*LAS LAUDES
Y LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre;
limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina
mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y
devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia
de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
*San
Policarpo, obispo y mártir*
*Memoria
obligatoriaComún de mártires*
Salterio:
miércoles de la tercera semana
Policarpo,
discípulo de los apóstoles y obispo de Esmirna, dio hospedaje a Ignacio de
Antioquía. Hizo un viaje a Roma para tratar con el papa Aniceto la cuestión de
la fiesta de la Pascua. Sufrió el martirio hacia el año 155, siendo quemado
vivo en el estadio de la ciudad.
*Laudes*
Inicio
†
(se hace la
señal de la cruz sobre los labios mientras se dice:)
V/. -Señor,
Ábreme los labios.
R/. -Y mi boca proclamará tu alabanza.
Salmo
94: Invitación a la alabanza divina
Ant: Venid,
adoremos al Señor, rey de los mártires.
Animaos
los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy» (Hb 3,13)
Venid,
aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
-se repite la antífona
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
-se repite la antífona
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
-se repite la antífona
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
-se repite la antífona
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»
-se repite la antífona
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Venid,
adoremos al Señor, rey de los mártires.
Himno
Éstos que
van vestidos
de blancas vestiduras,
¿quiénes son, y de dónde han venido?
Todos éstos que ciñen llameantes laureles
han venido del fondo de la tribulación.
Todos éstos lavaron sus vestidos de boda
en los ríos de sangre del Cordero de Dios.
Éstos que van vestidos
de blancas vestiduras,
¿quiénes son, y de dónde han venido?
Son las gentes con hambre que jamás tendrán hambre,
los sedientos que nunca sentirán ya la sed.
Los abreva el Cordero con el agua de vida;
los asume en su muerte; resucitan con él.
Éstos que van vestidos
de blancas vestiduras,
¿quiénes son, y de dónde han venido?
Han venido del llanto para ser consolados;
han salido del fuego y han buscado el frescor.
El Señor les enjuga con sus manos las lágrimas,
con sus manos les guarda contra el fuego del sol.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Por los siglos. Amén.
Primer
Salmo
Salmo
85: Oración de un pobre ante las adversidades
Ant: Alegra el
alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti, Señor.
Bendito
sea Dios, que nos alienta en nuestras luchas (2Co 1,3.4)
Inclina
tu oído, Señor, escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti.
Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti;
porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.
En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual entre los dioses, Señor,
ni hay obras como las tuyas.
Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios.»
Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.
Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
por tu gran piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo.
Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti.
Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí.
Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava;
dame una señal propicia,
que la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Alegra el
alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti, Señor.
Cántico
AT
Isaías
33, 13-16: Dios juzgará con justicia
Ant: Dichoso
el hombre que camina por sendas de justicia y habla con rectitud.
La
promesa vale para vosotros y para vuestros hijos y para todos los que están
lejos (Hch 2,39)
Los
lejanos, escuchad lo que he hecho;
los cercanos, reconoced mi fuerza.
Temen en Sión los pecadores,
y un temblor agarra a los perversos:
"¿Quién de nosotros habitará un fuego devorador,
quién de nosotros habitará una hoguera perpetua?"
El que procede con justicia y habla con rectitud
y rehúsa el lucro de la opresión,
el que sacude la mano rechazando el soborno
y tapa su oído a propuestas sanguinarias,
el que cierra los ojos para no ver la maldad:
ése habitará en lo alto,
tendrá su alcázar en un picacho rocoso,
con abasto de pan y provisión de agua.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Dichoso
el hombre que camina por sendas de justicia y habla con rectitud.
Segundo
Salmo
Salmo
97: El Señor, juez vencedor
Ant: Aclamad
al Rey y Señor.
Este
salmo canta la primera venida del Señor y la conversión de las naciones (S.
Atanasio)
Cantad al
Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad:
tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor.
Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes
al Señor, que llega para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Aclamad
al Rey y Señor.
Lectura
Bíblica
2Co 1,3-5
¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de
misericordia y Dios del consuelo! Él nos alienta en nuestras luchas hasta el
punto de poder nosotros alentar a los demás en cualquier lucha, repartiendo con
ellos el ánimo que nosotros recibimos de Dios. Si los sufrimientos de Cristo
rebosan sobre nosotros, gracias a
Cristo
rebosa en proporción nuestro ánimo.
V/. Los justos viven eternamente.
R/. Los justos viven eternamente.
V/. Reciben de Dios su recompensa.
R/. Viven eternamente.
V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Los justos viven eternamente.
V/. La explicación de tus palabras
ilumina.
R/. Da inteligencia a los ignorantes.
Vanidad de
las riquezas
Qo 5,9-6,8
El codicioso no se harta de dinero, y el
avaro no lo aprovecha; también esto es vanidad. Aumentan los bienes y aumentan
los que se los comen, y lo único que saca el dueño es verlo con sus ojos. Dulce
es el sueño del obrero, coma mucho o coma poco; el que se harta de riquezas no
logra conciliar el sueño.
Hay un mal morboso que he observado bajo el
sol: riquezas guardadas que perjudican al dueño. En un mal negocio pierde sus
riquezas, y el hijo que le nació se queda con las manos vacías. Como salió del
vientre de su madre, así volverá: desnudo; y nada se llevará del trabajo de sus
manos. También esto es un mal morboso: tiene que irse igual que vino, y ¿qué
sacó de tanto trabajo? Viento. Toda su vida come en tinieblas, entre muchos
disgustos, enfermedades y rencores.
Ésta es mi conclusión: lo bueno y lo que vale
es comer y disfrutar, a cambio de lo que se fatiga el hombre bajo el sol los
pocos años que Dios le concede. Tal es su paga. Si a un hombre le concede Dios
bienes y riquezas y la capacidad de comer de ellas, de llevarse su porción y
disfrutar de sus trabajos, eso sí que es don de Dios. No pensará mucho en los
años de su vida si Dios le concede alegría interior.
Yo he visto bajo el sol una desgracia que
pesa sobre los hombres: Dios concedió a un hombre riquezas y bienes de fortuna,
sin que le falte nada de cuanto puede desear; pero Dios no le concede
disfrutarlas, porque un extraño las disfruta. Esto es vanidad y dolencia grave.
Supongamos que un hombre tiene cien hijos y
vive muchos años: si no puede saciarse de sus bienes, por muchos que sean sus
días, yo afirmo: «Mejor es un aborto, que llega en un soplo y se marcha a
oscuras, y la oscuridad encubre su nombre; no vio el sol ni se enteró de nada
ni recibe sepultura, pero descansa mejor que el otro. Y si no disfruta de la
vida, aunque viva dos veces mil años, ¿no van todos al mismo lugar?»
Toda la fatiga del hombre es para la boca, y
el estómago no se llena. ¿Qué ventaja le saca el sabio al necio, o al pobre el
que sabe manejarse en la vida?
R/. Aleja de mí falsedad y mentira,
Señor; no me des riqueza ni pobreza, concédeme mi ración de pan.
V/. Yo confío en ti, Señor, en tu
mano están mis azares.
R/. No me des riqueza ni pobreza,
concédeme mi ración de pan.
Como un
sacrificio enjundioso y agradable
De la carta de la Iglesia de Esmirna sobre el martirio de san Policarpo
(Cap.
13,2-15,2: Funk 1,297-299)
Preparada la hoguera, Policarpo se quitó
todos sus vestidos, se desató el ceñidor e intentaba también descalzarse, cosa
que antes no acostumbraba a hacer, ya que todos los fieles competían entre sí
por ser los primeros en tocar su cuerpo; pues, debido a sus buenas costumbres,
aun antes de alcanzar la palma del martirio, estaba adornado con todas las
virtudes.
Policarpo se encontraba en el lugar del
tormento rodeado de todos los instrumentos necesarios para quemar a un reo.
Pero, cuando le quisieron sujetar con los clavos, les dijo:
«Dejadme así, pues quien me da fuerza para
soportar el fuego me concederá también permanecer inmóvil en medio de la
hoguera sin la sujeción de los clavos.»
Por tanto, no le sujetaron con los clavos,
sino que lo ataron.
Ligadas las manos a la espalda como si fuera
una víctima insigne seleccionada de entre el numeroso rebaño para el
sacrificio, como ofrenda agradable a Dios, mirando al cielo, dijo:
«Señor, Dios todopoderoso, Padre de nuestro
amado y bendito Jesucristo, Hijo tuyo, por quien te hemos conocido; Dios de los
ángeles, de los arcángeles, de toda criatura y de todos los justos que viven en
tu presencia: te bendigo, porque en este día y en esta hora me has concedido
ser contado entre el número de tus mártires, participar del cáliz de Cristo y,
por el Espíritu Santo, ser destinado a la resurrección de la vida eterna en la
incorruptibilidad del alma y del cuerpo. ¡Ojalá que sea yo también contado
entre el número de tus santos como un sacrificio enjundioso y agradable, tal
como lo dispusiste de antemano, me lo diste a conocer y ahora lo cumples, oh
Dios veraz e ignorante de la mentira!
Por esto te alabo, te bendigo y te glorifico
en todas las cosas por medio de tu Hijo amado Jesucristo, eterno y celestial
Pontífice. Por él a ti, en unión con él mismo y el Espíritu Santo, sea la
gloria ahora y en el futuro, por los siglos de los siglos. Amén.»
Una vez que acabó su oración y hubo
pronunciado su «Amén», los verdugos encendieron el fuego.
Cuando la hoguera se inflamó, vimos un
milagro; nosotros fuimos escogidos para contemplarlo, con el fin de que lo
narrásemos a la posteridad. El fuego tomó la forma de una bóveda, como la vela
de una nave henchida por el viento, rodeando el cuerpo del mártir que,
colocándose en medio, no parecía un cuerpo que está abrasándose, sino como un
pan que está cociéndose, o como el oro o la plata que resplandecen en la
fundición. Finalmente, nos embriagó un olor exquisito, como si se estuviera
quemando incienso o algún otro preciado aroma.
R/. Al ángel de la Iglesia de Esmirna
escribe así: Esto dice el que es el primero y el último, el que estuvo muerto y
volvió a la vida: Conozco tus apuros y tu pobreza, y, sin embargo, eres rico.
Sé fiel hasta la muerte, y te daré la corona de la vida.
V/. No temas nada de lo que vas a
sufrir, porque el diablo va a meter a algunos de vosotros en la cárcel para
poneros a prueba.
R/. Sé fiel hasta la muerte, y te
daré la corona de la vida.
*Lecturas del Miércoles de la 7ª
semana del Tiempo Ordinario*
Miércoles, 23 de febrero de 2022
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san
Marcos (9,38-40)*
En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno
que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es
de los nuestros.»
Jesús respondió: «No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre
no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor
nuestro.»
Palabra del Señor
Cántico
Evangélico
Ant: Hace
ochenta y seis años que sirvo a Jesucristo, y de él sólo he recibido bienes;
¿cómo puedo maldecir a mi Rey y Salvador?
†
(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Hace
ochenta y seis años que sirvo a Jesucristo, y de él sólo he recibido bienes;
¿cómo puedo maldecir a mi Rey y Salvador?
Preces
Celebremos, amados hermanos, a
nuestro Salvador, el testigo fiel, y, al recordar hoy a los santos mártires que
murieron a causa de la palabra de Dios, aclamémoslo, diciendo:
Nos has comprado, Señor, con tu sangre
·
- Por la intercesión de los santos mártires, que entregaron
libremente su vida como testimonio de la fe,
concédenos, Señor, la verdadera libertad de espíritu.
·
- Por la intercesión de los santos mártires, que proclamaron la fe
hasta derramar su sangre,
concédenos, Señor, la integridad y la constancia de la fe.
·
- Por la intercesión de los santos mártires, que, soportando la cruz,
siguieron tus pasos,
concédenos, Señor, soportar con generosidad las contrariedades de la vida.
·
- Por la intercesión de los santos mártires, que lavaron su manto
en la sangre del Cordero,
concédenos, Señor, vencer las obras del mundo y de la carne.
Se pueden
añadir algunas intenciones libres.
Concluyamos
nuestra oración diciendo juntos las palabras de Jesús, nuestro Maestro:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea
tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los
que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Final
Dios de todas las criaturas, que te has dignado agregar a san
Policarpo, tu obispo, al número de los mártires, concédenos, por su
intercesión, participar con él en la pasión de Cristo, y resucitar a la vida
eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
Si el que preside no es un ministro ordenado, o en el rezo
individual:
†
(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V/. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.
San
Policarpo, obispo y mártir, memoria obligatoria
Común de
mártires
Salterio:
miércoles de la tercera semana
Policarpo,
discípulo de los apóstoles y obispo de Esmirna, dio hospedaje a Ignacio de
Antioquía. Hizo un viaje a Roma para tratar con el papa Aniceto la cuestión de
la fiesta de la Pascua. Sufrió el martirio hacia el año 155, siendo quemado
vivo en el estadio de la ciudad.
Vísperas
Inicio
†
(se hace la
señal de la cruz mientras se dice:)
V/. -Dios
mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya
Himno
Espíritus
sublimes, ¡oh mártires gloriosos!,
felices moradores de la inmortal Sión,
rogad por los que luchan en las batallas recias,
que alcancen la victoria y eterno galardón.
¡Oh mártires gloriosos de rojas vestiduras,
que brillan con eternos fulgores ante Dios!
Con vuestro riego crezca de Cristo la semilla,
y el campo de las mieses se cubra ya en sazón. Amén.
Primer
Salmo
Salmo
125: Dios, alegría y esperanza nuestra
Ant: Los que
sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.
Si sois
compañeros en el sufrir, también lo sois en el buen ánimo (2Co 1,7)
Cuando el
Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos».
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Los que
sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.
Segundo
Salmo
Salmo
126: El esfuerzo humano es inútil sin Dios
Ant: Que el
Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Sois
edificio de Dios (1Co 3,9)
Si el
Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en manos de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
No quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Que el
Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Cántico
NT
Colosenses
1,12-20: Himno a Cristo, primogénito de toda criatura y primer resucitado de
entre los muertos
Ant: Él es el
primogénito de toda criatura, es el primero en todo.
Damos gracias
a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de Él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por Él y para Él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en Él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
Porque en Él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por Él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Él es el
primogénito de toda criatura, es el primero en todo.
Lectura
Bíblica
1P 4,13-14
Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para
que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo. Si os ultrajan por el
nombre de Cristo, dichosos vosotros, porque el Espíritu de la gloria, el
Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros.
V/. Alegraos, justos, y gozad con el Señor.
R/. Alegraos, justos, y gozad con el Señor.
V/. Aclamadlo, los de corazón sincero.
R/. Y gozad con el Señor.
V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Alegraos, justos, y gozad con el Señor.
Cántico
Evangélico
Ant: Señor,
Dios todopoderoso, te bendigo porque me has hecho digno de ser contado entre el
número de tus mártires y de participar del cáliz de Cristo.
†
(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Señor,
Dios todopoderoso, te bendigo porque me has hecho digno de ser contado entre el
número de tus mártires y de participar del cáliz de Cristo.
Preces
A la misma hora en que el Rey de los mártires ofreció su vida, en
la última cena, y la entregó en la cruz, démosle gracias, diciendo:
Te glorificamos, Señor
·
- Porque nos amaste hasta el extremo, Salvador nuestro, principio
y origen de todo martirio:
Te glorificamos, Señor
·
- Porque no cesas de llamar a los pecadores arrepentidos para los
premios de tu reino:
Te glorificamos, Señor
·
- Porque has dado a la Iglesia, como sacrificio, la sangre de la
alianza nueva y eterna, derramada para el perdón de los pecados:
Te glorificamos, Señor
·
- Porque, con tu gracia, nos has dado perseverancia en la fe
durante el día que ahora termina:
Te glorificamos, Señor
·
- Porque has asociado a tu muerte a nuestros hermanos difuntos:
Te glorificamos, Señor
Se pueden añadir
algunas intenciones libres.
Llenos de
fe, invoquemos juntos al Padre común, repitiendo la oración que Jesús nos
enseñó:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea
tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los
que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Final
Dios de todas las criaturas, que te has dignado agregar a san Policarpo,
tu obispo, al número de los mártires, concédenos, por su intercesión,
participar con él en la pasión de Cristo, y resucitar a la vida eterna. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
Si el que preside no es un ministro ordenado, o en el rezo
individual:
†
(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V/. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.