*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*Beato Enrique Susso*
TIEMPO DE
CUARESMA
SÁBADO
DE LA SEMANA V
Propio del Tiempo. Salterio I
27 de marzo
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro
corazón.»
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro
corazón.»
Himno: LOS HOMBROS TRAIGO CARGADOS.
Los hombros traigo cargados
de graves culpas, mi Dios;
dadme esas lágrimas vos
y tomad estos pecados.
Yo soy quien ha de llorar,
por ser acto de flaqueza;
que no hay en naturaleza
más flaqueza que el pecar.
Y, pues andamos trocados,
que yo peco y lloráis vos,
dadme esas lágrimas vos
y tomad estos pecados.
Vos sois quien cargar se puede
estas mis culpas mortales,
que la menor destas tales
a cualquier peso excede;
y, pues que son tan pesados
aquestos yerros, mi Dios,
dadme esas lágrimas vos
y tomad estos pecados.
Al Padre, al Hijo, al Amor,
alegres cantad, criaturas,
y resuene en las alturas
toda gloria y todo honor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
Salmo 118, 145-152 TE INVOCO DE TODO CORAZÓN
Te invoco de todo corazón;
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.
Mis ojos se adelantan a las vigilias de la noche,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.
Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
Ant 2. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Cántico: HIMNO A DIOS, DESPUÉS DE LA VICTORIA DEL MAR ROJO Ex 15,
1-4. 8-13. 17-18
Cantaré al Señor, sublime es su victoria,
caballos y carros ha arrojado en el mar.
Mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Él es mi Dios: yo lo alabaré;
el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.
El Señor es un guerrero,
su nombre es «El Señor».
Los carros del faraón los lanzó al mar,
ahogó en el mar rojo a sus mejores capitanes.
Al soplo de tu ira se amontonaron las aguas,
las corrientes se alzaron como un dique,
las olas se cuajaron en el mar.
Decía el enemigo: «Los perseguiré y alcanzaré,
repartiré el botín, se saciará mi codicia,
empuñaré la espada, los agarrará mi mano.»
Pero sopló tu aliento y los cubrió el mar,
se hundieron como plomo en las aguas formidables.
¿Quién como tú, Señor, entre los dioses?
¿Quién como tú, terrible entre los santos,
temibles por tus proezas, autor de maravillas?
Extendiste tu diestra: se los tragó la tierra;
guiaste con misericordia a tu pueblo rescatado,
los llevaste con tu poder hasta tu santa morada.
Lo introduces y lo plantas en el monte de tu heredad,
lugar del que hiciste tu trono, Señor;
santuario, Señor, que fundaron tus manos.
El Señor reina por siempre jamás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Ant 3. Alabad al Señor, todas las naciones.
Salmo 116 - INVITACIÓN UNIVERSAL A LA ALABANZA DIVINA.
Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos:
Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alabad al Señor, todas las naciones.
LECTURA BREVE Is 65, 1b-3a
Dije, «Aquí estoy, aquí estoy», a un pueblo que no invocaba mi nombre. Tenía
mis manos extendidas todo el día hacia un pueblo rebelde, que andaba por el mal
camino, siguiendo sus antojos, pueblo que me provocaba en mi propia cara,
continuamente.
RESPONSORIO BREVE
V. Él me librará de la red del cazador.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Me cubrirá con su plumaje.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. El que
obra la verdad viene a la luz.
R. Y sus obras quedan de manifiesto.
PRIMERA LECTURA
De la carta a los Hebreos 13,1-25
VIDA COTIDIANA A IMITACIÓN DE CRISTO
Hermanos: Permanezca bien arraigada la caridad fraterna. No os olvidéis de la
hospitalidad; gracias a ella, algunos, sin saberlo, hospedaron a ángeles.
Acordaos de los presos como si estuvieseis en la cárcel con ellos, y de los que
son maltratados, pensando que también vosotros vivís en un cuerpo. Tened todos
en gran honor el matrimonio, y que el lecho conyugal sea sin mancilla; Dios
juzgará a los fornicarios y adúlteros. No haya avaricia en vuestras costumbres;
contentaos con lo que tenéis, pues él ha dicho: «Jamás te dejaré, ni te
abandonaré.» Así que con toda confianza podemos decir: «El Señor está conmigo:
no temo; ¿qué podrá hacerme el hombre?»
Acordaos de aquellos superiores vuestros que os expusieron la palabra de Dios:
reflexionando sobre el desenlace de su vida, imitad su fe. Jesucristo es el
mismo hoy que ayer, y para siempre. No os dejéis extraviar por doctrinas
llamativas y extrañas. Es mejor ir fortaleciendo el corazón con la gracia que
con los alimentos, de los que ningún provecho sacaron quienes a ellos se
atuvieron. Nosotros tenemos un altar del que no tienen derecho a comer los que
sirven en el tabernáculo. Los cuerpos de los animales, cuya sangre es
introducida en el Santo de los Santos por el sumo sacerdote como sacrificio por
el pecado, son quemados fuera del campamento. Así también Jesús, para
santificar con su propia sangre al pueblo, padeció la muerte fuera de la
ciudad. Salgamos, pues, hacia él fuera del campamento, cargando con su oprobio.
Porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que vamos buscando la futura.
Por medio de él ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza, es
decir, el tributo de los labios que van bendiciendo su nombre.
No os olvidéis de la beneficencia y de la mutua asistencia; Dios se complace en
tales sacrificios. Obedeced a vuestros superiores y vivid sometidos a ellos,
porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta de las
mismas. Haced de modo que cumplan con alegría y sin lamentaciones. De otro modo
no sería provechoso para vosotros. Orad por nosotros, pues creemos tener
conciencia recta cuando queremos conducirnos bien en todas las cosas. Sobre
todo, os ruego que lo hagáis para que cuanto antes me vea entre vosotros.
El Dios de la paz, que sacó de entre los muertos, por la sangre de la alianza
eterna, al gran Pastor de las ovejas, nuestro Señor Jesús, os haga perfectos en
todo bien, para hacer su voluntad, cumpliendo en vosotros lo que es grato en su
presencia por Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos.
Amén.
Os ruego, hermanos, que acojáis benévolamente este discurso de exhortación.
Cierto que os lo mando con breves palabras. Sabed que ha sido puesto en libertad
nuestro hermano Timoteo. Con él, si viene pronto, iré a veros. Saludad a todos
vuestros superiores y a todos los fieles. Os saludan los de Italia. La gracia
sea con todos vosotros.
RESPONSORIO Hb 13, 13-14; 1Cro 29, 15
R. Salgamos hacia Jesús fuera del campamento, cargando con su
oprobio. * Porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que vamos
buscando la futura.
V. Ante ti, Señor, somos emigrantes y extranjeros; nuestra vida
terrena no es más que una sombra.
R. Porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que vamos buscando
la futura.
SEGUNDA LECTURA
De las Disertaciones de san Gregorio de Nacianzo, obispo
(Disertación 45, 23-24; PG 36, 654-655)
PARTICIPEMOS PLENAMENTE EN LA PASCUA
Es verdad que ahora celebraremos la Pascua todavía sacramentalmente; sin
embargo, lo haremos ya con un conocimiento más claro que en la antigua ley (ya
que la Pascua de la ley antigua era -no tengo reparo en decirlo- una figura más
oscura que lo que representaba), y de aquí a poco la celebraremos de un modo más
puro y perfecto, a saber, cuando aquel que es la Palabra beba con nosotros el
vino nuevo en el reino de su Padre, dándonos la plena y clara inteligencia de
lo que aquí nos enseñó de un modo más restringido. Decimos «nuevo», pues
siempre resulta nuevo lo que se llega a comprender de una manera diferente.
Y ¿en qué consiste esa bebida y esa manera nueva de percibir? Eso es lo que
toca a él enseñar a sus discípulos, y a nosotros aprenderlo. Y la doctrina de
aquel que alimenta es también alimento.
Celebremos, pues, ahora también nosotros lo mismo que celebraba la ley antigua,
pero no en un sentido literal, sino evangélico; de una manera perfecta, no
imperfecta; de un modo eterno, no temporal. Sea nuestra capital no la Jerusalén
terrena, sino la metrópoli celestial; quiero decir, no ésta que es ahora
hollada por los ejércitos, sino la que es ensalzada por las alabanzas y
encomios angélicos.
Inmolemos no ya terneros y machos cabríos, que es cosa ya caducada y sin
sentido, sino el sacrificio de alabanza, ofrecido a Dios en el altar del cielo,
junto con los coros celestiales. Atravesemos el primer velo, no nos detengamos
ante el segundo, contemplemos de lleno el santuario. y diré más todavía:
inmolémonos nosotros mismos a Dios, inmolemos cada día nuestra persona y toda
nuestra actividad, imitemos la pasión de Cristo con nuestros propios
padecimientos, honremos su sangre con nuestra propia sangre, subamos con
denuedo a la cruz.
Si quieres imitar a Simón de Cirene, toma la cruz y sigue al Señor.
Si quieres imitar al buen ladrón crucificado con él, reconoce honradamente su
divinidad; y así como entonces Cristo fue contado entre los malhechores, por ti
y por tus pecados, así tú ahora, por él, serás contado entre los justos. Adora
al que por amor a ti pende de la cruz y, crucificándote tú también, procura
recibir algún provecho de tu misma culpa; compra la salvación con la muerte;
entra con Jesús en el paraíso, para que comprendas de qué bienes te habías
privado. Contempla todas aquellas bellezas; deja fuera, muerto, lo que hay en
ti de murmurador y blasfemo.
Si quieres imitar a José de Arimatea, pide el cuerpo a aquel que lo mandó
crucificar; haz tuya la víctima expiatoria del mundo.
Si quieres imitar a Nicodemo, el que fue a Jesús de noche, unge a Jesús con
aromas, como lo ungió él para honrarlo en su sepultura.
Si quieres imitar a María, a la otra María, a Salomé y a Juana, ve de madrugada
a llorar junto al sepulcro, y haz de manera que, quitada la piedra del
monumento, puedas ver a los ángeles y aun al mismo Jesús.
RESPONSORIO Hb 13, 12-13; 12, 4
R. Jesús, para santificar con su propia sangre al pueblo, padeció la
muerte fuera de la ciudad; * salgamos, pues,
hacia él fuera del campamento, cargando con su oprobio.
V. Pues vosotros no habéis resistido aún hasta el derramamiento de
sangre en vuestra lucha contra el pecado.
R. Salgamos, pues, hacia él fuera del campamento, cargando con su
oprobio.
Sábado, 27 de marzo de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Juan (11,45-57)*
En aquel tiempo, muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que
había hecho Jesús, creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les
contaron lo que había hecho Jesús.
Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron:
«¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos
creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la
nación».
Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo:
«Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera
por el pueblo, y que no perezca la nación entera».
Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año,
habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no solo
por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos.
Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente
entre los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una
ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos.
Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a
Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús y, estando en
el templo, se preguntaban:
«¿Qué os parece? ¿Vendrá a la fiesta?».
Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde
estaba les avisara para prenderlo.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Jesús murió para reunir a los hijos de Dios dispersos.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc
1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Jesús murió para reunir a los hijos de Dios dispersos.
PRECES
Glorifiquemos a Cristo, que para hacer de nosotros creaturas
nuevas ha instituido el baño del bautismo y nos alimenta con su palabra y su
carne, y supliquémosle, diciendo:
Renuévanos con tu gracia, Señor.
Señor Jesús, tú que eres manso y humilde de corazón, danos entrañas de
misericordia, bondad y humildad
y danos comprensión para con todos.
Que sepamos ayudar a los necesitados y consolar a los que sufren,
para imitarte a ti, el buen Samaritano.
Que María, la Virgen Madre, interceda por las vírgenes que se han consagrado a
tu servicio,
para que vivan su virginidad con un grande amor hacia ti, en bien de la
Iglesia.
Concédenos la abundancia de tu misericordia
y perdona la multitud de nuestros pecados y el castigo que por ellos merecemos.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Digamos juntos la oración que Cristo nos enseñó y pidamos al Padre que nos
libre del mal:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, aunque continuamente realizas la salvación de los
hombres, sin embargo, concedes a tu pueblo gracias más abundantes en este
tiempo de Cuaresma; dígnate, pues, mirar con amor el esfuerzo cuaresmal de tus
elegidos y concede tu ayuda tanto a los catecúmenos que van a recibir el
bautismo como a tus hijos que ya lo hemos recibido. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
*Beato Enrique Susso*
Fue un prodigio de santidad en un
ambiente muy corrompido. Nació en 1296 en Suabia, Alemania. A los 15 años fue
admitido como religioso en el convento de los Padres Dominicos en Constanza. Su
apellido era Von Berg, pero como su padre era descuidado borrachín y en cambio
la mamá era una santa, el joven tomó el apellido materno que era Susso.
Biografía
del Beato Enrique Susso
En la comunidad encontró como profesor un místico muy famoso que influyó
en él de manera inmensa. Era el Padre Eckart, cuyos consejos seguían muchas
personas con gran entusiasmo. Enrique decía: "El Padre Eckart demuestra
tan gran sabiduría que parece como si Dios no le hubiera ocultado nada".
Los datos que vamos a narrar enseguida están extraídos de la
"Autobiografía" del propio Enrique Susso.
Los primeros años de religioso no fue muy fervoroso, pero luego un
día empezó a oír continuamente este mandato: "Renuncie a todo lo que no lo
ayude a conseguir la santidad". Y se repetía tan frecuentemente este
mandato en su mente que se propuso empezar una vida espiritual verdaderamente
seria.
El demonio intentó disuadirlo y desanimarlo con consideraciones de
prudencia humana, haciéndole ver que esa conversión era demasiado rápida y que
no sería capaz de perseverar en el bien. Él se dedicó a pedir a Dios la
sabiduría celestial. Y repetía las palabras del libro de la Sabiduría:
"Señor, envíame la sabiduría que procede de tu trono. Tú sabes que soy muy
joven, sin experiencia y de pocos años. Pero si Tú me mandas la sabiduría podré
perseverar". Y pedía al Espíritu Santo el don de Consejo y la virtud de la
prudencia, y así logro perseverar. En adelante durante toda su vida será un
admirador constante de la Sabiduría Eterna, y recomendará a sus discípulos el
pedir mucho a Dios el don de la sabiduría. Y les repetía las palabras del Libro
Santo: "Sabiendo que no tendría la sabiduría si Dios no me la concedía, me
dediqué a pedirla en oración, y me fue concedida".
Su amor a la Virgen María era inmenso y predicaba constantemente
su devoción.
Publicó el libro titulado "Sabiduría Eterna", el cual
fue sumamente famoso y muy popular por varios siglos.
Al principio de su conversión, creyó Enrique que debía dedicarse a
mortificaciones muy fuertes y así lo hizo. Sus ayunos, vigilias, azotes y demás
penitencias llegaron a causar asombro y casi acaban con su vida. Pero según
cuenta en su "Autobiografía", una iluminación del cielo le comunicó
que en vez de estas mortificaciones buscadas por él, debía más bien dedicarse a
aceptar con buena voluntad los sufrimientos que Dios iba a permitir que le
llegaran. Y fue entonces cuando empezaron a llegarle penas tremendas.
Los enemigos del alma trataban de atacarle de mil maneras. Le
llegaban los pensamientos más impuros y las imaginaciones más indecentes. Y una
melancolía o sentimiento continúo de tristeza que trataba de desanimarlo del
todo. Y luego las tentaciones contra la fe. Y como si no bastara todo esto, le
llegó la convicción de que él estaba destinado a condenarse para siempre.
Afortunadamente había tenido un buen profesor y se fue en busca
del sabio Padre Eckart y le contó todo. "El famoso místico me consoló y
logró sacarme de aquel infierno en el cual estaba viviendo". Y volvió a su
alma la paz. Una vez más se cumplía lo que dice el Libro de los Proverbios:
"Triunfarán los que saben pedir consejos". Pero ahora le iba a llegar
un tercer tormento.
Una voz interior le dijo: "Hasta ahora has sufrido ataques
venidos del interior. Ahora empezarán los ataques que llegan desde el
exterior". Y así sucedió. Pronto empezó a experimentar la ingratitud y la
pérdida de los amigos y de la buena fama. Sus paisanos se dividían en dos
clases: los fervorosos y los relajados. Los fervorosos querían que se cumpliera
exactamente los deberes de piedad. Entre ellos estaban Enrique Susso, su
profesor Eckart y el gran predicador Taulero. Pero los otros eran mayoría y
empezaron a perseguir a Susso.
Durante 37 años había recorrido campos y ciudades predicando.
Había obtenido curaciones milagrosas. En pleno sermón vieron su rostro rodeado
de resplandores. Pero insistía muy fuertemente en que había que dedicarse con
toda seriedad a la santidad, y esto no agradaba a los relajados. Y entonces se
valieron de la calumnia.
Se valieron de un muchacho mentiroso para inventar que él había
cometido sacrilegios. Logró comprobar que era inocente. Luego inventaron que
Enrique había tratado de envenenar a una persona. Pronto se supo que eso era
mentira. Lo acusaron de haber inventado un milagro, pero los mentirosos
quedaron al descubierto. Fueron tantas las acusaciones que tuvo que huir por un
tiempo a Holanda. Allá lo acusaron de haber escrito herejías contra la fe. Él
logró probar que todo lo que había escrito estaba de acuerdo con nuestra santa
religión.
Luego le llegó otro sufrimiento: su hermana, que era religiosa,
perdió el fervor y se retiró de su comunidad. Enrique ofreció por ella una
grave enfermedad que él tuvo que sufrir, y con este sufrimiento logró que la
prófuga volviera otra vez al convento donde pasó santamente sus últimos años.
Enrique estaba dirigiendo espiritualmente a una mujer que lo
engañaba diciéndole que ella se estaba convirtiendo de su mala vida. Pero
cuando el santo sacerdote se dio cuenta de que aquella mujer le mentía, se negó
a seguirle dando dirección espiritual. Entonces ella en venganza inventó el
cuento de que él era el padre de una criatura que ella tenía. Y algunos hasta
creyeron porque el religioso demostraba mucha caridad para con el pobre niño.
Entonces el Superior General de la Comunidad mandó hacer una severa
investigación y se supo que todo eran cuentos de aquella perversa mujer.
Fue nombrado Enrique como superior de un convento de Padres
Dominicos y aquel convento estaba terriblemente endeudado. El nuevo superior en
vez de dedicarse a pedir limosnas o a conseguir empréstitos lo que hizo fue
recomendar a sus religiosos que se dedicaran a celebrar con mayor fervor la
santa misa y a rezar con mayor fe y devoción. Muchos se burlaban de él diciendo
que era un hombre que no ponía los pies en la tierra y que se imaginaba que con
rezos se pagaban las deudas. Pero poco después un hombre rico sintió una
inspiración interior de que debía ayudar a aquel convento y llegó con veinte
libras de monedas de plata y con esto se pagaron todas las deudas.
Los últimos años los pasó el Padre Enrique dedicado a dar
dirección espiritual a las religiosas, especialmente a las dominicas, las
cuales lo consideraban un verdadero hombre de Dios y un guía espiritual
sumamente acertado.
Le ofrecieron altos puestos pero una iluminación interior le dijo
que si quería llegar a altos puestos en la santidad tenía que huir de los
cargos que producen muchos honores. Y por eso se mantuvo siempre entre los más
humildes y desconocidos aunque su sabiduría y sus escritos y su santidad lo
hacían resplandecer ante muchísimas gentes piadosas que lo admiraban
fervorosamente.
Murió en 1365, y dicen que su cuerpo permaneció muchos años
incorrupto. Pero después el templo donde estaba enterrado pasó a poder de los
protestantes y no se volvió a saber de sus restos.
Tuvo muchas visiones y se le apareció la Santísima Virgen María a
traerle mensajes celestiales. En una de sus visiones preguntó qué medios
debería emplear para alcanzar más fácilmente la santidad y la salvación y le
fue respondido: "Negarse a sí mismo; no apegarse a las criaturas; recibir
todo lo que sucede, como venido de la mano de Dios, y ser infinitamente
paciente y amable con todos, aún con los que son ásperos e injustos en su modo
de tratarlo a uno".
San Alfonso de Ligorio al meditar en las mortificaciones y en los
sufrimientos de este hombre de Dios exclamaba: "Qué pequeños nos sentimos
nosotros ante estos campeones tan valerosos para sufrir todo por amor de Dios y
por la salvación de las almas".
I VÍSPERAS del Domingo de
Ramos
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: LAS BANDERAS REALES SE ADELANTAN.
Las banderas reales se adelantan
y la cruz misteriosa en ellas brilla:
la cruz en que la vida sufrió muerte
y en que, sufriendo muerte, nos dio vida.
Ella sostuvo el sacrosanto cuerpo
que, al ser herido por la lanza dura,
derramó sangre y agua en abundancia
para lavar con ellas nuestras culpas.
En ella se cumplió perfectamente
lo que David profetizó en su verso,
cuando dijo a los pueblos de la tierra:
«Nuestro Dios reinará desde un madero.»
¡Árbol lleno de luz, árbol hermoso,
árbol ornado con la regia púrpura,
y destinado a que su tronco digno
sintiera el roce de la carne pura!
¡Dichosa cruz que con tus brazos firmes,
en que estuvo colgado nuestro precio,
fuiste balanza para el cuerpo santo
que arrebató su presa a los infiernos.
A ti, que eres la única esperanza,
te ensalzamos, oh cruz, y te rogamos
que acrecientes la gracia de los justos
y borres los delitos de los malos.
Recibe, oh Trinidad, fuente salubre,
la alabanza de todos los espíritus,
y tú que con tu cruz nos das triunfo,
añádenos el premio, oh Jesucristo. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Todos los días me sentaba en el templo para enseñar y nunca me
prendisteis; ahora, flagelado, me lleváis para ser crucificado.
Salmo 118, 105-112 - HIMNO A LA LEY DIVINA
Lámpara es tu palabra para mis pasos,
luz en mi sendero;
lo juro y lo cumpliré:
guardaré tus justos mandamientos;
¡estoy tan afligido!
Señor, dame vida según tu promesa.
Acepta, Señor, los votos que pronuncio,
enséñame tus mandatos;
mi vida está siempre en peligro,
pero no olvido tu voluntad;
los malvados me tendieron un lazo,
pero no me desvié de tus decretos.
Tus preceptos son mi herencia perpetua,
la alegría de mi corazón;
inclino mi corazón a cumplir tus leyes,
siempre y cabalmente.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Todos los días me sentaba en el templo para enseñar y nunca me
prendisteis; ahora, flagelado, me lleváis para ser crucificado.
Ant 2. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes.
Salmo 15 - CRISTO Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
Los dioses y señores de la tierra
no me satisfacen.
Multiplican las estatuas
de dioses extraños;
no derramaré sus libaciones con mis manos,
ni tomaré sus nombres en mis labios.
El Señor es mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano:
me ha tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad.
Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes.
Ant 3. El Señor Jesús se rebajó hasta someterse incluso a la muerte y una
muerte de cruz.
Cántico: CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL - Flp 2,
6-11
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios,
al contrario, se anonadó a sí mismo,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor Jesús se rebajó hasta someterse incluso a la muerte y una
muerte de cruz.
LECTURA BREVE 1Pe 1, 18-21
Ya sabéis con qué os rescataron: no con bienes efímeros, con oro o plata, sino
a precio de la sangre de Cristo, el cordero sin defecto ni mancha. Ya de antes
de la creación del mundo estaba él predestinado para eso; y al fin de los
tiempos se ha manifestado por amor a vosotros. Por él creéis en Dios que lo
resucitó de entre los muertos y lo glorificó. Así vuestra fe y esperanza se
centran en Dios.
RESPONSORIO BREVE
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
V. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.
R. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Salve, Rey nuestro, Hijo de David, Redentor del mundo; ya los
profetas te anunciaron como el Salvador que había de venir.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Salve, Rey nuestro, Hijo de David, Redentor del mundo; ya los
profetas te anunciaron como el Salvador que había de venir.
PRECES
Adoremos a Cristo, quien, próximo ya a su pasión, al contemplar a
Jerusalén, lloró por ella, porque no había aceptado el tiempo de gracia;
arrepintiéndonos, pues, de nuestros pecados, supliquémosle, diciendo:
Ten piedad de tu pueblo, Señor.
Tú que quisiste reunir a los hijos de Jerusalén, como la gallina reúne a sus
polluelos bajo las alas,
enséñanos a reconocer el tiempo de tu visita.
No abandones a los fieles que te abandonaron,
antes concédenos la gracia de la conversión y volveremos a ti, Señor, Dios
nuestro.
Tú que, por tu pasión, has dado con largueza la gracia al mundo,
concédenos que, fieles a nuestro bautismo, vivamos constantemente de tu
Espíritu.
Que tu pasión nos estimule a vivir renunciando al pecado,
para que, libres de toda esclavitud, podamos celebrar santamente tu
resurrección.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que reinas en la gloria del Padre,
acuérdate de los que hoy han muerto.
Porque la victoria de Cristo es nuestra victoria, nos atrevemos a decir a Dios:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que nuestro Salvador se
anonadase, haciéndose hombre y muriendo en la cruz, para que todos nosotros
imitáramos su ejemplo de humildad, concédenos seguir las enseñanzas de su
pasión, para que un día participemos en su resurrección gloriosa. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.