*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar
este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*I Domingo de Adviento, solemnidad
Salterio: domingo de la primera semana*
Laudes
Inicio
†
(Se hace la
señal de la cruz sobre los labios mientras se dice:)
V/. -Señor,
Ábreme los labios.
R/. -Y mi boca proclamará tu alabanza.
Salmo 94:
Invitación a la alabanza divina
Ant: Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.
Animaos los unos a los otros, día tras día,
mientras dure este «hoy» (Hb 3,13)
Venid,
aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
-se repite la antífona
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
-se repite la antífona
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
-se repite la antífona
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
-se repite la antífona
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»
-se repite la antífona
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.
Himno
De luz
nueva se viste la tierra,
porque el Sol que del cielo ha venido
en el seno feliz de la Virgen
de su carne se ha revestido.
El amor hizo nuevas las cosas,
el Espíritu ha descendido
y la sombra del que todo puede
en la Virgen su luz ha encendido.
Ya la tierra reclama su fruto
y de bodas se anuncia alegría,
el Señor que en los cielos habita
se hizo carne en la Virgen María.
Gloria a Dios, el Señor poderoso,
a su Hijo y Espíritu Santo,
que en su gracia y su amor nos bendijo
y a su reino nos ha destinado. Amén.
Primer Salmo
Salmo 62,2-9: El alma sedienta de Dios
Ant: Aquel día, los montes destilarán dulzura y las colinas manarán
leche y miel. Aleluya.
Madruga por Dios todo el que rechaza las obras
de las tinieblas
Oh Dios, tú
eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Aquel día, los montes destilarán dulzura y las colinas manarán
leche y miel. Aleluya.
Cántico AT
Daniel 3,57-88.56: Toda la creación
alabe al Señor
Ant: Los montes y las colinas aclamarán en presencia del Señor, y los
árboles del bosque aplaudirán, porque viene el Señor y reinará eternamente.
Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos (Ap 19,5)
Criaturas
todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Ant: Los montes y las colinas aclamarán en presencia del Señor, y los
árboles del bosque aplaudirán, porque viene el Señor y reinará eternamente.
Aleluya.
Segundo Salmo
Salmo 149: Alegría de los santos
Ant: Vendrá el gran profeta y renovará a Jerusalén. Aleluya.
Los hijos de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios,
se alegran por su Rey, Cristo, el Señor (Hesiquio)
Cantad al
Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Vendrá el gran profeta y renovará a Jerusalén. Aleluya.
Lectura Bíblica
Rm 13,11b-12
Ya
es hora de despertaros del sueño, porque ahora nuestra salvación está más cerca
que cuando empezamos a creer. La noche está avanzada, el día se echa encima:
dejemos las actividades de las tinieblas, y pertrechémonos con las armas de la
luz.
V/. Cristo,
Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
R/. Cristo,
Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
V/. Tú que has
de venir al mundo
R/. Ten piedad
de nosotros.
V/. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Cristo,
Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
V/. Levantaos,
alzad la cabeza.
R/. Se
acerca vuestra liberación.
*Lecturas de
Isaías 1,1-18 Año (II)*
*Acusación al
pueblo*
Is 1,1-18
Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén, en
tiempos de Ozías, de Yotán, de Acaz y de Ezequías, reyes de Judá.
Oíd, cielos, escucha tierra, que habla el Señor: «Hijos he criado
y elevado, y ellos se han rebelado contra mí. Conoce el buey a su amo, y el
asno, el pesebre del dueño; Israel no conoce, mi pueblo no recapacita.»
¡Ay, gente pecadora, pueblo cargado de culpas, raza de malvados, hijos degenerados! Han abandonado
al Señor, despreciado al Santo de Israel.
¿Dónde seguiros hiriendo, si acumuláis delitos? La cabeza es una
llaga, el corazón está agotado, de la planta del pie a la cabeza no queda parte
ilesa: llagas, cardenales, heridas recientes, no exprimidas ni vendadas ni
aliviadas con ungüento.
Vuestra tierra devastada, vuestras ciudades incendiadas, vuestros
campos, ante vosotros, los devoran extranjeros. Desolación como en la
catástrofe de Sodoma.
Y Sión, la capital, ha quedado como cabaña de viñedo, como choza
de melonar, como ciudad sitiada. Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera
dejado un resto, seríamos como Sodoma, nos pareceríamos a Gomorra.
Oíd la palabra del Señor, príncipes de Sodoma; escucha la
enseñanza de nuestro Dios, pueblo de Gomorra:
«¿Qué me importa el número de vuestros sacrificios? -dice el
Señor-. Estoy harto de holocaustos y de carneros, de grasa de cebones; la
sangre de toros, corderos y chivos no me agrada. ¿Por qué entráis a visitarme?
¿Quién pide algo de vuestras manos cuando pisáis mis atrios? No me traigáis más
dones vacíos, más incienso execrable. Novilunios, sábados, asambleas, no los
aguanto. Vuestras solemnidades y fiestas las detesto; se me han vuelto una
carga que no soporto más. Cuando extendéis las manos, cierro los ojos; aunque
multipliquéis las plegarias, no os escucharé. Vuestras manos están llenas de
sangre.
Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones.
Cesad de obrar mal, aprended a obrar bien; buscad el derecho, enderezad al
oprimido; defended al huérfano, proteged a la viuda.
Entonces, venid, y litigaremos -dice el Señor-. Aunque vuestros
pecados sean como púrpura, blanquearán como nieve; aunque sean rojos como
escarlata, quedarán como lana.»
R/. Lavaos,
purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Aunque vuestros pecados
sean como púrpura, blanquearán como nieve.
V/. Cesad
de obrar mal, aprended a obrar bien, buscad el derecho.
R/. Aunque
vuestros pecados sean como púrpura, blanquearán como nieve.
Las dos
venidas de Cristo
San Cirilo de Jerusalén, obispo
Catequesis
15,1-3
Anunciamos la venida de Cristo, pero no una sola, sino también una
segunda, mucho más magnífica que la anterior. La primera llevaba consigo un
significado de sufrimiento; esta otra, en cambio, llevará la diadema del reino
divino.
Pues casi todas las cosas son dobles en nuestro Señor Jesucristo.
Doble es su nacimiento: uno, de Dios, desde toda la eternidad; otro, de la
Virgen, en la plenitud de los tiempos. Es doble también su descenso: el
primero, silencioso, como la lluvia sobre el vellón; el otro, manifiesto,
todavía futuro.
En la primera venida fue envuelto con fajas en el pesebre; en la
segunda se revestirá de luz como vestidura. En la primera soportó la cruz, sin
miedo a la ignominia; en la otra vendrá glorificado, y escoltado por un
ejército de ángeles.
No pensamos, pues, tan sólo en la venida pasada; esperamos también
la futura. Y, habiendo proclamado en la primera: Bendito el que viene
en nombre del Señor, diremos eso mismo en la segunda; y, saliendo al
encuentro del Señor con los ángeles, aclamaremos, adorándolo: Bendito
el que viene en nombre del Señor.
El Salvador vendrá, no para ser de nuevo juzgado, sino para llamar
a su tribunal a aquellos por quienes fue llevado a juicio. Aquel que antes,
mientras era juzgado, guardó silencio refrescará la memoria de los malhechores
que osaron insultarle cuando estaba en la cruz, y les dirá: Esto
hicisteis y yo callé.
Entonces, por razones de su clemente providencia, vino a enseñar a
los hombres con suave persuasión; en esa otra ocasión, futura, lo quieran o no,
los hombres tendrán que someterse necesariamente a su reinado.
De ambas venidas habla el profeta Malaquías: De pronto
entrará en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis. He ahí la
primera venida.
Respecto a la otra, dice así: El mensajero de la alianza
que vosotros deseáis: miradlo entrar -dice el Señor de los ejércitos-. ¿Quién
podrá resistir el día de su venida?, ¿quién quedará en pie cuando aparezca?
Será un fuego de fundidor, una lejía de lavandero: se sentará como un fundidor
que refina la plata.
Escribiendo a Tito, también Pablo habla de esas dos venidas, en
estos términos: Ha aparecido la gracia de Dios que trae la salvación
para todos los hombres; enseñándonos a renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos,
y a llevar ya desde ahora una vida sobria, honrada y religiosa, aguardando la
dicha que esperamos: la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro,
Jesucristo. Ahí expresa su primera venida, dando gracias por ella;
pero también la segunda, la que esperamos.
Por esa razón, en nuestra profesión de fe, tal como la hemos
recibido por tradición, decimos que creemos en aquel que subió al
cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para
juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Vendrá, pues, desde los cielos, nuestro Señor Jesucristo. Vendrá
ciertamente hacia el fin de este mundo, en el último día, con gloria. Se
realizará entonces la consumación de este mundo, y este mundo, que fue creado
al principio, será otra vez renovado.
R/. Mirando
a lo lejos, veo venir el poder de Dios y una niebla que cubre la tierra. Salid
a su encuentro y decidle: «Dinos si eres tú el que ha de reinar sobre el pueblo
de Israel.»
V/. Plebeyos
y nobles, ricos y pobres.
R/. Salid
a su encuentro y decidle: «Dinos si eres tú el que ha de reinar sobre el pueblo
de Israel.»
V/. Pastor
de Israel, escucha, tú que guías a José como un rebaño.
R/. «Dinos
si eres tú el que ha de reinar sobre el pueblo de Israel.»
V/. ¡Portones!,
alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas: va a entrar el Rey de
la gloria.
R/. El
que ha de reinar sobre el pueblo de Israel.»
*Lecturas del Domingo 1º de
Adviento - Ciclo B*
Domingo, 3
de diciembre de 2023
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Marcos
(13,33-37)*
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Mirad, vigilad: pues no sabéis
cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su
casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que
velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al
atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que
venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo
digo a todos: ¡Velad!»
Palabra del Señor
Cántico Evangélico
Ant: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, María; no temas, concebirás en
tu vientre al Hijo de Dios. Aleluya.
†
(se hace la
señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
Bendito sea
el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, María; no temas, concebirás en
tu vientre al Hijo de Dios. Aleluya.
Preces
Oremos
a Dios Padre, que nos concede la gracia de esperar la revelación de nuestro
Señor Jesucristo, y digámosle confiados:
Muéstranos, Señor, tu misericordia
· - Santifica, Señor, todo nuestro espíritu,
alma y cuerpo,
y guárdanos sin
reproche hasta el día de la venida de tu Hijo.
· - Haz que durante este día caminemos en
santidad,
y llevemos una
vida sobria, honrada y religiosa.
· - Ayúdanos a vestirnos del Señor Jesucristo,
y a llenarnos
del Espíritu Santo.
· - Haz, Señor, que estemos preparados
el día de la
manifestación gloriosa de tu Hijo.
Se
pueden añadir algunas intenciones libres.
Digamos
ahora, todos juntos, la oración que nos enseñó el mismo Señor:
Padre nuestro que
estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga
a nosotros tu reino;
hágase
tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos
hoy nuestro pan de cada día;
perdona
nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No
nos dejes caer en la tentación,
y
líbranos del mal.
Final
Dios
todopoderoso, aviva en tus fieles, al comenzar el Adviento, el deseo de salir
al encuentro de Cristo, que viene, acompañados por las buenas obras, para que,
colocados un día a su derecha, merezcan poseer el reino eterno. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
Si el que
preside no es un ministro ordenado, o en el rezo individual:
†
(Se hace la
señal de la cruz mientras se dice:)
V/. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.
I Domingo de Adviento, solemnidad
Salterio: domingo de la primera semana
Vísperas
Inicio
†
(se hace la
señal de la cruz mientras se dice:)
V/. -Dios
mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya
Himno
Jesucristo,
Palabra del Padre,
luz eterna de todo creyente:
ven y escucha la súplica ardiente,
ven, Señor, porque ya se hace tarde.
Cuando el mundo dormía en tinieblas,
en tu amor tú quisiste ayudarlo
y trajiste, viniendo a la tierra,
esa vida que puede salvarlo.
Ya madura la historia en promesas,
sólo anhela tu pronto regreso;
si el silencio madura la espera,
el amor no soporta el silencio.
Con María, la Iglesia te aguarda
con anhelos de esposa y de Madre,
y reúne a sus hijos en vela,
para juntos poder esperarte.
Cuando vengas, Señor, en tu gloria,
que podamos salir a tu encuentro
y a tu lado vivamos por siempre,
dando gracias al Padre en el reino. Amén.
o bien:
¡Marana tha!
¡Ven, Señor Jesús!
Yo soy la Raíz y el Hijo de David,
la Estrella radiante de la mañana.
El Espíritu y la Esposa dicen: "¡Ven, Señor!"
Quien lo oiga, diga: "¡Ven, Señor!"
Quien tenga sed, que venga; quien lo desee,
que tome el don del agua de la vida.
Sí, yo vengo pronto.
¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!
Primer Salmo
Salmo 109,1-5.7: El Mesías, Rey y
Sacerdote
Ant: Hija de Sión, alégrate; salta de gozo, hija de Jerusalén. Aleluya.
Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de
sus enemigos estrado de sus pies (1Co 15,25)
Oráculo del
Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies».
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora».
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec».
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso, levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Hija de Sión, alégrate; salta de gozo, hija de Jerusalén. Aleluya.
Segundo Salmo
Salmo 113 A: Israel librado de Egipto:
las maravillas del Éxodo
Ant: Vendrá nuestro Rey, Cristo, el Señor: el Cordero de quien Juan anunció
la venida.
Reconoced que también vosotros, los que
renunciasteis al mundo, habéis salido de Egipto (S. Agustín)
Cuando
Israel salió de Egipto,
los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue su santuario,
Israel fue su dominio.
El mar, al verlos, huyó,
el Jordán se echó atrás;
los montes saltaron como carneros;
las colinas, como corderos.
¿Qué te pasa, mar, que huyes,
y a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros;
colinas, que saltáis como corderos?
En presencia del Señor se estremece la tierra,
en presencia del Dios de Jacob;
que transforma las peñas en estanques,
el pedernal en manantiales de agua.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Vendrá nuestro Rey, Cristo, el Señor: el Cordero de quien Juan
anunció la venida.
Cántico NT
Apocalipsis 19,1-7: Las bodas del
Cordero
Ant: Llego en seguida y traigo conmigo mi salario, para pagar a cada
uno según sus propias obras.
Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,
porque sus juicios son verdaderos y justos.
Aleluya.
Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos,
los que le teméis, pequeños y grandes.
Aleluya.
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,
alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
Aleluya.
Aleluya.
Llegó la boda del Cordero,
su esposa se ha embellecido.
Aleluya.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Llego en seguida y traigo conmigo mi salario, para pagar a cada
uno según sus propias obras.
Lectura Bíblica
Flp 4,4-5
Estad
siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres. Que vuestra mesura la
conozca todo el mundo. El Señor esta cerca.
V/. Muéstranos,
Señor, tu misericordia.
R/. Muéstranos,
Señor, tu misericordia.
V/. Danos
tu Salvación.
R/. Tu
misericordia.
V/. Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Muéstranos,
Señor, tu misericordia.
Cántico Evangélico
Ant: No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios.
Concebirás en tu vientre y darás a luz a un hijo. Aleluya.
†
(se hace la
señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
Proclama mi
alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios.
Concebirás en tu vientre y darás a luz a un hijo. Aleluya.
Preces
Oremos
a Jesucristo, nuestro redentor, que es camino, verdad y vida de los hombres, y
digámosle:
Ven, Señor, y quédate con nosotros
· -
Jesús, Hijo del Altísimo, anunciado por el ángel Gabriel a Maria Virgen,
ven a reinar para siempre sobre tu pueblo.
· -
Santo de Dios, ante cuya venida el Precursor saltó de gozo en el seno de
Isabel,
ven y alegra al mundo con la gracia de la salvación.
· -
Jesús, Salvador, cuyo nombre el ángel reveló a José,
ven a salvar al pueblo de sus pecados.
· -
Luz del mundo, a quien esperaban Simeón y todos los justos,
ven a consolar a tu pueblo.
·
- Sol naciente que nos visitará de
lo alto, como profetizó Zacarías,
ven a iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra
de muerte.
·
Se
pueden añadir algunas intenciones libres.
Terminemos
nuestra oración con las palabras del Señor:
Padre nuestro que
estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga
a nosotros tu reino;
hágase
tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos
hoy nuestro pan de cada día;
perdona
nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No
nos dejes caer en la tentación,
y
líbranos del mal.
Final
Dios
todopoderoso, aviva en tus fieles, al comenzar el Adviento, el deseo de salir
al encuentro de Cristo, que viene, acompañados por las buenas obras, para que,
colocados un día a su derecha, merezcan poseer el reino eterno. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
Si el que
preside no es un ministro ordenado, o en el rezo individual:
†
(Se hace la
señal de la cruz mientras se dice:)
V/. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.