*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar
este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO ORDINARIO
LUNES
DE LA SEMANA III
De la Feria. Salterio III
4 de noviembre
*SAN CARLOS BORROMEO, obispo. (MEMORIA)*
Nació en Arona (Lombardía)
el año 1538; después de haberse graduado en ambos derechos, fue agregado al
colegio cardenalicio por su tío Pío IV y nombrado obispo de Milán. Fue un
verdadero pastor de su grey; visitó varias veces toda su diócesis, convocó
sínodos, decretó muchas disposiciones orientadas a la salvación de las almas y
fomentó en gran manera las costumbres cristianas. Murió el día 3 de noviembre
del año 1584.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo.
Himno: CRISTO, CABEZA, REY DE LOS PASTORES.
Cristo, cabeza, rey de
los pastores,
el pueblo entero, madrugando a fiesta,
canta a la gloria de tu sacerdote
himnos sagrados.
Con abundancia de sagrado crisma,
la unción profunda de tu Santo Espíritu
lo armó guerrero y lo nombró en la Iglesia
jefe del pueblo.
El fue pastor y forma del rebaño,
luz para el ciego, báculo del pobre,
padre común, presencia providente,
todo de todos.
Tú que coronas sus merecimientos,
danos la gracia de imitar su vida,
y al fin, sumisos a su magisterio,
danos su gloria. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Dichosos los que viven en tu casa, Señor.
Salmo 83 - AÑORANZA DEL TEMPLO
¡Qué deseables son tus moradas,
Señor de los ejércitos!
Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
se alegran por el Dios vivo.
Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor de los ejércitos,
Rey mío y Dios mío.
Dichosos los que viven en tu casa
alabándote siempre.
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza
al preparar su peregrinación:
cuando atraviesan áridos valles,
los convierten en oasis,
como si la lluvia temprana
los cubriera de bendiciones;
caminan de altura en altura
hasta ver a Dios en Sión.
Señor de los ejércitos, escucha mi súplica;
atiéndeme, Dios de Jacob.
Fíjate, ¡oh Dios!, en nuestro Escudo,
mira el rostro de tu Ungido.
Un solo día en tu casa
vale más que otros mil,
y prefiero el umbral de la casa de Dios
a vivir con los malvados.
Porque el Señor es sol y escudo,
él da la gracia y la gloria,
el Señor no niega sus bienes
a los de conducta intachable.
¡Señor de los ejércitos, dichoso el hombre
que confía en ti!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichosos los que viven en tu casa,
Señor.
Ant 2. Venid, subamos al monte del Señor.
Cántico: EL MONTE DE LA CASA DEL SEÑOR EN LA CIMA DE LOS MONTES Is
2, 2-5
Al final de los días estará firme
el monte de la casa del Señor,
en la cima de los montes,
encumbrado sobre las montañas.
Hacia él confluirán los gentiles,
caminarán pueblos numerosos.
Dirán: «Venid, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob:
Él nos instruirá en sus caminos,
y marcharemos por sus sendas;
porque de Sión saldrá la Ley,
de Jerusalén la palabra del Señor.»
Será el árbitro de las naciones,
el juez de pueblos numerosos.
De las espadas forjarán arados,
de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo,
no se adiestrarán para la guerra.
Casa de Jacob, ven;
caminemos a la luz del Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, subamos al monte del Señor.
Ant 3. Cantad al Señor, bendecid su
nombre.
Salmo 95 - EL SEÑOR, REY Y JUEZ DEL MUNDO.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre,
proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones;
porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza,
más temible que todos los dioses.
Pues los dioses de los gentiles son apariencia,
mientras que el Señor ha hecho el cielo;
honor y majestad lo preceden,
fuerza y esplendor están en su templo.
Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
entrad en sus atrios trayéndole ofrendas.
Postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda;
decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente.»
Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos,
aclamen los árboles del bosque,
delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cantad al Señor, bendecid su
nombre.
LECTURA BREVE St 2, 12-13
Hablad y actuad como quienes han de ser juzgados por una ley de libertad. Pues
habrá un juicio sin misericordia para quien no practicó misericordia; pero la
misericordia triunfa sobre el juicio.
RESPONSORIO BREVE
V. Bendito el Señor ahora y por siempre.
R. Bendito el Señor ahora y por siempre.
V. Solo él hizo maravillas.
R. Ahora y por siempre.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Bendito el Señor ahora y por siempre.
V. Escucha,
pueblo mío, que voy a hablarte.
R. Yo, el Señor, tu Dios.
PRIMERA LECTURA
Del libro de la Sabiduría 9, 1-19
ORACIÓN PARA ALCANZAR LA SABIDURÍA
Dios de los padres y Señor de la misericordia, que con tu palabra hiciste todas
las cosas, y en tu sabiduría formaste al hombre, para que dominase sobre tus
creaturas, y para que rigiese el mundo con santidad y justicia y lo gobernase
con rectitud de corazón. Dame la sabiduría asistente de tu trono y no me
excluyas del número de tus siervos, porque siervo tuyo soy, hijo de tu sierva,
hombre débil y de pocos años, demasiado pequeño para conocer el juicio y las
leyes.
Pues aunque uno sea perfecto entre los hijos de los hombres, sin la sabiduría,
que procede de ti, será estimado en nada. Tú me has escogido como rey de tu
pueblo y gobernante de tus hijos e hijas, me encargaste construirte un templo
en tu monte santo y un altar en la ciudad de tu morada, copia del santuario que
fundaste al principio.
Contigo está la sabiduría, conocedora de tus obras, que te asistió cuando
hacías el mundo, y que sabe lo que es grato a tus ojos y lo que es recto según
tus preceptos. Mándala de tus santos cielos, y de tu trono de gloria envíala,
para que me asista en mis trabajos y venga yo a saber lo que te es grato.
Porque ella conoce y entiende todas las cosas, y me guiará prudentemente en mis
obras y me guardará en su esplendor; así aceptarás mis obras, juzgaré a tu
pueblo con justicia y seré digno del trono de mi padre.
Pues ¿qué hombre conoce el designio de Dios, quién comprende lo que Dios
quiere? Los pensamientos de los mortales son mezquinos y nuestros razonamientos
son falibles; porque el cuerpo mortal es lastre del alma y la tienda terrestre
abruma la mente que medita. Apenas conocemos las cosas terrenas y con trabajo
encontramos lo que está a mano: pues ¿quién rastreará las cosas del cielo,
quién conocerá tu designio, si tú no le das sabiduría, enviando tu Santo
Espíritu desde el cielo?
Sólo así serán rectos los caminos de los terrestres, los hombres aprenderán lo
que te agrada; y se salvarán con la sabiduría los que te agradan, Señor, desde
el principio.
RESPONSORIO Sb 9, 10. 4
R. De tu trono de gloria envía, Señor, la
sabiduría para que me asista en mis trabajos * y
venga yo a saber lo que te es grato.
V. Dame, Señor, la sabiduría asistente de tu
trono.
R. Y venga yo a saber lo que te es grato.
SEGUNDA LECTURA
Del sermón pronunciado
por san Carlos Borromeo en el último sínodo
(Acta Ecclesiae Mediolanensis, Milán 1599, 1177-1178)
NO SEAS DE LOS QUE DICEN
UNA COSA Y HACEN OTRA
Todos somos débiles, lo admito, pero el Señor ha puesto en nuestras manos los medios
con que poder ayudar fácilmente, si queremos, esta debilidad. Algún sacerdote
querría tener aquella integridad de vida que sabe se le demanda, querría ser
continente y vivir una vida angélica, como exige su condición, pero no piensa
en emplear los medios requeridos para ello: ayunar, orar, evitar el trato con
los malos y las familiaridades dañinas y peligrosas.
Algún otro se queja de que, cuando va a salmodiar o a celebrar la misa, al
momento le acuden a la mente mil cosas que lo distraen de Dios; pero éste,
antes de ir al coro o a celebrar la misa, ¿qué ha hecho en la sacristía, cómo
se ha preparado, qué medios ha puesto en práctica para mantener la atención?
¿Quieres que te enseñe cómo irás progresando en la virtud y, si ya estuviste
atento en el coro, cómo la próxima vez lo estarás más aún y tu culto será más
agradable a Dios? Oye lo que voy a decirte. Si ya arde en ti el fuego del amor
divino, por pequeño que éste sea, no lo saques fuera en seguida, no lo expongas
al viento, mantén el fogón protegido para que no se enfríe y pierda el calor;
esto es, aparta cuanto puedas las distracciones, conserva el recogimiento,
evita las conversaciones inútiles.
¿Estás dedicado a la predicación y la enseñanza? Estudia y ocúpate en todo lo
necesario para el recto ejercicio de este cargo; procura antes que todo
predicar con tu vida y costumbres, no sea que, al ver que una cosa es lo que
dices y otra lo que haces, se burlen de tus palabras meneando la cabeza.
¿Ejerces la cura de almas? No por ello olvides la cura de ti mismo, ni te
entregues tan pródigamente a los demás que no quede para ti nada de ti mismo;
porque es necesario, ciertamente, que te acuerdes de las almas a cuyo frente
estás, pero no de manera que te olvides de ti.
Sabedlo, hermanos, nada es tan necesario para los clérigos como la oración
mental; ella debe preceder, acompañar y seguir nuestras acciones: Salmodiaré
—dice el salmista— y entenderé. Si administras los sacramentos, hermano, medita
lo que haces; si celebras la misa, medita lo que ofreces; si salmodias en el
coro, medita a quién hablas y qué es lo que hablas; si diriges las almas,
medita con qué sangre han sido lavadas, y así hacedlo todo con espíritu de
caridad; así venceremos fácilmente las innumerables dificultades que
inevitablemente experimentamos cada día (ya que esto forma parte de nuestra
condición); así tendremos fuerzas para dar a luz a Cristo en nosotros y en los
demás.
RESPONSORIO
1Tm 6, 11; 4, 11. 12. 6
R. Corre al alcance de la justicia, de
la piedad, de la fe, de la caridad, de la paciencia en el sufrimiento, de la
dulzura. * Esto has de enseñar e inculcar; sé
modelo para los fieles.
V. Si propones estas cosas a los
hermanos, serás un excelente servidor de Cristo Jesús.
R. Esto has de enseñar e inculcar; sé
modelo para los fieles.
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Lucas
(14,12-14)*
En aquel tiempo, dijo Jesús a uno de los principales fariseos que lo había
invitado: «Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus
hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán
invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres,
lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán
cuando resuciten los justos.»
Palabra del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Bendito sea el Señor, Dios nuestro.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Bendito sea el Señor, Dios nuestro.
PRECES
Demos gracias a Cristo,
el buen pastor que entregó la vida por sus ovejas, y supliquémosle diciendo:
Apacienta a tu pueblo, Señor.
Señor Jesucristo, tú que en los santos pastores
nos has revelado tu misericordia y tu amor,
haz que, por ellos, continúe llegando a nosotros
tu acción misericordiosa.
Señor Jesucristo, tú que a través de los santos
pastores sigues siendo el único pastor de tu pueblo,
no dejes de guiarnos siempre por medio de ellos.
Señor Jesucristo, tú que por medio de los santos
pastores eres el médico de los cuerpos y de las almas,
haz que nunca falten en tu Iglesia los ministros
que nos guíen por las sendas de una vida santa.
Señor Jesucristo, tú que has adoctrinado a la
Iglesia con la prudencia y el amor de los santos,
haz que, guiados por nuestros pastores,
progresemos en la santidad.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Llenos de alegría por nuestra condición de hijos de Dios, digamos
confiadamente:
Padre nuestro...
ORACION
Conserva en tu pueblo,
Señor, el espíritu que animara a san Carlos Borromeo, obispo, para que tu
Iglesia se renueve siempre y, cada vez más transformada en Cristo, presente
ante los hombres una imagen auténtica de su Señor, Jesucristo, tu Hijo. Él, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos
de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: LANGUIDECE, SEÑOR, LA LUZ DEL DÍA.
Languidece, Señor, la luz del día
que alumbra la tarea de los hombres;
mantén, Señor, mi lámpara encendida,
claridad de mis días y mis noches.
Confío en ti, Señor, alcázar mío,
me guíen en la noche tus estrellas,
alejas con su luz mis enemigos,
yo sé que mientras duermo no me dejas.
Dichosos los que viven en tu casa
gozando de tu amor ya para siempre,
dichosos los que llevan la esperanza
de llegar a tu casa para verte.
Que sea de tu Día luz y prenda
este día en el trabajo ya vivido,
recibe amablemente mi tarea,
protégeme en la noche del camino.
Acoge, Padre nuestro, la alabanza
de nuestro sacrificio vespertino,
que todo de tu amor es don y gracia
en el Hijo Señor y el Santo Espíritu. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Nuestros ojos están fijos en el Señor, esperando su misericordia.
Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.
Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nuestros ojos están fijos en el
Señor, esperando su misericordia.
Ant 2. Nuestro auxilio es el nombre del
Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
—que lo diga Israel—,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.
Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.
Bendito el Señor, que no nos entregó
como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nuestro auxilio es el nombre del
Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Ant 3. Dios nos ha destinado en la persona
de Cristo a ser sus hijos.
Cántico: EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
El nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dios nos ha destinado en la persona
de Cristo a ser sus hijos.
LECTURA BREVE St 4, 11-13a
No habléis mal unos de otros, hermanos. El que habla mal de un hermano, o juzga
a un hermano, habla mal de la ley y juzga a la ley. Y si juzgas a la ley no
eres cumplidor de la ley, sino su juez. Uno es el legislador y juez: el que
puede salvar o perder. Pero tú, ¿quién eres para juzgar al prójimo?
RESPONSORIO BREVE
V. Sáname, porque he pecado contra ti.
R. Sáname, porque he pecado contra ti.
V. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»
R. Porque he pecado contra ti.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Sáname, porque he pecado contra ti.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Proclama mi alma la grandeza del Señor, porque Dios ha mirado mi
humillación.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Proclama mi alma la grandeza del
Señor, porque Dios ha mirado mi humillación.
PRECES
Cristo quiere que todos los hombres alcancen la salvación.
Digámosle, pues, confiadamente:
Atrae, Señor, a todos hacia ti.
Te bendecimos, Señor, porque nos has redimido con tu preciosa sangre de la
esclavitud del pecado;
haz que participemos en la gloriosa libertad de los hijos de Dios.
Ayuda con tu gracia a nuestro obispo N. y
a todos los obispos de la Iglesia,
para que con gozo y fervor sirvan a tu pueblo.
Que todos los que consagran su vida a la investigación de la verdad logren
encontrarla
y que, habiéndola encontrado, se esfuercen por difundirla entre sus hermanos.
Atiende, Señor, a los huérfanos, a las viudas y a los que viven abandonados;
ayúdalos en sus necesidades para que experimenten tu solicitud hacia ellos.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Acoge a nuestros hermanos difuntos en la ciudad santa de la Jerusalén
celestial,
allí donde tú, con el Padre y el Espíritu Santo, serás todo en todos.
Adoctrinados por el mismo Señor, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, tú que con razón eres llamado luz indeficiente, ilumina
nuestro espíritu en esta hora vespertina, y dígnate perdonar benignamente
nuestras faltas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.