*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*Santa Brígida de Kildare*
1 de Febrero 2021
LUNES SEMANA IV
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.
Himno: SEÑOR, COMO QUISIERA.
Señor, cómo quisiera
en cada aurora aprisionar el día,
y ser tu primavera
en gracia y alegría,
y crecer en tu amor más todavía.
En cada madrugada
abrir mi pobre casa, abrir la puerta,
el alma enamorada,
el corazón alerta,
y conmigo tu mano siempre abierta.
Ya despierta la vida
con su canción de ruidos inhumanos;
y tu amor me convida
a levantar mis manos
y a acariciarte en todos mis hermanos.
Hoy elevo mi canto
con toda la ternura de mi boca,
al que es tres veces santo,
a ti que eres mi Roca
y en quien mi vida toda desemboca. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Por la mañana, sácianos de tu misericordia, Señor.
Salmo 89 - BAJE A NOSOTROS LA BONDAD DEL SEÑOR
Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación.
Antes que naciesen los montes
o fuera engendrado el orbe de la tierra,
desde siempre y por siempre tú eres Dios.
Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: «Retornad, hijos de Adán.»
Mil años en tu presencia
son un ayer, que pasó;
una vigilia nocturna.
Los siembras año por año,
como hierba que se renueva:
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca.
¡Cómo nos ha consumido tu cólera
y nos ha trastornado tu indignación!
Pusiste nuestras culpas ante ti,
nuestros secretos ante la luz de tu mirada:
y todos nuestros días pasaron bajo tu cólera,
y nuestros años se acabaron como un suspiro.
Aunque uno viva setenta años,
y el más robusto hasta ochenta,
la mayor parte son fatiga inútil,
porque pasan aprisa y vuelan.
¿Quién conoce la vehemencia de tu ira,
quién ha sentido el peso de tu cólera?
Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos;
por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Danos alegría, por los días en que nos afligiste,
por los años en que sufrimos desdichas.
Que tus siervos vean tu acción,
y sus hijos tu gloria.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Por la mañana, sácianos de tu misericordia, Señor.
Ant 2. Llegue la alabanza del Señor hasta el confín de la tierra.
Cántico: CÁNTICO NUEVO AL DIOS VENCEDOR Y SALVADOR Is 42, 10-16
Cantad al Señor un cántico nuevo,
llegue su alabanza hasta el confín de la tierra;
muja el mar y lo que contiene,
las islas y sus habitantes;
alégrese el desierto con sus tiendas,
los cercados que habita Cadar;
exulten los habitantes de Petra,
clamen desde la cumbre de las montañas;
den gloria al Señor,
anuncien su alabanza en las islas.
El Señor sale como un héroe,
excita su ardor como un guerrero,
lanza el alarido,
mostrándose valiente frente al enemigo.
«Desde antiguo guardé silencio,
me callaba y aguantaba;
mas ahora grito como la mujer cuando da a luz,
jadeo y resuello.
Agostaré montes y collados,
secaré toda su hierba,
convertiré los ríos en yermo,
desecaré los estanques;
conduciré a los ciegos
por el camino que no conocen,
los guiaré por senderos que ignoran.
Ante ellos convertiré la tiniebla en luz,
lo escabroso en llano.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Llegue la alabanza del Señor hasta el confín de la tierra.
Ant 3. Alabad el nombre del Señor, los que estáis en la casa del Señor.
Salmo 134, 1-12 - HIMNO A DIOS POR SUS MARAVILLAS
Alabad el nombre del Señor,
alabadlo, siervos del Señor,
que estáis en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.
Alabad al Señor porque es bueno,
tañed para su nombre, que es amable.
Porque él se escogió a Jacob,
a Israel en posesión suya.
Yo sé que el Señor es grande,
nuestro dueño más que todos los dioses.
El Señor todo lo que quiere lo hace:
en el cielo y en la tierra,
en los mares y en los océanos.
Hace subir las nubes desde el horizonte,
con los relámpagos desata la lluvia,
suelta a los vientos de sus silos.
Él hirió a los primogénitos de Egipto,
desde los hombres hasta los animales.
Envió signos y prodigios
-en medio de ti, Egipto-
contra el Faraón y sus ministros.
Hirió de muerte a pueblos numerosos,
mató a reyes poderosos:
a Sijón, rey de los amorreos;
a Hog, rey de Basán,
y a todos los reyes de Canaán.
Y dio su tierra en heredad,
en heredad a Israel, su pueblo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alabad el nombre del Señor, los que estáis en la casa del Señor.
LECTURA BREVE Jdt 8, 21b-23
Recordad que Dios ha querido probarnos como a nuestros padres. Recordad lo que
hizo con Abraham, las pruebas por que hizo pasar a Isaac, lo que aconteció a
Jacob. Como les puso a ellos en el crisol para sondear sus corazones, así el
Señor nos hiere a nosotros, los que nos acercamos a él, no para castigarnos,
sino para amonestarnos.
RESPONSORIO BREVE
V. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.
R. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.
V. Cantadle un cántico nuevo.
R. Que merece la alabanza de los buenos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.
Primera Lectura
De la carta a los Romanos 12, 1-21
SOMOS UN SOLO CUERPO EN CRISTO
Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que
ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal
será vuestro culto espiritual. Y no os acomodéis al mundo presente, antes bien
transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis
distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto. En
virtud de la gracia que me fue dada, os digo a todos y a cada uno de vosotros:
No os estiméis en más de lo que conviene; tened más bien una sobria estima
según la medida de la fe que otorgó Dios a cada cual. Pues, así como nuestro cuerpo,
en su unidad, posee muchos miembros, y no desempeñan todos los miembros la misma
función, así también nosotros, siendo muchos, no formamos más que un solo cuerpo
en Cristo, siendo cada uno por su parte los unos miembros de los otros. Pero teniendo
dones diferentes, según la gracia que nos ha sido dada, si es el don de
profecía, ejerzámoslo en la medida de nuestra fe; si es el ministerio, en el
ministerio; la enseñanza, enseñando; la exhortación, exhortando. El que da, con
sencillez; el que preside, con solicitud; el que ejerce la misericordia, con
jovialidad. Vuestra caridad sea sin fingimiento; detestando el mal,
adhiriéndoos al bien; amándoos cordialmente los unos a los otros; estimando en
más cada uno a los otros; con un celo sin negligencia; con espíritu fervoroso;
sirviendo al Señor; con la alegría de la esperanza; constantes en la
tribulación; perseverantes en la oración; compartiendo las necesidades de los
santos; practicando la hospitalidad. Bendecid a los que os persiguen, no maldigáis.
Alegraos con los que se alegran;
llorad con los que lloran. Tened un mismo sentir los unos para con los otros;
sin complaceros en la altivez; atraídos más bien por lo humilde; no os
complazcáis en vuestra propia sabiduría. Sin devolver a nadie mal por mal; procurando
el bien ante todos los hombres: en lo posible, y en cuanto de vosotros dependa,
en paz con todos los hombres; no tomando la justicia por cuenta vuestra, queridos
míos, no deis lugar a la cólera, pues dice la Escritura: Mía es la venganza: yo
daré el pago merecido, dice el Señor. Antes al contrario: si tu enemigo tiene
hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber; haciéndolo así,
amontonarás ascuas sobre su cabeza. No te dejes vencer por el mal; antes bien,
vence al mal con el bien.
Responsorio Rm 12, 2; cf. Ef 4, 23.
24
R. Transformaos por la renovación de la mente, * para
que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo
perfecto.
V. Renovaos en la mente y en el espíritu, y vestíos de la nueva
condición humana.
R. Para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo
bueno, lo que agrada, lo perfecto.
Segunda Lectura
De los tratados de san Hilario, obispo, sobre los salmos
(Salmo 132: PLS 1, 244-245)
LA MULTITUD DE LOS CREYENTES NO ERA SINO UN SOLO CORAZÓN Y UNA SOLA
ALMA
Ved qué dulzura y qué delicia, convivir los hermanos unidos.
Ciertamente, qué dulzura, qué delicia cuando los hermanos conviven unidos,
porque esta convivencia es fruto de la asamblea eclesial; se los llama hermanos
porque la caridad los hace concordes en un solo querer.
Leemos que, ya desde los orígenes de la predicación apostólica, se observaba
esta norma tan importante: En el grupo de los creyentes todos pensaban y
sentían lo mismo.
Tal, en efecto, debe ser el pueblo de Dios: todos hermanos bajo un mismo Padre,
todos una sola cosa bajo un solo Espíritu, todos concurriendo a una misma casa
de oración, todos miembros de un mismo cuerpo que es único.
Qué dulzura, qué delicia, convivir los hermanos unidos. El salmista añade una comparación
para ilustrar esta dulzura y delicia, diciendo: Es ungüento precioso en la cabeza,
que baja por la barba de Aarón, hasta la franja de su ornamento. El ungüento
con que Aarón fue ungido sacerdote estaba compuesto de substancias olorosas.
Plugo a Dios que así fuese consagrado por primera vez su sacerdote; y también
nuestro Señor fue ungido de manera invisible entre todos sus compañeros. Su
unción no fue terrena; no fue ungido con el aceite con que eran ungidos los
reyes, sino con aceite de júbilo. Y hay que tener en cuenta que, después de
aquella unción, Aarón, de acuerdo con la ley, fue llamado ungido.
Del mismo modo que este ungüento, doquiera que se derrame, extingue los
espíritus inmundos del corazón, así también por la unción de la caridad exhalamos
para Dios la suave fragancia de la concordia, como dice el Apóstol: Somos el
buen olor de Cristo. Así, del mismo modo que Dios halló su complacencia en la
unción del primer sacerdote Aarón, también es una dulzura y una delicia
convivir los hermanos unidos.
La unción va bajando de la cabeza a la barba. La barba es distintivo de la edad
viril. Por esto, nosotros no hemos de ser niños en Cristo, a no ser únicamente
en el sentido ya dicho, de que seamos niños en cuanto a la ausencia de malicia,
pero no en el modo de pensar. El Apóstol llama niños a todos los infieles, en
cuanto que son todavía débiles para tomar alimento sólido y necesitan de leche,
como dice el mismo Apóstol: Os alimenté con leche, no con comida, porque no
estabais para más. Por supuesto, tampoco ahora.
Responsorio Rm 12, 5; Ef 4, 7; 1 Co
12, 13
R. Siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, e
individualmente somos miembros unos de otros. * A
cada uno de nosotros le ha sido concedida la gracia a la medida del don de
Cristo.
V. Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un
solo cuerpo; y todos hemos bebido de un solo Espíritu.
R. A cada uno de nosotros le ha sido concedida la gracia a la
medida del don de Cristo.
Lunes, 1 de febrero de 2021
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Marcos (5,1-20):
1 Y llegaron al otro lado del mar, a
la región de los gerasenos.
2 Apenas saltó de la barca, vino a su
encuentro, de entre los sepulcros, un hombre con espíritu inmundo
3 que moraba en los sepulcros y a quien
nadie podía ya tenerle atado ni siquiera con cadenas,
4 pues muchas veces le habían atado con
grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y
nadie podía dominarle.
5 Y siempre, noche y día, andaba entre los
sepulcros y por los montes, dando gritos e hiriéndose con piedras.
6 Al ver de lejos a Jesús, corrió y se
postró ante él
7 y gritó con gran voz: «¿Qué tengo yo
contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me
atormentes.»
8 Es que él le había dicho: «Espíritu
inmundo, sal de este hombre.»
9 Y le preguntó: «¿Cuál es tu nombre?» Le
contesta: «Mi nombre es Legión, porque somos muchos.»
10 Y le suplicaba con insistencia que no los
echara fuera de la región.
11 Había allí una gran piara de puercos que
pacían al pie del monte;
12 y le suplicaron: «Envíanos a los puercos
para que entremos en ellos.»
13 Y se lo permitió. Entonces los espíritus
inmundos salieron y entraron en los puercos, y la piara - unos 2.0000 se arrojó
al mar de lo alto del precipicio y se fueron ahogando en el mar.
14 Los porqueros huyeron y lo contaron por
la ciudad y por las aldeas; y salió la gente a ver qué era lo que había
ocurrido.
15 Llegan donde Jesús y ven al endemoniado,
al que había tenido la Legión, sentado, vestido y en su sano juicio, y se
llenaron de temor.
16 Los que lo habían visto les contaron lo
ocurrido al endemoniado y lo de los puercos.
17 Entonces comenzaron a rogarle que se
alejara de su término.
18 Y al subir a la barca, el que había
estado endemoniado le pedía estar con él.
19 Pero no se lo concedió, sino que le dijo:
«Vete a tu casa, donde los tuyos, y cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo
y que ha tenido compasión de ti.»
20 Él se fue y empezó a proclamar por la
Decápolis todo lo que Jesús había hecho con él, y todos quedaban maravillados.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y
redimido a su pueblo.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y
redimido a su pueblo.
PRECES
Ya que Cristo escucha y salva a cuantos en él se refugian,
acudamos a él diciendo:
Escúchanos, Señor.
Te damos gracias, Señor, por el gran amor con que nos amaste;
continúa mostrándote con nosotros rico en misericordia.
Tú que con el Padre sigues actuando siempre en el mundo,
renueva todas las cosas con la fuerza de tu Espíritu.
Abre nuestros ojos y los de nuestros hermanos
para que podamos contemplar hoy tus maravillas.
Ya que nos llamas hoy a tu servicio,
haz que seamos buenos administradores de tu multiforme gracia en favor de
nuestros hermanos.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Acudamos a Dios Padre, tal como nos enseñó Jesucristo:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios, que encomendaste al hombre la guarda y el cultivo de
la tierra, y creaste la luz del sol en su servicio, concédenos hoy que, con tu
ayuda, trabajemos sin desfallecer para tu gloria y para el bien de nuestro
prójimo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
*Santa Brígida de Kildare*
Los vivos recuerdos conservados en el corazón del pueblo, llevan
un extraordinario espíritu de caridad. La mayoría de los numerosos y
fantásticos milagros que figuran en las crónicas de su vida fueron su respuesta
a súplicas que provocaron su compasión o despertaron su sentido de justicia.
Sacaríamos una conclusión completamente falsa si pensáramos, como muchos lo han
hecho, que siendo tan increíbles los incidentes que de ella se refieren, la
existencia de la santa es un mito. El pueblo irlandés, más que otros, es
imaginativo y entusiasta y, en consecuencia, muy celoso de sus objetos de
veneración. Hubiera parecido como rebajar su dignidad el apuntar sólo cosas
ordinarias y posibles de la que llaman «la María de los irlandeses», a quien
consideraban como patrona de todas las buenas irlandesas. Así como a san
Patricio y también a los héroes menores de la santidad se atribuyeron extrañas
maravillas, así no le podía faltar a ella su corona: pues ¿no eran Patricio y
Brígida «las columnas de Irlanda»? No valía la pena un relato de hechos
prosaicos; en otras palabras, estos eran indignos de una persona tan excelsa.
Es importante que nos demos cuenta clara de esta curiosa mentalidad, si no
queremos confundirnos con las extravagancias que abundan en colecciones como la
de Plummer «Bethada Náem Erenn» o en el «Book of Lismore». Análoga precaución
hay que tener con toda la hagiografía medieval; pero especialmente en las
leyendas trasmitidas por los celtas. Había que relatar maravillas y prodigios
heroicos; y si faltaban, el escritor sufría el castigo de ver que su obra era
despreciada por rancia e inútil. Este gusto por lo sensacional entre almas
sencillas y cándidas, explica por qué en la primitiva hagiografía, por cada
manuscrito de las «acta sincera» -o informes verídicos sobre el martirio-
poseemos otros cincuenta, con tantas deformaciones y ornamentos, que bien
podrían pasar por una novela.
Así pues, lo que podemos afirmar con certeza respecto a la vida de
santa Brígida es realmente poco. Probablemente nació a mediados del siglo
quinto en Faughart, cerca de Dundalk. Es indudable que desde temprana edad se
consagró a Dios; pero parece muy dudoso que haya recibido el «velo» de manos de
san Maccaille en Mag Teloch y que haya sido consagrada por san Mel en Ardagh.
La dificultad aumenta por la glosa añadida al himno de san Broccan: «San Mel le
confirió la dignidad de obispo», y por ello la sucesora de Brígida «tiene
derechos y honores episcopales». El P. John Ryan discute el problema en Irish
Monasticism, y concluye que «esta historia fue el resultado de los honores
excepcionales tradicionalmente tributados a la sucesora de santa Brígida en
Kildare, y que en algunos aspectos pueden compararse con los que se tributan a
los obispos en la Iglesia». Pero es bastante extraño, que fuera del relato de
Cogitosus, no se insista en las "vidas" de la santa en la fundación
del monasterio de Kildare; tanto más, cuanto que dicha fundación parece haber
sido el gran hecho histórico de su carrera, y que en cierto sentido la convirtió
durante muchos siglos en la madre ejemplar de las vírgenes irlandesas.
Quizá nos demos cuenta del tono general de las "vidas"
primitivas, con algunos párrafos de las lecciones del Breviarium Aberdonense:
Santa Brígida, a quien Dios previo y predestinó para que creciera a semejanza
suya, nació de noble familia escocesa [i.e. irlandesa]; su padre fue Dubthac y
su madre Brocea, y desde su niñez progresó en todo bien. Esta doncella elegida
por Dios, muy juiciosa y llena de sabiduría, siempre buscó lo más perfecto. Su
madre la enviaba a recoger la mantequilla que hacían las mujeres con la leche
de las vacas y ella se la daba toda a los pobres. Cuando las demás volvían con
la carga, la joven trataba de restituir el producto que había tomado y, con
tierna confianza, volvía su corazón al Señor y le pedía, por intercesión de su
Madre, que devolviese la mantequilla con creces. A su debido tiempo, cuando sus
padres desearon que contrajera matrimonio, hizo voto de castidad; lo hizo en
presencia de un santo obispo y tocó con la mano el pilar de madera sobre el
cual se apoyaba el altar. En memoria de la acción de esa joven, hace largos
años esa madera permanece todavía verde, y como si no hubiera sido cortada y
despojada de su corteza, florece en sus raíces y sana a innumerables tullidos.
Santa y fiel como era, viendo Brígida que se acercaba el tiempo de
sus esponsales, pidió al Señor le enviara alguna deformidad para frustrar la
importunidad de sus padres: se le reventó un ojo y se le derramó por dentro. Y
así, habiendo recibido el santo velo, Brígida, junto con otras vírgenes
consagradas, permaneció en la ciudad de Meatr, donde Nuestro Señor, por su
intercesión, se dignó obrar muchos milagros. Curó a un extranjero por nombre
Marcos; proporcionó cerveza de un solo barril a dieciocho iglesias, y la bebida
alcanzó desde el Jueves Santo hasta el fin del tiempo pascual. A una mujer
leprosa que le pedía leche, le dio agua fría, porque no tenía otra cosa; el
agua se convirtió en leche, y cuando la mujer la hubo bebido, quedó sana. Curó
a un leproso y dio vista a dos ciegos. Una vez cuando iba de viaje para acudir
a un llamado urgente, al cruzar un arroyo se resbaló y se hirió en la cabeza;
con la sangre que manó de la herida dos mujeres mudas recobraron el habla. Un
buen día, a un criado del rey se le cayó de las manos una preciosa vasija y se
rompió; para que no lo castigaran, Brígida la compuso totalmente.
Entre éstas y muchas otras extravagancias parecidas, hay algunas
hermosas leyendas; especialmente la que se refiere a una monja ciega, Dará,
cuyo relato no podrá hacerse mayor que con las propias palabras de Sabire
Baring-Gould:
Una tarde, al ponerse el sol, Brígida estaba sentada con la
hermana Dará, una santa monja que estaba ciega: hablaban del amor de Jesucristo
y de los gozos del paraíso. Sus corazones rebosaban en tal forma, que la noche
voló mientras conversaban y no se dieron cuenta de que habían pasado muchas
horas. Entonces salió el sol tras las montañas de Wicklow, y su luz pura y
blanca vino a iluminar y a alegrar la faz de la tierra. Brígida suspiró al ver
la hermosura del cielo y de la tierra: sabía que los ojos de Dará estaban
cerrados a toda esta belleza. Inclinó entonces la cabeza y rezó; extendió su
mano e hizo la señal de la cruz sobre las apagadas órbitas de la dulce hermana.
Entonces cesó la oscuridad, y Dará vio la esfera dorada en el oriente y los
árboles y las flores, que brillaban, con el rocío a la luz de la mañana. Se
quedó mirando un instante y luego, volviéndose a la abadesa le dijo: «querida
Madre, le ruego vuelva a cerrar mis ojos, porque cuando el mundo está así de
visible a los ojos, el alma ve menos claramente a Dios». Entonces Brígida oró
una vez más, y los ojos de Dará volvieron a obscurecerse.
Poco o nada digno de confianza sabemos de la gran fundación
religiosa en Kill-dara (el templo del encino) y de la regla ahí practicada. Se
supone generalmente que era un «monasterio doble», es decir que incluía hombres
y mujeres, pues tal era la práctica común entre los celtas. Es muy posible que
santa Brígida presidiera ambas comunidades, y no sería caso único. Pero el
texto de las reglas -en la Vida de san Kieran de Clonmacnois se menciona la
«regula Sanctae Brigidae»- no parece haber sobrevivido. Más de seis siglos
después, Giraldus Cambrensis coleccionó algunas curiosas tradiciones referentes
a esta fundación. Dice, por ejemplo: «En Kildare de Leinster, renombrado por la
gloriosa Brígida, hay muchas maravillas dignas de mención. Principalmente el
fuego de Brígida, que llaman inextinguible; no porque no se pueda apagar, sino
porque las monjas y santas mujeres alimentan y avivan el fuego tan ansiosa y
puntualmente, que desde la época de la virgen, ha permanecido encendido durante
siglos y nunca se han acumulado cenizas, aunque en tanto tiempo se haya consumido
tan grande cantidad de madera. En tiempos de Brígida, veinte monjas servían
aquí al Señor. Ella era la vigésima y cuando gloriosamente partió, quedaron
diecinueve y no han pasado de ese número. Los monjas se van turnando cada noche
para cuidar el fuego, y cuando llega la vigésima noche viene la última doncella
y colocando suficiente leña dice: "Brígida, cuida ese fuego tuyo, porque a
ti te toca esta noche." Y por la mañana encuentran el fuego todavía
encendido y el combustible consumido en la forma acostumbrada. El fuego está
rodeado por una valla circular de arbustos, dentro de la cual ningún hombre
entra, y si alguno se atreviera a entrar, como algunos temerarios lo han
intentado, no escapa de la venganza divina».
Esta es la historia a la cual aludió el poeta Tom Moore cuando
escribió:
La lámpara rutilante que alumbró el santo templo de Kildare, ardió
constante a través de las edades de sombras y tormenta.
Pero no obstante que el material legendario predomina, es
inconfundible el entusiasmo que la memoria de santa Brígida suscitó entre sus
paisanos. No sería fácil encontrar algo más fervoroso en su expresión que las
rapsodias del "Book of Lismore": Todo lo que Brígida pedía al Señor
se lo concedía inmediatamente. Pues todo su deseo era: socorrer al pobre,
aliviar cualquier pena y ayudar a todos los desvalidos. Ahora bien, nunca hubo
mujer más tímida o más modesta, más dulce o más humilde, más juiciosa o que
tuviera una más armoniosa proporción en todo que Brígida. Nunca se lavaba ni
las manos, los pies o la cabeza, delante de otras personas. Nunca miró rostro
de hombre alguno. Nunca hablaba sin sonrojarse. Era abstemia, inocente,
piadosa, paciente; se gozaba con los mandamientos de Dios; era firme y humilde,
perdonaba y amaba; era un estuche consagrado para guardar la sangre y el cuerpo
de Cristo; era templo de Dios. Su corazón y su mente formaban un trono para que
descansara el Espíritu Santo. Tenía puesto su corazón por entero en Dios;
compadecía a los desgraciados, era pródiga en milagros y maravillas. Por todo
esto, su nombre en medio de las cosas creadas, es Paloma entre los pájaros,
Viña entre los árboles, Sol entre las estrellas. El padre de la santa virgen,
es el Padre Celestial; su hijo es Jesucristo; su aliento (quien la alienta y la
nutre) es el Espíritu Santo. Por eso, esta santa virgen ejecuta tan grandes
prodigios e innumerables milagros. Ella es quien ayuda a todos los que están en
aprietos y peligros, la que disminuye las pestes; la que calma la ira y la
borrasca del mar. Es la profetiza de Cristo; la reina del sur; la María de los
gaélicos (celtas).
Pero el lenguaje de otros escritores nativos de época más
primitiva es aún más novelesco. Probablemente comprendemos muy poco de la
psicología gaélica para estar bien ciertos del verdadero significado de las
frases que encontrarnos en documentos como el Himno de san Brocean, pero
nuestros traductores dan a entender que, realmente, se identificaba a Brígida
con la Santísima Virgen María. Por ejemplo leemos:
Brígida madre de mi supremo rey (de mi Altísimo Rey) del reino de
los Cielos, nació superior en todo.
Es posible que algunos ecos de la primitiva mitología pagana se
mezclaran con todo esto porque Brig parece haber sido una abstracción que
significa "valor" o "poder" y se personificaba como una
diosa, particularmente asociada con el culto al fuego el 1° de febrero. Esto
pudiera ser la causa de algunos de los detalles en la descripción de Kildare en
la obra de Giraldus, ya citada anteriormente; pero todo el tema está envuelto
en la más profunda oscuridad. De acuerdo con Charles Plummer (VSH., vol. I, p.
136), «el nombre de Brígida tiene una etimología caprichosa:
"breosaiget" significa flecha ardiente y por cierto que su leyenda
expone muchos rasgos de esta naturaleza. Además Brígida tiene homónimo pagano,
como por ejemplo, "Erigid banfiéle," es decir la poetisa-madre de las
tres edades de la poesía. Esta identidad entre los nombres es buena ocasión
para la transferencia de mitos.»
En tiempos antiguos se veneraba mucho a santa Brígida en Escocia y
también en aquellas partes de Inglaterra, más directamente en contacto con
influencias celtas. Hay varios lugares en Gales, llamados Blansantffraid,
Iglesia de Santa Brígida. En Irlanda, las iglesias a ella dedicadas son
innumerables; en Inglaterra sabemos de diecinueve que le fueron consagradas
antes de la Reforma. La mayoría de éstas se encuentran en la parte occidental
del país, pero hay una iglesia famosa en Londres, la de Santa Brígida, en Fleet
Street. Bridewell, originalmente un palacio real, parece haber adquirido su
nombre por su contigüidad a la iglesia de Santa Brígida. Su fiesta se observa
en toda Irlanda, Gales, Australia y Nueva Zelandia.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: YA NO TEMO, SEÑOR, LA TRISTEZA
Ya no temo, Señor, la tristeza,
ya no temo, Señor, la soledad;
porque eres, Señor, mi alegría,
tengo siempre tu amistad.
Ya no temo, Señor, a la noche,
ya no temo, Señor, la oscuridad;
porque brilla tu luz en las sombras,
ya no hay noche, tú eres luz.
Ya no temo, Señor, los fracasos,
ya no temo, Señor, la ingratitud;
porque el triunfo, Señor, en la vida,
tú lo tienes, tú lo das.
Ya no temo, Señor, los abismos,
ya no temo, Señor, la inmensidad;
porque eres, Señor, el camino
y la vida, la verdad. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.
Salmo 135 I - HIMNO A DIOS POR LAS MARAVILLAS DE LA CREACIÓN Y DEL
ÉXODO.
Dad gracias al Señor porque es bueno:
porque es eterna su misericordia.
Dad gracias al Dios de los dioses:
porque es eterna su misericordia.
Dad gracias al Señor de los señores:
porque es eterna su misericordia.
Sólo él hizo grandes maravillas:
porque es eterna su misericordia.
Él hizo sabiamente los cielos:
porque es eterna su misericordia.
El afianzó sobre las aguas la tierra:
porque es eterna su misericordia.
Él hizo lumbreras gigantes:
porque es eterna su misericordia.
El sol que gobierna el día:
porque es eterna su misericordia.
La luna que gobierna la noche:
porque es eterna su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.
Ant 2. Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente.
Salmo 135 II
El hirió a Egipto en sus primogénitos:
porque es eterna su misericordia.
Y sacó a Israel de aquel país:
porque es eterna su misericordia.
Con mano poderosa, con brazo extendido:
porque es eterna su misericordia.
Él dividió en dos partes el mar Rojo:
porque es eterna su misericordia.
Y condujo por en medio a Israel:
porque es eterna su misericordia.
Arrojó en el mar Rojo al Faraón:
porque es eterna su misericordia.
Guió por el desierto a su pueblo:
porque es eterna su misericordia.
Él hirió a reyes famosos:
porque es eterna su misericordia.
Dio muerte a reyes poderosos:
porque es eterna su misericordia.
A Sijón, rey de los amorreos:
porque es eterna su misericordia.
Y a Hog, rey de Basán:
porque es eterna su misericordia.
Les dio su tierra en heredad:
porque es eterna su misericordia.
En heredad a Israel, su siervo:
porque es eterna su misericordia.
En nuestra humillación se acordó de nosotros:
porque es eterna su misericordia.
Y nos libró de nuestros opresores:
porque es eterna su misericordia.
Él da alimento a todo viviente:
porque es eterna su misericordia.
Dad gracias al Dios del cielo:
porque es eterna su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente.
Ant 3. Dios proyectó hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por
cabeza, cuando llegase el momento culminante.
Cántico: EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
El nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dios proyectó hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por
cabeza, cuando llegase el momento culminante.
LECTURA BREVE 1Ts 3, 12-13
Que el Señor os haga aumentar y rebosar en amor de unos con otros y con todos,
así como os amamos nosotros, para que conservéis vuestros corazones intachables
en santidad ante Dios, Padre nuestro, cuando venga nuestro Señor Jesucristo con
todos sus santos.
RESPONSORIO BREVE
V. Suba, Señor, a ti mi oración.
R. Suba, Señor, a ti mi oración.
V. Como incienso en tu presencia.
R. A ti mi oración.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Suba, Señor, a ti mi oración.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Proclame mi alma tu grandeza, Dios mío.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Proclame mi alma tu grandeza, Dios mío.
PRECES
Llenos de confianza en el Señor Jesús que no abandona nunca a los
que se acogen a él, invoquémosle diciendo:
Escúchanos, Señor, Dios nuestro.
Señor Jesucristo, tú eres nuestra luz; ilumina a tu Iglesia
para que proclame a todas las naciones el gran misterio de piedad manifestado
en tu encarnación.
Guarda a los sacerdotes y ministros de la Iglesia,
y haz que con su palabra y su ejemplo edifiquen tu pueblo santo.
Tú que, por tu sangre, pacificaste el mundo,
aparta de nosotros el pecado de discordia y el azote de la guerra.
Ayuda, Señor, a los que uniste con la gracia del matrimonio,
para que su unión sea efectivamente signo del misterio de la Iglesia.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Concede, por tu misericordia, a todos los difuntos el perdón de sus faltas,
para que sean contados entre tus elegidos.
Unidos a Jesucristo, supliquemos ahora al Padre con la oración de los hijos de
Dios:
Padre nuestro...
ORACION
Quédate con nosotros, Señor Jesús, porque el día ya se acaba; sé
nuestro compañero de camino, levanta nuestros corazones, reanima nuestra
esperanza; así nosotros, junto con nuestros hermanos, podremos reconocerte en
las Escrituras y en la fracción del pan. Tú que vives y reinas con el Padre en
la unidad del Espíritu Santo y eres Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.