Sábado, 22 de agosto de 2020
Primera lectura
Lectura de
la profecía de Ezequiel (43,1-7a):
En aquellos días, el ángel me condujo a la puerta oriental: vi la gloria del
Dios de Israel que venia de oriente, con estruendo de aguas caudalosas: la tierra
reflejó su gloria. La visión que tuve era como la visión que había contemplado
cuando vino a destruir la ciudad, como la visión que había contemplado a
orillas del río Quebar. Y caí rostro en tierra. La gloria del Señor entró en el
templo por la puerta oriental. Entonces me arrebató el espíritu y me llevó al
atrio interior. La gloria del Señor llenaba el templo.
Entonces oí a uno que me hablaba desde el templo –el hombre seguía a mi lado–,
y me decía: «Hijo de Adán, éste es el sitio de mi trono, el sitio de las
plantas de mis pies, donde voy a residir para siempre en medio de los hijos de
Israel.»
Palabra de Dios
Salmo
Sal
84,9ab.10.11-12.13-14
R/. La gloria del Señor habitará en nuestra tierra
Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Díos anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos. »
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra. R/.
R/. La gloria del Señor habitará en nuestra tierra
La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R/.
R/. La gloria del Señor habitará en nuestra tierra
El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos.R/.
R/. La
gloria del Señor habitará en nuestra tierra
Sábado, 22 de agosto de 2020
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Mateo (23,1-12):
1 Entonces Jesús se dirigió a la gente
y a sus discípulos
2 y les dijo: «En la cátedra de Moisés se
han sentado los escribas y los fariseos.
3 Haced, pues, y observad todo lo que os
digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen.
4 Atan cargas pesadas y las echan a las
espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas.
5 Todas sus obras las hacen para ser vistos
por los hombres; se hacen bien anchas las filacterias y bien largas las orlas
del manto;
6 quieren el primer puesto en los banquetes
y los primeros asientos en las sinagogas,
7 que se les salude en las plazas y que la gente
les llame "Rabbí".
8 «Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar
"Rabbí", porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos
hermanos.
9 Ni llaméis a nadie "Padre"
vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo.
10 Ni tampoco os dejéis llamar
"Directores", porque uno solo es vuestro Director: el Cristo.
11 El mayor entre vosotros será vuestro
servidor.
12 Pues el que se ensalce, será humillado; y
el que se humille, será ensalzado.
Palabra del Señor
(Haced, pues, y observad
todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen)
*Puedo ver parte del corazón de
Jesús, como de él, brota toda bondad y un amor especial para que no caiga en la
tentación de hacer lo malo y desear hacer lo malo. El Señor me invita para que escuche
cuidadosamente todo buen consejo; y me esfuerce por ver lo bueno que hay en
cada consejo. En la profundidad y el amor de esta palabra puedo ver la miseria
que todavía existe dentro de mí. Nunca se me hubiera ocurrido, que un
alcohólico, un droga dependiente, una mujer que se prostituye, un atracador, un
ladrón, pudieran tener una palabra que me pueden ayudar en la fe. Yo he visto
caso de padre alcohólico, que les dicen a sus hijos con lágrimas en los ojos
que no beban. Madres que viven una vida de prostitución y en medio de sus
sufrimientos hacen todo lo posible de que sus hijas no lleguen a esa vida. También
he visto madres abandonadas que les dicen a los hijos amen a su padre y aunque ellas
se están ahogando con el odio que llevan dentro. Por eso el Señor me regala
esta palabra que hoy viene en mi ayuda: (Hagan y cumplan lo que les digan; pero
no hagan lo que ellos hace)*
*El
que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.