*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*Santa Ángela de Merici*
MIERCOLES
SEMANA III
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y
mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Adoremos a Dios, porque él nos ha
creado.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Adoremos a Dios, porque él nos ha creado.
Himno: DETENTE, AURORA DE ESTE NUEVO DÍA.
¡Detente, aurora de este nuevo día,
refleja en mis pupilas tu paisaje!
Mensajera de amor, es tu equipaje
la hermosura hecha luz y profecía.
¡Detente, aurora, dulce epifanía,
rostro de Dios, qué bello es tu mensaje!
Queme tu amor mi amor que va de viaje
en lucha, y en trabajo y alegría.
Avanzamos, corremos fatigados,
mañana tras mañana enfebrecidos
por la carga de todos los pecados.
Arrópanos, Señor, con la esperanza;
endereza, Señor, los pies perdidos,
y recibe esta aurora de alabanza. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Alegra el alma de tu siervo, pues
levanto mi alma hacia ti, Señor.
Salmo 85 - ORACIÓN DE UN POBRE ANTE LAS
DIFICULTADES.
Inclina tu oído, Señor; escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti.
Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti;
porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.
En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual entre los dioses, Señor,
ni hay obras como las tuyas.
Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios.»
Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.
Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
por tu grande piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo.
Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti.
Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí.
Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava;
dame una señal propicia,
que la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alegra
el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti, Señor.
Ant 2. Dichoso
el hombre que procede con justicia y habla con rectitud.
Cántico: DIOS JUZGARÁ CON JUSTICIA Is
33,13-16
Los lejanos, escuchad lo que he hecho;
los cercanos, reconoced mi fuerza.
Temen en Sión los pecadores,
y un temblor se apodera de los perversos:
«¿Quién de nosotros habitará un fuego devorador,
quién de nosotros habitará una hoguera perpetua?».
El que procede con justicia y habla con rectitud
y rehúsa el lucro de la opresión;
el que sacude la mano rechazando el soborno
y tapa su oído a propuestas sanguinarias,
el que cierra los ojos para no ver la maldad:
ése habitará en lo alto,
tendrá su alcázar en un picacho rocoso,
con abasto de pan y provisión de agua.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso
el hombre que procede con justicia y habla con rectitud.
Ant 3. Aclamad
al Rey y Señor.
Salmo 97 - EL SEÑOR, JUEZ VENCEDOR
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad:
tocad la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas
aclamad al Rey y Señor.
Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes
al Señor, que llega para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aclamad
al Rey y Señor.
LECTURA BREVE Jb 1, 21; 2, 10b
Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré a él. El Señor me lo
dio, el Señor me lo quitó, bendito sea el nombre del Señor. Si aceptamos de
Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los males?
RESPONSORIO BREVE
V. Inclina, Señor, mi corazón a tus
preceptos.
R. Inclina,
Señor, mi corazón a tus preceptos.
V. Dame
vida con tu palabra.
R. Inclina,
Señor, mi corazón a tus preceptos.
V. Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Inclina,
Señor, mi corazón a tus preceptos.
V. La
explicación de tus palabras ilumina.
R. Da inteligencia a los ignorantes.
PRIMERA LECTURA
De la carta a los Romanos 9, 19-33
LA LIBRE OMNIPOTENCIA DEL CREADOR
¿Puede alguno oponerse a la voluntad de Dios? ¡Oh hombre! ¿Quién eres tú para
pedir cuentas a Dios? ¿Puede acaso la vasija de barro decir al alfarero: «Por
qué me has hecho así»? ¿O es que el alfarero no tiene poder sobre el barro? ¿O
no puede hacer de la misma masa una vasija o para un fin noble o para un vil
menester? ¿Qué tienes, pues, que replicar si Dios, queriendo mostrar su cólera
y dar a conocer su poder, soportó con toda longanimidad a los que eran objeto
de ira y estaban maduros para la perdición? ¿Y qué, si quiso dar a conocer las
riquezas de su gloria en favor de los que eran objeto de misericordia, y están
destinados por él desde un principio para la gloria? Y éstos, precisamente,
somos nosotros, a quienes ha convocado no sólo de entre los judíos, sino
también de entre los gentiles.
Así dice en Oseas: «Al pueblo que no es mío llamaré "pueblo mío"; y a
la que no es mi amada "mi amada" llamaré. Y allí donde se dijo:
"No seréis más mi pueblo", serán ellos llamados "los hijos del
Dios vivo".»
E Isaías grita en favor de Israel: «Aunque lleguen los hijos de Israel a ser
como la arena de la mar, la salvación será sólo para un resto. Y efectuará el
Señor sobre la tierra, con toda prontitud, su palabra de ruina universal.»
Y como profetizó Isaías: «Si no hubiera dejado de nosotros el Señor de los
ejércitos un renuevo, la suerte de Sodoma habríamos corrido; como Gomorra
habríamos quedado.»
¿Qué se sigue de todo esto? Que los gentiles, que no andaban tras la
justificación, alcanzaron la justificación, la que proviene de la fe; mientras
que los israelitas, que corrían tras una ley orientada a la justificación, no
llegaron al fin de la ley. Y ¿por qué? Porque quisieron alcanzarla no por el
camino de la fe, sino por el de las obras de la ley, como si ello fuera
posible. Tropezaron en la piedra de escándalo, según frase de la Escritura:
«Mirad, voy a poner una piedra de escándalo en Sión, y allí tropezarán. Quien
en él tenga fe no será confundido.»
RESPONSORIO Os 2, 23b-24; cf. Rm 9, 23a. 25a
R. Me compadeceré de la «No-compadecida», * y
diré a «No-es-mi-pueblo»: «Tú eres mi pueblo», y él responderá: «Tú eres mi
Dios.»
V. Dios, para dar a conocer las riquezas de su gloria, nos ha
convocado, como dice en Oseas:
R. Y diré a «No-es-mi-pueblo»: «Tú eres mi pueblo», y él responderá:
«Tú eres mi Dios.»
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Bernardo, abad, sobre el Cantar de los
cantares
(Sermón 61, 3-5: Opera omnia, 2, 150-151)
DONDE ABUNDÓ EL PECADO, SOBREABUNDÓ LA GRACIA
¿Dónde podrá hallar nuestra debilidad un descanso seguro y tranquilo sino en
las llagas del Salvador? En ellas habito con seguridad, sabiendo que él puede
salvarme. Grita el mundo, me oprime el cuerpo, el diablo me pone asechanzas,
pero yo no caigo, porque estoy cimentado sobre piedra firme. Si cometo un gran
pecado, me remorderá mi conciencia, pero no perderé la paz, porque me acordaré
de las llagas del Señor. El, en efecto, fue herido por nuestras rebeldías. ¿Qué
hay tan mortífero que no haya sido destruido por la muerte de Cristo? Por esto,
si me acuerdo que tengo a mano un remedio tan poderoso y eficaz, ya no me
atemoriza ninguna dolencia, por maligna que sea.
Por esto no tenía razón aquel que dijo: Mi culpa es demasiado grande para soportarla.
Es que él no podía atribuirse ni llamar suyos los méritos de Cristo, porque no
era miembro del cuerpo cuya cabeza es el Señor.
Pero yo tomo de las entrañas del Señor lo que me falta, pues sus entrañas
rebosan misericordia. Agujerearon sus manos y pies y atravesaron su costado con
una lanza; y a través de estas hendiduras puedo libar miel silvestre y aceite
de rocas de pedernal, es decir, puedo gustar y ver cuán bueno es el Señor.
Sus designios eran designios de paz, y yo lo ignoraba. Porque, ¿quién ha
conocido jamás la mente del Señor?, ¿quién ha sido su consejero? Pero el clavo
penetrante se ha convertido para mí en una llave que me ha abierto el
conocimiento de la voluntad del Señor. ¿Por qué no he de mirar a través de esta
hendidura? Tanto el clavo como la llaga proclaman que en verdad Dios está en
Cristo reconciliando al mundo consigo. Un hierro atravesó su alma, hasta cerca
del corazón, de modo que ya no es incapaz de compadecerse de mis debilidades.
Las heridas que su cuerpo recibió nos dejan ver los secretos de su corazón; nos
dejan ver el gran misterio de piedad, nos dejan ver la entrañable misericordia
de nuestro Dios, por la que nos ha visitado el sol que nace de lo alto. ¿Qué
dificultad hay en admitir que tus llagas nos dejan ver tus entrañas? No podría
hallarse otro medio más claro que estas tus llagas para comprender que tú,
Señor, eres bueno y clemente, y rico en misericordia. Nadie tiene una
misericordia más grande que el que da su vida por los sentenciados a muerte y a
la condenación.
Luego mi único mérito es la misericordia del Señor. No seré pobre en méritos,
mientras él no lo sea en misericordia. Y porque la misericordia del Señor es
mucha, muchos son también mis méritos. Y aunque tengo conciencia de mis muchos
pecados, donde abundó el pecado sobreabundó la gracia. Y, si la misericordia
del Señor dura siempre, yo también cantaré eternamente las misericordias del
Señor. ¿Cantaré acaso mi propia justicia? Señor, narraré tu justicia, tuya
entera. Sin embargo, ella es también mía, pues tú has sido constituido mi
justicia de parte de Dios.
RESPONSORIO Is 53, 5; 1Pe 2, 24
R. Él fue herido por nuestras rebeldías, triturado por nuestros
crímenes; él soportó él castigo que nos trae la paz, * por
sus llagas hemos sido curados.
V. Cristo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre la cruz, para
que, muertos al pecado, vivamos para la justificación.
R. Por sus llagas hemos sido curados.
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Marcos (4,1-20):
1 Y otra vez se puso a enseñar a
orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a él que hubo de subir a una
barca y, ya en el mar, se sentó; toda la gente estaba en tierra a la orilla del
mar.
2 Les enseñaba muchas cosas por medio de
parábolas. Les decía en su instrucción:
3 «Escuchad. Una vez salió un sembrador a
sembrar.
4 Y sucedió que, al sembrar, una parte cayó
a lo largo del camino; vinieron las aves y se la comieron.
5 Otra parte cayó en terreno pedregoso,
donde no tenía mucha tierra, y brotó en seguida por no tener hondura de tierra;
6 pero cuando salió el sol se agostó y, por
no tener raíz, se secó.
7 Otra parte cayó entre abrojos; crecieron
los abrojos y la ahogaron, y no dio fruto.
8 Otras partes cayeron en tierra buena y,
creciendo y desarrollándose, dieron fruto; unas produjeron treinta, otras
sesenta, otras ciento.»
9 Y decía: «Quien tenga oídos para oír, que
oiga.»
10 Cuando quedó a solas, los que le seguían
a una con los Doce le preguntaban sobre las parábolas.
11 El les dijo: «A vosotros se os ha dado el
misterio del Reino de Dios, pero a los que están fuera todo se les presenta en
parábolas,
12 para que = por mucho que miren no vean,
por mucho que oigan no entiendan, no sea que se conviertan y se les perdone.» =
13 Y les dice: «¿No entendéis esta parábola?
¿Cómo, entonces, comprenderéis todas las parábolas?
14 El sembrador siembra la Palabra.
15 Los que están a lo largo del camino donde
se siembra la Palabra son aquellos que, en cuanto la oyen, viene Satanás y se
lleva la Palabra sembrada en ellos.
16 De igual modo, los sembrados en terreno
pedregoso son los que, al oír la Palabra, al punto la reciben con alegría,
17 pero no tienen raíz en sí mismos, sino
que son inconstantes; y en cuanto se presenta una tribulación o persecución por
causa de la Palabra, sucumben en seguida.
18 Y otros son los sembrados entre los
abrojos; son los que han oído la Palabra,
19
pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y las demás
concupiscencias les invaden y ahogan la Palabra, y queda sin fruto.
20 Y los sembrados en tierra buena son
aquellos que oyen la Palabra, la acogen y dan fruto, unos treinta, otros
sesenta, otros ciento.»
Palabra del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Realiza, Señor, con nosotros la
misericordia y recuerda tu santa alianza.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU
PRECURSOR Lc 1, 68-79
+Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Realiza,
Señor, con nosotros la misericordia y recuerda tu santa alianza.
PRECES
Invoquemos a Cristo, que se entregó a sí
mismo por la Iglesia, y le da alimento y calor, diciendo:
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.
Bendito seas, Señor, Pastor de la Iglesia, que nos vuelves a dar hoy la luz y
la vida;
haz que sepamos agradecerte este magnífico don.
Mira con amor a tu grey, que has congregado en tu nombre;
haz que no se pierda ni uno solo de los que el Padre te ha dado.
Guía a tu Iglesia por el camino de tus mandatos,
y haz que el Espíritu Santo la conserve en la fidelidad.
Que tus fieles, Señor, cobren nueva vida participando en la mesa de tu pan y de
tu palabra,
para que, con la fuerza de este alimento, te sigan con alegría.
Se pueden añadir algunas intenciones
libres
Concluyamos nuestra oración diciendo juntos las palabras de Jesús, nuestro
Maestro:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios, que nos has creado con tu
sabiduría y nos gobiernas con tu providencia, infunde en nuestras almas la
claridad de tu luz, y haz que nuestra vida y nuestras acciones estén del todo
consagradas a ti. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
*Santa Ángela de Merici*
Ángela nació el 21 de marzo de 1474, en Desenzano, puerto de pesca
a orillas del lago de Garda, a treinta kilómetros de Brescia. Su padre, Juan de
Merici, y su madre, Biancosi, vivían en la granja de los Grezze, subsistente en
la actualidad, de la cual eran propietarios. Ángela era la última de cinco
hijos: tres niños y dos niñas.
La casa paterna era un verdadero santuario; se vivía y trabajaba
continuamente con el pensamiento de «Dios me ve»; se rezaba en común; por la
tarde, la lectura de un libro de piedad o la Vida de los Santos daba fin a los
trabajos del día.
Ángela seguía con extremado esmero e íntima satisfacción estas
piadosas prácticas. Con tan santas ideas y elevados pensamientos, se trazó un
género de vida que tenía mucho de retiro y soledad. Con la ayuda de su hermana,
que tenía aspiraciones muy semejantes, transformó en oratorio una habitación
reducida, donde se retiraban cada tarde a horas determinadas para orar y cantar
las divinas alabanzas. A estos ejercicios juntaba Ángela los rigores de la
penitencia. A los nueve años consagró a Dios su virginidad, haciendo voto de
guardarla, y persuadió a su hermana para que hiciera lo mismo. Desde entonces
renunció a todos los adornos mundanos, y su única preocupación era complacer en
todo a Nuestro Señor Jesucristo.
Ángela estaba dotada de rara hermosura: poseía una abundante
cabellera, cuyos bucles de oro flotaban a merced del viento. Un día, oyendo
alabar su belleza se turbó y, no pudiendo cortar sus doradas trenzas sin
singularizarse imprudentemente, optó por anular su brillo empleando una extraña
loción, compuesta de agua, hollín y miel.
Tenía trece años cuando, a sus instancias, fue admitida a la
primera comunión. Hubiera querido comulgar todos los días, pero la lamentable
costumbre de las comuniones tardías y raras, esclavizaba a las almas amantes de
Jesús en la Eucaristía. Por lo cual, cuando Jesús venía a su alma estaba en el
colmo de la felicidad: pasaba todo aquel día sin querer tomar ningún otro
alimento, y tenía sabrosísimos coloquios con su dulce y amable Jesús.
El nombre de Santa Ángela de Merici es de los que mayor celebridad
ha alcanzado en la historia de la Iglesia. En pleno Renacimiento, cuando se
está elaborando un mundo nuevo, en el momento en que la herejía de Lutero
empieza sus estragos, esta humilde creyente sin letras comprende que la
ignorancia es la gran plaga de la Iglesia, y organiza para la educación de las
niñas lo que San Ignacio de Loyola en favor de los jóvenes. Por donde se ve
cómo Dios sabe escoger a su debido tiempo instrumentos dóciles para realizar
sus designios providenciales.
Funda la Compañía
de Santa Úrsula, primera Congregación de mujeres dedicadas a
la enseñanza. Para cumplir su misión, las primeras Ursulinas vivirán en medio
del mundo; transformarán el ideal de la vida religiosa, que para las mujeres no
pasaba del claustro y del hábito monacal.
Por otra parte, la fundadora determina que, dócil a la autoridad
eclesiástica, el Instituto se adapte a los tiempos y lugares. «A estas dos
Compañías de Ursulinas y Jesuitas, deben principalmente muchas naciones de
Europa haber conservado la verdadera doctrina católica»
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi
auxilio
R. Señor, date prisa en
socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: SEÑOR, TÚ ERES MI
PAZ Y MI CONSUELO.
Señor, tú eres mi paz y mi consuelo
al acabar el día su jornada,
y, libres ya mis manos del trabajo,
a hacerte ofrenda del trabajo vengo.
Señor, tú eres mi paz y mi consuelo
cuando las luces de este día acaban,
y, ante las sombras de la noche oscura,
mirarte a ti, mi luz, mirarte puedo.
Señor, tú eres mi paz y mi consuelo,
y aunque me abruma el peso del pecado,
movido por tu amor y por tu gracia,
mi salvación ponerla en ti yo quiero.
Señor, tú eres mi paz y mi consuelo,
muy dentro de mi alma tu esperanza
sostenga mi vivir de cada día,
mi lucha por el bien que tanto espero.
Señor, tú eres mi paz y mi consuelo;
por el amor de tu Hijo, tan amado,
por el Espíritu de ambos espirado,
conduce nuestra senda hacia tu encuentro. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Los que sembraban con
lágrimas cosechan entre cantares.
Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA
Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Ant 2. Que el Señor nos construya la casa
y nos guarde la ciudad.
Salmo 126 - EL ESFUERZO
HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Que el Señor nos construya la casa
y nos guarde la ciudad.
Ant 3. Él es el primogénito de toda
creatura, es el primero en todo.
Cántico: HIMNO A CRISTO,
PRIMOGÉNITO DE TODA CREATURA Y PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS. Cf. Col
1, 12-20
Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda creatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Él es el primogénito de toda
creatura, es el primero en todo.
LECTURA BREVE Ef 3, 20-21
A aquel que tiene sumo poder para hacer muchísimo más de lo que pedimos o
pensamos, con la energía que obra en nosotros, a él la gloria en la Iglesia y
en Cristo Jesús, en todas las generaciones por los siglos de los siglos. Amén.
RESPONSORIO BREVE
V. Sálvame, Señor, y ten
misericordia de mí.
R. Sálvame, Señor, y ten
misericordia de mí.
V. No arrebates mi alma con los
pecadores.
R. Ten misericordia de mí.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
R. Sálvame, Señor, y ten
misericordia de mí.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El Poderoso ha hecho
obras grandes por mí: su nombre es santo.
Cántico de María. ALEGRÍA
DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
+Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Poderoso ha hecho obras grandes
por mí: su nombre es santo.
PRECES
Invoquemos a Dios, que
envió a su Hijo como salvador y modelo supremo de su pueblo, diciendo:
Que tu pueblo, Señor, te
alabe.
Te damos gracias, Señor, porque nos has escogido como primicias para la
salvación;
haz que sepamos corresponder y así logremos la gloria de nuestro Señor
Jesucristo.
Haz que todos los que confiesan tu santo nombre sean concordes en la verdad
y vivan unidos por la caridad.
Creador del universo, cuyo Hijo, al venir a este mundo, quiso trabajar con sus
propias manos:
acuérdate de los trabajadores que ganan el pan con el sudor de su rostro.
Acuérdate también de todos los que viven entregados al servicio de los demás;
que no se dejen vencer por el desaliento ante la incomprensión de los hombres.
Se pueden añadir algunas
intenciones libres
Ten piedad de nuestros hermanos difuntos
y líbralos del poder del Maligno.
Llenos de fe invoquemos juntos al Padre común, repitiendo la oración que Jesús
nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Llegue a tus oídos,
Señor, la voz suplicante de tu Iglesia a fin de que, conseguido el perdón de
nuestros pecados, con tu ayuda podamos dedicarnos a tu servicio y vivamos
confiados en tu protección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga,
nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.