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domingo, 20 de septiembre de 2020

LAS LECTURAS DEL LUNES 21 SAN MATEO, APÓSTOL Y EVANGELISTA


 

Lecturas de la 25º Semana del Tiempo Ordinario - Ciclo A

Lecturas del San Mateo, apóstol y evangelista

Lunes, 21 de septiembre de 2020

Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (4,1-7.11-13):

Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo. A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo. Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelizadores, a otros, pastores y maestros, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.

Palabra de Dios

 

Salmo

Sal 18,2-3.4-5

R/.
 A toda la tierra alcanza su pregón

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra. R/.


R/. A toda la tierra alcanza su pregón


Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje. R/.

 

R/. A toda la tierra alcanza su pregón

 

Lecturas del San Mateo, apóstol y evangelista

Lunes, 21 de septiembre de 2020

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (9,9-13):

   9 Cuando se iba de allí, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: «Sígueme.» Él se levantó y le siguió.

   10 Y sucedió que estando él a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos.

   11 Al verlo los fariseos decían a los discípulos: «¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?»

   12 Mas él, al oírlo, dijo: «No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal.

   13 Id, pues, a aprender qué significa aquello de: = Misericordia quiero, que no sacrificio. = Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.»


Palabra del Señor

 

 (No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos)   

 

*Esta palabra tiene el poder, de destruir, de aplastar, de hacer pasar vergüenza a la muerte. Recuerdo los día, donde he estado sentado, en mi preocupaciones, esos días que estoy triste o preocupado sin saber porque, o esos días que me levanto furioso, guapo con todos, sin nadie hacerme nada. Y me quedo sentado en mi mesa donde le cobro los impuesto a todos, y hay persona que se sienten mal con migo, porque tengo un día que me rio con todos y al otro día no le hablo a nadie, por esa forma de ser que tengo, no quisiera ser así, a mí me gustaría cambiar, pero no tengo fuerza. Hoy con esta palabra que me dice el Señor (No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos) siento como una fuerza especial que me invita a romper con ese muro de mi indiferencia, de aquello que me hace ser esclavo. Y a la vez siento mía esa invitación de estar sentado a la mesa con el Señor, y él me dará la medicina necesaria para todas mis enfermedades y él quiere fortalecer mi amor, mi alegría, mi deseo de vivir. Bendito sea el Señor, que me invita a seguirlo con mis enfermedades, con mis dificultades, con todos mis problemas, para usar con migo de “Misericordia”*.

 

 

*El que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a ser, Santo*

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.


R. Amén.