*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar
este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*TIEMPO ORDINARIO*
LUNES DE LA SEMANA XIX
Del Común de un mártir. Salterio III
14 de agosto
*SAN MAXIMILIANO MARÍA KOLBE, presbítero y
mártir. (MEMORIA)*
Maximiliano María Kolbe nació cerca de Lodz (Polonia) el 8 de enero de 1894.
Ingresó en el seminario de los Hermanos Menores Conventuales en 1907, y el año
1918 fue ordenado sacerdote en Roma. Encendido en el amor a la Madre de Dios
fundó la asociación piadosa de la «Milicia de María Inmaculada», que propagó
con entusiasmo. Misionero en el Japón, se esforzó por extender la fe cristiana
bajo el auspicio y patrocinio de la misma Virgen Inmaculada. Vuelto a Polonia,
habiendo sufrido grandes calamidades, en el mayor conflicto de los pueblos,
entregó su vida como holocausto de caridad por la libertad de un desconocido
condenado a muerte, el 14 de agosto de 1941, en el campo de concentración de
Auchwitz.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de
los mártires.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de
los mártires.
Himno: PALABRA DEL SEÑOR YA RUBRICADA
Palabra del Señor ya rubricada
es la vida del mártir ofrecida
como prueba fiel de que la espada
no puede ya truncar la fe vivida.
Fuente de fe y de luz es su memoria,
coraje para el justo en la batalla
del bien, de la verdad, siempre victoria
que, en vida y muerte, el justo en Cristo halla.
Martirio es el dolor de cada día,
si en Cristo y con amor es aceptado,
fuego lento de amor que, en la alegría
de servir al Señor, es consumado.
Concédenos, oh Padre, sin medida,
y tú, Señor Jesús crucificado,
el fuego del Espíritu de vida
para vivir el don que nos has dado. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Dichosos los que viven en tu casa, Señor.
Salmo 83 - AÑORANZA DEL TEMPLO
¡Qué deseables son tus moradas,
Señor de los ejércitos!
Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
se alegran por el Dios vivo.
Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor de los ejércitos,
Rey mío y Dios mío.
Dichosos los que viven en tu casa
alabándote siempre.
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza
al preparar su peregrinación:
cuando atraviesan áridos valles,
los convierten en oasis,
como si la lluvia temprana
los cubriera de bendiciones;
caminan de altura en altura
hasta ver a Dios en Sión.
Señor de los ejércitos, escucha mi súplica;
atiéndeme, Dios de Jacob.
Fíjate, ¡oh Dios!, en nuestro Escudo,
mira el rostro de tu Ungido.
Un solo día en tu casa
vale más que otros mil,
y prefiero el umbral de la casa de Dios
a vivir con los malvados.
Porque el Señor es sol y escudo,
él da la gracia y la gloria,
el Señor no niega sus bienes
a los de conducta intachable.
¡Señor de los ejércitos, dichoso el hombre
que confía en ti!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichosos los que viven en tu casa,
Señor.
Ant 2. Venid, subamos al monte del Señor.
Cántico: EL MONTE DE LA CASA DEL SEÑOR EN LA CIMA DE LOS MONTES Is
2, 2-5
Al final de los días estará firme
el monte de la casa del Señor,
en la cima de los montes,
encumbrado sobre las montañas.
Hacia él confluirán los gentiles,
caminarán pueblos numerosos.
Dirán : «Venid, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob:
Él nos instruirá en sus caminos,
y marcharemos por sus sendas;
porque de Sión saldrá la Ley,
de Jerusalén la palabra del Señor.»
Será el árbitro de las naciones,
el juez de pueblos numerosos.
De las espadas forjarán arados,
de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo,
no se adiestrarán para la guerra.
Casa de Jacob, ven;
caminemos a la luz del Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, subamos al monte del Señor.
Ant 3. Cantad al Señor, bendecid su
nombre.
Salmo 95 - EL SEÑOR, REY Y JUEZ DEL MUNDO.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre,
proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones;
porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza,
más temible que todos los dioses.
Pues los dioses de los gentiles son apariencia,
mientras que el Señor ha hecho el cielo;
honor y majestad lo preceden,
fuerza y esplendor están en su templo.
Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
entrad en sus atrios trayéndole ofrendas.
Postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda;
decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente.»
Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos,
aclamen los árboles del bosque,
delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cantad al Señor, bendecid su
nombre.
LECTURA BREVE 2Co 1, 3-5
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y
Dios de todo consuelo; él nos consuela en todas nuestras luchas, para poder
nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con
que nosotros somos consolados por Dios. Porque si es cierto que los
sufrimientos de Cristo rebosan sobre nosotros, también por Cristo rebosa
nuestro consuelo.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor es mi fuerza y mi energía.
R. El Señor es mi fuerza y mi energía.
V. Él es mi salvación.
R. Y mi energía.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. El Señor es mi fuerza y mi energía.
V. Escucha,
pueblo mío, que voy a hablarte.
R. Yo, el Señor, tu Dios.
PRIMERA LECTURA
Del segundo libro de los Reyes 5, 1-19
ELISEO REVELA EL PODER DE DIOS EN LA CURACIÓN DE
NAAMÁN DE SIRIA
En aquellos días, Naamán, general del ejército del
rey sirio, era un hombre que gozaba de la estima y del favor de su señor, pues
por su medio el Señor había dado la victoria a Siria; pero estaba enfermo de la
piel. En una incursión, una banda de sirios llevó de Israel a una muchacha, que
quedó como criada de la mujer de Naamán; y dijo a su señora:
«Ojalá mi señor fuera a ver al profeta de Samaría; él lo libraría de su
enfermedad.»
Naamán fue a informar a su señor:
«La muchacha israelita ha dicho esto y esto.»
El rey de Siria le dijo:
«Ven, que te doy una carta para el rey de Israel.»
Naamán se puso en camino, llevando tres quintales de plata, seis mil monedas de
oro y diez trajes. Presentó al rey de Israel la carta, que decía así:
«Cuando recibas esta carta, verás que te envío a mi ministro Naamán para que lo
libres de su enfermedad.»
Cuando el rey de Israel leyó la carta, se rasgó las vestiduras, exclamando:
«¿Soy yo un dios capaz de dar muerte o vida, para que éste me encargue de
librar a un hombre de su enfermedad? Fijaos bien, y veréis cómo está buscando
un pretexto contra mí.»
El profeta Eliseo se enteró de que el rey de Israel se había rasgado las
vestiduras, y le envió este recado:
«¿Por qué te has rasgado las vestiduras? Que venga a mí y verá que hay un
profeta en Israel.»
Naamán llegó, con sus caballos y su carroza, y se detuvo a la puerta de la casa
de Eliseo. Eliseo le mandó un mensajero a decirle:
«Ve, báñate siete veces en el Jordán, y tu carne quedará limpia.»
Enojóse Naamán, y se marchaba, comentando:
«Yo me imaginaba que saldría en persona a encontrarme, y que en pie invocaría
el nombre del Señor, su Dios, pasaría su mano sobre la parte enferma y me
libraría de mi enfermedad. ¿Es que los ríos de Damasco, el Abana y el Farfar,
no valen más que todas las aguas de Israel? ¿No puedo bañarme en ellos y quedar
limpio?»
Dio media vuelta y se marchó furioso. Pero sus siervos lo abordaron, diciendo:
«Padre, si el profeta te hubiera prescrito algo difícil, ¿no lo habrías hecho?
Cuánto más si lo que te prescribe es simplemente que te bañes para quedar
limpio.»
Entonces Naamán bajó y se bañó siete veces en el Jordán, según la palabra del
hombre de Dios, y su carne quedó limpia como la de un niño. Volvió con su
comitiva al hombre de Dios y se le presentó, diciendo:
«Ahora reconozco que no hay dios en toda la tierra más que el de Israel. Acepta
un regalo de tu servidor.»
Eliseo contestó:
«¡Vive Dios, a quien sirvo! No aceptaré nada.»
Y, aunque le insistía, lo rehusó. Naamán dijo:
«Entonces, que a tu servidor le dejen llevar tierra, la carga de un par de
mulas; porque en adelante tu servidor no ofrecerá holocaustos ni sacrificios a
otros dioses fuera del Señor. Y que el Señor me perdone: si al entrar mi señor
en el templo de Rimón para adorarlo, se apoya en mi mano, y yo también me
postro ante Rimón, que el Señor me perdone ese gesto.»
Eliseo le dijo:
«Vete en paz.»
RESPONSORIO 2R 5, 14. 15; Lc 4,
27
R. Su carne
quedó limpia como la de un niño. * Entonces
Naamán dijo: «No hay Dios en toda la tierra más que el de Israel.»
V. Muchos leprosos había en Israel en tiempo del
profeta Eliseo; pero ninguno de ellos obtuvo la curación, sino Naamán, el de
Siria.
R. Entonces Naamán dijo: «No hay Dios en toda la
tierra más que el de Israel.»
SEGUNDA LECTURA
De las cartas de san Maximiliano María Kolbe,
presbítero y mártir.
(Gli scritti di Massimiliano Kolbe eroe di Oswiecim e beato della Chiesa, vol
1, Cittá di Vita, Firenze 1975, pp 44-46. 113-114)
EL IDEAL DE LA VIDA APOSTÓLICA ES LA SALVACIÓN Y
SANTIFICACIÓN DE LAS ALMAS.
Me llena de gozo, querido hermano, el celo que te
anima en la propagación de la gloria de Dios. En la actualidad se da una
gravísima epidemia de indiferencia, que afecta, aunque de modo diverso, no sólo
a los laicos, sino también a los religiosos. Con todo, Dios es digno de una
gloria infinita. Siendo nosotros pobres criaturas limitadas y, por tanto,
incapaces de rendirle la gloria que él merece, esforcémonos, al menos, por
contribuir, en cuanto podamos, a rendirle la mayor gloria posible.
La gloria de Dios consiste en la salvación de las almas, que Cristo ha redimido
con el alto precio de su muerte en la cruz. La salvación y la santificación más
perfecta del mayor número de almas debe ser el ideal más sublime de nuestra
vida apostólica. Cuál sea el mejor camino para rendir a Dios la mayor gloria
posible y llevar a la santidad más perfecta el mayor número de almas, Dios
mismo lo conoce mejor que nosotros, porque él es omnisciente e infinitamente
sabio. Él, y sólo él, Dios omnisciente, sabe lo que debemos hacer en cada
momento para rendirle la mayor gloria posible. ¿Y cómo nos manifiesta Dios su
propia voluntad? Por medio de sus representantes en la tierra. La obediencia, y
sólo la santa obediencia, nos manifiesta con certeza la voluntad de Dios. Los
superiores pueden equivocarse, pero nosotros obedeciendo no nos equivocamos
nunca. Se da una excepción: cuando el superior manda algo que con toda claridad
y sin ninguna duda es pecado, aunque éste sea insignificante; porque en este
caso el superior no sería el representante de Dios.
Dios, y solamente Dios infinito, infalible, santísimo y clemente, es nuestro
Señor, nuestro creador y Padre, principio y fin, sabiduría, poder y amor: todo.
Todo lo que no sea él vale en tanto en cuanto se refiere a él, creador de todo,
redentor de todos los hombres y fin último de toda la creación. Es él quien,
por medio de sus representantes aquí en la tierra, nos revela su admirable
voluntad, nos atrae hacia sí, y quiere por medio nuestro atraer al mayor número
posible de almas y unirlas a sí del modo más intimo y personal.
Querido hermano, piensa qué grande es la dignidad de nuestra condición por la
misericordia de Dios. Por medio de la obediencia nosotros nos alzamos por
encima de nuestra pequeñez y podemos obrar conforme a la voluntad de Dios. Más
aún: adhiriéndonos así a la divina voluntad, a la que no puede resistir ninguna
criatura, nos hacemos más fuertes que todas ellas. Ésta es nuestra grandeza; y
no es todo: por medio de la obediencia nos convertimos en infinitamente
poderosos.
Éste y sólo éste es el camino de la sabiduría y de la prudencia, y el modo de
rendir a Dios la mayor gloria posible. Si existiese un camino distinto y mejor,
Jesús nos lo hubiera indicado con sus palabras y su ejemplo. Los treinta años
de su vida escondida son descritos así por la sagrada Escritura: Y les estaba
sujeto. Igualmente, por lo que se refiere al resto de la vida toda de Jesús,
leemos con frecuencia en la misma sagrada Escritura que él había venido a la
tierra para cumplir la voluntad del Padre.
Amemos sin límites a nuestro buen Padre: amor que se demuestra a través de la
obediencia y se ejercita sobre todo cuando nos pide el sacrificio de la propia
voluntad. El libro más bello y auténtico donde se puede aprender y profundizar
este amor es el Crucifijo. Y esto lo obtendremos mucho más fácilmente de Dios
por medio de la Inmaculada, porque a ella ha confiado Dios toda la economía de
la misericordia.
La voluntad de María, no hay duda alguna, es la voluntad del mismo Dios.
Nosotros, por tanto, consagrándonos a ella, somos también como ella, en las
manos de Dios, instrumentos de su divina misericordia. Dejémonos guiar por
María; dejémonos llevar por ella, y estaremos bajo su dirección tranquilos y
seguros: ella se ocupará de todo y proveerá a todas nuestras necesidades, tanto
del alma como del cuerpo; ella misma removerá las dificultades y angustias
nuestras.
RESPONSORIO Ef 5, 1-2; 6, 6
R. Sed
imitadores de Dios, como hijos amados, y vivid en el amor como Cristo os amó y
se entregó por nosotros. * Como
oblación y víctima de suave fragancia.
V. Como esclavos de Cristo que cumplen de corazón
la voluntad de Dios.
R. Como oblación y víctima de suave fragancia.
*Lecturas del Lunes de la
19ª semana del Tiempo Ordinario*
Lunes, 14
de agosto de 2023
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Mateo
(17,22-27)*
En aquel tiempo, mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos Galilea, les
dijo Jesús: «Al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres, lo
matarán, pero resucitará al tercer día.» Ellos se pusieron muy tristes.
Cuando llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se
acercaron a Pedro y le preguntaron: «¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?»
Contestó: «Sí.»
Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle: «¿Qué te parece, Simón?
Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los
extraños?»
Contestó: «A los extraños.»
Jesús le dijo: «Entonces, los hijos están exentos. Sin embargo, para no
escandalizarlos, ve al lago, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique,
ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por
ti.»
Palabra del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Cristo será glorificado en mi cuerpo, sea por mi vida o por mi
muerte. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cristo será glorificado en mi
cuerpo, sea por mi vida o por mi muerte. Para mí la vida es Cristo, y una
ganancia el morir.
PRECES
Celebremos, amados hermanos, a Jesús, el testigo fiel, y al
recordar hoy a los santos mártires sacrificados a causa de la palabra de Dios,
aclamémosle diciendo:
Nos has comprado, Señor, con tu sangre.
Por la intercesión de los santos mártires que entregaron libremente su vida
como testimonio de la fe,
concédenos, Señor, la verdadera libertad de espíritu.
Por la intercesión de los santos mártires que proclamaron la fe hasta derramar
su sangre,
concédenos, Señor, la integridad y constancia de la fe.
Por la intercesión de los santos mártires que soportando la cruz siguieron tus
pasos,
concédenos, Señor, soportar con generosidad las contrariedades de la vida.
Por la intercesión de los santos mártires que blanquearon su manto en la sangre
del Cordero,
concédenos, Señor, vencer las obras del mundo y de la carne.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Dirijamos ahora nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Oh Dios, que a san Maximiliano María, apóstol de la Inmaculada y
ejemplo de caridad hacia el prójimo, le infundiste un deseo ardiente de la
salvación de los hombres, concédenos, por su intercesión, poder trabajar
generosamente por tu gloria y por la salvación de los hombres hasta dar nuestra
propia vida, como lo hizo tu Hijo. Él, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
I VÍSPERAS
de la Asunción de la
Santísima Virgen María
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: EL CIELO SE MARAVILLA
El cielo se maravilla,
Virgen, viendo como a vos
junto a sí os ha dado Dios
la más eminente silla.
Sobre los altos confines
del más levantado cielo
subisteis, Virgen, del suelo
en hombros de serafines.
Y mucho se maravilla
el cielo de ver que a vos
junto a sí os ha dado Dios
la más eminente silla.
¡Oh Dios, quién supiera ahora
significar la alegría
que todo el cielo tendría
con su nueva emperadora!
Ángeles podrán decilla,
Virgen, y lo que con vos
hizo vuestro hijo y Dios
cuando os dio tan alta silla. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Subió Cristo al cielo y preparó una mansión de inmortalidad a su
Madre purísima. Aleluya.
Salmo 112 - ALABADO SEA EL NOMBRE DEL SEÑOR
Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?
Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Subió Cristo al cielo y preparó una
mansión de inmortalidad a su Madre purísima. Aleluya.
Ant 2. Por Eva se cerraron a los hombres
las puertas del paraíso, y por María Virgen han sido abiertas de nuevo.
Aleluya.
Salmo 147 - RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN.
Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;
hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.
Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Por Eva se cerraron a los hombres
las puertas del paraíso, y por María Virgen han sido abiertas de nuevo.
Aleluya.
Ant 3. La Virgen María ha sido glorificada
por encima de todos los ángeles y santos; venid, pues, y alabemos a Cristo, el
rey cuyo reino no tendrá fin.
Cántico: EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
El nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. La Virgen María ha sido glorificada
por encima de todos los ángeles y santos; venid, pues, y alabemos a Cristo, el
rey cuyo reino no tendrá fin.
LECTURA BREVE Rm 8, 30
A los que predestinó, los llamó; a los que llamó,
los justificó; a los que justificó, los glorificó.
RESPONSORIO BREVE
V. María ha sido elevada al cielo, los ángeles se alegran.
R. María ha sido elevada al cielo, los ángeles se
alegran.
V. Y, llenos de gozo, alaban al Señor.
R. Los ángeles se alegran.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. María ha sido elevada al cielo, los ángeles se
alegran.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Me felicitarán todas las generaciones, porque el poderoso ha hecho
obras grandes por mí. Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Me felicitarán todas las
generaciones, porque el poderoso ha hecho obras grandes por mí. Aleluya.
PRECES
Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso
que todas las generaciones felicitaran a María, la madre de su Hijo, y
supliquémosle diciendo:
Mira a la llena de gracia y escúchanos.
Señor, Dios nuestro, admirable siempre en tus obras, que has querido que la
inmaculada Virgen María participara en cuerpo y alma de la gloria de
Jesucristo,
haz que todos tus hijos deseen y caminen hacia esta misma gloria.
Tú que nos diste a María por Madre, concede por su mediación salud a los
enfermos, consuelo a los tristes, perdón a los pecadores,
y a todos abundancia de salud y de paz.
Tú que hiciste de María la llena de gracia,
concede la abundancia de tu gracia a todos los hombres.
Haz, Señor, que tu Iglesia tenga un solo corazón y una sola alma por el amor,
y que todos los fieles perseveren unánimes en la oración con María, la madre de
Jesús.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que coronaste a María como reina del cielo,
haz que los difuntos puedan alcanzar con todos los santos la felicidad de tu
reino.
Confiando en el Señor que hizo obras grandes en María, pidamos al Padre que
colme también de bienes al mundo hambriento:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios todopoderoso, tú que, mirando complacido la profunda
humildad de la siempre Virgen María, la elevaste a la excelsa dignidad de ser
madre de tu Hijo hecho hombre y, en este día, la coronaste de gloria y de
honor, concédenos, por su intercesión, que, ya que como María tenemos parte en
tu redención, alcancemos, también como ella, la gloria del reino de los cielos.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.