Musica Para el Alma

domingo, 18 de noviembre de 2018

LAUDES. LUNES 19 ORACIÓN PARA INICIAR EL DIA


TIEMPO ORDINARIO
LUNES DE LA SEMANA XXXIII
Del Común de la santísima Virgen María.

19 de noviembre

SANTA MARÍA VIRGEN, MADRE DE LA DIVINA PROVIDENCIA (SOLEMNIDAD).

LAUDES
(Oración de la mañana)

INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)


V. 
Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Ant. Venid, adoremos a Cristo Jesús, que nos encomendó como hijos a su providente madre. 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Venid, adoremos a Cristo Jesús, que nos encomendó como hijos a su providente madre.


Himno: ERES TÚ LA MUJER LLENA DE GLORIA

Eres tú la mujer llena de gloria,
alzada por encima de los astros;
con tu sagrado pecho das la leche
al que en su providencia te ha creado.

Lo que Eva nos perdió tan tristemente,
tú lo devuelves por tu fruto santo;
para que al cielo ingresen los que lloran,
eres tú la ventana del costado.

Tú eres la puerta altísima del Rey
y la entrada fulgente de la luz;
la vida que esta Virgen nos devuelve
aplauda el pueblo que alcanzó salud.

Sea la gloria a ti, Señor Jesús,
que de María Virgen has nacido,
gloria contigo al Padre y al Paráclito,
por sempiternos y gozosos siglos. Amén.


SALMODIA

Ant 1. 
Así como mi alma está rebosante de riquezas y abundancia, así mi boca prorrumpirá en cánticos de alegria.

SALMO 62 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo:
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Así como mi alma está rebosante de riquezas y abundancia, así mi boca prorrumpirá en cánticos de alegria.


Ant 2. Santos y humildes de corazón, bendecid al Señor; porque el Poderoso hizo cosas grandes en mí.

Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3,57-88.56

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant. Santos y humildes de corazón, bendecid al Señor; porque el Poderoso hizo cosas grandes en mí.


Ant 3. Que los hijos de Sión salten de gozo en su Rey, y se alegren en su bendita madre.

Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Que los hijos de Sión salten de gozo en su Rey, y se alegren en su bendita madre.


LECTURA BREVE   Sb 14, 1. 3-4

Algunos, al hacerse a la mar, dispuestos a atravesar las encrespadas olas, invocan a un leño más frágil que la embarcación que los transporta. Pero es tu providencia quien la gobierna. Padre, que trazaste un camino en el mismo mar y una senda segura entre las olas, demostrando que puedes salvar de todo riesgo, para que se embarquen aun los inespertos.

RESPONSORIO BREVE

V. 
El poder de la teirra está en la mano de Dios.
R. El poder de la teirra está en la mano de Dios.

V. ¿Dónde se encuentra la prosperidad del hombre?.
R. Está en la mano de Dios.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El poder de la teirra está en la mano de Dios.


PRIMERA LECTURA

Del libro del profeta Isaías 7, 10-14; 8, 10; 11, 1-9

EL EMMANUEL REY PACIFICO

En aquellos días, habló el Señor a Ajaz, diciendo:
"Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo."
Respondió Ajaz:
"No la pido, no quiero tentar al Señor."

Entonces dijo Isaías:
"Escucha, heredero de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará él mismo una señal. Mirad: la joven ha concebido y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, porque tenemos a Dios-con-nosotros.

Saldrá un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz brotará un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor del Señor.

No juzgará por apariencias ni sentenciará sólo de oídas; juzgará a los pobres con justicia, con rectitud a los desamparados. Herirá al violento con la vara de su boca, y al malvado con el aliento de sus labios. La justicia será el ceñidor de su cintura, y la lealtad el cinturón de sus caderas.

Habitará el lobo con el cordero, y la pantera se echará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos: y un niño pequeño los conducirá. La vaca pastará con el oso, sus crías yacerán juntas; el león comerá paja con el buey. El niño jugará junto al agujero del áspid, la criatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente. Nadie hará daño ni estrago por todo mi Monte Santo: porque estará lleno el país de ciencia del Señor, como las aguas colman el mar."

RESPONSORIO    Cf. Ga 4, 4-5; Ef 2,4; Rm 8, 3

R. Mirad que ya se cumplió el tiempo, y ha enviado Dios a su Hijo a la tierra, nacido de una Virgen, nacido bajo la ley, * para rescatar a los que estaban bajo la ley.
V. Por el gran amor con que nos amó, envió a su propio Hijo, sometido a una existencia semejante a la de la carne de pecado.
R. Para rescatar a los que estaban bajo la ley.


SEGUNDA LECTURA

De los Escritos del padre Juan Semeria, Barnabita.
(Mater Divinæ Providentiæ, noviembre 1922, pp. 372-375)

MADRE DE LA DIVINA PROVIDENCIA.

Muchos hermosos títulos se le dan a la Virgen, en la mayoría de los casos fruto de la simple y espontánea piedad del pueblo, siguiendo esa teología amorosa que es el sensus fidei. Estos títulos emanan un calor de cariño, un perfume de franca bondad. Son poesía, luz, calor, manifiestan una verdad y la expresan eficazmente: esos títulos encierran toda una teología mariana. Al sólo repetirlos se renuevan, se fortalecen ideas y afectos.

Nuestro título nos introduce de lleno en la teología. Madre: es la síntesis de las grandezas de la "Madonna". Ella es "Madonna" por haber sido madre. ¡Madre de Jesucristo!, esto lo dice todo. De allí brota la grandeza humana de María. Una mujer alcanza la plenitud cuando es madre. Madre es el título más excelso de y para una mujer. Hasta una reina no llega a ser feliz si no es madre; y una madre tiene en la maternidad el secreto de la alegría y el orgullo que una reina no conoce. La madre es bendita entre las mujeres, como María es bendita entre las madres.

Ese nombre de madre expresa la grandeza divina de María. Más encumbrada que toda criatura, por ser madre de Jesús, hijo del hombre, hijo de Dios. La grandeza divina del Hijo se refleja en la madre. Es bendita entre las madres, es bendita porque el fruto de su vientre se llama Jesús, es Jesucristo.

María es madre de todos nosotros; madre en Jesús, universal, por eso única. El amor, la acción, el sacrificio de Jesús recorre el mundo, el tiempo, llega a los límites de la tierra, alcanza la eternidad. Y donde llega, donde se ensancha la acción, el amor, la caridad de Cristo, se ensancha el amor de la madre María.

Pero el título, el canto breve, la rápida, densa poesía continúa: de la divina Providencia, relacionando a María y, a través de esa relación llevándonos a nosotros al dogma fundamental no sólo del cristianismo, sino de toda experiencia religiosa, por muy elemental y pobre que ella sea: el dogma de la Providencia de Dios. Quien se acerque, quien simplemente quiere acercarse a Dios, dar un paso, aunque pequeño, pero sí un paso hacia Dios, no basta con que crea en su existencia, sino que es justo retribuidor de las obras del hombre, próvido en su sentido más fundamental y alto (cfr Heb 11,6). Cuando se cortan los puentes entre cielo y tierra, ¿qué importa que exista el cielo, qué nos importa a nosotros? Es por eso que San Pablo proclama que nuestra vida religiosa no es suficiente la fría y desnuda idea de un Dios: existe Dios. Es necesaria además, la cálida, luminosa benéfica idea de un Dios providente, que piensa en nosotros, que se preocupa de nosotros. El cristianismo, religión cálida, viva, el cristianismo, plena revelación de Dios, empieza allí, está todo en eso de alguna manera. Porque, al aceptar la Providencia, la Providencia de Dios, el resto deriva con una lógica propia, fácil, maravillosa.

Todo es absurdo, sería absurdo, inconcebible en el cristianismo, al negar u olvidar este dogma grande de la Providencia. Mientras, al aceptar gozosos este dogma, todo es fácil. En eso se fundamenta toda nuestra vida práctica, toda. La vida cristiana es oración; pero no se reza a un Dios orgánicamente sordo y cerrado a nuestras invocaciones. La vida cristiana es coordinación de toda nuestra acción a un fin divinamente prefijado y, más simplemente, es obediencia a Dios; eso sí que sólo se puede obedecer a un Dios que nos mande con amor. La vida cristiana es viril resignación frente al dolor; pero no se puede aceptar con resignación el dolor a no ser que venga de las manos de un padre providente y bueno.

Con su lindo nombre, con su dulce título, María, Madre de la Divina Providencia, nos guía a este punto central del cristianismo verdadero, sano, santo. Nos introduce suavemente, asiduamente en ese clima que debemos respirar si queremos que nuestra alma sea vigorosa, cristianamente fuerte. La Madre nos conduce al Padre.

RESPONSORIO    

R. Cambia nuestro duelo en día de fiesta, *para que podamos entonar himnos en tu nombre, Señor.
V. Convierte nuestro duelo en alegría y nuestra angustia en salvación,
R. porque podamos entonar himnos en tu nombre, Señor.

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,35-43):

Cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le informaron:
«Pasa Jesús el Nazareno».
Entonces empezó a gritar:
«¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!».
Los que iban delante lo regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte:
«Hijo de David, ten compasión de mí!».
Jesús se paró y mandó que se lo trajeran.
Cuando estuvo cerca, le preguntó:
«¿Qué quieres que haga por ti?».
Él dijo:
«Señor, que recobre la vista».
Jesús le dijo:
«Recobra la vista, tu fe te ha salvado».
Y enseguida recobró la vista y lo seguía, glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alabó a Dios.

Palabra del Señor


CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. 
Dijo su madre a Jesús: «No tienen vino»; y Jesús dio comienzo a sus milagros.

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dijo su madre a Jesús: «No tienen vino»; y Jesús dio comienzo a sus milagros.


PRECES

Elevemos nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María Virgen, y digámosle:

Que tu santa Madre, Señor, interceda por nosotros.

Sol de justicia, a quien María Virgen precedía cual aurora luciente,
haz que vivamos siempre iluminados por la claridad de tu presencia.

Que tu santa Madre, Señor, interceda por nosotros.

Palabra eterna del Padre, tú que elegiste a María como arca de tu morada,
líbranos de toda ocasión de pecado.

Que tu santa Madre, Señor, interceda por nosotros.

Salvador del mundo, que quisiste que tu Madre estuviera junto a tu cruz,
por su intercesión concédenos compartir con alegría tus padecimientos.

Que tu santa Madre, Señor, interceda por nosotros.

Señor Jesús, que colgado en la cruz entregaste María a Juan como madre,
haz que nosotros vivamos también como hijos suyos.

Que tu santa Madre, Señor, interceda por nosotros.


Se pueden añadir algunas intenciones libres

Según el mandato del Señor, digamos confiadamente:

Padre nuestro...

ORACION

Atiende propicio, Señor, a tu pueblo que con júbilo festivo celebra la solemnidad de la Virgen María, Madre de la Divina Providencia, y concédele que, bajo el glorioso patrocinio de tan excelsa madre, con su caridad fraterna promueva una sociedad más humana y a la vez sea edificador y testigo de tu verdad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. 
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.