Lunes, 1 de junio de 2020
Evangelio
Lectura
del santo evangelio según san Juan (19,25-34):
25 Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena.
26 Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.»
27 Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.
28 Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dice: «Tengo sed.»
29 Había allí una vasija llena de vinagre. Sujetaron a una rama de hisopo una esponja empapada en vinagre y se la acercaron a la boca.
30 Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo: «Todo está cumplido.» E inclinando la cabeza entregó el espíritu.
31 Los judíos, como era el día de la Preparación, para que no quedasen los cuerpos en la cruz el sábado - porque aquel sábado era muy solemne - rogaron a Pilato que les quebraran las piernas y los retiraran.
32 Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas del primero y del otro crucificado con él.
33 Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas,
34 sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua.
25 Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena.
26 Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.»
27 Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.
28 Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dice: «Tengo sed.»
29 Había allí una vasija llena de vinagre. Sujetaron a una rama de hisopo una esponja empapada en vinagre y se la acercaron a la boca.
30 Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo: «Todo está cumplido.» E inclinando la cabeza entregó el espíritu.
31 Los judíos, como era el día de la Preparación, para que no quedasen los cuerpos en la cruz el sábado - porque aquel sábado era muy solemne - rogaron a Pilato que les quebraran las piernas y los retiraran.
32 Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas del primero y del otro crucificado con él.
33 Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas,
34 sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua.
Palabra
del Señor
(«Junto a la cruz de Jesús estaban su madre»).
*Oh dulce ternura de María al pie de la cruz. Esta
lectura me invita a experimentar la cercanía del dolor de Cristo y el dolor de
su Madre. Puedo aprender de esto, que la Cruz es el lugar donde se encuentran
dos corazones destrozado por el dolor. Provocado por el Goliat del odio. Pero el
odio no pudo traspasar, el amor de estos dos corazones, que se hicieron en un
instante uno en el amor. En medio del dolor, la angustia y la tristeza, la
Madre y su Hijo no le dieron ninguna oportunidad al odio para entrar. Era tan
fuerte y grande su amor que no tuvieron tiempo para odiar a nadie. El Señor me
invita a sentir la paz, el amor, la tranquilidad, y el descanso en el corazón
mirando a esta Madre como les traspasan el corazón viendo el sufrimiento de su
hijo sabiendo que él era inocente y este Hijo sabiendo que le están arrancando
la vida. Es una verdad muy cruda, pero es una gran realidad, el corazón de la
Madre ni el corazón del Hijo no tenían espacio para el odio, pero si tenían mucho
espacio para el perdón y el amor. El Señor me invita a descubrir lo importante
de estar siempre al pie de la Cruz, aunque todo parezca muerte, es todo lo contrario,
porque es el lugar donde está retoñando lentamente la vida. Oh dulce ternura de
María al pie de la Cruz*
*El
que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.