*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
*Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén*
TIEMPO DE ADVIENTO
VIERNES DE LA SEMANA III
Del Propio del día - Salterio III
18 de diciembre
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. El Señor está cerca, venid adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: QUE VIENE CRISTO REPITEN.
Que viene Cristo repiten
con su clamor los profetas,
previniendo que la gracia
de la redención se acerca.
Se anuncia nuestro mañana,
los corazones se alegran,
anunciadores de gloria
miles de voces resuenan.
Fue el primer advenimiento
no de castigo ni de pena,
sino por curar heridas
salvando a quién pereciera.
Mas que ha de venir de nuevo
su venida nos alerta,
a coronar a los justos
y a darles la recompensa.
Luz perenne se nos brinda,
la salvación centellea,
y un resplandor nos convoca
a las mansiones etéreas.
Oh Cristo, anhelamos verte
cual Dios en visión perpetua,
porque este gozo será
bienaventuranza eterna. Amén.
SALMODIA
Ant 1. De Sión vendrá el Señor que ha de reinar: su nombre será Emmanuel.
Salmo 50 - CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO
Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. De Sión vendrá el Señor que ha de reinar: su nombre será Emmanuel.
Ant 2. Perseverad constantes, a vosotros vendrá el auxilio del Señor.
Cántico: LAMENTACIÓN DEL PUEBLO EN TIEMPO DE HAMBRE Y DE GUERRA - Jr
14,17-21
Mis ojos se deshacen en lágrimas,
día y noche no cesan:
por la terrible desgracia de la doncella de mi pueblo,
una herida de fuertes dolores.
Salgo al campo: muertos a espada;
entro en la ciudad: desfallecidos de hambre;
tanto el profeta como el sacerdote
vagan sin sentido por el país.
¿Por qué has rechazado del todo a Judá?
¿tiene asco tu garganta de Sión?
¿Por que nos has herido sin remedio?
Se espera la paz, y no hay bienestar,
al tiempo de la cura sucede la turbación.
Señor, reconocemos nuestra impiedad,
la culpa de nuestros padres,
porque pecamos contra ti.
No nos rechaces, por tu nombre,
no desprestigies tu trono glorioso;
recuerda y no rompas tu alianza con nosotros.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Perseverad constantes, a vosotros vendrá el auxilio del Señor.
Ant 3. Yo miro atento al Señor, espero en Dios, mi salvador.
Salmo 99 - ALEGRÍA DE LOS QUE ENTRAN EN EL TEMPLO.
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con aclamaciones.
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:
«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo miro atento al Señor, espero en Dios, mi salvador.
LECTURA BREVE Rm 13, 11b-12
Ya es hora que despertéis del sueño, pues la salud está ahora más cerca que
cuando abrazamos la fe. La noche va pasando, el día está encima; desnudémonos,
pues, de las obras de las tinieblas y vistámonos de las armas de la luz.
RESPONSORIO BREVE
V. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
R. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
V. Su gloria aparecerá sobre ti.
R. Amanecerá el Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
V. Levantaos,
alzad la cabeza.
R. Se acerca vuestra liberación.
PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Isaías 40, 12-18. 21-31
GRANDEZA DEL SEÑOR
¿Quién ha medido a puñados el mar o mensurado a palmos el cielo, o a cuartillos
el polvo de la tierra? ¿Quién ha pesado en la balanza los montes y en la
báscula las colinas? ¿Quién ha medido el aliento del Señor? ¿Quién le ha
sugerido su proyecto? ¿Con quién se aconsejó para entenderlo, para que le
enseñara el camino exacto, para que le enseñara el saber y le sugiriese el
método inteligente?
Mirad, las naciones son gotas de un cubo y valen lo que el polvillo de balanza.
Mirad, las islas pesan lo que un grano, el Líbano no basta para leña, sus
fieras no bastan para el holocausto. En su presencia, las naciones todas, como
si no existieran, son ante él como nada y vacío.
¿Con quién compararéis a Dios, qué imagen vais a contraponerle? ¿No sabéis, no
lo habéis oído, no os lo han anunciado de antemano? ¿No habéis comprendido
quién fundó la tierra?
El que habita sobre el círculo de la tierra -sus habitantes parecen
saltamontes-, el que tendió como toldo los cielos y los despliega como tienda
que se habita, el que reduce a nada los príncipes y convierte a los gobernantes
en vacío: apenas plantados, apenas sembrados, apenas arraigan sus brotes en
tierra, sopla sobre ellos y se agostan, y el vendaval los arrebata como tamo.
«¿A quién podéis compararme, que se me parezca?», dice el Santo.
Alzad los ojos a lo alto y mirad: ¿Quién creó aquello? El que cuenta y despliega
su ejército y a cada uno lo llama por su nombre; tan grande es su poder, tan
robusta su fuerza, que no falta ninguno.
¿Por qué andas hablando, Jacob, y diciendo, Israel: «Mi suerte está oculta al
Señor, mi Dios ignora mi causa»? ¿Acaso no lo sabes, es que no lo has oído?
El Señor es un Dios eterno y creó los confines del orbe. No se cansa, no se
fatiga, es insondable su inteligencia. Él da fuerza al cansado, acrecienta el
vigor del inválido; se cansan los muchachos, se fatigan, los jóvenes tropiezan
y vacilan; pero los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, echan alas
como las águilas, corren sin cansarse, marchan sin fatigarse.
RESPONSORIO Rm 11,34-35; Is 40, 14
R. ¿Quién ha conocido jamás la mente del Señor? ¿Quién ha sido su
consejero? * ¿Quién le ha dado primero, para que él le devuelva?
V. ¿Con quién se aconsejó para entenderlo, para que le enseñara el
camino exacto?
R. ¿Quién le ha dado primero, para que él le devuelva?
SEGUNDA LECTURA
De la Carta a Diogneto
(Cap. 8, 5—9, 6: Funk 1, 325-327)
DIOS NOS REVELÓ SU AMOR POR MEDIO DE SU HIJO
Nadie jamás ha visto ni ha conocido a Dios, pero él ha querido manifestarse a
sí mismo. Se manifestó a través de la fe, que es la única a la que se le
concede ver a Dios. Porque Dios, Señor y Creador de todas las cosas, que todo
lo hizo y todo lo dispuso con orden, no sólo amó a los hombres, sino que
también fue paciente con ellos. Siempre lo fue, lo es y lo será: bueno,
benigno, exento de toda ira, veraz; más aún: él es el único bueno. Después de
haber concebido un designio grande e inefable se lo comunicó a su único Hijo.
Mientras mantenía oculto su sabio designio y lo reservaba para sí, parecía
abandonarnos y olvidarse de nosotros. Pero, cuando lo reveló por medio de su
amado Hijo y manifestó lo que había establecido desde el principio, nos dio
juntamente todas las cosas: participar de sus beneficios y ver y comprender sus
designios. ¿ Quién de nosotros hubiera esperado jamás tanta generosidad?
Dios, que todo lo había dispuesto junto con su Hijo, permitió que hasta el
tiempo anterior a la venida del Salvador viviéramos desviados del camino recto,
atraídos por los deleites y concupiscencias, y nos dejáramos arrastrar por
nuestros impulsos desordenados. No porque se complaciera en nuestros pecados,
sino que los toleraba. Ni es tampoco que Dios aprobara aquel tiempo de
iniquidad, sino que estaba preparando el tiempo actual de justicia, a fin de
que, convictos en aquel tiempo de que por nuestras propias obras éramos
indignos de la vida, fuéramos hechos dignos de ella por la bondad de Dios,
reconociendo así que por nosotros mismos no podíamos entrar en el reino de los
cielos, pero que esto se nos concedía como un don de Dios.
Pues cuando nuestra maldad había colmado la medida y se hizo plenamente
manifiesto que por ella merecíamos el castigo y la muerte, llegó en cambio el
tiempo establecido por Dios para manifestar su bondad y su poder -¡oh inmenso
amor de Dios a los hombres!- y no nos odió ni nos rechazó ni se vengó de
nuestras ofensas, sino que nos soportó con magnanimidad y paciencia,
apiadándose de nosotros y cargando él mismo con nuestros pecados. Nos dio a su
propio Hijo como precio de nuestra redención: entregó al que es santo para
redimir a los impíos, al inocente por los malos, al justo por los injustos, al
incorruptible por los corruptibles, al inmortal por los mortales. Y ¿qué otra
cosa hubiera podido encubrir nuestros pecados sino su justicia? Nosotros que
somos impíos y malos, ¿en quién hubiéramos podido ser justificados sino
únicamente en el Hijo de Dios?
¡Oh admirable intercambio, mediación incomprensible, beneficios inesperados:
que la impiedad de muchos sea encubierta por un solo justo y que la justicia de
un solo hombre justifique a tantos impíos!
RESPONSORIO Hch 4, 12; Is 9, 6
R. En ningún otro se encuentra la salud; * y
no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos
salvarnos.
V. Será llamado: «Consejero admirable», «Dios poderoso», «Padre
sempiterno» y «Príncipe de la paz».
R. y no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que
nosotros debamos salvarnos.
Viernes, 18 de diciembre de 2020
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Mateo (1,18-24):
18 La generación de Jesucristo fue de
esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a
estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo.
19 Su marido José, como era justo y no
quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto.
20 Así lo tenía planeado, cuando el Ángel
del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas
tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu
Santo.
21 Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por
nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.»
22 Todo esto sucedió para que se cumpliese
el oráculo del Señor por medio del profeta:
23 = Ved que la virgen concebirá y dará a
luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, = que traducido significa: «Dios
con nosotros.»
24 Despertado José del sueño, hizo como el
Angel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. No dejéis de velar: pronto llegará el Señor, nuestro Dios.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. No dejéis de velar: pronto llegará el Señor, nuestro Dios.
PRECES
Roguemos, hermanos, al Señor Jesús, juez de vivos y muertos, y
digámosle:
Ven, Señor Jesús.
Señor Jesucristo, tú que viniste a salvar a los pecadores,
líbranos de caer en la tentación.
Tú que vendrás con gloria para juzgar a tu pueblo,
muestra en nosotros tu poder salvador.
Ayúdanos a cumplir con fortaleza de espíritu los preceptos de tu ley,
para que podamos esperar tu venida sin temor.
Tú que eres bendito por los siglos,
concédenos, por tu misericordia, que llevando ya desde ahora una vida sobria y
religiosa esperemos con gozo tu gloriosa aparición.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Porque Jesucristo mismo nos lo enseñó, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Concédenos, Señor, que la renovación del misterio de la Navidad de
tu Hijo, a la cual nos preparamos, nos libre del antiguo yugo del pecado por el
cual estamos oprimidos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: ESCUCHA, CASA DE DAVID
Escucha, casa de David:
La Virgen pura se halla encinta;
Dios la acaricia y la fecunda
y la hace Madre de la vida.
La Virgen grávida nos lleva
en el secreto de su dicha;
la Virgen fiel nos abre ruta
por su obediencia de discípula.
Espera en calma la agraciada,
con ella el mundo se arrodilla;
levanta el pobre la mirada,
con ella pide la venida.
Nacido en tiempos sin aurora,
el Hijo espera con María.
¡Oh Dios de amor, nuestra esperanza,
cambia tu espera en parusía!
¡A ti, Jesús, Hijo esperado,
aparecido en nuestros días,
con santo júbilo cantamos!
¡Ven en tu reino, ven de prisa! Amén.
SALMODIA
Ant 1. De Sión vendrá el Señor que ha de reinar: su nombre será Emmanuel.
Salmo 134 I - HIMNO A DIOS POR SUS MARAVILLAS
Alabad el nombre del Señor,
alabadlo, siervos del Señor,
que estáis en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.
Alabad al Señor porque es bueno,
tañed para su nombre, que es amable.
Porque él se escogió a Jacob,
a Israel en posesión suya.
Yo sé que el Señor es grande,
nuestro dueño más que todos los dioses.
El Señor todo lo que quiere lo hace:
en el cielo y en la tierra,
en los mares y en los océanos.
Hace subir las nubes desde el horizonte,
con los relámpagos desata la lluvia,
suelta a los vientos de sus silos.
Él hirió a los primogénitos de Egipto,
desde los hombres hasta los animales.
Envió signos y prodigios
-en medio de ti, Egipto-
contra el Faraón y sus ministros.
Hirió de muerte a pueblos numerosos,
mató a reyes poderosos:
a Sijón, rey de los amorreos;
a Hog, rey de Basán,
y a todos los reyes de Canaán.
Y dio su tierra en heredad,
en heredad a Israel, su pueblo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. De Sión vendrá el Señor que ha de reinar: su nombre será Emmanuel.
Ant 2. Perseverad constantes, a vosotros vendrá el auxilio del Señor.
Salmo 134 II.
Señor, tu nombre es eterno;
Señor, tu recuerdo de edad en edad.
Porque el Señor gobierna a su pueblo
y se compadece de sus siervos.
Los ídolos de los gentiles son oro y plata,
hechura de manos humanas:
tienen boca y no hablan,
tienen ojos y no ven,
tienen orejas y no oyen,
no hay aliento en sus bocas.
Sean lo mismo los que los hacen,
cuantos confían en ellos.
Casa de Israel, bendice al Señor;
casa de Aarón, bendice al Señor;
casa de Leví, bendice al Señor;
fieles del Señor, bendecid al Señor.
Bendito en Sión el Señor,
que habita en Jerusalén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Perseverad constantes, a vosotros vendrá el auxilio del Señor.
Ant 3. Yo miro atento al Señor, espero en Dios, mi salvador.
Cántico: CANTO DE LOS VENCEDORES Ap 15, 3-4
Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo miro atento al Señor, espero en Dios, mi salvador.
LECTURA BREVE Flp 4, 4-5
Estad siempre alegres en el Señor. Otra vez os lo digo: Estad alegres. Que
vuestra bondad sea conocida de todos. El Señor está cerca.
RESPONSORIO BREVE
V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
V. Y danos tu salvación.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Oh Adonai, Pastor de la casa de Israel, que te apareciste a Moisés
en la zarza ardiente y en el Sinaí le diste tu ley, ven a librarnos con el
poder de tu brazo.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Oh Adonai, Pastor de la casa de Israel, que te apareciste a Moisés
en la zarza ardiente y en el Sinaí le diste tu ley, ven a librarnos con el
poder de tu brazo.
PRECES
Hermanos, oremos a Cristo, el Señor que viene a salvar a todos los
hombres, y digámosle confiadamente:
Ven, Señor Jesús.
Señor Jesucristo, que por el misterio de la encarnación manifestaste al mundo
la gloria de tu divinidad,
vivifica al mundo con tu venida.
Tú que participaste de nuestra debilidad,
concédenos tu misericordia.
Tú que en tu primera venida viniste humildemente para salvar al mundo de sus
pecados,
absuélvenos de todas las culpas, cuando vuelvas de nuevo con gloria y majestad.
Tú que lo gobiernas todo con tu poder,
ayúdanos, por tu bondad, a alcanzar la herencia eterna.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que estás sentado a la derecha del Padre,
alegra con la visión de tu rostro a nuestros hermanos difuntos.
Con el deseo de que la luz de Cristo ilumine a todos los hombres, digamos al
Padre:
Padre nuestro...
ORACION
Concédenos, Señor, que la renovación del misterio de la Navidad de
tu Hijo, a la cual nos preparamos, nos libre del antiguo yugo del pecado por el
cual estamos oprimidos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.