*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*San Tobías*
7 de febrero
DOMINGO SEMANA I
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva.
Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva.
Aleluya.
Himno: ES VERDAD QUE LAS LUCES DEL ALBA
Es verdad que las luces del alba
del día de hoy
son más puras, radiantes y bellas,
por gracia de Dios.
Es verdad que yo siento en mi vida,
muy dentro de mí,
que la gracia de Dios es mi gracia,
que no merecí.
Es verdad que la gracia del Padre,
en Cristo Jesús,
es la gloria del hombre y del mundo
bañados en luz.
Es verdad que la Pascua de Cristo
es pascua por mí,
que su muerte y victoria me dieron
eterno vivir.
Viviré en alabanzas al Padre,
que al Hijo nos dio,
y que el santo Paráclito inflame
nuestra alma en amor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Por ti madrugo, Dios mío, para contemplar tu fuerza y tu gloria.
Aleluya.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Por ti madrugo, Dios mío, para contemplar tu fuerza y tu gloria.
Aleluya.
Ant 2. En medio de las llamas, los tres jóvenes, unánimes, cantaban:
«Bendito sea el Señor.» Aleluya.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. En medio de las llamas, los tres jóvenes, unánimes, cantaban:
«Bendito sea el Señor.» Aleluya.
Ant 3. Que el pueblo de Dios se alegre por su Rey. Aleluya.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Que el pueblo de Dios se alegre por su Rey. Aleluya.
LECTURA BREVE Ap 7, 10. 12
¡La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!
La bendición, y la gloria, y la sabiduría, y la acción de gracias, y el honor,
y el poder, y la fuerza son de nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre.
R. Ten piedad de nosotros.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
Primera Lectura
Comienza la carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1, 1-17
SALUDO Y ACCIÓN DE GRACIAS. DISCORDIAS ENTRE LOS CORINTIOS
Pablo, llamado a ser apóstol de Cristo Jesús por voluntad divina,
y el hermano Sostenes, a la Iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados
en Cristo Jesús, a vosotros, asamblea santa, con todos cuantos invocan el
nombre de Jesucristo, nuestro Señor, en todo lugar, entre vosotros y entre
nosotros: Gracia a vosotros y paz de parte de Dios, Padre nuestro, y de
Jesucristo, el Señor.
Doy sin cesar gracias a mi Dios por vosotros por la gracia divina que os ha
concedido en Cristo Jesús. En efecto, por vuestra unión con él, habéis quedado
colmados de toda riqueza: de toda clase de dones sobrenaturales de elocuencia y
de conocimiento de Dios, según la firmeza y solidez que entre vosotros ha
alcanzado el mensaje evangélico de Cristo. De este modo, no sois inferiores a
los demás en ningún don, vosotros, que esperáis vivamente la revelación de
Jesucristo, Señor nuestro.
Él os fortalecerá hasta el fin, de modo que os encontréis libres de culpa en el
día de Jesucristo, nuestro Señor. Fiel es Dios, por quien habéis sido
convocados a la unión con su Hijo Jesucristo, Señor nuestro.
Os exhorto, hermanos, por el nombre de Jesucristo, nuestro Señor, a que tengáis
todos unión y concordia. No haya disensiones entre vosotros. Formad un solo
grupo, unido por las mismas convicciones y sentimientos. Me he enterado, hermanos,
por los de la casa de Cloe, que hay discordias entre vosotros. Quiero decir:
Que cada uno de vosotros dice: «Yo soy de Pablo»; «Pues yo de Apolo»; «Pues yo
de Cefas»; «Pues yo de Cristo».
¿Es que está dividido Cristo? ¿Ha sido acaso Pablo crucificado por vosotros? ¿O
habéis sido acaso bautizados en el nombre de Pablo? Doy gracias a Dios por no
haber bautizado a ninguno de vosotros, fuera de Crispo y de Gayo. Así nadie
podrá decir que habéis sido bautizados en mi nombre.
Bueno, sí. Bauticé también a la familia de Estéfana; por lo demás, no sé si
bauticé a ningún otro. Cristo, en efecto, no me envió a bautizar, sino a
evangelizar; y no con sabiduría de palabras, a fin de no quitar eficacia a la
cruz de Cristo.
Responsorio Cf. 1 Co 1, 7. 8. 9
R. Esperamos vivamente la revelación de Jesucristo, Señor
nuestro; * él nos fortalecerá hasta el fin.
V. Fiel es Dios, por quien hemos sido convocados a la unión con
su hijo Jesucristo, Señor nuestro.
R. Él nos fortalecerá hasta el fin.
Segunda Lectura
Del comentario de san Agustín, obispo, sobre la carta a los Gálatas
(Prefacio: PL 35, 2105-2107)
ENTENDAMOS LA GRACIA DE DIOS
El motivo por el cual el Apóstol escribe a los gálatas es su deseo
de que entiendan que la gracia de Dios hace que no estén ya sujetos a la ley.
En efecto, después de haberles sido anunciada la gracia del Evangelio, no faltaron
algunos, provenientes de la circuncisión, que, aunque cristianos, no habían
llegado a comprender toda la gratuidad del don de Dios y querían continuar bajo
el yugo de la ley; ley que el Señor Dios había impuesto a los que estaban bajo
la servidumbre del pecado y no de la justicia, esto es, ley justa en sí misma
que Dios había dado a unos hombres injustos, no para quitar sus pecados, sino
para ponerlos de manifiesto; porque lo único que quita el pecado es el don gratuito
de la fe, que actúa por el amor. Ellos pretendían que los gálatas,
beneficiarios ya de este don gratuito, se sometieran al yugo de la ley,
asegurándoles que de nada les serviría el Evangelio si no se circuncidaban y no
observaban las demás prescripciones rituales del judaísmo.
Ello fue causa de que empezaran a sospechar que el apóstol Pablo, que les había
predicado el Evangelio, quizá no estaba acorde en su doctrina con los demás
apóstoles, ya que éstos obligaban a los gentiles a las prácticas judaicas: El
apóstol Pedro había cedido ante el escándalo de aquellos hombres, hasta llegar
a la simulación, como si él pensara también que en nada aprovechaba el
Evangelio a los gentiles si no cumplían los preceptos de la ley; de esta simulación
le hizo volver atrás el apóstol Pablo, como explica él mismo en esta carta.
La misma cuestión es tratada en la carta a los Romanos. No obstante, parece que
hay alguna diferencia entre una y otra, ya que en la carta a los Romanos dirime
la misma cuestión y pone fin a las diferencias que habían surgido entre los cristianos
procedentes del judaísmo y los procedentes de la gentilidad; mientras que en
esta carta a los Gálatas escribe a aquellos que ya estaban perturbados por la
autoridad de los que procedían del judaísmo y que los obligaban a la
observancia de la ley. Influenciados por ellos, empezaban a creer que la
predicación del apóstol Pablo no era auténtica, porque no quería que se
circuncidaran. Por esto, Pablo empieza con estas palabras: Me sorprende que tan
pronto hayáis abandonado al que os llamó a la gracia de Cristo, y os hayáis pasado
a otro evangelio.
Con este exordio, insinúa, en breves palabras, el meollo de la cuestión. Aunque
también lo hace en el mismo saludo inicial, cuando afirma de sí mismo que es
enviado no de hombres, nombrado apóstol no por un hombre, afirmación que no
encontramos en ninguna otra de sus cartas. Con esto demuestra suficientemente
que los que inducían a tales errores lo hacían no de parte de Dios, sino de
parte de los hombres; y que, por lo que atañe a la autoridad de la predicación
evangélica, ha de ser considerado igual que los demás apóstoles, ya que él
tiene la certeza de que es apóstol no de parte de los hombres ni por mediación
de hombre alguno, sino por Jesucristo y por Dios Padre.
Responsorio Sal 72, 25-26; 34, 3
R. ¿No te tengo a ti en el cielo?; y contigo, ¿qué me importa
la tierra? * Se consumen mi corazón y mi carne por Dios, mi herencia
eterna.
V. Di a mi alma: «Yo soy tu salvación.»
R. Se consumen mi corazón y mi carne por Dios, mi herencia
eterna.
*Lecturas
del Domingo 5º del Tiempo Ordinario - Ciclo B*
Domingo, 7 de febrero de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Marcos (1,29-39)*
29 Cuando salió de la sinagoga se fue
con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés.
30 La suegra de Simón estaba en cama con
fiebre; y le hablan de ella.
31 Se acercó y, tomándola de la mano, la
levantó. La fiebre la dejó y ella se puso a servirles.
32 Al atardecer, a la puesta del sol, le
trajeron todos los enfermos y endemoniados;
33 la ciudad entera estaba agolpada a la
puerta.
34 Jesús curó a muchos que se encontraban
mal de diversas enfermedades y expulsó muchos demonios. Y no dejaba hablar a
los demonios, pues le conocían.
35 De madrugada, cuando todavía estaba muy
oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer
oración.
36 Simón y sus compañeros fueron en su
busca;
37 al encontrarle, le dicen: «Todos te
buscan.»
38 Él les dice: «Vayamos a otra parte, a los
pueblos vecinos, para que también allí predique; pues para eso he salido.»
39 Y recorrió toda Galilea, predicando en
sus sinagogas y expulsando los demonios.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Se levantó Jesús muy de mañana y fue a un lugar
solitario, donde se puso a hacer oración.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Se levantó Jesús muy de mañana y fue a un lugar
solitario, donde se puso a hacer oración.
PRECES
Glorifiquemos al Señor Jesús, luz que alumbra a todo hombre y sol
de justicia que no conoce el ocaso, y digámosle:
Tú que eres nuestra vida y nuestra salvación, Señor, ten piedad.
Creador de la luz, de cuya bondad recibimos, con acción de gracias, las
primicias de este día;
te pedimos que el recuerdo de tu santa resurrección sea nuestro gozo durante
este domingo.
Que tu Espíritu Santo nos enseñe a cumplir tu voluntad,
y que tu sabiduría dirija hoy todas nuestras acciones.
Que al celebrar la eucaristía de este domingo tu palabra nos llene de gozo,
y que la participación en el banquete de tu amor haga crecer nuestra esperanza.
Que sepamos contemplar las maravillas que tu generosidad nos concede,
y vivamos durante todo el día en acción de gracias.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Digamos ahora todos juntos la oración que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Oh Dios, protector de los que en ti esperan, sin ti nada es fuerte
ni santo; aumenta los signos de tu misericordia sobre nosotros, para que, bajo
tu dirección, de tal modo nos sirvamos de las cosas pasajeras que por ellas
alcancemos con mayor plenitud las eternas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por
los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
San Tobías
7 de febrero
Tobías significa: "Dios es bueno".
Su historia se encuentra en el libro de la Biblia que lleva su
nombre.
Tobías es reconocido por ser fiel observante de la ley del
verdadero Dios desde la juventud, a pesar de la idolatría en cayeron sus padres. Se
casó con Ana y tuvo un hijo también llamado Tobías.
Uno de los libros más agradables de la Sagrada Escritura es el de
Tobías. Si abrimos nuestra Biblia, allá donde el índice nos dice que está el
Libro de Tobías y nos dedicamos a leerlo, pasaremos ratos verdaderamente
agradables en esta lectura. Allí se cuenta lo siguiente:
Tobías fue siempre un exacto cumplidor de sus deberes religiosos.
Siendo todavía muy joven, cuando sus familiares se apartaron de la verdadera
religión y empezaron a adorar al becerro de oro, él en cambio nunca quiso
adorar ese ídolo y era el único que en su familia iba en las grandes fiestas a
Jerusalén a adorar al verdadero Dios. Y siempre daba la décima parte de lo que
ganaba para el templo y para los pobres.
Se casó con una mujer de su propia religión, llamada Ana, y tuvo
un hijo al cual le puso también el nombre de Tobías.
Cuando el pueblo de Israel fue llevado cautivo a Nínive, Tobías
tuvo que ir también allá en destierro, pero allá le concedió Dios la simpatía
de los gobernantes y llegó a ocupar un alto puesto en la administración del
gobierno. Aprovechó el buen sueldo que tenía para hacer sus buenos ahorros y
prestó a un amigo suyo, que vivía en una ciudad lejana, los dineros que había
logrado conseguir.
Después hubo cambio de gobierno y el nuevo rey, llamado
Senaquerib, atacó a Jerusalén, pero por milagro de Dios no pudo tomarla, y
volvió lleno de rabia a Nínive y empezó a perseguir a los israelitas que allí
había. Quitó el cargo a Tobías y éste quedó en pobreza.
El rey hizo morir a muchos israelitas y prohibió que los
sepultaran, pues quería que los dejaran en los campos para que los devoraran
los cuervos. Pero Tobías, que era muy piadoso y muy caritativo, se dedicó de
noche a sepultar los cadáveres de sus paisanos. Y un día volvió a casa muy
cansado de estos trabajos y se sentó junto a una pared y se quedó dormido. Y
arriba había un nido de golondrinas y de allá le cayó estiércol caliente en los
ojos y quedó ciego. Y así estuvo por 4 años.
Como Tobías estaba ciego, su esposa tuvo que emplearse en una
fábrica de tejidos, para ganar el sustento. Y un día a ella le regalaron un
cabrito. Tobías al oír balar al animalito le dijo a la mujer: "Cuidado, no
sea que te hayas robado ese cabrito. Si es ajeno hay que devolverlo, porque
preferimos ser totalmente pobres a tener que quitar a alguien nada". La
esposa al oírle esto lo insultó y le dijo: "¿De qué le han servido tantas
limosnas que regalaba y tantas oraciones que rezaba? Mire a qué estado tan
desdichado ha llegado".
Tobías, lleno de tristeza ante estas palabras, se retiró a llorar
y rezaba diciendo: "Dios mío, todos estos sufrimientos nos llegan por los
pecados que hemos cometido. Señor, apiádate de mí, y si he de seguir sufriendo
tantas humillaciones, más bien acuérdate de mí, y llévame hacia Ti".
Mientras tanto, allá, en una ciudad lejana, una joven estaba
también siendo humillada terriblemente. Se llamaba Sara. Se había casado siete
veces, pero cada vez que se casaba, antes de que su esposo se le acercara
llegaba el demonio Asmodeo y mataba al hombre. Y un día Sara regañó justamente
a una sirvienta, y ésta, para desquitarse, le dijo: "Que nadie vea hijos
tuyos, porque eres una asesina de siete maridos". Al oír semejante
infamia, la joven Sara se fue a la azotea a llorar y hasta le llegó el deseo de
suicidarse, pero rechazó este mal pensamiento porque aquello traería muchos
sufrimientos a sus padres. Entonces oró a Dios diciendo: "Señor, tú sabes
que yo he hecho siempre lo mejor posible por tener un buen comportamiento. Oh Señor,
si he de seguir escuchando semejantes insultos de la gente, prefiero más bien
que me lleves a Ti y me saques de esta vida. Pero si crees que lo mejor es que
yo siga viviendo en esta tierra, te suplico que me libres de esta pena tan
grande".
Y las dos oraciones llegaron al mismo tiempo al cielo. La de
Tobías, que había sido humillado, y la de Sara, que había sido insultada. Y
Dios dispuso responder a estas dos plegarias enviándoles un ángel a ayudarlos.
En aquel tiempo se acordó Tobías de que el amigo Gabael que vivía
en una ciudad lejana le debía dinero que él le había prestado. Y llamó a su
hijo Tobías y le dijo: "Vaya a la plaza y busque un buen hombre que lo
quiera acompañar durante el largo y peligroso viaje, y dígale que le pagaremos
el sueldo debido durante todo el tiempo que dure el viaje".
Y entonces envió Dios al ángel San Rafael disfrazado de
hombre, el cual se le ofreció a Tobías para acompañarlo en el largo recorrido.
Tobías padre lo aceptó porque parecía ser muy buena persona.
Antes de que su hijo se despidiera para partir, Tobías le dio
estos consejos: "Tu mejor tesoro será siempre tener temor de ofender a
Dios, y alejarte de todo pecado. Te conviene pedir siempre consejo a los que
son prudentes y bien instruidos. Debes bendecir a Dios en toda circunstancia.
Pídele que sean buenos todos tus comportamientos y que lleguen a buen fin tus
proyectos. Te aconsejo que compartas tus alimentos con los hambrientos y tus
comodidades con los que no las tienen. Todo cuanto no necesites debes darlo a
los pobres. No hagas nunca a nadie lo que no quieres que te hagan a ti. Jamás
se te vaya a ocurrir casarte con una mujer que no sea de nuestra santa
religión. No pierdas el tiempo, porque la ociosidad es la madre de la miseria.
Haz limosnas con generosidad, pero con alegría y sin echar en cara lo que
regalas. Recuerda que el dar limosna libra de muchos males. Trata siempre con
mucho cariño a tu madre. Recuerda lo mucho que ella ha sufrido por ti. Recuerda
que si te esfuerzas por pórtate bien, el Señor Dios te concederá muchos
éxitos".
Bendecido por su padre emprendió Tobías a la lejana ciudad de
Ragués, acompañado por el ángel Rafael. La mamá lloraba mucho y estaba
desconsolada, pero Tobías le decía: "No te afanes tanto, que Dios, que nos
ama y nos protege, hará que nuestro hijo logre ir y volver sin que le suceda
nada malo".
Y al llegar al río Tigris, Tobías entró al agua, pero un
enorme pez se le lanzó a morderlo. El ángel le gritó: "Agarre fuerte al
pez y láncelo fuera". Así lo hizo. Y en seguida Rafael le dijo:
"Ábralo y sáquele la hiel, y el corazón, que nos van a ser muy
útiles". Tobías sacó la hiel y el corazón del pez y los envolvió y los
guardó.
Al llegar a la ciudad de Ecbatana, se hospedaron en casa del
israelita Raguel, padre de Sara, la joven que había orado con tanta tristeza.
Tobías se enamoró de Sara, pero Raguel le contó que el demonio había matado a
los otros siete que habían tratado de casarse con ella. Rafael le dijo a Tobías
que podía casarse tranquilamente, pues él alejaría al demonio Asmodeo. Se
celebraron las bodas muy festivamente y Tobías y Sara rezaron con mucha fe
pidiendo a Dios que bendijera su matrimonio. Tobías dijo: "Señor: tú sabes
que no me caso por satisfacer mis pasiones, sino por formar un hogar donde se
honre al verdadero Dios y se practique la verdadera religión". Y Sara
también rezó encomendando a Dios su nuevo hogar. Y el ángel Rafael ató al
demonio Asmodeo y lo llevó a un desierto y no permitió que les hiciera daño a
los esposos.
Mientras en la familia se celebraban fiestas en honor de los
desposados, el ángel Rafael fue hasta donde vivía Gabael y presentándole el
recibo de Tobías, cobró el dinero que le debía y lo trajo. Y con este dinero y
con toda la herencia que los papás de Sara le dieron a su hija se dispusieron a
regresar a Nínive.
Tobías y su esposa Sara volvieron a Nínive, donde los ancianos
padres estaban ya muy angustiados por su ausencia. El ángel le dijo: "Tan
pronto te encuentres con tu padre, refriégale en los ojos la hiel del
pescado". Así lo hizo el joven, y apenas su padre lo abrazó, él le refregó
por los ojos la hiel, y se le cayeron unas escamas y recobró la vista y empezó
a bendecir a Dios delante de todos.
Tobías le dijo a su hijo: ¿qué le daremos a este compañero tan
bueno que tantos favores nos ha hecho? Démosle la mitad de todo lo que hemos
conseguido. Pero el ángel les dijo: "Yo soy Rafael, uno de los siete
ángeles que están siempre delante de Dios. El Señor me envió a ayudarlos,
porque Él ha escuchado todas las oraciones que ustedes le han dirigido. Porque
eras aceptable a Dios por eso te permitió sufrimientos para que consiguieras
mayores premios. Pero cuando ustedes rezaban angustiados, yo llevaba sus
oraciones ante el Trono de Dios".
Y continuo diciendo: "No sientan nunca vergüenza de contar
a todos los favores que Dios les ha hecho. Recuerden que la limosna borra
muchos pecados. La oración y el hacer sacrificios hacen inmenso bien. Los que
se dedican a pecar son enemigos de la propia felicidad. Pero los que se dedican
a repartir limosnas consiguen muchos favores de Dios".
Ellos se arrodillaron para venerar al ángel, y éste desapareció.
Y así la familia de Tobías gozó en adelante de mucha paz y
felicidad porque Dios los bendecía mucho y los ayudaba siempre, y ellos
siguieron todos siendo fieles a la santa y verdadera religión.
Familias como ésta, sí en verdad merecen ser imitadas por todas
nuestras familias.
Oración a San Tobías para pedir ayuda y
protección
Santo Señor, Oh Dios Padre de Misericordia,
Por tu nombre santísimo que todo lo puede,
te elevo esta humilde alabanza
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo Trino
Oh Señor,
Tú que hiciste acompañar a tu siervo Tobías hijo
por la presencia divina del arcángel Rafael,
para emprender el largo viaje,
que lo llevaron a la victoria contra el enemigo de Sara,
para dejarla libre del demonio que la atormentaba
líbrame de todo enemigo que me aceche.
Oh Señor que devolviste la vista a Tobías
con las vísceras del enorme pez
abre mis ojos para ver todo lo que debo ver.
Señor que estas siempre dispuesto a ayudar,
que nos bendices con tu infinita misericordia,
alíviame en la necesidad
como hiciste con Tobías, y su hijo
y mediante su intercesión
dame tu auxilio para remediar esta gran necesidad.
(hacer la petición)
Haz que yo también reciba tu asistencia celestial
para que te hagas presente al lado mío,
en todos los caminos
y especialmente a la hora de la prueba,
para que mi fe sea inquebrantable
y me conduzca a la victoria.
Te lo pido por Jesucristo,
nuestro señor y nuestro hermano.
Amén
Hacer el Acto de Contrición (Señor mío Jesucristo)
y rezar tres padrenuestro, tres avemarías, tres glorias
II VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: DIOS DE LA LUZ, PRESENCIA ARDIENTE.
Dios de la luz, presencia ardiente
sin meridiano ni frontera:
vuelves la noche mediodía,
ciegas al sol con tu derecha.
Como columna de la aurora,
iba en la noche tu grandeza;
te vio el desierto, y destellaron
luz de tu gloria las arenas.
Cerró la noche sobre Egipto
como cilicio de tinieblas;
para tu pueblo amanecías
bajo los techos de las tiendas.
Eres la luz, pero en tu rayo
lanzas el día o la tiniebla:
ciegas los ojos del soberbio,
curas al pobre su ceguera.
Cristo Jesús, tú que trajiste
fuego a la entraña de la tierra,
guarda encendida nuestra lámpara
hasta la aurora de tu vuelta. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Desde Sión extenderá el Señor el poder de su cetro, y reinará
eternamente. Aleluya.
Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Desde Sión extenderá el Señor el poder de su cetro, y reinará
eternamente. Aleluya.
Ant 2. En presencia del Señor se estremece la tierra. Aleluya.
Salmo 113 A - ISRAEL LIBRADO DE EGIPTO; LAS MARAVILLAS DEL ÉXODO.
Cuando Israel salió de Egipto,
los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue su santuario,
Israel fue su dominio.
El mar, al verlos, huyó,
el Jordán se echó atrás;
los montes saltaron como carneros;
las colinas, como corderos.
¿Qué te pasa, mar, que huyes,
y a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros;
colinas, que saltáis como corderos?
En presencia del Señor se estremece la tierra,
en presencia del Dios de Jacob;
que transforma las peñas en estanques,
el pedernal en manantiales de agua.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. En presencia del Señor se estremece la tierra. Aleluya.
Ant 3. Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. Aleluya.
Cántico: LAS BODAS DEL CORDERO - Cf. Ap 19,1-2, 5-7
El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados
cuando el oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente
decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa.
Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios
(R. Aleluya)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Alabad al Señor sus siervos todos.
(R. Aleluya)
Los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya)
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Llegó la boda del cordero.
(R. Aleluya)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. Aleluya.
LECTURA BREVE 2Co 1, 3-4
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y
Dios de todo consuelo; él nos consuela en todas nuestras luchas, para poder
nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con
que nosotros somos consolados por Dios.
RESPONSORIO BREVE
V. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
R. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
V. Digno de gloria y alabanza por los siglos.
R. En la bóveda del cielo.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El reino de los cielos es una perla fina: el que la encuentra
vende todo lo que tiene y la compra.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El reino de los cielos es una perla fina: el que la encuentra
vende todo lo que tiene y la compra.
PRECES
Adoremos a Cristo, Señor nuestro y cabeza de la Iglesia, y
digámosle confiadamente:
Venga a nosotros tu reino, Señor.
Señor, amigo de los hombres, haz de tu Iglesia instrumento de concordia y
unidad entre ellos
y signo de salvación para todos los pueblos.
Protege con tu brazo poderoso al Papa y a todos los obispos
y concédeles trabajar en unidad, amor y paz.
A los cristianos concédenos vivir íntimamente unidos a ti, nuestro Maestro,
y dar testimonio en nuestras vidas de la llegada de tu reino.
Concede, Señor, al mundo el don de la paz
y haz que en todos los pueblos reine la justicia y el bienestar.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Otorga, a los que han muerto, una resurrección gloriosa
y haz que los que aún vivimos en este mundo gocemos un día con ellos de la
felicidad eterna.
Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor:
Padre nuestro...
ORACION
Oh Dios, protector de los que en ti esperan, sin ti nada es fuerte
ni santo; aumenta los signos de tu misericordia sobre nosotros, para que, bajo
tu dirección, de tal modo nos sirvamos de las cosas pasajeras que por ellas
alcancemos con mayor plenitud las eternas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los
siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.