*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO ORDINARIO
LUNES DE LA SEMANA XX
Del Propio de la Solemnidad. Día de precepto.
15 de agosto
*LA ASUNCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA. (Solemnidad)*.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Venid, adoremos al Rey de reyes,
cuya Madre ha sido elevada a lo más alto del cielo.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, adoremos al Rey de reyes,
cuya Madre ha sido elevada a lo más alto del cielo.
Himno: SÓLO LA NIÑA AQUELLA.
Sólo la Niña aquella, la Niña inmaculada,
la Madre que del hijo recibió su hermosura,
la Virgen que le dice a su Creador criatura,
sólo esa Niña bella al cielo fue elevada.
Los luceros formaron innumerables filas,
tapizaron las nubes el cielo en su grandeza;
y aquella Niña dulce de sin igual belleza
llenaba todo el cielo con sus claras pupilas.
Nuestro barro pequeño, de nostalgia extasiado,
ardientemente quiere subir un día cualquiera
al cielo, donde el barro de nuestra Niña espera
purificar en gracia nuestro barro manchado. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Dichosa eres, María, porque de ti vino la salvación del mundo; tú
ahora vives ya en la gloria del Señor.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichosa eres, María, porque de ti
vino la salvación del mundo; tú ahora vives ya en la gloria del Señor.
Ant 2. La Virgen María ha sido glorificada
sobre los coros de los ángeles; que se alegren los fieles y bendigan todos al
Señor.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. La Virgen María ha sido glorificada
sobre los coros de los ángeles; que se alegren los fieles y bendigan todos al
Señor.
Ant 3. El Señor ha glorificado tanto tu
nombre, que tu alabanza no se apartará de la boca de los hombres.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor ha glorificado tanto tu
nombre, que tu alabanza no se apartará de la boca de los hombres.
LECTURA BREVE Is 61, 10
Desbordo de gozo en el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un
traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como a una novia que se
adorna con sus joyas.
RESPONSORIO BREVE
V. Hoy la Virgen María ha subido al cielo.
R. Hoy la Virgen María ha subido al cielo.
V. Y con Cristo reina eternamente.
R. Ha subido al cielo.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Hoy la Virgen María ha subido al cielo.
V. Dichosa
tú, María, que has creído al Señor.
R. Porque se ha cumplido en ti lo que se te había
dicho.
PRIMERA LECTURA
De la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1, 16—2, 10
DIOS NOS HIZO SENTAR EN LOS CIELOS CON CRISTO JESÚS
Hermanos: No ceso de dar gracias por vosotros, y siempre os recuerdo en mis
oraciones. Quiera el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria,
concedernos el don de sabiduría y de revelación, para que lleguemos al pleno
conocimiento de él e, iluminados así los ojos de nuestra mente, conozcamos cuál
es la esperanza a que nos ha llamado y cuáles las riquezas de gloria otorgadas
por él como herencia a su pueblo santo.
Y ¡qué soberana grandeza despliega su poder en nosotros, los creyentes, según
la eficacia de su fuerza poderosa! Este poder lo ejercitó en Cristo,
resucitándolo de entre los muertos y constituyéndolo a su diestra en los
cielos, por encima de todo principado, potestad, virtud y dominación, y de todo
ser que exista no sólo en el mundo presente, sino también en el futuro. Puso
todas las cosas bajo sus pies y lo dio como cabeza a la Iglesia, que es su
cuerpo, es decir, la plenitud de aquel que lo llena todo en todo.
Y Dios también os vivificó a vosotros, que estabais muertos por vuestros
delitos y pecados, en los cuales vivisteis en otro tiempo, siguiendo el
proceder de este mundo, sometidos al príncipe que tiene su imperio en el aire,
el espíritu que actúa ahora en los rebeldes a la fe, entre los cuales vivíamos
también nosotros, siguiendo las apetencias de nuestra carne, poniendo por obra
sus deseos y sentimientos, y éramos por nuestro natural hijos de cólera, como
los demás.
Pero Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, aun
cuando estábamos muertos por nuestros pecados, nos vivificó con Cristo —por
pura gracia habéis sido salvados— y nos resucitó con él, y nos hizo sentar en
los cielos con Cristo Jesús. Así Dios, en su bondad para con nosotros en Cristo
Jesús, quiso mostrar en los siglos venideros la sublime riqueza de su gracia.
Estáis salvados por la gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino
que es un don de Dios; y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda
presumir. Somos obra de Dios. Dios nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos
dediquemos a las buenas obras, que él determinó que practicásemos.
RESPONSORIO
R. ¡Qué hermosa y bella es la Virgen María, que
emigró de este mundo para ir hacia Cristo! * Resplandece
entre los coros de los santos como el sol cuando brilla en el cielo con todo su
esplendor.
V. Los ángeles se alegran, los arcángeles se
regocijan, al contemplar la gloria inmensa de la Virgen María.
R. Resplandece entre los coros de los santos como
el sol cuando brilla en el cielo con todo su esplendor.
SEGUNDA LECTURA
De la Constitución apostólica Munificentissimus Deus del papa Pío
doce
(AAS 42 [1950], 760-762. 767-769)
TU CUERPO ES SANTO Y SOBREMANERA GLORIOSO
Los santos Padres y grandes doctores, en las homilías y disertaciones dirigidas
al pueblo en la fiesta de la Asunción de la Madre de Dios, hablan de este hecho
como de algo ya conocido y aceptado por los fieles y lo explican con toda
precisión, procurando sobre todo hacerles comprender que lo que se conmemora en
esta festividad es no sólo el hecho de que el cuerpo sin vida de la Virgen
María no estuvo sujeto a la corrupción, sino también su triunfo sobre la muerte
y su glorificación en el cielo, a imitación de su Hijo único Jesucristo.
Y, así, san Juan Damasceno, el más ilustre transmisor de esta tradición,
comparando la asunción de la santa Madre de Dios con sus demás dotes y
privilegios, afirma, con elocuencia vehemente:
«Convenía que aquella que en el parto había conservado intacta su virginidad
conservara su cuerpo también después de la muerte libre de la corruptibilidad.
Convenía que aquella que había llevado al Creador como un niño en su seno
tuviera después su mansión en el cielo. Convenía que la esposa que el Padre
había desposado habitara en el tálamo celestial. Convenía que aquella que había
visto a su Hijo en la cruz y cuya alma había sido atravesada por la espada del
dolor, del que se había visto libre en el momento del parto, lo contemplara
sentado a la derecha del Padre. Convenía que la Madre de Dios poseyera lo mismo
que su Hijo y que fuera venerada por toda creatura como Madre y esclava de
Dios.»
Según el punto de vista de san Germán de Constantinopla, el cuerpo de la Virgen
María, la Madre de Dios, se mantuvo incorrupto y fue llevado al cielo, porque
así lo pedía no sólo el hecho de su maternidad divina, sino también la peculiar
santidad de su cuerpo virginal:
«Tú, según está escrito, te muestras con belleza; y tu cuerpo virginal es todo
él santo, todo él casto, todo él morada de Dios, todo lo cual hace que esté
exento de disolverse y convertirse en polvo, y que, sin perder su condición
humana, sea transformado en cuerpo celestial e incorruptible, lleno de vida y
sobremanera glorioso, incólume y partícipe de la vida perfecta.»
Otro antiquísimo escritor afirma:
«La gloriosa Madre de Cristo, nuestro Dios y salvador, dador de la vida y de la
inmortalidad, por él es vivificada, con un cuerpo semejante al suyo en la
incorruptibilidad, ya que él la hizo salir del sepulcro y la elevó hacia sí
mismo, del modo que él solo conoce.»
Todos estos argumentos y consideraciones de los santos Padres se apoyan, como
en su último fundamento, en la sagrada Escritura; ella, en efecto, nos hace ver
a la santa Madre de Dios unida estrechamente a su Hijo divino y solidaria
siempre de su destino.
Y sobre todo hay que tener en cuenta que, ya desde el siglo segundo, los santos
Padres presentan a la Virgen María como la nueva Eva asociada al nuevo Adán,
íntimamente unida a él, aunque de modo subordinado, en la lucha contra el
enemigo infernal, lucha que, como se anuncia en el protoevangelio, había de
desembocar en una victoria absoluta sobre el pecado y la muerte, dos realidades
inseparables en los escritos del Apóstol de los gentiles. Por lo cual, así como
la gloriosa resurrección de Cristo fue la parte esencial y el último trofeo de
esta victoria, así también la participación que tuvo la santísima Virgen en
esta lucha de su Hijo había de concluir con la glorificación de su cuerpo
virginal, ya que, como dice el mismo Apóstol: Cuando esto mortal se vista de
inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra escrita: «La muerte ha sido
absorbida en la victoria.»
Por todo ello, la augusta Madre de Dios, unida a Jesucristo de modo arcano,
desde toda la eternidad, por un mismo y único decreto de predestinación,
inmaculada en su concepción, virgen integérrima en su divina maternidad,
asociada generosamente a la obra del divino Redentor, que obtuvo un pleno
triunfo sobre el pecado y sus consecuencias, alcanzó finalmente, como suprema
coronación de todos sus privilegios, el ser preservada inmune de la corrupción
del sepulcro y, a imitación de su Hijo, vencida la muerte, ser llevada en
cuerpo y alma a la gloria celestial, para resplandecer allí como reina a la
derecha de su Hijo, el rey inmortal de los siglos.
RESPONSORIO
R. Éste es el día glorioso en que la Virgen Madre
de Dios subió a los cielos; todos la aclamamos, tributándole nuestras
alabanzas: * Bendita tú entre las mujeres
y bendito el fruto de tu vientre.
V. Dichosa eres, santa Virgen María, y digna de
toda alabanza; de ti nació el sol de justicia, Cristo, nuestro Dios.
R. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto
de tu vientre.
*Lecturas de La Asunción de la Virgen María*
Lunes, 15 de agosto de 2022
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Lucas
(1,39-56)*
En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un
pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel
oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre.
Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: «¡Bendita tú entre
las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite
la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó
de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho
el Señor se cumplirá.»
María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en
Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora
me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras
grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de
generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los
soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los
humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide
vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia –como lo
había prometido a nuestros padres– en favor de Abrahán y su descendencia por
siempre.»
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.
Palabra del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Eres bella y hermosa, Hija de Jerusalén; subes al cielo,
resplandeciente como la aurora cuando amanece.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Eres bella y hermosa, Hija de
Jerusalén; subes al cielo, resplandeciente como la aurora cuando amanece.
PRECES
Elevemos nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María
Virgen y digámosle:
Mira a la llena de gracia y escúchanos.
Palabra eterna del Padre, tú que elegiste a María como arca de tu morada,
líbranos de toda ocasión de pecado.
Redentor nuestro, tú que hiciste de la inmaculada Virgen María tabernáculo
purísimo de tu presencia y sagrario del Espíritu Santo,
haz también de nosotros templos de tu Espíritu.
Rey de reyes, que elevaste contigo a tu Madre en cuerpo y alma al cielo,
haz que aspiremos siempre a los bienes celestiales.
Señor del cielo y de la tierra, que has colocado a tu derecha a María reina,
danos el gozo de tener parte en su gloria.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Según el mandato del Señor, digamos confiadamente:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso y eterno, que has elevado en cuerpo y alma a los
cielos a la inmaculada Virgen María, madre de tu Hijo, haz que nosotros, ya
desde este mundo, tengamos todo nuestro ser totalmente orientado hacia el
cielo, para que podamos llegar a participar de su misma gloria. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
II VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: AL CIELO VAIS, SEÑORA
Al cielo vais, Señora,
allá os reciben con alegre canto;
¡oh, quién pudiera ahora
asirse a vuestro manto
para subir con vos al monte santo!
De ángeles sois llevada,
de quien servida sois desde la cuna,
de estrellas coronada,
cual reina habrá ninguna,
pues os calza los pies la blanca luna.
Volved los linces ojos,
ave preciosa, sola humilde y nueva,
al val de los abrojos
que tales flores lleva,
do suspirando están los hijos de Eva.
Que, si con clara vista
miráis las tristes almas de este suelo,
con propiedad no vista
las subiréis de vuelo,
como perfecta piedra imán al cielo. Amén.
SALMODIA
Ant 1. María ha sido elevada al cielo, los ángeles se alegran y, llenos
de gozo, alaban al Señor.
Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. María ha sido elevada al cielo, los
ángeles se alegran y, llenos de gozo, alaban al Señor.
Ant 2. La Virgen María ha sido elevada al
tálamo celestial, donde el Rey de reyes tiene un trono adornado con estrellas.
Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. La Virgen María ha sido elevada al
tálamo celestial, donde el Rey de reyes tiene un trono adornado con estrellas.
Ant 3. Tú eres la mujer a quien Dios ha
bendecido, y por ti hemos recibido el fruto de la vida.
Cántico: EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
El nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú eres la mujer a quien Dios ha
bendecido, y por ti hemos recibido el fruto de la vida.
LECTURA BREVE 1Co 15, 22-23
Lo mismo que en Adán todos mueren, en Cristo todos serán llamados de nuevo a la
vida. Pero cada uno en su puesto: primero, Cristo; después, en su Parusía, los
de Cristo.
RESPONSORIO BREVE
V. La Virgen María ha sido glorificada sobre los coros de los
ángeles.
R. La Virgen María ha sido glorificada sobre los
coros de los ángeles.
V. Bendigamos al Señor que la ha enaltecido.
R. Sobre los coros de los ángeles.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. La Virgen María ha sido glorificada sobre los
coros de los ángeles.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Hoy la Virgen María ha subido al cielo; alegrémonos, porque reina
ya eternamente con Cristo.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Hoy la Virgen María ha subido al cielo;
alegrémonos, porque reina ya eternamente con Cristo.
PRECES
Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso
que todas las generaciones felicitaran a María, la madre de su Hijo, y
supliquémosle diciendo:
Mira a la llena de gracia y escúchanos.
Señor, Dios nuestro, admirable siempre en tus obras, que has querido que la
inmaculada Virgen María participara en cuerpo y alma de la gloria de
Jesucristo,
haz que todos tus hijos deseen y caminen hacia esta misma gloria.
Tú que nos diste a María por Madre, concede por su mediación salud a los
enfermos, consuelo a los tristes, perdón a los pecadores,
y a todos abundancia de salud y de paz.
Tú que hiciste de María la llena de gracia,
concede la abundancia de tu gracia a todos los hombres.
Haz, Señor, que tu Iglesia tenga un solo corazón y una sola alma por el amor,
y que todos los fieles perseveren unánimes en la oración con María, la madre de
Jesús.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que coronaste a María como reina del cielo,
haz que los difuntos puedan alcanzar con todos los santos la felicidad de tu
reino.
Confiando en el Señor que hizo obras grandes en María, pidamos al Padre que
colme también de bienes al mundo hambriento:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso y eterno, que has elevado en cuerpo y alma a los
cielos a la inmaculada Virgen María, madre de tu Hijo, haz que nosotros, ya
desde este mundo, tengamos todo nuestro ser totalmente orientado hacia el
cielo, para que podamos llegar a participar de su misma gloria. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.