*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*San Maximiliano,
Mártir*
12 de Marzo
Laudes -
VIERNES III SEMANA DE CUARESMA 2021
El siguiente es el formulario que corresponde a laudes de la liturgia
de las horas para el día, viernes, 12 de marzo de 2021.
Invitatorio
V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antifona: Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por
nosotros fue tentado y por nosotros murió.
Salmo 94
Invitación a la alabanza divina
Animaos
los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
(Se repite la antífona)
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
(Se repite la antífona)
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
(Se repite la antífona)
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
(Se repite la antífona)
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
Laudes
Himno
Este es el día del Señor.
Este es el tiempo de la misericordia.
Delante de tus ojos
ya no enrojeceremos
a causa del antiguo
pecado de tu pueblo.
Arrancarás de cuajo
el corazón soberbio
y harás un pueblo humilde
de corazón sincero.
En medio de las gentes
nos guardas como un resto
para cantar tus obras
y adelantar tu reino.
Seremos raza nueva
para los cielos nuevos;
sacerdotal estirpe,
según tu Primogénito.
Caerán los opresores
y exultarán los siervos;
los hijos del oprobio
serán tus herederos.
Señalarás entonces
el día del regreso
para los que comían
su pan en el destierro.
¡Exulten mis entrañas!
¡Alégrese mi pueblo!
Porque el Señor que es justo
revoca sus decretos.
La salvación se anuncia
donde acechó el infierno,
porque el Señor habita
en medio de su pueblo.
Salmodia
Antífona 1: Contra ti, contra ti solo pequé, Señor, ten
misericordia de mí.
Salmo 50
Misericordia, Dios mío
Renovaos
en la mente y en el espíritu y vestíos de la nueva condición humana. (Ef
4,23-24)
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
Oh, Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, oh Dios,
Dios, Salvador mío,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Antífona 2: Reconocemos, Señor, nuestra impiedad; hemos
pecado contra ti.
Jr 14,17-21
Lamentación del pueblo en tiempo de
hambre y guerra
Está
cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio. (Mc 1,15)
Mis ojos se deshacen en lágrimas,
día y noche no cesan:
por la terrible desgracia de la doncella de mi pueblo,
una herida de fuertes dolores.
Salgo al campo: muertos a espada;
entro en la ciudad: desfallecidos de hambre;
tanto el profeta como el sacerdote
vagan sin sentido por el país.
¿Por qué has rechazado del todo a Judá?
¿Tiene asco tu garganta de Sión?
¿Por qué nos has herido sin remedio?
Se espera la paz y no hay bienestar,
al tiempo de la cura sucede la turbación.
Señor, reconocemos nuestra impiedad,
la culpa de nuestros padres,
porque pecamos contra ti.
No nos rechaces, por tu nombre,
no desprestigies tu trono glorioso;
recuerda y no rompas tu alianza con nosotros.
Antífona 3: El Señor es Dios, y nosotros somos su pueblo
y ovejas de su rebaño.
Salmo 99
Alegría de los que entran en el
templo
El Señor
manda que los redimidos entonen un himno de victoria. (San Atanasio)
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:
«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»
Lectura Breve
Is 53, 11b-12
Mi siervo justificará a muchos, porque cargó sobre sí los crímenes
de ellos. Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre,
porque se entregó a sí mismo a la muerte y fue contado entre los malhechores;
él tomó sobre sí el pecado de las
multitudes e intercedió por los pecadores.
Responsorio Breve
V. Él me librará de la red del cazador.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Me cubrirá con su plumaje.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Convertíos al Señor, vuestro Dios.
R. Porque es compasivo y misericordioso.
Lecturas
Primera Lectura
De la carta a los Hebreos 5, 11-6, 8
EXHORTACIÓN A APRENDER LAS ENSEÑANZAS DE LO QUE ES PERFECTO
Hermanos: Tenemos mucho que decir de este tema; y es difícil de
explicar, porque os habéis vuelto perezosos para entender. Pues debiendo ser ya
maestros con el tiempo que lleváis, tenéis de nuevo necesidad de que se os
enseñen los primeros rudimentos de los oráculos divinos, y os habéis vuelto
tales que necesitáis leche y no manjar sólido. Pero quien se alimenta de leche
no es capaz de entender la doctrina de la santidad, porque es todavía un niño.
En cambio, el alimento sólido es propio de perfectos, de aquellos que, por la
costumbre, tienen sus facultades ejercitadas para discernir el bien y el mal.
Por eso, dejando a un lado lo elemental de la doctrina de Cristo, vengamos a
tratar de lo que es perfecto, sin reiterar los artículos fundamentales, como
son: el arrepentimiento de las obras muertas y la fe en Dios; la doctrina sobre
los bautismos e imposición de las manos; la resurrección de los muertos y el
juicio eterno. Y lo vamos a hacer con la gracia de Dios.
Por lo que se refiere a los que una vez han sido iluminados, que saborearon el
don celestial, que se hicieron partícipes del Espíritu Santo y gustaron la
dulzura de la palabra de Dios y los prodigios del mundo futuro, pero luego
cayeron en la apostasía, es imposible volverlos a renovar en el
arrepentimiento; crucifican de nuevo por su cuenta al Hijo de Dios y lo exponen
a pública afrenta. Pues la tierra que absorbe la lluvia que una y otra vez cae
sobre ella, y da frutos valiosos para quienes la cultivan, recibe las
bendiciones de Dios; pero la que da espinas y abrojos es inútil y está próxima
a ser maldecida, y su fin será el fuego.
Responsorio Hb 5, 12. 14; 1 Co 3, 2
R. Debiendo ser ya maestros con el tiempo que lleváis, os
habéis vuelto tales que necesitáis leche y no manjar sólido. * El
alimento sólido es propio de perfectos.
V. Os di a beber leche; no os ofrecí manjar sólido, porque aún
no lo admitíais.
R. El alimento sólido es propio de perfectos.
Segunda Lectura
De los tratados Morales de san Gregorio Magno, papa, sobre el libro
de Job
(Libro 13, 21-23: PL 75, 1028-1029)
EL MISTERIO DE NUESTRA VIVIFICACIÓN
El bienaventurado Job, que es figura de la Iglesia, unas veces se
expresa como el cuerpo, y otras veces como la cabeza, de manera que, mientras
está hablando en nombre de los miembros, de repente se eleva hasta tomar las
palabras de la cabeza. Por esto dice: Todo esto lo he sufrido aunque en mis
manos no hay violencia y es sincera mi oración.
Sin que hubiera violencia en sus manos, tuvo que sufrir también aquel que no
cometió pecado, ni encontraron engaño en su boca, a pesar de lo cual arrostró
el dolor de la cruz por nuestra redención. Fue el único, entre todos los hombres,
que pudo presentar a Dios súplicas inocentes, porque hasta en medio de los dolores
de la pasión rogó por sus perseguidores, diciendo: Padre, perdónalos, porque no
saben lo que hacen.
¿Qué es lo que puede decirse o pensarse de más puro en una oración que alcanzar
la misericordia para aquellos mismos de los que se está recibiendo el dolor?
Así, la misma sangre de nuestro Redentor, que los perseguidores habían
derramado con odio, luego la bebieron los creyentes como medicina de salvación,
y empezaron a proclamar que él era el Hijo de Dios.
De esta sangre, pues, se dice con razón: ¡Tierra, no cubras mi sangre, no
encierres mi demanda de justicia! Al hombre que pecó se le había dicho: Eres
polvo, y al polvo volverás.
Por ello, nuestra tierra no oculta la sangre de nuestro Redentor, ya que cada
pecador que bebe el precio de su redención la confiesa y la alaba, y la da a
conocer a su alrededor a cuantos puede.
La tierra tampoco oculta la sangre de nuestro Redentor, ya que también la
Iglesia anuncia el misterio de la redención en todo el mundo.
Fíjate también en lo que se añade después: No encierres mi demanda de justicia.
Pues la misma sangre de la redención que se recibe es la demanda de justicia de
nuestro Redentor. Por ello dice también Pablo: La aspersión de una sangre que
habla mejor que la de Abel. De la sangre de Abel se había dicho: La sangre de
tu hermano me está gritando desde la tierra.
Pero la sangre de Jesús es más elocuente que la de Abel, porque la sangre de
Abel pedía la muerte de su hermano fratricida, mientras que la sangre del Señor
imploró la vida para sus perseguidores.
Por tanto, para que el misterio de la pasión del Señor no nos resulte inútil,
hemos de imitar lo que recibimos y predicar a los demás lo que veneramos.
Su demanda de justicia quedaría oculta en nosotros si la lengua calla lo que la
mente creyó. Para que su demanda de justicia no quede oculta en nosotros, lo
que ahora queda por hacer es que cada uno de nosotros, de acuerdo con la medida
de su vivificación, dé a conocer el misterio a su alrededor.
Responsorio Cf. Gn 4, 10. 11; cf.
Hb 12, 2
R. La sangre de tu Hijo, nuestro hermano, está clamando a ti
desde la tierra, Señor. * Bendita sea esta tierra que
abrió su boca para recibir la sangre del Redentor.
V. Ésta es la aspersión purificadora de una sangre que habla
mejor que la de Abel.
R. Bendita sea esta tierra que abrió su boca para recibir la
sangre del Redentor.
Viernes, 12 de marzo de 2021
Evangelio
*Lectura del
santo evangelio según san Marcos (12,28b-34)*
En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó:
«¿Qué mandamiento es el primero de todos?».
Respondió Jesús:
«El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor:
amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu
mente, con todo tu ser”. El segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti
mismo”. No hay mandamiento mayor que estos».
El escriba replicó:
«Muy bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo
y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el
entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más
que todos los holocaustos y sacrificios».
Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo:
«No estás lejos del reino de Dios».
Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Palabra del Señor
Canto Evangélico
Antifona: Uno de los escribas se acercó a Jesús para preguntarle cuál
era el primero de todos
los mandamientos. Jesús le respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu
corazón.”
Benedictus Lc 1, 68-79
El Mesías y su precursor
+ Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Demos gracias a Cristo, el Señor, que al morir en la cruz nos dio
la vida, y digámosle con fe:
*Tú que por nosotros moriste,
escúchanos, Señor*.
Maestro y Salvador nuestro, tú que nos revelaste con tu palabra el designio de
Dios y nos renovaste con tu gloriosa pasión, — no permitas que nuestros días
transcurran entre vicios y pecados.
Que sepamos, Señor, mortificarnos hoy al tomar los manjares del cuerpo, — para
ayudar con nuestra abstinencia a los hambrientos y necesitados.
Que vivamos santamente este día de penitencia cuaresmal, — y lo consagremos a
tu servicio mediante obras de misericordia.
Sana, Señor, nuestras voluntades rebeldes, — y llénanos de tu gracia y de tus
dones.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Que el Espíritu que habita en nosotros y nos une en su amor nos ayude a decir:
Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Oremos:
Infunde, Señor, tu gracia en nuestros corazones para que sepamos
dominar nuestro egoísmo mundano y secundar las inspiraciones que nos vienen del
cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a
la vida eterna.
R. Amén.
*San Maximiliano,
Mártir*
12 de Marzo
La
"pasión" de San Maximiliano es uno de los más valiosos documentos del
juicio y muerte de uno de los primeros mártires. Durante el consulado de Tuscus
y Anulinus, comparecieron ante la corte Víctor y su hijo Maximiliano. El juez,
al interrogar a Maximiliano sobe sus datos personales, éste le contestó que él
era cristiano y que por lo tanto no podía servir como soldado. El juez volvió a
insistir con amenazas de tortura y muerte, pero el santo se mantuvo firme en su
adhesión a Jesús.
Maximiliano tenía 21 años cuando fue condenado a
ser decapitado, sentencia que recibió con mucha alegría y alabanzas a Dios,
para sorpresa de sus verdugos. De camino al sitio de la ejecución, habló a los
cristianos: "Amados hermanos, apresúrense a alcanzar la visión de Dios y a
merecer una corona como la mía". Al primer golpe lo decapitaron y una
mujer llamada Pompeya obtuvo el cuerpo de Maximiliano y le dio cristiana
sepultura. El padre del santo se fue a su casa regocijado, agradeciendo al
Señor por permitirle enviar tal regalo al cielo. No tardó mucho en seguir a su
hijo.
Vísperas -
VIERNES III SEMANA DE CUARESMA 2021
El siguiente es el formulario que corresponde a vísperas de la
liturgia de las horas para el día de mañana, viernes, 12 de marzo de 2021.
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno
Te damos gracias, Señor,
porque has depuesto la ira
y has detenido ante el pueblo
la mano que lo castiga.
Tú eres el Dios que nos salva,
la luz que nos ilumina,
la mano que nos sostiene
y el techo que nos cobija.
Y sacaremos con gozo
del manantial de la Vida
las aguas que dan al hombre
la fuerza que resucita.
Entonces proclamaremos:
"¡Cantadle con alegría!
¡El nombre de Dios es grande;
su caridad, infinita!
¡Que alabe al Señor la tierra!
Contadle sus maravillas.
¡Qué grande, en medio del pueblo,
el Dios que nos justifica!". Amén.
Salmodia
Antífona 1: El Señor es grande, nuestro dueño más que
todos los dioses.
Salmo
134,1-12
Himno a Dios, realizador de
maravillas
Vosotros
sois… un pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que os llamó
a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa. (1P 2,9)
Alabad el nombre del Señor,
alabadlo, siervos del Señor,
que estáis en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.
Alabad al Señor porque es bueno,
tañed para su nombre, que es amable.
Porque él se escogió a Jacob,
a Israel en posesión suya.
Yo sé que el Señor es grande,
nuestro dueño más que todos los dioses.
El Señor todo lo que quiere lo hace:
en el cielo y en la tierra,
en los mares y en los océanos.
Hace subir las nubes desde el horizonte,
con los relámpagos desata la lluvia,
suelta a los vientos de sus silos.
Él hirió a los primogénitos de Egipto,
desde los hombres hasta los animales.
Envió signos y prodigios
—en medio de ti, Egipto—
contra el Faraón y sus ministros.
Hirió de muerte a pueblos numerosos,
mató a reyes poderosos:
a Sijón, rey de los amorreos,
a Hog, rey de Basán,
y a todos los reyes de Canaán.
Y dio su tierra en heredad,
en heredad a Israel, su pueblo.
Antífona 2: Casa de Israel, bendecid al Señor; tañed para
su nombre, que es amable.
Salmo
134,13-21
Señor, tu nombre es eterno;
Señor, tu recuerdo de edad en edad.
Porque el Señor gobierna a su pueblo
y se compadece de sus siervos.
Los ídolos de los gentiles son oro y plata,
hechura de manos humanas:
tienen boca y no hablan,
tienen ojos y no ven,
tienen orejas y no oyen,
no hay aliento en sus bocas.
Sean lo mismo los que los hacen,
cuantos confían en ellos.
Casa de Israel, bendice al Señor;
casa de Aarón, bendice al Señor;
casa de Leví, bendice al Señor.
fieles del Señor, bendecid al Señor.
Bendito en Sión el Señor,
que habita en Jerusalén.
Antífona 3: Vendrán todas las naciones y se postrarán en
tu acatamiento, Señor.
Ap 15,3-4
Himno de adoración
Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Lectura Breve
St 5, 16. 19-20
Confesaos mutuamente vuestros pecados y rogad unos por otros, para
alcanzar vuestra curación, pues la oración ferviente del justo tiene gran eficacia.
Hermanos, si alguno de entre vosotros se desvía de la verdad y otro logra
convertirlo, sepa que quien convierte a un pecador de su camino equivocado
salvará su alma de la muerte y cubrirá la multitud de sus pecados.
Responsorio Breve
V. Yo dije: “Señor, ten misericordia.”
R. Yo dije: “Señor, ten misericordia.”
V. Sáname, porque he pecado contra ti.
R. Señor, ten misericordia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Yo dije: “Señor, ten misericordia.”
Canto Evangélico
Antifona: Amar al prójimo como a sí mismo vale más que todos los
sacrificios.
Magnificat Lc 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Oremos a Jesús, el Señor, que santificó por su propia sangre al
pueblo, y digámosle:
Compadécete, Señor, de tu pueblo.
Redentor nuestro, por tu pasión, concede a tus fieles la fuerza necesaria para
mortificar sus cuerpos, ayúdalos en su lucha contra el mal y fortalece su
esperanza, — para que se dispongan a celebrar santamente tu resurrección.
Haz que los cristianos cumplan con su misión profética anunciando al mundo tu
Evangelio, — y dando testimonio de él por su fe, esperanza y caridad.
Conforta, Señor, a los que están tristes, — y otórganos a nosotros el poder
consolar a nuestros hermanos.
Haz que tus fieles aprendan a participar en tu pasión con sus propios
sufrimientos, — para que sus vidas manifiesten tu salvación a los hombres.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Tú que eres autor de la vida, acuérdate de los difuntos, — y dales parte en tu
gloriosa resurrección.
Con el gozo de sabernos hijos de Dios, acudamos a nuestro Padre, diciendo:
Padre
nuestro.
Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Infunde, Señor, tu gracia en nuestros corazones para que sepamos
dominar nuestro
egoísmo mundano y secundar las inspiraciones que nos vienen del cielo. Por
Jesucristo
nuestro Señor.
Amén.
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a
la vida eterna.
R. Amén.