*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*TIEMPO ORDINARIO*
MIÉRCOLES DE LA SEMANA
XXVI
De la memoria. Salterio II
2 de octubre
*LOS SANTOS ÁNGELES CUSTODIOS. (MEMORIA)*
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Venid, adoremos al Señor, a quien
sirven los ángeles.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, adoremos al Señor, a quien
sirven los ángeles.
Himno: CANTEMOS HOY A LOS ÁNGELES
Cantemos hoy a los ángeles,
custodios nuestros y hermanos,
que velan por los humanos
y van de su bien en pos.
Ven siempre la faz del Padre,
él los ampara benigno,
y luchan contra el maligno
en las batallas de Dios.
¡Oh espíritus inmortales!
Tenéis por reina a María,
sois su vital letanía,
su enamorada legión.
Por vuestro medio nos llegan
dones y gracias del cielo,
la fe, la luz, el consuelo,
la paz y la inspiración.
Terribles como un ejército
bien ordenado en batalla,
vuestra asistencia no falla
contra la insidia infernal.
Silentes guardas y amigos,
de nuestra noche luceros,
seréis nuestros compañeros
en la patria celestial.
La gloria a Dios que ha creado
ejército tan prolijo:
que adore sumiso al Hijo,
su rey y su plenitud,
y que al Espíritu Santo,
terrenos y celestiales,
le rindan universales
tributos de gratitud. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Dios mío, tus caminos son santos: ¿qué dios es grande como nuestro
Dios?
Salmo 76 - RECUERDO DEL PASADO GLORIOSO DE ISRAEL.
Alzo mi voz a Dios gritando,
alzo mi voz a Dios para que me oiga.
En mi angustia te busco, Señor mío;
de noche extiendo las manos sin descanso,
y mi alma rehúsa el consuelo.
Cuando me acuerdo de Dios, gimo,
y meditando me siento desfallecer.
Sujetas los párpados de mis ojos,
y la agitación no me deja hablar.
Repaso los días antiguos,
recuerdo los años remotos;
de noche lo pienso en mis adentros,
y meditándolo me pregunto:
¿Es que el Señor nos rechaza para siempre
y ya no volverá a favorecernos?
¿Se ha agotado ya su misericordia,
se ha terminado para siempre su promesa?
¿Es que Dios se ha olvidado de su bondad,
o la cólera cierra sus entrañas?
Y me digo: ¡Qué pena la mía!
¡Se ha cambiado la diestra del Altísimo!
Recuerdo las proezas del Señor;
sí, recuerdo tus antiguos portentos,
medito todas tus obras
y considero tus hazañas.
Dios mío, tus caminos son santos:
¿qué dios es grande como nuestro Dios?
Tú, ¡oh Dios!, haciendo maravillas,
mostraste tu poder a los pueblos;
con tu brazo rescataste a tu pueblo,
a los hijos de Jacob y de José.
Te vio el mar, ¡oh Dios!,
te vio el mar y tembló,
las olas se estremecieron.
Las nubes descargaban sus aguas,
retumbaban los nubarrones,
tus saetas zigzagueaban.
Rodaba el fragor de tu trueno,
los relámpagos deslumbraban el orbe,
la tierra retembló estremecida.
Tú te abriste camino por las aguas,
un vado por las aguas caudalosas,
y no quedaba rastro de tus huellas:
mientras guiabas a tu pueblo, como a un rebaño,
por la mano de Moisés y de Aarón.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dios mío, tus caminos son santos:
¿qué dios es grande como nuestro Dios?
Ant 2. Mi corazón se regocija por el
Señor, que humilla y enaltece.
Cántico: ALEGRIA DE LOS HUMILDES EN DIOS 1S 2,1-10
Mi corazón se regocija por el Señor,
mi poder se exalta por Dios;
mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación.
No hay santo como el Señor,
no hay roca como nuestro Dios.
No multipliquéis discursos altivos,
no echéis por la boca arrogancias,
porque el Señor es un Dios que sabe;
él es quien pesa las acciones.
Se rompen los arcos de los valientes,
mientras los cobardes se ciñen de valor;
los hartos se contratan por el pan,
mientras los hambrientos no tienen ya que trabajar;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos se marchita.
El Señor da la muerte y la vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece.
Él levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria;
pues del Señor son los pilares de la tierra,
y sobre ellos afianzó el orbe.
Él guarda los pasos de sus amigos,
mientras los malvados perecen en las tinieblas,
porque el hombre no triunfa por su fuerza.
El Señor desbarata a sus contrarios,
el Altísimo truena desde el cielo,
el Señor juzga hasta el confín de la tierra.
él da fuerza a su Rey,
exalta el poder de su Ungido.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi corazón se regocija por el
Señor, que humilla y enaltece.
Ant 3. El Señor reina, la tierra goza.
Salmo 96 - EL SEÑOR ES UN REY MAYOR QUE TODOS LOS DIOSES.
El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono.
Delante de él avanza fuego
abrasando en torno a los enemigos;
sus relámpagos deslumbran el orbe,
y, viéndolos, la tierra se estremece.
Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria.
Los que adoran estatuas se sonrojan,
los que ponen su orgullo en los ídolos;
ante él se postran todos los dioses.
Lo oye Sión, y se alegra,
se regocijan las ciudades de Judá
por tus sentencias, Señor;
porque tú eres, Señor,
altísimo sobre toda la tierra,
encumbrado sobre todos los dioses.
El Señor ama al que aborrece el mal,
protege la vida de sus fieles
y los libra de los malvados.
Amanece la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor,
celebrad su santo nombre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor reina, la tierra goza.
LECTURA BREVE Ex 23, 20-21a
Voy a enviar un ángel delante de ti, para que te cuide en el camino y te
conduzca al lugar que te he preparado. Pórtate bien en su presencia y
obedécelo.
RESPONSORIO BREVE
V. Delante de los ángeles tañeré para ti, Dios mío.
R. Delante de los ángeles tañeré para ti, Dios
mío.
V. Y daré gracias a tu nombre.
R. Tañeré para ti, Dios mío.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Delante de los ángeles tañeré para ti, Dios
mío.
V. Mi
alma espera en el Señor.
R. Espera en su palabra.
PRIMERA LECTURA
Del libro de Judit 8, 1a. 9b-14. 28-32; 9, 1-5. 19
PREOCUPACIÓN DE JUDIT POR LA SUERTE DE SU PUEBLO
En aquellos días, Judit, hija de Merarí, se enteró
de lo que sucedía. Inmediatamente, mandó a su ama de llaves a llamar a Cabris y
Carmis, ancianos de la ciudad, cuando se presentaron les dijo:
«Escuchadme, jefes de la población de Betulia. Ha sido un error eso que habéis
dicho hoy a la gente, obligándoos ante Dios, con juramento, a entregar la
ciudad al enemigo si el Señor no os manda ayuda dentro de este plazo. Vamos a
ver: ¿quiénes sois vosotros para tentar hoy a Dios y poneros públicamente por
encima de él? ¡Habéis puesto a prueba al Señor todopoderoso, vosotros, que
nunca entenderéis nada! Si sois incapaces de sondear la profundidad del corazón
humano y de rastrear sus pensamientos, ¿cómo vais a escrutar a Dios, creador de
todo, conocer su mente, entender su pensamiento? No, hermanos, no enojéis al
Señor, nuestro Dios.»
Entonces, Ozías le dijo:
«Todo lo que has dicho es muy sensato, y nadie te va a llevar la contraria;
porque no hemos descubierto hoy tu prudencia; desde pequeña, conocen todos tu
inteligencia y tu buen corazón. Pero es que la gente se moría de sed, y nos
forzaron a hacer lo que dijimos, comprometiéndonos con un juramento
irrevocable. Tú, que eres una mujer piadosa, reza por nosotros, para que el
Señor mande la lluvia, se nos llenen los aljibes y no perezcamos.»
Judit les dijo:
«Escuchadme. Voy a hacer una cosa que se comentará de generación en generación
entre la gente de nuestra raza. Esta noche os ponéis junto a las puertas. Yo
saldré con mi ama de llaves, y, en el plazo señalado para entregar la ciudad al
enemigo, el Señor socorrerá a Israel por mi medio.»
Era el momento en que acababan de ofrecer en el templo de Jerusalén el incienso
vespertino. Judit se echó ceniza en la cabeza y, postrada en tierra, se
descubrió el sayal que llevaba a la cintura y gritó al Señor con todas sus
fuerzas:
«Señor, Dios de mi padre Simeón, al que pusiste una espada en la mano para
vengarse de los extranjeros que desfloraron vergonzosamente a una doncella, la
desnudaron para violentarla y profanaron su seno deshonrándola. Aunque tú
habías dicho: "No hagáis eso", ellos lo hicieron. Por eso entregaste
sus jefes a la matanza, y su lecho, envilecido por su engaño, con engaño quedó
ensangrentado: heriste a esclavos con amos, y a los amos en sus tronos,
entregaste sus mujeres al pillaje, sus hijas a la cautividad; sus despojos
fueron presa de tus hijos queridos, que, encendidos por tu celo y horrorizados
por la mancha inferida a su sangre, te habían pedido auxilio.
¡Dios, Dios mío, escucha a está viuda! Tú hiciste aquello, y lo de antes y lo
de después. Tú proyectas el presente y el futuro, lo que tú quieres sucede; tus
proyectos se presentan y dicen: "Aquí estamos". Pues todos tus
caminos están preparados, y tus designios, previstos de antemano. Haz que todo
tu pueblo y todas las tribus vean y conozcan que tú eres el único Dios, Dios de
toda fuerza y de todo poder, y que no hay nadie que proteja a la raza israelita
fuera de ti.»
RESPONSORIO Cf. Jdt 8, 19. 20.
14. 16
R. Nosotros no
reconocemos otro Dios fuera del Señor, en quien confiamos. * El
no nos despreciará ni desatenderá a nuestra raza.
V. Bañados en lágrimas, imploremos su indulgencia
y humillemos ante su acatamiento nuestras almas.
R. El no nos despreciará ni desatenderá a nuestra
raza.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Bernardo, abad
(Sermón 12 sobre el salmo «Qui habitat», 3, 6-8: Opera omnia, edición
cisterciense, 4 [1966], 458-462)
QUE TE GUARDEN EN TUS CAMINOS
A sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden
en tus caminos. Den gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas
que hace con los hombres. Den gracias y digan entre los gentiles: «El Señor ha
estado grande con ellos.» Señor, ¿qué es el hombre para que le des importancia,
para que te ocupes de él? Porque te ocupas ciertamente de él, demuestras tu
solicitud y tu interés para con él. Llegas hasta enviarle tu Hijo único, le
infundes tu Espíritu, incluso le prometes la visión de tu rostro. Y, para que
ninguno de los seres celestiales deje de tomar parte en esta solicitud por
nosotros, envías a los espíritus bienaventurados para que nos sirvan y nos ayuden,
los constituyes nuestros guardianes, mandas que sean nuestros ayos.
A sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos. Estas
palabras deben inspirarte una gran reverencia, deben infundirte una gran
devoción y conferirte una gran confianza. Reverencia por la presencia de los
ángeles, devoción por su benevolencia, confianza por su custodia. Porque ellos
están presentes junto a ti, y lo están para tu bien. Están presentes para
protegerte, lo están en beneficio tuyo. Y, aunque lo están porque Dios les ha
dado esta orden, no por ello debemos dejar de estarles agradecidos, pues que
cumplen con tanto amor esta orden y nos ayudan en nuestras necesidades, que son
tan grandes.
Seamos, pues, devotos y agradecidos a unos guardianes tan eximios; correspondamos
a su amor, honrémoslos cuanto podamos y según debemos. Sin embargo, no
olvidemos que todo nuestro amor y honor ha de tener por objeto a aquel de quien
procede todo, tanto para ellos como para nosotros, gracias al cual podemos amar
y honrar, ser amados y honrados.
En él, hermanos, amemos con verdadero afecto a sus ángeles, pensando que un día
hemos de participar con ellos de la misma herencia y que, mientras llega este
día, el Padre los ha puesto junto a nosotros, a manera de tutores y administradores.
En efecto, ahora somos ya hijos de Dios, aunque ello no es aún visible, ya que,
por ser todavía menores de edad, estamos bajo tutores y administradores, como
si en nada nos distinguiéramos de los esclavos.
Por lo demás, aunque somos menores de edad y aunque nos queda por recorrer un
camino tan largo y tan peligroso, nada debemos temer bajo la custodia de unos
guardianes tan eximios. Ellos, los que nos guardan en nuestros caminos, no
pueden ser vencidos ni engañados, y menos aún pueden engañarnos. Son fieles,
son prudentes, son poderosos: ¿por qué espantarnos? Basta con que los sigamos,
con que estemos unidos a ellos, y viviremos así a la sombra del Omnipotente.
RESPONSORIO Sal 90, 11-12. 10
R. A sus
ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos; * te
llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra.
V. No se te acercará la desgracia, ni la plaga
llegará hasta tu tienda.
R. Te llevarán en sus palmas, para que tu pie no
tropiece en la piedra.
*Lecturas
del Santos Ángeles Custodios*
Miércoles,
2 de octubre de 2024
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Mateo (18,1-5.10)*
En aquel tiempo, se acercaron los discípulos a Jesús
y le preguntaron: «¿Quién es el más importante en el Reino de los Cielos?»
Él llamó a un niño, lo puso en medio, y dijo: «Os digo que, si no volvéis a ser
como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Por lo tanto, el que se
haga pequeño como este niño ése es el más grande en el Reino de los Cielos. El
que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí. Cuidado con
despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo
siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial.
Palabra
del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Todos los ángeles son espíritus destinados a una misión, enviados
en servicio de los que han de heredar la salvación.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Todos los ángeles son espíritus
destinados a una misión, enviados en servicio de los que han de heredar la
salvación.
PRECES
Adoremos, hermanos, al Señor, ante quien los ángeles se postran,
y, suplicándole que mande a estos servidores de su reino para que nos ayuden en
nuestro camino, digamos:
Bendecid al Señor, todos sus ángeles.
Tú, Señor, que has dado órdenes a tus ángeles para que nos guarden en nuestros
caminos,
condúcenos hoy por tus sendas y no permitas que caigamos en el pecado.
Haz que te busquemos a ti en todo lo que hagamos
y seamos así semejantes a los ángeles que están viendo siempre tu rostro.
Concédenos, Señor, la pureza del alma y la castidad del cuerpo,
para que seamos como tus ángeles en el cielo.
Manda, Señor, en ayuda de tu pueblo al gran arcángel Miguel,
para que nos sintamos protegidos en nuestras luchas contra Satanás y sus
ángeles.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor:
Padre nuestro...
ORACION
Dios, Padre misericordioso, que, en tu providencia inefable, te
has dignado enviar, para nuestra guarda, a tus santos ángeles, concede a
quienes te suplican ser siempre defendidos por su protección y gozar
eternamente de su compañía. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: ÁNGELES DE LA GLORIA Y DEL SERVICIO
Ángeles de la gloria y del servicio,
que vivís junto a la fuente de la vida,
la santidad de Dios es vuestra estancia
y su divina faz es vuestra dicha.
Ángeles servidores de la paz
en Belén junto al Hijo de María,
ángeles que rendís adoración
en el desierto al vencedor Mesías,
jóvenes de celestes vestiduras
para anunciar en Pascua la noticia,
la Iglesia reconoce vuestros pasos
y da gracias al Padre que os envía.
Ángeles invisibles y callados,
vuestra gracia supera fantasía;
sois gozo de la excelsa Trinidad
y ayuda de la Iglesia peregrina.
Honor y majestad a Jesucristo,
cuyo rostro los ángeles ansían;
honor y gratitud al Unigénito,
al que nos dio su honor con su venida. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aguardamos la alegre esperanza, la aparición gloriosa de nuestro
salvador.
Salmo 61 - DIOS, ÚNICA ESPERANZA DEL JUSTO.
Sólo en Dios descansa mi alma,
porque de él viene mi salvación;
sólo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré.
¿Hasta cuándo arremeteréis contra un hombre
todos juntos, para derribarlo
como a una pared que cede
o a una tapia ruinosa?
Sólo piensan en derribarme de mi altura,
y se complacen en la mentira:
con la boca bendicen,
con el corazón maldicen.
Descansa sólo en Dios, alma mía,
porque él es mi esperanza;
sólo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré.
De Dios viene mi salvación y mi gloria,
él es mi roca firme,
Dios es mi refugio.
Pueblo suyo, confiad en él,
desahogad ante él vuestro corazón,
que Dios es nuestro refugio.
Los hombres no son más que un soplo,
los nobles son apariencia:
todos juntos en la balanza subirían
más leves que un soplo.
No confiéis en la opresión,
no pongáis ilusiones en el robo;
y aunque crezcan vuestras riquezas,
no les deis el corazón.
Dios ha dicho una cosa,
y dos cosas que he escuchado:
«Que Dios tiene el poder
y el Señor tiene la gracia;
que tú pagas a cada uno
según sus obras.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aguardamos la alegre esperanza, la
aparición gloriosa de nuestro salvador.
Ant 2. Que Dios ilumine su rostro sobre
nosotros y nos bendiga.
Salmo 66 - QUE TODOS LOS PUEBLOS ALABEN AL SEÑOR.
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Que Dios ilumine su rostro sobre
nosotros y nos bendiga.
Ant 3. Todo fue creado por él y para él.
Cántico: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA
CREATURA Y PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS. Cf. Col 1, 12-20
Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda creatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Todo fue creado por él y para él.
LECTURA BREVE Ap 8, 3-4
Vino un ángel y se puso en pie junto al altar, con
un incensario de oro. Y se le dio gran cantidad de incienso, para que lo
ofreciese en representación de las oraciones de todos los santos sobre el altar
de oro, que está delante del trono. Y el humo del incienso subió a la presencia
de Dios, de mano del ángel, en representación de las oraciones de los santos.
RESPONSORIO BREVE
V. A sus ángeles Dios ha dado órdenes.
R. A sus ángeles Dios ha dado órdenes.
V. Para que te guarden en tus caminos.
R. Dios ha dado órdenes.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. A sus ángeles Dios ha dado órdenes.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sus ángeles están de continuo viendo el rostro de mi Padre
celestial.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sus ángeles están de continuo
viendo el rostro de mi Padre celestial.
PRECES
Oremos al Señor, pidiéndole que nos haga siempre prontos a la voz
de su palabra, como los ángeles, y démosle gracias, diciendo:
Con los ángeles, cantamos el himno de tu gloria.
Señor, tú que quisiste que los ángeles anunciaran tus maravillas a los hombres,
haz que nosotros con su ayuda proclamemos también tus grandezas ante nuestros
hermanos.
Dios altísimo, cuya santidad proclaman sin cesar los ángeles,
haz que tu Iglesia cante también siempre tu alabanza.
Tú, Señor, que has dado órdenes a tus ángeles para que guarden siempre los
caminos de tus hijos,
haz que cuantos viajan por la tierra, por el mar y por el aire puedan regresar
con paz y alegría a sus hogares.
Tú que quisiste que los ángeles anunciaran la paz a los hombres que tú amas,
envía también a tus ángeles a los que gobiernan las naciones para que procuren
la paz de los pueblos.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Cuando mandes a tus ángeles con la trompeta atronadora para reunir a tus
elegidos de los cuatro vientos,
haz que nuestros difuntos sean colocados entre tus elegidos.
Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor:
Padre nuestro...
ORACION
Dios, Padre misericordioso, que, en tu providencia inefable, te
has dignado enviar, para nuestra guarda, a tus santos ángeles, concede a
quienes te suplican ser siempre defendidos por su protección y gozar
eternamente de su compañía. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.