*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar
este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
MARTES I SEMANA DE ADVIENTO
MARTES SEMANA
I
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. El Señor está cerca, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor está cerca, venid, adorémosle.
Himno:
De luz nueva se viste la tierra,
porque el Sol que del cielo ha venido
en el seno feliz de la Virgen
de su carne se ha revestido.
El amor hizo nuevas cosas,
el Espíritu ha descendido
y la sombra del que es poderoso
en la Virgen su luz ha encendido.
Ya la tierra reclama su fruto
y de bodas se anuncia alegría,
el Señor que en los cielos moraba
se hizo carne en la Virgen María.
Gloria a Dios, el Señor poderoso,
a su Hijo y Espíritu Santo,
que en su gracia y su amor nos bendijo
y a su reino nos ha destinado. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El hombre de manos inocentes y puro
corazón subirá al monte del Señor.
Salmo 23 - ENTRADA SOLEMNE DE DIOS EN SU
TEMPLO.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
El la fundó sobre los mares,
El la afianzó sobre los ríos.
¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Este es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.
¡Portones!, alzad los dinteles,
levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.
¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.
¡Portones!, alzad los dinteles,
levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.
¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El hombre de manos inocentes y puro corazón subirá al monte del Señor.
Ant 2. Ensalzad con vuestras obras al rey de los siglos.
Cántico: ESPERANZA DE ISRAEL EN BABILONIA
Tb 13, 1-10
Bendito sea Dios, que vive eternamente,
y cuyo reino dura por los siglos:
él azota y se compadece,
hunde hasta el abismo y saca de él,
y no hay quien escape de su mano.
Dadle gracias, israelitas, ante los gentiles,
porque él nos dispersó entre ellos.
Proclamad allí su grandeza,
ensalzadlo ante todos los vivientes:
que él es nuestro Dios y Señor,
nuestro Padre por todos los siglos.
Él nos azota por nuestros delitos,
pero se compadecerá de nuevo,
y os congregará de entre todas las naciones
por donde estáis dispersados.
Si volvéis a él de todo corazón
y con toda el alma,
siendo sinceros con él,
él volverá a vosotros
y no os ocultará su rostro.
Veréis lo que hará con vosotros,
le daréis gracias a boca llena,
bendeciréis al Señor de la justicia
y ensalzaréis al rey de los siglos.
Yo le doy gracias en mi cautiverio,
anuncio su grandeza y su poder
a un pueblo pecador.
Convertíos, pecadores,
obrad rectamente en su presencia:
quizá os mostrará benevolencia
y tendrá compasión.
Ensalzaré a mi Dios, al rey del cielo,
y me alegraré de su grandeza.
Anuncien todos los pueblos sus maravillas
y alábenle sus elegidos en Jerusalén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ensalzad con vuestras obras al rey de los siglos.
Ant 3. El Señor merece la alabanza de los buenos.
Salmo 32 - HIMNO AL PODER Y A LA
PROVIDENCIA DE DIOS
Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cántico nuevo,
acompañando vuestra música con aclamaciones:
que la palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales,
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra.
La palabra del Señor hizo el cielo;
el aliento de su boca, sus ejércitos;
encierra en un odre las aguas marinas,
mete en un depósito el océano.
Tema al Señor la tierra entera,
tiemblen ante él los habitantes del orbe:
porque él lo dijo, y existió;
él lo mandó, y surgió.
El Señor deshace los planes de las naciones,
frustra los proyectos de los pueblos;
pero el plan del Señor subsiste por siempre,
los proyectos de su corazón, de edad en edad.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres;
desde su morada observa
a todos los habitantes de la tierra:
él modeló cada corazón,
y comprende todas sus acciones.
No vence el rey por su gran ejército,
no escapa el soldado por su mucha fuerza,
nada valen sus caballos para la victoria,
ni por su gran ejército se salva.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre.
Nosotros esperamos en el Señor:
él es nuestro auxilio y escudo,
con él se alegra nuestro corazón,
en su santo nombre confiamos.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor merece la alabanza de los buenos.
LECTURA BREVE Gn 49, 10
No se apartará de Judá el cetro, ni el bastón de
mando de entre sus rodillas, hasta que venga el que ha de venir, aquel a quien
le está reservado, a quien rendirán homenaje las naciones.
Responsorio Breve
V. Sobre
ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
R. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
V. Su gloria aparecerá sobre ti.
R. Amanecerá el Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
V. Una
voz clama en el desierto: Preparad el camino del Señor.
R. Enderezad las sendas para nuestro Dios.
Lecturas
Primera Lectura
Del libro del profeta Isaías 2, 6-22; 4, 26
JUICIO DE DIOS
Has desechado a tu pueblo, la Casa de Jacob, porque
estaban llenos de adivinos y evocadores, como los filisteos, y con extraños
chocan la mano; se llenó su tierra de plata y oro, y no tienen límite sus
tesoros; se llenó su tierra de caballos, y no tienen límite sus carros; se
llenó su tierra de ídolos, ante la obra de sus manos se inclinan, ante lo que
hicieron sus dedos.
Se humilla el hombre, y se abaja el varón: pero no les perdones. Entra en la
peña, húndete en el polvo, lejos de la presencia pavorosa del Señor y del
esplendor de su majestad, cuando él se alce para hacer temblar la tierra.
Los ojos altivos del hombre serán abajados, se humillará la altanería humana, y
será exaltado el Señor solo en aquel día. Pues será aquel día del Señor de los
ejércitos para toda depresión, que sea enaltecida, y para todo lo levantado,
que será rebajado: contra todos los cedros del Líbano altos y elevados, contra
todas las encinas del Basán, contra todos los montes altos, contra todos los
cerros elevados, contra toda torre prominente, contra todo muro inaccesible, contra
todas las naves de Tarsis, contra todos los barcos cargados de tesoros.
Se humillará la altivez del hombre, y se abajará la altanería humana; será
exaltado el Señor solo, en aquel día, y los ídolos completamente abatidos.
Entrarán en las grietas de las peñas y en las hendiduras de la tierra, lejos de
la presencia pavorosa del Señor y del esplendor de su majestad, cuando él se
alce para hacer temblar la tierra.
Aquel día arrojará el hombre a los musgaños y a los topos los ídolos de plata y
los ídolos de oro que él se hizo para postrarse ante ellos, y se meterá en los
agujeros de las peñas y en las hendiduras de las piedras, lejos de la presencia
pavorosa del Señor y del esplendor de su majestad, cuando él se alce para hacer
temblar la tierra.
Desentendeos del hombre, en cuya nariz sólo hay aliento, porque ¿qué vale él?
Aquel día el germen del Señor será magnífico y glorioso, y el fruto de la
tierra será la prez y ornato de los bien librados de Israel. A los restantes de
Sión y a los que quedaren de Jerusalén, se les llamará santos: serán todos los
apuntados como vivos en Jerusalén.
Cuando haya lavado el Señor la inmundicia de las hijas de Sión, y las manchas
de sangre de Jerusalén haya limpiado del interior de ella con viento justiciero
y viento abrasador, creará el Señor sobre todo lugar del monte de Sión y sobre
toda su reunión, nube y humo de día, y resplandor de fuego llameante de noche.
Y por encima la gloria del Señor será toldo y tienda para sombra contra el
calor diurno, y para abrigo y reparo contra el aguacero y la lluvia.
Responsorio Is 2, 11; Mt 24, 30
R. Será
doblegado el orgullo del mortal, será humillada la arrogancia del hombre; * sólo
el Señor será ensalzado aquel día.
V. Verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con gran
poder y majestad.
R. Sólo el Señor será ensalzado aquel día.
Segunda Lectura
De los sermones de san Gregorio Nacianceno, obispo
(Sermón 45, 9. 22. 26. 28: PG 36, 634-635. 654. 658-659. 662)
¡QUÉ ADMIRABLE INTERCAMBIO!
El Hijo de Dios en persona, aquel que existe desde
toda la eternidad, aquel que es invisible, incomprensible, incorpóreo,
principio de principio, luz de luz, fuente de vida e inmortalidad, expresión
del supremo arquetipo, sello inmutable, imagen fidelísima, palabra y
pensamiento del Padre, él mismo viene en ayuda de la criatura, que es su
imagen: por amor del hombre se hace hombre, por amor a mi alma se une a un alma
intelectual, para purificar a aquellos a quienes se ha hecho semejante,
asumiendo todo lo humano, excepto el pecado. Fue concebido en el seno de la
Virgen, previamente purificada en su cuerpo y en su alma por el Espíritu (ya
que convenía honrar el hecho de la generación, destacando al mismo tiempo la
preeminencia de la virginidad); y así, siendo Dios, nació con la naturaleza
humana que había asumido, y unió en su persona dos cosas entre sí contrarias, a
saber, la carne y el espíritu, de las cuales una confirió la divinidad, otra la
recibió.
Enriquece a los demás, haciéndose pobre él mismo, ya que acepta la pobreza de
mi condición humana para que yo pueda conseguir las riquezas de su divinidad.
Él, que posee en todo la plenitud, se anonada a sí mismo, ya que, por un
tiempo, se priva de su gloria, para que yo pueda ser partícipe de su plenitud.
¿Qué son estas riquezas de su bondad? ¿Qué es este misterio en favor mío? Yo
recibí la imagen divina, mas no supe conservarla. Ahora él asume mi condición
humana, para salvar aquella imagen y dar la inmortalidad a esta condición mía;
establece con nosotros un segundo consorcio mucho más admirable que el primero.
Convenía que la naturaleza humana fuera santificada mediante la asunción de
esta humanidad por Dios; así, superado el tirano por una fuerza superior, el
mismo Dios nos concedería de nuevo la liberación y nos llamaría a sí por
mediación del Hijo. Todo ello para gloria del Padre, a la cual vemos que
subordina siempre el Hijo toda su actuación.
El buen Pastor que dio su vida por las ovejas salió en busca de la oveja
descarriada, por los montes y collados donde sacrificábamos a los ídolos; halló
a la oveja descarriada y, una vez hallada, la tomó sobre sus hombros, los
mismos que cargaron con la cruz, y la condujo así a la vida celestial.
A aquella primera lámpara, que fue el Precursor, sigue esta luz clarísima; a la
voz, sigue la Palabra; al amigo del esposo, el esposo mismo, que prepara para
el Señor un pueblo bien dispuesto, predisponiéndolo para el Espíritu con la
previa purificación del agua.
Fue necesario que Dios se hiciera hombre y muriera, para que nosotros
tuviéramos vida. Hemos muerto con él, para ser purificados; hemos resucitado
con él, porque con él hemos muerto; hemos sido glorificados con él, porque con
él hemos resucitado.
Responsorio Cf. Ga 4, 4-5; Ef 2, 4; Rm 8, 3
R. Mirad
que ya se cumplió el tiempo, y ha enviado Dios a su Hijo a la tierra, nacido de
una virgen, nacido bajo la ley, * para rescatar a los que estaban bajo la ley.
V. Por el gran amor con que nos amó, envió a su propio Hijo, sometido
a una existencia semejante a la de la carne de pecado.
R. Para rescatar a los que estaban bajo la ley.
*Lecturas del Martes de la 1ª semana de Adviento*
Martes, 29
de noviembre de 2022
Evangelio
*Lectura del santo evangelio segun san Lucas
(10,21-24)*
En aquella hora Jesús se llenó de la alegría en el Espíritu Santo y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido
estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños. Sí,
Padre, porque así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el
Padre; ni quién es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera
revelar».
Y, volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte:
«¡Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que
muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y
oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron».
Palabra del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Saldrá un renuevo del
tronco de Jesé, la gloria del Señor llenará toda la tierra y contemplarán
todos la salvación de Dios.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU
PRECURSOR Lc 1, 68-79
+Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Saldrá un renuevo del tronco de Jesé, la
gloria del Señor llenará toda la tierra y contemplarán todos la salvación de
Dios.
PRECES
El Señor, Padre
todopoderoso, tenderá otra vez su mano, para rescatar el resto de su pueblo;
supliquémosle, pues, confiados:
Venga tu reino, Señor.
Concédenos, Señor, dar aquel fruto que pide la
conversión, — para que podamos
recibir tu reino que se acerca.
Prepara, Señor, en nuestros corazones, un
camino para tu Palabra que ha de venir, — así tu gloria se manifestará al mundo por medio de nosotros.
Abaja los montes y las colinas de nuestro
orgullo, — y levanta los valles de
nuestros desánimos y de nuestras cobardías.
Destruye los muros del odio que dividen a las
naciones, — y allana los caminos
de la concordia entre los hombres.
Se pueden añadir algunas intenciones
libres
Como hijos que somos de Dios, dirijámonos a nuestro Padre con la oración que
Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Señor y Dios nuestro,
acoge favorablemente nuestras súplicas y ayúdanos con tu amor en nuestro
desvalimiento; que la presencia de tu Hijo, ya cercano, nos renueve y nos libre
de
volver a caer en la antigua servidumbre del
pecado. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Vísperas - MARTES I SEMANA DE ADVIENTO
2020
El siguiente es el formulario que
corresponde a vísperas de la liturgia de las horas para el día martes, 1 de
diciembre de 2020.
Invitatorio
Vísperas
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno
Jesucristo, Palabra del Padre,
luz eterna de todo creyente:
ven y escucha la súplica ardiente,
ven, Señor, porque ya se hace tarde.
Cuando el mundo dormía en tinieblas,
en tu amor tú quisiste ayudarlo
y trajiste, viniendo a la tierra,
esa vida que puede salvarlo.
Ya madura la historia en promesas,
sólo anhela tu pronto regreso;
si el silencio madura la espera,
el amor no soporta el silencio.
Con María, la Iglesia te aguarda
con anhelos de esposa y de Madre,
y reúne a sus hijos en vela,
para juntos poder esperarte.
Cuando vengas, Señor, en tu gloria,
que podamos salir a tu encuentro
y a tu lado vivamos por siempre,
dando gracias al Padre en el reino. Amén.
Salmodia
Antífona 1: El Señor da la victoria a su Ungido.
Salmo 19
Oración por la victoria del rey
Cuantos
invoquen el nombre del Señor se salvarán. (Hch 2,21)
Que te escuche el Señor el día del
peligro,
que te sostenga el nombre del Dios de Jacob;
que te envíe auxilio desde el santuario,
que te apoye desde el monte Sión.
Que se acuerde de todas tus ofrendas,
que le agraden tus sacrificios;
que cumpla el deseo de tu corazón,
que dé éxito a todos tus planes.
Que podamos celebrar tu victoria
y en el nombre de nuestro Dios alzar estandartes;
que el Señor te conceda todo lo que pides.
Ahora reconozco que el Señor
da la victoria a su Ungido,
que lo ha escuchado desde su santo cielo,
con los prodigios de su mano victoriosa.
Unos confían en sus carros,
otros en su caballería;
nosotros invocamos el nombre
del Señor, Dios nuestro.
Ellos cayeron derribados,
nosotros nos mantenemos en pie.
Señor, da la victoria al rey
y escúchanos cuando te invocamos.
Antífona 2: Al son de instrumentos cantaremos tu poder.
Salmo 20,2-8.14
Acción de gracias por la victoria del rey
El
Señor resucitado recibió la vida, años que se prolongan sin término. (S.
Ireneo)
Señor, el rey se alegra por tu fuerza,
¡y cuanto goza con tu victoria!
Le has concedido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios.
Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,
y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.
Te pidió vida, y se la has concedido,
años que se prolongan sin término.
Tu victoria ha engrandecido su fama,
lo has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes,
lo colmas de gozo en tu presencia;
porque el rey confía en el Señor,
y con la gracia del Altísimo no fracasará.
Levántate, Señor, con tu fuerza,
y al son de instrumentos cantaremos tu poder.
Antífona 3: Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.
Ap 4,11;5,9.10.12
Himno de los redimidos
Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria, y la alabanza.
Lectura Breve
Cf. 1Co 1, 7b-9
Esperamos vivamente la revelación de
Jesucristo, Señor nuestro. Él nos fortalecerá hasta
el fin, de modo que nos encontremos libres de culpa en el día de Jesucristo,
nuestro
Señor. Fiel es Dios, por quien hemos sido convocados a la unión con su Hijo.
Responsorio Breve
V. Ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.
R. Ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.
V. Que brille tu rostro y nos salve.
R. Señor Dios de los ejércitos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.
Canto Evangélico
Antifona: Buscad al Señor mientras se deja encontrar, invocadlo mientras está
cerca. Aleluya.
Magnificat Lc 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Cristo, palabra eterna, ha inaugurado un
camino nuevo y vivo, a través del velo de su
propia carne, para entrar en el santuario; pidámosle, pues, con humildad:
Ven, Señor, y sálvanos.
Oh Dios, en quien vivimos, nos movemos y existimos,
— ven a revelarnos que somos estirpe tuya.
Tú que no estás lejos de ninguno de nosotros,
— muéstrate en seguida a todos los que te buscan.
Padre de los pobres y consuelo de los afligidos,
— da la libertad a los cautivos y la alegría a los tristes.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones
libres.
Tú que destruyes la muerte y haces brillar la vida,
— líbranos a nosotros y a todos los difuntos de la muerte eterna.
Digamos con Jesús a nuestro Padre del cielo la oración de los hijos de Dios:
Padre
nuestro.
Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Señor y Dios nuestro, acoge
favorablemente nuestras súplicas y ayúdanos con tu amor en
nuestro desvalimiento; que la presencia de tu Hijo, ya cercano, nos renueve y
nos libre de
volver a caer en la antigua servidumbre del pecado. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.