*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*Santa Teresa de Calcuta*
TIEMPO
ORDINARIO
DOMINGO
SEMANA III
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva.
Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva.
Aleluya.
Himno: LAS SOMBRAS OSCURAS HUYEN.
Las sombras oscuras huyen,
ya va pasando la noche;
y el sol, con su luz de fuego,
nos disipa los temores.
Ya se apagan las estrellas
y se han encendido soles;
el rocío cae de los cielos
en el cáliz de las flores.
Las criaturas van vistiendo
sus galas y sus colores,
porque al nacer nuevo día
hacen nuevas las canciones.
¡Lucero, Cristo, del alba,
que paces entre esplendores,
apacienta nuestras vidas
ya sin sombras y sin noches!
¡Hermoso Cristo, el Cordero,
entre collados y montes! Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor es admirable en el cielo. Aleluya.
Salmo 92 - GLORIA DEL DIOS CREADOR
El Señor reina vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder:
así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno.
Levantan los ríos, Señor,
levantan los ríos su voz,
levantan los ríos su fragor;
pero más que la voz de aguas caudalosas,
más potente que el oleaje del mar,
más potente en el cielo es el Señor.
Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es admirable en el cielo. Aleluya.
Ant 2. Tú, Señor, eres alabado y ensalzado por los siglos. Aleluya.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. Tú, Señor, eres alabado y ensalzado por los siglos. Aleluya.
Ant 3. Alabad al Señor en el cielo. Aleluya.
Salmo 148 - ALABANZA DEL DIOS CREADOR
Alabad al Señor en el cielo,
alabad al Señor en lo alto.
Alabadlo todos sus ángeles,
alabadlo todos sus ejércitos.
Alabadlo, sol y luna;
alabadlo, estrellas lucientes.
Alabadlo, espacios celestes,
y aguas que cuelgan en el cielo.
Alaben el nombre del Señor,
porque él lo mandó, y existieron.
Les dio consistencia perpetua
y una ley que no pasará.
Alabad al Señor en la tierra,
cetáceos y abismos del mar.
Rayos, granizo, nieve y bruma,
viento huracanado que cumple sus órdenes.
Montes y todas las sierras,
árboles frutales y cedros.
Fieras y animales domésticos,
reptiles y pájaros que vuelan.
Reyes y pueblos del orbe,
príncipes y jefes del mundo.
Los jóvenes y también las doncellas,
los viejos junto con los niños.
Alaben el nombre del Señor,
el único nombre sublime.
Su majestad sobre el cielo y la tierra;
él acrece el vigor de su pueblo.
Alabanza de todos sus fieles,
de Israel, su pueblo escogido.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alabad al Señor en el cielo. Aleluya.
LECTURA BREVE Ez 37, 12b-14
Así dice el Señor. «Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de
vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel. Y cuando
abra vuestros sepulcros y os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío, sabréis
que yo soy el Señor: os infundiré mi espíritu y viviréis, os colocaré en
vuestra tierra y sabréis que yo el Señor lo digo y lo hago.» Oráculo del Señor.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre.
R. Ten piedad de nosotros.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
Primera Lectura
Del libro del profeta Amós 7, 1-17
VISIONES SOBRE EL DESASTRE
En aquellos días, el Señor me mostró lo siguiente: Preparaba
langostas cuando comenzaba a crecer la hierba, la hierba que brota después de
la siega del rey. Y cuando estaban devorando toda la hierba de la tierra dije: «Señor,
te ruego que concedas tu perdón. ¿Cómo resistirá Jacob, siendo tan pequeño?» Se
compadeció el Señor por mi intercesión, y dijo: «No sucederá.» Esto me mostró
el Señor: Llamaba para el juicio al fuego, que devoraba el océano y el campo.
Yo dije: «Concede tu perdón, Señor, te lo ruego. ¿Cómo resistirá Jacob, siendo
tan pequeño?» Se compadeció el Señor por mi intercesión, y dijo: «No sucederá.»
Esto me mostró el Señor: Estaba él en pie junto al muro, con una plomada en la
mano.,
Me dijo el Señor: «¿Qué ves, Amós?» Respondí: «Veo una plomada.» Dijo él: «Echaré
la plomada en medio de mi pueblo; esta vez no dejará de suceder. Quedarán desoladas
las alturas de Isaac, los santuarios de Israel se arruinarán, me levantaré con
la espada contra la dinastía de Jeroboam.»
Entonces Amasías, sacerdote de Betel, envió un mensaje a Jeroboam, rey de
Israel, diciendo: «Amós conjura contra ti en medio de Israel; la tierra ya no
puede soportar sus palabras.
Porque así predica: "Morirá a espada Jeroboam, Israel saldrá de su destierro."»
Dijo Amasías a Amós: «Vidente, vete y refúgiate en tierra de Judá, come allí tu
pan y profetiza allí. No vuelvas a profetizar en Betel, porque es el santuario
real, el templo del país.» Respondió Amós: «No soy profeta ni hijo de profeta,
sino pastor y cultivador de higos. El Señor me sacó de junto al rebaño y me
dijo: "Ve y profetiza a mi pueblo de Israel." Y ahora escucha la palabra
del Señor: Tú dices: "No profetices contra la casa de Israel, no prediques
contra la casa de Isaac," Pues bien, así dice el Señor: "Tu mujer será
deshonrada en la ciudad, tus hijos e hijas caerán a espada; tu tierra será
repartida a cordel, tú morirás en tierra pagana, e Israel saldrá de su país al
destierro."
Responsorio Am 3, 7. 8; 7, 15
R. Nada hace el Señor sin revelar su plan a sus siervos los
profetas. * El Señor ha hablado, ¿quién no va a profetizar?
V. El Señor me sacó de junto al rebaño y me dijo: «Ve y
profetiza a mi pueblo.»
R. El Señor ha hablado, ¿quién no va a profetizar?
Segunda Lectura
Del sermón de san León Magno, papa, sobre las bienaventuranzas
(Sermón 95, 6-8: PL, 54, 464-465)
LA SABIDURÍA CRISTIANA
Después de esto, el Señor prosiguió, diciendo: Dichosos los que
tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Esta hambre
no desea nada corporal, esta sed no apetece nada terreno; el bien del que
anhela saciarse consiste en la justicia, y el objeto por el que suspira es
penetrar en el conocimiento de los misterios ocultos, hasta saciarse del mismo
Dios.
Feliz el alma que ambiciona este manjar y anhela esta bebida; ciertamente no la
desearía si no hubiera gustado ya antes de su suavidad. De esta dulzura, el
alma recibió ya una pregustación, al oír al profeta que le decía: Gustad y ved
qué bueno es el Señor; con esta pregustación, tanto se inflamó en el amor de
los placeres castos, que, abandonando todas las cosas temporales, sólo puso ya
su afecto en comer y beber la justicia, adhiriéndose a aquel primer mandamiento
que dice: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda el alma y
con todas tus fuerzas. Porque amar la justicia no es otra cosa sino amar a
Dios.
Y, como este amor de Dios va siempre unido al amor que se interesa por el bien
del prójimo, el hambre de la justicia se ve acompañada de la virtud de la
misericordia; por ello, se añade a continuación: Dichosos los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia.
Reconoce, oh cristiano, la altísima dignidad de esta tu sabiduría, y entiende
bien cuál ha de ser tu conducta y cuáles los premios que se te prometen. La
misericordia quiere que seas misericordioso, la justicia desea que seas justo,
pues el Creador quiere verse reflejado en su criatura, y Dios quiere ver
reproducida su imagen en el espejo del corazón humano, mediante la imitación
que tú realizas de las obras divinas. No quedará frustrada la fe de los que así
obran, tus deseos llegarán a ser realidad, y gozarás eternamente de aquello que
es el objeto de tu amor.
Y porque todo será limpio para ti, a causa de la limosna, llegarás también a
gozar de aquella otra bienaventuranza que te promete el Señor, como
consecuencia de lo que hasta aquí se te ha dicho: Dichosos los limpios de
corazón, porque ellos verán a Dios. Gran felicidad es ésta, amadísimos
hermanos, para la que se prepara un premio tan grande.
Pues, ¿qué significa tener limpio el corazón, sino desear las virtudes de que
antes hemos hablado? ¿Qué inteligencia puede llegar a concebir, o qué palabras
lograrán explicar la grandeza de una felicidad que consiste en ver a Dios? Y es
esto precisamente lo que se realizará cuando la naturaleza humana se
transforme, y podamos contemplar la divinidad no confusamente en un espejo,
sino cara a cara, viendo tal como es a aquel a quien ningún hombre jamás
contempló; entonces lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede
pensar, lo alcanzaremos en el gozo inefable de una contemplación eterna.
Responsorio Sal 30, 20; 1 Co 2, 9
R. ¡Qué amor tan grande, Señor, reservas para tus fieles! * Tú
lo concedes a los que a ti se acogen.
V. Lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni vino a la mente del
hombre.
R. Tú lo concedes a los que a ti se acogen.
*Lecturas del Domingo 23º del Tiempo Ordinario - Ciclo B*
Domingo, 5
de septiembre de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Marcos (7,31-37)*
En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del
lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que,
además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos.
Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la
saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá»,
esto es: «Ábrete.»
Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y
hablaba sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto
más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del
asombro decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los
mudos.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Antifona: Abre, Señor, nuestro corazón para
que comprendamos tus palabras; abre nuestros labios y
proclamaremos tu alabanza.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
+Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Antifona: Abre, Señor, nuestro
corazón para que comprendamos tus palabras; abre nuestros labios y proclamaremos tu alabanza.
PRECES
Invoquemos a Dios Padre que envió al Espíritu Santo, para que con
su luz santísima penetrara las almas de sus fieles, y digámosle:
*Ilumina, Señor, a tu pueblo*.
Te bendecimos, Señor, luz nuestra,
porque a gloria de tu nombre nos has hecho llegar a este nuevo día.
Tú que por la resurrección de tu Hijo quisiste iluminar el mundo,
haz que tu Iglesia difunda entre todos los hombres la alegría pascual.
Tú que por el Espíritu de la verdad adoctrinaste a los discípulos de tu Hijo,
envía este mismo Espíritu a tu Iglesia para que permanezca siempre fiel a ti.
Tú que eres luz para todos los hombres, acuérdate de los que viven aún en las
tinieblas
y abre los ojos de su mente para que te reconozcan a ti, único Dios verdadero.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Por Jesús hemos sido hechos hijos de Dios; por esto nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan
extraviados, para que puedan volver al camino recto, concede a todos los
cristianos que se aparten de todo lo que sea indigno de ese nombre que llevan,
y que cumplan lo que ese nombre significa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por
los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
*Santa Teresa de Calcuta*
“De sangre soy albanesa. De ciudadanía, India. En lo referente a
la fe, soy una monja Católica. Por mi vocación, pertenezco al mundo. En lo que
se refiere a mi corazón, pertenezco totalmente al Corazón de Jesús”. De
pequeña estatura, firme como una roca en su fe, a Madre Teresa de Calcuta le
fue confiada la misión de proclamar la sed de amor de Dios por la humanidad,
especialmente por los más pobres entre los pobres. “Dios ama todavía al mundo y nos envía
a ti y a mi para que seamos su amor y su compasión por los pobres”. Fue
un alma llena de la luz de Cristo, inflamada de amor por Él y ardiendo con un
único deseo:“saciar su sed
de amor y de almas”.
Esta mensajera luminosa del amor de Dios nació el 26 de agosto de
1910 en Skopje, una ciudad situada en el cruce de la historia de los Balcanes.
Era la menor de los hijos de Nikola y Drane Bojaxhiu, recibió en el bautismo el
nombre de Gonxha Agnes, hizo su Primera Comunión a la edad de cinco años y
medio y recibió la Confirmación en noviembre de 1916. Desde el día de su
Primera Comunión, llevaba en su interior el amor por las almas. La repentina
muerte de su padre, cuando Gonxha tenía unos ocho años de edad, dejó a la
familia en una gran estrechez financiera. Drane crió a sus hijos con firmeza y
amor, influyendo grandemente en el carácter y la vocación de si hija. En su
formación religiosa, Gonxha fue asistida además por la vibrante Parroquia
Jesuita del Sagrado Corazón, en la que ella estaba muy integrada.
Cuando tenía dieciocho años, animada por el deseo de hacerse
misionera, Gonxha dejó su casa en septiembre de 1928 para ingresar en el
Instituto de la Bienaventurada Virgen María, conocido como Hermanas de Loreto,
en Irlanda. Allí recibió el nombre de Hermana María Teresa (por Santa Teresa de
Lisieux). En el mes de diciembre inició su viaje hacia India, llegando a
Calcuta el 6 de enero de 1929. Después de profesar sus primeros votos en mayo
de 1931, la Hermana Teresa fue destinada a la comunidad de Loreto Entally en
Calcuta, donde enseñó en la Escuela para chicas St. Mary. El 24 de mayo de
1937, la Hermana Teresa hizo su profesión perpétua convirtiéndose entonces,
como ella misma dijo, en “esposa
de Jesús” para “toda
la eternidad”. Desde ese momento se la llamó Madre Teresa.
Continuó a enseñar en St. Mary convirtiéndose en directora del centro en 1944.
Al ser una persona de profunda oración y de arraigado amor por sus hermanas
religiosas y por sus estudiantes, los veinte años que Madre Teresa transcurrió
en Loreto estuvieron impregnados de profunda alegría. Caracterizada por su
caridad, altruismo y coraje, por su capacidad para el trabajo duro y por un
talento natural de organizadora, vivió su consagración a Jesús entre sus
compañeras con fidelidad y alegría.
El 10 de septiembre de 1946, durante un viaje de Calcuta a
Darjeeling para realizar su retiro anual, Madre Teresa recibió su “inspiración,” su “llamada dentro de la llamada”.
Ese día, de una manera que nunca explicaría, la sed de amor y de almas se
apoderó de su corazón y el deseo de saciar la sed de Jesús se convirtió en la
fuerza motriz de toda su vida. Durante las sucesivas semanas y meses, mediante
locuciones interiores y visiones, Jesús le reveló el deseo de su corazón de
encontrar “víctimas de
amor” que “irradiasen
a las almas su amor”.“Ven
y sé mi luz”, Jesús le
suplicó. “No puedo ir
solo”. Le reveló su dolor por el olvido de los pobres, su pena por
la ignorancia que tenían de Él y el deseo de ser amado por ellos. Le pidió a
Madre Teresa que fundase una congregación religiosa, Misioneras de la Caridad,
dedicadas al servicio de los más pobres entre los pobres. Pasaron casi dos años
de pruebas y discernimiento antes de que Madre Teresa recibiese el permiso para
comenzar. El 17 de agosto de 1948 se vistió por primera vez con el sari blanco
orlado de azul y atravesó las puertas de su amado convento de Loreto para
entrar en el mundo de los pobres.
Después de un breve curso con las Hermanas Médicas Misioneras en
Patna, Madre Teresa volvió a Calcuta donde encontró alojamiento temporal con
las Hermanitas de los Pobres. El 21 de diciembre va por vez primera a los
barrios pobres. Visitó a las familias, lavó las heridas de algunos niños, se
ocupó de un anciano enfermo que estaba extendido en la calle y cuidó a una mujer
que se estaba muriendo de hambre y de tuberculosis. Comenzaba cada día entrando
en comunión con Jesús en la Eucaristía y salía de casa, con el rosario en la
mano, para encontrar y servir a Jesús en “los no deseados, los no amados, aquellos de los que nadie
se ocupaba”. Después de algunos meses comenzaron a unirse a
ella, una a una, sus antiguas alumnas.
El 7 de octubre de 1950 fue establecida oficialmente en la
Archidiócesis de Calcuta la nueva congregación de las Misioneras de la Caridad.
Al inicio de los años sesenta, Madre Teresa comenzó a enviar a sus Hermanas a
otras partes de India. El Decreto de Alabanza, concedido por el Papa Pablo VI a
la Congregación en febrero de 1965, animó a Madre Teresa a abrir una casa en
Venezuela. Ésta fue seguida rápidamente por las fundaciones de Roma, Tanzania
y, sucesivamente, en todos los continentes. Comenzando en 1980 y continuando
durante la década de los años noventa, Madre Teresa abrió casas en casi todos
los países comunistas, incluyendo la antigua Unión Soviética, Albania y Cuba.
Para mejor responder a las necesidades físicas y espirituales de
los pobres, Madre Teresa fundó los Hermanos
Misioneros de la Caridad en 1963, en 1976 la rama contemplativa de
las Hermanas, en 1979 los Hermanos
Contemplativos y en 1984 los Padres Misioneros de la Caridad. Sin
embargo, su inspiración no se limitò solamente a aquellos que sentían la
vocación a la vida religiosa. Creó los Colaboradores
de Madre Teresa y los Colaboradores
Enfermos y Sufrientes, personas de distintas creencias y
nacionalidades con los cuales compartió su espíritu de oración, sencillez,
sacrificio y su apostolado basado en humildes obras de amor. Este espíritu
inspiró posteriormente a los Misioneros
de la Caridad Laicos. En respuesta a las peticiones de muchos sacerdotes,
Madre Teresa inició también en 1981 elMovimiento
Sacerdotal Corpus Christi como un“pequeño camino de santidad” para
aquellos sacerdotes que deseasen compartir su carisma y espíritu.
Durante estos años de rápido desarrollo, el mundo comenzó a fijarse
en Madre Teresa y en la obra que ella había iniciado. Numerosos premios,
comenzando por el Premio Indio Padmashri en 1962 y de modo mucho más notorio el
Premio Nobel de la Paz en 1979, hicieron honra a su obra. Al mismo tiempo, los
medios de comunicación comenzaron a seguir sus actividades con un interés cada
vez mayor. Ella recibió, tanto los premios como la creciente atención “para gloria de Dios y en nombre de
los pobres”.
Toda la vida y el trabajo de Madre Teresa fue un testimonio de la
alegría de amar, de la grandeza y de la dignidad de cada persona humana, del
valor de las cosas pequeñas hechas con fidelidad y amor, y del valor
incomparable de la amistad con Dios. Pero, existía otro lado heroico de esta
mujer que salió a la luz solo después de su muerte. Oculta a todas las miradas,
oculta incluso a los más cercanos a ella, su vida interior estuvo marcada por
la experiencia de un profundo, doloroso y constante sentimiento de separación
de Dios, incluso de sentirse rechazada por Él, unido a un deseo cada vez mayor
de su amor. Ella misma llamó“oscuridad” a
su experiencia interior. La “dolorosa
noche” de su alma, que comenzó más o menos cuando dio inicio a
su trabajo con los pobres y continuó hasta el final de su vida, condujo a Madre
Teresa a una siempre más profunda unión con Dios. Mediante la oscuridad, ella
participó de la sed de Jesús (el doloroso y ardiente deseo de amor de Jesús) y
compartió la desolación interior de los pobres.
Durante los últimos años de su vida, a pesar de los cada vez más
graves problemas de salud, Madre Teresa continuó dirigiendo su Instituto y
respondiendo a las necesidades de los pobres y de la Iglesia. En 1997 las
Hermanas de Madre Teresa contaban casi con 4.000 miembros y se habían
establecido en 610 fundaciones en 123 países del mundo. En marzo de 1997, Madre
Teresa bendijo a su recién elegida sucesora como Superiora General de las
Misioneras de la Caridad, llevando a cabo sucesivamente un nuevo viaje al
extranjero. Después de encontrarse por última vez con el Papa Juan Pablo II,
volvió a Calcuta donde transcurrió las últimas semanas de su vida recibiendo a
las personas que acudían a visitarla e instruyendo a sus Hermanas. El 5 de
septiembre, la vida terrena de Madre Teresa llegó a su fin. El Gobierno de
India le concedió el honor de celebrar un funeral de estado y su cuerpo fue
enterrado en la Casa Madre de las Misioneras de la Caridad. Su tumba se
convirtió rápidamente en un lugar de peregrinación y oración para gente de fe y
de extracción social diversa (ricos y pobres indistintamente). Madre Teresa nos
dejó el ejemplo de una fe sólida, de una esperanza invencible y de una caridad
extraordinaria. Su respuesta a la llamada de Jesús, “Ven y sé mi luz”,
hizo de ella una Misionera de la Caridad, una “madre para los pobres”, un
símbolo de compasión para el mundo y un testigo viviente de la sed de amor de
Dios.
Menos de dos años después de su muerte, a causa de lo extendido de
la fama de santidad de Madre Teresa y de los favores que se le atribuían, el
Papa Juan Pablo II permitió la apertura de su Causa de Canonización. El 20 de
diciembre del 2002 el mismo Papa aprobó los decretos sobre la heroicidad de las
virtudes y sobre el milagro obtenido por intercesión de Madre Teresa.
Fue beatificada por San Juan Pablo II el 19 de octubre del 2003. Y
canonizada 13 años después por el Papa Francisco en la Plaza de San Pedro el 04
de septiembre del 2016 dentro de la celebración del Jubileo de los voluntarios
y operarios de la misericordia.
II VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: SANTA UNIDAD Y TRINIDAD BEATA.
Santa unidad y Trinidad beata:
con los destellos de tu brillo eterno,
infunde amor en nuestros corazones,
mientras se va alejando el sol de fuego.
Por la mañana te cantamos loas
y por la tarde te elevamos ruegos,
pidiéndote que estemos algún día
entre los que te alaban en el cielo.
Glorificado sean por los siglos
de los siglos el Padre y su Unigénito,
y que glorificado con entrambos
sea por tiempo igual el Paracleto. Amén
SALMODIA
Ant 1. Oráculo del Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha.» Aleluya.
Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Oráculo del Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha.» Aleluya.
Ant 2. El Señor piadoso ha hecho maravillas memorables. Aleluya.
Salmo 110 - GRANDES SON LAS OBRAS DEL SEÑOR
Doy gracias al Señor de todo corazón,
en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman.
Esplendor y belleza son su obra,
su generosidad dura por siempre;
ha hecho maravillas memorables,
el Señor es piadoso y clemente.
Él da alimento a sus fieles,
recordando siempre su alianza;
mostró a su pueblo la fuerza de su poder,
dándoles la heredad de los gentiles.
Justicia y verdad son las obras de sus manos,
todos sus preceptos merecen confianza:
son estables para siempre jamás,
se han de cumplir con verdad y rectitud.
Envió la redención a su pueblo,
ratificó para siempre su alianza,
su nombre es sagrado y temible.
Primicia de la sabiduría es el temor del Señor,
tienen buen juicio los que lo practican;
la alabanza del Señor dura por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor piadoso ha hecho maravillas memorables. Aleluya.
Ant 3. Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. Aleluya.
Cántico: LAS BODAS DEL CORDERO - Cf. Ap 19,1-2, 5-7
El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados
cuando el oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente
decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa.
Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios
(R. Aleluya)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Alabad al Señor sus siervos todos.
(R. Aleluya)
Los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya)
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Llegó la boda del cordero.
(R. Aleluya)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. Aleluya.
LECTURA BREVE 1Pe 1, 3-5
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran
misericordia, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha
hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, para una herencia incorruptible,
pura, imperecedera, que os está reservada en el cielo. La fuerza de Dios os
custodia en la fe para la salvación que aguarda a manifestarse en el momento
final.
RESPONSORIO BREVE
V. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
R. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
V. Digno de gloria y alabanza por los siglos.
R. En la bóveda del cielo.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. A los malvados les dará una muerte afrentosa, y arrendará su viña
a otros viñadores que le entreguen los frutos a su tiempo.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A los malvados les dará una muerte afrentosa, y arrendará su viña
a otros viñadores que le entreguen los frutos a su tiempo.
PRECES
Invoquemos a Dios, nuestro Padre, que maravillosamente creó el
mundo, lo redimió de forma más admirable aún y no cesa de conservarlo con amor,
y digámosle:
Renueva, Señor, las maravillas de tu amor.
Señor, tú que en el universo, obra de tus manos, nos revelas tu poder,
haz que sepamos ver tu providencia en los acontecimientos del mundo.
Tú que por la victoria de tu Hijo en la cruz anunciaste la paz al mundo,
líbranos de todo desaliento y de todo temor.
A todos los que aman la justicia y trabajan por conseguirla,
concédeles que cooperen con sinceridad y concordia en la edificación de un
mundo mejor.
Ayuda a los oprimidos, consuela a los afligidos, libra a los cautivos, da pan a
los hambrientos
y fortalece a los débiles, para que en todos se manifieste el triunfo de la
cruz.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que al tercer día resucitaste a tu Hijo gloriosamente del sepulcro,
haz que nuestros hermanos difuntos lleguen también a la plenitud de la vida.
Concluyamos nuestra súplica con la oración que el mismo Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso y eterno, que con la magnificencia de tu amor
sobrepasas los méritos y aun los deseos de los que te suplican, derrama sobre
nosotros tu misericordia, para que libres nuestra conciencia de toda inquietud
y nos concedas aun aquello que no nos atrevemos a pedir. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.