*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar
este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
VIERNES DE LA SEMANA II
Del Propio - Salterio II
5 de enero
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. A Cristo, que por nosotros ha
nacido, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A Cristo, que por nosotros ha
nacido, venid, adorémosle.
Himno: VER A DIOS EN LA
CRIATURA
Ver a Dios en la criatura,
ver a Dios hecho mortal,
ver en humano portal
la celestial hermosura.
¡Gran merced y gran ventura
a quien verlo mereció!
¡Quién lo viera y fuera yo!
Ver llorar a la alegría,
ver tan pobre a la riqueza,
ver tan baja a la grandeza
y ver que Dios lo quería.
¡Gran merced fue en aquel día
la que el hombre recibió!
¡Quién lo viera y fuera yo!
Poner paz en tanta guerra,
calor donde hay tanto frío,
ser de todos lo que es mío,
plantar un cielo en la tierra.
¡Qué misión de escalofrío
la que Dios nos confió!
¡Quién lo hiciera y fuera yo! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Un corazón quebrantado
y humillado, tú no lo desprecias, Señor.
Salmo 50 - CONFESIÓN DEL
PECADOR ARREPENTIDO
Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias, Señor.
Ant 2. En Tu juicio, Señor, acuérdate de
la misericordia.
Cántico: JUICIO DE DIOS -
Ha 3, 2-4. 13a. 15-19
¡Señor, he oído tu fama,
me ha impresionado tu obra!
En medio de los años, realízala;
en medio de los años, manifiéstala;
en el terremoto acuérdate de la misericordia.
El Señor viene de Temán;
el Santo, del monte Farán:
su resplandor eclipsa el cielo,
la tierra se llena de su alabanza;
su brillo es como el día,
su mano destella velando su poder.
Sales a salvar a tu pueblo,
a salvar a tu ungido;
pisas el mar con tus caballos,
revolviendo las aguas del océano.
Lo escuché y temblaron mis entrañas,
al oírlo se estremecieron mis labios;
me entró un escalofrío por los huesos,
vacilaban mis piernas al andar.
Tranquilo espero el día de la angustia
que sobreviene al pueblo que nos oprime.
Aunque la higuera no echa yemas
y las viñas no tienen fruto,
aunque el olivo olvida su aceituna
y los campos no dan cosechas,
aunque se acaban las ovejas del redil
y no quedan vacas en el establo,
yo exultaré con el Señor,
me gloriaré en Dios mi salvador.
El Señor soberano es mi fuerza,
él me da piernas de gacela
y me hace caminar por las alturas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. En Tu juicio, Señor, acuérdate de
la misericordia.
Ant 3. Glorifica al Señor, Jerusalén.
Salmo 147 - RESTAURACIÓN
DE JERUSALÉN.
Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;
hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.
Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Glorifica al Señor, Jerusalén.
LECTURA
BREVE Sb 7, 26-27
La Sabiduría es un reflejo de la luz eterna, un espejo sin mancha de la
actividad de Dios, una imagen de su bondad. Aun siendo sola, lo puede todo; sin
salir de sí misma, todo lo renueva; en todas las edades entra en las almas
santas y forma en ellas amigos de Dios y profetas.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor revela su
salvación. Aleluya, aleluya.
R. El Señor revela su salvación.
Aleluya, aleluya.
V. Los confines de la tierra la han
contemplado.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
R. El Señor revela su salvación.
Aleluya, aleluya.
PRIMERA LECTURA
Del libro del Cantar de los cantares 7, 9--8, 7
>ÚLTIMAS PALABRAS DE LA ESPOSA Y ALABANZA DEL AMOR
Tu boca es un vino generoso que fluye acariciando y me moja los labios y los
dientes.
Yo soy de mi amado, y él me busca con pasión. Amado mío, ven, vamos al campo,
al abrigo de enebros pasaremos la noche, madrugaremos para ver las viñas, para
ver si las vides ya florecen, si ya se abren las yemas, y si echan flores los
granados: y allí te daré mi amor... Perfuman las mandrágoras, y a la puerta hay
mil frutas deleitosas, frutas secas y frescas, que he guardado, mi amado, para
ti.
¡Oh si fueras mi hermano y criado a los pechos de mi madre! Al verte por la
calle, te besaría sin temor a burlas, te introduciría en casa de mi madre, en
la alcoba de la que me crió, te daría a beber vino aromado, licor de mis
granados. Pone la mano izquierda bajo mi cabeza, y me abraza con la derecha.
¡Muchachas de Jerusalén, os conjuro que no vayáis a molestar, que no despertéis
al amor, hasta que él quiera!
¿Quién es ésa que sube del desierto, apoyada en su amado?
Bajo el manzano te desperté, allí donde tu madre te dio a luz, con dolores de
parto. Ponme como un sello sobre tu brazo, como un sello sobre tu corazón,
porque
El amor es fuerte como la muerte, es cruel la pasión como el abismo; es
centella de fuego, llamarada divina. Las aguas torrenciales no podrían apagar
el amor, ni anegarlo los ríos. Si alguien quisiera comprar el amor con todas
las riquezas de su casa, se haría despreciable.
RESPONSORIO Ct 8, 6-7; cf. Ef 2, 4
R. El amor es fuerte como la muerte,
es cruel la pasión como el abismo; es centella de fuego, llamarada divina: *
las aguas torrenciales no podrían apagar el amor.
V. Dios, por el gran amor con que nos
amó, envió a la tierra a su Hijo.
R. Las aguas torrenciales no podrían
apagar el amor.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Agustín, obispo
(Sermón 194, 3-4: PL 38, 1016-1017)
NOS SACIAREMOS CON LA VISIÓN DEL VERBO
¿Quién puede conocer los tesoros de sabiduría y ciencia ocultos en Cristo y
escondidos en la pobreza de su carne? Él, siendo rico, se hizo pobre por
nosotros, para que nos enriqueciéramos con su pobreza. Al asumir nuestra
condición mortal, destruyendo así la muerte, se mostró en pobreza; pero con
ello nos garantizó las riquezas futuras, sin perder las que había dejado.
¡Cuán grande es la bondad que ha reservado para sus fieles, y que comunica a
los que esperan en él!
Ahora nuestro conocimiento es parcial, hasta que llegue lo perfecto. Para
hacernos capaces de esta perfección futura, él, igual al Padre por su condición
de Dios, se hizo semejante a nosotros, tomando la condición de esclavo, para
restituirnos nuestra semejanza con Dios; él, Hijo único de Dios, se hizo Hijo
del hombre, para convertir en hijos de Dios a todos los hijos de los hombres;
tomando la condición visible de esclavo, abolió nuestra condición de esclavos,
haciéndonos libres y capaces de contemplar la naturaleza de Dios.
Ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos
que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual
es. Aquellos tesoros de sabiduría y ciencia, aquellas riquezas divinas, son
llamados así porque ellos nos bastarán. Y aquella gran bondad es llamada así
porque nos saciará. Muéstranos, pues, al Padre, y eso nos bastará.
Y, en uno de los salmos, uno de nosotros, en nosotros y por nosotros, le dice
al Señor: Me saciaré cuando aparezca tu gloria. Él y el Padre son una misma
cosa, y el que lo ve a él ve también al Padre. Por tanto, el Señor, Dios de los
ejércitos, es el Rey de la gloria. Cuando se vuelva a nosotros, nos mostrará su
rostro; y seremos salvados y quedaremos saciados, y eso nos bastará.
Hasta que llegue este momento, hasta que nos muestre aquello que ha de
bastarnos, hasta que podamos beber y saciarnos de aquella fuente de vida que es
él mismo, mientras caminamos por la vía de la fe y vivimos en el destierro,
lejos de él, mientras tenemos hambre y sed de perfección y santidad y deseamos con
ardor inefable contemplar la belleza de Dios, celebremos con humilde devoción
su nacimiento en condición de esclavo.
No podemos aún contemplar cómo es engendrado por el Padre antes de la aurora;
festejemos su nacimiento de la Virgen en plena noche. Aún no percibimos cómo su
nombre es eterno y su fama dura como el sol; reconozcamos que su tienda ha sido
puesta en el sol.
Aún no vemos al Unigénito que permanece en el Padre; recordemos al Esposo que
sale de su alcoba. Aún no ha llegado el momento de sentarnos a la mesa de
nuestro Padre; veneremos el pesebre de nuestro Señor Jesucristo.
RESPONSORIO 1Jn 1, 2; 5, 20
R. La vida se ha manifestado, y
nosotros hemos visto y os anunciamos esta vida eterna, * que estaba con el
Padre y se nos ha manifestado.
V. Sabemos que el Hijo de Dios ha
venido y nos ha dado inteligencia, para que conozcamos al Dios verdadero y para
que estemos en él, su verdadero Hijo, el cual es Dios verdadero y es vida
eterna.
R. Que estaba con el Padre y se nos ha
manifestado.
*Lecturas
del 5 de Enero. Feria de Navidad*
Viernes,
5 de enero de 2024
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Juan (1,43-51)*
En aquel tiempo, determinó Jesús salir para Galilea; encuentra a Felipe y le
dice: «Sígueme.»
Felipe era de Betsaida, ciudad de Andrés y de Pedro. Felipe encuentra a
Natanael y le dice: «Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas,
lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret.»
Natanael le replicó: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?»
Felipe le contestó: «Ven y verás.»
Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de
verdad, en quien no hay engaño.»
Natanael le contesta: «¿De qué me conoces?»
Jesús le responde: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la
higuera, te vi.»
Natanael respondió: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.»
Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees?
Has de ver cosas mayores.»
Y le añadió: «Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios
subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El Señor ha visitado y
redimido a su pueblo.
Cántico de Zacarías. EL
MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor ha visitado y redimido a
su pueblo.
PRECES
Alabemos a Cristo, que
se ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención, y
supliquémosle confiados, diciendo:
Que tu nacimiento, Señor, nos salve.
Rey del universo, a quien los pastores encontraron envuelto en pañales,
ayúdanos a imitar siempre tu pobreza y tu sencillez.
Señor del cielo, que desde tu solio real bajaste a lo más humilde de la tierra,
enséñanos a honrar siempre a nuestros hermanos de condición más humilde.
Oh Cristo, luz eterna, que al asumir nuestra carne no fuiste contaminado por
nuestro pecado,
haz que tus fieles, al usar de los bienes de este mundo, no se vean manchados
por ellos.
Esposo divino de la Iglesia, que eres para ella torre de fortaleza,
haz que todos tus fieles perseveren unidos a ella y en ella encuentren la
salvación.
Se pueden añadir algunas
intenciones libres
Ya que somos la familia de Dios, digamos con grande confianza a nuestro Padre
del cielo:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios, que
iniciaste admirablemente la obra de la redención con el nacimiento de tu Hijo,
fortalece en nosotros la fe, para que, siguiendo sus enseñanzas, podamos
alcanzar la prometida recompensa de la gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por
los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga,
nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
I VÍSPERAS DE LA EPIFANÍA
DEL SEÑOR
De la solemnidad.
5 de enero
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: REYES QUE VENÍS POR ELLAS
Reyes que venís por ellas,
no busquéis estrellas ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
Mirando sus luces bellas,
no sigáis la vuestra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
Aquí parad, que aquí está
quien luz a los cielos da:
Dios es el puerto más cierto,
y si habéis hallado puerto
no busquéis estrellas ya.
No busquéis la estrella ahora:
que su luz ha oscurecido
este Sol recién nacido
en esta Virgen Aurora.
Ya no hallaréis luz en ellas,
el Niño os alumbra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
Aunque eclipsarse pretende,
no reparéis en su llanto,
porque nunca llueve tanto
como cuando el sol se enciende.
Aquellas lágrimas bellas
la estrella oscurecen ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Engendrado antes de la aurora de los siglos, el Señor, nuestro Salvador,
hoy se ha manifestado al mundo.
Salmo 134 I - HIMNO A DIOS POR SUS MARAVILLAS
Alabad el nombre del Señor,
alabadlo, siervos del Señor,
que estáis en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.
Alabad al Señor porque es bueno,
tañed para su nombre, que es amable.
Porque él se escogió a Jacob,
a Israel en posesión suya.
Yo sé que el Señor es grande,
nuestro dueño más que todos los dioses.
El Señor todo lo que quiere lo hace:
en el cielo y en la tierra,
en los mares y en los océanos.
Hace subir las nubes desde el horizonte,
con los relámpagos desata la lluvia,
suelta a los vientos de sus silos.
Él hirió a los primogénitos de Egipto,
desde los hombres hasta los animales.
Envió signos y prodigios
-en medio de ti, Egipto-
contra el Faraón y sus ministros.
Hirió de muerte a pueblos numerosos,
mató a reyes poderosos:
a Sijón, rey de los amorreos;
a Hog, rey de Basán,
y a todos los reyes de Canaán.
Y dio su tierra en heredad,
en heredad a Israel, su pueblo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Engendrado antes de la aurora de
los siglos, el Señor, nuestro Salvador, hoy se ha manifestado al mundo.
Ant 2. El Señor, nuestro Dios, es grande,
más que todos los dioses.
Salmo 134 II.
Señor, tu nombre es eterno;
Señor, tu recuerdo de edad en edad.
Porque el Señor gobierna a su pueblo
y se compadece de sus siervos.
Los ídolos de los gentiles son oro y plata,
hechura de manos humanas:
tienen boca y no hablan,
tienen ojos y no ven,
tienen orejas y no oyen,
no hay aliento en sus bocas.
Sean lo mismo los que los hacen,
cuantos confían en ellos.
Casa de Israel, bendice al Señor;
casa de Aarón, bendice al Señor;
casa de Leví, bendice al Señor;
fieles del Señor, bendecid al Señor.
Bendito en Sión el Señor,
que habita en Jerusalén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor, nuestro Dios, es grande,
más que todos los dioses.
Ant 3. Esta estrella resplandece como
llama viva y revela al Dios, Rey de reyes; los magos la contemplaron y
ofrecieron sus dones al gran Rey.
Cantico: ALABAD AL SEÑOR, TODAS LAS NACIONES - Cf. 1Tm 3,16
R. Alabad al Señor, todas las
naciones.
Cristo, manifestado en fragilidad humana,
santificado por el Espíritu.
R. Alabad al Señor, todas las naciones.
Cristo, mostrado a los ángeles,
proclamado a los gentiles.
R. Alabad al Señor, todas las
naciones.
Cristo, objeto de fe para el mundo,
elevado a la gloria.
R. Alabad al Señor, todas las
naciones.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Esta estrella resplandece como
llama viva y revela al Dios, Rey de reyes; los magos la contemplaron y
ofrecieron sus dones al gran Rey.
LECTURA BREVE 2Tm 1, 9-10
Dios nos ha salvado y nos ha llamado con santa llamada, no según nuestras
obras, sino según su propio propósito y su gracia, que nos dio con Cristo Jesús
antes de los tiempos eternos. Esta gracia se nos otorgó en Cristo Jesús antes
de la creación de los siglos y se ha manifestado ahora con la aparición de
nuestro salvador, Cristo Jesús. Él ha aniquilado la muerte, y ha hecho brillar
la vida y la inmortalidad por el Evangelio.
RESPONSORIO BREVE
V. Será la bendición de todos los pueblos.
R. Será la bendición de todos los
pueblos.
V. Lo proclamarán dichoso todas las
razas de la tierra.
R. Todos los pueblos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
R. Será la bendición de todos los
pueblos.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Los magos, al ver la
estrella, se dijeron: «Éste es el signo del gran Rey; vayamos a buscarlo y
ofrezcámosle nuestros dones: oro, incienso y mirra.» Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA
DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Los magos, al ver la estrella, se
dijeron: «Éste es el signo del gran Rey; vayamos a buscarlo y ofrezcámosle
nuestros dones: oro, incienso y mirra.» Aleluya.
PRECES
Veneremos a nuestro
Salvador, adorado hoy por los magos, y digámosle suplicantes:
Salva, Señor, la vida de los pobres.
Rey de los pueblos, tú que llamaste a los magos, primicia de los pueblos
gentiles, para que te adoraran,
concédenos también a nosotros el espíritu de adoración.
Rey de la gloria, que riges a tu pueblo con justicia,
concede a los hombres paz abundante.
Rey eterno, que subsistes por los siglos, envíanos tu palabra
y haz que penetre en nosotros como la llovizna que empapa la tierra.
Rey de justicia, que has venido a librar al pobre que no tiene protector,
ten piedad de los indigentes y afligidos.
Se pueden añadir algunas
intenciones libres
Señor Jesús, cuyo nombre es eterno,
da parte a nuestros hermanos difuntos en el reino que preparas a tus elegidos.
Gracias a Jesucristo somos hijos de Dios; por eso nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, tú que
manifestaste a tu Hijo en este día a todas las naciones por medio de una
estrella, concédenos, a los que ya te conocemos por la fe, llegar a contemplar,
cara a cara, la hermosura infinita de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga,
nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.