*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. A Cristo, el Señor, que nos
prometió el Espíritu Santo, venid, adorémosle. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A Cristo, el Señor, que nos
prometió el Espíritu Santo, venid, adorémosle. Aleluya.
Himno: CONTIGO SUBE EL MUNDO CUANDO SUBES.
Contigo sube el mundo cuando subes,
y al son de tu alegría matutina
nos alzamos los muertos de las tumbas;
salvados respiramos vida pura,
bebiendo de tus labios el Espíritu.
Cuanto la lengua a proferir no alcanza
tu cuerpo nos lo dice, ¡Oh Traspasado!
Tu carne santa es luz de las estrellas,
victoria de los hombres, fuego y brisa,
y fuente bautismal, ¡oh Jesucristo!
Cuanto el amor humano sueña y quiere,
en tu pecho, en tu médula, en tus llagas
vivo está, ¡oh Jesús glorificado!
En ti, Dios fuerte, Hijo primogénito,
callando, el corazón lo gusta y siente.
Lo que fue, lo que existe, lo que viene,
lo que en el Padre es vida incorruptible,
tu cuerpo lo ha heredado y nos lo entrega.
Tú nos haces presente la esperanza,
tú que eres nuestro hermano para siempre.
Cautivos de tu vuelo y exaltados
contigo hasta la diestra poderosa,
al Padre y al Espíritu alabamos;
como espigas que doblan la cabeza,
los hijos de la Iglesia te adoramos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Mis palabras son espíritu y vida. Aleluya.
Salmo 118, 145-152 TE INVOCO DE TODO CORAZÓN
Te invoco de todo corazón;
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.
Mis ojos se adelantan a las vigilias de la noche,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.
Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mis palabras son espíritu y vida.
Aleluya.
Ant 2. Edificaste, Señor, un templo y un
altar en tu monte santo. Aleluya.
Cántico: DAME SEÑOR, LA SABIDURÍA Sb 9, 1-6. 9-11
Dios de los padres y Señor de la misericordia,
que con tu palabra hiciste todas las cosas,
y en tu sabiduría formaste al hombre,
para que dominase sobre tus creaturas,
y para que rigiese el mundo con santidad y justicia
y lo gobernase con rectitud de corazón.
Dame la sabiduría asistente de tu trono
y no me excluyas del número de tus siervos,
porque siervo tuyo soy, hijo de tu sierva,
hombre débil y de pocos años,
demasiado pequeño para conocer el juicio y las leyes.
Pues aunque uno sea perfecto
entre los hijos de los hombres,
sin la sabiduría, que procede de ti,
será estimado en nada.
Contigo está la sabiduría conocedora de tus obras,
que te asistió cuando hacías el mundo,
y que sabe lo que es grato a tus ojos
y lo que es recto según tus preceptos.
Mándala de tus santos cielos
y de tu trono de gloria envíala
para que me asista en mis trabajos
y venga yo a saber lo que te es grato.
Porque ella conoce y entiende todas las cosas,
y me guiará prudentemente en mis obras,
y me guardará en su esplendor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Edificaste, Señor, un templo y un
altar en tu monte santo. Aleluya.
Ant 3. Yo soy el camino y la verdad y la
vida. Aleluya.
Salmo 116 - INVITACIÓN UNIVERSAL A LA ALABANZA DIVINA.
Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos:
Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo soy el camino y la verdad y la
vida. Aleluya.
LECTURA BREVE Rm 14, 7-9
Ninguno de nosotros vive para sí y ninguno muere para sí. Que si vivimos,
vivimos para el Señor; y si morimos, para el Señor morimos. En fin, que tanto
en vida como en muerte somos del Señor. Para esto murió Cristo y retornó a la
vida, para ser Señor de vivos y muertos.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya.
Aleluya.
V. El que por nosotros colgó del madero.
R. Aleluya. Aleluya.
V. Gloria al Padre,y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya.
Aleluya.
V. Dios
nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva. Aleluya.
R. Por la resurrección de Jesucristo de entre los
muertos. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
De los Hechos de los apóstoles 28, 15-31
PABLO EN ROMA
En aquellos días, los hermanos de Roma, que tenían
referencias de nuestro viaje, nos salieron al encuentro en el Foro de Apio y
Tres Tabernas. A su vista, Pablo dio gracias a Dios y cobró ánimo. Cuando
entramos en Roma, dieron permiso a Pablo para alojarse en una casa particular,
con un soldado para su custodia. Al cabo de tres días convocó Pablo a los
notables de los judíos y, cuando estuvieron reunidos, les habló así:
«Aunque yo, hermanos, no he hecho nada malo contra nuestro pueblo ni contra las
costumbres patrias, fui detenido en Jerusalén y puesto en manos de las
autoridades romanas. Éstas, después de haberme tomado declaración, quisieron
ponerme en libertad, porque no había en mI causa alguna que mereciese la
muerte. Pero, como los judíos se oponían a ello, me vi obligado a apelar al
Cesar, pero sin intención alguna de acusar a mi pueblo. Por este motivo os he llamado
para veros y hablar con vosotros. Sabed que por defender la esperanza de Israel
llevo estas cadenas.»
Ellos le contestaron:
«Nosotros, por nuestra parte, no hemos recibido de Judea ninguna carta
referente a tu persona; ni nos ha llegado ningún hermano, contándonos o
hablando algo malo contra ti. Tendremos sumo gusto en escuchar te y saber lo
que piensas; pues, por lo que a esta secta se refiere, sabemos que en todas
partes encuentra oposición.»
Le señalaron día, y acudieron en gran número a la casa donde se hospedaba.
Pablo les expuso el reino de Dios, asegurando firmemente su advenimiento; e
intentó convencerlos de todo lo referente a Jesús, a base de la ley de Moisés y
de los profetas. Esto duró desde la mañana hasta la tarde. Unos se convencían de
sus palabras; otros, en cambio, continuaban incrédulos. Y así se retiraban sin
ponerse de acuerdo, cuando Pablo les dirigió últimamente estas palabras:
«Bien habló el Espíritu Santo a nuestros padres por el profeta Isaías:
"Dirígete a este pueblo y diles: Oiréis con vuestros oídos, pero no lo
entenderéis; miraréis con vuestros ojos, pero no lo veréis. Porque se ha
embotado la inteligencia de este pueblo; sus oídos se han vuelto torpes para
oír, y sus ojos se han cerrado. No sea que lo vean con sus ojos, y lo oigan con
sus oídos, y lo entiendan con su inteligencia y se conviertan; y yo los tenga
que salvar." Sabed, pues, que esta salvación de Dios ha sido enviada a los
gentiles, y ciertamente que lo escucharán.»
Pablo permaneció dos años enteros en una casa que había alquilado; y recibía a
cuantos acudían a él. Predicaba el reino de Dios, y con toda franqueza y
libertad y sin obstáculo ninguno enseñaba lo referente a Jesucristo, el Señor.
RESPONSORIO Hch 2, 39; 28, 28
R. La promesa
vale para vosotros y para vuestros hijos y * para
todos los que llame el Señor, aunque estén lejos. Aleluya.
V. Esta salvación de Dios ha sido enviada a los
gentiles.
R. Para todos los que llame el Señor, aunque estén
lejos. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de un autor africano del siglo
sexto
(Sermón 8, 1-3: PL 65, 743-744)
LA UNIDAD DE LA IGLESIA SE MANIFIESTA EN LA
PLURALIDAD DE LENGUAS
Los apóstoles se pusieron a hablar en todas las
lenguas. Así quiso Dios, por aquel entonces, significar la presencia del Espíritu
Santo, haciendo que todo el que lo recibía hablase en todas las lenguas. Hay
que entender, queridos hermanos, que se trata del Espíritu Santo por el cual el
amor de Dios se derrama en nuestros corazones.
Y, ya que el amor había de congregar a la Iglesia de Dios, extendida por todo
el orbe de la tierra, del mismo modo que entonces cada persona que recibía el
Espíritu Santo podía hablar en todas las lenguas, así ahora la unidad de la
Iglesia, congregada por el Espíritu Santo, se manifiesta en la pluralidad de
lenguas.
Por tanto, si alguien nos dice: «Has recibido el Espíritu Santo, ¿por qué no
hablas en todas las lenguas?», debemos responderle: «Hablo ciertamente en todas
las lenguas, ya que pertenezco al cuerpo de Cristo, esto es, a la Iglesia, que
habla en todas las lenguas. Lo que Dios quiso entonces significar por la
presencia del Espíritu era que la Iglesia, en el futuro, hablaría en todas las
lenguas.» De este modo se cumplió lo que había prometido el Señor: Nadie echa
el vino nuevo en odres viejos, sino que se ha de echar en odres nuevos; así se
conservan las dos cosas.
Con razón algunos, al oír que los apóstoles hablaban en todas las lenguas,
decían: Están llenos de mosto. Es que se habían convertido ya en odres nuevos,
renovados por la gracia santificadora, para que, llenos del vino nuevo, esto
es, del Espíritu Santo, hablaran llenos de ardor en todas las lenguas,
prefigurando así, por aquel evidentísimo milagro, la catolicidad de la Iglesia,
que había de abarcar a los hombres de toda lengua.
Celebrad, pues, este día, conscientes de que sois miembros del único cuerpo de
Cristo. No lo celebraréis en vano, si procuráis ser lo que celebráis, viviendo
unidos a la Iglesia, a la cual el Señor, llenándola del Espíritu Santo,
reconoce como suya, a medida que se va esparciendo por todo el mundo, Iglesia
que, a su vez, lo reconoce a él como su Señor. Como el esposo no abandona a su
propia esposa ni admite que sea sustituida por otra. A vosotros, hombres de
todas las naciones, que sois miembros de Cristo, que constituís el cuerpo de
Cristo, la Iglesia de Cristo, la esposa de Cristo, os dice el Apóstol:
Sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos por mantener la unidad del
Espíritu, con el vinculo de la paz.
Fijaos que al precepto de la mutua tolerancia añade la mención del amor, y
cuando habla de la solicitud por la unidad hace referencia al vínculo de la
paz. Tal ha de ser la casa de Dios, edificada con piedras vivas, para que el
padre de familia se complazca en habitar en ella, y sus ojos no tengan que contemplar
con disgusto su división y su ruina.
RESPONSORIO Hch 15, 8-9; 11, 18
R. Dios, que
conoce los corazones, ha dado su Espíritu a todos los pueblos, igual que a
nosotros; * y no ha establecido
diferencia alguna entre ellos y nosotros, pues ha purificado sus corazones por
la fe. Aleluya.
V. Así, pues, Dios ha concedido también a los
demás pueblos la conversión que conduce a la vida.
R. y no ha establecido diferencia alguna entre
ellos y nosotros, pues ha purificado sus corazones por la fe. Aleluya.
*Lecturas de la 7ª Semana del Tiempo Pascua Ciclo B*
Sábado, 18 de mayo de 2024
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Juan
(21,20-25)*
En aquel tiempo, Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien
Jesús tanto amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le
había preguntado: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?»
Al verlo, Pedro dice a Jesús: «Señor, y éste ¿qué?»
Jesús le contesta: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú
sígueme.»
Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no
moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino: «Si quiero que se quede
hasta que yo venga, ¿a ti qué?» Éste es el discípulo que da testimonio de todo
esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero. Muchas
otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que los libros no
cabrían ni en todo el mundo.
Palabra del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Yo estaré siempre con vosotros hasta el fin del mundo. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo estaré siempre con vosotros
hasta el fin del mundo. Aleluya.
PRECES
Nosotros, que hemos sido bautizados en el Espíritu Santo,
glorifiquemos al Señor, junto con todos los bautizados, y roguémosle:
Señor Jesús, santifícanos en el Espíritu.
Envíanos, Señor, tu Espíritu Santo,
para que te confesemos ante los hombres como Señor y rey nuestro.
Danos una caridad sincera,
para que nos amemos mutuamente, como buenos hermanos.
Dispón con tu gracia el corazón de los fieles,
para que acojan con amor y alegría los dones del Espíritu.
Danos la fortaleza del Espíritu Santo,
y haz que sane y vigorice lo que en nosotros está enfermo y débil.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Bajo el impulso del Espíritu Santo, que ora en nuestro interior con gemidos
inenarrables, dirijamos al Padre la oración que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Concédenos, Dios todopoderoso, seguir siempre realizando en toda
nuestra vida el espíritu de estas fiestas pascuales, que hemos celebrado. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
HORA NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: REINA EL SEÑOR ALLÍ DONDE NINGUNO
Reina el Señor allí donde ninguno
ciñe corona que haya dado el mundo;
reina el Señor allí donde la vida
sin lágrimas es río de delicias.
Reina el Señor, el compasivo siervo,
que en sus hombros cargó nuestro madero;
vive el muerto en la cruz, el sepultado
y con hierro sellado y custodiado.
Cruzó el oscuro valle de la muerte
hasta bajar a tumba de rebeldes;
fingía que era suya nuestra pena,
y en silencio escuchó nuestra sentencia.
Pero reina el Señor, la tierra goza,
y ya se escuchan los cánticos de boda.
¡Gloria al Señor Jesús resucitado,
nuestra esperanza y triunfo deseado! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE 2Co 5, 14-15
El amor de Cristo nos apremia, al pensar que, si
uno murió por todos, consiguientemente todos murieron en él; y murió por todos,
para que los que viven no vivan ya para sí, sino para aquel que murió y
resucitó por ellos.
V. Quédate con nosotros, Señor. Aleluya.
R. Porque ya es tarde. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Concédenos, Dios todopoderoso, seguir siempre realizando en toda nuestra vida
el espíritu de estas fiestas pascuales, que hemos celebrado. Por Cristo nuestro
Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
I VÍSPERAS
DE PENTECOSTÉS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: VEN, CREADOR, ESPÍRITU AMOROSO
Ven, Creador, Espíritu amoroso,
ven y visita el alma que a ti clama
y con tu soberana gracia inflama
los pechos que criaste poderoso.
Tú que abogado fiel eres llamado,
del Altísimo don, perenne fuente
de vida eterna, caridad ferviente,
espiritual unción, fuego sagrado.
Tú te infundes al alma en siete dones,
fiel promesa del Padre soberano;
tú eres el dedo de su diestra mano,
tú nos dictas palabras y razones.
Ilustra con tu luz nuestros sentidos,
del corazón ahuyenta la tibieza,
haznos vencer la corporal flaqueza,
con tu eterna virtud fortalecidos.
Por ti, nuestro enemigo desterrado,
gocemos de paz santa duradera,
y, siendo nuestro guía en la carrera,
todo daño evitemos y pecado.
Por ti al eterno Padre conozcamos,
y al Hijo, soberano omnipotente,
y a ti, Espíritu, de ambos procedente,
con viva fe y amor siempre creamos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un
mismo lugar. Aleluya.
Salmo 112 - ALABADO SEA EL NOMBRE DEL SEÑOR
Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?
Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cuando llegó el día de Pentecostés,
estaban todos reunidos en un mismo lugar. Aleluya.
Ant 2. Aparecieron sobre los apóstoles
unas como lenguas de fuego, y se posó sobre cada uno de ellos el Espíritu
Santo. Aleluya.
Salmo 146 - PODER Y BONDAD DEL SEÑOR
Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel;
él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre.
Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados.
Entonad la acción de gracias al Señor,
tocad la cítara para nuestro Dios,
que cubre el cielo de nubes,
preparando la lluvia para la tierra;
que hace brotar hierba en los montes,
para los que sirven al hombre;
que da su alimento al ganado,
y a las crías de cuervo que graznan.
No aprecia el vigor de los caballos,
no estima los músculos del hombre:
el Señor aprecia a sus fieles,
que confían en su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aparecieron sobre los apóstoles
unas como lenguas de fuego, y se posó sobre cada uno de ellos el Espíritu
Santo. Aleluya.
Ant 3. El Espíritu, que procede del Padre,
él me glorificará. Aleluya.
Cántico: CANTO DE LOS VENCEDORES Ap 15, 3-4
Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Espíritu, que procede del Padre,
él me glorificará. Aleluya.
LECTURA BREVE Rm 8, 11
Si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de
entre los muertos habita en vosotros, el mismo que resucitó a Cristo Jesús de
entre los muertos vivificará también vuestros cuerpos mortales por obra de su
Espíritu que habita en vosotros.
RESPONSORIO BREVE
V. El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
R. El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
V. Os lo enseñará todo.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende
en ellos el fuego de tu amor, tú que con la diversidad de lenguas congregaste
todos los pueblos en la confesión de una sola fe. Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ven, Espíritu Santo, llena los
corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor, tú que con la
diversidad de lenguas congregaste todos los pueblos en la confesión de una sola
fe. Aleluya.
PRECES
Celebremos la gloria de Dios, quien, al llegar a su término en
Pentecostés los cincuenta días de Pascua, llenó a los apóstoles del Espíritu
Santo, y supliquemos con ánimo gozoso y confiado, diciendo:
Envía tu Espíritu, Señor, y renueva la faz de la tierra.
Tú que, al comienzo de los tiempos, creaste el cielo y la tierra y, al llegar
la etapa final de la historia, quisiste que Cristo fuera cabeza de toda la
creación,
por tu Espíritu renueva la faz de la tierra y conduce a los hombres a la
salvación.
Tú que infundiste el aliento de vida en el rostro de Adán,
envía ahora tu Espíritu a la Iglesia, para que, vivificada y rejuvenecida,
comunique tu vida al mundo.
Ilumina a todos los hombres con la luz de tu Espíritu y disipa las tinieblas de
nuestro mundo,
para que el odio se convierta en amor, el sufrimiento en gozo y la guerra en
paz.
Fecundiza el mundo con tu Espíritu, agua viva que mana del costado de Cristo,
para que la tierra entera se vea libre de todo mal.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que, por obra del Espíritu Santo, conduces sin cesar a los hombres a la vida
eterna,
dígnate llevar, por este mismo Espíritu, a los difuntos al gozo eterno de tu
presencia.
Dirijámonos ahora al Padre con las palabras que el Espíritu del Señor
resucitado pone en nuestros labios:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso y eterno, que has querido que la celebración del
misterio pascual se prolongara simbólicamente durante cincuenta días, te pedimos
que, por la acción del Espíritu Santo, lleves a la unidad en el amor a todas
las naciones de la tierra, y que sus diversas lenguas se unan para proclamar
unánimemente la gloria de tu nombre. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos
de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.