*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*4 de enero, feria*
Salterio: 4 de enero
Laudes
Inicio
†
(se hace la señal de la cruz sobre
los labios mientras se dice:)
V/. -Señor,
Ábreme los labios.
R/. -Y mi boca proclamará tu alabanza.
(En Laudes puede omitirse el Salmo
con su antífona)
Salmo 94: Invitación a la alabanza divina
Ant: A Cristo,
que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Animaos los unos a los otros, día tras día, mientras dure este
«hoy» (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
-se repite la antífona
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
-se repite la antífona
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
-se repite la antífona
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
-se repite la antífona
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»
-se repite la antífona
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: A Cristo,
que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Himno
Entonad
los aires
con voz celestial:
«Dios niño ha nacido
pobre en un portal.»
Anúnciale el ángel
la nueva al pastor,
que niño ha nacido
nuestro Salvador.
Adoran pastores
en sombras al Sol,
que niño ha nacido,
de una Virgen, Dios.
Haciéndose hombre,
al hombre salvó.
Un niño ha nacido,
ha nacido Dios. Amén.
Primer Salmo
Salmo 42: Deseo del templo
Ant: Envíame,
Señor, tu luz y tu verdad.
Yo he venido al mundo como luz
(Jn 12,46)
Hazme
justicia, oh Dios, defiende mi causa
contra gente sin piedad,
sálvame del hombre traidor y malvado.
Tú eres mi Dios y protector,
¿por qué me rechazas?,
¿por qué voy andando sombrío,
hostigado por mi enemigo?
Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada.
Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío.
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
"Salud de mi rostro, Dios mío."
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Envíame,
Señor, tu luz y tu verdad.
Cántico AT
Isaías 38,10-14;17-20:
Angustias de un moribundo y alegría de la curación
Ant: Protégenos,
Señor, todos los días de nuestra vida.
Yo soy el que vive; estaba
muerto, y tengo las llaves de la muerte (Ap 1,18)
Yo pensé:
«En medio de mis días
tengo que marchar hacia las puertas del abismo;
me privan del resto de mis años.»
Yo pensé: «Ya no veré más al Señor
en la tierra de los vivos,
ya no miraré a los hombres
entre los habitantes del mundo.
Levantan y enrollan mi vida
como una tienda de pastores.
Como un tejedor, devanaba yo mi vida,
y me cortan la trama.»
Día y noche me estás acabando,
sollozo hasta el amanecer.
Me quiebras los huesos como un león,
día y noche me estás acabando.
Estoy piando como una golondrina,
gimo como una paloma.
Mis ojos mirando al cielo se consumen:
¡Señor, que me oprimen, sal fiador por mí!
Me has curado, me has hecho revivir,
la amargura se me volvió paz
cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía
y volviste la espalda a todos mis pecados.
El abismo no te da gracias,
ni la muerte te alaba,
ni esperan en tu fidelidad
los que bajan a la fosa.
Los vivos, los vivos son quienes te alaban:
como yo ahora.
El padre enseña a sus hijos tu fidelidad.
Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas
todos nuestros días en la casa del Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Protégenos,
Señor, todos los días de nuestra vida.
Segundo Salmo
Salmo 64: Solemne acción de
gracias
Ant: ¡Oh
Dios!, tu mereces un himno en Sión.
Cuando se habla de Sión debe
entenderse de la ciudad eterna (Orígenes)
Oh Dios,
tú mereces un himno en Sión,
y a ti se te cumplen los votos,
porque tú escuchas las súplicas.
A ti acude todo mortal
a causa de sus culpas;
nuestros delitos nos abruman,
pero tú los perdonas.
Dichoso el que tú eliges y acercas
para que viva en tus atrios:
que nos saciemos de los bienes de tu casa,
de los dones sagrados de tu templo.
Con portentos de justicia nos respondes,
Dios, salvador nuestro;
tú, esperanza del confín de la tierra
y del océano remoto;
Tú que afianzas los montes con tu fuerza,
ceñido de poder;
tú que reprimes el estruendo del mar,
el estruendo de las olas
y el tumulto de los pueblos.
Los habitantes del extremo del orbe
se sobrecogen ante tus signos,
y las puertas de la aurora y del ocaso
las llenas de júbilo.
Tú cuidas de la tierra, la riegas
y la enriqueces sin medida;
la acequia de Dios va llena de agua,
preparas los trigales;
riegas los surcos,
igualas los terrones,
tu llovizna los deja mullidos,
bendices sus brotes;
coronas el año con tus bienes,
tus carriles rezuman abundancia;
rezuman los pastos del páramo,
y las colinas se orlan de alegría;
las praderas se cubren de rebaños,
y los valles se visten de mieses,
que aclaman y cantan.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: ¡Oh
Dios!, tu mereces un himno en Sión.
Lectura Bíblica
Is 45,22-24
Volveos hacia mí para salvaros, confines de la tierra, pues yo soy
Dios, y no hay otro. Yo juro por mi nombre, de mi boca sale una sentencia, una
palabra irrevocable: «Ante mí se doblará toda rodilla, por mí jurará toda
lengua.»
V/. El Señor ha revelado, Aleluya. Aleluya.
R/. El Señor ha revelado, Aleluya. Aleluya.
V/. Su salvación.
R/. Aleluya. Aleluya.
V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. El Señor ha revelado, Aleluya. Aleluya.
Lectura Bíblica
V/. En la Palabra había vida.
R/. Y la vida era la luz de los hombres.
Vida de la familia cristiana
Col 3,17-4,1
Hermanos: Todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en
nombre del Señor Jesús, ofreciendo la Acción de gracias a Dios Padre por medio
de él.
Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como
conviene en el Señor.
Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.
Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al
Señor.
Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los
ánimos.
Esclavos, obedeced en todo a vuestros amos humanos, no en lo que
se ve, para quedar bien, sino de todo corazón por temor del Señor. Lo que
hacéis, hacedlo con toda el alma, como para servir al Señor y no a los hombres:
sabiendo bien que recibiréis del Señor en recompensa la herencia. Servid a
Cristo Señor. Mirad que al injusto le pagarán sus injusticias, y no hay
favoritismos.
Amos, procurad a los esclavos lo que es justo y la igualdad,
sabiendo que también vosotros tenéis un amo en el cielo.
R/. Todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del
Señor Jesús.
V/. Ofreciendo la acción de gracias a Dios Padre por medio de él.
R/. Sea todo en nombre del Señor Jesús.
Misterio siempre nuevo
San Máximo Confesor
De los Capítulos de las cinco
centurias, Centuria 1, 8-13 (PG 90, 1182-1186)
La Palabra de Dios, nacida una vez en la carne (lo que nos indica
la querencia de su benignidad y humanidad), vuelve a nacer siempre gustosamente
en el espíritu para quienes lo desean; vuelve a hacerse niño, y se vuelve a
formar en aquellas virtudes; y no es por malevolencia o envidia que disminuye
la amplitud de su grandeza, sino que se manifiesta a sí mismo en la medida en
que sabe que lo puede asimilar el que lo recibe, y así, al mismo tiempo que
explora discretamente la capacidad de quienes desean verlo, sigue manteniéndose
siempre fuera del alcance de su percepción, a causa de la excelencia del
misterio.
Por lo cual, el santo Apóstol, considerando sabiamente la fuerza
del misterio, exclama: Jesucristo es el mismo ayer y hoy y siempre;
ya que entendía el misterio como algo siempre nuevo, al que nunca la
comprensión de la mente puede hacer envejecer.
Nace Cristo Dios, hecho hombre mediante la incorporación de una
carne dotada de alma inteligente; el mismo que había otorgado a las cosas
proceder de la nada. Mientras tanto, brilla en lo alto la estrella del Oriente
y conduce a los Magos al lugar en que yace la Palabra encarnada; con lo que
muestra que hay en la ley y los profetas una palabra místicamente superior, que
dirige a la gentes a la suprema luz del conocimiento.
Así pues, la palabra de la ley y de los profetas, entendida
alegóricamente, conduce, como una estrella, al pleno conocimiento de Dios a
aquellos que fueron llamados por la fuerza de la gracia, de acuerdo con el
designio divino.
Dios se hace efectivamente hombre perfecto, sin alterar nada de lo
que es propio de la naturaleza, a excepción del pecado (pues ni el mismo pecado
era propio de la naturaleza).
Se hace efectivamente hombre perfecto a fin de provocar, con la
vista del manjar de su carne, la voracidad insaciable y ávida del dragón
infernal; y abatirlo por completo cuando ingiriera una carne que habría de
convertírsele en veneno, porque en ella se hallaba oculto el poder de la
divinidad. Esta carne sería al mismo tiempo remedio de la naturaleza humana, ya
que el mismo poder divino presente en aquélla habría de restituir la naturaleza
humana a la gracia primera.
Y así como el dragón, deslizando su veneno en el árbol de la
ciencia, había corrompido con su sabor la naturaleza, de la misma manera, al
tratar de devorar la carne del Señor, se vio corrompido y destruido por la
virtud de la divinidad que en ella residía.
Inmenso misterio de la divina encarnación, que sigue siendo
siempre misterio; pues, ¿de qué modo puede la Palabra hecha carne seguir siendo
su propia persona esencialmente, siendo así que la misma persona existe al
mismo tiempo con todo su ser en Dios Padre? ¿Cómo la Palabra, que es toda ella
Dios por naturaleza, se hizo toda ella por naturaleza hombre, sin detrimento de
ninguna de las dos naturalezas: ni de la divina, en cuya virtud es Dios, ni de
la nuestra, en virtud de la cual se hizo hombre?
Sólo la fe capta estos misterios, ella precisamente que es la
sustancia y la base de todas aquellas realidades que exceden la percepción y
razón de la mente humana en todo su alcance.
R/. La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros. Y hemos
contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia
y de verdad.
V/. En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a
Dios y la Palabra era Dios.
R/. Y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del
Padre, lleno de gracia y de verdad.
*Lecturas del 4 de Enero. Feria de Navidad*
Martes, 4 de enero de 2022
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Juan (1,35-42)*
En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús
que pasaba, dice: «Éste es el Cordero de Dios.»
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y,
al ver que lo seguían, les pregunta: «¿Qué buscáis?»
Ellos le contestaron: «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?»
Él les dijo: «Venid y lo veréis.»
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las
cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que
oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le
dice: «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).»
Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: «Tú eres Simón, el
hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro).»
Palabra del Señor
Cántico Evangélico
Ant: Cristo,
nuestro Dios, en quien habita la plenitud de la divinidad, ha tomado nuestra
carne, y, al nacer como hombre, ha renovado la humanidad. Aleluya.
†
(se hace la
señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Cristo,
nuestro Dios, en quien habita la plenitud de la divinidad, ha tomado nuestra
carne, y, al nacer como hombre, ha renovado la humanidad. Aleluya.
Preces
Glorifiquemos a Cristo, Palabra eterna del
Padre, manifestado en la carne, contemplado por los ángeles y predicado a los
paganos, y digámosle devotamente:
Te adoramos, Hijo unigénito de Dios
· -
Libertador del género humano, que naciendo de la Virgen has venido a renovar el
mundo,
líbranos por intercesión de María de toda corrupción de la carne.
·
- Tú que desde el cielo hiciste brillar en la tierra la justicia
increada,
ilumina con la claridad de tu luz el día que empezamos y toda nuestra vida.
·
- Hijo de Dios, que nos has revelado el amor del Padre,
haz que también nuestra caridad manifieste a los hombres el amor de Dios.
·
- Tú que quisiste acampar entre nosotros,
haznos dignos de morar contigo en tu reino.
Se pueden
añadir algunas intenciones libres.
Como
hijos que somos de Dios, dirijámonos a nuestro Padre con la oración que Cristo
nos enseñó:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea
tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los
que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Final
Dios Todopoderoso, que tu Salvador, luz de redención que surge en
el cielo, amanezca también en nuestros corazones y los renueve siempre. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
Si el que
preside no es un ministro ordenado, o en el rezo individual:
†
(se hace la
señal de la cruz mientras se dice:)
V/. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.
Vísperas
Inicio
†
(se hace la señal de la cruz
mientras se dice:)
V/. -Dios
mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya
Himno
Te diré mi amor, Rey mío,
en la quietud de la tarde,
cuando se cierran los ojos
y los corazones se abren.
Te diré mi amor, Rey mío,
con una mirada suave,
te lo diré contemplando
tu cuerpo que en pajas yace.
Te diré mi amor, Rey mío,
adorándote en la carne,
te lo diré con mis besos,
quizá con gotas de sangre.
Te diré mi amor, Rey mío,
con los hombres y los ángeles,
con el aliento del cielo
que espiran los animales.
Te diré mi amor, Rey mío,
con el amor de tu Madre,
con los labios de tu Esposa
y con la fe de tus mártires.
Te diré mi amor, Rey mío,
¡oh Dios del amor más grande!
¡Bendito en la Trinidad,
que has venido a nuestro valle! Amén.
Primer Salmo
Salmo 48 - I: Vanidad de las riquezas
Ant: No podéis
servir a Dios y al dinero.
Difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos (Mt 19,23)
Oíd esto, todas las naciones;
escuchadlo, habitantes del orbe:
plebeyos y nobles, ricos y pobres;
mi boca hablará sabiamente,
y serán muy sensatas mis reflexiones;
prestaré oído al proverbio
y propondré mi problema al son de la cítara.
¿Por qué habré de temer los días aciagos,
cuando me cerquen y acechen los malvados,
que confían en su opulencia
y se jactan de sus inmensas riquezas,
si nadie puede salvarse
ni dar a Dios un rescate?
Es tan caro el rescate de la vida,
que nunca les bastará
para vivir perpetuamente
sin bajar a la fosa.
Mirad: los sabios mueren,
lo mismo que perecen los ignorantes y necios,
y legan sus riquezas a extraños.
El sepulcro es su morada perpetua
y su casa de edad en edad,
aunque hayan dado nombre a países.
El hombre no perdura en la opulencia,
sino que perece como los animales.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: No podéis
servir a Dios y al dinero.
Segundo Salmo
Salmo 48 - II:
Ant: «Atesorad
tesoros en el cielo», dice el Señor.
Éste es el camino de los
confiados,
el destino de los hombres satisfechos:
son un rebaño para el abismo,
la muerte es su pastor,
y bajan derechos a la tumba;
se desvanece su figura,
y el abismo es su casa.
Pero a mí, Dios me salva,
me saca de las garras del abismo
y me lleva consigo.
No te preocupes si se enriquece un hombre
y aumenta el fasto de su casa:
cuando muera, no se llevará nada,
su fasto no bajará con él.
Aunque en vida se felicitaba:
"Ponderan lo bien que lo pasas",
irá a reunirse con sus antepasados,
que no verán nunca la luz.
El hombre rico e inconsciente
es como un animal que perece.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: «Atesorad
tesoros en el cielo», dice el Señor.
Cántico NT
Apocalipsis 4,11;5,9.10.12: Himno de los redimidos
Ant: Digno es
el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.
Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Digno es
el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.
Lectura Bíblica
Rm 8,3-4
Dios
envió a su Hijo encarnado en una carne pecadora como la nuestra, haciéndolo
víctima por el pecado, y en su carne condenó el pecado. Así, la justicia que
proponía la ley puede realizarse en nosotros, que ya no procedemos dirigidos
por la carne, sino por el Espíritu.
V/. La
Palabra se hizo carne. Aleluya, Aleluya.
R/. La
Palabra se hizo carne. Aleluya, Aleluya.
V/. Y acampó
entre nosotros.
R/. Aleluya,
Aleluya.
V/. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. La
Palabra se hizo carne. Aleluya, Aleluya.
Cántico Evangélico
Ant: Yo
procedo y vengo de Dios, no de mí mismo. Mi Padre es el que me ha enviado.
†
(se hace la señal de la cruz
mientras se comienza a recitar)
Proclama mi alma la grandeza del
Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Yo
procedo y vengo de Dios, no de mí mismo. Mi Padre es el que me ha enviado.
Preces
Cristo
vino a nosotros y se entregó por nosotros para prepararse un pueblo purificado,
dedicado a las buenas obras. Invoquémosle con devoción ardiente:
Señor,
ten piedad
·
- Por tu santa Iglesia:
para que todos sus hijos renazcan a una nueva vida.
Señor, ten piedad.
· - Por los
pobres, los cautivos, y los exiliados:
para que a través de nuestra caridad te encuentren a ti, Hijo de Dios hecho
hombre.
Señor, ten piedad.
· - Para
que nuestro gozo sea pleno,
y nos maravillemos ante el don que el Padre nos ha dado en ti.
Señor, ten piedad.
· - Que tus
fieles difuntos, iluminados por la luz de tu Natividad, contemplen tu rostro,
y las tinieblas se disipen para ellos.
Señor, ten piedad.
Se pueden añadir algunas intenciones
libres.
Como hijos que somos de Dios,
dirijámonos a nuestro Padre con la oración que Cristo nos enseñó:
Padre
nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga a
nosotros tu reino;
hágase tu
voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy
nuestro pan de cada día;
perdona
nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos
dejes caer en la tentación,
y
líbranos del mal.
Final
Dios
Todopoderoso, que tu Salvador, luz de redención que surge en el cielo, amanezca
también en nuestros corazones y los renueve siempre. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
Si el que preside no es un
ministro ordenado, o en el rezo individual:
†
(se hace la señal de la cruz
mientras se dice:)
V/. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.