espíritu,
Madre del Hijo,
santa María.
Amor maternal
del Cristo total,
santa María. Amén.
Primer Salmo
Salmo 91: Alabanza del Dios creador
Ant: Por la
mañana proclamamos, Señor, tu misericordia y de noche tu fidelidad.
Este salmo canta las maravillas realizadas en Cristo (S. Atanasio)
Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo,
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad,
con arpas de diez cuerdas y laúdes,
sobre arpegios de cítaras.
Tus acciones, Señor, son mi alegría,
y mi júbilo, las obras de tus manos.
¡Qué magníficas son tus obras, Señor,
qué profundos tus designios!
El ignorante no los entiende
ni el necio se da cuenta.
Aunque germinen como hierba los malvados
y florezcan los malhechores,
serán destruidos para siempre.
Tú, en cambio, Señor,
eres excelso por los siglos.
Porque tus enemigos, Señor, perecerán,
los malhechores serán dispersados;
pero a mí me das la fuerza de un búfalo
y me unges con aceite nuevo.
Mis ojos despreciarán a mis enemigos,
mis oídos escucharán su derrota.
El justo crecerá como una palmera,
se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios;
en la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
que en mi Roca no existe la maldad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Por la
mañana proclamamos, Señor, tu misericordia y de noche tu fidelidad.
Cántico AT
Deuteronomio 32,1-12: Beneficios de Dios para con su pueblo
Ant: Dad
gloria a nuestro Dios.
¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos como la clueca reúne
a sus pollitos bajo las alas! (Mt 23,37)
Escuchad, cielos, y hablaré;
oye, tierra, los dichos de mi boca;
descienda como lluvia mi doctrina,
destile como rocío mi palabra,
como llovizna sobre la hierba,
como orvallo sobre el césped.
Voy a proclamar el nombre del Señor:
dad gloria a nuestro Dios.
Él es la Roca, sus obras son perfectas,
sus caminos son justos,
es un Dios fiel, sin maldad;
es justo y recto.
Hijos degenerados, se portaron mal con él,
generación malvada y pervertida.
¿Así le pagas al Señor,
pueblo necio e insensato?
¿No es él tu padre y tu creador,
el que te hizo y te constituyó?
Acuérdate de los días remotos,
considera las edades pretéritas,
pregunta a tu padre y te lo contará,
a tus ancianos y te lo dirán:
Cuando el Altísimo daba a cada pueblo su heredad
y distribuía a los hijos de Adán,
trazando las fronteras de las naciones,
según el número de los hijos de Dios,
la porción del Señor fue su pueblo,
Jacob fue el lote de su heredad.
Lo encontró en una tierra desierta,
en una soledad poblada de aullidos:
lo rodeó cuidando de él,
lo guardó como a las niñas de sus ojos.
Como el águila incita a su nidada,
revolando sobre los polluelos,
así extendió sus alas, los tomó
y los llevó sobre sus plumas.
El Señor solo los condujo,
no hubo dioses extraños con él.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Dad
gloria a nuestro Dios.
Segundo Salmo
Salmo 8: Las maravillas de la creación
Ant: ¡Qué
admirable es tu nombre, Señor, en toda la tierra!
Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!
Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.
De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza contra tus enemigos,
para reprimir al adversario y al rebelde.
Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
el ser humano, para darle poder?
Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies:
rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por el mar.
Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre,
en toda la tierra!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: ¡Qué
admirable es tu nombre, Señor, en toda la tierra!
Lectura Bíblica
Is 61,10 (cfr.)
Desbordo
de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de
gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novia que se adorna con sus
joyas.
V/. El Señor
la eligió y la predestinó.
R/. El Señor
la eligió y la predestinó.
V/. La hizo
morar en su templo santo.
R/. Y la
predestinó.
V/. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. El Señor
la eligió y la predestinó.
Lectura Bíblica
V/. Señor, enséñame tus caminos.
R/. Instrúyeme en tus sendas.
Renovación de la alianza en la
tierra prometida
Jos 24,1-7.13-28
En aquellos días, Josué reunió a las tribus de Israel en Siquén.
Convocó a los ancianos de Israel, a los cabezas de familia, jueces y
alguaciles, y se presentaron ante el Señor. Josué habló al pueblo:
«Así dice el Señor, Dios de Israel: "Al otro lado del río
Éufrates vivieron antaño vuestros padres, Teraj, padre de Abrahán y de Najor,
sirviendo a otros dioses. Tomé a Abrahán, vuestro padre, del otro lado del río,
lo conduje por todo el país de Canaán y multipliqué su descendencia dándole a Isaac.
A Isaac le di Jacob y Esaú. A Esaú le di en propiedad la montaña de Seír,
mientras que Jacob y sus hijos bajaron a Egipto. Envié a Moisés y Aarón para
castigar a Egipto con los portentos que hice, y después os saqué de allí. Saqué
de Egipto a vuestros padres; y llegasteis al mar. Los egipcios persiguieron a
vuestros padres con caballería y carros hasta el mar Rojo. Pero gritaron al
Señor, y él puso una nube oscura entre vosotros y los egipcios; después
desplomó sobre ellos el mar, anegándolos. Vuestros ojos vieron lo que hice en
Egipto. Después vivisteis en el desierto muchos años.
Y os di una tierra por la que no habíais sudado, ciudades que no
habíais construido, y en las que ahora vivís, viñedos y olivares que no habíais
plantado, y de los que ahora coméis."
Pues bien, temed al Señor, servidle con toda sinceridad; quitad de
en medio los dioses a los que sirvieron vuestros padres al otro lado del río y
en Egipto; y servid al Señor. Si no os parece bien servir al Señor, escoged hoy
a quién queréis servir: a los dioses que sirvieron vuestros antepasados al este
del Éufrates o a los dioses de los amorreos en cuyo país habitáis; yo y mi casa
serviremos al Señor.»
El pueblo respondió:
«¡Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a dioses
extranjeros! El Señor es nuestro Dios; él nos sacó a nosotros y a nuestros
padres de la esclavitud de Egipto; él hizo a nuestra vista grandes signos, nos
protegió en el camino que recorrimos y entre todos los pueblos por donde
cruzamos. El Señor expulsó ante nosotros a los pueblos amorreos que habitaban
el país. También nosotros serviremos al Señor: ¡es nuestro Dios!»
Josué dijo al pueblo:
«No podréis servir al Señor, porque es un Dios santo, un Dios
celoso. No perdonará vuestros delitos ni vuestros pecados. Si abandonáis al
Señor y servís a dioses extranjeros, se volverá contra vosotros y, después de
haberos tratado bien, os maltratará y os aniquilará.»
El pueblo respondió:
«¡No! Serviremos al Señor.»
Josué insistió:
«Sois testigos contra vosotros mismos de que habéis elegido servir
al Señor.»
Respondieron:
«¡Somos testigos!»
«Pues bien, quitad de en medio los dioses extranjeros que
conserváis, y poneos de parte del Señor, Dios de Israel.»
El pueblo respondió:
«Serviremos al Señor, nuestro Dios, y le obedeceremos.»
Aquel día, Josué selló el pacto con el pueblo y les dio leyes y
mandatos en Siquén. Escribió las cláusulas en el libro de la ley de Dios, cogió
una gran piedra y la erigió allí, bajo la encina del santuario del Señor, y
dijo a todo el pueblo:
«Mirad esta piedra, que será testigo contra nosotros, porque ha
oído todo lo que el Señor nos ha dicho. Será testigo contra vosotros, para que
no podáis renegar de vuestro Dios.»
Luego despidió al pueblo, cada cual a su heredad.
R/. ¡Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a dioses
extranjeros! Serviremos al Señor, nuestro Dios, y le obedeceremos.
V/. Aunque hay los llamados dioses en el cielo y en la tierra, para
nosotros no hay más que un Dios.
R/. Serviremos al Señor, nuestro Dios, y le obedeceremos.
María conservaba todas estas cosas
en su corazón
San Lorenzo Justiniani, obispo
(Sermón 8, en la fiesta de la
Purificación de la Santísima Virgen María: Opera 2, Venecia 1751, 38-39)
María iba reflexionando sobre todas las cosas que había conocido
leyendo, escuchando, mirando, y de este modo su fe iba en aumento constante,
sus méritos crecían, su sabiduría se hacía más clara y su caridad era cada vez
más ardiente. Su conocimiento y penetración, siempre renovados, de los
misterios celestiales la llenaban de alegría, la hacían gozar de la fecundidad
del Espíritu, la atraían hacia Dios y la hacían perseverar en su propia
humildad. Porque en esto consisten los progresos de la gracia divina, en elevar
desde lo más humilde hasta lo más excelso y en ir transformando de resplandor
en resplandor. Bienaventurada el alma de la Virgen que, guiada por el
magisterio del Espíritu que habitaba en ella, se sometía siempre y en todo a
las exigencias de la Palabra de Dios. Ella no se dejaba llevar por su propio
instinto o juicio, sino que su actuación exterior correspondía siempre a las
insinuaciones internas de la sabiduría que nace de la fe. Convenía, en efecto,
que la sabiduría divina, que se iba edificando la casa de la Iglesia para
habitar en ella, se valiera de María Santísima para lograr la observancia de la
ley, la purificación de la mente, la justa medida de la humildad y el
sacrificio espiritual.
Imítala tú, alma fiel. Entra en el templo de tu corazón, si
quieres alcanzar la purificación espiritual y la limpieza de todo contagio de
pecado. Allí Dios atiende más a la intención que a la exterioridad de nuestras
obras. Por esto, ya sea que por la contemplación salgamos de nosotros mismos
para reposar en Dios, ya sea que nos ejercitemos en la práctica de las virtudes
o que nos esforcemos en ser útiles a nuestro prójimo con nuestras buenas obras,
hagámoslo de manera que la caridad de Cristo sea lo único que nos apremie. Éste
es el sacrificio de la purificación espiritual, agradable a Dios, que se ofrece
no en un templo hecho por mano de hombres, sino en el templo del corazón, en el
que Cristo, el Señor, entra de buen grado.
R/. No sé con qué alabanzas ensalzarte, oh santa e inmaculada
virginidad. Porque llevaste en tu seno al que los cielos no pueden abarcar.
V/. Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre.
R/. Porque llevaste en tu seno al que los cielos no pueden abarcar.
*Lecturas
del Inmaculado Corazón de María*
Sábado, 12 de junio de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Lucas (2,41-51)*
Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y,
cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que
lo supieran sus padres. Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una
jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no
encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días, lo
encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y
haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento
y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has
tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.»
Él les contestó: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la
casa de mi Padre?»
Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y
siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Palabra del Señor
Cántico Evangélico
Ant: Mi
corazón y mi carne retozan por el Dios vivo.
†
(Se hace la señal de la cruz
mientras se comienza a recitar)
Bendito sea el Señor, Dios de
Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Mi
corazón y mi carne retozan por el Dios vivo.
Preces
Elevemos
nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María Virgen, y digámosle:
*Que tu Madre, Señor, interceda por
nosotros*
·
- Oh Sol de justicia, a quien la Virgen inmaculada precedía cual
aurora luciente,
haz que vivamos siempre iluminados por la claridad de tu presencia.
·
· - Verbo
eterno del Padre, que elegiste a María como arca incorruptible de tu morada,
líbranos de la corrupción del pecado.
·
· -
Salvador nuestro, que quisiste que tu madre estuviera junto a tu cruz,
por su intercesión, concédenos compartir con alegría tus padecimientos.
·
· - Jesús,
que, colgado en la cruz, diste María a Juan como madre,
haz que nosotros vivamos también como hijos suyos.
Se pueden añadir algunas
intenciones libres.
Con la confianza que nos da
nuestra fe, acudamos ahora al Padre, diciendo, como nos enseñó Cristo:
Padre
nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga a
nosotros tu reino;
hágase tu
voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy
nuestro pan de cada día;
perdona
nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos
dejes caer en la tentación,
y
líbranos del mal.
Final
Oh Dios,
tú que has preparado en el Corazón de la Virgen María una digna morada al
Espíritu Santo, haz que nosotros, por intercesión de la Virgen, lleguemos a ser
templos dignos de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los
siglos.
Amén.
Si el que preside no es un
ministro ordenado, o en el rezo individual:
†
(Se hace la señal de la cruz
mientras se dice:)
V/. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.
Si el que preside es un
ministro ordenado, utiliza una de estas dos fórmulas finales:
(Fórmula larga)
V/. El Señor
esté con vosotros.
R/. Y con tu espíritu.
V/. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodie vuestros
corazones y vuestros pensamientos en el conocimiento y el amor de Dios y de su
Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
V/. Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo † y
Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
R/. Amén.
(Fórmula breve)
V/. El Señor
esté con vosotros.
R/. Y con tu espíritu.
V/. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo † y Espíritu
Santo, descienda sobre vosotros.
R/. Amén.
Si se despide a la asamblea
se añade:
V/. Podéis ir
en paz.
R/. Demos gracias a Dios.
*Vísperas*
Inicio
†
(Se hace la señal de la cruz
mientras se dice:)
V/. -Dios
mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya
Himno
Acuérdate de Jesucristo,
resucitado de entre los muertos.
Él es nuestra salvación,
nuestra gloria para siempre.
Si con él morimos, viviremos con él;
sin con él sufrimos, reinaremos con él.
En él nuestras penas, en él nuestro gozo;
en él la esperanza, en él nuestro amor.
En él toda gracia, en él nuestra paz;
en él nuestra gloria, en él la salvación.
Primer Salmo
Salmo 112: Alabado sea el nombre de Dios
Ant: De la
salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.
Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes (Lc
1,52)
Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?
Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: De la
salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.
Segundo Salmo
Salmo 115: Acción de gracias en el templo
Ant: Alzaré la
copa de la salvación, invocando el nombre del Señor.
Por medio de Jesús ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio
de alabanza (Hb 13,15)
Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!»
Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos.»
¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Alzaré la
copa de la salvación, invocando el nombre del Señor.
Cántico NT
Filipenses 2,6-11: Cristo, Siervo de Dios, en su misterio
pascual
Ant: El Señor
Jesús se rebajó, y por eso Dios lo levantó por los siglos de los siglos.
Cristo, a pesar de su condición
divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: El Señor
Jesús se rebajó, y por eso Dios lo levantó por los siglos de los siglos.
Lectura Bíblica
Hb 13,20-21
Que el
Dios de la paz, que hizo subir de entre los muertos al gran Pastor de las
ovejas, nuestro Señor Jesús, en virtud de la sangre de la alianza eterna, os
ponga a punto en todo bien, para que cumpláis su voluntad. Él realizará en
nosotros lo que es de su agrado, por medio de Jesucristo; a él la gloria por
los siglos de los siglos. Amén.
V/. Cuántas
son tus obras, Señor.
R/. Cuántas
son tus obras, Señor.
V/. Y todas
las hiciste con sabiduría.
R/. Tus
obras, Señor.
V/. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Cuántas
son tus obras, Señor.
Cántico Evangélico
Ant: Jesús
anunciaba el reino de Dios con muchas parábolas.
†
(Se hace la señal de la cruz
mientras se comienza a recitar)
Proclama mi alma la grandeza del
Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Jesús
anunciaba el reino de Dios con muchas parábolas.
Preces
Recordando
la bondad de Cristo, que se compadeció del pueblo hambriento y obró en favor
suyo los prodigios de su amor, digámosle con fe:
Muéstranos, Señor, tu amor
·
- Reconocemos, Señor, que todos los beneficios que hoy hemos
recibido proceden de tu bondad;
haz que no tornen a ti vacíos, sino que den fruto, con un corazón noble de
nuestra parte
·
· - Oh
Cristo, luz y salvación de todos los pueblos, protege a los que dan testimonio
de ti en el mundo,
y enciende en ellos el fuego de tu Espíritu
·
· - Haz,
Señor, que todos los hombres respeten la dignidad de sus hermanos,
y que todos juntos edifiquemos un mundo cada vez más humano
· - A ti,
que eres el médico de las almas y de los cuerpos,
te pedimos que alivies a los enfermos y des la paz a los agonizantes,
visitándolos con tu bondad
·
· - Dígnate
agregar a los difuntos al número de tus escogidos,
cuyos nombres están escritos en el libro de la vida
·
Se pueden añadir algunas
intenciones libres.
Porque Jesús ha resucitado, todos
somos hijos de Dios; por eso nos atrevemos a decir:
Padre
nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga a
nosotros tu reino;
hágase tu
voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy
nuestro pan de cada día;
perdona
nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos
dejes caer en la tentación,
y
líbranos del mal.
Final
Oh Dios,
fuerza de los que en ti esperan, escucha nuestras súplicas y, pues el hombre es
frágil y sin ti nada puede, concédenos la ayuda de tu gracia para guardar tus
mandamientos y agradarte en nuestras acciones y deseos. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por
los siglos de los siglos.
Amén.
Si el que preside no es un
ministro ordenado, o en el rezo individual:
†
(Se hace la señal de la cruz
mientras se dice:)
V/. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.
Si el que preside es un
ministro ordenado, utiliza una de estas dos fórmulas finales:
(Fórmula larga)
V/. El Señor
esté con vosotros.
R/. Y con tu espíritu.
V/. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodie vuestros
corazones y vuestros pensamientos en el conocimiento y el amor de Dios y de su
Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
V/. Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo † y
Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
R/. Amén.
(Fórmula breve)
V/. El Señor
esté con vosotros.
R/. Y con tu espíritu.
V/. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo † y
Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
R/. Amén.
Si se despide a la asamblea
se añade:
V/. Podéis ir
en paz.
R/. Demos gracias a Dios.