*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*TIEMPO PASCUAL*
*JUEVES
DE SEMANA VI*
Propio del Tiempo. Salterio II
*LAUDES*
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Verdaderamente ha resucitado el
Señor. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Verdaderamente ha resucitado el
Señor. Aleluya.
Himno: EL AGUA PURA, DON DE LA MAÑANA
El agua pura, don de la mañana,
da a los ojos el brillo de la vida,
y el alma se despierta cuando escucha
que el ángel dice: «¡Cristo resucita!»
¡Cómo quieren las venas de mi cuerpo
ser música, ser cuerdas de la lira,
y cantar, salmodiar como los pájaros,
en esta Pascua santa la alegría!
Mirad cuál surge Cristo transparente:
en medio de los hombres se perfila
su cuerpo humano, cuerpo del amigo
deseado, serena compañía.
El que quiera palparlo, aquí se acerque,
entre con su fe en el Hombre que humaniza,
derrame su dolor y su quebranto,
dé riendas al amor, su gozo diga.
A ti, Jesús ungido, te ensalzamos,
a ti, nuestro Señor, que depositas
tu santo y bello cuerpo en este mundo,
como en el campo se echa la semilla. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Yo soy la vid, vosotros sois los sarmientos. Aleluya.
Salmo 79 - VEN A VISITAR TU VIÑA
Pastor de Israel, escucha,
tú que guías a José como a un rebaño;
tú que te sientas sobre querubines, resplandece
ante Efraím, Benjamín y Manasés;
despierta tu poder y ven a salvarnos.
¡Oh Dios!, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.
Señor Dios de los ejércitos,
¿hasta cuándo estarás airado
mientras tu pueblo te suplica?
Le diste a comer llanto,
a beber lágrimas a tragos;
nos entregaste a las disputas de nuestros vecinos,
nuestros enemigos se burlan de nosotros.
Dios de los ejércitos, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.
Sacaste una vid de Egipto,
expulsaste a los gentiles, y la trasplantaste;
le preparaste el terreno y echó raíces
hasta llenar el país;
su sombra cubría las montañas,
y sus pámpanos, los cedros altísimos;
extendió sus sarmientos hasta el mar,
y sus brotes hasta el Gran Río.
¿Por qué has derribado su cerca
para que la saqueen los viandantes,
la pisoteen los jabalíes
y se la coman las alimañas?
Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña,
la cepa que tu diestra plantó,
y que tú hiciste vigorosa.
La han talado y le han prendido fuego:
con un bramido hazlos perecer.
Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti:
danos vida, para que invoquemos tu nombre.
Señor Dios de los ejércitos, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo soy la vid, vosotros sois los
sarmientos. Aleluya.
Ant 2. Sacaréis aguas con gozo de las
fuentes de la salvación. Aleluya.
Cántico: ACCION DE GRACIAS DEL PUEBLO SALVADO - Is 12, 1-6
Te doy gracias, Señor,
porque estabas airado contra mí,
pero ha cesado tu ira
y me has consolado.
Él es mi Dios y salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación.
Aquel día, diréis:
Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso.
Tañed para el Señor, que hizo proezas;
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
«¡Qué grande es en medio de ti
el Santo de Israel!».
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sacaréis aguas con gozo de las
fuentes de la salvación. Aleluya.
Ant 3. El Señor nos alimentó con flor de
harina. Aleluya.
Salmo 80 - SOLEMNE RENOVACIÓN DE LA ALIANZA
Aclamad a Dios, nuestra fuerza;
dad vítores al Dios de Jacob:
acompañad, tocad los panderos,
las cítaras templadas y las arpas;
tocad la trompeta por la luna nueva,
por la luna llena, que es nuestra fiesta;
porque es una ley de Israel,
un precepto del Dios de Jacob,
una norma establecida para José
al salir de Egipto.
Oigo un lenguaje desconocido:
«Retiré sus hombros de la carga,
y sus manos dejaron la espuerta.
Clamaste en la aflicción, y te libré,
te respondí oculto entre los truenos,
te puse a prueba junto a la fuente de Meribá.
Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti;
¡ojalá me escuchases, Israel!
No tendrás un dios extraño,
no adorarás un dios extranjero;
yo soy el Señor Dios tuyo,
que te saqué del país de Egipto;
abre tu boca y yo la saciaré.
Pero mi pueblo no escuchó mi voz,
Israel no quiso obedecer:
los entregué a su corazón obstinado,
para que anduviesen según sus antojos.
¡Ojalá me escuchase mi pueblo
y caminase Israel por mi camino!:
en un momento humillaría a sus enemigos
y volvería mi mano contra sus adversarios;
los que aborrecen al Señor te adularían,
y su suerte quedaría fijada;
te alimentaría con flor de harina,
te saciaría con miel silvestre.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor nos alimentó con flor de
harina. Aleluya.
LECTURA BREVE Rm 8, 10-11
Si Cristo está en vosotros, aunque vuestro cuerpo haya muerto por causa del
pecado, el espíritu tiene vida por la justificación. Y si el Espíritu de aquel
que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el mismo que resucitó
a Cristo Jesús de entre los muertos vivificará también vuestros cuerpos
mortales por obra de su Espíritu que habita en vosotros.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya.
Aleluya.
V. El que por nosotros colgó del madero.
R. Aleluya. Aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya.
Aleluya.
V. En
tu resurrección, oh Cristo. Aleluya.
R. El cielo y la tierra se alegran. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
De los Hechos de los apóstoles 22, 22 - 23, 11
PABLO ANTE EL CONSEJO DE ANCIANOS
En aquellos días, los judíos que estaban
escuchando a Pablo comenzaron a gritar:
«¡Muera, muera ese infame!; que no merece vivir.» y como continuaban con sus
gritos, agitando con furia los mantos y tirando tierra al aire, mandó el
tribuno que lo introdujesen en la fortaleza; al mismo tiempo, ordenó que le
aplicasen el tormento para tomarle declaración y averiguar la causa de aquel
alboroto que se levantaba contra Pablo. Así que lo sujetaron con correas para
azotarlo, dijo Pablo al centurión que estaba presente:
«¿Os es lícito azotar a un ciudadano romano, y además sin haberlo juzgado
siquiera?» Ante estas palabras, corrió el centurión a comunicarlo al tribuno,
diciéndole:
«¿Qué vas a hacer? Este hombre es ciudadano romano.»
Acudió en seguida el tribuno y preguntó a Pablo:
«Dime, ¿eres tú ciudadano romano?» Él contestó:
«Sí.»
Y el tribuno añadió:
«Una fuerte suma me costó esta ciudadanía.»
Pablo le replicó:
«Pues yo la tengo por nacimiento.»
Al instante se retiraron los que iban a aplicarle tormento para tomarle
declaración; y el mismo tribuno cobró miedo, al darse cuenta de que era
ciudadano romano y que lo había hecho encadenar. Al día siguiente, queriendo
saber con certeza de qué le acusaban los judíos, hizo quitar las cadenas a
Pablo y ordenó que se reuniesen los sacerdotes y el Consejo de ancianos en
pleno. Luego bajó a Pablo y lo hizo comparecer ante ellos. Pablo, con los ojos
fijos en el Consejo, dijo:
«Hermanos, hasta hoy yo siempre me he portado con toda rectitud de conciencia
ante Dios.»
El sumo sacerdote Ananías mandó a los que estaban junto a él que lo hiriesen en
la boca. Pablo entonces, dirigiéndose a él, exclamó:
«Dios te herirá a ti, pared blanqueada. ¿Con que te sientas para juzgarme según
la ley y, violando tú la ley, mandas que me hieran?»
Los presentes exclamaron:
«¿Así insultas al sumo sacerdote de Dios?»
Pablo contestó:
«Hermanos, no sabía que era el sumo sacerdote. Pues dice la Escritura: "No
insultarás al príncipe de tu pueblo."»
Luego, conociendo Pablo que una parte del Consejo eran saduceos y la otra
fariseos, exclamó en alta voz en medio de la asamblea:
«Hermanos, yo soy fariseo e hijo de fariseos. Por defender mi esperanza en la
resurrección de los muertos me encuentro ahora procesado.»
Ante estas palabras, se originó una discusión entre saduceos y fariseos, y se
dividió la asamblea. Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni
ángeles, ni espíritus; los fariseos, en cambio, profesan lo uno y lo otro. En medio
de un gran griterío, se levantaron algunos doctores de la secta de los fariseos
y aumentaron la violenta polémica, protestando:
«No hallamos culpa alguna en este hombre. ¿Y quién sabe si le ha hablado algún
espíritu o algún ángel?»
Como el alboroto iba creciendo, temió el tribuno que despedazasen a Pablo;
entonces, ordenó que bajase la tropa y que, sacando a Pablo de en medio de
ellos, lo llevase a la fortaleza. A la noche siguiente, el Señor se apareció a
Pablo y le dijo:
«Ten ánimo. Como has dado testimonio de mí en Jerusalén, has de darlo también
en Roma.»
RESPONSORIO Cf. Hch 23, 11; 26,
18b
R. Dijo el
Señor: «Ten ánimo. Como has dado testimonio de mí en Jerusalén, * has
de dar testimonio en Roma.» Aleluya.
V. Para que por la fe en mí reciban el perdón de
los pecados y su parte en la herencia de los justos.
R. Has de dar testimonio en Roma. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san León Magno, papa
(Sermón 2 Sobre la ascensión, 1-4: PL 54, 397-399)
LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR AUMENTA NUESTRA FE
Así como en la solemnidad de Pascua la
resurrección del Señor fue para nosotros causa de alegría, así también ahora su
ascensión al cielo nos es un nuevo motivo de gozo, al recordar y celebrar
litúrgicamente el día en que la pequeñez de nuestra naturaleza fue elevada, en
Cristo, por encima de todos los ejércitos celestiales, de todas las categorías
de ángeles, de toda la sublimidad de las potestades, hasta compartir el trono
de Dios Padre. Hemos sido establecidos y edificados por este modo de obrar divino,
para que la gracia de Dios se manifestara más admirablemente, y así, a pesar de
haber sido apartada de la vista de los hombres la presencia visible del Señor,
por la cual se alimentaba el respeto de ellos hacia él, la fe se mantuviera
firme, la esperanza inconmovible y el amor encendido.
En esto consiste, en efecto, el vigor de los espíritus verdaderamente grandes,
esto es lo que realiza la luz de la fe en las almas verdaderamente fieles:
creer sin vacilación lo que no ven nuestros ojos, tener fijo el deseo en lo que
no puede alcanzar nuestra mirada. ¿Cómo podría nacer esta piedad en nuestros
corazones, o cómo podríamos ser justificados por la fe, si nuestra salvación
consistiera tan sólo en lo que nos es dado ver?
Así, todas las cosas referentes a nuestro Redentor, que antes eran visibles,
han pasado a ser ritos sacramentales; y, para que nuestra fe fuese más firme y
valiosa, la visión ha sido sustituida por la instrucción, de modo que, en
adelante, nuestros corazones, iluminados por la luz celestial, deben apoyarse
en esta instrucción.
Esta fe, aumentada por la ascensión del Señor y fortalecida con el don del
Espíritu Santo, ya no se amilana por las cadenas, la cárcel, el destierro, el
hambre, el fuego, las fieras ni los refinados tormentos de los crueles
perseguidores. Hombres y mujeres, niños y frágiles doncellas han luchado, en
todo el mundo, por esta fe, hasta derramar su sangre. Esta fe ahuyenta a los
demonios, aleja las enfermedades, resucita a los muertos.
Por esto los mismos apóstoles, que, a pesar de los milagros que habían
contemplado y de las enseñanzas que habían recibido, se acobardaron ante las
atrocidades de la pasión del Señor y se mostraron reacios en admitir el hecho
de su resurrección, recibieron un progreso espiritual tan grande de la
ascensión del Señor, que todo lo que antes les era motivo de temor se les
convirtió en motivo de gozo. Es que su espíritu estaba ahora totalmente elevado
por la contemplación de la divinidad, del que está sentado a la derecha del
Padre; y al no ver el cuerpo del Señor podían comprender con mayor claridad que
aquél no había dejado al Padre, al bajar a la tierra, ni había abandonado a sus
discípulos, al subir al cielo.
Entonces, amadísimos hermanos, el Hijo del hombre se mostró, de un modo más
excelente y sagrado, como Hijo de Dios, al ser recibido en la gloria de la
majestad del Padre, y, al alejarse de nosotros por su humanidad, comenzó a
estar presente entre nosotros de un modo nuevo e inefable por su divinidad.
Entonces nuestra fe comenzó a adquirir un mayor y progresivo conocimiento de la
igualdad del Hijo con el Padre, y a no necesitar de la presencia palpable de la
substancia corpórea de Cristo, según la cual es inferior al Padre; pues,
subsistiendo la naturaleza del cuerpo glorificado de Cristo, la fe de los
creyentes es llamada allí donde podrá tocar al Hijo único, igual al Padre, no
ya con la mano, sino mediante el conocimiento espiritual.
RESPONSORIO Hb 8, 1; 10, 22. 23
R. Tenemos un
sumo sacerdote que está sentado a la diestra del trono de la Majestad en los
cielos. * Acerquémonos con sinceridad de corazón, con plenitud de fe,
purificados los corazones de toda mancha de que tengamos conciencia. Aleluya.
V. Mantengamos firmemente la profesión de nuestra
esperanza, porque fiel es Dios que nos hizo las promesas.
R. Acerquémonos con sinceridad de corazón, con
plenitud de fe, purificados los corazones de toda mancha de que tengamos
conciencia. Aleluya.
*Lecturas de la 6ª Semana del Tiempo Pascua Ciclo B*
Jueves, 9 de mayo de 2024
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Juan
(16,16-20)*
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver».
Comentaron entonces algunos discípulos:
«¿Qué significa eso de “dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro
poco me volveréis a ver”, y eso de “me voy al Padre”?».
Y se preguntaban:
«¿Qué significa ese “poco”? No entendemos lo que dice».
Comprendió Jesús que querían preguntarle y les dijo:
«¿Estáis discutiendo de eso que os he dicho: “Dentro de poco ya no me veréis, y
dentro de otro poco me volveréis a ver”? En verdad, en verdad os digo: vosotros
lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis
tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría».
Palabra del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. «Un poco de tiempo y no me veréis —dice el Señor—; todavía otro
poco y me volveréis a ver, porque voy al Padre.» Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Un poco de tiempo y no me veréis
—dice el Señor—; todavía otro poco y me volveréis a ver, porque voy al Padre.»
Aleluya.
PRECES
Oremos confiados a Dios Padre, que quiso que Cristo fuera la
primicia de la resurrección de los hombres, y aclamémoslo, diciendo:
Que el Señor Jesús sea nuestra vida.
Tú que por la columna de fuego iluminaste a tu pueblo en el desierto,
ilumina hoy con la resurrección de Cristo el día que empezamos.
Tú que por la voz de Moisés adoctrinaste a tu pueblo en el Sinaí,
haz que Cristo, por su resurrección, sea hoy palabra de vida para nosotros.
Tú que con el maná alimentaste a tu pueblo peregrino en el desierto,
haz que Cristo, por su resurrección, sea durante este día nuestro pan de vida.
Tú que por el agua de la roca diste de beber a tu pueblo en el desierto,
por la resurrección de tu Hijo danos hoy parte en tu Espíritu de vida.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Por Jesús hemos sido hechos hijos de Dios; por eso nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, Dios nuestro, que has otorgado a tu pueblo el don de la
redención, concédenos vivir eternamente la alegría de la resurrección de tu
Hijo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: ES LA PASCUA REAL, NO YA LA SOMBRA.
Es la Pascua real, no ya la sombra,
la verdadera pascua del Señor;
la sangre del pasado es solo un signo,
la mera imagen de la gran unción.
En verdad, tú, Jesús, nos protegiste
con tus sangrientas manos paternales;
envolviendo en tus alas nuestras almas,
la verdadera alianza tú sellaste.
Y, en tu triunfo, llevaste a nuestra carne
reconciliada con tu Padre eterno;
y, desde arriba, vienes a llevarnos
a la danza festiva de tu cielo.
Oh gozo universal, Dios se hizo hombre
para unir a los hombres con su Dios;
se rompen las cadenas del infierno,
y en los labios renace la canción.
Cristo, Rey eterno, te pedimos
que guardes con tus manos a tu Iglesia,
que protejas y ayudes a tu pueblo
y que venzas con él a las tinieblas. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Cristo está constituido por Dios juez de vivos y muertos. Aleluya.
Salmo 71 I - PODER REAL DEL MESÍAS
Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.
Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre
y quebrante al explotador.
Que dure tanto como el sol,
como la luna, de edad en edad;
que baje como lluvia sobre el césped,
como llovizna que empapa la tierra.
Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna.
Que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra.
Que en su presencia se inclinen sus rivales;
que sus enemigos muerdan el polvo;
que los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo.
Que los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones;
que se postren ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cristo está constituido por Dios
juez de vivos y muertos. Aleluya.
Ant 2. Él será la bendición de todos los
pueblos. Aleluya.
Salmo 71 II
Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres;
él rescatará sus vidas de la violencia,
su sangre será preciosa a sus ojos.
Que viva y que le traigan el oro de Saba;
él intercederá por el pobre
y lo bendecirá.
Que haya trigo abundante en los campos,
y ondee en lo alto de los montes,
den fruto como el Líbano,
y broten las espigas como hierba del campo.
Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol;
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas;
bendito por siempre su nombre glorioso,
que su gloria llene la tierra.
¡Amén, amén!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Él será la bendición de todos los
pueblos. Aleluya.
Ant 3. Ayer como hoy, Jesucristo es el
mismo y lo será siempre. Aleluya.
Cántico: EL JUICIO DE DIOS Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a
Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.
Se encolerizaron las naciones,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ayer como hoy, Jesucristo es el
mismo y lo será siempre. Aleluya.
LECTURA BREVE 1Pe 3, 18. 21b-22
Cristo murió por los pecados una vez para siempre: el inocente por los
culpables, para conduciros a Dios. Como era hombre, lo mataron; pero, como
poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida. Lo que actualmente os salva no
consiste en limpiar una suciedad corporal, sino en impetrar de Dios una
conciencia pura, por la resurrección de Jesucristo, que llegó al cielo, se le
sometieron ángeles autoridades y poderes, y está a la derecha de Dios.
RESPONSORIO BREVE
V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya. Aleluya.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya.
Aleluya.
V. Al ver al Señor.
R. Aleluya. Aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya.
Aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Vuestra tristeza se convertirá en gozo, y nadie os quitará vuestra
alegría. Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Vuestra tristeza se convertirá en
gozo, y nadie os quitará vuestra alegría. Aleluya.
PRECES
Alabemos y glorifiquemos a Cristo, a quien Dios Padre constituyó
fundamento de nuestra esperanza y primicia de la humanidad resucitada, y
aclamémoslo, suplicantes:
Rey de la gloria, escúchanos.
Señor Jesús, tú que, por tu propia sangre y por tu resurrección, penetraste en
el santuario de Dios,
llévanos contigo al reino del Padre.
Tú que, por tu resurrección, robusteciste la fe de tus discípulos y los
enviaste a anunciar el Evangelio al mundo,
haz que los obispos y presbíteros sean fieles heraldos de tu Evangelio.
Tú que, por tu resurrección, eres nuestra reconciliación y nuestra paz,
haz que todos los bautizados vivan en la unidad de una sola fe y de un solo
amor.
Tú que, por tu resurrección, diste la salud, al tullido del templo,
mira con bondad a los enfermos y manifiesta en ellos tu gloria.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que, por tu resurrección, fuiste constituido primogénito de los muertos que
resucitan,
haz que los difuntos que en ti creyeron y esperaron participen de tu gloria.
Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, Dios nuestro, que has otorgado a tu pueblo el don de la
redención, concédenos vivir eternamente la alegría de la resurrección de tu
Hijo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.