Musica Para el Alma

viernes, 5 de febrero de 2021

LAS LAUDES Y LAS VÍSPERAS DEL SÁBADO 6. SAN PABLO MIKI Y COMPAÑEROS, MÁRTIRES (MEMORIA)


 

*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*

 

Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén

 

 

TIEMPO ORDINARIO
SÁBADO DE LA SEMANA IV
Del Común de varios mártires. Salterio IV


*San Pablo Miki y Compañeros, mártires (memoria)*
6 de Febrero


Pablo nació en el Japón entre los años 1564 y 1566. Ingresó la Compañía de Jesús y predicó el Evangelio entre sus conciudadanos, con óptimos resultados. Al recrudecerse la persecución contra los católicos, fue apresado con otros veinticinco. Después de soportar duros escarnios, fueron llevados a la ciudad de Nagasaki, en donde fueron crucificados el año 1597, en la víspera de este día.

 

 

LAUDES
(Oración de la mañana)

INVITATORIO

V. 
Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de los mártires.

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de los mártires.

Himno: TESTIGOS DE LA SANGRE.

Testigos de la sangre
con sangre rubricada,
frutos de amor cortados
al golpe de la espada.

Testigos del amor
en sumisión callada,
canto y cielo en los labios
al golpe de la espada.

Testigos del dolor
de vida enamorada;
diario placer de muerte
al golpe de la espada.

Testigos del cansancio
de una vida inmolada
a golpe de Evangelio
y al golpe de la espada.

Demos gracias al Padre
por la sangre sagrada;
pidamos ser sus mártires,
y a cada madrugada
poder morir la vida
al golpe de la espada. Amén.

SALMODIA

Ant 1. 
Es bueno tocar para tu nombre, oh altísimo, y proclamar por la mañana tu misericordia.

Salmo 91 - ALABANZA A DIOS QUE CON SABIDURÍA Y JUSTICIA DIRIGE LA VIDA DE LOS HOMBRES.

Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo,
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad,
con arpas de diez cuerdas y laúdes
sobre arpegios de cítaras.

Tus acciones, Señor, son mi alegría,
y mi júbilo, las obras de tus manos.
¡Qué magníficas son tus obras, Señor,
qué profundos tus designios!
El ignorante no los entiende
ni el necio se da cuenta.

Aunque germinen como hierba los malvados
y florezcan los malhechores,
serán destruidos para siempre.
Tú, en cambio, Señor,
eres excelso por los siglos.

Porque tus enemigos, Señor, perecerán,
los malhechores serán dispersados;
pero a mí me das la fuerza de un búfalo
y me unges con aceite nuevo.
Mis ojos no temerán a mis enemigos,
mis oídos escucharán su derrota.

El justo crecerá como una palmera
y se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios;

en la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
que en mi Roca no existe la maldad.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Es bueno tocar para tu nombre, oh altísimo, y proclamar por la mañana tu misericordia.

Ant 2. Os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo.

Cántico: DIOS RENOVARÁ A SU PUEBLO - Ez 36, 24-28

Os recogeré de entre las naciones,
os reuniré de todos los países,
y os llevaré a vuestra tierra.

Derramaré sobre vosotros un agua pura
que os purificará:
de todas vuestras inmundicias e idolatrías
os he de purificar;
y os daré un corazón nuevo,
y os infundiré un espíritu nuevo;
arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra,
y os daré un corazón de carne.

Os infundiré mi espíritu,
y haré que caminéis según mis preceptos,
y que guardéis y cumpláis mis mandatos.

Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres.
Vosotros seréis mi pueblo
y yo seré vuestro Dios.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo.

Ant 3. De la boca de los niños de pecho, Señor, has sacado una alabanza.

Salmo 8 MAJESTAD DEL SEÑOR Y DIGNIDAD DEL HOMBRE.

Señor, dueño nuestro,
¡que admirable es tu nombre
en toda la tierra!

Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.
De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza contra tus enemigos,
para reprimir al adversario y al rebelde.

Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos;
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él;
el ser humano, para darle poder?

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies:

rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por las aguas.

Señor, dueño nuestro,
¡que admirable es tu nombre
en toda la tierra!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. De la boca de los niños de pecho, Señor, has sacado una alabanza.

LECTURA BREVE   2Co 1, 3-5

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios de todo consuelo; él nos consuela en todas nuestras luchas, para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios. Porque si es cierto que los sufrimientos de Cristo rebosan sobre nosotros, también por Cristo rebosa nuestro consuelo.

RESPONSORIO BREVE

V. 
Los justos viven eternamente.
R. Los justos viven eternamente.

V. Reciben de Dios su recompensa.
R. Viven eternamente.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los justos viven eternamente.

 

 

V. No dejamos de orar y pedir por vosotros.
R. Que lleguéis al pleno conocimiento de la voluntad de Dios.

PRIMERA LECTURA

De la carta a los Romanos 16, 1-27

RECOMENDACIONES, SALUDOS Y DOXOLOGÍA

Hermanos: Os recomiendo a nuestra hermana Febe, que es también diaconisa de la Iglesia de Cencreas. Dadle cristiana hospitalidad, como conviene a los fieles; y asistidla en todo cuanto necesite de vosotros. Ella ha favorecido a muchos y también a mí en persona.

Saludos a Prisca y a Áquila, mis colaboradores en Cristo Jesús. A éstos, que, por salvar mi vida, expusieron su cabeza, no sólo yo les debo gratitud, sino conmigo todas las Iglesias convocadas de la gentilidad. Saludos también a la Iglesia que se congrega en su casa.

Mis saludos a mi amado Epéneto, primicias del Asia Menor para Cristo. Saludos a María, que tanto trabajo se tomó por vuestro bien. Mis saludos a Andrónico y a Junia, hermanos y compañeros míos de prisión, eminentes apóstoles y convertidos antes que yo a Cristo. Saludad a Ampliato, mi muy querido en el Señor. Saludad a Urbano, colaborador mío en Cristo, y a mi querido Estaquis. Saludad a Apeles, cristiano a toda prueba. Saludad a los de la casa de Aristóbulo.

Saludad a Herodión, hermano mío. Saludad a los fieles de la familia de Narciso. Saludad a Trifena y a Trifosa, que tanto han trabajado por el Señor. Saludad a la carísima Pérside, que tanto se ha afanado en el servicio del Señor. Saludad a Rufo, insigne discípulo, y a su madre, que lo es también mía. Saludad a Asíncrito, a Flegonté, a Hermes, a Patrobas, a Hermas, y a los hermanos que viven con ellos. Saludad a Filólogo y a Julia, a Nereo y a su hermana, y a Olimpia y a todos los fieles que viven con ellos. Saludaos unos a otros con el ósculo santo. Os saludan todas las Iglesias de Cristo.

Os recomiendo que estéis alerta por los que promueven discordias y escándalos en contra de la doctrina que habéis recibido. Apartaos de ellos. Esos tales no sirven a Cristo, Señor nuestro, sino a su vientre; y, con sus palabras de halago y lisonja, seducen los corazones de los incautos.

Vuestra sumisión al mensaje de salvación ha llegado a conocimiento de todos. Así que siento una gran alegría por vosotros. Pero quiero que seáis sabios para el bien y limpios de todo mal. El Dios de la paz aplastará pronto a Satanás bajo vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros.

Os envían saludos Timoteo, mi colaborador; y Lucio y Jasón y Sosípatro, hermanos míos. Os saludo en el Señor, también yo, Tercio, que escribo esta carta. Os envía saludos Cayo, que me hospeda a mí y a toda la Iglesia. Os saluda Erasto, el administrador de la ciudad, y el hermano Cuarto.

Al que tiene poder para confirmar vuestra fe en el espíritu de mi mensaje de salvación y de la doctrina predicada sobre Jesucristo, en el espíritu del misterio revelado, mantenido en el silencio sin fin de los siglos, pero manifestado ahora, y, mediante el testimonio de los profetas por disposición del Dios eterno, dado a conocer a todos los gentiles en orden a su sumisión a la fe: a Dios, al único sabio, sea por Jesucristo la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

RESPONSORIO    Rm 16, 19-20; Ef 6, 11

R. Quiero que seais sabios para el bien y limpios de todo mal. * El Dios de la paz aplastará pronto a Satanás bajo vuestros pies.
V. Revestíos de la armadura de Dios, para poder resistir a las asechanzas del demonio.
R. El Dios de la paz aplastará pronto a Satanás bajo vuestros pies.

SEGUNDA LECTURA

De la Historia del martirio de los santos Pablo Miki y compañeros, escrita por un autor contemporáneo.
(Cap. 14, 109-110: Acta Sanctorum Februarii 1, 769)

SERÉIS MIS TESTIGOS

Una vez crucificados, era admirable ver la constancia de todos, a la que los exhortaban, ora el padre Pasio, ora el padre Rodríguez. El padre comisario estaba como inmóvil, con los ojos fijos en el cielo. El hermano Martín cantaba salmos en acción de gracias a la bondad divina, intercalando el versículo: En tus manos, Señor. También el hermano Francisco Blanco daba gracias a Dios con voz inteligible. El hermano Gonzalo rezaba en voz alta el padrenuestro y el avemaría.

Pablo Miki, nuestro hermano, viéndose colocado en el púlpito más honorable de los que hasta entonces había ocupado, empezó por manifestar francamente a los presentes que él era japonés, que pertenecía a la Compañía de Jesús, que moría por haber predicado el Evangelio y que daba gracias a Dios por un beneficio tan insigne; a continuación añadió estas palabras:

«Llegado a este momento crucial de mi existencia, no creo que haya nadie entre vosotros que piense que pretendo disimular la verdad. Os declaro, pues, que el único camino que lleva a la salvación es el que siguen los cristianos. Y, como este camino me enseña a perdonar a los enemigos y a todos los que me han ofendido, perdono de buen grado al rey y a todos los que han contribuido a mi muerte, y les pido que quieran recibir la iniciación cristiana del bautismo.»

Luego, vueltos los ojos a sus compañeros, comenzó a darles ánimo en aquella lucha decisiva; en el rostro de todos se veía una alegría especial, sobre todo en el de Luis; éste, al gritarle otro cristiano que pronto estaría en el paraíso, atrajo hacia sí las miradas de todos por el gesto lleno de gozo que hizo con los dedos y con todo su cuerpo. Antonio, que estaba al lado de Luis, con los ojos fijos en el cielo, después de haber invocado el santísimo nombre de Jesús y de María, se puso a cantar el salmo: Alabad, siervos del Señor, que había aprendido en la catequesis de Nagasaki, ya que en ella se enseña a los niños algunos salmos. Otros, finalmente, iban repitiendo con rostro sereno:

«¡Jesús, María!.»

Algunos también exhortaban a los presentes a una vida digna de cristianos; con estas y otras semejantes acciones demostraban su pronta disposición ante la muerte. Entonces los cuatro verdugos empezaron a sacar lanzas de las fundas que acostumbraban usar los japoneses; ante aquel horrendo espectáculo todos los fieles se pusieron a gritar:

«¡Jesús, María!.»

Y, lo que es más, prorrumpieron en unos lamentos capaces de llegar hasta el mismo cielo. Los verdugos asestaron a cada uno de los crucificados una o dos lanzadas con lo que, en un momento, pusieron fin a sus vidas.

RESPONSORIO    Cf. Ga 6, 14; Flp 1, 29

R. Líbrenos Dios de gloriarnos si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en quien está nuestra salvación, vida y resurrección; * por él hemos sido salvados y liberados.
V. Dios os ha dado la gracia de creer en Jesucristo y aun de padecer por él.
R. Por él hemos sido salvados y liberados.


Sábado, 6 de febrero de 2021

Evangelio

*Lectura del santo evangelio según san Marcos (6,30-34)*

   30 Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado.

   31 El, entonces, les dice: «Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco.» Pues los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer.

   

   32 Y se fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario.

   33 Pero les vieron marcharse y muchos cayeron en cuenta; y fueron allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron antes que ellos.

   34 Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.


Palabra del Señor

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. 
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos.

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos.

PRECES

Celebremos, amados hermanos, a Jesús, el testigo fiel, y al recordar hoy a los santos mártires sacrificados a causa de la palabra de Dios, aclamémosle diciendo:

Nos has comprado, Señor, con tu sangre.

Por la intercesión de los santos mártires que entregaron libremente su vida como testimonio de la fe,
concédenos, Señor, la verdadera libertad de espíritu.

Por la intercesión de los santos mártires que proclamaron la fe hasta derramar su sangre,
concédenos, Señor, la integridad y constancia de la fe.

Por la intercesión de los santos mártires que soportando la cruz siguieron tus pasos,
concédenos, Señor, soportar con generosidad las contrariedades de la vida.

Por la intercesión de los santos mártires que blanquearon su manto en la sangre del Cordero,
concédenos, Señor, vencer las obras del mundo y de la carne.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Dirijamos ahora nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo:

Padre nuestro...

ORACION

Señor Dios, fortaleza de los mártires, que quisiste que san Pablo Miki y sus compañeros alcanzaran la vida eterna, muriendo en cruz por confesar la fe verdadera, concédenos, por su intercesión, proclamar con valentía nuestra fe hasta derramar por ella, si es preciso, nuestra propia sangre. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. 
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

*San Pablo Miki y Compañeros, mártires (memoria)*


"Llegado a este momento final de mi existencia en la tierra, seguramente que ninguno de ustedes va a creer que me voy a atrever a decir lo que no es cierto. Les declaro pues, que el mejor camino para conseguir la salvación es pertenecer a la religión cristiana, ser católico."

 

Fueron 26, martirizados el mismo día, 5 de febrero del año 1597.

 

En el año 1549 San Francisco Javier llegó al Japón y convirtió a muchos paganos.

 

Ya en el año 1597 eran varios los miles de cristianos en aquel país. Y llegó al gobierno un emperador sumamente cruel y vicioso, el cual ordenó que todos los misioneros católicos debían abandonar el Japón en el término de seis meses. Pero los misioneros, en vez de huir del país, lo que hicieron fue esconderse, para poder seguir ayudando a los cristianos. Fueron descubiertos y martirizados brutalmente. Los que murieron en este día en Nagasaki fueron 26. Tres jesuitas, seis franciscanos y 16 laicos católicos japoneses, que eran catequistas y se habían hecho terciarios franciscanos.

 

Los mártires jesuitas fueron: San Pablo Miki, un japonés de familia de la alta clase social, hijo de un capitán del ejército y muy buen predicador: San Juan Goto y Santiago Kisai, dos hermanos coadjutores jesuitas. Los franciscanos eran: San Felipe de Jesús, un mexicano que había ido a misionar al Asia. San Gonzalo García que era de la India, San Francisco Blanco, San Pedro Bautista, superior de los franciscanos en el Japón y San Francisco de San Miguel.

 

Entre los laicos estaban: un soldado: San Cayo Francisco; un médico: San Francisco de Miako; un Coreano: San Leon Karasuma, y tres muchachos de trece años que ayudaban a misa a los sacerdotes: los niños: San Luis Ibarqui, San Antonio Deyman, y San Totomaskasaky, cuyo padre fue también martirizado.

 

A los 26 católicos les cortaron la oreja izquierda, y así ensangrentados fueron llevados en pleno invierno a pie, de pueblo en pueblo, durante un mes, para escarmentar y atemorizar a todos los que quisieran hacerse cristianos.

 

Al llegar a Nagasaki les permitieron confesarse con los sacerdotes, y luego los crucificaron, atándolos a las cruces con cuerdas y cadenas en piernas y brazos y sujetándolos al madero con una argolla de hierro al cuello. Entre una cruz y otra había la distancia de un metro y medio.

 

La Iglesia Católica los declaró santos en 1862.

 

Testigos de su martirio y de su muerte lo relatan de la siguiente manera: "Una vez crucificados, era admirable ver el fervor y la paciencia de todos. Los sacerdotes animaban a los demás a sufrir todo por amor a Jesucristo y la salvación de las almas. El Padre Pedro estaba inmóvil, con los ojos fijos en el cielo. El hermano Martín cantaba salmos, en acción de gracias a la bondad de Dios, y entre frase y frase iba repitiendo aquella oración del salmo 30: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". El hermano Gonzalo rezaba fervorosamente el Padre Nuestro y el Avemaría".

 

Al Padre Pablo Miki le parecía que aquella cruz era el púlpito o sitio para predicar más honroso que le habían conseguido, y empezó a decir a todos los presentes (cristianos y curiosos) que él era japonés, que pertenecía a la compañía de Jesús, o sociedad de los Padres jesuitas, que moría por haber predicado el evangelio y que le daba gracias a Dios por haberle concedido el honor tan enorme de poder morir por propagar la verdadera religión de Dios. A continuación añadió las siguientes palabras:

 

"Llegado a este momento final de mi existencia en la tierra, seguramente que ninguno de ustedes va a creer que me voy a atrever a decir lo que no es cierto. Les declaro pues, que el mejor camino para conseguir la salvación es pertenecer a la religión cristiana, ser católico. Y como mi Señor Jesucristo me enseñó con sus palabras y sus buenos ejemplos a perdonar a los que nos han ofendido, yo declaro que perdono al jefe de la nación que dio la orden de crucificarnos, y a todos los que han contribuido a nuestro martirio, y les recomiendo que ojalá se hagan instruir en nuestra santa religión y se hagan bautizar".

 

Luego, vueltos los ojos hacia sus compañeros, empezó a darles ánimos en aquella lucha decisiva; en el rostro de todos se veía una alegría muy grande, especialmente en el del niño Luis; éste, al gritarle otro cristiano que pronto estaría en el Paraíso, atrajo hacia sí las miradas de todos por el gesto lleno de gozo que hizo. El niño Antonio, que estaba al lado de Luis, con los ojos fijos en el cielo, después de haber invocado los santísimos nombres de Jesús, José y María, se pudo a cantar los salmos que había aprendido en la clase de catecismo. A otros se les oía decir continuamente: "Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía". Varios de los crucificados aconsejaban a las gentes allí presentes que permanecieran fieles a nuestra santa religión por siempre.

 

Luego los verdugos sacaron sus lanzas y asestaron a cada uno de los crucificados dos lanzazos, con lo que en unos momentos pusieron fin a sus vidas.

 

El pueblo cristiano horrorizado gritaba: ¡Jesús, José y María!

 

 

I VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. 
Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: LOS PUEBLOS QUE MARCHAN Y LUCHAN

Los pueblos que marchan y luchan
con firme tesón
aclamen al Dios de la vida.
Cantemos hosanna que viene el Señor.

Agiten laureles y olivos,
es Pascua de Dios,
mayores y niños repitan:
«Cantemos hosanna que viene el Señor.»

Jesús victorioso y presente
ofrece su don
a todos los justos del mundo.
Cantemos hosanna que viene el Señor.

Resuenen en todo camino
de paz y de amor
alegres canciones que digan:
«Cantemos hosanna que viene el Señor.»

Que Dios, Padre nuestro amoroso,
el Hijo y su Don
a todos protejan y acojan.
Cantemos hosanna que viene el Señor. Amén.

SALMODIA

Ant 1. 
Suba mi oración, Señor, como incienso en tu presencia.

Salmo 140, 1-9 - ORACIÓN ANTE EL PELIGRO

Señor, te estoy llamando, ven de prisa,
escucha mi voz cuando te llamo.
Suba mi oración como incienso en tu presencia,
el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde.

Coloca, Señor, una guardia en mi boca,
un centinela a la puerta de mis labios;
no dejes inclinarse mi corazón a la maldad,
a cometer crímenes y delitos;
ni que con los hombres malvados
participe en banquetes.

Que el justo me golpee, que el bueno me reprenda,
pero que el ungüento del impío no perfume mi cabeza;
yo opondré mi oración a su malicia.

Sus jefes cayeron despeñados,
aunque escucharon mis palabras amables;
como una piedra de molino, rota por tierra,
están esparcidos nuestros huesos a la boca de la tumba.

Señor, mis ojos están vueltos a ti,
en ti me refugio, no me dejes indefenso;
guárdame del lazo que me han tendido,
de la trampa de los malhechores.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Suba mi oración, Señor, como incienso en tu presencia.

Ant 2. Tú eres mi refugio y mi heredad, Señor, en el país de la vida.

Salmo 141 - ORACIÓN DEL HOMBRE ABANDONADO: TU ERES MI REFUGIO

A voz en grito clamo al Señor,
a voz en grito suplico al Señor;
desahogo ante él mis afanes,
expongo ante él mi angustia,
mientras me va faltando el aliento.

Pero tú conoces mis senderos,
y que en el camino por donde avanzo
me han escondido una trampa.

Me vuelvo a la derecha y miro:
nadie me hace caso;
no tengo adónde huir,
nadie mira por mi vida.

A ti grito, Señor;
te digo: «Tú eres mi refugio
y mi heredad en el país de la vida.»

Atiende a mis clamores,
que estoy agotado;
líbrame de mis perseguidores,
que son más fuertes que yo.

Sácame de la prisión,
y daré gracias a tu nombre:
me rodearán los justos
cuando me devuelvas tu favor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Tú eres mi refugio y mi heredad, Señor, en el país de la vida.

Ant 3. El Señor Jesús se rebajó; por eso Dios lo levantó sobre todo, por los siglos de los siglos.

Cántico: CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL - Flp 2, 6-11

Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios,
al contrario, se anonadó a sí mismo,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor Jesús se rebajó; por eso Dios lo levantó sobre todo, por los siglos de los siglos.

LECTURA BREVE   Rm 11, 33-36

¡Qué abismo de riqueza es la sabiduría y ciencia de Dios! ¡Qué insondables son sus juicios y qué irrastreables sus caminos! ¿Quién ha conocido jamás la mente del Señor? ¿Quién ha sido su consejero? ¿Quién le ha dado primero, para que él le devuelva? Él es origen, camino y término de todo. A él la gloria por los siglos. Amén.

RESPONSORIO BREVE

V. 
Cuántas son tus obras, Señor.
R. Cuántas son tus obras, Señor.

V. Y todas las hiciste con sabiduría.
R. Tus obras, Señor.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cuántas son tus obras, Señor.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. 
Llegada la tarde, después de haberse puesto el sol, le presentaron a Jesús todos los enfermos y poseídos por el demonio, y él los curó.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Llegada la tarde, después de haberse puesto el sol, le presentaron a Jesús todos los enfermos y poseídos por el demonio, y él los curó.

PRECES

Glorifiquemos a Dios, Padre, Hijo, y Espíritu Santo, y supliquémosle diciendo:

Escucha a tu pueblo, Señor.

Padre todopoderoso, haz que abunde en la tierra la justicia
y que tu pueblo se alegre en la paz.

Que todos los pueblos entren a formar parte de tu reino
y que el pueblo judío sea salvado.

Que los esposos cumplan tu voluntad, vivan en concordia
y que sean siempre fieles a su mutuo amor.

Recompensa, Señor, a nuestros bienhechores
y concédeles la vida eterna.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Acoge con amor a los que han muerto víctimas del odio, de la violencia o de la guerra
y dales el descanso eterno.

Movidos por el Espíritu Santo, dirijamos al Padre la oración que Cristo nos enseñó:

Padre nuestro...

ORACION

Señor, protege a tu pueblo con tu amor siempre fiel y, ya que sólo en ti hemos puesto nuestra esperanza, defiéndenos siempre con tu poder. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. 
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.