*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*TIEMPO
ORDINARIO*
*LUNES DE LA SEMANA X*
*6 de junio. Salterio II*
*MARÍA, MADRE DE LA IGLESIA*. (MEMORIA)
El Papa Pablo VI, el día 21 de noviembre de 1964, al clausurar la tercera etapa
del Concilio Vaticano II, secundando los deseos que le habían presentado muchos
de los Padres conciliares, dio a María el título honorífico de Madre de la
Iglesia. De esta forma subrayó la doctrina conciliar del capítulo VIII de la
Constitución Lumen gentium que acababa de ser promulgada y que reflexiona sobre
las estrechas relaciones que median entre María y la Iglesia. Posteriormente,
al ser promulgada en 1975 la segunda edición del Misal Romano de Pablo VI, se
incluyó entre las misas votivas la celebración de María bajo este título de
Madre de la Iglesia. Por su parte, el episcopado argentino solicitó y obtuvo de
la Sede Apostólica la inserción de la memoria anual de santa María, Madre de la
Iglesia, asignada al lunes después de Pentecostés.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Aclamemos al Señor en esta fiesta
de María Virgen.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aclamemos al Señor en esta fiesta
de María Virgen.
Himno: CABEZA Y CUERPO
Cabeza y Cuerpo, Cristo forma un todo,
Hijo de Dios e Hijo de María:
un Hijo en quien se juntan muchos hijos:
en su Madre ya la Iglesia se perfila.
Una y otra son madres y son vírgenes,
una y otra conciben del Espíritu,
una y otra sin mancha ni pecado,
al Padre celestial engendran hijos.
María le da al Cuerpo la Cabeza,
la Iglesia a la Cabeza le da el Cuerpo:
una y otra son madre del Señor,
ninguna sin la otra por entero.
Gloria a la Trinidad inaccesible
que ha querido morar entre nosotros,
en María, en la Iglesia, en nuestra alma,
para llenarnos de su eterno gozo. Amén.
SALMODIA
Ant 1. ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
Salmo 41 - DESEO DEL SEÑOR Y ANSIAS DE CONTEMPLAR EL TEMPLO
Como busca la cierva
corrientes de agua,
así mi alma te busca
a ti, Dios mío;
tiene sed de Dios,
del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios?
Las lágrimas son mi pan
noche y día,
mientras todo el día me repiten:
«¿Dónde está tu Dios?»
Recuerdo otros tiempos,
y mi alma desfallece de tristeza:
cómo marchaba a la cabeza del grupo,
hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta.
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»
Cuando mi alma se acongoja,
te recuerdo,
desde el Jordán y el Hermón
y el Monte Menor.
Una sima grita a otra sima
con voz de cascadas:
tus torrentes y tus olas
me han arrollado.
De día el Señor
me hará misericordia,
de noche cantaré la alabanza
del Dios de mi vida.
Diré a Dios: Roca mía,
¿por qué me olvidas?
¿Por qué voy andando sombrío,
hostigado por mi enemigo?
Se me rompen los huesos
por las burlas del adversario;
todo el día me preguntan:
«¿Dónde está tu Dios?»
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¿Cuándo entraré a ver el rostro de
Dios?
Ant 2. Muéstranos, Señor, tu gloria y tu
compasión.
Cántico: SÚPLICA EN FAVOR DE LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN Sir. 36,
1-7. 13-16
Sálvanos, Dios del universo,
infunde tu terror a todas las naciones;
amenaza con tu mano al pueblo extranjero,
para que sienta tu poder.
Como les mostraste tu santidad al castigarnos,
muéstranos así tu gloria castigándolos a ellos:
para que sepan, como nosotros lo sabemos,
que no hay Dios fuera de ti.
Renueva los prodigios, repite los portentos,
exalta tu mano, robustece tu brazo.
Reúne a todas las tribus de Jacob
y dales su heredad como antiguamente.
Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre,
de Israel, a quien nombraste tu primogénito.
Ten compasión de tu ciudad santa,
de Jerusalén, lugar de tu reposo.
Llena a Sión de tu majestad
y al templo de tu gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Muéstranos, Señor, tu gloria y tu
compasión.
Ant 3. Bendito eres, Señor, en la bóveda
del cielo.
SALMO 18 A - ALABANZA AL DIOS CREADOR DEL UNIVERSO.
El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo murmura.
Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.
Allí le ha puesto su tienda al sol:
él sale como el esposo de su alcoba,
contento como un héroe, a recorrer su camino.
Asoma por un extremo del cielo,
y su órbita llega al otro extremo:
nada se libra de su calor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Bendito eres, Señor, en la bóveda
del cielo.
LECTURA BREVE Is 61, 10
Desbordo de gozo en el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un
traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como a una novia que se
adorna con sus joyas.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor la eligió y la predestinó.
R. El Señor la eligió y la predestinó.
V. La hizo morar en su templo santo.
R. Y la predestinó.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. El Señor la eligió y la predestinó.
V. Enséñame,
Señor, a caminar con lealtad.
R. Porque tú eres mi Dios y Salvador.
PRIMERA LECTURA
De la carta a los Filipenses 1, 12-26
CUALQUIER CIRCUNSTANCIA ES APTA PARA QUE CRISTO
SEA GLORIFICADO
Quiero que sepáis, hermanos, que mi situación
actual ha contribuido, más que otra cosa, al progreso del Evangelio; tanto que
en todo el pretorio y fuera de él se ha hecho público que estoy encadenado por
Cristo. Debido a esto, la mayor parte de los hermanos, cobrando confianza en el
Señor por mis cadenas, redoblan su intrepidez para predicar sin miedo la
palabra de Dios. Es cierto que algunos van predicando a Cristo movidos por
envidia y espíritu de rivalidad, pero otros lo hacen con nobleza de
sentimientos. Éstos lo hacen movidos por la caridad, sabiendo que estoy puesto
por Dios para defensa del Evangelio; pero aquéllos lo hacen por rivalidad, con
intenciones torcidas, pensando que añaden mayor aflicción a mis cadenas.
Pero ¿qué importa? Como quiera que sea, con malas o buenas intenciones, Cristo
es predicado, y yo me alegro y me alegraré. Sé que esto redundará en provecho mío,
debido a vuestra oración y a la asistencia del Espíritu de Jesucristo. Tengo la
firme esperanza de que en ningún caso he de fracasar, y que con toda seguridad,
ahora como siempre, Cristo será enaltecido en mí, ya sea por mi vida o ya sea
por mi muerte. Que para mí la vida es Cristo, y la muerte una ganancia.
Pero si el vivir esta vida mortal supone para mí una labor fructífera, ¿qué voy
a escoger? No lo sé. Me encuentro en esta alternativa: por un lado, ansío
partir para estar con Cristo, que, sin duda alguna, es lo mejor para mí; pero,
por otro, comprendo que quedarme en esta vida es más provechoso para vosotros.
Convencido como estoy de esto, sé que me quedaré y estaré con todos vosotros
para vuestro progreso y júbilo en la fe. Así os procuraré, por mi nueva
presencia entre vosotros, nuevos motivos de gloria en Cristo Jesús.
RESPONSORIO Flp 1, 20-21
R. Tengo la
firme esperanza de que en ningún caso he de fracasar, y que con toda seguridad,
ahora como siempre, * Cristo
será enaltecido en mí, ya sea por mi vida o ya sea por mi muerte.
V. Para mí la vida es Cristo, y la muerte una
ganancia.
R. Cristo será enaltecido en mí, ya sea por mi
vida o ya sea por mi muerte.
SEGUNDA LECTURA
De las obras oratorias de Bossuet, obispo de
Meaux, sobre la bienaventurada Virgen María
(Sermón sobre la fiesta del escapulario: Oeuvres oratoires, edición Lebarq,
Desclée de Brouver 1926, I, 388-389)
MARÍA, MADRE DE LA IGLESIA
La santa Virgen María es la verdadera Eva, la
verdadera madre de todos los vivientes. Vivid, vivid, y María será vuestra
madre. Pero vivid de Jesucristo y por Jesucristo, porque incluso María tiene
vida únicamente de Jesucristo y por Jesucristo.
La maternidad de la santa Virgen es una realidad innegable. Por otra parte, que
María sea madre de los cristianos es algo que no puede ser más oportuno; éste
fue también el designio de Dios, revelado ya desde el paraíso. Pero para que
esta realidad penetre más profundamente en vuestros corazones, debéis admirar
el modo como este designio de Dios llegó a cumplimiento en el Evangelio de
nuestro Salvador, contemplando cómo Jesús quiso asociar a sí a la santa Virgen
al engendrarnos por medio del alumbramiento de su sangre, que siempre tan
fértil, produjo frutos agradables al Padre.
En aquella ocasión, san Juan representaba la universalidad de los fieles.
Entended mi raciocinio: todos los demás discípulos del Salvador abandonaron a
Jesús. Dios permitió que esto sucediera así para que comprendiéramos que son
pocos los que siguen a Jesús hasta su cruz.
Así, pues, habiéndose dispersado todos los demás discípulos, la providencia
quiso que, junto al Dios que moría, no permaneciera sino Juan, el discípulo
amado. Él fue el único, él, el verdadero fiel; porque únicamente es verdadero
fiel de Jesús el que le sigue hasta la cruz. Y fue así como este único fiel
representó a todos los fieles. Por consiguiente, cuando Jesucristo, hablando a
su Madre, le dice que Juan es su hijo, no penséis que considera a san Juan como
un hombre particular: en la persona de Juan entrega a María todos sus
discípulos, todos sus fieles, todos los herederos de la nueva alianza, todos
los hijos de su cruz.
Por esto, precisamente, llama a María «Mujer»; con esta expresión quería
significar «Mujer por excelencia, Mujer elegida singularmente para ser la madre
del pueblo elegido». «Oh Mujer, oh nueva Eva —le dice—, ahí tienes a tu hijo;
por tanto, Juan y todos los fieles a quienes él representa son tus hijos. Juan
es mi discípulo, mi discípulo amado; recibe, pues, en su persona a todos los
cristianos, porque aquí Juan los representa a todos, ya que todos ellos son,
como lo es Juan, mis discípulos, mis discípulos amados.» Esto es lo que el
Salvador quería significar a su santa Madre.
Y lo que más importante se me antoja en este hecho es que Jesús dirija estas
palabras a María desde la cruz. Porque en la cruz es donde el Hijo de Dios nos
dio la vida y nos engendró a la gracia por la fuerza de su sangre derramada por
nosotros. Y es precisamente desde la cruz desde donde significa a la purísima
virgen María que ella es madre de Juan y madre de todos los fieles. Mujer, ahí
tienes a tu hijo, le dice. En estas palabras contemplo al nuevo Adán que, al
engendrarnos por su muerte, asocia a la nueva Eva, su santa Madre, en la
generación, casta y misteriosa, de los hijos del nuevo Testamento.
RESPONSORIO Jn 19, 26; cf. Gn 3,
20
R. «Mujer, ahí
tienes a tu hijo», dijo Jesús a su madre; luego dijo al discípulo: * «Ahí
tienes a tu madre.»
V. Se llamará nueva Eva, por ser la madre de todos
los vivientes.
R. Ahí tienes a tu madre.
*Bienaventurada
Virgen María Madre de la Iglesia*
Lunes,
6 de junio 2022
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Juan (19,25-34)*
25 Junto
a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de
Clopás, y María Magdalena.
26 Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien
amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.»
27 Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde
aquella hora el discípulo la acogió en su casa.
28 Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido,
para que se cumpliera la Escritura, dice: «Tengo sed.»
29 Había allí una vasija llena de vinagre. Sujetaron a una rama
de hisopo una esponja empapada en vinagre y se la acercaron a la boca.
30 Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo: «Todo está cumplido.» E
inclinando la cabeza entregó el espíritu.
31 Los judíos, como era el día de la Preparación, para que no
quedasen los cuerpos en la cruz el sábado - porque aquel sábado era muy solemne
- rogaron a Pilato que les quebraran las piernas y los retiraran.
32 Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas del
primero y del otro crucificado con él.
33 Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le
quebraron las piernas,
34 sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una
lanza y al instante salió sangre y agua.
Palabra
del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Te glorificamos, santa Madre de Dios, porque al concebir en tu
seno virginal al Hijo de Dios y al darlo a luz al mundo, preparaste el
nacimiento de la Iglesia, que hoy por ello te aclama como madre.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Te glorificamos, santa Madre de
Dios, porque al concebir en tu seno virginal al Hijo de Dios y al darlo a luz
al mundo, preparaste el nacimiento de la Iglesia, que hoy por ello te aclama
como madre.
PRECES
Elevemos nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María
Virgen, y digámosle:
Que tu santa Madre, Señor, interceda por nosotros.
Salvador del mundo, tú que con la eficacia de tu redención preservaste a tu
Madre de toda mancha de pecado,
líbranos también a nosotros de toda culpa.
Redentor nuestro, tú que hiciste de la inmaculada Virgen María tabernáculo
purísimo de tu presencia y sagrario del Espíritu Santo,
haz también de nosotros templos de tu Espíritu.
Palabra eterna del Padre, que enseñaste a María a escoger la parte mejor,
ayúdanos a imitarla y a buscar el alimento que perdura hasta la vida eterna.
Rey de reyes, que elevaste contigo a tu Madre en cuerpo y alma al cielo,
haz que aspiremos siempre a los bienes celestiales.
Señor del cielo y de la tierra, que has colocado a tu derecha a María reina,
danos el gozo de tener parte en su gloria.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Según el mandato del Señor, digamos confiadamente:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, Padre de misericordia, cuyo Hijo, clavado en la cruz,
proclamó como Madre nuestra a su Madre, santa María virgen, concédenos por su
mediación amorosa, que tu Iglesia, cada día más fecunda, se llene de gozo por
la santidad de sus hijos, y atraiga a su seno a todos los pueblos. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: CABEZA Y CUERPO
Cabeza y Cuerpo, Cristo forma un todo,
Hijo de Dios e Hijo de María:
un Hijo en quien se juntan muchos hijos:
en su Madre ya la Iglesia se perfila.
Una y otra son madres y son vírgenes,
una y otra conciben del Espíritu,
una y otra sin mancha ni pecado,
al Padre celestial engendran hijos.
María le da al Cuerpo la Cabeza,
la Iglesia a la Cabeza le da el Cuerpo:
una y otra son madre del Señor,
ninguna sin la otra por entero.
Gloria a la Trinidad inaccesible
que ha querido morar entre nosotros,
en María, en la Iglesia, en nuestra alma,
para llenarnos de su eterno gozo. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Eres el más bello de los hombres, en tus labios se derrama la
gracia.
Salmo 44 I - LAS NUPCIAS DEL REY.
Me brota del corazón un poema bello,
recito mis versos a un rey;
mi lengua es ágil pluma de escribano.
Eres el más bello de los hombres,
en tus labios se derrama la gracia,
el Señor te bendice eternamente.
Cíñete al flanco la espada, valiente:
es tu gala y tu orgullo;
cabalga victorioso por la verdad y la justicia,
tu diestra te enseñe a realizar proezas.
Tus flechas son agudas, los pueblos se te rinden,
se acobardan los enemigos del rey.
Tu trono, ¡oh Dios!, permanece para siempre;
cetro de rectitud es tu cetro real;
has amado la justicia y odiado la impiedad:
por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido
con aceite de júbilo entre todos tus compañeros.
A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,
desde los palacios de marfiles te deleitan las arpas.
Hijas de reyes salen a tu encuentro,
de pie a tu derecha está la reina
enjoyada con oro de Ofir.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Eres el más bello de los hombres,
en tus labios se derrama la gracia.
Ant 2. Llega el esposo, salid a recibirlo.
Salmo 44 II
Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna:
prendado está el rey de tu belleza,
póstrate ante él, que él es tu señor.
La ciudad de Tiro viene con regalos,
los pueblos más ricos buscan tu favor.
Ya entra la princesa, bellísima,
vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,
la siguen sus compañeras:
las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.
«A cambio de tus padres tendrás hijos,
que nombrarás príncipes por toda la tierra.»
Quiero hacer memorable tu nombre
por generaciones y generaciones,
y los pueblos te alabarán
por los siglos de los siglos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Llega el esposo, salid a recibirlo.
Ant 3. Dios proyectó hacer que todas las
cosas tuviesen a Cristo por cabeza, cuando llegase el momento culminante.
Cántico: EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
El nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dios proyectó hacer que todas las
cosas tuviesen a Cristo por cabeza, cuando llegase el momento culminante.
LECTURA BREVE Ga 4, 4-5
Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo,
nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo
la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.
RESPONSORIO BREVE
V. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
R. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está
contigo.
V. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto
de tu vientre.
R. El Señor está contigo.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está
contigo.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. ¡Santa Madre de Dios, gloriosa Virgen María, que junto a la cruz
de tu Hijo fuiste constituida Madre de todos los fieles! Intercede por la
Iglesia y muestra tu favor a este pueblo que confía en tu protección.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¡Santa Madre de Dios, gloriosa
Virgen María, que junto a la cruz de tu Hijo fuiste constituida Madre de todos
los fieles! Intercede por la Iglesia y muestra tu favor a este pueblo que
confía en tu protección.
PRECES
Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso
que todas las generaciones felicitaran a María, la madre de su Hijo, y
supliquémosle diciendo:
Que la llena de gracia interceda por nosotros.
Tú que hiciste de María la madre de misericordia,
haz que los que viven en peligro o están tentados sientan su protección
maternal.
Tú que encomendaste a María la misión de madre de familia en el hogar de Jesús
y de José,
haz que por su intercesión todas las madres fomenten en sus hogares el amor y
la santidad.
Tú que fortaleciste a María cuando estaba al pie de la cruz y la llenaste de
gozo en la resurrección de su Hijo,
levanta y robustece la esperanza de los decaídos.
Tú que hiciste que María meditara tus palabras en su corazón y fuera tu esclava
fiel,
por su intercesión haz de nosotros siervos fieles y discípulos dóciles de tu
Hijo.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que coronaste a María como reina del cielo,
haz que los difuntos puedan alcanzar con todos los santos la felicidad de tu
reino.
Según el mandato del Señor, digamos confiadamente:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, Padre de misericordia, cuyo Hijo, clavado en la cruz,
proclamó como Madre nuestra a su Madre, santa María virgen, concédenos por su
mediación amorosa, que tu Iglesia, cada día más fecunda, se llene de gozo por
la santidad de sus hijos, y atraiga a su seno a todos los pueblos. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.