*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
Salterio: 3 de enero
Laudes
Inicio
†
(se hace la señal de la cruz sobre
los labios mientras se dice:)
V/. -Señor,
Ábreme los labios.
R/. -Y mi boca proclamará tu alabanza.
(En Laudes puede omitirse el Salmo
con su antífona)
Salmo 94: Invitación a la alabanza divina
Ant: A Cristo,
que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Animaos los unos a los otros, día tras día, mientras dure este
«hoy» (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
-se repite la antífona
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
-se repite la antífona
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
-se repite la antífona
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
-se repite la antífona
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»
-se repite la antífona
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: A Cristo,
que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Himno
Entonad los aires
con voz celestial:
«Dios niño ha nacido
pobre en un portal.»
Anúnciale el ángel
la nueva al pastor,
que niño ha nacido
nuestro Salvador.
Adoran pastores
en sombras al Sol,
que niño ha nacido,
de una Virgen, Dios.
Haciéndose hombre,
al hombre salvó.
Un niño ha nacido,
ha nacido Dios. Amén.
Primer Salmo
Salmo 41: Deseo del Señor y ansias de contemplar el templo
Ant: ¿Cuándo
entraré a ver el rostro de Dios?
El que tenga sed, y quiera, que venga a beber el agua viva (Ap
22,17)
Como busca la cierva
corrientes de agua,
así mi alma te busca
a ti, Dios mío;
tiene sed de Dios,
del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios?
Las lágrimas son mi pan
noche y día.
mientras todo el día me repiten:
«¿Dónde está tu Dios?»
Recuerdo otros tiempos,
y desahogo mi alma conmigo:
cómo marchaba a la cabeza del grupo,
hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta.
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»
Cuando mi alma se acongoja,
te recuerdo
desde el Jordán y el Hermón
y el Monte Menor.
Una sima grita a otra sima
con voz de cascadas:
tus torrentes y tus olas
me han arrollado.
De día el Señor
me hará misericordia,
de noche cantaré la alabanza
del Dios de mi vida.
Diré a Dios: «Roca mía,
¿por qué me olvidas?
¿Por qué voy andando, sombrío,
hostigado por mi enemigo?»
Se me rompen los huesos
por las burlas del adversario;
todo el día me preguntan:
«¿Dónde está tu Dios?»
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: ¿Cuándo
entraré a ver el rostro de Dios?
Cántico AT
Eclesiático 36,1-7.13-16: Súplica en favor de la ciudad santa de
Jerusalén
Ant: Muéstranos,
Señor, tu gloria y tu compasión.
Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios
verdadero, y a tu enviado, Jesucristo (Jn 17,3)
Sálvanos, Dios del universo,
infunde tu terror a todas las naciones;
amenaza con tu mano al pueblo extranjero,
para que sienta tu poder.
Como les mostraste tu santidad al castigarnos,
muéstranos así tu gloria castigándolos a ellos:
para que sepan, como nosotros lo sabemos,
que no hay Dios fuera de ti.
Renueva los prodigios, repite los portentos,
exalta tu mano, robustece tu brazo.
Reúne a todas las tribus de Jacob
y dales su heredad como antiguamente.
Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre,
de Israel, a quien nombraste tu primogénito;
ten compasión de tu ciudad santa,
de Jerusalén, lugar de tu reposo.
Llena a Sión de tu majestad,
y al templo, de tu gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Muéstranos,
Señor, tu gloria y tu compasión.
Segundo Salmo
Salmo 18 A: Alabanza al Dios creador del universo
Ant: Bendito
eres, Señor, en la bóveda del cielo.
Nos visitará el sol que nace de lo alto, para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz (Lc 1,78.79)
El cielo proclama la gloria de
Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra.
Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.
Allí le ha puesto su tienda al sol:
él sale como el esposo de su alcoba,
contento como un héroe, a recorrer su camino.
Asoma por un extremo del cielo,
y su órbita llega al otro extremo:
nada se libra de su calor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Bendito
eres, Señor, en la bóveda del cielo.
Lectura Bíblica
Is 62,11-12ª
Decid a
la ciudad de Sión: «Mira a tu Salvador que llega, el premio de su victoria lo
acompaña, la recompensa lo precede; los llamarán 'Pueblo santo', 'Redimidos del
Señor'.»
V/. El Señor
ha revelado, Aleluya. Aleluya.
R/. El Señor
ha revelado, Aleluya. Aleluya.
V/. Su
salvación.
R/. Aleluya.
Aleluya.
V/. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. El Señor
ha revelado, Aleluya. Aleluya.
Lectura Bíblica
V/. El Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia.
R/. Para que conozcamos al Verdadero.
Vida del hombre renovado en Cristo
Col 3,5-16
Hermanos: Dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros: la
fornicación, la impureza, la pasión, la codicia y la avaricia, que es una
idolatría. Eso es lo que atrae el castigo de Dios sobre los desobedientes.
Entre ellos andabais también vosotros, cuando vivíais de esa manera; ahora, en
cambio, deshaceos de todo eso: ira, coraje, maldad, calumnias y groserías,
¡fuera de vuestra boca!
No sigáis engañándoos unos a otros. Despojaos del hombre viejo,
con sus obras, y revestíos del nuevo, que se va renovando como imagen de su
Creador, hasta llegar a conocerlo. En este orden nuevo no hay distinción entre
judíos y gentiles, circuncisos e incircuncisos, bárbaros y escitas, esclavos y
libres, porque Cristo es la síntesis de todo y está en todos.
Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia
entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y
perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado:
haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor
de la unidad consumada.
Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella
habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de
Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda
sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con
salmos, himnos y cánticos inspirados.
R/. Los que nos hemos incorporado a Cristo por el bautismo, nos hemos
revestido de Cristo. Porque todos somos uno en Cristo Jesús, Señor nuestro.
V/. Ya no hay distinción entre judíos y gentiles, esclavos y libres,
hombres y mujeres.
R/. Porque todos somos uno en Cristo Jesús, Señor nuestro.
El doble precepto de la caridad
San Agustín, obispo y doctor de la Iglesia
Tratado sobre el evangelio de san
Juan 17,7-9
Vino el Señor mismo, como doctor en caridad, rebosante de ella,
compendiando, como de él se predijo, la palabra sobre la tierra, y puso de
manifiesto que tanto la ley como los profetas radican en los dos preceptos de
la caridad.
Recordad conmigo, hermanos, aquellos dos preceptos. Pues, en
efecto, tienen que seros en extremo familiares, y no sólo veniros a la memoria
cuando ahora os los recordamos, sino que deben permanecer siempre grabados en
vuestros corazones. Nunca olvidéis que hay que amar a Dios y al prójimo: a Dios
con todo el corazón, con toda el alma, con todo el ser; y al prójimo como a sí
mismo.
He aquí lo que hay que pensar y meditar, lo que hay que mantener
vivo en el pensamiento y en la acción, lo que hay que llevar hasta el fin. El
amor de Dios es el primero en la jerarquía del precepto, pero el amor del
prójimo es el primero en el rango de la acción. Pues el que te puso este amor
en dos preceptos no había de proponer primero al prójimo y luego a Dios, sino
al revés, a Dios primero y al prójimo después.
Pero tú, que todavía no ves a Dios, amando al prójimo haces
méritos para verlo; con el amor al prójimo aclaras tu pupila para mirar a Dios,
como sin lugar a dudas dice Juan: Quien no ama a su hermano, a quien ve, no
puede amar a Dios, a quien no ve.
Que no es más que una manera de decirte: Ama a Dios. Y si me
dices: «Señálame a quién he de amar», ¿qué otra cosa he de responderte sino lo
que dice el mismo Juan: A Dios nadie lo ha visto jamás? Y para que no se te
ocurra creerte totalmente ajeno a la visión de Dios: Dios, dice, es amor, y
quien permanece en el amor permanece en Dios. Ama por tanto al prójimo, y trata
de averiguar dentro de ti el origen de ese amor; en él verás, tal y como ahora
te es posible, al mismo Dios.
Comienza, pues, por amar al prójimo. Parte tu pan con el
hambriento, y hospeda a los pobres sin techo; viste al que ves desnudo, y no te
cierres a tu propia carne.
¿Qué será lo que consigas si haces esto? Entonces romperá tu luz
como la aurora. Tu luz, que es tu Dios, tu aurora, que vendrá hacia ti tras la
noche de este mundo; pues Dios ni surge ni se pone, sino que siempre permanece.
Al amar a tu prójimo y cuidarte de él, vas haciendo tu camino. ¿Y
hacia dónde caminas sino hacia el Señor Dios, el mismo a quien tenemos que amar
con todo el corazón, con toda el alma, con todo el ser? Es verdad que no hemos
llegado todavía hasta nuestro Señor, pero sí que tenemos con nosotros al
prójimo. Ayuda, por tanto, a aquel con quien caminas, para que llegues hasta
aquel con quien deseas quedarte para siempre.
R/. Dios nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación
por nuestros pecados. Si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos
amarnos unos a otros.
V/. Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos
creído en él.
R/. Si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos
unos a otros.
*Lecturas del 3 de Enero. Feria de Navidad*
Lunes, 3 de enero de 2022
Evangelio
*Lectura
del santo Evangelio según san Juan (1,29-34)*
Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: «Este es el
Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije:
"Trás de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía
antes que yo." Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua para
que sea manifestado a Israel.»
Y Juan dio testimonio diciendo: «He contemplado el Espíritu que bajaba del
cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me
envió a bautizar con agua me dijo: "Aquél sobre quien veas bajar el
Espíritu y posarse sobre él, ése es el que ha de bautizar con Espíritu
Santo." Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de
Dios.»
Palabra del Señor
Cántico Evangélico
Ant: La
Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros, llena de gracia y de verdad; y
de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia. Aleluya.
†
(se hace la señal de la cruz
mientras se comienza a recitar)
Bendito sea el Señor, Dios de
Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: La
Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros, llena de gracia y de verdad; y
de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia. Aleluya.
Preces
Acudamos alegres a nuestro Redentor, el Hijo de Dios hecho hombre
para renovar al hombre, y digámosle confiados:
Quédate
con nosotros, Oh Emmanuel
·
- Oh Jesús, Hijo del Dios vivo, esplendor del Padre, luz increada,
rey de la gloria, sol de justicia e Hijo de la Virgen María,
ilumina con la luz de tu encarnación el día que ahora empezamos.
· - Oh
Jesús, maravilla de Consejero, Dios fuerte, Padre perpetuo, Príncipe de la Paz,
haz que los ejemplos de tu humanidad santa sean norma para nuestra vida.
· - Oh
Jesús, todopoderoso y paciente, humilde de corazón y obediente,
manifiesta a todos los hombres el poder de la humildad.
· - Oh
Jesús, padre de los pobres, gloria de los fieles, pastor bueno, luz
indeficiente, Sabiduría y bondad inmensa, camino y vida para todos,
concede a tu Iglesia el espíritu de pobreza.
Se pueden añadir algunas
intenciones libres.
Como hijos que somos de Dios,
dirijámonos a nuestro Padre con la oración que Cristo nos enseñó:
Padre
nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga a
nosotros tu reino;
hágase tu
voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy
nuestro pan de cada día;
perdona
nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos
dejes caer en la tentación,
y
líbranos del mal.
Final
Dios
Todopoderoso, tú has dispuesto que por el nacimiento virginal de tu Hijo, su
humanidad no quedará sometida a la herencia del pecado: por este admirable
misterio, humildemente te rogamos que cuantos hemos renacido en Cristo a una
vida nueva, no volvamos otra vez a la vida caduca de la que nos sacaste. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
Si el que preside no es un
ministro ordenado, o en el rezo individual:
†
(se hace la señal de la cruz
mientras se dice:)
V/. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.
Vísperas
Inicio
†
(se hace la señal de la cruz
mientras se dice:)
V/. -Dios
mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya
Himno
Te diré mi amor, Rey mío,
en la quietud de la tarde,
cuando se cierran los ojos
y los corazones se abren.
Te diré mi amor, Rey mío,
con una mirada suave,
te lo diré contemplando
tu cuerpo que en pajas yace.
Te diré mi amor, Rey mío,
adorándote en la carne,
te lo diré con mis besos,
quizá con gotas de sangre.
Te diré mi amor, Rey mío,
con los hombres y los ángeles,
con el aliento del cielo
que espiran los animales.
Te diré mi amor, Rey mío,
con el amor de tu Madre,
con los labios de tu Esposa
y con la fe de tus mártires.
Te diré mi amor, Rey mío,
¡oh Dios del amor más grande!
¡Bendito en la Trinidad,
que has venido a nuestro valle! Amén.
Primer Salmo
Salmo 44 - I: Las nupcias del rey
Ant: Eres el
más bello de los hombres, en tus labios se derrama la gracia.
¡Que llega el esposo, salid a recibirlo! (Mt 25,6)
Me brota del corazón un poema
bello,
recito mis versos a un rey;
mi lengua es ágil pluma de escribano.
Eres el más bello de los hombres,
en tus labios se derrama la gracia,
el Señor te bendice eternamente.
Cíñete al flanco la espada, valiente:
es tu gala y tu orgullo;
cabalga victorioso por la verdad y la justicia,
tu diestra te enseñe a realizar proezas.
Tus flechas son agudas, los pueblos se te rinden,
se acobardan los enemigos del rey.
Tu trono, oh Dios, permanece para siempre,
cetro de rectitud es tu cetro real;
has amado la justicia y odiado la impiedad:
por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido
con aceite de júbilo
entre todos tus compañeros.
A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,
desde los palacios de marfiles te deleitan las arpas.
Hijas de reyes salen a tu encuentro,
de pie a tu derecha está la reina,
enjoyada con oro de Ofir.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Eres el
más bello de los hombres, en tus labios se derrama la gracia.
Segundo Salmo
Salmo 44 - II:
Ant: Llega el
esposo, salid a recibirlo.
Escucha, hija, mira: inclina el
oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza:
póstrate ante él, que él es tu señor.
La ciudad de Tiro viene con regalos,
los pueblos más ricos buscan tu favor.
Ya entra la princesa, bellísima,
vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,
la siguen sus compañeras:
las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.
«A cambio de tus padres tendrás hijos,
que nombrarás príncipes por toda la tierra.»
Quiero hacer memorable tu nombre
por generaciones y generaciones,
y los pueblos te alabarán
por los siglos de los siglos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Llega el
esposo, salid a recibirlo.
Cántico NT
Efesios 1, 3-10: El Dios Salvador
Ant: Cuando
llegó el momento culminante, Dios recapituló todas las cosas en Cristo.
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante Él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Este es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Cuando
llegó el momento culminante, Dios recapituló todas las cosas en Cristo.
Lectura Bíblica
1Jn 1,5b-7
Dios es
luz sin tiniebla alguna, si vivimos en la luz, lo mismo que él está en la luz,
entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia
los pecados.
V/. La
Palabra se hizo carne. Aleluya, Aleluya.
R/. La
Palabra se hizo carne. Aleluya, Aleluya.
V/. Y acampó
entre nosotros.
R/. Aleluya,
Aleluya.
V/. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. La
Palabra se hizo carne. Aleluya, Aleluya.
Cántico Evangélico
Ant: Regocijémonos
en el Señor, y alegrémonos con júbilo espiritual, porque apareció en el mundo
la salvación eterna. Aleluya.
†
(se hace la señal de la cruz
mientras se comienza a recitar)
Proclama mi alma la grandeza del
Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Regocijémonos
en el Señor, y alegrémonos con júbilo espiritual, porque apareció en el mundo
la salvación eterna. Aleluya.
Preces
Con la
llegada de Cristo, floreció y echó brotes el pueblo santo de Dios.
Jubilosamente digamos a nuestro Salvador:
Que tu
nacimiento llene de gozo al mundo entero
·
- Cristo, vida nuestra, que viniste para ser cabeza de la Iglesia,
sigue promoviendo el crecimiento de tu cuerpo, para que se edifique en el
amor.
· - Tú que
quieres ser adorado en una doble naturaleza,
haznos partícipes de tu divinidad.
· - Tú que
por la encarnación te hiciste nuestro mediador,
haz que los ministros de la Iglesia se unan más eficazmente a tu ministerio
por la santidad de sus vidas.
· - Tú que
al venir a este mundo instauraste un nuevo orden entre los hombres,
conduce a todos los pueblos a tu salvación.
· - Tú que
al nacer rompiste las cadenas de la muerte,
libra a los difuntos de todas sus ataduras.
Se pueden añadir algunas
intenciones libres.
Como hijos que somos de Dios,
dirijámonos a nuestro Padre con la oración que Cristo nos enseñó:
Padre
nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga a
nosotros tu reino;
hágase tu
voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy
nuestro pan de cada día;
perdona
nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos
dejes caer en la tentación,
y
líbranos del mal.
Final
Dios
Todopoderoso, tú has dispuesto que por el nacimiento virginal de tu Hijo, su
humanidad no quedará sometida a la herencia del pecado: por este admirable
misterio, humildemente te rogamos que cuantos hemos renacido en Cristo a una
vida nueva, no volvamos otra vez a la vida caduca de la que nos sacaste. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
Si el que preside no es un
ministro ordenado, o en el rezo individual:
†
(se hace la señal de la cruz
mientras se dice:)
V/. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.