Abre, Señor, mi boca para
bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos,
perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para
que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado
en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO ORDINARIO
MIÉRCOLES DE LA SEMANA XXVIII
De la Feria. Salterio IV
MIÉRCOLES DE LA SEMANA XXVIII
De la Feria. Salterio IV
16 de octubre
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: AL RETORNAR ESTE DÍA.
Al retornar este día,
con voz alegre y canora,
celebrando al Redentor,
cantemos de Dios la gloria.
Por Cristo, el Creador inmenso
hizo la noche y la aurora,
con inmóvil ley fijando
la sucesión de las horas.
La luz eterna eres tú,
la antigua ley perfeccionas,
y no conoces crepúsculo,
y no te apagan las sombras.
Concédenos, Padre eterno,
que vivamos hoy con loa,
con que agrademos a Cristo,
si tu Espíritu nos colma. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme.
Salmo 107 - ALABANZA AL SEÑOR Y PETICIÓN DE AUXILIO.
Dios mío, mi corazón está firme,
para tí cantaré y tocaré, gloria mía.
Despertad, cítara y arpa,
despertaré a la aurora.
Te daré gracias ante los pueblos, Señor,
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria;
para que se salven tus predilectos,
que tu mano salvadora nos responda.
Dios habló en su santuario:
«Triunfante ocuparé Siquén,
parcelaré el valle de Sucot;
mío es Galaad, mío Manasés,
Efraín es yelmo de mi cabeza,
Judá es mi cetro;
Moab, una jofaina para lavarme,
sobre Edom echo mi sandalia,
sobre Filistea canto victoria.»
Pero ¿quién me guiará a la plaza fuerte,
quién me conducirá a Edom,
si tú, ¡oh Dios!, nos has rechazado
y no sales ya con nuestras tropas?
Auxílianos contra el enemigo,
que la ayuda del hombre es inútil;
con Dios haremos proezas,
El pisoteará a nuestros enemigos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme.
Ant 2. El Señor me ha revestido de justicia y santidad.
Cántico: ALEGRIA DEL PROFETA ANTE LA NUEVA JERUSALÉN Is 61, 10--62, 5
Desbordo de gozo con el Señor,
y me alegro con mi Dios:
porque me ha vestido un traje de gala
y me ha envuelto en un manto de triunfo,
como a un novio que se pone la corona,
o a una novia que se adorna con sus joyas.
Como el suelo echa sus brotes,
como un jardín hace brotar sus semillas,
así el Señor hará brotar la justicia
y los himnos, ante todos los pueblos.
Por amor de Sión no callaré,
por amor de Jerusalén no descansaré,
hasta que despunte la aurora de su justicia
y su salvación llamee como antorcha.
Los pueblos verán tu justicia,
y los reyes, tu gloria;
te pondrán un nombre nuevo
pronunciado por la boca del Señor.
Serás corona fúlgida en la mano del Señor
y diadema real en la palma de tu Dios.
Ya no te llamarán «Abandonada»;
ni a tu tierra, «Devastada»;
a ti te llamarán «Mi favorita»,
y a tu tierra, «Desposada»,
porque el Señor te prefiere a ti,
y tu tierra tendrá marido.
Como un joven se casa con su novia,
así te desposa el que te construyó;
la alegría que encuentra el marido con su esposa,
la encontrará tu Dios contigo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor me ha revestido de justicia y santidad.
Ant 3. Alabaré al Señor mientras viva.
Salmo 145 - FELICIDAD DE LOS QUE ESPERAN EN DIOS.
Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista.
No confiéis en los príncipes,
seres de polvo que no pueden salvar;
exhalan el espíritu y vuelven al polvo,
ese día perecen sus planes.
Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él;
que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos,
el Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos;
sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alabaré al Señor mientras viva.
LECTURA BREVE Dt 4,39-40a
Has de reconocer hoy y recordar que el Señor es Dios, en lo alto del cielo y abajo en la tierra, y que no hay otro. Guarda los mandatos y preceptos que te voy a dar hoy.
RESPONSORIO BREVE
V. Bendigo al señor en todo momento.
R. Bendigo al señor en todo momento.
V. Su alabanza está siempre en mi boca.
R. En todo momento.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Bendigo al señor en todo momento.
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: AL RETORNAR ESTE DÍA.
Al retornar este día,
con voz alegre y canora,
celebrando al Redentor,
cantemos de Dios la gloria.
Por Cristo, el Creador inmenso
hizo la noche y la aurora,
con inmóvil ley fijando
la sucesión de las horas.
La luz eterna eres tú,
la antigua ley perfeccionas,
y no conoces crepúsculo,
y no te apagan las sombras.
Concédenos, Padre eterno,
que vivamos hoy con loa,
con que agrademos a Cristo,
si tu Espíritu nos colma. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme.
Salmo 107 - ALABANZA AL SEÑOR Y PETICIÓN DE AUXILIO.
Dios mío, mi corazón está firme,
para tí cantaré y tocaré, gloria mía.
Despertad, cítara y arpa,
despertaré a la aurora.
Te daré gracias ante los pueblos, Señor,
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria;
para que se salven tus predilectos,
que tu mano salvadora nos responda.
Dios habló en su santuario:
«Triunfante ocuparé Siquén,
parcelaré el valle de Sucot;
mío es Galaad, mío Manasés,
Efraín es yelmo de mi cabeza,
Judá es mi cetro;
Moab, una jofaina para lavarme,
sobre Edom echo mi sandalia,
sobre Filistea canto victoria.»
Pero ¿quién me guiará a la plaza fuerte,
quién me conducirá a Edom,
si tú, ¡oh Dios!, nos has rechazado
y no sales ya con nuestras tropas?
Auxílianos contra el enemigo,
que la ayuda del hombre es inútil;
con Dios haremos proezas,
El pisoteará a nuestros enemigos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme.
Ant 2. El Señor me ha revestido de justicia y santidad.
Cántico: ALEGRIA DEL PROFETA ANTE LA NUEVA JERUSALÉN Is 61, 10--62, 5
Desbordo de gozo con el Señor,
y me alegro con mi Dios:
porque me ha vestido un traje de gala
y me ha envuelto en un manto de triunfo,
como a un novio que se pone la corona,
o a una novia que se adorna con sus joyas.
Como el suelo echa sus brotes,
como un jardín hace brotar sus semillas,
así el Señor hará brotar la justicia
y los himnos, ante todos los pueblos.
Por amor de Sión no callaré,
por amor de Jerusalén no descansaré,
hasta que despunte la aurora de su justicia
y su salvación llamee como antorcha.
Los pueblos verán tu justicia,
y los reyes, tu gloria;
te pondrán un nombre nuevo
pronunciado por la boca del Señor.
Serás corona fúlgida en la mano del Señor
y diadema real en la palma de tu Dios.
Ya no te llamarán «Abandonada»;
ni a tu tierra, «Devastada»;
a ti te llamarán «Mi favorita»,
y a tu tierra, «Desposada»,
porque el Señor te prefiere a ti,
y tu tierra tendrá marido.
Como un joven se casa con su novia,
así te desposa el que te construyó;
la alegría que encuentra el marido con su esposa,
la encontrará tu Dios contigo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor me ha revestido de justicia y santidad.
Ant 3. Alabaré al Señor mientras viva.
Salmo 145 - FELICIDAD DE LOS QUE ESPERAN EN DIOS.
Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista.
No confiéis en los príncipes,
seres de polvo que no pueden salvar;
exhalan el espíritu y vuelven al polvo,
ese día perecen sus planes.
Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él;
que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos,
el Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos;
sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alabaré al Señor mientras viva.
LECTURA BREVE Dt 4,39-40a
Has de reconocer hoy y recordar que el Señor es Dios, en lo alto del cielo y abajo en la tierra, y que no hay otro. Guarda los mandatos y preceptos que te voy a dar hoy.
RESPONSORIO BREVE
V. Bendigo al señor en todo momento.
R. Bendigo al señor en todo momento.
V. Su alabanza está siempre en mi boca.
R. En todo momento.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Bendigo al señor en todo momento.
PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Jeremías 3, 1-5. 19--4, 4
INVITACIÓN A LA CONVERSIÓN
En aquellos días, el Señor dijo estas palabras:
«Cuando un hombre repudia a su mujer, y ella se separa de él y se casa con otro, ¿podrá volver al primero? ¿No ha quedado profanada esa mujer? Tú has fornicado con muchos amantes, ¿podrás volver a mí? -oráculo del Señor-.
Levanta los ojos a las colinas y mira: ¿Dónde no has hecho el amor? Salías a los caminos a ofrecerte, como un nómada por el desierto. Profanaste la tierra con tus fornicaciones y maldades. Las lluvias tempranas se rehusaban, no llegaban las tardías; entonces mostrabas frente de ramera, te negabas a avergonzarte.
Pero ¿no me gritas ahora mismo: "Padre mío, tú eres el amigo de mi juventud? ¿Se irritará para siempre, eternizará su rencor?" Así decías obrando maldades, y te sentías fuerte para seguirlas continuando.
Yo había pensado: "Te contaré entre mis hijos, te daré una tierra envidiable, en heredad la perla de las naciones"; diciéndome: "Me llamará 'padre mío', no se apartará de mí." Pero igual que una mujer que traiciona a su marido, así me traicionó Israel.»
Se escucha un clamor en las colinas, llanto afligido de los hijos de Israel, que han extraviado el camino, olvidados de su Dios.
«Volved, hijos apóstatas, y os curaré de la apostasía.»
«Aquí estamos, hemos venido a ti, porque tú, Señor, eres nuestro Dios. Cierto, son mentira los collados y el estrépito de los montes; sólo en el Señor, nuestro Dios, está la salvación de Israel. La ignominia devoró los ahorros de nuestros padres, desde nuestra juventud: ovejas y vacas, sus hijos e hijas. Nos acostamos sobre nuestra vergüenza, nos tapamos con nuestro sonrojo; porque pecamos contra el Señor, nuestro Dios, nosotros y nuestros padres, desde la juventud hasta el día de hoy, y no escuchamos la voz del Señor, nuestro Dios.»
Esto dice el Señor:
«Si quieres volver, Israel, vuélvete a mí; si apartas de mis ojos las ignominias, no irás errante. Si juras con verdad por el Señor, con justicia y derecho, las naciones se bendecirán por ti.»
Porque así dice el Señor a los habitantes de Judá y Jerusalén:
«Roturad los campos, y no sembréis entre espinos; circuncidaos para el Señor y quitad el prepucio de vuestros corazones, habitantes de Judá y Jerusalén; no sea que brote como fuego mi cólera, y arda inextinguible, por culpa de vuestras perversidades.»
RESPONSORIO Jr 14, 7; Sal 129, 3
R. Si nuestros pecados hablan contra nosotros, tú, Señor, obra por el honor de tu nombre; * pues nuestras rebeldías han sido numerosas, hemos pecado contra ti.
V. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?
R. Pues nuestras rebeldías han sido numerosas, hemos pecado contra ti.
SEGUNDA LECTURA
De la carta de san Agustín, obispo, a Proba
(Carta 130, 12, 22--13, 24: CSEL 44, 65-68)
NADA HALLARÁS QUE NO SE ENCUENTRE EN ESTA ORACIÓN DOMINICAL
Quien dice, por ejemplo, como mostraste tu santidad a las naciones, muéstranos así tu gloria y que tus profetas sean hallados fieles, ¿qué otra cosa dice sino santificado sea tu nombre?
Quien dice: Dios de los ejércitos, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve, ¿qué otra cosa dice sino venga tu reino?
Quien dice: Asegura mis pasos con tu promesa, que ninguna maldad me domine, ¿qué otra cosa dice sino hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo?
Quien dice: No me des pobreza ni riqueza, ¿qué otra cosa dice sino danos hoy nuestro pan de cada día?
Quien dice: Señor, tenle en cuenta a David todos sus afanes, o bien: Señor, si soy culpable, si hay crímenes en mis manos, si he causado daño a mi amigo, ¿qué otra cosa dice sino perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden?
Quien dice: Líbrame de mi enemigo, Dios mío; protégeme de mis agresores, ¿qué otra cosa dice sino líbranos del mal?
Y si vas discurriendo por todas las plegarias de la santa Escritura, creo que nada hallarás que no se encuentre y contenga en esta oración dominical. Por eso, hay libertad de decir estas cosas en la oración con unas u otras palabras, pero no debe haber libertad para decir cosas distintas.
Esto es, sin duda alguna, lo que debemos pedir en la oración, tanto para nosotros como para los nuestros, como también para los extraños e incluso para nuestros mismos enemigos, y aunque roguemos por unos y otros de modo distinto, según las diversas necesidades y los diversos grados de familiaridad, procuremos, sin embargo, que en nuestro corazón nazca y crezca el amor hacia todos.
Aquí tienes explicado, a mi juicio, no sólo las cualidades que debe tener tu oración, sino también lo que debes pedir en ella, todo lo cual no soy yo quien te lo ha enseñado, sino aquel que se dignó ser maestro de todos.
Hemos de buscar la vida dichosa y hemos de pedir a Dios que nos la conceda. En qué consiste esta felicidad son muchos los que lo han discutido y sus sentencias son muy numerosas. Pero nosotros, ¿qué necesidad tenemos de acudir a tantos autores y a tan numerosas opiniones? En las divinas Escrituras se nos dice de modo breve y veraz: Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor. Para que podamos formar parte de este pueblo, llegar a contemplar a Dios y vivir con él eternamente, tenernos aquella exhortación cuyo objetivo no debe ser otro que promover la caridad que proviene de un corazón sincero, de una conciencia recta y de una fe sin fingimiento.
Al citar estas tres propiedades se habla de la conciencia recta aludiendo a la esperanza. Por tanto, la fe, la esperanza y la caridad conducen hasta Dios al que ora, es decir, a quien cree, espera y desea, al tiempo que descubre en la oración dominical lo que debe pedir al Señor.
RESPONSORIO Sal 101, 2. cf. 18; 129, 2
R. Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti; * porque tú, Dios mío, no desprecias las peticiones de los desamparados.
V. Estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica.
R. Porque tú, Dios mío, no desprecias las peticiones de los desamparados.
Del libro del profeta Jeremías 3, 1-5. 19--4, 4
INVITACIÓN A LA CONVERSIÓN
En aquellos días, el Señor dijo estas palabras:
«Cuando un hombre repudia a su mujer, y ella se separa de él y se casa con otro, ¿podrá volver al primero? ¿No ha quedado profanada esa mujer? Tú has fornicado con muchos amantes, ¿podrás volver a mí? -oráculo del Señor-.
Levanta los ojos a las colinas y mira: ¿Dónde no has hecho el amor? Salías a los caminos a ofrecerte, como un nómada por el desierto. Profanaste la tierra con tus fornicaciones y maldades. Las lluvias tempranas se rehusaban, no llegaban las tardías; entonces mostrabas frente de ramera, te negabas a avergonzarte.
Pero ¿no me gritas ahora mismo: "Padre mío, tú eres el amigo de mi juventud? ¿Se irritará para siempre, eternizará su rencor?" Así decías obrando maldades, y te sentías fuerte para seguirlas continuando.
Yo había pensado: "Te contaré entre mis hijos, te daré una tierra envidiable, en heredad la perla de las naciones"; diciéndome: "Me llamará 'padre mío', no se apartará de mí." Pero igual que una mujer que traiciona a su marido, así me traicionó Israel.»
Se escucha un clamor en las colinas, llanto afligido de los hijos de Israel, que han extraviado el camino, olvidados de su Dios.
«Volved, hijos apóstatas, y os curaré de la apostasía.»
«Aquí estamos, hemos venido a ti, porque tú, Señor, eres nuestro Dios. Cierto, son mentira los collados y el estrépito de los montes; sólo en el Señor, nuestro Dios, está la salvación de Israel. La ignominia devoró los ahorros de nuestros padres, desde nuestra juventud: ovejas y vacas, sus hijos e hijas. Nos acostamos sobre nuestra vergüenza, nos tapamos con nuestro sonrojo; porque pecamos contra el Señor, nuestro Dios, nosotros y nuestros padres, desde la juventud hasta el día de hoy, y no escuchamos la voz del Señor, nuestro Dios.»
Esto dice el Señor:
«Si quieres volver, Israel, vuélvete a mí; si apartas de mis ojos las ignominias, no irás errante. Si juras con verdad por el Señor, con justicia y derecho, las naciones se bendecirán por ti.»
Porque así dice el Señor a los habitantes de Judá y Jerusalén:
«Roturad los campos, y no sembréis entre espinos; circuncidaos para el Señor y quitad el prepucio de vuestros corazones, habitantes de Judá y Jerusalén; no sea que brote como fuego mi cólera, y arda inextinguible, por culpa de vuestras perversidades.»
RESPONSORIO Jr 14, 7; Sal 129, 3
R. Si nuestros pecados hablan contra nosotros, tú, Señor, obra por el honor de tu nombre; * pues nuestras rebeldías han sido numerosas, hemos pecado contra ti.
V. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?
R. Pues nuestras rebeldías han sido numerosas, hemos pecado contra ti.
SEGUNDA LECTURA
De la carta de san Agustín, obispo, a Proba
(Carta 130, 12, 22--13, 24: CSEL 44, 65-68)
NADA HALLARÁS QUE NO SE ENCUENTRE EN ESTA ORACIÓN DOMINICAL
Quien dice, por ejemplo, como mostraste tu santidad a las naciones, muéstranos así tu gloria y que tus profetas sean hallados fieles, ¿qué otra cosa dice sino santificado sea tu nombre?
Quien dice: Dios de los ejércitos, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve, ¿qué otra cosa dice sino venga tu reino?
Quien dice: Asegura mis pasos con tu promesa, que ninguna maldad me domine, ¿qué otra cosa dice sino hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo?
Quien dice: No me des pobreza ni riqueza, ¿qué otra cosa dice sino danos hoy nuestro pan de cada día?
Quien dice: Señor, tenle en cuenta a David todos sus afanes, o bien: Señor, si soy culpable, si hay crímenes en mis manos, si he causado daño a mi amigo, ¿qué otra cosa dice sino perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden?
Quien dice: Líbrame de mi enemigo, Dios mío; protégeme de mis agresores, ¿qué otra cosa dice sino líbranos del mal?
Y si vas discurriendo por todas las plegarias de la santa Escritura, creo que nada hallarás que no se encuentre y contenga en esta oración dominical. Por eso, hay libertad de decir estas cosas en la oración con unas u otras palabras, pero no debe haber libertad para decir cosas distintas.
Esto es, sin duda alguna, lo que debemos pedir en la oración, tanto para nosotros como para los nuestros, como también para los extraños e incluso para nuestros mismos enemigos, y aunque roguemos por unos y otros de modo distinto, según las diversas necesidades y los diversos grados de familiaridad, procuremos, sin embargo, que en nuestro corazón nazca y crezca el amor hacia todos.
Aquí tienes explicado, a mi juicio, no sólo las cualidades que debe tener tu oración, sino también lo que debes pedir en ella, todo lo cual no soy yo quien te lo ha enseñado, sino aquel que se dignó ser maestro de todos.
Hemos de buscar la vida dichosa y hemos de pedir a Dios que nos la conceda. En qué consiste esta felicidad son muchos los que lo han discutido y sus sentencias son muy numerosas. Pero nosotros, ¿qué necesidad tenemos de acudir a tantos autores y a tan numerosas opiniones? En las divinas Escrituras se nos dice de modo breve y veraz: Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor. Para que podamos formar parte de este pueblo, llegar a contemplar a Dios y vivir con él eternamente, tenernos aquella exhortación cuyo objetivo no debe ser otro que promover la caridad que proviene de un corazón sincero, de una conciencia recta y de una fe sin fingimiento.
Al citar estas tres propiedades se habla de la conciencia recta aludiendo a la esperanza. Por tanto, la fe, la esperanza y la caridad conducen hasta Dios al que ora, es decir, a quien cree, espera y desea, al tiempo que descubre en la oración dominical lo que debe pedir al Señor.
RESPONSORIO Sal 101, 2. cf. 18; 129, 2
R. Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti; * porque tú, Dios mío, no desprecias las peticiones de los desamparados.
V. Estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica.
R. Porque tú, Dios mío, no desprecias las peticiones de los desamparados.
Miércoles,
16 de octubre de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,42-46):
En aquel tiempo, dijo el Señor: « ¡Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de legumbres, mientras pasáis por alto el derecho y el amor de Dios! Esto habría que practicar, sin descuidar aquello. ¡Ay de vosotros, fariseos, que os encantan los asientos de honor en las sinagogas y las reverencias por la calle! ¡Ay de vosotros, que sois como tumbas sin señal, que la gente pisa sin saberlo!»
Un maestro de la Ley intervino y le dijo: «Maestro, diciendo eso nos ofendes también a nosotros.»
Jesús replicó: « ¡Ay de vosotros también, maestros de la Ley, que abrumáis a la gente con cargas insoportables, mientras vosotros no las tocáis ni con un dedo!»
Palabra del Señor
En aquel tiempo, dijo el Señor: « ¡Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de legumbres, mientras pasáis por alto el derecho y el amor de Dios! Esto habría que practicar, sin descuidar aquello. ¡Ay de vosotros, fariseos, que os encantan los asientos de honor en las sinagogas y las reverencias por la calle! ¡Ay de vosotros, que sois como tumbas sin señal, que la gente pisa sin saberlo!»
Un maestro de la Ley intervino y le dijo: «Maestro, diciendo eso nos ofendes también a nosotros.»
Jesús replicó: « ¡Ay de vosotros también, maestros de la Ley, que abrumáis a la gente con cargas insoportables, mientras vosotros no las tocáis ni con un dedo!»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sirvamos al Señor con santidad todos nuestros días.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sirvamos al Señor con santidad todos nuestros días.
PRECES
Cristo, reflejo de la gloria del Padre, nos ilumina con su palabra; acudamos pues a él diciendo:
Rey de la gloria, escúchanos.
Te bendecimos, Señor, autor y consumador de nuestra fe,
porque de las tinieblas nos has trasladado a tu luz admirable.
Tú que abriste los ojos de los ciegos y diste oído a los sordos,
aumenta nuestra fe.
Haz, Señor, que permanezcamos siempre en tu amor,
y que este amor nos guarde fraternalmente unidos.
Ayúdanos para que resistamos a la tentación, aguantemos en la tribulación
y te demos gracias en la prosperidad.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Dejemos que el espíritu de Dios, que ha sido derramado en nuestros corazones, se una a nuestro espíritu, para clamar:
Padre nuestro...
ORACION
Recuerda, Señor, tu santa alianza consagrada con el nuevo sacramento de la sangre del Cordero, para que tu pueblo obtenga el perdón de sus pecados, y un aumento constante de salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
San
Gerardo Majella
16 de Octubre
16 de Octubre
Nació en Italia el 23 de abril de 1725. Perdió a su padre cuando tenía
tan sólo 12 años, sumiéndose él y su familia en la más absoluta pobreza y
abandono. Años más tarde, intentó ingresar a la orden de los capuchinos, pero
su precaria salud se lo impidió; pero, fue aceptado como hermano lego en los
redemptoristas sirviendo a su orden como sacristán, jardinero, portero y
sastre, el oficio de su padre. Posteriormente, el santo fue acusado por una
mujer embarazada de ser el padre del hijo que esperaba; San Gerard guardó
silencio y no intentó defenderse de las acusaciones de la mujer. La actitud
piadosa y silente del santo hizo reflexionar a la mujer quien se retractó y
reiteró ante todos la integridad del santo. De esta forma, San Gerard es
considerado como el "Patrono de las embarazadas". También, fue
reconocido entre los feligreses por su reputación de buen consejero por sus
sólidos valores y recta moral, además de su caridad y generosidad entre los más
necesitados.
Falleció en 1755 a causa de una tuberculosis. Fue
canonizado el 11 de diciembre de 1904 por el Papa San Pío X.
Santa Margarita de Alacoque
16 de Octubre
16 de Octubre
Margarita recibió del Señor tres armas necesarias en la lucha que
debía emprender para lograr la purificación y transformación.
La primera arma: Una conciencia delicada
Una vez le dijo el Señor cuando había Margarita cometido una
falta:
"Sabed que soy un Maestro santo, y enseño la santidad. Soy
puro, y no puedo sufrir la más pequeña mancha. Por lo tanto, es preciso que
andes en mi presencia con simplicidad de corazón en intención recta y pura.
Pues no puedo sufrir el menor desvío, y te daré a conocer que si el exceso de
mi amor me ha movido a ser tu Maestro para enseñarte y formarte en mi manera y
según mis designios, no puedo soportar las almas tibias y cobardes, y que si
soy manso para sufrir tus flaquezas, no seré menos severo y exacto en corregir
tus infidelidades."
Y así confiesa Margarita que nada era más doloroso para ella que ver
a Jesús incomodado contra ella, aunque fuese de forma muy poca. Y en
comparación a este dolor, nada le parecía los demás dolores, correcciones y
mortificaciones y por tanto, acudía inmediatamente a pedir penitencia a su
superiora cuando cometía una falta, pues sabía que Jesús solo se contentaba con
las penitencias impuestas por la obediencia. Esta arma se fundamenta en su gran
deseo de amar.
La segunda arma: La santa obediencia
Lo que más severamente le reprendía Jesús a Margarita eran sus
faltas en la obediencia, ya sea a sus superiores o a su regla. La menor réplica
a los superiores con señales de incomodidad o repugnancia le es insoportable al
Señor en un alma religiosa. Una vez corrigiéndola le decía:
"Te engañas creyendo que puedes agradarme con esa clase de
acciones y mortificaciones en las cuales la voluntad propia, hecha ya su
elección, más bien que someterse, consigue doblegar la voluntad de las
superioras. ¡Oh! yo rechazo todo eso como fruto corrompido por el propio
querer, el cual en un alma religiosa me causa horror, y me gustaría más verla
gozando de todas sus pequeñas comodidades por obediencia, que martirizándose
con austeridades y ayunos por voluntad propia."
La tercera arma: Su Santa Cruz
La Cruz es el más precioso de todos sus regalos. Un día después
que ella recibió la comunión, se hizo presente ante los ojos de ella una gran
cruz, cuya extremidad no podía ver; estaba la cruz toda cubierta de flores. Y
el Señor le dijo:
"He ahí el lecho de mis castas esposas, donde te haré gustar
las delicias de mi amor; poco a poco irán cayendo esas flores, y solo te
quedarán las espinas, ocultas ahora a causa de tu flaqueza, las cuales te harán
sentir tan vivamente sus punzadas, que tendrás necesidad de toda la fuerza de
mi amor para soportar el sufrimiento."
Era de esta forma intensa y purificadora que el Señor obraba sus
designios en el corazón de Margarita. El, para desatar cada vez más de su alma
el afecto a las cosas de esta tierra y sobre todo a sí misma, quiso permitir
que viniesen sobre ella continuas humillaciones y desprecios. Pero no dejaba
por ello el Señor de suplirle todas la gracias necesarias.
En otra ocasión le dijo el Señor: "Has de querer como si no
quisieras, debiendo ser tus delicias agradarme a mí. No debes buscar nada fuera
de mí pues de lo contrario injuriarías a mi poder y me ofenderías gravemente,
ya que yo quiero ser solo todo para ti."
Al día siguiente de su profesión destinaron a Margarita a la
enfermería, como auxiliar de la enfermera, Sor Catalina Marest, excelente
religiosa, aunque de temperamento activo, diligente y eficiente. Margarita en
cambio era callada, lenta y juiciosa. Recordándose ella después de su paso por
la enfermería, escribía: "Solo Dios sabe lo que tuve que sufrir
allí." Y no eran exageradas sus palabras pues había recibido un sin número
de insultos y desengaños durante ese tiempo.
Jesús le comunicó una parte de sus terribles angustias en
Getsemaní y la quiere víctima inmolada. Ella le dice a Jesús: "Nada quiero
sino tu Amor y tu Cruz, y esto me basta para ser Buena Religiosa, que es lo que
deseo."