*LAS LAUDES Y LAS
VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre;
limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina
mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y
devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia
de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
Laudes - SANTA MARÍA MAGDALENA 2020
Memoria
Formó parte de los
discípulos de Cristo, estuvo presente en el momento de su muerte y, en la
madrugada del día de Pascua, tuvo el privilegio de ser la primera en ver al
Redentor resucitado de entre los muertos (Mc 16, 9). Fue sobre todo durante el
siglo XII cuando su culto se difundió en la Iglesia occidental.
SANTA
MARÍA MAGDALENA el día de mañana, miércoles, 22 de julio de 2020.
Invitatorio
V. Señor,
ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antifona: Venid,
adoremos al Señor, aclamemos al Dios admirable en sus santas.
Salmo 94
Invitación a la alabanza divina
Animaos
los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
(Se repite la antífona)
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
(Se repite la antífona)
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
(Se repite la antífona)
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
(Se repite la antífona)
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
Laudes
Himno
Es domingo; una luz nueva
resucita la mañana
con su mirada inocente,
llena de gozo y de gracia.
Es domingo; la alegría
del mensaje de la Pascua
es la noticia que llega
siempre y que nunca se gasta.
Es domingo; la pureza
no sólo la tierra baña,
que ha penetrado
en la vida por las ventanas del alma.
Es domingo; la presencia
de Cristo llena la casa:
la Iglesia, misterio y fiesta,
por él y en él convocada.
Es domingo; «éste es el día
que hizo el Señor», es la Pascua,
día de la creación
nueva y siempre renovada.
Es domingo; de su hoguera
brilla toda la semana
y vence oscuras tinieblas
en jornadas de esperanza.
Es domingo; un canto nuevo
toda la tierra le canta
al Padre, al Hijo, al Espíritu,
único Dios que nos salva. Amén.
Salmodia
Antífona
1: El primer día de la semana, muy de madrugada, cuando todavía
estaba oscuro, vino María Magdalena al sepulcro.
Salmo 62, 2-9
El alma sedienta de Dios
Madruga
por Dios todo el que rechaza las obras de las tinieblas.
Oh Dios,
tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Antífona
2: Busco al amor de mi alma, deseo ver a mi Señor; lo busco y no
encuentro dónde lo han dejado. Aleluya.
Dn 3,57-88.56
Toda la creación alabe al Señor
Alabad al
Señor, sus siervos todos. (Ap 19,5)
Criaturas
todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor;
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Antífona
3: Mientras estaba llorando, se asomó María al sepulcro y vio a dos
ángeles vestidos de blanco. Aleluya.
Salmo 149
Alegría de los santos
Los hijos
de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se alegran por su Rey, Cristo, el Señor.
(Hesiquio)
Cantad al
Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Lectura Breve
Rm 12, 1-2
Os
exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos
como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y
no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente,
para que sepáis discernir lo que es voluntad de Dios, lo bueno, lo que le
agrada, lo perfecto.
Responsorio Breve
V. María,
no llores más, el Señor ha resucitado de entre los muertos.
R. María, no llores más, el Señor ha resucitado de entre los
muertos.
V. Ve a mis hermanos y diles:
R. El Señor ha resucitado de entre los muertos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. María, no llores más, el Señor ha resucitado de entre los
muertos.
Primera Lectura
Del libro de la Sabiduría 5, 1-15
LOS JUSTOS, VERDADEROS HIJOS DE DIOS.
El justo estará en pie sin temor delante de los que lo afligieron
y despreciaron sus trabajos. Al verlo, se estremecerán de pavor, atónitos ante
la salvación imprevista; dirán entre sí, arrepentidos, entre sollozos de
angustia: «Éste es aquel de quien un día nos reíamos con coplas injuriosas,
nosotros, insensatos, su vida nos parecía una locura, y su muerte una deshonra.
¿Cómo ahora lo cuentan entre los hijos de Dios y comparte la herencia con los
santos? Sí, nosotros nos salimos del camino de la verdad, no nos iluminaba la
luz de la justicia, para nosotros no salía el sol; nos enredamos en los
matorrales de la maldad y la perdición, recorrimos desiertos intransitables,
sin reconocer el camino del Señor.
¿De qué nos ha servido nuestro orgullo? ¿Qué hemos sacado presumiendo de ricos?
Todo aquello pasó como una sombra, como un correo veloz; como nave que surca
las undosas aguas, sin que quede rastro de su travesía ni estela de su quilla
en las olas; o como pájaro que vuela por el aire sin dejar vestigio de su paso;
con su aleteo azota el aire leve, lo rasga con un chillido agudo, se abre
camino agitando las alas, y luego no queda señal de su ruta; o como flecha
disparada al blanco: cicatriza al momento el aire hendido y no se sabe ya su
trayectoria.
Igual nosotros: nacimos y nos eclipsamos, no dejamos ni una señal de virtud,
nos malgastamos en nuestra maldad.» Sí, la esperanza del impío es como tamo que
arrebata el viento, como escarcha menuda que el vendaval arrastra; se disipa
como humo al viento, pasa como el recuerdo del huésped de una noche. Los
justos, en cambio, viven eternamente, reciben de Dios su recompensa, el
Altísimo cuida de ellos.
1 Jn 3, 7. 8. 10
R. Que nadie os engañe. Quien obra la justicia es justo. * Quien
comete el pecado es del diablo, pues el diablo peca desde el principio.
V. En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del
diablo.
R. Quien comete el pecado es del diablo, pues el diablo peca
desde el principio.
Segunda Lectura
De las homilías de san Gregorio Magno, papa, sobre los evangelios
(Homilía 25,1-2. 4-5: PL ?6,1189-1193)
ARDÍA EN DESEOS DE CRISTO, A QUIEN PENSABA QUE SE LO HABÍAN LLEVADO
María Magdalena, cuando llegó al sepulcro y no encontró allí el
cuerpo del Señor, creyó que alguien se lo había llevado y así lo comunicó a los
discípulos.
Ellos fueron también al sepulcro, miraron dentro y creyeron que era tal como aquella
mujer les había dicho. Y dice el evangelio acerca de ellos: Los discípulos se
volvieron a su casa. Y añade, a continuación: Fuera, junto al sepulcro, estaba
María, llorando.
Lo que hay que considerar en estos hechos es la intensidad del amor que ardía
en el corazón de aquella mujer, que no se apartaba del sepulcro, aunque los
discípulos se habían marchado de allí. Buscaba al que no había hallado, lo buscaba
llorando y, encendida en el fuego de su amor, ardía en deseos de aquel a quien
pensaba que se lo habían llevado. Por esto, ella fue la única en verlo
entonces, porque se había quedado buscándolo, pues lo que da fuerza a las
buenas obras es la perseverancia en ellas, tal como afirma la voz de aquel que
es la Verdad en persona: El que persevere hasta el final se salvará.
Primero lo buscó, sin encontrarlo; perseveró luego en la búsqueda, y así fue como
lo encontró; con la dilación, iba aumentando su deseo, y este deseo aumentado
le valió hallar lo que buscaba. Los santos deseos, en efecto, aumentan con la
dilación. Si la dilación los enfría es porque no son o no eran verdaderos
deseos. Todo aquel que ha sido capaz de llegar a la verdad es porque ha sentido
la fuerza de este amor. Por esto dice David: Mi alma tiene sed de Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? Idénticos sentimientos expresa la
Iglesia cuando dice, en el Cantar de los cantares: Estoy enferma de amor; y
también: Mi alma se derrite.
Mujer, ¿Por qué lloras? ¿a quién buscas? Se le pregunta la causa de su dolor con
la finalidad de aumentar su deseo, ya que, al recordarle a quién busca, se enciende
con más fuerza el fuego de su amor.
Jesús le dice: "¡María!" Después de haberla llamado con el nombre
genérico de "mujer", sin haber sido reconocido, la llama ahora por su
nombre propio. Es como si le dijera: "Reconoce a aquel que te reconoce a ti.
Yo te conozco, no de un modo genérico, como a los demás, sino en especial.
María, al sentirse llamada por su nombre, reconoce al que lo ha pronunciado, y,
al momento, lo llama: "Rabboni", es decir: "Maestro", ya
que el mismo a quien ella buscaba exteriormente era el que interiormente la instruía
para que lo buscase.
Responsorio Breve
R. Cuando volvió del sepulcro del Señor, María Magdalena
anunció a los discípulos: «He visto al Señor.» * Dichosa
ella que fue digna de llevar la noticia de la resurrección de la Vida.
V. Llorando al que amaba, encontró al que buscaba, y anunció
luego al que había encontrado.
R. Dichosa ella que fue digna de llevar la noticia de la
resurrección de la Vida.
Lecturas
del Santa María Magdalena
Miércoles, 22 de julio de 2020
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Juan (20,1.11-18):
1 El primer día de la semana va María
Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra
quitada del sepulcro.
11 Estaba María junto al sepulcro fuera
llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro,
12 y ve dos ángeles de blanco, sentados
donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies.
13 Dícenle ellos: «Mujer, ¿por qué lloras?»
Ella les respondió: «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han
puesto.»
14 Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de
pie, pero no sabía que era Jesús.
15 Le dice Jesús: «Mujer, ¿por qué lloras?
¿A quién buscas?» Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice:
«Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré.»
16 Jesús le dice: «María.» Ella se vuelve y
le dice en hebreo: «Rabbuní» - que quiere decir: «Maestro» -.
17 Dícele Jesús: «No me toques, que todavía
no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y
vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios.»
18 Fue María Magdalena y dijo a los discípulos
que había visto al Señor y que había dicho estas palabras.
Palabra del
Señor
Canto Evangélico
Antifona: Después
de su resurrección, que tuvo lugar a la mañana del primer día de la semana,
Jesús se apareció primero a María Magdalena, de la que había arrojado siete
demonios.
Benedictus
Lc 1, 68-79
El Mesías y
su precursor
+ Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Unidos,
hermanos, a las mujeres santas, aclamemos a Jesús, nuestro Salvador, y supliquémosle
diciendo:
Ven, Señor Jesús.
Señor Jesús, que perdonaste a la mujer pecadora sus muchos pecados porque tenía
mucho amor, — perdónanos también a nosotros porque hemos pecado mucho.
Señor Jesús, que fuiste asistido en tu misión evangélica por mujeres piadosas, —
haz que también nosotros seamos fieles en nuestra misión apostólica.
Señor Jesús, a quien María escuchaba y Marta servía, — concédenos servirte
siempre con fe y amor.
Señor Jesús, que llamaste hermano, hermana y madre a todos los que cumplen tu
voluntad, — haz que todos nosotros la cumplamos siempre de palabra y de obra.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Fieles a la recomendación del Salvador, digamos al Padre común: Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre
nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Oremos:
Señor,
Dios nuestro, Cristo, tu Unigénito, confió, antes que a nadie, a María
Magdalena la misión de anunciar a los suyos la alegría pascual; concédenos a
nosotros, por la intercesión y el ejemplo de aquella cuya fiesta celebramos,
anunciar siempre a Cristo resucitado y verle un día glorioso en el reino de los
cielos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Vísperas - SANTA MARÍA MAGDALENA 2020
Invitatorio
Vísperas
Invocación
V. Dios
mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno
Himno 1
Todo en estado de oración parece.
La santidad, que empapa todo el aire,
rebosa de los cielos como de ánfora,
y se filtra en las venas del deseo.
Todo sube en afán contemplativo,
como a través de transparencia angélica,
y lo más puro que hay en mí despierta,
sorbido por vorágine de altura.
Tiene alas la tarde, unción y llama.
Todo yo en la plegaria he naufragado;
se levantan mis manos como lámparas;
por el silencio, el corazón respira.
Se ha encendido el crepúsculo en mi frente
y la lumbre de Dios transe mi carne.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu,
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmodia
Antífona
1: Dijo Jesús a María: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?»
Salmo 121
LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué
alegría cuando me dijeron:
"Vamos a la casa del Señor"!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
"Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios".
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: "La paz contigo".
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Antífona
2: Se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han dejado.
Salmo 126
EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS
Si el
Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en manos de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
No quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
Antífona
3: Jesús dijo: «¡María!» Ella, volviéndose, exclamó: «¡Rabbuní!», es
decir: «¡Maestro!»
Cántico Ef 1, 3-10
EL PLAN DIVINO DE LA SALVACIÓN
Bendito
sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
Ant. El Señor te ha dado su fuerza, por ello serás bendita eternamente.
Lectura Breve
Rm 8, 28-30
Sabemos
que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado
conforme a su designio. A los que había escogido, Dios los predestinó a ser
imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los
que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó,
los glorificó.
Responsorio Breve
V. María,
no llores más, el Señor ha resucitado de entre los muertos.
R. María, no llores más, el Señor ha resucitado de entre los
muertos.
V. Ve a mis hermanos y diles:
R. El Señor ha resucitado de entre los muertos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. María, no llores más, el Señor ha resucitado de entre los
muertos.
Canto Evangélico
Antifona: María
vino a anunciar a los discípulos que había visto al Señor. Aleluya.
Magnificat
Lc 1, 46-55
Alegría del
alma en el Señor
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Supliquemos
a Dios en bien de su Iglesia por intercesión de las santas mujeres y
digámosle:
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.
Por intercesión de las santas mártires, que con la fuerza del espíritu
superaron la muerte
del cuerpo,
— concede, Señor, a tu Iglesia ser fuerte en la tentación.
Por intercesión de las santas esposas, que por medio del matrimonio crecieron
en tu amor,
— concede, Señor, a tu Iglesia la fecundidad apostólica.
Por intercesión de las santas viudas, que por la hospitalidad y la oración
superaron la
soledad,
— concede, Señor, a tu Iglesia ser para el mundo signo manifiesto de tu amor a
los
hombres.
Por intercesión de las santas madres, que engendraron sus hijos no sólo para la
vida del
mundo, sino también para la salvación eterna,
— concede, Señor, a tu Iglesia engendrar para tu reino a todos los pueblos.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Por intercesión de todas las mujeres santas, que han sido ya admitidas a
contemplar la
belleza de tu rostro,
— concede, Señor, a los difuntos de la Iglesia gozar también de la luz eterna
de tu
presencia.
Fieles a la recomendación del Salvador, digamos al Padre común: Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre
nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Señor,
Dios nuestro, Cristo, tu Unigénito, confió, antes que a nadie, a María
Magdalena la misión de anunciar a los suyos la alegría pascual; concédenos a
nosotros, por la intercesión y el ejemplo de aquella cuya fiesta celebramos,
anunciar siempre a Cristo resucitado y verle un día glorioso en el reino de los
cielos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.