Miércoles, 5 de agosto de 2020
Evangelio
Lectura del
santo Evangelio según san Mateo (15,21-28):
21 Saliendo de allí
Jesús se retiró hacia la región de Tiro y de Sidón.
22 En esto, una mujer cananea, que había
salido de aquel territorio, gritaba diciendo: «¡Ten piedad de mí, Señor, hijo
de David! Mi hija está malamente endemoniada.»
23 Pero él no le respondió palabra. Sus
discípulos, acercándose, le rogaban: «Concédeselo, que viene gritando detrás de
nosotros.»
24 Respondió él: «No he sido enviado más que
a las ovejas perdidas de la casa de Israel.»
25 Ella, no obstante, vino a postrarse ante
él y le dijo: «¡Señor, socórreme!»
26 El respondió: «No está bien tomar el pan
de los hijos y echárselo a los perritos.»
27 «Sí, Señor - repuso ella -, pero también
los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.»
28 Entonces Jesús le respondió: «Mujer,
grande es tu fe; que te suceda como deseas.» Y desde aquel momento quedó curada
su hija.
Palabra del Señor
*(Mujer, grande es tu fe; que te suceda como
deseas)*.
*El amor de una madre por un hijo, es para mí el
amor más grande que pueda existir aquí en esta tierra. Pareciera como que el
Señor fue un poco cruel, duro con esta mujer. Más la lesión es para mí, muchas
veces en mi forma de pedir al Señor, lo hago de una manera como que el Señor
tiene que darme lo que pido obligado. Esta mujer meda un signo, y es que la
mejor forma de pedir algo al Señor es poniéndome en su presencia y postrándome
a sus pies y en su precedencia, sin tratar de aparentar, ni de justificarme,
mostrándole mi corazón desnudo, porque él sabe que cuando la fuerza del pecado me
atrapa no me comporto como un hijo de él. Y esta mujer me da una fuerza y me
invita a levantarme, porque las migajas que caen de las manos y del corazón del
Señor, son migajas enteras de amor para mí*.
*El
que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.