*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*Santa Teresa de Jesús, Virgen, Doctora de la Iglesia (Memoria)*
15 de octubre de 2021
VIERNES SEMANA IV
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. El Señor es bueno, bendecid su nombre.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es bueno, bendecid su nombre.
Himno: POR EL DOLOR CREYENTE QUE BROTA DEL PECADO.
Por el dolor creyente que brota del pecado,
por no haberte querido de todo corazón,
por haberte, Dios mío, tantas veces negado,
con súplicas te pido, de rodillas, perdón.
Por haberte perdido, por no haberte encontrado,
porque es como un desierto nevado mi oración;
porque es como una hiedra sobre el árbol cortado
el recuerdo que brota cargado de ilusión,
Porque es como la hiedra, déjame que te abrace,
primero amargamente, lleno de flor después,
y que a ti, viejo tronco, poco a poco me enlace,
y que mi vieja sombra se derrame a tus pies. Amén
SALMODIA
Ant 1. Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con
Espíritu firme.
Salmo 50 - CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO
Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con
Espíritu firme.
Ant 2. Alégrate, Jerusalén, porque en ti serán congregados todos los
pueblos.
Cántico: ACCIÓN DE GRACIAS POR LA LIBERACIÓN DEL PUEBLO - Tb 13,
10-15. 17-19
Anuncien todos los pueblos sus maravillas
y alábenle sus elegidos en Jerusalén,
la ciudad del Santo;
por las obras de tus hijos te azotará,
pero de nuevo se compadecerá
de los hijos de los justos.
Confiesa dignamente al Señor
y bendice al Rey de los siglos,
para que de nuevo sea en ti
edificado su tabernáculo con alegría,
para que alegre en ti a los cautivos
y muestre en ti su amor hacia los desdichados,
por todas las generaciones y generaciones.
Brillarás cual luz de lámpara
y todos los confines de la tierra vendrán a ti.
Pueblos numerosos vendrán de lejos
al nombre del Señor, nuestro Dios,
trayendo ofrendas en sus manos,
ofrendas para el rey del cielo.
Las generaciones de las generaciones
exultarán en ti.
Y benditos para siempre todos los que te aman.
Alégrate y salta de gozo por los hijos de los justos,
que serán congregados,
y al Señor de los justos bendecirán.
Dichosos los que te aman;
en tu paz se alegrarán.
Dichosos cuantos se entristecieron por tus azotes,
pues en ti se alegrarán
contemplando toda tu gloria,
y se regocijarán para siempre.
Bendice, alma mía, a Dios, rey grande,
porque Jerusalén con zafiros y esmeraldas
será reedificada,
con piedras preciosas sus muros
y con oro puro sus torres y sus almenas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alégrate, Jerusalén, porque en ti serán congregados todos los
pueblos.
Ant 3. Sión, alaba a tu Dios, que envía su mensaje a la tierra.
Salmo 147 - RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN.
Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;
hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.
Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sión, alaba a tu Dios, que envía su mensaje a la tierra.
LECTURA BREVE Ga 2, 19b-20
Estoy crucificado con Cristo; vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en
mi. Y, mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me
amó hasta entregarse por mí.
RESPONSORIO BREVE
V. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.
R. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.
V. Desde el cielo me enviará la salvación.
R. El Dios que hace tanto por mí.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.
Primera Lectura
Del libro
del profeta Jeremías 7, 1-20
LA
CONFIANZA EN EL TEMPLO ES VANA, SI NO HAY FIDELIDAD A DIOS Y JUSTICIA CON EL
PRÓJIMO
Palabra del Señor que
recibió Jeremías:
«Ponte a la puerta del templo, y grita allí esta palabra: "¡Escucha, Judá,
la palabra del Señor, los que entráis por estas puertas para adorar al Señor!
Así dice el Señor de los ejércitos, Dios de Israel: Enmendad vuestra conducta y
vuestras acciones, y habitaré con vosotros en este lugar. No os creáis seguros
con palabras engañosas repitiendo: Es el templo del Señor, el templo del Señor,
el templo del Señor. Si enmendáis vuestra conducta y vuestras acciones, si
juzgáis rectamente entre un hombre y su prójimo, si no explotáis al forastero,
al huérfano y a la viuda, si no derramáis sangre inocente en este lugar, si no seguís
a dioses extranjeros, para vuestro mal, entonces habitaré con vosotros en este lugar,
en la tierra que di a vuestros padres, desde hace tanto tiempo y para siempre.
Mirad: Vosotros os fiáis de palabras engañosas que no sirven de nada. Vosotros
robáis, matáis, adulteráis, juráis en falso, quemáis incienso a Baal, seguís a
dioses extranjeros y desconocidos, ¡y después entráis a presentaros ante mí en
este templo, que lleva mi nombre, y os decís: 'Estamos salvos', para seguir
cometiendo esas abominaciones! ¿Creéis acaso que es una cueva de bandidos este
templo que lleva mi nombre? Atención, que yo lo he visto, -oráculo del Señor-.
Id a mi templo de Silo, donde hice habitar mi nombre en otro tiempo, y mirad lo
que hice con él, por la maldad de Israel mi pueblo. Pues ahora, ya que habéis
cometido tales acciones -dice el Señor-, que os hablé sin cesar y no me escuchasteis,
que os llamé y no me respondisteis; por eso, con el templo que lleva mi nombre,
en el que confiáis, con el lugar que di a vuestros padres y a vosotros, haré lo
mismo que hice con Silo: os arrojaré de mi presencia, como arrojé a vuestros
hermanos, la estirpe de Efraín."
Y tú no intercedas por este pueblo, no alces por ellos súplicas ni clamores,
porque no te escucharé. ¿No ves lo que están haciendo en las ciudades de Judá,
en las calles de Jerusalén? Los hijos recogen leña, los padres encienden fuego,
las mujeres preparan la masa para hacer tortas en honor de la Reina del cielo;
y hacen libaciones a dioses extranjeros, para irritarme. ¿Es a mí a quien
hieren, o más bien a sí mismos, para su confusión? Por eso así dice el Señor:
Mirad, mi ira y mi cólera se derraman sobre este lugar, sobre el hombre y el
ganado, sobre el árbol del campo, sobre el fruto del suelo, ardiendo sin
cesar.»
Responsorio Jr 7, 11; Is 56, 7; Jn 2, 16
R. ¿Creéis acaso que
es una cueva de bandidos este templo que lleva mi nombre? * Mí casa es casa de
oración y así la llamarán todos los pueblos.
V. No hagáis de la casa de mi Padre un mercado.
R. Mi casa es casa de oración y así la llamarán todos los pueblos.
Segunda Lectura
De los
libros de San Agustín, obispo, sobre la Ciudad de Dios
(Libro 10, 6: CCL. 47, 278-279)
EN TODO
LUGAR OFRECERÁN INCIENSO A MI NOMBRE Y UNA OFRENDA PURA
Verdadero sacrificio
es toda obra que se hace con el fin de unirnos a Dios en santa sociedad, es
decir, toda obra relacionada con aquel supremo bien, mediante el cual llegamos
a la verdadera felicidad. Por ello, incluso la misma misericordia que nos mueve
a socorrer al hermano, si no se hace por Dios no puede llamarse sacrificio.
Porque, aun siendo el hombre quien hace o quien ofrece el sacrificio, éste sin
embargo, es una acción divina, como nos lo indica la misma palabra con la cual llamaban
los antiguos latinos a esta acción. Por ello, puede afirmarse que incluso el
hombre es verdadero sacrificio cuando está consagrado a Dios por el bautismo y
está dedicado al Señor, ya que entonces muere al mundo y vive para Dios. Esto,
en efecto, forma parte de aquella misericordia que cada cual debe tener para
consigo mismo, según está escrito: Ten compasión de tu alma agradando a Dios.
Si, pues, las obras de misericordia para con nosotros mismos o para con el
prójimo,cuando están referidas a Dios, son verdadero sacrificio, y, por otra
parte solo son obras de misericordia aquellas que se hacen con el fin de
librarnos de nuestra miseria y hacernos felices (cosa que no se obtiene sino
por medio de aquel bien, del cual se ha dicho: Para mí lo bueno es estar junto
a Dios), resulta claro que toda la ciudad redimida, es decir, la congregación o
asamblea de los santos, debe ser ofrecida a Dios como un sacrificio universal
por mediación de aquel gran sacerdote que se entregó a sí mismo por nosotros, tomando
la condición de esclavo, para que nosotros llegáramos a ser cuerpo de tan sublime
cabeza. Ofreció esta forma de esclavo y bajo ella se entregó a sí mismo, porque
sólo según ella pudo ser mediador, sacerdote, sacrificio.
Por esto, nos exhorta el Apóstol a que ofrezcamos nuestros cuerpos como hostia
viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable, y a que no nos
conformemos con este siglo, sino que nos reformemos en la novedad de nuestro
espíritu. Y para probar cuál es la voluntad de Dios y cuál el bien y el
beneplácito y la perfección, ya que todo este sacrificio somos nosotros, dice:
Por la gracia de Dios que me ha sido dada os digo a todos y a cada uno de
vosotros: No os estiméis en más de lo que conviene, sino estimaos moderadamente,
según la medida de la fe que Dios otorgó a cada uno. Pues así como nuestro
cuerpo, en unidad, posee muchos miembros, y no desempeñan todos los miembros la
misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, pero
cada miembro está al servicio de los otros miembros. Los dones que poseemos son
diferentes, según la gracia que se nos ha dado.
Éste es el sacrificio de los cristianos: la reunión de muchos, que formamos un
solo cuerpo en Cristo. Este misterio es celebrado también por la Iglesia en el
sacramento del altar, del todo familiar a los fieles, donde se demuestra que la
Iglesia, en la misma oblación que hace, se ofrece a sí misma.
Responsorio Rm 8, 26; Za 12, 10
R. Nosotros no
sabemos pedir lo que nos conviene, pero * el Espíritu mismo intercede por nosotros
con gemidos inefables.
V. En aquel día -dice el Señor-derramaré sobre la casa de David y sobre los
habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de oración.
R. El Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables.
*Lecturas
de Santa Teresa de Jesús*
Viernes, 15 de octubre de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Mateo (11,25-30)*
En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y
tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has
revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo
ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce
al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí
todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo
y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro
descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el
sol que nace de lo alto.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el
sol que nace de lo alto.
PRECES
Confiados en Dios, que cuida con solicitud de todos los que ha
creado y redimido con la sangre de su Hijo, invoquémosle diciendo:
Escucha, Señor, y ten piedad.
Dios misericordioso, asegura nuestros pasos en el camino de la verdadera
santidad,
y haz que busquemos siempre cuanto hay de verdadero, noble y justo.
No nos abandones para siempre, por amor de tu nombre
no olvides tu alianza con nosotros.
Con alma contrita y espíritu humillado te seamos aceptos,
porque no hay confusión para los que en ti confían.
Tú que has querido que participáramos en la misión profética de Cristo,
haz que proclamemos ante el mundo tus maravillas.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Dirijámonos al Padre, con las mismas palabras que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Te pedimos, Señor, tu gracia abundante, para que nos ayude a
seguir el camino de tus mandatos, y así gocemos de tu consuelo en esta vida y
alcancemos la felicidad eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive
y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de
los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
*Santa Teresa de Jesús, Virgen, Doctora de la Iglesia (Memoria)*
Un año y medio más tarde, Teresa cayó enferma, y su padre la llevó
a casa. La joven empezó a reflexionar seriamente sobre la vida religiosa que le
atraía y le repugnaba a la vez. La obra que le permitió llegar a una decisión
fue la colección de "Cartas" de San Jerónimo, cuyo fervoroso realismo
encontró eco en el alma de Teresa. La joven dijo a su padre que quería hacerse
religiosa, pero éste le respondió que tendría que esperar a que él muriese para
ingresar en el convento. La santa, temiendo flaquear en su propósito, fue a
ocultas a visitar a su amiga íntima, Juana Suárez, que era religiosa en el
convento carmelita de la Encarnación, en Avila, con la intención de no volver,
si Juana le dejaba quedarse, a pesar de la pena que le causaba contrariar la
voluntad de su padre. "Recuerdo . . . que, al abandonar mi casa, pensaba
que la tortura de la agonía y de la muerte no podía ser peor a la que
experimentaba yo en aquel momento . . . El amor de Dios no era suficiente para
ahogar en mí el amor que profesaba a mi padre y a mis amigos".
La santa determinó quedarse en el convento de la Encarnación.
Tenía entonces veinte años. Su padre, al verla tan resuelta, cesó de oponerse a
su vocación. Un año más tarde, Teresa hizo la profesión. Poco después, se
agravó un mal que había comenzado a molestarla desde antes de profesar, y su
padre la sacó del convento. La hermana Juana Suárez fue a hacer compañía a
Teresa, quien se puso en manos de los médicos. Desgraciadamente, el tratamiento
no hizo sino empeorar la enfermedad, probablemente una fiebre palúdica. Los
médicos terminaron por darse por vencidos, y el estado de la enferma se agravó.
Teresa consiguió soportar aquella tribulación, gracias a que su
tío Pedro, que era muy piadoso, le había regalado un librito del P. Francisco de
Osuna, titulado: "El tercer alfabeto espiritual". Teresa siguió las
instrucciones de la obrita y empezó a practicar la oración mental, aunque no
hizo en ella muchos progresos por falta de un director espiritual
experimentado. Finalmente, al cabo de tres años, Teresa recobró la salud.
Su prudencia, amabilidad y caridad, a las que añadía un gran
encanto personal, le ganaron la estima de todos los que la rodeaban. Según la
reprobable costumbre de los conventos españoles de la época, las religiosas
podían recibir a cuantos visitantes querían, y Teresa pasaba gran parte de su
tiempo charlando en el recibidor del convento. Eso la llevó a descuidar la
oración mental y el demonio contribuyó, al inculcarle la íntima convicción,
bajo capa de humildad, de que su vida disipada la hacía indigna de conversar
familiarmente con Dios. Además, la santa se decía para tranquilizarse, que no
había ningún peligro de pecado en hacer lo mismo que tantas otras religiosas
mejores que ella y justificaba su descuido de la oración mental, diciéndose que
sus enfermedades le impedían meditar. Sin embargo, añade la santa, "el
pretexto de mi debilidad corporal no era suficiente para justificar el abandono
de un bien tan grande, en el que el amor y la costumbre son más importantes que
las fuerzas. En medio de las peores enfermedades puede hacerse la mejor
oración, y es un error pensar que sólo se puede orar en la soledad".
Poco después de la muerte de su padre, el confesor de Teresa le
hizo ver el peligro en que se hallaba su alma y le aconsejó que volviese a la
práctica de la oración. La santa no la abandonó jamás desde entonces. Sin
embargo, no se decidía aún a entregarse totalmente a Dios ni a renunciar del
todo a las horas que pasaba en el recibidor y al intercambio de regalillos. Es
curioso notar que, en todos esos años de indecisión en el servicio de Dios,
Santa Teresa no se cansaba jamás de oír sermones "por malos que
fuesen"; pero el tiempo que empleaba en la oración "se le iba en
desear que los minutos pasasen pronto y que la campana anunciase el fin de la
meditación, en vez de reflexionar en las cosas santas".
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: ERES LA LUZ Y SIEMBRAS CLARIDADES.
Eres la luz y siembras claridades,
eres amor y siembras armonía
desde tu eternidad de eternidades.
Por tu roja frescura de alegría,
la tierra se estremece de rocío,
Hijo eterno del Padre y de María.
En el cielo del hombre, oscuro y frío,
eres la luz total, fuego del fuego,
que aplaca las pasiones y el hastío.
Entro en tus esplendores, Cristo, ciego;
mientras corre la vida paso a paso,
pongo mis horas grises en tu brazo,
y a ti, Señor, mi corazón entrego. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Día tras día te bendeciré, Señor, y explicaré tus proezas.
Salmo 144 I - HIMNO A LA GRANDEZA DE DIOS.
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.
Grande es el Señor, merece toda alabanza,
es incalculable su grandeza;
una generación pondera tus obras a la otra,
y le cuenta tus hazañas.
Alaban ellos la gloria de tu majestad,
y yo repito tus maravillas;
encarecen ellos tus temibles proezas,
y yo narro tus grandes acciones;
difunden la memoria de tu inmensa bondad,
y aclaman tus victorias.
El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus creaturas.
Que todas tus creaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas;
explicando tus proezas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Día tras día te bendeciré, Señor, y explicaré tus proezas.
Ant 2. Los ojos de todos te están aguardando, Señor, tú estás cerca de
los que te invocan.
Salmo 144 II
El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan.
Los ojos de todos te están aguardando,
tú les das la comida a su tiempo;
abres tú la mano,
y sacias de favores a todo viviente.
El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente.
Satisface los deseos de sus fieles,
escucha sus gritos, y los salva.
El Señor guarda a los que lo aman,
pero destruye a los malvados.
Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,
todo viviente bendiga su santo nombre
por siempre jamás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Los ojos de todos te están aguardando, Señor, tú estás cerca de
los que te invocan.
Ant 3. Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!
Cántico: CANTO DE LOS VENCEDORES Ap 15, 3-4
Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!
LECTURA BREVE Rm 8, 1-2
No hay ya condenación alguna para los que están en Cristo Jesús, porque la ley
del espíritu de vida en Cristo Jesús me libró de la ley del pecado y de la
muerte.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo murió por nuestros pecados, para llevarnos a Dios.
R. Cristo murió por nuestros pecados, para llevarnos a Dios.
V. Muerto en la carne, pero vivificado en el espíritu.
R. Para llevarnos a Dios.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo murió por nuestros pecados, para llevarnos a Dios.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Acuérdate, Señor, de tu misericordia como lo habías prometido a
nuestros padres.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Acuérdate, Señor, de tu misericordia como lo habías prometido a
nuestros padres.
PRECES
Invoquemos a Cristo, en quien confían los que conocen su nombre,
diciendo:
Confirma, Señor, lo que has realizado en nosotros.
Señor Jesucristo, consuelo de los humildes,
dígnate sostener con tu gracia nuestra fragilidad, siempre inclinada al pecado.
Que los que por nuestra debilidad estamos inclinados al mal,
por tu misericordia obtengamos el perdón.
Señor, a quien ofende el pecado y aplaca la penitencia,
aparta de nosotros el castigo merecido por nuestros pecados.
Tú que perdonaste a la mujer arrepentida y cargaste sobre los hombros la oveja
descarriada,
no apartes de nosotros tu misericordia.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que por nosotros aceptaste el suplicio de la cruz,
abre las puertas del cielo a todos los difuntos que en ti confiaron.
Siguiendo las enseñanzas de Jesucristo, digamos al Padre celestial:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que tu Hijo sufriese por
la salvación de todos, haz que, inflamados en tu amor, sepamos ofrecernos a ti
como víctima viva. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.