*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*Beata María Caridad
Brader*
27 de Febrero
TIEMPO DE
CUARESMA
SÁBADO
DE LA SEMANA I
Propio del Tiempo. Salterio I
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro
corazón.»
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro
corazón.»
Himno: LOS HOMBROS TRAIGO CARGADOS.
Los hombros traigo cargados
de graves culpas, mi Dios;
dadme esas lágrimas vos
y tomad estos pecados.
Yo soy quien ha de llorar,
por ser acto de flaqueza;
que no hay en naturaleza
más flaqueza que el pecar.
Y, pues andamos trocados,
que yo peco y lloráis vos,
dadme esas lágrimas vos
y tomad estos pecados.
Vos sois quien cargar se puede
estas mis culpas mortales,
que la menor destas tales
a cualquier peso excede;
y, pues que son tan pesados
aquestos yerros, mi Dios,
dadme esas lágrimas vos
y tomad estos pecados.
Al Padre, al Hijo, al Amor,
alegres cantad, criaturas,
y resuene en las alturas
toda gloria y todo honor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
Salmo 118, 145-152 TE INVOCO DE TODO CORAZÓN
Te invoco de todo corazón;
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.
Mis ojos se adelantan a las vigilias de la noche,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.
Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
Ant 2. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Cántico: HIMNO A DIOS, DESPUÉS DE LA VICTORIA DEL MAR ROJO Ex 15,
1-4. 8-13. 17-18
Cantaré al Señor, sublime es su victoria,
caballos y carros ha arrojado en el mar.
Mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Él es mi Dios: yo lo alabaré;
el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.
El Señor es un guerrero,
su nombre es «El Señor».
Los carros del faraón los lanzó al mar,
ahogó en el mar rojo a sus mejores capitanes.
Al soplo de tu ira se amontonaron las aguas,
las corrientes se alzaron como un dique,
las olas se cuajaron en el mar.
Decía el enemigo: «Los perseguiré y alcanzaré,
repartiré el botín, se saciará mi codicia,
empuñaré la espada, los agarrará mi mano.»
Pero sopló tu aliento y los cubrió el mar,
se hundieron como plomo en las aguas formidables.
¿Quién como tú, Señor, entre los dioses?
¿Quién como tú, terrible entre los santos,
temibles por tus proezas, autor de maravillas?
Extendiste tu diestra: se los tragó la tierra;
guiaste con misericordia a tu pueblo rescatado,
los llevaste con tu poder hasta tu santa morada.
Lo introduces y lo plantas en el monte de tu heredad,
lugar del que hiciste tu trono, Señor;
santuario, Señor, que fundaron tus manos.
El Señor reina por siempre jamás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Ant 3. Alabad al Señor, todas las naciones.
Salmo 116 - INVITACIÓN UNIVERSAL A LA ALABANZA DIVINA.
Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos:
Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alabad al Señor, todas las naciones.
LECTURA BREVE Is 1, 16-18
«Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Cesad de
obrar mal, aprended a obrar bien; buscad lo que es justo, haced justicia al
oprimido, defended al huérfano, proteged a la viuda. Entonces, venid, y
litigaremos —dice el Señor—. Aunque vuestros pecados sean como la grana,
blanquearán como la nieve; aunque sean rojos como escarlata, quedarán blancos
como lana.»
RESPONSORIO BREVE
V. Él me librará de la red del cazador.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Me cubrirá con su plumaje.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. El que
obra la verdad viene a la luz.
R. Y sus obras quedan de manifiesto.
PRIMERA LECTURA
Del libro del Deuteronomio 16, 1-17
LAS TRES GRANDES FIESTAS DE ISRAEL
En aquellos días, dio Moisés al pueblo estas normas:
«Guarda el mes de Abib, celebrando en él la Pascua del Señor, tu Dios, porque
en el mes de Abib te sacó de Egipto el Señor, tu Dios. Sacrificarás la Pascua
al Señor, tu Dios: ovejas o reses en el lugar que el Señor, tu Dios, elija para
sí por morada de su nombre.
No acompañarás la comida con pan fermentado. Durante siete días comerás panes
ázimos (pan de aflicción), porque saliste de Egipto apresuradamente; así
recordarás toda tu vida tu salida de Egipto. En siete días no ha de aparecer
levadura en todo tu territorio; de la carne sacrificada la noche del primer día
no quedará nada para el día siguiente. No puedes sacrificar la Pascua en
cualquiera de las ciudades que el Señor va a darte. Sólo en el lugar que elija
el Señor por morada de su nombre. Allí, al atardecer, sacrificarás la Pascua, a
la caída del sol, hora en que saliste de Egipto. La cocerás y la comerás en el
lugar que elija el Señor, y a la mañana siguiente emprenderás el regreso a tu
casa. Durante seis días comerás panes ázimos, y el séptimo habrá asamblea en
honor del Señor, tu Dios. No harás trabajo alguno.
Contarás siete semanas, a partir del día en que comiences a meter la hoz en la
mies. Entonces celebrarás la fiesta de las Semanas en honor del Señor, tu Dios.
La oferta voluntaria que hagas será en proporción a lo que te haya bendecido el
Señor. Te regocijarás en presencia del Señor, tu Dios, tú, tu hijo y tu hija,
tu esclavo y tu esclava, el levita que viva en tu ciudad, el forastero, el
huérfano y la viuda que vivan entre los tuyos, en el lugar que elija el Señor,
tu Dios, por morada de su nombre. Recuerda que fuiste esclavo en Egipto: guarda
y cumple todos estos preceptos.
La fiesta de los Tabernáculos la celebrarás durante siete días, cuando hayas
recogido la cosecha de tu era y tu lagar. Te regocijarás en tu fiesta, tú, tu
hijo y tu hija, tu esclavo y tu esclava, el levita, el forastero, el huérfano y
la viuda que vivan en tu vecindad. Harás fiesta siete días en honor del Señor,
tu Dios, en el lugar que elija para sí el Señor, pues el Señor, tu Dios, te
bendecirá en tus cosechas y en todos los trabajos de tus manos, para que seas
plenamente feliz.
Tres veces al año se presentará todo varón ante el Señor, tu Dios, al lugar que
él elija: por la fiesta de los Azimos, por la fiesta de las Semanas y por la
fiesta de los Tabernáculos. No se presente al Señor con las manos vacías; cada
uno ofrecerá su tributo según la bendición que el Señor le haya otorgado.»
RESPONSORIO Dt 16, 14. 15; Na 1, 15
R. Te regocijarás en tu fiesta, tú, tu hijo y tu hija, tu esclavo y
tu esclava, el levita, el forastero, el huérfano y la viuda; * el
Señor te bendecirá, para que seas plenamente feliz.
V. ¡He ahí por los montes los pies del mensajero de la Buena Nueva,
el que anuncia la paz! ¡Celebra tus fiestas, Judá!
R. El Señor te bendecirá, para que seas plenamente feliz.
SEGUNDA LECTURA
De la Constitución pastoral Gáudium et spes, sobre la Iglesia en
el mundo actual, del Concilio Vaticano segundo
(Núms.9-10)
LOS INTERROGANTES MAS PROFUNDOS DEL HOMBRE
El mundo moderno aparece a la vez poderoso y débil, capaz de lo mejor y de lo
peor, pues tiene abierto el camino para optar entre la libertad o la
esclavitud, entre el progreso o el retroceso, entre la fraternidad o el odio.
El hombre sabe muy bien que está en su mano el dirigir correctamente las
fuerzas que él ha desencadenado y que pueden aplastarlo o salvarlo. Por ello se
interroga a sí mismo.
En realidad, los desequilibrios que fatigan al mundo moderno están conectados
con ese otro desequilibrio fundamental que hunde sus raíces en el corazón
humano.
Son muchos los elementos que se combaten en el propio interior del hombre. A
fuer de creatura, el hombre experimenta múltiples limitaciones; se siente, sin
embargo, ilimitado en sus deseos y llamado a una vida superior.
Atraído por muchas solicitaciones, tiene que elegir y que renunciar. Más aún,
como enfermo y pecador, no es raro que haga lo que no quiere y deje de hacer lo
que querría llevar a cabo. Por ello siente en sí mismo la división, que tantas
y tan graves discordias provoca en la sociedad.
Son muchísimos los que, tarados en su vida por el materialismo práctico, no
quieren saber nada de la clara percepción de este dramático estado, o bien,
oprimidos por la miseria, no tienen tiempo para ponerse a considerarlo. Muchos
piensan hallar su descanso en una interpretación de la realidad, propuesta de
múltiples maneras.
Otros esperan del solo esfuerzo humano la verdadera y plena liberación de la
humanidad y abrigan el convencimiento de que el futuro reino del hombre sobre
la tierra saciará plenamente todos sus deseos.
Y no faltan, por otra parte, quienes, desesperando de poder dar a la vida un
sentido exacto, alaban la audacia de quienes piensan que la existencia carece
de toda significación propia y se esfuerzan por darle un sentido puramente
subjetivo.
Sin embargo, ante la actual evolución del mundo, son cada día más numerosos los
que se plantean o los que acometen con nueva penetración las cuestiones más
fundamentales: ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es el sentido del dolor, del mal, de la
muerte, que, a pesar de tantos progresos hechos, subsisten todavía? ¿Qué valor
tienen las victorias logradas a tan caro precio? ¿Qué puede dar el hombre a la
sociedad? ¿Qué puede esperar de ella? ¿Qué hay después de esta vida temporal?
Cree la Iglesia que Cristo, muerto y resucitado por todos, da al hombre su luz
y su fuerza por el Espíritu Santo, a fin de que pueda responder a su máxima
vocación, y que no ha sido dado bajo el cielo a la humanidad otro nombre en el
que haya de encontrar la salvación.
Igualmente cree que la clave, el centro y el fin de toda la historia humana se
hallan en su Señor y Maestro.
Afirma además la Iglesia que bajo la superficie de lo cambiante hay muchas
cosas permanentes, que tienen su último fundamento en Cristo, quien existe
ayer, hoy y para siempre.
RESPONSORIO 1Co 15, 55-56. 57; Lm 3, 25
R. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón?
El aguijón de la muerte es el pecado. * ¡Demos gracias a Dios,
que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo!
V. Bueno es el Señor para el que en él espera, para el alma que lo
busca.
R. ¡Demos gracias a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor
Jesucristo!
Sábado, 27
de febrero de 2021
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Mateo (5,43-48):
43 «Habéis oído que se dijo: = Amarás
a tu prójimo = y odiarás a tu enemigo.
44 Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos
y rogad por los que os persigan,
45 para que seáis hijos de vuestro Padre
celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e
injustos.
46 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué
recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos?
47 Y si no saludáis más que a vuestros hermanos,
¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles?
48 Vosotros, pues, sed perfectos como es
perfecto vuestro Padre celestial
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. «Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persiguen; así
seréis hijos de vuestro Padre celestial», dice el Señor.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persiguen; así
seréis hijos de vuestro Padre celestial», dice el Señor.
PRECES
Glorifiquemos a Cristo, que para hacer de nosotros creaturas
nuevas ha instituido el baño del bautismo y nos alimenta con su palabra y su
carne, y supliquémosle, diciendo:
Renuévanos con tu gracia, Señor.
Señor Jesús, tú que eres manso y humilde de corazón, danos entrañas de
misericordia, bondad y humildad
y danos comprensión para con todos.
Que sepamos ayudar a los necesitados y consolar a los que sufren,
para imitarte a ti, el buen Samaritano.
Que María, la Virgen Madre, interceda por las vírgenes que se han consagrado a
tu servicio,
para que vivan su virginidad con un grande amor hacia ti, en bien de la
Iglesia.
Concédenos la abundancia de tu misericordia
y perdona la multitud de nuestros pecados y el castigo que por ellos merecemos.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Digamos juntos la oración que Cristo nos enseñó y pidamos al Padre que nos
libre del mal:
Padre nuestro...
ORACION
Padre eterno, convierte hacia ti nuestros corazones, para que,
viviendo consagrados a tu servicio, te busquemos siempre a ti, que eres lo
único necesario, y practiquemos la caridad en todas nuestras acciones. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
*Beata María Caridad
Brader*
27 de Febrero
Caridad Brader, hija de Joseph Sebastián Brader y de María
Carolina Zahner, nació el 14 de agosto de 1860 en Kaltbrunn, St. Gallen
(Suiza). Fue bautizada al día siguiente con el nombre de María Josefa Carolina.
Dotada de una inteligencia poco común y guiada por las sendas del
saber y la virtud por una madre tierna y solícita, la pequeña Carolina moldeaba
su corazón mediante una sólida formación cristiana, un intenso amor a
Jesucristo y una tierna devoción a la Virgen María.
Conocedora del talento y aptitudes de su hija, su madre procuró
darle una esmerada educación. En la escuela de Kaltbrunn hizo, con gran
aprovechamiento, los estudios de la enseñanza primaria; y en el instituto de
María Hilf de Altstätten, dirigido por una comunidad de religiosas de la
Tercera Orden Regular de san Francisco, los de enseñanza media.
Cuando el mundo se abría ante ella atrayéndola con todos sus
halagos, la voz de Cristo empezó a hacer eco en su corazón y decidió abrazar la
vida consagrada. Esta elección de vida, como era previsible, provocó en primera
instancia la oposición de su madre, dado que ésta era viuda y Carolina su única
hija.
El 1 de octubre de 1880 ingresó en el convento franciscano de
clausura «María Hilf», en Altstätten, que regentaba un colegio como servicio
necesario a la Iglesia católica de Suiza.
El primero de marzo de 1881 vistió el hábito de Franciscana,
recibiendo el nombre de María Caridad del Amor del Espíritu Santo. El 22 de
agosto del siguiente año emitió los votos religiosos. Dada su preparación
pedagógica, fue destinada a la enseñanza en el colegio adosado al monasterio.
Abierta la posibilidad para que las religiosas de clausura
pudieran dejar el monasterio y colaborar en la extensión del Reino de Dios, los
obispos misioneros, a finales del siglo XIX, se acercaron a los conventos en
busca de monjas dispuestas a trabajar en los territorios de misión.
Monseñor Pedro Schumacher, celoso misionero de san Vicente de Paúl
y Obispo de Portoviejo (Ecuador) escribió una carta a las religiosas de María
Hilf, pidiendo voluntarias para trabajar como misioneras en su diócesis.
Las religiosas respondieron con entusiasmo a esta invitación. Una
de las más entusiastas para marchar a las misiones era la Madre Caridad Brader.
La beata María Bernarda Bütler, superiora del convento que encabezará el grupo
de las seis misioneras, la eligió entre las voluntarias diciendo: «A la
fundación misionera va la madre Caridad, generosa en sumo grado, que no
retrocede ante ningún sacrificio y, con su extraordinario don de gentes y su
pedagogía podrá prestar a la misión grandes servicios».
El 19 de junio de 1888 la Madre Caridad y sus compañeras
emprendieron el viaje hacia Chone, Ecuador. En 1893, después de duro trabajo en
Chone y de haber catequizado a innumerables grupos de niños, la Madre Caridad
fue destinada para una fundación en Túquerres, Colombia.
Allí desplegó su ardor misionero: amaba a los indígenas y no
escatimaba esfuerzo alguno para llegar hasta ellos, desafiando las embravecidas
olas del océano, las intrincadas selvas y el frío intenso de los páramos. Su
celo no conocía descanso. Le preocupaban sobre todo los más pobres, los
marginados, los que no conocían todavía el evangelio.
Ante la urgente necesidad de encontrar más misioneras para tan
vasto campo de apostolado, apoyada por el padre alemán Reinaldo Herbrand, fundó
en 1894 la Congregación de Franciscanas de María Inmaculada. La Congregación se
surtió al inicio de jóvenes suizas que, llevadas por el celo misionero, seguían
el ejemplo de la Madre Caridad. A ellas se unieron pronto las vocaciones
autóctonas, sobre todo de Colombia, que engrosaron las filas de la naciente
Congregación y se extendieron por varios países.
La Madre Caridad, en su actividad apostólica, supo compaginar muy
bien la contemplación y la acción. Exhortaba a sus hijas a una preparación
académica eficiente pero «sin que se apague el espíritu de la santa oración y
devoción». «No olviden —les decía— que cuanto más instrucción y capacidad tenga
la educadora, tanto más podrá hacer a favor de la santa religión y gloria de
Dios, sobre todo cuando la virtud va por delante del saber. Cuanto más intensa
y visible es la actividad externa, más profunda y fervorosa debe ser la vida
interior».
Encauzó su apostolado principalmente hacia la educación, sobre
todo en ambientes pobres y marginados. Las fundaciones se sucedían donde quiera
que la necesidad lo requería. Cuando se trataba de cubrir una necesidad o de
sembrar la semilla de la Buena Nueva, no existían para ella fronteras ni
obstáculo alguno.
Alma eucarística por excelencia, halló en Jesús Sacramentado los
valores espirituales que dieron calor y sentido a su vida. Llevada por ese amor
a Jesús Eucaristía, puso todo su empeño en obtener el privilegio de la
Adoración Perpetua diurna y nocturna, que dejó como el patrimonio más estimado
a su comunidad, junto con el amor y veneración a los sacerdotes como ministro
de Dios.
Amante de la vida interior, vivía en continua presencia de Dios.
Por eso veía en todos los acontecimientos su mano providente y misericordiosa y
exhortaba a los demás a «Ver en todo la permisión de Dios, y por amor a Él,
cumplir gustosamente su voluntad». De ahí su lema: «Él lo quiere», que fue el
programa de su vida.
Como superiora general, fue la guía espiritual de su Congregación
desde 1893 hasta el 1919 y de 1928 hasta el 1940, año en el que manifestó, en
forma irrevocable, su decisión de no aceptar una nueva reelección. A la
superiora general elegida le prometió filial obediencia y veneración. En 1933
tuvo la alegría de recibir la aprobación pontificia de su Congregación.
A los 82 años de vida, presintiendo su muerte, exhortaba a sus
hijas: «Me voy; no dejen las buenas obras que tiene entre manos la
Congregación, la limosna y mucha caridad con los pobres, grandísima caridad
entre las Hermanas, la adhesión a los obispos y sacerdotes».
El 27 de febrero de 1943, sin que se sospechara que era el último
día de su vida, dijo a la enfermera: «Jesús, ...Me muero». Fueron las últimas
palabras con las que entregó su alma al Señor.
Apenas se divulgó la noticia de su fallecimiento, comenzó a pasar
ante sus restos mortales una interminable procesión de devotos que pedían
reliquias y se encomendaban a su intercesión.
Los funerales tuvieron lugar el 2 de marzo de 1943, con la
asistencia de autoridades eclesiásticas y civiles y de una gran multitud de
fieles, que decían: «ha muerto una santa».
Después de su muerte, su tumba ha sido meta constante de devotos
que la invocan en sus necesidades.
Las virtudes que practicó se conjugan admirablemente con las
características que su Santidad Juan Pablo II destaca en su Encíclica
«Redemptoris Missio» y que deben identificar al auténtico misionero. Entre
ellas, como decía Jesús a sus apóstoles: «la pobreza, la mansedumbre y la
aceptación de los sufrimientos».
La Madre Caridad practicó la pobreza según el espíritu de san Francisco
y mantuvo durante toda la vida un desprendimiento total. Como misionera en
Chone, experimentó el consuelo de sentirse auténticamente pobre, al nivel de la
gente que había ido a instruir y evangelizar. Entre los valores evangélicos que
como fundadora se esforzó por mantener en la Congregación, la pobreza ocupaba
un lugar destacado.
La aceptación de los sufrimientos, según el Papa, son un
distintivo del verdadero misionero. !Qué bien encontramos realizado este
aspecto en la vida espiritual de la Madre Caridad! Su vida se deslizó día tras
día bajo la austera sombra de la cruz. El sufrimiento fue su inseparable
compañero y lo soportó con admirable paciencia hasta la muerte.
Otro aspecto de la vida misionera que destaca el Papa es la
alegría interior que nace de la fe. También la Madre Caridad vivió intensamente
esa alegría en medio de su vida austera. Era alegre de ánimo y quería que todas
sus hijas estuvieran contentas y confiaran en el Señor.
Estas y muchas otras virtudes fueron reconocidas por la Congregación
de las Causas de los Santos y aprobadas como primer paso para llegar a la
Beatificación. Se diría que Dios ha querido ratificar la santidad de la Madre
Caridad con un admirable milagro concedido por su intercesión en favor de la
niña Johana Mercedes Melo Díaz. Una encefalitis aguda había producido un daño
cerebral que le impedía el habla y la deambulación. Al término de una novena
que hizo su madre con fe viva y profunda devoción, la niña pronunció las
primeras palabras llamando a su madre y comenzó a caminar espontáneamente,
adquiriendo en poco tiempo la normalidad. Hoy, está aquí para agradecer a la
Madre Caridad en su solemne Beatificación.
I VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: INSIGNE DEFENSOR DE NUESTRA CAUSA.
Insigne defensor de nuestra causa,
Señor y Salvador del pueblo humano,
acoge nuestras súplicas humildes,
perdona nuestras culpas y pecados.
El día con sus gozos y sus penas
pasó dejando huellas en el alma,
igual que nuestros pies en su camino
dejaron en el polvo sus pisadas.
No dejes de mirarnos en la noche,
dormida nuestra vida en su regazo;
vigila el campamento de los hombres,
camino de tu reino ya cercano.
Ahuyenta de tu pueblo la zozobra,
sé nube luminosa en el desierto,
sé fuerza recobrada en el descanso,
mañana y horizonte siempre abierto.
Bendice, Padre santo, la tarea
del pueblo caminante en la promesa;
llegados a Emaús, tu Hijo amado
nos parta el pan y el vino de la cena. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los
llevó aparte a un alto monte, y se transfiguró en su presencia.
Salmo 118, 105-112 - HIMNO A LA LEY DIVINA
Lámpara es tu palabra para mis pasos,
luz en mi sendero;
lo juro y lo cumpliré:
guardaré tus justos mandamientos;
¡estoy tan afligido!
Señor, dame vida según tu promesa.
Acepta, Señor, los votos que pronuncio,
enséñame tus mandatos;
mi vida está siempre en peligro,
pero no olvido tu voluntad;
los malvados me tendieron un lazo,
pero no me desvié de tus decretos.
Tus preceptos son mi herencia perpetua,
la alegría de mi corazón;
inclino mi corazón a cumplir tus leyes,
siempre y cabalmente.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los
llevó aparte a un alto monte, y se transfiguró en su presencia.
Ant 2. Su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se
volvieron blancos como la luz.
Salmo 15 - CRISTO Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
Los dioses y señores de la tierra
no me satisfacen.
Multiplican las estatuas
de dioses extraños;
no derramaré sus libaciones con mis manos,
ni tomaré sus nombres en mis labios.
El Señor es mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano:
me ha tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad.
Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se
volvieron blancos como la luz.
Ant 3. Moisés y Elías hablaban de la muerte que Jesús iba a padecer en
Jerusalén.
Cántico: CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL - Flp 2,
6-11
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios,
al contrario, se anonadó a sí mismo,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Moisés y Elías hablaban de la muerte que Jesús iba a padecer en
Jerusalén.
LECTURA BREVE 2Co 6, 1-4a
Os exhortamos a que deis pruebas de no haber recibido en vano la gracia de
Dios, pues dice él en la Escritura: «En el tiempo propicio te escuché, y te
ayudé en el día de salvación.» Ahora es el tiempo propicio, ahora es el día de
salvación. A nadie queremos dar nunca motivo de escándalo, a fin de no hacer
caer en descrédito nuestro ministerio, antes al contrario, queremos
acreditarnos siempre en todo como verdaderos servidores de Dios.
RESPONSORIO BREVE
V. Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.
R. Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.
V. Cristo, oye los ruegos de los que te suplicamos.
R. Porque hemos pecado contra ti.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. De la nube salió una voz que dijo: «Éste es mi Hijo amado, en
quien tengo mis complacencias, escuchadlo.»
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. De la nube salió una voz que dijo: «Éste es mi Hijo amado, en
quien tengo mis complacencias, escuchadlo.»
PRECES
Bendigamos al Señor, solícito y providente para con todos los
hombres, e invoquémosle, diciendo:
Salva, Señor, a los que has redimido.
Señor, fuente de todo bien y origen de toda verdad, llena con tus dones a todos
los obispos
y conserva en la doctrina de los apóstoles a los fieles que les han sido
confiados.
Que aquellos que se nutren con el mismo pan de vida vivan unidos en la caridad,
para que todos seamos uno en el cuerpo de tu Hijo.
Que nos despojemos de nuestra vieja condición humana y de sus obras,
y nos renovemos a imagen de Cristo, tu Hijo.
Concede a tu pueblo que por la penitencia obtenga el Perdón de sus pecados
y tenga parte en los méritos de Jesucristo.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Haz que nuestros hermanos difuntos puedan alabarte eternamente en el cielo,
y que nosotros esperemos confiadamente unirnos a ellos en tu reino.
Pidamos a nuestro Padre, con las palabras que Cristo nos enseñó, que nos dé la
fuerza que necesitamos para no caer en la tentación:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, Padre Santo, que nos has mandado escuchar a tu amado Hijo,
aliméntanos con el gozo interior de tu palabra, para que, purificados por ella,
podamos contemplar tu gloria con mirada limpia en la perfección de tus obras.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.