Completas
Notas
- Además de las fórmulas penitenciales mostradas aquí, pueden usarse
otras aprobadas.
- Además de himnos mostrados aquí, pueden usarse, sobre todo en las
celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente
aprobados.
- Esta hora se termina con una de las antífonas de la Santísima
Virgen que se muestran en el formulario: Madre del Redentor, Salve, Reina
de los cielos, Dios te salve española, Dios te Salve latinoamericana; Bajo
tu amparo, o con algún otro canto debidamente aprobado.
Invocación
V. Dios mío, ven en mi
auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Examen
Hermanos: Llegados al fin de esta jornada que Dios
nos ha concedido, reconozcamos humildemente nuestros pecados.
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Formula 1
·
Formula 2
·
Formula 3
Yo confieso ante
Dios Todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos
y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos
y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. Dios todopoderoso tenga misericordia de
nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
R. Amén.
Himno
Salmodia
Antífona 1: Sé tú, Señor, la
roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.
Salmo 30, 2-6
Súplica
confiada de un afligido
Padre,
a tus manos encomiendo mi espíritu. (Lc 23,46)
A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo,
inclina tu oído hacia mí;
ven a prisa a librarme,
sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame:
sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi amparo.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal me librarás.
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo,
inclina tu oído hacia mí;
ven a prisa a librarme,
sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame:
sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi amparo.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal me librarás.
Antífona 2: Desde lo hondo a
ti grito, Señor.
Salmo 129
Desde
lo hondo a ti grito, Señor
Él
salvará a su pueblo de los pecados. (Mt 1,21)
Desde los hondo a ti grito, Señor;
+ Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela a la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela a la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.
+ Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela a la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela a la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.
Lectura
Breve
Ef 4,26-27
No lleguéis a pecar; que la puesta del sol no os
sorprenda en vuestro enojo. No dejéis resquicio al diablo.
Responsorio
Breve
R. A tus manos, Señor, *
Encomiendo mi espíritu. A tus manos.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás. * Encomiendo. Gloria al Padre. A tus manos.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás. * Encomiendo. Gloria al Padre. A tus manos.
Canto
Evangélico
Antifona: Sálvanos,
Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos para que velemos con Cristo y
descansemos en paz. (T.P. Aleluya)
Nunc dimittis Lc 2, 29-32
Cristo, luz de las naciones y gloria de Israel
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador.
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre.
puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador.
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Oración
Oremos:
Señor Jesucristo, que eres manso y humilde de
corazón y ofreces a los que vienen a ti un yugo llevadero y una carga ligera,
dígnate, pues, aceptar los deseos y las acciones del día que hemos terminado;
que podamos descansar durante la noche para que así, renovado nuestro cuerpo y
nuestro espíritu, perseveremos constantes en tu servicio. Tú que vives y reinas
con el Padre en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios, por los siglos de los
siglos.
Amén.
Bendición
V. El Señor todopoderoso
nos conceda una noche tranquila y una muerte santa.
R. Amén.
R. Amén.
Antífonas
finales de la Santísima Virgen María
·
Antifona 1
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Antifona 2
·
Antifona 3
·
Antifona 4
·
Antifona 5
Dios te salve,
Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra;
Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva;
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos,
y, después de este destierro,
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
vida, dulzura y esperanza nuestra;
Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva;
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos,
y, después de este destierro,
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!