Fiesta
Era diácono de la Iglesia de Roma y murió mártir en la
persecución de Valeriano, cuatro días después de Sixto II, papa, y sus
compañeros, los cuatro diáconos romanos. Su sepulcro se halla junto a la vía
Tiburtina, en el campo Verano; Constantino Magno erigió una basílica en aquel
lugar. Su culto se había difundido en la Iglesia ya en el siglo IV.
SAN LORENZO, DIÁCONO Y MÁRTIR el día del, lunes, 10
de agosto de 2020.
Invitatorio
V. Señor,
ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antifona: Venid, adoremos al Señor, rey de los mártires.
Salmo 94
Invitación a la alabanza divina
Animaos los unos a los otros, día tras día,
mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al
Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
(Se repite la antífona)
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
(Se repite la antífona)
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
(Se repite la antífona)
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
(Se repite la antífona)
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
Laudes
Himno 1
Es domingo; una luz
nueva
resucita la mañana
con su mirada inocente,
llena de gozo y de gracia.
Es domingo; la alegría
del mensaje de la Pascua
es la noticia que llega
siempre y que nunca se gasta.
Es domingo; la pureza
no sólo la tierra baña,
que ha penetrado
en la vida por las ventanas del alma.
Es domingo; la presencia
de Cristo llena la casa:
la Iglesia, misterio y fiesta,
por él y en él convocada.
Es domingo; «éste es el día
que hizo el Señor», es la Pascua,
día de la creación
nueva y siempre renovada.
Es domingo; de su hoguera
brilla toda la semana
y vence oscuras tinieblas
en jornadas de esperanza.
Es domingo; un canto nuevo
toda la tierra le canta
al Padre, al Hijo, al Espíritu,
único Dios que nos salva. Amén.
Salmodia
Antífona 1: Mi alma está unida a ti, ya que por ti, Dios mío, ha
sido quemada mi carne con el fuego.
Salmo 62, 2-9
El alma sedienta de
Dios
Madruga por Dios todo el que rechaza las obras de
las tinieblas.
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Antífona 2: El Señor ha enviado a su ángel y me ha librado del
fuego; así no he sentido el ardor.
Dn 3,57-88.56
Toda la creación alabe
al Señor
Alabad al Señor, sus siervos todos. (Ap 19,5)
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor;
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Antífona 3: El bienaventurado Lorenzo oraba, diciendo: «Te doy
gracias, Señor, porque he merecido entrar en tu reino.»
Salmo 149
Alegría de los santos
Los hijos de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se
alegran por su Rey, Cristo, el Señor. (Hesiquio)
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Lectura Breve
2 Co 1, 3-5
¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor
Jesucristo, ¡Padre de misericordia y Dios de consuelo! Él nos alienta en
nuestras luchas hasta el punto de poder nosotros alentar a los demás en
cualquier lucha, repartiendo con ellos el ánimo que nosotros recibimos de Dios.
Si los sufrimientos de Cristo rebosan sobre nosotros, gracias a Cristo rebosa
en proporción nuestro ánimo.
Responsorio Breve
V. El
Señor es mi fuerza y mi energía.
R. El Señor es mi fuerza y mi energía.
V. Él es mi salvación.
R. Y mi energía.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor es mi fuerza y mi energía.
Primera Lectura
De los Hechos de los
apóstoles 6, 1-6; 8, 1. 4-8
LOS APÓSTOLES ELIGEN
SIETE AYUDANTES
Por aquellos días,
habiendo aumentado el número de los discípulos, se levantaron quejas de los
helenistas contra los hebreos, porque se atendía mal a sus viudas en la
asistencia diaria. Los Doce convocaron entonces a la asamblea de los discípulos
y dijeron: «No está bien que nosotros descuidemos la palabra de Dios por
atender al servicio de las mesas. Elegid, pues, hermanos, de entre vosotros, a
siete hombres llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes podamos encomendar
este servicio. Nosotros, por nuestra parte, nos dedicaremos a la oración en
común y al ministerio de la palabra.»
Y pareció bien esta proposición a toda la comunidad. Y eligieron a Esteban, hombre
lleno de fe y del Espíritu Santo, y a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Pármenas
y Nicolás, prosélito de Antioquía. Los presentaron a los apóstoles, quienes,
después de orar, les impusieron las manos.
Sucedió que una violenta persecución se desencadenó contra la Iglesia de Jerusalén,
y todos, a excepción de los apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea
y Samaría. Y, así, los que se habían dispersado fueron anunciando por todas
partes la Buena Nueva de la palabra de Dios. Tal fue el caso de Felipe, que
bajó a la ciudad de Samaría y predicó a Cristo. La gente, con asentimiento
general, al oír y ver los prodigios que obraba Felipe, ponía mucha atención a
sus palabras. De muchos posesos salían los espíritus inmundos, dando grandes
alaridos; y muchos paralíticos y cojos quedaron curados. Con esto reinaba un
gran júbilo en aquella ciudad.
Mt 10, 32; Jn 12, 26
R. A todo aquel que me reconozca ante los
hombres —dice el Señor— * lo reconoceré yo también ante mi Padre que
está en los cielos.
V. Si alguno quiere ponerse a mi servicio, que me
siga; y donde yo esté, allí estará también mi servidor.
R. Lo reconoceré yo también ante mi Padre que está
en los cielos.
Segunda Lectura
De los sermones de san
Agustín, obispo
(Sermón 304,1-4: PL 38,1395-1397)
ADMINISTRÓ LA SANGRE
SAGRADA DE CRISTO
La Iglesia de Roma
nos invita hoy a celebrar el triunfo de san Lorenzo, que superó las amenazas y
seducciones del mundo, venciendo así la persecución diabólica. Él como ya se os
ha explicado más de una vez, era diácono de aquella Iglesia. En ella administró
la sangre sagrada de Cristo, en ella, también, derramó su propia sangre por el
nombre de Cristo. El apóstol san Juan expuso claramente el significado de la
Cena del Señor, con aquellas palabras: Como Cristo dio su vida por nosotros,
también nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos. Así lo entendió san
Lorenzo; así lo entendió y así lo practicó; lo mismo que había tomado de la
mesa del Señor, eso mismo preparó. Amó a Cristo durante su vida, lo imitó en su
muerte.
También nosotros, hermanos, si amamos de verdad a Cristo, debemos imitarlo. La
mejor prueba que podemos dar de nuestro amor es imitar su ejemplo, porque
Cristo padeció por nosotros, dejándonos un ejemplo para que sigamos sus
huellas. Según estas palabras de san Pedro, parece como si Cristo sólo hubiera
padecido por los que siguen sus huellas, y que la pasión de Cristo sólo
aprovechara a los que siguen sus huellas. Lo han imitado los santos mártires
hasta el derramamiento de su sangre, hasta la semejanza con su pasión; lo han
imitado los mártires, pero no sólo ellos. El puente no se ha derrumbado después
de haber pasado ellos; la fuente no se ha secado después de haber bebido ellos.
Tenedlo presente, hermanos: en el huerto del Señor no sólo hay las rosas de los
mártires, sino también los lirios de las vírgenes y las yedras de los casados, así
como las violetas de las viudas. Ningún hombre, cualquiera que sea su género de
vida, ha de desesperar de su vocación: Cristo ha sufrido por todos.
Con toda verdad está escrito de él que quiere que todos los hombres se salven y
lleguen al conocimiento de la verdad.
Entendamos, pues, de qué modo el cristiano ha de seguir a Cristo, además del
derramamiento de sangre, además del martirio. El Apóstol, refiriéndose a Cristo,
dice: A pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios.
¡Qué gran majestad! Al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de
esclavo, pasando por uno de tantos. ¡Qué gran humildad! Cristo se rebajó: esto
es, cristiano, lo que debes tú procurar. Cristo se sometió: ¿cómo vas tú a
enorgullecerte? Finalmente, después de haber pasado por semejante humillación y
haber vencido la muerte, Cristo subió al cielo: sigámoslo. Oigamos lo que dice
el Apóstol: Ya que habéis resucitado con Cristo, aspirad a los bienes de
arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios.
Responsorio Breve
R. San Lorenzo exclamó: «Yo adoro a mi Dios y
sólo a él le sirvo; * por eso no temo tus tormentos.»
V. El Señor es mi roca en que me amparo.
R. Por eso no temo tus tormentos.
Lunes, 10 de agosto de 2020
Evangelio
Lectura
del santo evangelio según san Mateo (17,22-27):
22 Yendo un día juntos por Galilea,
les dijo Jesús: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres;
23 le matarán, y al tercer día resucitará.»
Y se entristecieron mucho.
24 Cuando entraron en Cafarnaúm, se
acercaron a Pedro los que cobraban el didracma y le dijeron: «¿No paga vuestro
Maestro el didracma?»
25 Dice él: «Sí.» Y cuando llegó a casa, se
anticipó Jesús a decirle: «¿Qué te parece, Simón?; los reyes de la tierra, ¿de
quién cobran tasas o tributo, de sus hijos o de los extraños?»
26 Al contestar él: «De los extraños», Jesús
le dijo: «Por tanto, libres están los hijos.
27 Sin embargo, para que no les sirvamos de
escándalo, vete al mar, echa el anzuelo, y el primer pez que salga, cógelo,
ábrele la boca y encontrarás un estáter. Tómalo y dáselo por mí y por ti.»
Palabra del Señor
Canto Evangélico
Antifona: Hijo mío, no temas, que contigo estoy yo; cuando pases por el fuego,
no te quemarás, la llama no te abrasará.
Benedictus Lc 1, 68-79
El Mesías y su precursor
+ Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Celebremos, amados hermanos, a Jesús, el testigo
fiel, y al recordar hoy a los santos mártires sacrificados a causa de la
palabra de Dios, aclamémosle diciendo:
Nos has comprado, Señor, con tu sangre.
Por la intercesión de los santos mártires que entregaron libremente su vida como
testimonio de la fe, — concédenos, Señor, la verdadera libertad de espíritu.
Por la intercesión de los santos mártires que proclamaron la fe hasta derramar su
sangre, — concédenos, Señor, la integridad y constancia de la fe.
Por la intercesión de los santos mártires que soportando la cruz siguieron tus pasos,
— concédenos, Señor, soportar con generosidad las contrariedades de la vida.
Por la intercesión de los santos mártires que blanquearon su manto en la sangre
del Cordero, — concédenos, Señor, vencer las obras del mundo y de la carne.
Aquí se pueden añadir algunas
intenciones libres.
Dirijamos ahora nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo:
Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Oremos:
Señor Dios nuestro, encendido en tu amor, san
Lorenzo se mantuvo fiel a tu servicio y alcanzó la gloria en el martirio;
concédenos, por su intercesión, amar lo que él amó y practicar sinceramente lo
que nos enseñó. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Vísperas - SAN LORENZO, DIÁCONO Y MÁRTIR 2020
Fiesta
Era diácono de la Iglesia de Roma y murió mártir en la
persecución de Valeriano, cuatro días después de Sixto II, papa, y sus
compañeros, los cuatro diáconos romanos. Su sepulcro se halla junto a la vía
Tiburtina, en el campo Verano; Constantino Magno erigió una basílica en aquel
lugar. Su culto se había difundido en la Iglesia ya en el siglo IV.
SAN LORENZO, DIÁCONO Y MÁRTIR el día lunes, 10 de agosto de 2020.
Invitatorio
Vísperas
Invocación
V. Dios
mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno
·
Himno 1
Muchas veces, Señor,
a la hora décima
-sobremesa en sosiego-,
recuerdo que, a esa hora, a Juan y a Andrés
les saliste al encuentro.
Ansiosos caminaron tras de ti...
«¿Qué buscáis...?» Les miraste. Hubo silencio.
El cielo de las cuatro de la tarde
halló en las aguas del Jordán su espejo
y el río se hizo más azul de pronto,
¡el río se hizo cielo!
«Rabí -hablaron los dos-, ¿en dónde moras?
«Venid, y lo veréis.» Fueron, y vieron.
«Señor, ¿en dónde vives?»
«Ven, y verás.» Y yo te sigo y siento
que estás... ¡en todas partes!,
¡y que es tan fácil ser tu compañero!
Al sol de la hora décima, lo mismo
que a Juan y a Andrés
-es Juan quien da fe de ello-,
lo mismo, cada vez que yo te busque,
Señor, ¡sal a mi encuentro!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.
Salmodia
Antífona 1: Lorenzo entró en el combate como un mártir y confesó
el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Salmo 114
ACCIÓN DE GRACIAS
Amo al Señor, porque escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco.
Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
"Señor, salva mi vida".
El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas, me salvó.
Alma mía, recobra tu calma,
que el Señor fue bueno contigo:
arrancó mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.
Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida.
Antífona 2: El bienaventurado Lorenzo exclamó: «Me siento
totalmente feliz, porque me he convertido en hostia de Cristo.»
Salmo 115
ACCIÓN DE GRACIAS EN EL
TEMPLO
Tenía fe, aún cuando dije:
"¡Qué desgraciado soy!"
Yo decía en mi apuro:
"Los hombres son unos mentirosos".
¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.
Antífona 3: Te doy gracias, Señor, porque he merecido entrar en tu
reino.
Cántico Ap 4, 11; 5, 9-10. 12
HIMNO A DIOS CREADOR
Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la
gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.
Lectura Breve
1 Pe 4, 13-14
Queridos hermanos: Estad alegres cuando compartís
los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis
de gozo. Si os ultrajan por el nombre de Cristo, dichosos vosotros: porque el
Espíritu de la gloria, el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros.
Responsorio Breve
V. Oh
Dios, nos pusiste a prueba, pero nos has dado respiro.
R. Oh Dios, nos pusiste a prueba, pero nos has dado
respiro.
V. Nos refinaste como refinan la plata.
R. Pero nos has dado respiro.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Oh Dios, nos pusiste a prueba, pero nos has dado
respiro.
Canto Evangélico
Antifona: El bienaventurado Lorenzo dijo: «Mi noche no tiene oscuridad alguna,
todo en ella está iluminado con una gran luz.»
Magnificat Lc 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
En esta hora en la que el Señor, cenando con sus
discípulos, presentó al Padre
su propia vida que luego entregó en la cruz, aclamemos al Rey de los mártires,
diciendo:
Te glorificamos, Señor.
Te damos gracias, Señor, principio, ejemplo y rey de los mártires,
— porque nos amaste hasta el extremo.
Te damos gracias, Señor, porque no cesas de llamar a los pecadores
arrepentidos,
— y les das parte en los premios de tu reino.
Te damos gracias, Señor, porque has dado a la Iglesia, como sacrificio para el
perdón de los pecados,
— la sangre de la alianza nueva y eterna.
Te damos gracias, Señor,
— porque con tu gracia nos has dado perseverar en la fe durante el día que
ahora termina.
Aquí se pueden añadir algunas
intenciones libres.
Te damos gracias, Señor,
— porque has asociado a nuestros hermanos difuntos a tu muerte.
Dirijamos ahora nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo:
Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Señor Dios nuestro, encendido en tu amor, san
Lorenzo se mantuvo fiel a tu servicio y alcanzó la gloria en el martirio;
concédenos, por su intercesión, amar lo que él amó y practicar sinceramente lo
que nos enseñó. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.