Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
Laudes - SAN BARTOLOMÉ, APÓSTOL 2020
Fiesta
Nació en Caná; el apóstol
Felipe lo llevó a Jesús. Según la tradición, después de la ascensión del Señor,
predicó el Evangelio en la India, donde recibió la corona del martirio.
SAN BARTOLOMÉ, APÓSTOL el día, lunes, 24 de
agosto de 2020.
Invitatorio
V. Señor,
ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antifona: Venid,
adoremos al Señor, rey de los apóstoles.
·
Salmo 94
Invitación a la alabanza divina
Animaos los unos a los
otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
(Se repite la antífona)
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
(Se repite la antífona)
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
(Se repite la antífona)
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
(Se repite la antífona)
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
Laudes
·
Himno 1
Es domingo; una luz nueva
resucita la mañana
con su mirada inocente,
llena de gozo y de gracia.
Es domingo; la alegría
del mensaje de la Pascua
es la noticia que llega
siempre y que nunca se gasta.
Es domingo; la pureza
no sólo la tierra baña,
que ha penetrado
en la vida por las ventanas del alma.
Es domingo; la presencia
de Cristo llena la casa:
la Iglesia, misterio y fiesta,
por él y en él convocada.
Es domingo; «éste es el día
que hizo el Señor», es la Pascua,
día de la creación
nueva y siempre renovada.
Es domingo; de su hoguera
brilla toda la semana
y vence oscuras tinieblas
en jornadas de esperanza.
Es domingo; un canto nuevo
toda la tierra le canta
al Padre, al Hijo, al Espíritu,
único Dios que nos salva. Amén.
Salmodia
Antífona
1: Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he
amado.
Salmo 62, 2-9
El alma sedienta de Dios
Madruga
por Dios todo el que rechaza las obras de las tinieblas.
Oh Dios,
tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Antífona
2: Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Dn 3,57-88.56
Toda la creación alabe al Señor
Alabad al
Señor, sus siervos todos. (Ap 19,5)
Criaturas
todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor;
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Antífona
3: Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.
Salmo 149
Alegría de los santos
Los hijos
de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se alegran por su Rey, Cristo, el Señor.
(Hesiquio)
Cantad al
Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Lectura Breve
Ef 2, 19-22
Ya no
sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos del pueblo de Dios y miembros
de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas,
y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado,
y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también
vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios por el Espíritu.
Responsorio Breve
V. Los
nombrarás príncipes sobre toda la tierra.
R. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra.
V. Harán memorable tu nombre, Señor.
R. Sobre toda la tierra.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra.
Primera Lectura
De la carta a Tito 2, 1-3, 2
EXHORTACIÓN A LOS FIELES
Querido hermano: Tú enseña lo que es conforme a la sana doctrina.
Los ancianos, que sean moderados, dignos, discretos, íntegros y vigorosos en la
fe, en la caridad, en la constancia. Las ancianas, de igual modo, que observen
un porte religioso, como conviene a una profesión santa; que no se den a la
murmuración ni al mucho vino; que sean maestras de buenas costumbres, para
poder inspirar sentimientos de modestia a las más jóvenes. Así les enseñarán a
ser buenas esposas y buenas madres de familia, a ser discretas, honestas,
hacendosas, bondadosas, dóciles a sus maridos. Así no darán motivo para que se
hable mal del Evangelio de Dios.
Asimismo, a los jóvenes, anímalos a vivir con moderación en todas las cosas. Y
tú sé modelo por tus buenas obras, con desinterés e integridad en la enseñanza,
con gravedad, con genuina e incensurable doctrina, para que nuestros adversarios
se vean confundidos, al no tener nada malo que decir contra nosotros.
Los esclavos, que vivan sometidos en todo a sus amos, complaciéndoles sin contradecirles;
y que no se den al robo; antes bien, muéstrenles una hermosa y total fidelidad,
para que en todo hagan honor a la enseñanza evangélica de Dios, nuestro Salvador.
Porque Dios ha hecho aparecer a la vista de todos los hombres la gracia que nos
trae la salud; y nos enseña a vivir con sensatez, justicia y religiosidad en
esta vida, desechando la impiedad y las ambiciones del mundo, y aguardando la
feliz esperanza y la manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador
nuestro, Jesucristo. Él se entregó a la muerte por nosotros, a fin de
redimirnos de toda iniquidad y reservarse para sí, como posesión propia, un
pueblo purificado y lleno de fervor por las buenas obras. Vete enseñando todo
esto, animando y reprendiendo con toda autoridad. Que nadie te desprecie.
Recuérdales que vivan sometidos a las autoridades y a los que ejercen el poder:
que los obedezcan y que estén prontos para toda obra buena. Que no calumnien a
nadie, que no sean pendencieros, sino condescendientes, y que muestren una
perfecta mansedumbre con todos los hombres.
Responsorio Tt 2, 12-13; cf. Ef 5,
15. 16
R. Desechando la impiedad y las ambiciones del mundo, vivamos
con sensatez, justicia y religiosidad en esta vida; * aguardando
la feliz esperanza y la manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador
nuestro, Jesucristo.
V. Miremos cómo nos portamos; no sea como necios, sino como
sabios, aprovechando bien la ocasión presente.
R. Aguardando la feliz esperanza y la manifestación de la
gloria del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo.
Segunda Lectura
Del comentario de santo Tomás de Aquino, presbítero, sobre el
evangelio de san Juan
(Cap. 10, lect. 3)
EL RESTO DE ISRAEL PASTARÁ Y SE TENDERÁ SIN SOBRESALTOS
Yo soy el buen Pastor. Es evidente que el oficio de pastor compete
a Cristo, pues, de la misma manera que el rebaño es guiado y alimentado por el
pastor, así Cristo alimenta a los fieles espiritualmente y también con su
cuerpo y su sangre. Andabais descarriados como ovejas -dice el Apóstol-, pero
ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras vidas.
Pero ya que Cristo, por una parte, afirma que el pastor entra por la puerta y,
en otro lugar, dice que él es la puerta, y aquí añade que él es el pastor, debe
concluirse de todo ello, que Cristo entra por sí mismo. Y es cierto que Cristo
entra por sí mismo, pues él se manifiesta a sí mismo, y por sí mismo conoce al
Padre. Nosotros, en cambio, entramos por él, pues es por él que alcanzamos la
felicidad.
Pero, fíjate bien: nadie que no sea él es puerta, porque nadie sino él es luz
verdadera, a no ser por participación: No era él -es decir, Juan Bautista-la
luz, sino testigo de la luz. De Cristo, en cambio, se dice: Era la luz
verdadera; que alumbra a todo hombre. Por ello, de nadie puede decirse que sea
puerta; esta cualidad Cristo se la reservó para sí; el oficio, en cambio, de
pastor lo dio también a otros y quiso que lo tuvieran sus miembros: por ello,
Pedro fue pastor, y pastores fueron también los otros apóstoles, y son pastores
todos los buenos obispos. Os daré -dice la Escritura-pastores a mi gusto. Pero,
aunque los prelados de la Iglesia, que también son hijos, sean todos llamados
pastores, sin embargo, el Señor dice en singular: Yo soy el buen Pastor; con
ello quiere estimularlos a la caridad, insinuándoles que nadie puede ser buen
pastor, si no llega a ser una sola cosa con Cristo por la caridad y se convierte
en miembro del verdadero pastor.
El deber del buen pastor es la caridad; por eso dice: El buen pastor da la vida
por las ovejas. Conviene, pues, distinguir entre el buen pastor y el mal
pastor: el buen pastor es aquel que busca el bien de sus ovejas, en cambio, el
mal pastor es el que persigue su propio bien.
A los pastores que apacientan rebaños de ovejas no se les exige exponer su
propia vida a la muerte por el bien de su rebaño, pero, en cambio, el pastor
espiritual sí que debe renunciar a su vida corporal ante el peligro de sus
ovejas, porque la salvación espiritual del rebaño es de más precio que la vida
corporal del pastor. Es esto precisamente lo que afirma el Señor: El buen
pastor da la vida -la vida del cuerpo-por las ovejas, es decir, por las que son
suyas por razón de su autoridad y de su amor. Ambas cosas se requieren: que las
ovejas le pertenezcan y que las ame, pues lo primero sin lo segundo no sería suficiente.
De este proceder Cristo nos dio ejemplo: Si Cristo dio su vida por nosotros,
también nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos.
Responsorio Ez 34, 12; Jn 10, 28
R. Buscaré mis ovejas, * y las sacaré de
todos los lugares por donde se dispersaron en un día de oscuridad y nubarrones.
V. Mis ovejas nunca jamás perecerán, ni nadie las arrebatará de
mis manos.
R. Y las sacaré de todos los lugares por donde se dispersaron
en un día de oscuridad y nubarrones.
Fiesta de
San Bartolomé Apóstol
Lunes, 24
de agosto de 2020
Lectura del
santo evangelio según san Juan (1,45-51):
45 Felipe se encuentra con Natanael y le dice: «Ese del que
escribió Moisés en la Ley, y también los profetas, lo hemos encontrado: Jesús el
hijo de José, el de Nazaret.»
46 Le respondió Natanael: «¿De Nazaret puede haber cosa buena?»
Le dice Felipe: «Ven y lo verás.»
47 Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis
a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.»
48 Le dice Natanael: «¿De qué me conoces?» Le respondió Jesús:
«Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.»
49 Le respondió Natanael: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú
eres el Rey de Israel.»
50 Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de
la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.»
51 Y le añadió: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo
abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»
Palabra del Señor
Canto Evangélico
Antifona: El muro
de la ciudad tenía doce cimientos que llevaban doce nombres: los nombres de los
apóstoles del Cordero; y su lámpara es el Cordero.
Benedictus
Lc 1, 68-79
El Mesías y
su precursor
+ Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Demos
gracias a nuestro Padre que está en los cielos, porque por medio de los
apóstoles nos ha dado parte en la herencia de los elegidos, y aclamémosle
diciendo:
El coro de los apóstoles te alaba, Señor.
Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles nos has dado la mesa de
tu cuerpo y de tu sangre, — en ella encontramos nuestra fuerza y nuestra vida.
Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles nos has preparado la mesa
de tu palabra, — por ella crecemos en el conocimiento de la verdad y se
acrecienta nuestro gozo.
Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles has fundado tu Iglesia, —
por ella nos edificas en la unidad de tu pueblo.
Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles nos has dado el bautismo
y la penitencia, — por ellos nos purificas de todas nuestras culpas.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Concluyamos nuestra oración con la plegaria que Jesús enseñó a los apóstoles:
Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre
nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Oremos:
Afianza,
Señor, en nosotros aquella fe con la que san Bartolomé, tu apóstol, se entregó
sinceramente a Cristo, y haz que, por sus ruegos, tu Iglesia se presente ante
el mundo como sacramento de salvación para todos los hombres. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Vísperas - SAN BARTOLOMÉ, APÓSTOL 2020
Fiesta
Nació en Caná; el apóstol
Felipe lo llevó a Jesús. Según la tradición, después de la ascensión del Señor,
predicó el Evangelio en la India, donde recibió la corona del martirio.
El
siguiente es el formulario que corresponde a vísperas de la liturgia de las
horas para SAN BARTOLOMÉ, APÓSTOL el día de mañana, lunes, 24 de agosto de
2020. Otras celebraciones del día: LUNES XXI
SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO .
Invitatorio
Vísperas
Invocación
V. Dios
mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno
·
Himno 1
Hora de la tarde,
fin de las labores.
Amo de las viñas,
paga los trabajos de tus viñadores.
Al romper el día,
nos apalabraste.
Cuidamos tu viña
del alba a la tarde.
Ahora que nos pagas,
nos lo das de balde,
que a jornal de gloria
no hay trabajo grande.
Das al vespertino
lo que al mañanero.
Son tuyas las horas
y tuyo el viñedo.
A lo que sembramos
dale crecimiento.
Salmodia
Antífona
1: Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas.
Salmo 115
ACCIÓN DE GRACIAS EN EL TEMPLO
Tenía fe,
aún cuando dije:
"¡Qué desgraciado soy!"
Yo decía en mi apuro:
"Los hombres son unos mentirosos".
¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.
Antífona
2: Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve.
Salmo 125
DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA
Cuando el
Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
"El Señor ha estado grande con ellos".
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.
Antífona
3: Ya no os llamo siervos, a vosotros os llamo amigos, porque todo lo
que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
Ef 1, 3-10
EL PLAN DIVINO DE LA SALVACIÓN
Bendito
sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
Lectura Breve
Ef 4, 11-13
Cristo ha
constituido a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a
otros, pastores y doctores, para el perfeccionamiento de los fieles, en función
de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que
lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al hombre
perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.
Responsorio Breve
V. Contad
a los pueblos la gloria del Señor.
R. Contad a los pueblos la gloria del Señor.
V. Sus maravillas a todas las naciones.
R. Contad a los pueblos la gloria del Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Contad a los pueblos la gloria del Señor.
Canto Evangélico
Antifona: Cuando
llegue la renovación y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria,
os sentaréis también vosotros en doce tronos para regir a las doce tribus de
Israel.
Magnificat
Lc 1, 46-55
Alegría del
alma en el Señor
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Hermanos,
edificados sobre el cimiento de los apóstoles, oremos al Padre por su pueblo
santo, diciendo:
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.
Padre santo, que quisiste que tu Hijo resucitado de entre los muertos se
manifestara en
primer lugar a los apóstoles,
— haz que también nosotros seamos testigos de Cristo hasta los confines del
mundo.
Padre santo, tú que enviaste a tu Hijo al mundo para dar la Buena Noticia a los
pobres,
— haz que sepamos proclamar el Evangelio a todas las criaturas.
Tú que enviaste a tu Hijo a sembrar la semilla de la palabra,
— haz que, sembrando también tu palabra con nuestro esfuerzo, recojamos sus
frutos con
alegría.
Tú que enviaste a tu Hijo para que reconciliara el mundo contigo,
— haz que también nosotros cooperemos a la reconciliación de los hombres.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Tú que quisiste que tu Hijo resucitara el primero de entre los muertos,
— concede a todos los que son de Cristo resucitar con él, el día de su venida.
Oremos ahora al Padre, como Jesús enseñó a los apóstoles: Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre
nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Nuestro
humilde servicio, Señor, proclame tu grandeza, y, ya que por nuestra salvación
te dignaste mirar la humillación de la Virgen María, te rogamos nos enaltezcas
llevándonos a la plenitud de la salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por
los siglos de los siglos.
Amén.
Conclusión
Si preside el obispo, es conveniente que éste
bendiga al pueblo con la bendición solemne:
V. El
Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Que la paz de Dios, que sobrepasa todo anhelo y esfuerzo
humano, custodie vuestro corazón y vuestra inteligencia en el amor y
conocimiento de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu
Santo, descienda sobre vosotros.
R. Amén.
Si preside un presbítero o un diácono,
bendice al pueblo como el obispo, o bien con la bendición común:
V. El
Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu
Santo, descienda sobre vosotros.
R. Amén.
Si se despide a la comunidad, se añade la
invitación:
V. Podéis
ir en paz.
R. Demos gracias a Dios.
En el rezo individual o en una celebración
comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.