Jueves, 3 de diciembre de 2020
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Mateo (7,21.24-27):
21 «No todo el que me diga:
"Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la
voluntad de mi Padre celestial.
24 «Así pues, todo el que oiga estas
palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó
su casa sobre roca:
25 cayó la lluvia, vinieron los torrentes,
soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó,
porque estaba cimentada sobre roca.
26 Y todo el que oiga estas palabras mías y
no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa
sobre arena:
27 cayó la lluvia, vinieron los torrentes,
soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su
ruina.»
Palabra del Señor
(No todo el que me diga: "Señor, Señor,
entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre
celestial).
*Hay niños que para darles un medicamento; hay que
taparles la nariz y abrirle la boca con fuerza, para el niño siente que le
hacen un mal por el mal sabor, pero le están haciendo un bien. Decir Señor,
Señor es muy fácil, porque son palabras muy dulces en la boca y saben muy bien
al paladar, pero cuando la palabra penetra en el interior y llega al estómago
su sabor es un poco amarga; ese sabor amargo es la voluntad del Señor. La
voluntad del Señor es que pueda vivir en la verdad, que pueda reconocer mis
errores, mis debilidades, las oscuridades que tengo dentro que no me permiten avanzar
en el amor. La voluntad del Señor sobre mi es que pueda perdonar, que pueda pedir
perdón, que pueda orar y que pueda pedir el bien; por esas personas que me han
hecho daño, esas personas que desean mi mal; eso es lo que quiere y desea el
Señor de mí que pueda experimentar; Que me estuvo bien el sufrir porque así aprendí
amar*
*El
que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.