Martirio de San Juan Bautista
Lectura del
santo evangelio según san Marcos (6,17-26):
17 Es que
Herodes era el que había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la
cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes
se había casado.
18 Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer
de tu hermano.»
19 Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía,
20 pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo,
y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto.
21 Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un
banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea.
22 Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes
y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que
quieras y te lo daré.»
23 Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino.»
24 Salió la muchacha y preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?» Y
ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista.»
25 Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió:
«Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista.»
26 El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del
juramento y de los comensales.
27 Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de
traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel
28 y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la
muchacha se la dio a su madre.
29 Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le
dieron sepultura.
Palabra del Señor
(El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a
causa del juramento y de los comensales)
*Colocarme en el lugar de Herodes me hace
reconocer que yo también tengo amigos, que no quiero de ninguna manera quedar
mal, y menos si he dicho o he prometido que voy hacer algo, algunos de mis
amigos son: el orgullo, la soberbia y los malos deseos. Estos amigos que para
mí son sagrado, lo respecto más que al Señor, reconocer que me equivoqué y
arrepentirme, en ocasiones se me hace muy difícil, inclinar la cabeza y decir
tú tenías razón, es duro, me cuesta mucho aceptar y reconocer mis errores. En
algunas ocasiones prefiero hablar mentiras, y como tiro por el suelo éstos amigos
mortales, el orgullo, la soberbia y los malos deseos. El Señor que me conoce
está empeñado en ayudarme por su amor, por su misericordia. Es por eso que me
deja que se me presenten acontecimiento para poderme ayudar, para que pueda ver
mis errores y debilidades, y tenga el valor y la fuerza de arrepentirme y de
pedir perdón cada vez que me equivoco, mis debilidades se fortalecen si me dejo
abrasar por el amor del Señor*.
*El
que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.