*LAS LAUDES. Día del Santísimo Nombre de Jesús*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*Laudes -
SANTO NOMBRE DE JESÚS 2021*
El siguiente es el formulario que corresponde a laudes de la
liturgia de las horas para SANTO NOMBRE DE JESÚS el día domingo, 3 de enero de
2021
Invitatorio
V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antifona: A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid,
adorémosle.
·
Salmo 94
Invitación a la alabanza divina
Animaos
los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
(Se repite la antífona)
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
(Se repite la antífona)
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
(Se repite la antífona)
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
(Se repite la antífona)
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
Laudes
Himno
Entonad los aires
con voz celestial:
«Dios niño ha nacido
pobre en un portal.»
Anúnciale el ángel
la nueva al pastor,
que niño ha nacido
nuestro Salvador.
Adoran pastores
en sombras al Sol,
que niño ha nacido,
de una Virgen, Dios.
Haciéndose hombre,
al hombre salvó;
un niño ha nacido,
ha nacido Dios. Amén.
Salmodia
Antífona 1: En las tinieblas brilla una luz, porque ha
nacido el Salvador de todos los hombres. Aleluya.
Salmo 117
Himno de acción de gracias después
de la victoria
Jesús es
la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en
piedra angular. (Hch 4,11)
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.
En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.
El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes.
Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
—Ésta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
—Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
—Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina.
—Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.
Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Antífona 2: Ensalcemos con himnos al Señor, nuestro Dios,
Aleluya.
Dn 3,52-57
Que la creación entera alabe al
Señor
¡Bendito
el Creador por siempre! (Rm 1,25)
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito tu nombre, santo y glorioso:
a él gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres sobre el trono de tu reino:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres tú, que sentado sobre querubines
sondeas los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en la bóveda del cielo;
a ti honor y alabanza por los siglos.
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Antífona 3: El pueblo que caminaba en tinieblas vio una
luz grande.
Salmo 150
Alabad al Señor
Salmodiad
con el espíritu, salmodiad con toda vuestra mente, es decir, glorificad a Dios
con el cuerpo y con el alma. (Hesiquio)
Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su fuerte firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.
Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,
alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,
alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta alabe al Señor.
Lectura Breve
Hb 1, 1-2
A través de muchas etapas y de muchas maneras habló Dios en otro
tiempo a nuestros antepasados por ministerio de los profetas; en estos tiempos,
que son los últimos, nos ha hablado por medio de su Hijo, a quien ha
constituido heredero de todas las cosas y por quien creó los mundos.
Responsorio Breve
V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
V. Tú que naciste de María Virgen.
R. Ten piedad de nosotros.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
V. El Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia.
R. Para que conozcamos al verdadero Dios.
Lecturas
Primera Lectura
De la carta a los Colosenses 3, 5-16
LA VIDA NUEVA EN EL HOMBRE
Hermanos: Mortificad las pasiones de vuestro hombre terrenal: la
fornicación, la impureza, la concupiscencia, los malos deseos y la avaricia, que
es una idolatría. Por ellas se desata la cólera de Dios.
En todo eso anduvisteis también vosotros, cuando vivíais entregados a ellas.
Pero ahora dejad también vosotros a un lado todo eso: la ira, la indignación,
la malignidad, la maledicencia y el torpe lenguaje. No os engañéis unos a
otros.
Despojaos del hombre viejo con sus malas pasiones y revestíos del hombre nuevo,
que se va renovando hasta alcanzar un conocimiento pleno de Dios y se va
configurando con la imagen del que lo creó. Así, ya no hay griego ni judío, ni
circunciso ni incircunciso, ni bárbaro ni escita, ni esclavo ni libre. Sólo
Cristo todo y en todos.
Por lo tanto, como pueblo elegido de Dios, pueblo sacro y amado, sea vuestro uniforme:
la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión.
Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El
Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.
Por encima de todo, procurad el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada.
Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón: a ella habéis sido
convocados, en un solo cuerpo. Y vivid siempre agradecidos. Que la palabra de
Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda
sabiduría; exhortaos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de todo corazón,
con salmos, himnos y cánticos inspirados.
Responsorio Cf. Ga 3, 27-28
R. Todos los que hemos sido bautizados en Cristo nos hemos
revestido de Cristo: * todos somos uno en Cristo
Jesús, Señor nuestro.
V. Ya no hay distinción entre judío y gentil, ni entre libre y
esclavo, ni entre hombre y mujer.
R. Todos somos uno en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Segunda Lectura
De los tratados de san Agustín, obispo, sobre el evangelio de san
Juan
(Tratado 17, 7-9: CCL 36,174-175)
EL DOBLE PRECEPTO DE LA CARIDAD
Vino el Señor mismo, como doctor en caridad, rebosante de ella
compendiando, como de él se predijo, la palabra sobre la tierra, y puso de
manifiesto que tanto la ley como los profetas radican en los dos preceptos de
la caridad.
Recordad conmigo, hermanos, aquellos dos preceptos. Pues, en efecto; tienen que
seros en extremo familiares no sólo veniros a la memoria cuando ahora os los
recordamos, sino que deben permanecer siempre grabados en vuestros corazones.
Nunca olvidéis que hay que amar a Dios y al prójimo: a Dios con todo el corazón,
con toda el alma, con todo el ser; y al prójimo como a sí mismo.
He aquí lo que hay que penar y meditar, lo que hay que mantener vivo en el pensamiento
y en la acción, lo que llevar hasta el fin. El amor de Dios es el primero en la
jerarquía del precepto, pero el amor al prójimo es el primero en el rango de la
acción.
Pues el que te impuso este amor en dos preceptos no había de proponerte primero
al prójimo y luego a Dios, sino al revés; a Dios primero y al prójimo después.
Pero tú, que todavía no ves a Dios, amando al prójimo haces méritos para verlo;
con el amor al prójimo aclaras tu pupila para mirar a Dios, como sin lugar a
dudas dice Juan: Quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a
quien no ve.
Que no es más que una manera de decirte: Ama a Dios. Y si me dices: «Señálame a
quién he de amar», ¿qué otra cosa he de responderte sino lo que dice el mismo
Juan: A Dios nadie lo ha visto jamás? Y para que no se te ocurra creerte
totalmente ajeno a la visión de Dios: Dios —dice— es amor, y quien permanece en
el amor permanece en Dios.
Ama por tanto al prójimo, y trata de averiguar dentro de ti el origen de ese
amor; en él verás, tal y como ahora te es posible, al mismo Dios.
Comienza, pues, por amar al prójimo. Parte tu pan con el hambriento, y hospeda
a los pobres sin techo; viste al que ves desnudo, y no te cierres a tu propia
carne.
¿Qué será lo que consigas si haces esto? Entonces romperá tu luz como la
aurora. Tu luz, que es tu Dios, tu aurora, que vendrá hacia ti tras la noche de
este mundo pues Dios ni surge ni se pone, sino que siempre permanece.
Al amar a tu prójimo y cuidarte de él, vas haciendo tu camino. ¿Y hacia dónde
caminas sino hacia el Señor Dios el mismo a quien tenemos que amar con todo el
corazón con toda el alma, con todo el ser? Es verdad que no hemos llegado
todavía hasta nuestro Señor, pero sí que tenemos con nosotros al prójimo. Ayuda,
por tanto, a aquel con quien caminas, para que llegues hasta aquel con quien
deseas quedarte para siempre.
Responsorio 1 Jn 4, 10-11. 16
R. Dios nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por
nuestros pecados. * Si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos
amarnos unos a otros.
V. Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos
creído en él.
R. Si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos
amarnos unos a otros.
Lecturas del Domingo 2º después de Navidad
Domingo, 3 de enero de 2021
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Juan (1,1-18):
1 En el principio existía la Palabra y
la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.
2 Ella estaba en el principio con Dios.
3 Todo se hizo por ella y sin ella no se
hizo nada de cuanto existe.
4 En ella estaba la vida y la vida era la
luz de los hombres,
5 y la luz brilla en las tinieblas, y las
tinieblas no la vencieron.
6 Hubo un hombre, enviado por Dios: se
llamaba Juan.
7 Este vino para un testimonio, para dar
testimonio de la luz, para que todos creyeran por él.
8 No era él la luz, sino quien debía dar
testimonio de la luz.
9 La Palabra era la luz verdadera que
ilumina a todo hombre que viene a este mundo.
10 En el mundo estaba, y el mundo fue hecho
por ella, y el mundo no la conoció.
11 Vino a su casa, y los suyos no la
recibieron.
12 Pero a todos los que la recibieron les
dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre;
13 la cual no nació de sangre, ni de deseo
de hombre, sino que nació de Dios.
14 Y la Palabra se hizo carne, y puso su
Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del
Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
15 Juan da testimonio de él y clama: «Este
era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí,
porque existía antes que yo.»
16 Pues de su plenitud hemos recibido todos,
y gracia por gracia.
17 Porque la Ley fue dada por medio de
Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
18 A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo
único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado.
Palabra del Señor
Canto Evangélico
Antifona: Se entregó para liberar al pueblo y adquirirse un nombre
eterno.
Benedictus Lc 1, 68-79
El Mesías y su precursor
+ Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Glorifiquemos a Cristo, Palabra eterna del Padre, engendrado antes
de los siglos y nacido por nosotros en el tiempo, y aclamémoslo, diciendo:
*Que se goce la tierra, Señor, ante tu venida*.
Cristo, Palabra eterna, que al venir al mundo anunciaste la alegría a la
tierra, — alegra nuestros corazones con la gracia de tu visita.
Salvador del mundo, que con tu nacimiento nos has revelado la fidelidad de
Dios, — haz que nosotros seamos también fieles a las promesas de nuestro
bautismo.
Rey del cielo y de la tierra, que por tus ángeles anunciaste la paz a los
hombres, — conserva nuestras vidas en tu paz.
Señor, tú que viniste para ser la vid verdadera que nos diera el fruto de vida,
— haz que permanezcamos siempre en ti y demos fruto abundante.
[intenciones-libres]
Gracias a Jesucristo somos hijos de Dios; por eso nos atrevemos a decir: Padre
nuestro.
Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Oremos:
Oh Dios, que fundaste la salvación del género humano en la
encarnación de tu Palabra, concede a tu pueblo la misericordia que implora,
para que todos sepan que no ha de ser invocado otro Nombre que el de tu
Unigénito. Él que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es
Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a
la vida eterna.
R. Amén.
Día del Santísimo Nombre de Jesús
El Santísimo
Nombre de Jesús, invocado por los fieles desde los comienzos de la Iglesia,
comenzó a ser venerado en las celebraciones litúrgicas en el siglo XIV. San
Bernardino de Siena y sus discípulos propagaron el culto al Nombre de Jesús:
"Yahweh es salvación" con el monograma del Santo Nombre: IHS
(abreviación del nombre de Jesús en Griego, ιησουσ, y añadiendo el nombre de
Jesús al Ave María. Como fiesta litúrgica fue introducida en el siglo
XVI. En 1530 el Papa Clemente VII concedió por vez primera a la Orden
Franciscana la celebración del Oficio del Santísimo Nombre de Jesús.
El fundamento de la fe es el Nombre de Jesús
mediante el cual somos constituidos Hijos de Dios
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Éste es aquel santísimo nombre
anhelado por los
patriarcas, esperado con ansiedad, demandado con
gemidos, invocado con suspiros, requerido con
lágrimas, donado al llegar la plenitud de la gracia.
No pienses en un nombre de poder,
menos en uno
de venganza, sino de salvación. Su nombre es
misericordia, es perdón. Que el nombre de Jesús
resuene en mis oídos, porque su voz es dulce y su
rostro bello.
No dudes, el nombre de Jesús es
fundamento de la
fe, mediante el cual somos constituidos hijos de
Dios.
La fe de la religión católica
consiste en el
conocimiento de Cristo Jesús y de su persona, que
es luz del alma, franquicia de la vida, piedra de
salvación eterna. Quien no llegó a conocerle o le
abandonó camina por la vida en tinieblas, y va a
ciegas con inminente riesgo de caer en el precipicio,
y cuanto más se apoye en la humana inteligencia,
tanto más se servirá de un lazarillo también ciego,
al pretender escalar los recónditos secretos
celestiales con sólo la sabiduría del propio
entendimiento, y no será difícil que le acontezca,
por descuidar los materiales sólidos, construir la
casa en vano, y, por olvidar la puerta de entrada,
pretenda luego entra a ella por el tejado.
No hay otro fundamento
fuera de Jesús, luz y
puerta, guía de los descarriados, lumbrera de la fe
para todos los hombres, único medio para encontrar
de nuevo al Dios indulgente, y, una vez encontrado,
fiarse de él; y poseído, disfrutarle. Esta base
sostiene la Iglesia, fundamentada en el nombre de
Jesús.
El nombre de Jesús es el brillo
de los predicadores,
porque de Él les viene la claridad luminosa, la
validez de su mensaje y la aceptación de su palabra
por los demás. ¿De dónde piensas que procede tanto
esplendor y que tan rápidamente se haya propagado
la fe por todo el mundo, sino por haber predicado a
Jesús? ¿Acaso no por la luz y dulzura de este
nombre, por el que Dios nos llamó y condujo a su
gloria? Con razón el Apóstol, a los elegidos y
predestinados por este nombre luminoso, les dice:
en otro tiempo fuisteis tinieblas, mas ahora sois luz
en el Señor. Caminad como hijo de la luz.
¡Oh nombre glorioso, nombre
regalado, nombre
amoroso y santo! Por ti las culpas se borran, los
enemigos huyen vencidos, los enfermos sanan, los
atribulados y tentados se robustecen, y se sienten
gozosos todos. Tú eres la honra de los creyentes, tú
el maestro de los predicadores, tú la fuerza de los
que trabajan, tú el valor de los débiles. Con el fuego
de tu ardor y de tu celo se enardecen los ánimos,
crecen los deseos, se obtienen los favores, las almas
contemplativas se extasían; por ti, en definitiva,
todos los bienaventurados del cielo son
glorificados.
Haz, dulcísimo Jesús, que también
nosotros
reinemos con ello por la fuerza de tu santísimo
nombre.