*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar
este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*SEMANA SANTA*
*DOMINGO
DE LA PASIÓN DEL SEÑOR O DE RAMOS*
Propio del Tiempo
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. A Cristo, el Señor, que por
nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A Cristo, el Señor, que por
nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.
Himno: EL PUEBLO QUE FUE CAUTIVO
El pueblo que fue cautivo
y que tu mano libera
no encuentra mayor palmera
ni abunda en mejor olivo.
Viene con aire festivo
para enramar tu victoria,
y no te ha visto en su historia,
Dios de Israel, más cercano:
ni tu poder más a mano
ni más humilde tu gloria.
¡Gloria, alabanza y honor!
Gritad: «¡Hosanna!», y haceos
como los niños hebreos
al paso del Redentor.
¡Gloria y honor
al que viene en el nombre del Señor! Amén.
SALMODIA
Ant 1. El numeroso gentío, que había venido a la fiesta, aclamaba al
Señor: «Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.»
Salmo 117 - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.
En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.
El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.
Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.
Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.
Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El numeroso gentío, que había
venido a la fiesta, aclamaba al Señor: «Bendito el que viene en nombre del
Señor. Hosanna en el cielo.»
Ant 2. Con los ángeles y los niños,
cantemos al triunfador de la muerte: «Hosanna en el cielo.»
Cántico: QUE LA CREACIÓN ENTERA ALABE AL SEÑOR Dn 3, 52-57
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito tu nombre, Santo y glorioso:
a él gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres sobre el trono de tu reino:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en la bóveda del cielo:
a ti honor y alabanza por los siglos.
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Con los ángeles y los niños,
cantemos al triunfador de la muerte: «Hosanna en el cielo.»
Ant 3. Bendito el que viene en nombre del
Señor. Paz en el cielo y gloria en las alturas.
Salmo 150 - ALABAD AL SEÑOR.
Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su augusto firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.
Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,
Alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,
alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta, alabe al Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Bendito el que viene en nombre del
Señor. Paz en el cielo y gloria en las alturas.
LECTURA BREVE Za 9, 9
Alégrate, hija de Sión; canta, hija de Jerusalén. Mira a tu Rey que viene a ti,
justo y victorioso; modesto y cabalgando en un asno, en un pollino de borrica.
RESPONSORIO BREVE
V. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
V. De entre toda raza, lengua, pueblo y nación.
R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
V. Cuando
sea yo levantado en alto sobre la tierra.
R. Atraeré a todos hacia mí.
*PRIMERA LECTURA AÑO II*
Del libro del profeta
Jeremías 22, 1-9; 23, 1.8
INVECTIVA CONTRA LOS
REYES PERVERSOS. PROMESA DE UN REY JUSTO, HIJO DE DAVID
Así dice el Señor:
«Baja al palacio real de Judá y proclama allí lo siguiente: Escuchad la palabra
del Señor, rey de Judá, que ocupas el trono de David, y también tus ministros y
el pueblo, que entra por estas puertas: Así dice el Señor:
"Haced justicia y derecho, librad al oprimido de la mano del opresor; no
abuséis del forastero, del huérfano y de la viuda; no derraméis sangre inocente
en este lugar.
Si cumplís estos mandatos, podréis entrar por estas puertas los reyes que
ocupáis el trono de Dios, montados en carros, de caballos, acompañados de
vuestros ministros y del pueblo. Y, si no cumplís estos mandatos, juro por mí
mismo —oráculo del Señor— que este palacio se convertirá en ruinas. Pues así
dice el Señor al palacio real de Judá:
Aunque fueras para mí como Galaad o la cumbre del Líbano, juro que haré de ti
un desierto, una ciudad deshabitada; consagraré a tus devastadores, cada uno
con sus armas, para que talen tus mejores cedros y los echen al fuego. Llegarán
muchos pueblos a esta ciudad, y se preguntarán unos a otros: '¿Por qué trató
así el Señor a esta gran ciudad?' Y responderán: 'Porque abandonaron la alianza
del Señor, su Dios, y sirvieron y adoraron a dioses extranjeros.'"
"¡Ay de los pastores que dispersan y extravían las ovejas de mi
rebaño!" —oráculo del Señor—. Pues así dice el Señor, Dios de Israel, a
los pastores que pastorean a mi pueblo: "Vosotros dispersasteis mis
ovejas, las expulsasteis, no hicisteis cuenta de ellas; pues yo os tomaré
cuentas de vuestras malas acciones —oráculo del Señor—. Yo mismo reuniré el
resto de mis ovejas en todos los países adonde las expulsé, las volveré a traer
a sus dehesas, para que crezcan y se multipliquen. Les daré pastores que las
pastoreen: no temerán, ni se espantarán, ni se perderán —oráculo del Señor—.
Mirad que llegan días —oráculo del Señor— en que daré a David un vástago
legítimo: reinará como rey prudente, hará justicia y ejercerá el derecho en la
tierra; en sus días se salvará Judá, Israel habitará seguro. Y lo llamarán con
este nombre: 'El-Señor-nuestra-justicia'.
Mirad que llegan días —oráculo del Señor— en que ya no se dirá: 'Vive el Señor,
que sacó a los israelitas de Egipto', sino que se dirá: 'Vive el Señor, que
sacó a la estirpe de Israel del país del norte y de todos los países adonde los
expulsó, y los trajo a sus tierras."'»
RESPONSORIO Za
9, 9; Jr 23, 5
R. Alégrate, hija de Sión; canta, hija
de Jerusalén. Mira a tu Rey que viene a ti; * modesto y cabalgando en un asno.
V. Reinará como rey prudente, hará
justicia y ejercerá el derecho en la tierra.
R. Modesto y cabalgando en un asno.
SEGUNDA LECTURA
De las Disertaciones de San Andrés de Creta, obispo
(Disertación 9, Sobre el domingo de ramos: PG 97, 990-994)
BENDITO EL QUE VIENE EN NOMBRE DEL SEÑOR, EL REY DE ISRAEL.
Venid, subamos juntos al monte de los Olivos y salgamos al encuentro de Cristo,
que vuelve hoy desde Betania, y que se encamina por su propia voluntad hacia
aquella venerable y bienaventurada pasión, para llevar a término el misterio de
nuestra salvación.
Viene, en efecto, voluntariamente hacia Jerusalén, el mismo que, por amor a
nosotros, bajó del cielo para exaltarnos con él, como dice la Escritura, por
encima de todo principado, potestad, virtud y dominación, y de todo ser que
exista, a nosotros que yacíamos postrados.
Él viene, pero no como quien toma posesión de su gloria, con fasto y
ostentación. No gritará —dice la Escritura—, no clamará, no voceará por las
calles, sino que será manso y humilde, con apariencia insignificante, aunque le
ha sido preparada una entrada suntuosa.
Corramos, pues, con el que se dirige con presteza a la pasión, e imitemos a los
que salían a su encuentro. No para alfombrarle el camino con ramos de olivo,
tapices, mantos y ramas de palmera, sino para poner bajo sus pies nuestras
propias personas, con un espíritu humillado al máximo, con una mente y un
propósito sinceros, para que podamos así recibir a la Palabra que viene a
nosotros y dar cabida a Dios, a quien nadie puede contener.
Alegrémonos, por tanto, de que se nos haya mostrado con tanta mansedumbre aquel
que es manso y que sube sobre el ocaso de nuestra pequeñez, a tal extremo, que
vino y convivió con nosotros, para elevarnos hasta sí mismo, haciéndose de
nuestra familia.
Dice el salmo: Subió a lo más alto de los cielos, hacia oriente (hacia su
propia gloria y divinidad, interpreto yo), con las primicias de nuestra
naturaleza, hasta la cual se había abajado Impregnándose de ella; sin embargo,
no por ello abandona su inclinación hacia el género humano, sino que seguirá
cuidando de él para irlo elevando de gloria en gloria, desde lo ínfimo de la
tierra, hasta hacerlo partícipe de su propia sublimidad.
Así, pues, en vez de unas túnicas o unos ramos inanimados, en vez de unas ramas
de arbustos, que pronto pierden su verdor y que por poco tiempo recrean la
mirada, pongámonos nosotros mismos bajo los pies de Cristo, revestidos de su
gracia, mejor aún, de toda su persona, porque todos los que habéis sido
bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo; extendámonos tendidos a sus
pies, a manera de túnicas.
Nosotros, que antes éramos como escarlata por la inmundicia de nuestros
pecados, pero que después nos hemos vuelto blancos como la nieve con el baño
saludable del bautismo, ofrezcamos al vencedor de la muerte no ya ramas de
palmera, sino el botín de su victoria, que somos nosotros mismos.
Aclamémoslo también nosotros, como hacían los niños, agitando los ramos
espirituales del alma y diciéndole un día y otro: Bendito el que viene en
nombre del Señor, el rey de Israel.
RESPONSORIO Jn 12, 12. 13; Mt 21, 8. 9
R. Cuando la multitud se enteró de que Jesús
llegaba a Jerusalén, salió a su encuentro. Un inmenso gentío iba tendiendo sus
mantos por el camino; otros cortaban ramas de los árboles y alfombraban con
ellas el camino y gritaban: * «¡Viva
el Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!»
V. La muchedumbre que lo precedía y también la que
iba detrás gritaban:
R. «¡Viva el Hijo de David! ¡Bendito el que viene
en nombre del Señor!»
Lecturas del Domingo de Pasión - Ciclo C
Domingo, 24 de marzo de 2024
Evangelio
*Pasión
de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos (15,1-39)*
C. Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes, con los ancianos, los escribas
y el Sanedrín en pleno, se reunieron, y, atando a Jesús, lo llevaron y lo
entregaron a Pilato. Pilato le preguntó:
S. «¿Eres tú el rey de los judíos?»
C. Él respondió:
+ «Tú lo dices.»
C. Y los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato le preguntó de
nuevo:
S. «¿No contestas nada? Mira cuántos cargos presentan contra ti.»
C. Jesús no contestó más; de modo que Pilato estaba muy extrañado. Por la
fiesta solía soltarse un preso, el que le pidieran. Estaba en la cárcel un tal
Barrabás, con los revoltosos que habían cometido un homicidio en la revuelta.
La gente subió y empezó a pedir el indulto de costumbre. Pilato les contestó:
S. «¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?»
C. Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia. Pero
los sumos sacerdotes soliviantaron a la gente para que pidieran la libertad de
Barrabás. Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó:
S. «¿Qué hago con el que llamáis rey de los judíos?»
C. Ellos gritaron de nuevo:
S. «¡Crucifícalo!»
C. Pilato les dijo:
S. «Pues ¿qué mal ha hecho?»
C. Ellos gritaron más fuerte:
S. «¡Crucifícalo!»
C. Y Pilato, queriendo dar gusto a la gente, le soltó a Barrabás; y a Jesús,
después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran. Los soldados se lo
llevaron al interior del palacio –al pretorio– y reunieron a toda la compañía.
Lo vistieron de púrpura, le pusieron una corona de espinas, que habían
trenzado, y comenzaron a hacerle el saludo:
S. «¡Salve, rey de los judíos!»
C. Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y, doblando las
rodillas, se postraban ante él. Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le
pusieron su ropa. Y lo sacaron para crucificarlo. Y a uno que pasaba, de vuelta
del campo, a Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, lo forzaron a
llevar la cruz. Y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir lugar de «la
Calavera»), y le ofrecieron vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo
crucificaron y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que
se llevaba cada uno. Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de
la acusación estaba escrito: «El rey de los judíos.» Crucificaron con él a dos
bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Así se cumplió la Escritura
que dice: «Lo consideraron como un malhechor.» Los que pasaban lo injuriaban,
meneando la cabeza y diciendo:
S. «¡Anda!, tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate
a ti mismo bajando de la cruz.»
C. Los sumos sacerdotes con los escribas se burlaban también de él, diciendo:
S. «A otros ha salvado, y a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey
de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos.»
C. También los que estaban crucificados con él lo insultaban. Al llegar el
mediodía, toda la región quedó en tinieblas hasta la media tarde. Y, a la media
tarde, jesús clamó con voz potente:
+ «Eloí, Eloí, lamásabaktaní.»
C. Que significa:
+ «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»
C. Algunos de los presentes, al oírlo, decían:
S. «Mira, está llamando a Elías.»
C. Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una
caña, y le daba de beber, diciendo:
S. «Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo.»
C. Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró. El velo del templo se rasgó en dos,
de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado,
dijo:
S. «Realmente este hombre era Hijo de Dios.»
Palabra del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Aclamemos con palmas de victoria al Señor que viene, y salgamos a
su encuentro con himnos y cantos, dándole gloria y diciendo: «Bendito eres,
Señor.»
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aclamemos con palmas de victoria al
Señor que viene, y salgamos a su encuentro con himnos y cantos, dándole gloria
y diciendo: «Bendito eres, Señor.»
PRECES
Adoremos a Cristo, que al entrar en Jerusalén fue aclamado por las
multitudes como rey y mesías; acojámosle también nosotros con gozo, diciendo:
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna a ti, Hijo de David y Rey eterno;
hosanna a ti, vencedor de la muerte y del mal.
Tú que subiste a Jerusalén para sufrir la pasión y entrar así en la gloria,
conduce a tu Iglesia a la Pascua eterna.
Tú que convertiste el madero de la cruz en árbol de vida,
haz que los renacidos en el bautismo gocen de la abundancia de los frutos de
este árbol.
Salvador nuestro, que viniste a salvar a los pecadores,
conduce a tu reino a los que en ti creen, esperan y te aman.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Unidos fraternalmente, dirijámonos al Padre, diciendo con toda confianza:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que nuestro Salvador se
anonadase, haciéndose hombre y muriendo en la cruz, para que todos nosotros
imitáramos su ejemplo de humildad, concédenos seguir las enseñanzas de su
pasión, para que un día participemos en su resurrección gloriosa. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
II
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: LLEVABA ROJA LA TÚNICA
Llevaba roja la túnica
y enrojecido el cabello.
¿De dónde, con pies sangrantes,
avanzas tú, Lagarero?
«Del monte de la batalla
y de la victoria vengo;
rojo fue mi atardecer,
blanco será mi lucero.»
Llevaba roja la túnica,
roja de sangre y fuego.
También de blanco le vi
el vestido y el aliento;
bello como las estrellas,
como flor de cardo bello.
Rojo como la amapola
y blanco como un cordero:
carmesíes sus heridas
y blancos sus pensamientos.
Llevaba blanca la túnica,
blanca de amor y fuego.
Por toda la negra tierra
el chorro de sus veneros:
sangre preciosa su sangre
que hace blanco el sufrimiento.
¡Oh Cristo, de sangre roja!
¡Oh Cristo, dolor supremo!
A ti el clamor de los hombres,
en ti nuestros clavos fieros.
Llevaba roja la túnica,
roja de sangre y fuego. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Herido y humillado, Dios lo exaltó con su diestra.
Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Herido y humillado, Dios lo exaltó
con su diestra.
Ant 2. La sangre de Cristo nos purificará,
para dar culto al Dios vivo.
Salmo 113 B - HIMNO AL DIOS VERDADERO.
No a nosotros, Señor, no a nosotros,
sino a tu nombre da la gloria;
por tu bondad, por tu lealtad.
¿Por qué han de decir las naciones:
«Dónde está su Dios»?
Nuestro Dios está en el cielo,
lo que quiere lo hace.
Sus ídolos, en cambio, son plata y oro,
hechura de manos humanas:
tienen boca, y no hablan;
tienen ojos, y no ven;
tienen orejas, y no oyen;
tienen nariz, y no huelen;
tienen manos, y no tocan;
tienen pies, y no andan;
no tiene voz su garganta:
que sean igual los que los hacen,
cuantos confían en ellos.
Israel confía en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
La casa de Aarón confía en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
Los fieles del Señor confían en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
Que el Señor se acuerde de nosotros y nos bendiga,
bendiga a la casa de Israel,
bendiga a la casa de Aarón;
bendiga a los fieles del Señor,
pequeños y grandes.
Que el Señor os acreciente,
a vosotros y a vuestros hijos;
benditos seáis del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
El cielo pertenece al Señor,
la tierra se la ha dado a los hombres.
Los muertos ya no alaban al Señor,
ni los que bajan al silencio.
Nosotros, sí, bendeciremos al Señor
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. La sangre de Cristo nos purificará,
para dar culto al Dios vivo.
Ant 3. Cargado con nuestros pecados subió
al leño, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia.
Cántico: PASIÓN VOLUNTARIA DE CRISTO, SIERVO DE DIOS 1Pe 2, 21b-24
Cristo padeció por nosotros,
dejándonos un ejemplo
para que sigamos sus huellas.
El no cometió pecado
ni encontraron engaño en su boca;
cuando le insultaban,
no devolvía el insulto;
en su pasión no profería amenazas;
al contrario,
se ponía en manos del que juzga justamente.
Cargado con nuestros pecados subió al leño,
para que, muertos al pecado,
vivamos para la justicia.
Sus heridas nos han curado.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cargado con nuestros pecados subió
al leño, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia.
LECTURA BREVE Hch 13, 26-30a
Hermanos, a vosotros envía Dios este mensaje de salvación. Los habitantes de
Jerusalén y sus jefes no reconocieron a Jesús, pero, al condenarlo a muerte,
dieron cumplimiento a las palabras de los profetas que se leen cada sábado. Y,
a pesar de que no encontraron en él causa alguna digna de muerte, pidieron a
Pilato que lo hiciera morir. Una vez que cumplieron todo lo que de él estaba
escrito, lo bajaron de la cruz y lo depositaron en un sepulcro. Pero Dios lo
resucitó de entre los muertos.
RESPONSORIO BREVE
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
V. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.
R. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. «Dice la Escritura: "Heriré al pastor y se dispersarán las
ovejas del rebaño"; pero, después de mi resurrección, iré delante de
vosotros a Galilea; allí me veréis», dice el Señor.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Dice la Escritura: "Heriré al
pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño"; pero, después de mi
resurrección, iré delante de vosotros a Galilea; allí me veréis», dice el
Señor.
PRECES
Oremos humildemente al Salvador del género humano, que sube a
Jerusalén a sufrir su pasión para entrar así en la gloria, y digámosle:
Santifica, Señor, al pueblo que redimiste con tu sangre.
Redentor nuestro, concédenos que por la penitencia nos unamos más plenamente a
tu pasión,
para que consigamos la gloria de la resurrección.
Concédenos la protección de tu Madre, consuelo de los afligidos,
para poder nosotros consolar a los que están atribulados, mediante el consuelo
con que tú nos consuelas.
Mira con bondad a aquellos a quienes hemos escandalizado con nuestros pecados,
ayúdalos a ellos y corrígenos a nosotros, para que resplandezca en todo tu
santidad y tu amor.
Tú que te humillaste, haciéndote obediente hasta la muerte y una muerte de
cruz,
concede a tus fieles obediencia y paciencia.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Haz que los difuntos sean transformados a semejanza de tu cuerpo glorioso,
y a nosotros concédenos también que un día participemos de su felicidad.
Porque la muerte de Cristo nos ha hecho agradables a Dios, nos atrevemos a orar
al Padre, diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que nuestro Salvador se
anonadase, haciéndose hombre y muriendo en la cruz, para que todos nosotros
imitáramos su ejemplo de humildad, concédenos seguir las enseñanzas de su
pasión, para que un día participemos en su resurrección gloriosa. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.