*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para
bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos,
perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para
que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser
escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
*La Anunciación de la Santísima Virgen María*
*TIEMPO DE
CUARESMA*
*25 de marzo*
*LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR. (SOLEMNIDAD)*
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Adoremos al que es la Palabra y se ha hecho
carne por nosotros.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Adoremos al que es la Palabra y se ha hecho
carne por nosotros.
Himno: QUE HOY BAJÓ DIOS A LA TIERRA
Que hoy bajó Dios a la tierra
es cierto; pero más cierto
es que, bajando a María,
bajó Dios a mejor cielo.
Conveniencia fue de todos
este divino misterio,
pues el hombre, de fortuna,
y Dios mejoró de asiento.
Su sangre le dio María
a logro, porque a su tiempo
la que recibe encarnando
restituya redimiendo.
Un arcángel a pedir
bajo su consentimiento,
guardándole, en ser rogada,
de reina sus privilegios.
¡Oh grandeza de María,
que cuanto usa el Padre eterno
de dominio con su Hijo,
use con ella de ruego!
A estrecha cárcel reduce
de su grandeza lo inmenso
y en breve morada cabe
quien sólo cabe en sí mismo. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Fue enviado el ángel Gabriel a una virgen desposada con un hombre
llamado José.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti
madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Fue enviado el ángel Gabriel a una virgen
desposada con un hombre llamado José.
Ant 2. Bendita tú entre las mujeres y bendito el
fruto de tu vientre.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al
Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto
de tu vientre.
Ant 3. Con su consentimiento la Virgen concibió y,
permaneciendo virgen, dio a luz al Salvador.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Con su consentimiento la Virgen concibió y,
permaneciendo virgen, dio a luz al Salvador.
LECTURA BREVE Flp 2, 6-7
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios, al contrario, se anonadó a sí mismo, y
tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos.
RESPONSORIO BREVE
V. Alégrate,
María, llena de gracia, el Señor está contigo.
R. Alégrate,
María, llena de gracia, el Señor está contigo.
V. Bendita
tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
R. El
Señor está contigo.
V. Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Alégrate,
María, llena de gracia, el Señor está contigo.
V. La
Palabra se hizo carne.
R. Y puso su morada entre nosotros.
PRIMERA LECTURA
Del primer libro de las Crónicas 17, 1-15
PROFECÍA SOBRE EL HIJO DE DAVID
En aquellos días, morando ya David en su
casa, dijo a Natán, profeta:
«Mira, yo habito en una casa de cedro, mientras el arca de la alianza del Señor
está bajo pieles.» Respondió Natán a David:
«Haz todo cuanto tienes en tu corazón, porque Dios está contigo.»
Pero aquella misma noche vino la palabra de Dios a Natán en estos términos:
«Vete y di a mi siervo David:
"Así dice el Señor: No serás tú quien me edifique casa para que habite yo
en ella. Pues no he habitado en casa alguna desde el día en que hice subir a
los hijos de Israel hasta el día de hoy; sino que he andado de tienda en tienda
y de morada en morada. En todo el tiempo que he ido de un lado para otro con
todo Israel, ¿he dicho acaso a alguno de los jueces de Israel, a los que mandé
me apacentaran a mi pueblo: 'Por qué no me edificáis una casa de cedro'?"
Di, pues, esto a mi siervo David:
"Así habla el Señor de los ejércitos: Yo te he sacado del campo, de detrás
del rebaño, para que seas caudillo de mi pueblo Israel. He estado contigo en
todas tus empresas, he eliminado a todos tus enemigos de delante de ti Y voy a
hacerte un nombre grande como el nombre de los grandes de la tierra. Fijaré un
lugar a mi pueblo Israel, y lo plantaré allí para que more en él; no será ya
perturbado, y los malhechores no seguirán oprimiéndolo como al principio, y
como en los días en que instituí Jueces sobre mi pueblo Israel. Someteré a
todos tus enemigos. Yo te haré grande y el Señor te edificará una casa. Cuando
se cumplan tus días para ir con tus padres, afirmaré después de ti la
descendencia que saldrá de tus entrañas y consolidaré su reino. Él me edificará
una casa y yo afirmaré su trono para siempre. Yo seré para él un padre, y él
será para mí un hijo, y no apartaré de él mi amor, como lo aparté de aquel que
fue antes de ti. Yo lo estableceré en mi casa y en mi reino para siempre, y su
trono estará firme eternamente."»
Conforme a todas estas palabras, y conforme a toda esta visión, habló Natán a
David.
RESPONSORIO Cf. Lc 1, 26-32
R. Fue
enviado el ángel Gabriel a una virgen desposada con un hombre llamado José,
para anunciarle el mensaje; y se turbó la Virgen ante su resplandor. «No temas,
María, porque has hallado gracia a los ojos de Dios: * concebirás y darás a luz un hijo,
el cual será llamado Hijo del Altísimo».
V. Alégrate,
María, llena de gracia, el Señor está contigo.
R. Concebirás
y darás a luz un hijo, el cual será llamado Hijo del Altísimo.
SEGUNDA LECTURA
De las Cartas de san León Magno, papa
(Carta 28, a Flaviano, 3-4: PL 54, 763-767)
EL MISTERIO DE NUESTRA RECONCILIACIÓN
La majestad asume la humildad, el poder
la debilidad, la eternidad la mortalidad; y, para saldar la deuda contraída por
nuestra condición pecadora, la naturaleza invulnerable se une a la naturaleza
pasible; de este modo, tal como convenía para nuestro remedio, el único y mismo
mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también él, pudo ser a
la vez mortal e inmortal, por la conjunción en él de esta doble condición.
El que es Dios verdadero nace como hombre verdadero, sin que falte nada a la
integridad de su naturaleza humana, conservando la totalidad de la esencia que
le es propia y asumiendo la totalidad de nuestra esencia humana. Y, al decir
nuestra esencia humana, nos referimos a la que fue plasmada en nosotros por el
Creador, y que él asume para restaurarla.
Esta naturaleza nuestra quedó viciada cuando el hombre se dejó engañar por el
maligno, pero ningún vestigio de este vicio original hallamos en la naturaleza
asumida por el Salvador. Él, en efecto, aunque hizo suya nuestra misma
debilidad, no por esto se hizo partícipe de nuestros pecados.
Tomó la condición de esclavo, pero libre de la sordidez del pecado,
ennobleciendo nuestra humanidad sin mermar su divinidad, porque aquel
anonadamiento suyo -por el cual, él, que era invisible, se hizo visible, y él,
que es el Creador y Señor de todas las cosas, quiso ser uno más entre los
mortales- fue una dignación de su misericordia, no una falta de poder. Por
tanto, el mismo que, permaneciendo en su condición divina, hizo al hombre es el
mismo que se hace él mismo hombre, tomando la condición de esclavo.
Y, así, el Hijo de Dios hace su entrada en la bajeza de este mundo, bajando
desde el trono celestial, sin dejar la gloria que tiene junto al Padre, siendo
engendrado en un nuevo orden de cosas.
En un nuevo orden de cosas, porque el que era invisible por su naturaleza se
hace visible en la nuestra, el que era inaccesible a nuestra mente quiso
hacerse accesible, el que existía antes del tiempo empezó a existir en el
tiempo, el Señor de todo el universo, velando la inmensidad de su majestad,
asume la condición de esclavo, el Dios impasible e inmortal se digna hacerse
hombre pasible y sujeto a las leyes de la muerte.
El mismo que es Dios verdadero es también hombre verdadero, y en él, con toda
verdad, se unen la pequeñez del hombre y la grandeza de Dios.
Ni Dios sufre cambio alguno con esta dignación de su piedad, ni el hombre queda
destruido al ser elevado a esta dignidad. Cada una de las dos naturalezas
realiza sus actos propios en comunión con la otra, a saber, la Palabra realiza
lo que es propio de la Palabra, y la carne lo que es propio de la carne.
En cuanto que es la Palabra, brilla por sus milagros; en cuanto que es carne,
sucumbe a las injurias. Y así como la Palabra retiene su gloria igual al Padre,
así también su carne conserva la naturaleza propia de nuestra raza.
La misma y única persona, no nos cansaremos de repetirlo, es verdaderamente
Hijo de Dios y verdaderamente hijo del hombre. Es Dios, porque ya al comienzo
de las cosas existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era
Dios; es hombre, porque la Palabra se hizo carne y puso su morada entre
nosotros.
RESPONSORIO Cf. Lc 1, 31. 42
R. Recibe
la palabra, Virgen María, que el Señor te anuncia por medio del ángel:
concebirás y darás a luz al Dios hecho hombre, * para que te llamen bendita entre
las mujeres.
V. Darás
a luz un hijo sin perder tu virginidad, concebirás en tu seno y serás madre
siempre intacta.
R. Para
que te llamen bendita entre las mujeres.
*Lecturas del Anunciación del
Señor*
*Lectura del santo evangelio según
san Lucas (1,26-38)*
A los seis meses, el ángel Gabriel fue
enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen
desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se
llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor
está contigo.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios.
Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.
Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de
David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no
tendrá fin.»
Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del
Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará
Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido
un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada
hay imposible.»
María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu
palabra.»
Y la dejó el ángel.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Por el gran amor con que Dios nos amó nos envió a su Hijo en
semejanza de carne de pecado.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Por el gran amor con que Dios nos amó nos
envió a su Hijo en semejanza de carne de pecado.
PRECES
Al celebrar en este día de la
Anunciación los comienzos de la salvación de los hombres, llenos de alegría,
oremos, diciendo:
Que la santa Madre de Dios interceda por nosotros.
Señor, haz que recibamos a nuestro Salvador
con la misma alegría con que María recibió alegre el anuncio del ángel.
Tú que miraste la humillación de tu esclava,
acuérdate también de nosotros y socórrenos.
Que sepamos conformarnos siempre a tu voluntad,
como María, la nueva Eva, se sometió siempre a tu palabra.
Que santa María socorra a los pobres, levante a los decaídos, consuele a los
tristes,
interceda por las vírgenes, por las madres y esposas, y por todas las jóvenes y
niñas.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Según el mandato del Señor, digamos confiadamente:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios nuestro, que quisiste que tu
Verbo se hiciera hombre en el seno de la Virgen María, concede a quienes
proclamamos que nuestro Redentor es realmente Dios y hombre que lleguemos a ser
partícipes de su naturaleza divina. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos
de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
*La Anunciación de la Santísima Virgen María*
Esta
gran fiesta tomó su nombre de la buena nueva anunciada por el arcángel Gabriel
a la Santísima Virgen María, referente a la Encarnación del Hijo de Dios. Era
el propósito divino dar al mundo un Salvador, al pecador una víctima de
propiciación, al virtuoso un modelo, a esta doncella -que debía permanecer
virgen- un Hijo y al Hijo de Dios una nueva naturaleza humana capaz de sufrir
el dolor y la muerte, afín de que El pudiera satisfacer la justicia de Dios por
nuestras transgresiones.
El
mundo no iba a tener un Salvador hasta que Ella hubiese dado su consentimiento
a la propuesta del ángel. Lo dio y he aquí el poder y la eficacia de su Fíat.
En ese momento, el misterio de amor y misericordia prometido al género humano
miles de años atrás, predicho por tantos profetas, deseado por tantos santos,
se realizó sobre la tierra. En ese instante el alma de Jesucristo producida de la
nada empezó a gozar de Dios y a conocer todas las cosas, pasadas, presentes y
futuras; en ese momento Dios comenzó a tener un adorador infinito y el mundo un
mediador omnipotente y, para la realización de este gran misterio, solamente
María es acogida para cooperar con su libre consentimiento.
*San Dimas*
Sólo
poseemos noticias ciertas acerca de su muerte y de su solemne canonización -por
parte del mismo Jesucristo-, no repetida en la historia de la Santidad.
"Y
con Él crucificaron dos ladrones, uno a la derecha y otro a la izquierda de Él.
Y fue cumplida la Escritura que dice: Y fue contado entre los inicuos.
"Uno
de los malhechores le insultaba diciendo: ¿No eres Tú el Mesías? Sálvate a Ti
mismo y a nosotros.
"Más
el otro, respondiendo, le reconvenía diciendo: ¿Ni siquiera temes tú a Dios
estando en el mismo suplicio? Nosotros, la verdad, lo estamos justamente, pues
recibimos el justo pago de lo que hicimos; mas Éste nada ha hecho; y decía a
Jesús Acuérdate de mí cuando vinieres en la gloria de tu realeza.
"Díjole:
En verdad te digo, que hoy estarás conmigo en el Paraíso" (Marcos 17, 27s.
y Lucas 23, 39-43).
Como
hemos indicado al principio, nada más sabemos de San Dimas con certeza
histórica, pues son unas actas, aunque muy antiguas, apócrifas las que
iniciaron la leyenda sobre el mismo, que todos hemos oído relatar alguna vez.
La
Sagrada Familia, según nos narra la Biblia, se vio obligada a huir a Egipto,
debido al peligro que corría la vida de Jesús, por la persecución de los niños
menores de dos años que Herodes el Grande había decretado.
En
cierta ocasión en que los soldados del rey -y empieza aquí la narración
apócrifa- estaban sobre la pista de la Familia Santa, y cuando ya les andaban
muy cerca, José y María encontraron una casa en la que fácilmente se podrían
esconder, si les dejaban entrar.
Esta
casa era la que habitaba Dimas con los suyos. José les pide que los escondan,
pues los soldados del rey con sus caballos, mucho más veloces que el sencillo
borrico que montan, ya casi les dan alcance. Pero los habitantes de aquella
casa se niegan a ello.
En este
momento sale el joven Dimas, que seguramente por su carácter y decisión gozaba
entre sus camaradas de gran autoridad, y dispone que se queden y les esconde en
un lugar tan oculto que la policía romana no consigue descubrirlos, ni puede
detenerlos. Jesús promete a Dimas, agradecido, que su acto no quedará sin
recompensa, y le anuncia que volverán a verse en otra ocasión y aún en peores
condiciones, y entonces será Él, Cristo, quien ayudará a su benigno protector.
De este
modo terminan su narración las actas apócrifas. Explicación suficiente, sin
embargo, para observar en ella una diferencia total entre las leyendas
atribuidas a Jesús, y la sobriedad evangélica, aun en los momentos más sublimes
en que para confirmar su doctrina, Jesucristo obra algunos de sus milagros. Por
esta razón nos ceñiremos a continuación al relato evangélico, Palabra Viva, que
nos conduce a importantes enseñanzas.
¿A qué
fue debida la conversión de Dimas, un ladrón, un malhechor, que seguramente en
toda su vida no había visto a Jesús, aunque hubiera oído hablar de Él, como de
alguien grande, misteriosamente poderoso y enigmático para muchos?
Porque
en la cruz, Dimas se nos presenta ya convertido, como creyente en la divinidad
de Cristo: "¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo
suplicio?".
Un
autor moderno atribuye la conversión de Dimas a la mirada de Jesucristo, la
mirada clara de Cristo; en su cara abofeteada, escupida y demacrada, la mirada
que había obrado tantos prodigios y que convertía al que se adentraba en ella
con corazón limpio, en seguidor y discípulo...
Y el
corazón de Dimas debía ser limpio, a pesar de todos sus delitos. Inclinado al
robo quizá por circunstancias externas, circunstancias tal vez de tipo social,
había sabido conservar, empero, cierto cariño a los que le rodeaban, y un
respeto sincero a sus padres y a las vidas de los demás.
Y Dios,
por la Sangre de su Hijo que estaba a punto de derramarse, le premiaba lo bueno
que había hecho y le perdonaba lo malo. Y en su Amor insondable -Dios es Amor-
le había concedido las gracias suficientes y necesarias para aquel acto
profundo de fe.
Y a
continuación el gran acto de sometimiento a la Voluntad de Dios y a la justicia
de los hombres: "Nosotros, la verdad, lo estamos justamente, pues
recibimos el justo pago de lo que hicimos"; y después, en aquellos
momentos solemnes, alrededor de los cuales gira toda la Historia, quiera el
hombre reconocerlo o no, la petición confiada, anhelante a su Dios, que por él,
con él y también por nosotros moría en una cruz: "Acuérdate de mí, cuando
vinieres en la gloria de tu realeza".
Y de
labios del mismo Cristo oye Dimas las palabras santificadoras: "En verdad
te digo que hoy estarás conmigo en el Paraíso".
He aquí
un Santo original: hasta poco antes de morir, un ladrón, un malhechor, de
familia seguramente innoble, sin ningún milagro en su haber, que puede ser,
para nosotros, un magnífico tema de profunda meditación.
II
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor,
date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: HOY ES DEL DIVINO AMOR
Hoy es del divino amor
la encarnación amorosa,
fineza que es tan costosa
que a las demás da valor.
¿Qué bien al mundo no ha dado
la encarnación amorosa,
si aun la culpa fue dichosa
por haberla ocasionado?
Ni ella sola ser podía
causa, que, si se repara,
para que Dios encarnara
bastaba sólo María.
Aunque de ser encarnado
pudo ser doble el motivo:
de todos por compasivo,
de ella por enamorado.
Y así al bajar este día
al suelo por varios modos,
fue por la culpa de todos
y la gracia de María. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El ángel del Señor anunció a María, y
concibió por obra del Espíritu Santo.
Salmo 109, 1-5. 7 EL MESÍAS, REY Y
SACERDOTE
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El
ángel del Señor anunció a María, y concibió por obra del Espíritu Santo.
Ant 2. No
temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu seno y
darás a luz un hijo; y se llamará Hijo del Altísimo.
Salmo 129 - DESDE LO HONDO A TI GRITO,
SEÑOR.
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. No
temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu seno y
darás a luz un hijo; y se llamará Hijo del Altísimo.
Ant 3. Aquí
está la esclava del Señor, hágase en mí según su palabra.
Cántico: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE
TODA CREATURA Y PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS. Cf. Col 1, 12-20
Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda creatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aquí
está la esclava del Señor, hágase en mí según su palabra.
LECTURA BREVE 1Jn 1, 1-3a
Lo que existía desde un principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con
nuestros ojos, lo que contemplamos y lo que tocaron nuestras manos acerca de la
Palabra de vida (porque la vida se ha manifestado, y nosotros hemos visto y
testificamos y os anunciamos esta vida eterna, la que estaba con el Padre y se
nos ha manifestado): lo que hemos visto y oído os lo anunciamos, a fin de que
viváis en comunión con nosotros.
RESPONSORIO BREVE
V. La Palabra se hizo carne, y puso su
morada entre nosotros.
R. La
Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros.
V. Ya
al principio estaba con Dios.
R. Y
puso su morada entre nosotros.
V. Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. La
Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El ángel Gabriel saludó a María,
diciendo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo, bendita tú entre
las mujeres.»
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL
SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El
ángel Gabriel saludó a María, diciendo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor
está contigo, bendita tú entre las mujeres.»
PRECES
Acudamos a Dios Padre, que por medio del
ángel anunció hoy a María su designio de salvarnos, y digámosle confiados:
Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros.
Tú que elegiste a la Virgen María para madre de tu Hijo,
ten piedad de todos los que esperamos la redención de Jesucristo.
Tú que por boca de Gabriel anunciaste a María el gozo y la paz,
concede a todo el mundo la alegría de la salvación y el don de una nueva paz
verdadera.
Tú que por la aceptación de María y por obra del Espíritu Santo hiciste que tu
Verbo habitara entre nosotros,
haz que nosotros recibamos siempre a Cristo como lo recibió María.
Tú que enalteces a los humildes y a los pobres los colmas de bienes,
conforta a los que se sienten abatidos, socorre a los necesitados y ayuda a los
moribundos.
Se pueden añadir algunas intenciones
libres
Tú que eres el único que realizas maravillas y el Dios para quien nada hay
imposible,
resucita a los cuerpos muertos en el último día.
Ya que Cristo al hacerse hombre nos ha hermanado a todos, digamos a nuestro
Padre común:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios nuestro, que quisiste que tu
Verbo se hiciera hombre en el seno de la Virgen María, concede a quienes
proclamamos que nuestro Redentor es realmente Dios y hombre que lleguemos a ser
partícipes de su naturaleza divina. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos
de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.