Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén.
Jueves 28 de mayo: Año litúrgico
2019 ~ 2020
Tiempo Pascual ~ Ciclo A ~ Año
Par
Jueves, VII semana de Pascua, feria
Salterio: jueves de la tercera semana
Laudes
Inicio
†
(se hace la señal de la cruz
sobre los labios mientras se dice:)
V/. -Señor, Ábreme los labios.
R/. -Y mi boca proclamará tu alabanza.
R/. -Y mi boca proclamará tu alabanza.
Salmo 94: Invitación a la alabanza divina
Ant: Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que nos prometió
el Espíritu Santo. Aleluya.
Animaos los unos a los otros, día
tras día, mientras dure este «hoy» (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
-se repite la antífona
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
-se repite la antífona
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
-se repite la antífona
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
-se repite la antífona
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»
-se repite la antífona
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
-se repite la antífona
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
-se repite la antífona
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
-se repite la antífona
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
-se repite la antífona
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»
-se repite la antífona
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que nos prometió
el Espíritu Santo. Aleluya.
Himno
¡El mundo brilla de alegría!
¡Se renueva la faz de la tierra!
¡Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo!
Ésta es la hora
en que rompe el Espíritu
el techo de la tierra,
y una lengua de fuego innumerable
purifica, renueva, enciende, alegra
las entrañas del mundo.
Ésta es la fuerza
que pone en pie a la Iglesia
en medio de las plazas
y levanta testigos en el pueblo,
para hablar con palabras como espadas
delante de los jueces.
Llama profunda,
que escrutas e iluminas
el corazón del hombre:
restablece la fe con tu noticia,
y el amor ponga en vela la esperanza
hasta que el Señor vuelva.
¡Se renueva la faz de la tierra!
¡Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo!
Ésta es la hora
en que rompe el Espíritu
el techo de la tierra,
y una lengua de fuego innumerable
purifica, renueva, enciende, alegra
las entrañas del mundo.
Ésta es la fuerza
que pone en pie a la Iglesia
en medio de las plazas
y levanta testigos en el pueblo,
para hablar con palabras como espadas
delante de los jueces.
Llama profunda,
que escrutas e iluminas
el corazón del hombre:
restablece la fe con tu noticia,
y el amor ponga en vela la esperanza
hasta que el Señor vuelva.
Primer Salmo
Salmo 86: Himno a Jerusalén, madre de todos los
pueblos
Ant: Cantaremos mientras danzamos: «todas mis fuentes están
en ti, ciudad de Dios». Aleluya.
La Jerusalén de arriba es libre;
ésa es nuestra madre (Ga 4,26)
Él la ha cimentado sobre el monte
santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.
¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios!
«Contaré a Egipto y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tirios y etíopes
han nacido allí.»
Se dirá de Sión: «Uno por uno
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado.»
El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Este ha nacido allí.»
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.
¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios!
«Contaré a Egipto y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tirios y etíopes
han nacido allí.»
Se dirá de Sión: «Uno por uno
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado.»
El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Este ha nacido allí.»
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Cantaremos mientras danzamos: «todas mis fuentes están
en ti, ciudad de Dios». Aleluya.
Cántico AT
Isaías 40, 10-17: El buen pastor es el Dios altísimo y
sapientísimo
Ant: Como un pastor, reúne su rebaño, toma en brazos los
corderos. Aleluya.
Mira, llego en seguida y traigo
conmigo mi salario (Ap 22,12)
Mirad, el Señor Dios llega con
poder,
y su brazo manda.
Mirad, viene con él su salario,
y su recompensa lo precede.
Como un pastor que apacienta el rebaño,
su brazo lo reúne,
toma en brazos los corderos
y hace recostar a las madres.
¿Quién ha medido a puñados el mar
o mensurado a palmos el cielo,
o a cuartillos el polvo de la tierra?
¿Quién ha pesado en la balanza los montes
y en la báscula las colinas?
¿Quién ha medido el aliento del Señor?
¿Quién le ha sugerido su proyecto?
¿Con quién se aconsejó para entenderlo,
para que le enseñara el camino exacto,
para que le enseñara el saber
y le sugiriese el método inteligente?
Mirad, las naciones son gotas de un cubo
y valen lo que el polvillo de balanza.
Mirad, las islas pesan lo que un grano,
el Líbano no basta para leña,
sus fieras no bastan para el holocausto.
En su presencia, las naciones todas
como si no existieran,
valen para él nada y vacío.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
y su brazo manda.
Mirad, viene con él su salario,
y su recompensa lo precede.
Como un pastor que apacienta el rebaño,
su brazo lo reúne,
toma en brazos los corderos
y hace recostar a las madres.
¿Quién ha medido a puñados el mar
o mensurado a palmos el cielo,
o a cuartillos el polvo de la tierra?
¿Quién ha pesado en la balanza los montes
y en la báscula las colinas?
¿Quién ha medido el aliento del Señor?
¿Quién le ha sugerido su proyecto?
¿Con quién se aconsejó para entenderlo,
para que le enseñara el camino exacto,
para que le enseñara el saber
y le sugiriese el método inteligente?
Mirad, las naciones son gotas de un cubo
y valen lo que el polvillo de balanza.
Mirad, las islas pesan lo que un grano,
el Líbano no basta para leña,
sus fieras no bastan para el holocausto.
En su presencia, las naciones todas
como si no existieran,
valen para él nada y vacío.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Como un pastor, reúne su rebaño, toma en brazos los
corderos. Aleluya.
Segundo Salmo
Salmo 98: Santo es el Señor, nuestro Dios
Ant: El Señor es grande en Sión, encumbrado sobre todos los
pueblos. Aleluya.
Tú, Señor, que estás sentado
sobre querubines, restauraste el mundo caído, cuando te hiciste semejante a
nosotros (S. Atanasio)
El Señor reina, tiemblen las
naciones;
sentado sobre querubines, vacile la tierra.
El Señor es grande en Sión,
encumbrado sobre todos los pueblos.
Reconozcan tu nombre, grande y terrible:
Él es santo.
Reinas con poder y amas la justicia,
tú has establecido la rectitud;
tú administras la justicia y el derecho,
tú actúas en Jacob.
Ensalzad al Señor, Dios nuestro,
postraos ante el estrado de sus pies:
Él es santo.
Moisés y Aarón con sus sacerdotes,
Samuel con los que invocan su nombre,
invocaban al Señor, y él respondía.
Dios les hablaba desde la columna de nube;
oyeron sus mandatos y la ley que les dio.
Señor, Dios nuestro, tú les respondías,
tú eras para ellos un Dios de perdón,
y un Dios vengador de sus maldades.
Ensalzad al Señor, Dios nuestro;
postraos ante su monte santo:
Santo es el Señor, nuestro Dios.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
sentado sobre querubines, vacile la tierra.
El Señor es grande en Sión,
encumbrado sobre todos los pueblos.
Reconozcan tu nombre, grande y terrible:
Él es santo.
Reinas con poder y amas la justicia,
tú has establecido la rectitud;
tú administras la justicia y el derecho,
tú actúas en Jacob.
Ensalzad al Señor, Dios nuestro,
postraos ante el estrado de sus pies:
Él es santo.
Moisés y Aarón con sus sacerdotes,
Samuel con los que invocan su nombre,
invocaban al Señor, y él respondía.
Dios les hablaba desde la columna de nube;
oyeron sus mandatos y la ley que les dio.
Señor, Dios nuestro, tú les respondías,
tú eras para ellos un Dios de perdón,
y un Dios vengador de sus maldades.
Ensalzad al Señor, Dios nuestro;
postraos ante su monte santo:
Santo es el Señor, nuestro Dios.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: El Señor es grande en Sión, encumbrado sobre todos los
pueblos. Aleluya.
Lectura Bíblica
Rm 8,10-11
Si Cristo está en vosotros, el
cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justificación
obtenida. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita
en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará
también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en
vosotros.
V/. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
R/. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
V/. El que por nosotros colgó del madero.
R/. Aleluya, aleluya.
V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
Lectura Bíblica
V/. Dios, con su poder, resucitó al Señor. Aleluya.
R/. Y nos resucitará también a nosotros. Aleluya.
La oración por los pecadores
1Jn 5,13-21
Queridos hermanos: Os he escrito estas cosas a los que creéis en el nombre
del Hijo de Dios, para que os deis cuenta de que tenéis vida eterna.
En esto está la confianza que tenemos en él: en que si le pedimos algo
según su voluntad, nos escucha. Y si sabemos que nos escucha en lo que le
pedimos, sabemos que tenemos conseguido lo que hayamos pedido.
Si alguno ve que su hermano comete un pecado que no es de muerte, pida y le
dará vida -a los que cometan pecados que no son de muerte, pues hay un pecado
que es de muerte, por el cual no digo que pida-. Toda injusticia es pecado,
pero hay pecado que no es de muerte.
Sabemos que todo el que ha nacido de Dios no peca, sino que el Engendrado
de Dios lo guarda, y el Maligno no llega a tocarle. Sabemos que somos de Dios,
y que el mundo entero yace en poder del Maligno. Pero sabemos que el Hijo de
Dios ha venido y nos ha dado inteligencia para que conozcamos al Verdadero.
Nosotros estamos en el Verdadero, en su Hijo Jesucristo. Éste es el Dios
verdadero y la vida eterna.
Hijos míos, guardaos de los ídolos. Amén.
R/. Sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado
inteligencia para que conozcamos al Verdadero. Aleluya.
V/. A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo único, que
está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.
R/. Y nos ha dado inteligencia para que conozcamos al
Verdadero. Aleluya.
Si no me voy, el Paráclito no
vendrá a vosotros
San Cirilo de Alejandría, obispo
San Cirilo de Alejandría, obispo
Sobre el Evangelio de San Juan 10
Ya se había llevado a cabo el plan salvífico de Dios en la tierra; pero
convenía que nosotros llegáramos a ser coherederos con Cristo y partícipes de
su naturaleza divina; esto es, que abandonásemos nuestra vida anterior para
transformarla y conformarla a un nuevo estilo de vida y de santidad. Esto sólo
podía llevarse a efecto con la cooperación del Espíritu Santo.
Ahora bien, el tiempo más oportuno para la misión del Espíritu y su
irrupción en nosotros fue aquel que siguió a la marcha de nuestro Salvador
Jesucristo.
Pues mientras Cristo vivía corporalmente entre sus fieles, se les mostraba
como el dispensador de todos sus bienes; pero cuando llegó la hora de regresar
al Padre celestial, confirmó asistiendo a sus adoradores mediante su Espíritu,
y habitando por la fe en nuestros corazones. De este modo, poseyéndole en
nosotros, podríamos llamarle con confianza: «Abba, Padre», y cultivar con
ahínco todas las virtudes, y juntamente hacer frente con valentía invencible a
las asechanzas del diablo y los insultos de los hombres, como quienes cuentan
con la fuerza poderosa del Espíritu.
Este mismo Espíritu transforma y traslada a una nueva condición de vida a
los fieles en que habita y tiene su morada. Esto puede ponerse fácilmente de
manifiesto con testimonios tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento.
Así el piadoso Samuel a Saúl: Te invadirá el Espíritu de Yahveh, y
te convertirás en otro hombre. Y San Pablo: Nosotros todos, que
llevamos la cara descubierta, reflejamos la gloria del Señor, y nos vamos
transformando en su imagen con resplandor creciente; así es como actúa el
Señor, que es Espíritu.
No es difícil percibir cómo transforma el Espíritu la imagen de aquéllos en
los que habita: del amor a las cosas terrenas el Espíritu nos conduce a la
esperanza de las cosas del cielo; y de la cobardía y la timidez, a la valentía
y generosa intrepidez de espíritu. Sin duda es así como encontramos a los
discípulos, animados y fortalecidos por el Espíritu, de tal modo que no se
dejaron vencer en absoluto por los ataques de los perseguidores, sino que se
adhirieron con todas sus fuerzas al amor de Cristo.
Se trata exactamente de lo que había dicho el Salvador: Os conviene
que yo me vaya al cielo. En ese tiempo, en efecto, descendería el Espíritu
Santo.
R/. Si no me voy, no vendrá a vosotros el Defensor. En
cambio, si me voy, os lo enviaré. Y cuando venga él, os guiará hasta la verdad
plena. Aleluya.
V/. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye
y os comunicará lo que está por venir.
R/. Y cuando venga él, os guiará hasta la verdad plena.
Aleluya.
Jueves,
28 de mayo de 2020
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (17,20-26):
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: «Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí. Padre, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté con ellos, como también yo estoy con ellos.»
Palabra del Señor
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: «Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí. Padre, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté con ellos, como también yo estoy con ellos.»
Palabra del Señor
Cántico Evangélico
Ant: Id al mundo y haced discípulos de todos los pueblos,
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Aleluya.
†
(se hace la señal de la cruz
mientras se comienza a recitar)
Bendito sea el Señor, Dios de
Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Id al mundo y haced discípulos de todos los pueblos,
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Aleluya.
Preces
Bendigamos a Cristo, el Señor, por quien podemos acercarnos al Padre con un
mismo Espíritu, y supliquémosle, diciendo:
Cristo, óyenos
·
- Envía tu Espíritu, huésped
deseado de las almas,
y haz que nunca lo pongamos triste.
y haz que nunca lo pongamos triste.
· - Tú que resucitaste de entre los muertos y estás
sentado a la derecha de Dios,
intercede siempre en nuestro favor ante el Padre.
intercede siempre en nuestro favor ante el Padre.
· - Haz que el Espíritu nos mantenga unidos a ti,
para que ni la aflicción, ni la persecución, ni los peligros nos aparten nunca de tu amor.
para que ni la aflicción, ni la persecución, ni los peligros nos aparten nunca de tu amor.
· - Enséñanos a acogernos mutuamente,
como tú nos acogiste para gloria de Dios.
como tú nos acogiste para gloria de Dios.
Se pueden añadir algunas
intenciones libres.
- (Por la Evangelización) Por los diáconos. Recemos para que los diáconos,
fieles al servicio de la Palabra y de los pobres, sean un signo vivificante
para toda la Iglesia.
Acudamos ahora a nuestro Padre
celestial, diciendo:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu
Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra
como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada
día;
perdona nuestras ofensas, como
también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la
tentación,
y líbranos del mal.
Final
Que tu Espíritu, Señor, nos
penetre con su fuerza, para que nuestro pensar te sea grato y nuestro obrar
concuerde con tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los
siglos.
Amén.
Si el que preside no es un
ministro ordenado, o en el rezo individual:
†
(se hace la señal de la cruz
mientras se dice:)
V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R/. Amén.
R/. Amén.