Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar
este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén.
TIEMPO ORDINARIO
JUEVES DE LA SEMANA XXIX
De la Feria. Salterio I
JUEVES DE LA SEMANA XXIX
De la Feria. Salterio I
24 de octubre
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Venid, adoremos al Señor, porque él es nuestro Dios.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: CRECE LA LUZ BAJO TU HERMOSA MANO.
Crece la luz bajo tu hermosa mano,
Padre celeste, y suben
los hombres matutinos al encuentro
de Cristo Primogénito.
El hizo amanecer ante tus ojos
y enalteció la aurora,
cuando aún no estaba el hombre sobre el mundo
para poder cantarla.
El es principio y fin del universo,
y el tiempo, en su caída,
se acoge al que es la fuerza de las cosas
y en él rejuvenece.
Él es quien nos reanima y fortalece,
y hace posible el himno
que, ante las maravillas de tus manos,
cantamos jubilosos.
He aquí la nueva luz que asciende y busca
su cuerpo misterioso;
he aquí, en la claridad de la mañana,
el signo de tu rostro.
Envía, Padre eterno, sobre el mundo
el soplo de tu Hijo,
potencia de tu diestra y primogénito
de todos los que mueren. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.
Salmo 56 - ORACIÓN MATUTINA DE UN AFLIGIDO.
Misericordia, Dios mío, misericordia,
que mi alma se refugia en ti;
me refugio a la sombra de tus alas
mientras pasa la calamidad.
Invoco al Dios Altísimo,
al Dios que hace tanto por mí:
desde el cielo me enviará la salvación,
confundirá a los que ansían matarme,
enviará su gracia y su lealtad.
Estoy echado entre leones
devoradores de hombres;
sus dientes son lanzas y flechas,
su lengua es una espada afilada.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.
Han tendido una red a mis pasos
para que sucumbiera;
me han cavado delante una fosa,
pero han caído en ella.
Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar:
despierta, gloria mía;
despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora.
Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.
Ant 2. «Mi pueblo se saciará de mis bienes», dice el Señor.
Cántico: FELICIDAD DEL PUEBLO REDIMIDO Jr 31, 10-14
Escuchad, pueblos, la palabra del Señor,
anunciadla en las islas remotas:
«El que dispersó a Israel lo reunirá,
lo guardará como un pastor a su rebaño;
porque el Señor redimió a Jacob,
lo rescató de una mano más fuerte.»
Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor:
hacia el trigo y el vino y el aceite,
y los rebaños de ovejas y de vacas;
su alma será como un huerto regado,
y no volverán a desfallecer.
Entonces se alegrará la doncella en la danza,
gozarán los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo,
los alegraré y aliviaré sus penas;
alimentaré a los sacerdotes con manjares sustanciosos,
y mi pueblo se saciará de mis bienes.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Mi pueblo se saciará de mis bienes», dice el Señor.
Ant 3. Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios.
Salmo 47 - HIMNO A LA GLORIA DE JERUSALÉN.
Grande es el Señor y muy digno de alabanza
en la ciudad de nuestro Dios,
su monte santo, altura hermosa,
alegría de toda la tierra:
el monte Sión, vértice del cielo,
ciudad del gran rey;
entre sus palacios,
Dios descuella como un alcázar.
Mirad: los reyes se aliaron
para atacarla juntos;
pero, al verla, quedaron aterrados
y huyeron despavoridos;
allí los agarró un temblor
y dolores como de parto;
como un viento del desierto,
que destroza las naves de Tarsis.
Lo que habíamos oído lo hemos visto
en la ciudad del Señor de los ejércitos,
en la ciudad de nuestro Dios:
que Dios la ha fundado para siempre.
¡Oh Dios!, meditamos tu misericordia
en medio de tu templo:
como tu renombre, ¡oh Dios!, tu alabanza
llega al confín de la tierra;
tu diestra está llena de justicia:
el monte Sión se alegra,
las ciudades de Judá se gozan
con tus sentencias.
Dad la vuelta en torno a Sión,
contando sus torreones;
fijaos en sus baluartes,
observad sus palacios,
para poder decirle a la próxima generación:
«Este es el Señor, nuestro Dios.»
Él nos guiará por siempre jamás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios.
LECTURA BREVE Is 66,1-2
Así dice el Señor: «El cielo es mi trono y la tierra el estrado de mis pies: ¿Qué templo podréis construirme? ; ¿o qué lugar para mi descanso? Todo esto lo hicieron mis manos, todo es mío -oráculo del Señor-. En ése pondré mis ojos: en el humilde y el abatido que se estremece ante mis palabras.»
RESPONSORIO BREVE
V. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.
R. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.
V. Guardaré tus leyes.
R. Respóndeme, Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Venid, adoremos al Señor, porque él es nuestro Dios.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: CRECE LA LUZ BAJO TU HERMOSA MANO.
Crece la luz bajo tu hermosa mano,
Padre celeste, y suben
los hombres matutinos al encuentro
de Cristo Primogénito.
El hizo amanecer ante tus ojos
y enalteció la aurora,
cuando aún no estaba el hombre sobre el mundo
para poder cantarla.
El es principio y fin del universo,
y el tiempo, en su caída,
se acoge al que es la fuerza de las cosas
y en él rejuvenece.
Él es quien nos reanima y fortalece,
y hace posible el himno
que, ante las maravillas de tus manos,
cantamos jubilosos.
He aquí la nueva luz que asciende y busca
su cuerpo misterioso;
he aquí, en la claridad de la mañana,
el signo de tu rostro.
Envía, Padre eterno, sobre el mundo
el soplo de tu Hijo,
potencia de tu diestra y primogénito
de todos los que mueren. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.
Salmo 56 - ORACIÓN MATUTINA DE UN AFLIGIDO.
Misericordia, Dios mío, misericordia,
que mi alma se refugia en ti;
me refugio a la sombra de tus alas
mientras pasa la calamidad.
Invoco al Dios Altísimo,
al Dios que hace tanto por mí:
desde el cielo me enviará la salvación,
confundirá a los que ansían matarme,
enviará su gracia y su lealtad.
Estoy echado entre leones
devoradores de hombres;
sus dientes son lanzas y flechas,
su lengua es una espada afilada.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.
Han tendido una red a mis pasos
para que sucumbiera;
me han cavado delante una fosa,
pero han caído en ella.
Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar:
despierta, gloria mía;
despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora.
Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.
Ant 2. «Mi pueblo se saciará de mis bienes», dice el Señor.
Cántico: FELICIDAD DEL PUEBLO REDIMIDO Jr 31, 10-14
Escuchad, pueblos, la palabra del Señor,
anunciadla en las islas remotas:
«El que dispersó a Israel lo reunirá,
lo guardará como un pastor a su rebaño;
porque el Señor redimió a Jacob,
lo rescató de una mano más fuerte.»
Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor:
hacia el trigo y el vino y el aceite,
y los rebaños de ovejas y de vacas;
su alma será como un huerto regado,
y no volverán a desfallecer.
Entonces se alegrará la doncella en la danza,
gozarán los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo,
los alegraré y aliviaré sus penas;
alimentaré a los sacerdotes con manjares sustanciosos,
y mi pueblo se saciará de mis bienes.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Mi pueblo se saciará de mis bienes», dice el Señor.
Ant 3. Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios.
Salmo 47 - HIMNO A LA GLORIA DE JERUSALÉN.
Grande es el Señor y muy digno de alabanza
en la ciudad de nuestro Dios,
su monte santo, altura hermosa,
alegría de toda la tierra:
el monte Sión, vértice del cielo,
ciudad del gran rey;
entre sus palacios,
Dios descuella como un alcázar.
Mirad: los reyes se aliaron
para atacarla juntos;
pero, al verla, quedaron aterrados
y huyeron despavoridos;
allí los agarró un temblor
y dolores como de parto;
como un viento del desierto,
que destroza las naves de Tarsis.
Lo que habíamos oído lo hemos visto
en la ciudad del Señor de los ejércitos,
en la ciudad de nuestro Dios:
que Dios la ha fundado para siempre.
¡Oh Dios!, meditamos tu misericordia
en medio de tu templo:
como tu renombre, ¡oh Dios!, tu alabanza
llega al confín de la tierra;
tu diestra está llena de justicia:
el monte Sión se alegra,
las ciudades de Judá se gozan
con tus sentencias.
Dad la vuelta en torno a Sión,
contando sus torreones;
fijaos en sus baluartes,
observad sus palacios,
para poder decirle a la próxima generación:
«Este es el Señor, nuestro Dios.»
Él nos guiará por siempre jamás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios.
LECTURA BREVE Is 66,1-2
Así dice el Señor: «El cielo es mi trono y la tierra el estrado de mis pies: ¿Qué templo podréis construirme? ; ¿o qué lugar para mi descanso? Todo esto lo hicieron mis manos, todo es mío -oráculo del Señor-. En ése pondré mis ojos: en el humilde y el abatido que se estremece ante mis palabras.»
RESPONSORIO BREVE
V. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.
R. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.
V. Guardaré tus leyes.
R. Respóndeme, Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.
PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Habacuc 2, 5-20
IMPRECACIONES CONTRA LOS OPRESORES CALDEOS
En aquellos días, me dijo el Señor:
«Aunque el hombre soberbio saquee riquezas, no triunfará. Ensancha las fauces como el infierno, como la muerte insaciable, se apodera de todos los pueblos, se adueña de todas las naciones. Pero todos ellos entonarán contra él una canción, sátiras y burlas, diciendo:
"¡Ay del que acumula bienes ajenos! Amontona objetos empeñados. De repente se alzarán tus acreedores, despertarán tus atormentadores y te despojarán. Porque saqueaste naciones numerosas, te saqueará el resto de los pueblos, por tus asesinatos y violencias contra territorios, ciudades y poblaciones.
¡Ay del que reúne en casa ganancias injustas y pone en lo alto su nido para salvarse de la desgracia! Hiciste un proyecto deshonroso para tu casa: aniquilando muchos pueblos, has perjudicado tu vida. Gritarán las piedras de los muros, y las vigas del maderamen les responderán.
¡Ay del que construye con sangre la ciudad y funda la capital con crímenes! El Señor hará que suceda esto: que trabajen los pueblos para el fuego y las naciones se fatiguen para nada, cuando la tierra esté llena del conocimiento de la gloria del Señor, como las aguas llenan el mar.
¡Ay del que embriaga a su prójimo, y le mezcla una droga y lo emborracha para contemplar su desnudez! Te sacias de oprobios más que de honores, bebe tú también y enseña tu vergüenza. Llega a ti la copa de la diestra del Señor, y la ignominia sobre tu gloria. La violencia hecha al Líbano te cubrirá, el degüello de los animales te aterrará, por tus asesinatos y violencias contra territorios, ciudades y poblaciones.
¡Ay del que dice a un leño: 'Despierta, levántate', y a la piedra muda: 'Dime un oráculo'! Está forrado de plata y oro, pero por dentro no tiene alma. ¿De qué le sirve al ídolo que lo talle el artífice, a la imagen de oráculos engañosos el que el artífice confíe en ella, fabricando ídolos mudos? Pero el Señor está en su santo templo, ¡guarde silencio ante él toda la tierra!"»
RESPONSORIO Rm 2, 12; 3, 23; 11, 32
R. Todos los que pecaron sin conocer la ley perecerán sin la ley; y cuantos pecaron con conocimiento de la ley serán juzgados por la ley. * Pues todos pecaron y se hallan privados de la gloria de Dios.
V. Dios encerró a todos los hombres en la desobediencia, para usar con todos ellos de misericordia.
R. Pues todos pecaron y se hallan privados de la gloria de Dios.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Bernardo, abad
(Sermón 5 sobre diversas materias, 4-5: Opera omnia, edición cisterciense, 6, 1 [1970], 103-104)
SOBRE LOS GRADOS DE LA CONTEMPLACIÓN
Refugiémonos en Cristo, nuestra fortaleza, y adhirámonos con todas nuestras fuerzas al Señor, la roca sólida y siempre firme, y podremos decir con el profeta, como está escrito: Afianzó mis pies en la roca y aseguró mis pasos. Consolidados así y afianzados podremos contemplar y escuchar lo que él nos diga y sabremos cómo responder cuando él nos reprenda.
El primer grado de esta contemplación, amados hermanos, consiste en considerar atentamente cuál sea la voluntad del Señor y qué es lo acepto a sus ojos. Y, como todos pecamos con frecuencia y nuestro orgullo ofende muchas veces su santísima voluntad y no se adhiere ni conforma a lo que el Señor desea, es necesario que nos humillemos bajo la poderosa mano del Dios altísimo y procuremos solícitamente presentarnos ante él con espíritu humilde, diciendo: Sáname, Señor, y quedaré sano, sálvame y quedaré a salvo. Y también aquello otro: Señor, ten misericordia, sáname, porque he pecado contra ti.
Cuando estos pensamientos hayan ya purificado la mirada de nuestro corazón, en vez de andar según la amargura de nuestro espíritu nos dejaremos llevar del Espíritu de Dios y viviremos alegres, sin preocuparnos ya de cuál sea la voluntad de Dios sobre nosotros, sino interesándonos más bien sobre cuál sea la voluntad divina en sí misma.
Y, ya que en su voluntad está la vida, no podemos dudar lo más mínimo de que nada encontraremos que nos sea más útil y provechoso que aquello que concuerda con el querer divino. Por tanto, si en verdad queremos conservar la vida de nuestra alma, procuremos con solicitud no desviarnos en lo más mínimo de la voluntad de Dios.
Y, cuando hayamos ya progresado algún tanto en la vida espiritual, guiados por el Espíritu Santo, que escudriña los más altos misterios de Dios, dediquémonos a contemplar cuán suave es el Señor y cuán bueno es en sí mismo; y con el profeta supliquémosle que nos manifieste cuál sea su voluntad, para que pongamos nuestra mansión no en nuestro pobre corazón humano, sino en su santo templo; así podremos repetir con el mismo profeta: Mi alma se acongoja, te recuerdo.
Pues hay que advertir, que la plenitud de nuestra vida espiritual se encuentra en estas dos cosas: en aquella reflexión sobre nosotros mismos, que nos turba y nos contrista en vista a la conversión, y en la contemplación de Dios, que nos llena del gozo y del consuelo del Espíritu Santo; lo primero engendra en nosotros el temor y la humildad, lo segundo alumbra en nuestro interior el amor y la esperanza.
RESPONSORIO Sal 110, 10; Sb 6, 19; Sir 19, 18
R. Primicia de la sabiduría es el temor del Señor, tienen buen juicio los que lo practican. * La alabanza del Señor dura por siempre.
V. Amar la sabiduría es guardar sus leyes, pues el temor del Señor es la síntesis de la sabiduría.
R. La alabanza del Señor dura por siempre.
Del libro del profeta Habacuc 2, 5-20
IMPRECACIONES CONTRA LOS OPRESORES CALDEOS
En aquellos días, me dijo el Señor:
«Aunque el hombre soberbio saquee riquezas, no triunfará. Ensancha las fauces como el infierno, como la muerte insaciable, se apodera de todos los pueblos, se adueña de todas las naciones. Pero todos ellos entonarán contra él una canción, sátiras y burlas, diciendo:
"¡Ay del que acumula bienes ajenos! Amontona objetos empeñados. De repente se alzarán tus acreedores, despertarán tus atormentadores y te despojarán. Porque saqueaste naciones numerosas, te saqueará el resto de los pueblos, por tus asesinatos y violencias contra territorios, ciudades y poblaciones.
¡Ay del que reúne en casa ganancias injustas y pone en lo alto su nido para salvarse de la desgracia! Hiciste un proyecto deshonroso para tu casa: aniquilando muchos pueblos, has perjudicado tu vida. Gritarán las piedras de los muros, y las vigas del maderamen les responderán.
¡Ay del que construye con sangre la ciudad y funda la capital con crímenes! El Señor hará que suceda esto: que trabajen los pueblos para el fuego y las naciones se fatiguen para nada, cuando la tierra esté llena del conocimiento de la gloria del Señor, como las aguas llenan el mar.
¡Ay del que embriaga a su prójimo, y le mezcla una droga y lo emborracha para contemplar su desnudez! Te sacias de oprobios más que de honores, bebe tú también y enseña tu vergüenza. Llega a ti la copa de la diestra del Señor, y la ignominia sobre tu gloria. La violencia hecha al Líbano te cubrirá, el degüello de los animales te aterrará, por tus asesinatos y violencias contra territorios, ciudades y poblaciones.
¡Ay del que dice a un leño: 'Despierta, levántate', y a la piedra muda: 'Dime un oráculo'! Está forrado de plata y oro, pero por dentro no tiene alma. ¿De qué le sirve al ídolo que lo talle el artífice, a la imagen de oráculos engañosos el que el artífice confíe en ella, fabricando ídolos mudos? Pero el Señor está en su santo templo, ¡guarde silencio ante él toda la tierra!"»
RESPONSORIO Rm 2, 12; 3, 23; 11, 32
R. Todos los que pecaron sin conocer la ley perecerán sin la ley; y cuantos pecaron con conocimiento de la ley serán juzgados por la ley. * Pues todos pecaron y se hallan privados de la gloria de Dios.
V. Dios encerró a todos los hombres en la desobediencia, para usar con todos ellos de misericordia.
R. Pues todos pecaron y se hallan privados de la gloria de Dios.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Bernardo, abad
(Sermón 5 sobre diversas materias, 4-5: Opera omnia, edición cisterciense, 6, 1 [1970], 103-104)
SOBRE LOS GRADOS DE LA CONTEMPLACIÓN
Refugiémonos en Cristo, nuestra fortaleza, y adhirámonos con todas nuestras fuerzas al Señor, la roca sólida y siempre firme, y podremos decir con el profeta, como está escrito: Afianzó mis pies en la roca y aseguró mis pasos. Consolidados así y afianzados podremos contemplar y escuchar lo que él nos diga y sabremos cómo responder cuando él nos reprenda.
El primer grado de esta contemplación, amados hermanos, consiste en considerar atentamente cuál sea la voluntad del Señor y qué es lo acepto a sus ojos. Y, como todos pecamos con frecuencia y nuestro orgullo ofende muchas veces su santísima voluntad y no se adhiere ni conforma a lo que el Señor desea, es necesario que nos humillemos bajo la poderosa mano del Dios altísimo y procuremos solícitamente presentarnos ante él con espíritu humilde, diciendo: Sáname, Señor, y quedaré sano, sálvame y quedaré a salvo. Y también aquello otro: Señor, ten misericordia, sáname, porque he pecado contra ti.
Cuando estos pensamientos hayan ya purificado la mirada de nuestro corazón, en vez de andar según la amargura de nuestro espíritu nos dejaremos llevar del Espíritu de Dios y viviremos alegres, sin preocuparnos ya de cuál sea la voluntad de Dios sobre nosotros, sino interesándonos más bien sobre cuál sea la voluntad divina en sí misma.
Y, ya que en su voluntad está la vida, no podemos dudar lo más mínimo de que nada encontraremos que nos sea más útil y provechoso que aquello que concuerda con el querer divino. Por tanto, si en verdad queremos conservar la vida de nuestra alma, procuremos con solicitud no desviarnos en lo más mínimo de la voluntad de Dios.
Y, cuando hayamos ya progresado algún tanto en la vida espiritual, guiados por el Espíritu Santo, que escudriña los más altos misterios de Dios, dediquémonos a contemplar cuán suave es el Señor y cuán bueno es en sí mismo; y con el profeta supliquémosle que nos manifieste cuál sea su voluntad, para que pongamos nuestra mansión no en nuestro pobre corazón humano, sino en su santo templo; así podremos repetir con el mismo profeta: Mi alma se acongoja, te recuerdo.
Pues hay que advertir, que la plenitud de nuestra vida espiritual se encuentra en estas dos cosas: en aquella reflexión sobre nosotros mismos, que nos turba y nos contrista en vista a la conversión, y en la contemplación de Dios, que nos llena del gozo y del consuelo del Espíritu Santo; lo primero engendra en nosotros el temor y la humildad, lo segundo alumbra en nuestro interior el amor y la esperanza.
RESPONSORIO Sal 110, 10; Sb 6, 19; Sir 19, 18
R. Primicia de la sabiduría es el temor del Señor, tienen buen juicio los que lo practican. * La alabanza del Señor dura por siempre.
V. Amar la sabiduría es guardar sus leyes, pues el temor del Señor es la síntesis de la sabiduría.
R. La alabanza del Señor dura por siempre.
Jueves, 24
de octubre de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,49-53):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, y qué angustia hasta que se cumpla. ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.»
Palabra del Señor
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, y qué angustia hasta que se cumpla. ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sirvamos al Señor con santidad y nos librará de la mano de nuestros enemigos.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sirvamos al Señor con santidad y nos librará de la mano de nuestros enemigos.
PRECES
Demos gracias a Cristo que nos ha dado la luz del día y supliquémosle diciendo:
Bendícenos y santifícanos, Señor.
Tú que te entregaste como víctima por nuestros pecados,
acepta los deseos y las acciones de este día.
Tú que nos alegras con la claridad del nuevo día,
sé tú mismo el lucero brillante de nuestros corazones.
Haz que seamos bondadosos y comprensivos con los que nos rodean
para que logremos así ser imágenes de tu bondad.
En la mañana haznos escuchar tu gracia
y que tu gozo sea hoy nuestra fortaleza.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Fieles a la recomendación del salvador, digamos llenos de confianza filial:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso y eterno, humildemente acudimos a ti, al empezar el día, a media jornada y al atardecer, para pedirte que, alejando de nosotros las tinieblas del pecado, nos hagas alcanzar la luz verdadera que es Cristo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
San Antonio María Claret, Fundador
24 de Octubre
24 de Octubre
A los doce años, su padre le pone a trabajar en el
telar familiar. Reconociendo su habilidad para la fabricación, va a Barcelona
para perfeccionarse en el arte textil. Sallent_ObreroSe dedica con verdadera
pasión al trabajo; vivía para él día y noche.
Sus oraciones, en cambio, no eran tantas ni tan
fervorosas, aunque no deja la misa dominical ni el rezo del rosario. Poco a
poco se le va olvidando el deseo infantil de ser sacerdote, pero Dios le iba
dirigiendo según sus planes. Unos duros desengaños, y sobre todo la palabra del
Evangelio ¿de qué le sirve a uno ganar todo el mundo si al final pierde su
vida?, sacuden su conciencia. A pesar de las ofertas para montar su propia
fábrica, se niega a satisfacer el deseo de su padre y decide ser cartujo.
A los 22 años ingresa en el seminario de Vic, sin
perder de vista su intención de ser monje cartujo. Cuando se dirige a la
Cartuja de Montealegre, al año siguiente, una tormenta le obliga a retroceder y
su sueño de vida retirada empieza a desvanecerse. Prosigue sus estudios
seminarísticos en Vic. Sufre una fuerte tentación contra la castidad, en la que
reconoce la intercesión maternal de la Virgen María en su favor y sobre todo la
voluntad de Dios, que le quiere misionero, evangelizador.
Aunque no había concluido los estudios teológicos,
el 13 de junio de 1835 recibe la ordenación sacerdotal porque su obispo veía en
él algo extraordinario. Queda encargado de su parroquia natal, Sallent. Pero la
parroquia no era lo suyo. Siente, cada vez con más fuerza, que el Señor lo
llama a evangelizar. La situación política en Cataluña, dividida por la guerra
civil entre liberales y carlistas, y la de la Iglesia, sometida a la
desconfianza de los gobernantes, no dejaba otra solución que la de salir de su
patria y ofrecerse a Propaganda Fide, encargada entonces de toda la obra de
evangelización de cualquier tipo.
Tras un viaje lleno de peligros, llegó a Roma.
Aprovechó unos días que tenía libres para hacer ejercicios espirituales en la
casa del Gesù de los Jesuitas. Su director le animó a solicitar el ingreso en
la Compañía de Jesús. A principios de 1840, a los cuatro meses de haber
comenzado el noviciado, se ve aquejado de un dolor intenso en la pierna derecha
que le impide caminar. La mano de Dios se hace sentir. El P. General de los
jesuitas le dijo con resolución: Es la voluntad de Dios que Usted vaya pronto a
España; no tenga miedo; ánimo.
De nuevo en Cataluña, se le confía la parroquia de
Viladrau. Al estar ésta bien atendida, puede desplazarse para dar misiones y
ejercicios en poblaciones cercanas. Su obispo, conocedor de la vocación
claretiana y de los frutos de su predicación, le deja libre de toda atadura
parroquial para poder evangelizar de pueblo en pueblo. Por el deseo de comunión
con la Jerarquía y por las facultades pastorales que comportaba, solicitó a
Propaganda Fide el título de "Misionero Apostólico", que él llenó de
contenido espiritual y apostólico.
Recorrió prácticamente toda Cataluña de 1843 a
1847, predicando la Palabra de Dios, siempre a pie, sin aceptar dinero ni
regalos por su ministerio. Le movía a ello la imitación de Jesucristo. A pesar
de su neutralidad política, pronto iba a sufrir persecuciones por parte de los
gobernantes, y calumnias de quienes combatían la fe.
Pero San Antonio María Claret no iba a ser sólo
predicador incansable de misiones al pueblo y de ejercicios a sacerdotes y
religiosas. Pronto va descubriendo otros medios de apostolado más eficaces:
publicó devocionarios, pequeños opúsculos dirigidos a sacerdotes, religiosas,
niños, jóvenes, casadas, padres de familia...; fundó la Librería Religiosa en
1848, que en dos años lanzó 2.811.000 ejemplares de libros, 2.059.500 opúsculos
y 4.249.200 hojas volantes.
Como medio eficaz de perseverancia y progreso en la
vida cristiana funda o potencia Cofradías, entre ellas la Hermandad del
Santísimo e Inmaculado Corazón de María, que fue el anticipo de las
"religiosas en sus casas" o "hijas del Santísimo e Inmaculado
Corazón de María", que con el tiempo llegará a ser el Instituto Secular
"Filiación Cordimariana".
Al serle imposible predicar en Cataluña por la
rebelión armada, su obispo lo envió a las Canarias. De febrero de 1848 a mayo
de 1849 recorrió las islas. Pronto y familiarmente se le comenzó a llamar
"el Padrito". Tan popular se hizo que es copatrono de la diócesis de
las Palmas con la Virgen del Pino.
De vuelta ya en Cataluña, el 16 de julio de 1849,
funda en una celda del seminario de Vic la Congregación de los Misioneros Hijos
del Inmaculado Corazón de María. La gran obra de Claret comienza humildemente
con cinco sacerdotes dotados del mismo espíritu que el Fundador. A los pocos
días, el 11 de agosto, comunican a Mossen Claret su nombramiento como Arzobispo
de Cuba. A pesar de su resistencia y sus objeciones a cuenta de la Librería
Religiosa y la recién fundada Congregación de Misioneros, hubo de aceptar ese
cargo por obediencia y fue consagrado en Vic el 6 de octubre de 1850.
La situación en la isla de Cuba es deplorable:
explotación y esclavitud, inmoralidad pública, inseguridad familiar, desafecto
a la Iglesia y sobre todo progresiva descristianización. Nada más llegar
comprende que lo más necesario es emprender un trabajo de renovación en la vida
cristiana y promueve una serie de campañas misioneras, en las que participa él
mismo, para llevar la Palabra de Dios a todos los poblados. Dio a su ministerio
episcopal una interpretación misionera. En seis años recorrió tres veces toda
su diócesis. Se preocupó de la renovación espiritual y pastoral del clero y la fundación
de comunidades religiosas. Para la educación de la juventud y el cuidado de las
instituciones asistenciales logró que los Escolapios, los Jesuitas y las Hijas
de la Caridad establecieran comunidades en Cuba; con la M. Antonia París fundó
las Religiosas de María Inmaculada Misioneras Claretianas el 27 de agosto de
1855. Luchó contra la esclavitud;,creó una Granja-escuela para los niños
pobres, puso una Caja de Ahorros con marcado carácter social, fundó bibliotecas
populares. Tanta y tan diversa actividad le supone enfrentamientos, calumnias,
persecuciones y atentados. El sufrido en Holguín (1 febrero 1856) casi le
cuesta la vida, aunque le hace derramar su sangre por Cristo.
La Reina Isabel II lo elige personalmente como su
Confesor en 1857 y se ve obligado a trasladarse a Madrid. Debe acudir
semanalmente al menos a la Corte a ejercer su ministerio de confesor y a
cuidarse de la educación cristiana del príncioe Alfonso y de las infantas.
Debido a su influencia espiritual y a su firmeza, poco a poco va cambiando la
situación religiosa y moral de la Corte. Vive austera y pobremente.
Los ministerios de palacio no llenan ni el tiempo
ni el espíritu apostólico de monseñor Claret: ejerce una intensa actividad en
la ciudad: predica y confiesa, escribe libros, visita cárceles y hospitales.
Aprovecha los viajes con los Reyes por España para predicar por todas partes.
Promueve la Academia de San Miguel, un proyecto en el que pretende aglutinar a
intelectuales y artistas para que "se asocien para fomentar las ciencias y
las artes bajo el aspecto religioso, aunar sus esfuerzos para combatir los
errores, propagar los buenos libros y con ellos las buenas doctrinas".
La Reina le nombra protector de la iglesia y del
hospital de Montserrat de Madrid, y en 1859 Presidente de El Escorial. Su
gestión no puede ser más eficaz y más amplia: restauración del edificio,
equipamiento de la iglesia, establecimiento de una comunidad y un seminario.
Una de sus mayores preocupaciones será dotar a
España de obispos celosos y proteger e impulsar la vida consagrada,
especialmente la de los Institutos fundados por él, los Misioneros y las
Religiosas de María Inmaculada, o por otros.
Mantiene celosamente su independencia y neutralidad
política siempre, lo que le acarrea múltiples enemistades. Se convierte en el
blanco del odio y venganza de muchos: "no obstante de haber marchado
siempre con precaución en este terreno -se refiere a los favoritismos-, no he
escapado de las malas lenguas", confiesa. Su unión con Jesucristo alcanza
un punto álgido en la gracia de la conservación de las especies sacramentales
otorgado en La Granja de Segovia el 26 de agosto de 1861.
A raíz de la revolución de septiembre de 1868 parte
con la Reina hacia el exilio. En París mantiene su ministerio con la Reina y el
Príncipe de Asturias, funda las Conferencias de la Sda. Familia y se prodiga en
múltiples actividades apostólicas.
Para la celebración de las bodas de oro
sacerdotales del Papa Pío IX va a Roma. Participa en la preparación del
Concilio Vaticano I, en el que interviene defendiendo la infalibilidad
pontificia. Al concluir las sesiones, con la salud ya muy quebrantada y
presumiendo próxima su muerte, se traslada a la comunidad que sus Misioneros
tienen en Prades (Francia).
Hasta ahí llegan sus perseguidores, que pretenden
apresarle y llevarlo a España para juzgarlo y condenarlo. Debe huir como un
delincuente y refugiarse en el monasterio cisterciense de Fontfroide.
En este monasterio de Fontfroide, a los 63 años,
rodeado del afecto de los monjes y de algunos de sus misioneros, fallece el 24
de octubre de 1870.
Sus restos mortales se trasladaron a Vic en 1897.
Es beatificado por Pío XI el 25 de febrero de 1934. Pío XII lo canoniza el 7 de
mayo de 1950.
Hacia el sacerdocio. Su primer apostolado
Huérfano de madre a los nueve años, Rafael hizo sus primeros
estudios en la escuela parroquial y en un colegio regentado por los padres
jesuitas. Maduró durante esos años su vocación al sacerdocio y decidió seguir
la llamada de Dios. En 1891 ingresó en el seminario menor de Cotija y en 1896
pasó al seminario mayor de Zamora. El primero de junio de 1901, a la edad de 23
años, fue ordenado sacerdote.
En los primeros años de ministerio sacerdotal, se dedicó con gran
celo a dar misiones en la ciudad de Zamora y por diferentes regiones de Méjico.
Nombrado en 1905 misionero apostólico y director espiritual del seminario de
Zamora, trabajó incansablemente para formar a los alumnos en el amor de la
Eucaristía y la devoción tierna y filial a la Virgen.
Perseguido por la fe
En 1911, para contrarrestar la campaña persecutoria contra la
Iglesia, fundó en la ciudad de Méjico un periódico religioso, que fue pronto
cerrado por los revolucionarios. Perseguido a muerte, vivió durante varios años
sin domicilio fijo, pasando toda especie de privaciones y peligros. Para poder ejercer
su ministerio, se disfrazaba de vendedor de baratijas, de músico, de médico
homeópata. Podía así acercarse a los enfermos, consolarlos, administrarles los
sacramentos y asistir a los moribundos.
Misionero incansable
Acosado por los enemigos, no pudiendo permanecer más tiempo en
Méjico por el inminente peligro de ser capturado, pasó a finales del 1915 al
sur de los Estado Unidos y al año siguiente a Guatemala donde dio un gran
número de misiones. Su fama de misionero llegó a Cuba, donde fue invitado para
predicar misiones populares. Su apostolado en esa isla fue fecundo, y ejemplar
fue también su caridad con las víctimas de una peste que diezmó en 1919 a los
cubanos.
Obispo de Veracruz
El primero de agosto de 1919, mientras realizaba en Cuba su
apostolado misionero, fue preconizado obispo de Veracruz. Consagrado en la
catedral de La Habana el 30 de noviembre de 1919, tomó posesión de su diócesis
el 9 del año siguiente. Los dos primeros años los dedicó a visitar
personalmente el vasto territorio de la diócesis, convirtiendo sus visitas en
verdaderas misiones y en obra de asistencia a los damnificados de un terrible
terremoto que había provocado destrucción y muerte entre la pobre gente de
Veracruz: predicaba en las parroquias, enseñaba la doctrina, legitimaba
uniones, pasaba horas en el confesionario, ayudaba a los que habían sido
víctimas del terremoto.
Su misión episcopal. Nuevas persecuciones
Una de sus principales preocupaciones era la formación de los
sacerdotes. En 1921 logró rescatar y renovar el viejo seminario de Jalapa, que
había sido confiscado en 1914, pero el gobierno le incautó otra vez el edificio
apenas renovado. El obispo trasladó entonces la institución a la ciudad de
Méjico, donde funcionó clandestinamente durante 15 años. Fue el único seminario
que estuvo abierto durante esos años de persecución, llegando a tener 300
seminaristas.
De los dieciocho años que regentó la diócesis, nueve los pasó en
el exilio o huyendo porque lo buscaban para matarlo. Dio sin embargo muestras
de gran valor llegando a presentarse personalmente a uno de sus perseguidores y
a ofrecerse como víctima personal a cambio de la libertad de culto.
Su muerte
En diciembre de 1937, mientras predicaba una misión en Córdoba,
sufrió un ataque cardíaco que lo postró para siempre en cama. Desde el lecho
del dolor dirigía la diócesis y especialmente su seminario, mientras preparaba
su alma al encuentro con el Señor, celebrando todos los días la santa misa.
Murió el 6 de junio de 1938 en la ciudad de Méjico. Al día
siguiente fueron trasladados sus restos mortales a Jalapa. El cortejo fúnebre
fue un verdadero triunfo: todos querían ver por última vez al «santo Obispo
Guízar».
Fue beatificado por S. S. Juan Pablo II el 29 de enero de 1995 en
la Basílica de San Pedro. El pasado 28 de abril de 2006 el Santo Padre
Benedicto XVI ordenó que se promulgara el Decreto «super miraculo » para
proceder a la canonización. Es el primer obispo de Latinoamérica canonizado.
Sepultado en la catedral de Jalapa, su sepulcro es meta de
peregrinación de miles de peregrinos que piden su intercesión.