*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar
este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*TIEMPO DE NAVIDAD*
*VIERNES
- DIA V INFRAOCTAVA DE NAVIDAD*
Del Propio.
29 de diciembre
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. A Cristo, que por nosotros ha
nacido, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A Cristo, que por nosotros ha
nacido, venid, adorémosle.
Himno: NO LLORÉIS, MIS OJOS
No lloréis, mis ojos,
Niño Dios, callad;
que si llora el cielo,
¿quién podrá cantar?
Vuestra Madre hermosa,
que cantando está,
llorará también,
si ve que lloráis.
O es fuego o es frío
la causa que os dan:
si es amor, mis ojos,
muy pequeño amáis.
Enjugad las perlas,
nácar celestial;
que si llora el cielo,
¿quién podrá cantar?
Los ángeles bellos
cantan que les dais
a los cielos gloria
y a la tierra paz.
De aquestas montañas
descendiendo van
pastores, cantando
por daros solaz.
Niño de mis ojos,
ea, no haya más;
que si llora el cielo,
¿quién podrá cantar? Amén.
SALMODIA
Ant 1. «¿A quién habéis visto, pastores? Hablad, contádnoslo, ¿quién se
ha aparecido en la tierra?» «Hemos visto al recién nacido y a los coros de
ángeles alabando al Señor.» Aleluya.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «¿A quién habéis visto, pastores?
Hablad, contádnoslo, ¿quién se ha aparecido en la tierra?» «Hemos visto al
recién nacido y a los coros de ángeles alabando al Señor.» Aleluya.
Ant 2. El ángel dijo a los pastores: «Os
anuncio una gran alegría: hoy os ha nacido el Salvador del mundo.» Aleluya.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. El ángel dijo a los pastores: «Os
anuncio una gran alegría: hoy os ha nacido el Salvador del mundo.» Aleluya.
Ant 3. Hoy nos ha nacido un niño que se
llamará Dios poderoso. Aleluya.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Hoy nos ha nacido un niño que se
llamará Dios poderoso. Aleluya.
LECTURA BREVE Hb 1, 1-2
A través de muchas etapas y de muchas maneras habló Dios en otro tiempo a
nuestros antepasados por ministerio de los profetas; en estos tiempos, que son
los últimos, nos ha hablado por medio de su Hijo, a quien ha constituido
heredero de todas las cosas y por quien creó los mundos.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.
R. El Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.
V. Los confines de la tierra la han contemplado.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. El Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.
V. Cuando
los pastores vieron al Niño.
R. Dieron a conocer cuanto se les había dicho
acerca de él.
PRIMERA LECTURA
Comienza el libro del Cantar de los cantares 1, 1-10
LA IGLESIA, ESPOSA DE CRISTO, DESEA EL AMOR DE SU REY
¡Que me bese con besos de su boca! Son mejores que el vino tus amores, es mejor
el olor de tus perfumes. Tu nombre es como un bálsamo fragante, y de ti se
enamoran las doncellas. Llévame contigo, sí, corriendo, a tu alcoba condúceme,
rey mío: a celebrar contigo nuestra fiesta y alabar tus amores más que el vino.
¡Con razón de ti se enamoran!
Tengo la tez morena, pero hermosa, muchachas de Jerusalén, como las tiendas de
Cadar, los pabellones de Salomón. No os fijéis en mi tez oscura, es que el sol
me ha bronceado: enfadados conmigo, mis hermanos de madre me pusieron a guardar
sus viñas; y mi viña, la mía, no la supe guardar.
Avísame, amor de mi alma, dónde pastoreas, dónde recuestas tu ganado en la
siesta, para que no vaya perdida por los rebaños de tus compañeros.
Si no lo sabes, tú, la más bella de las mujeres, sigue las huellas de las
ovejas, y lleva a pastar tus cabritos en los apriscos de los pastores. Amada,
te pareces a la yegua de la carroza de Salomón. ¡Qué bellas tus mejillas con
los pendientes; tu cuello, con los collares! Te haremos pendientes de oro,
incrustados de plata.
RESPONSORIO Ct 4, 7-8a; Jr 31, 3
R. ¡Toda hermosa eres, amada mía, y no hay en ti
defecto! * Ven desde el Líbano, novia mía, ven.
V. Con amor eterno te amé, por eso prolongué mi
misericordia.
R. Ven desde el Líbano, novia mía, ven.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Bernardo, abad
(Sermón 1, En la Epifanía del Señor, 1-2: PL 133, 141-143)
CUANDO LLEGÓ LA PLENITUD DE LOS TIEMPOS, SE NOS DIO TAMBIÉN LA
PLENITUD DE LA DIVINIDAD
Dios, nuestro Salvador, hizo aparecer su misericordia y su amor por los
hombres. Demos gracias a Dios, pues por él abunda nuestro consuelo en esta
nuestra peregrinación, en este nuestro destierro, en esta vida tan llena aún de
miserias.
Antes de que apareciera la humanidad de nuestro Salvador, la misericordia de
Dios estaba oculta; existía ya, sin duda, desde el principio, pues la
misericordia del Señor es eterna, pero al hombre le era imposible conocer su magnitud.
Ya había sido prometida, pero el mundo aún no la había experimentado y por eso
eran muchos los que no creían en ella. Dios había hablado, ciertamente, de
muchas maneras por ministerio de los profetas. Y había dicho: Sé muy bien lo
que pienso hacer con vosotros: designios de paz y no de aflicción. Pero, con
todo, ¿qué podía responder el hombre, que únicamente experimentaba la aflicción
y no la paz? «¿Hasta cuándo -pensaba- iréis anunciando: "Paz, paz",
cuando no hay paz?» Por ello los mismos mensajeros de paz lloraban amargamente,
diciendo: Señor, ¿quién ha dado fe a nuestra predicación? Pero ahora, en
cambio, los hombres pueden creer, por lo menos, lo que ya contemplan sus ojos;
ahora los testimonios de Dios se han hecho sobremanera dignos de fe, pues, para
que este testimonio fuera visible, incluso a los que tienen la vista enferma,
el Señor le ha puesto su tienda al sol.
Ahora, por tanto, nuestra paz no es prometida, sino enviada; no es diferida,
sino concedida; no es profetizada, sino realizada: el Padre ha enviado a la
tierra algo así como un saco lleno de misericordia; un saco, diría, que se
romperá en la pasión, para que se derrame aquel precio de nuestro rescate, que
él contiene; un saco que, si bien es pequeño, está ya totalmente lleno. En efecto,
un niño se nos ha dado, pero en este niño habita toda la plenitud de la
divinidad. Esta plenitud de la divinidad se nos dio después que hubo llegado la
plenitud de los tiempos. Vino en la carne para mostrarse a los que eran de
carne y, de este modo, bajo los velos de la humanidad, fue conocida la
misericordia divina; pues, cuando fue conocida la humanidad de Dios, ya no pudo
quedar oculta su misericordia. ¿En qué podía manifestar mejor el Señor su amor
a los hombres sino asumiendo nuestra propia carne? Pues fue precisamente
nuestra carne la que asumió, y no aquella carne de Adán que antes de la culpa
era inocente.
¿Qué cosa manifiesta tanto la misericordia de Dios como el hecho de haber
asumido nuestra miseria? ¿Qué amor puede ser más grande que el del Verbo de
Dios, que por nosotros se ha hecho como la hierba débil del campo? Señor, ¿qué
es el hombre para que le des importancia, para que te ocupes de él? Que
comprenda, pues, el hombre hasta qué punto Dios cuida de él; que reflexione
sobre lo que Dios piensa y siente de él. No te preguntes ya, oh hombre, por qué
tienes que sufrir tú; pregúntate más bien por qué sufrió él. De lo que quiso
sufrir por ti puedes deducir lo mucho que te estima; a través de su humanidad
se te manifiesta el gran amor que tiene para contigo. Cuanto menor se hizo en
su humanidad, tanto mayor se mostró en el amor que te tiene, y cuanto más se
anonadó por nosotros, tanto más digno es de nuestro amor. Dios, nuestro
salvador —dice el Apóstol—, hizo aparecer su misericordia y su amor por los
hombres. ¡Qué grande y qué manifiesta es esta misericordia y este amor de Dios
a los hombres! Nos ha dado una grande prueba de su amor al querer que el nombre
de Dios fuera añadido al título de hombre.
RESPONSORIO Ef 1, 5-6b; Rm 8, 29
R. Dios nos ha destinado en la persona de Cristo a
ser sus hijos, * por pura iniciativa suya,
para que la gloria de su gracia redunde en su alabanza.
V. A los que había escogido, Dios los predestinó a
ser imagen de su Hijo.
R. Por pura iniciativa suya, para que la gloria de
su gracia redunde en su alabanza.
*Lecturas del 29 de Diciembre. Feria de Navidad*
Viernes, 29 de diciembre de 2023
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Lucas (2,22-35)*
Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres
de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo
escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor»,
y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o
dos pichones.» Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre
justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo
moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la
muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al
templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo
previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora,
Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos
han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz
para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.» Su padre y su madre
estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo, diciendo a María su madre: «Mira, éste está puesto para que
muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así
quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará
el alma.»
Palabra del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Los pastores se dijeron unos a otros: «Vayamos a Belén a ver el
suceso que nos ha dado a conocer el Señor.»
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Los pastores se dijeron unos a
otros: «Vayamos a Belén a ver el suceso que nos ha dado a conocer el Señor.»
PRECES
Ya que Dios en su misericordia nos ha enviado a Cristo, príncipe
de la paz, digamos con toda confianza:
Concede, Señor, la paz a todos los hombres.
Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, en estos días en que
celebramos tu amor que salva a los hombres,
recibe las alabanzas que te tributa la Iglesia.
Tú que desde el principio prometiste que, por Cristo, darías tu victoria a los
hombres,
haz que todos los pueblos sean iluminados por la luz del Evangelio.
Para gloria de tu Hijo, cuyo día Abraham contempló lleno de alegría, los
patriarcas esperaron, los profetas anunciaron y todos los pueblos desearon,
haz que el pueblo de Israel alcance la salvación.
Tú que quisiste que el nacimiento de tu Hijo fuera anunciado por los espíritus
celestiales y celebrado por los apóstoles, los mártires y los fieles de todos
los siglos,
concede a la tierra aquella paz que anunciaron los ángeles.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Con el deseo de que la luz de Cristo ilumine a todos los hombres y que su amor
se extienda por toda la tierra, pidamos al Padre que su reino venga a nosotros:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso, Dios invisible, que con la venida de tu Hijo
has disipado las tinieblas del mundo, míranos con amor y ayúdanos a celebrar
con nuestros cantos y alabanzas la gloria del nacimiento de tu Hijo. Él, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos
de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: EL MAL SE DESTIERRA
El mal se destierra,
ya vino el consuelo:
Dios está en la tierra,
ya la tierra es cielo.
Ya el mundo es trasunto
del eterno bien,
pues está en Belén
todo el cielo junto.
Ya no habrá más guerra
entre cielo y suelo:
Dios está en la tierra,
ya la tierra es cielo.
Ya baja a ser hombre
porque suba yo,
ya están hombre y Dios
en un solo nombre.
Ya el hombre no tiene
sueños de grandeza,
porque el Dios que viene
viene en la pobreza.
Ya nadie se encierra
en su propio miedo:
Dios está en la tierra,
ya la tierra es cielo. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores
sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.
Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Eres príncipe desde el día de tu
nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes
de la aurora.
Ant 2. Del Señor viene la misericordia y
la redención copiosa.
Salmo 129 - DESDE LO HONDO A TI GRITO, SEÑOR.
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Del Señor viene la misericordia y
la redención copiosa.
Ant 3. En el principio, antes de los
siglos, la Palabra era Dios, y hoy esta Palabra ha nacido como Salvador del
mundo.
Cántico: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CREATURA Y PRIMER
RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS. Cf. Col 1, 12-20
Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda creatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. En el principio, antes de los
siglos, la Palabra era Dios, y hoy esta Palabra ha nacido como Salvador del
mundo.
LECTURA BREVE 1Jn 1, 1-3
Lo que existía desde un principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con
nuestros ojos, lo que contemplamos y lo que tocaron nuestras manos acerca de la
Palabra de vida (porque la vida se ha manifestado, y nosotros hemos visto y
testificamos y os anunciamos esta vida eterna, la que estaba con el Padre y se
nos ha manifestado): lo que hemos visto y oído os lo anunciamos, a fin de que
viváis en comunión con nosotros. Y esta nuestra comunión de vida es con el
Padre y con su Hijo Jesucristo.
RESPONSORIO BREVE
V. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
V. Y puso su morada entre nosotros.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El Rey del cielo ha querido nacer de una Virgen, para llevar a su
reino al hombre que se había extraviado.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Rey del cielo ha querido nacer
de una Virgen, para llevar a su reino al hombre que se había extraviado.
PRECES
Acudamos a Dios Padre, que ungió a su Unigénito con el Espíritu
Santo, para que anunciara la salvación a los pobres, y digámosle:
Dios de misericordia, ten piedad de nosotros.
Dios eterno y lleno de misericordia, que quieres que todos los hombres se salven
y lleguen al conocimiento de la verdad, te damos gracias porque has enviado a
tu Hijo al mundo
y te pedimos que llenes de alegría a todos los hombres por su nacimiento.
Tú que has enviado a Cristo para anunciar la salvación a los pobres, la
liberación a los oprimidos y para proclamar un tiempo de gracia,
concede al mundo entero la libertad y la paz.
Tú que iluminaste a los sabios de Oriente y los encaminaste para que adoraran a
tu Hijo,
ilumina nuestra fe y acepta la ofrenda de nuestra oración.
Tú que convocas a todos los hombres y, sacándolo del dominio de las tinieblas,
los trasladas al reino de tu Hijo querido, para que al nombre de Jesús toda
rodilla se doble,
haz que seamos siempre testigos de tu Buena Noticia.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que quisiste que Cristo, nacido en Belén, fuera luz para alumbrar a las
naciones,
haz que la luz eterna brille sobre nuestros difuntos.
Ya que somos la familia de Dios, digamos con grande confianza a nuestro Padre
del cielo:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso, Dios invisible, que con la venida de tu Hijo
has disipado las tinieblas del mundo, míranos con amor y ayúdanos a celebrar
con nuestros cantos y alabanzas la gloria del nacimiento de tu Hijo. Él, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos
de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.