*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*San Ignacio de Loyola, Presbítero*
31 de julio de 2021
SABADO SEMANA I
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Del Señor es la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Del Señor es la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle.
Himno: EN EL NOMBRE DEL PADRE, DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu,
salimos de la noche y estrenamos la aurora;
saludamos el gozo de la luz que nos llega
resucitada y resucitadora.
Tu mano acerca el fuego a la tierra sombría,
y el rostro de las cosas se alegra en tu presencia;
silabeas el alba igual que una palabra,
tú pronuncias el mar como sentencia.
Regresa, desde el sueño, el hombre a su memoria,
acude a su trabajo, madruga a sus dolores;
le confías la tierra, y a la tarde la encuentras
rica de pan y amarga de sudores.
Y tú te regocijas, oh Dios, y tu prolongas
en sus pequeñas manos tus manos poderosas,
y estáis de cuerpo entero los dos así creando,
los dos así velando por las cosas.
¡Bendita la mañana que trae la noticia
de tu presencia joven, en gloria y poderío,
la serena certeza con que el día proclama
que el sepulcro de Cristo está vacío! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
Salmo 118, 145-152 TE INVOCO DE TODO CORAZÓN
Te invoco de todo corazón;
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.
Mis ojos se adelantan a las vigilias de la noche,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.
Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
Ant 2. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Cántico: HIMNO A DIOS, DESPUÉS DE LA VICTORIA DEL MAR ROJO Ex 15,
1-4. 8-13. 17-18
Cantaré al Señor, sublime es su victoria,
caballos y carros ha arrojado en el mar.
Mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Él es mi Dios: yo lo alabaré;
el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.
El Señor es un guerrero,
su nombre es «El Señor».
Los carros del faraón los lanzó al mar,
ahogó en el mar rojo a sus mejores capitanes.
Al soplo de tu ira se amontonaron las aguas,
las corrientes se alzaron como un dique,
las olas se cuajaron en el mar.
Decía el enemigo: «Los perseguiré y alcanzaré,
repartiré el botín, se saciará mi codicia,
empuñaré la espada, los agarrará mi mano.»
Pero sopló tu aliento y los cubrió el mar,
se hundieron como plomo en las aguas formidables.
¿Quién como tú, Señor, entre los dioses?
¿Quién como tu, terrible entre los santos,
temibles por tus proezas, autor de maravillas?
Extendiste tu diestra: se los tragó la tierra;
guiaste con misericordia a tu pueblo rescatado,
los llevaste con tu poder hasta tu santa morada.
Lo introduces y lo plantas en el monte de tu heredad,
lugar del que hiciste tu trono, Señor;
santuario, Señor, que fundaron tus manos.
El Señor reina por siempre jamás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Ant 3. Alabad al Señor, todas las naciones.
Salmo 116 - INVITACIÓN UNIVERSAL A LA ALABANZA DIVINA.
Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos:
Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alabad al Señor, todas las naciones.
LECTURA BREVE 2Pe 1, 10-11
Hermanos, poned más empeño todavía en consolidar vuestra vocación y elección.
Si hacéis así, nunca jamás tropezaréis; de este modo se os concederá
generosamente la entrada en el reino eterno de nuestro Señor y salvador
Jesucristo.
RESPONSORIO BREVE
V. A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.
R. A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.
V. Mi heredad en el país de la vida.
R. Tú eres mi refugio.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.
Primera Lectura
Del primer libro de los Reyes 18, 16b-40
ELÍAS VENCE A LOS PROFETAS DE BAAL
En aquellos días, Ajab partió al encuentro de Elías y, cuando lo
vio, le dijo: «¿Eres tú, azote de Israel?» Él respondió: «No soy yo el azote de
Israel, sino tú y la casa de tu padre, por haber abandonado al Señor y haber
seguido a los Baales. Pero ahora, envía a reunir junto a mí a todo Israel en el
monte Carmelo, y a los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal que comen a la
mesa de Jezabel.» Ajab envió mensajeros a todo Israel y reunió a los profetas
en el monte Carmelo. Elías se acercó a todo el pueblo y dijo: «¿Hasta cuándo
vais a andar cojeando con los dos pies? Si el Señor es Dios, seguidlo; y si lo
es Baal, seguid a éste.» Pero el pueblo no le respondió palabra. Dijo entonces
Elías al pueblo: «He quedado yo solo como profeta del Señor, mientras que los
profetas de Baal son cuatrocientos cincuenta. Que se nos den dos novillos; que
elijan un novillo para ellos, que lo despedacen y lo pongan sobre la leña, pero
que no pongan fuego. Yo prepararé el otro novillo y lo pondré sobre la leña,
pero no pondré fuego. Invocaréis el nombre de vuestro dios; yo invocaré el
nombre del Señor. Y el dios que responda por el fuego, ése es Dios.» Todo el
pueblo respondió: «Está bien.» Elías dijo a los profetas de Baal: «Elegíos un
novillo y comenzad vosotros primero, pues sois más numerosos. Invocad el nombre
de vuestro dios, pero no pongáis fuego.»
Tomaron el novillo que les dieron, lo prepararon e invocaron el nombre de Baal
desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: «¡Baal, respóndenos!» Pero no hubo
voz ni respuesta. Danzaban cojeando junto al altar que habían hecho.
Llegado el mediodía, Elías se burlaba de ellos y decía:
«¡Gritad más alto, porque es un dios; tendrá algún negocio, le habrá ocurrido
algo, estará de viaje; tal vez esté dormido y se despertará!»
Ellos gritaron más alto, sajándose, según su costumbre, con cuchillos y
lancetas hasta chorrear la sangre sobre ellos. Cuando pasó el mediodía, se
pusieron en trance hasta la hora de hacer la ofrenda, pero no hubo voz, ni
quien escuchara, ni quien respondiera.
Entonces Elías dijo a todo el pueblo: «Acercaos a mí.» Todo el pueblo se acercó
a él. Preparó el altar del Señor que había sido demolido. Tomó Elías doce
piedras según el número de las tribus de los hijos de Jacob, a quien el Señor había
dicho: "Israel será tu nombre." Erigió con las piedras un altar al
nombre del Señor, e hizo alrededor del altar una zanja que podría contener unas
dos arrobas de simiente.
Dispuso la leña, despedazó el novillo y lo puso sobre la leña. Después dijo: «Llenad
de agua cuatro tinajas y derramadla sobre el holocausto y sobre la leña.» Lo
hicieron así. Volvió luego a decirles: «Hacedlo otra vez.» Y lo repitieron. De
nuevo les dijo: «Hacedlo por tercera vez.» Y así lo hicieron. El agua corrió
alrededor del altar, y hasta la zanja se llenó de agua. A la hora en que se
presenta la ofrenda, se acercó el profeta Elías y dijo: «Señor, Dios de
Abraham, de Isaac y de Israel, que se sepa hoy que tú eres Dios en Israel y que
yo soy tu servidor, y que por orden tuya he ejecutado todas estas cosas.
Respóndeme, Señor, respóndeme, y que todo este pueblo sepa que tú, Señor, eres
el Dios verdadero, que conviertes sus corazones.» Cayó el fuego del Señor que
devoró el holocausto y la leña, y secó el agua de la zanja.
Temió todo el pueblo, y cayeron sobre su rostro y dijeron:
«¡El Señor es Dios!» Elías les dijo: «Echad mano a los profetas de Baal, que no
escape ninguno de ellos.» Les echaron mano y Elías los hizo bajar al torrente
de Quisón donde los hizo degollar.
Responsorio 1 R 18, 2 1; Mt 6, 24
R. Elías se acercó a todo el pueblo y dijo: «¿Hasta cuándo vais
a andar cojeando con los dos pies? * Si el Señor es Dios,
seguidlo.»
V. Nadie puede servir a dos señores; no podéis servir a Dios y
al dinero.
R. Si el Señor es Dios, seguidlo.
Segunda Lectura
Huye de la intriga y del fraude; más aún, habla a los fieles para
precaverlos contra ello.
Recomienda a mis hermanas que amen al Señor y que vivan contentas con sus
maridos, tanto en cuanto a la carne, como en cuanto al espíritu. Igualmente
predica a mis hermanos, en nombre de Jesucristo, que amen a sus esposas como el
Señor ama a la Iglesia. Si alguno se siente capaz de permanecer en castidad
para honrar la carne del Señor, permanezca en ella, pero sin ensoberbecerse.
Pues, si se engríe, está perdido; y, si por ello se estimare en más que el
obispo, está corrompido. Respecto a los que se casan, esposos y esposas,
conviene que celebren su enlace con conocimiento del obispo, a fin de que el
casamiento sea conforme al Señor y no por solo deseo. Que todo se haga para gloria
de Dios.
Escuchad al obispo, para que Dios os escuche a vosotros. Yo me ofrezco como
víctima de expiación por quienes se someten al obispo, a los presbíteros y a
los diáconos. ¡Y ojalá que con ellos se me concediera entrar a tener parte con
Dios! Colaborad mutuamente unos con otros, luchad unidos, corred juntamente,
sufrid con las penas de los demás, permaneced unidos en espíritu aun durante el
sueño, así como al despertar, como administradores que sois de Dios, como sus
asistentes y servidores. Tratad de ser gratos al Capitán bajo cuyas banderas
militáis, y de quien habéis de recibir el sueldo. Que ninguno de vosotros sea
declarado desertor. Vuestro bautismo ha de ser para vosotros como vuestra
armadura, la fe como un yelmo, la caridad como una lanza, la paciencia como un arsenal
de todas las armas; vuestras cajas de fondos han de ser vuestras buenas obras, de
las que recibiréis luego magníficos ahorros. Así pues, tened unos para con
otros un corazón grande, con mansedumbre, como lo tiene Dios para con vosotros.
¡Ojalá pudiera yo gozar de vuestra presencia todo tiempo!
Como la Iglesia de Antioquía de Siria, gracias a vuestra oración, goza de paz,
según se me ha comunicado, también yo gozo ahora de gran tranquilidad, con esa
seguridad que viene de Dios; con tal de que alcance yo a Dios por mi martirio,
para ser así hallado en la resurrección como discípulo vuestro. Es conveniente,
Policarpo felicísimo en Dios, que convoques un consejo divino y elijáis a uno a
quien profeséis particular amor y a quien tengáis por intrépido, el cual podría
ser llamado "correo divino" a fin de que lo deleguéis para que vaya a
Siria y dé, para gloria de Dios, un testimonio sincero de vuestra ferviente caridad.
El cristiano no tiene poder sobre sí mismo, sino que está dedicado a Dios. Esta
obra es de Dios, y también de vosotros cuando la llevéis a cabo. Yo, en efecto,
confío en la gracia, que vosotros estáis prontos para toda buena obra que atañe
a Dios. Como sé vuestro vehemente fervor por la verdad, he querido exhortaros
por medio de esta breve carta.
Pero, como no he podido escribir a todas las Iglesias por tener que zarpar precipitadamente
de Troas a Neápolis, según lo ordena la voluntad del Señor, escribe tú como
quien posee el sentir de Dios, a las Iglesias situadas más allá de Esmirna, a
fin de que también ellas hagan lo mismo. Las que puedan, que manden delegados a
pie; las que no, que envíen cartas por mano de los delegados que tú envíes, a
fin de que alcancéis eterna gloria con esta obra, como bien lo merecéis.
Deseo que estéis siempre bien, viviendo en unión de Jesucristo, nuestro Dios; permaneced
en él, en la unidad y bajo la vigilancia de Dios.
¡Adiós en el Señor!
Responsorio 1 Co 15, 58; 2 Ts 3, 13
R. Manteneos firmes e inconmovibles en la fe, haciendo siempre
progresos en la obra del Señor; * sed conscientes de
que vuestro trabajo no es vano a los ojos del Señor.
V. No os canséis de hacer el bien.
R. Sed conscientes de que vuestro trabajo no es vano a los ojos
del Señor.
*Lecturas del Sábado de la 17ª semana del Tiempo Ordinario*
Sábado, 31 de julio de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Mateo (14,1-12)*
En aquel tiempo, el rey Herodes oyó lo que contaban de Jesús, y
dijo a sus cortesanos: «Es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los
muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas».
Es que Herodes había apresado a Juan y lo había encadenado en la cárcel por
causa de Herodías, mujer de su hermano Filipo, porque Juan le decía que no le
estaba permitido tenerla por mujer. Y aunque quería quitarle la vida, tenía
miedo a la gente, porque creían que Juan era un profeta. El día del cumpleaños
de Herodes, la hija de Herodías bailó delante de todos, y le gustó tanto a
Herodes, que juró darle lo que pidiera.
Ella, aconsejada por su madre, le dijo: «Dame, ahora mismo, en una bandeja, la
cabeza de Juan el Bautista».
El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por no quedar mal con los
invitados, ordenó que se la dieran; y mandó degollar a Juan en la cárcel.
Trajeron, pues, la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven y ella se
la llevó a su madre.
Después vinieron los discípulos de Juan, recogieron el cuerpo, lo sepultaron, y
luego fueron a avisarle a Jesús.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Ilumina, Señor, a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
+Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ilumina, Señor, a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte.
PRECES
Bendigamos a Cristo que para ser ante Dios el pontífice
misericordioso y fiel de los hombres se hizo en todo semejante a nosotros, y
supliquémosle diciendo:
Muéstranos, Señor, los tesoros de tu amor.
Señor, sol de justicia, que nos iluminaste en el bautismo,
te consagramos este nuevo día.
Que sepamos bendecirte en cada uno de los momentos de nuestra jornada
y glorifiquemos tu nombre con cada una de nuestras acciones.
Tú que tuviste por madre a María, siempre dócil a tu palabra,
encamina hoy nuestros pasos para que obremos también como ella según tu
voluntad.
Haz que mientras vivimos aún en este mundo que pasa anhelemos la vida eterna
y por la fe, la esperanza y el amor vivamos ya contigo en tu reino.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Con la misma confianza que tienen los hijos con su padre, acudamos nosotros a
nuestro Dios, diciéndole:
Padre nuestro...
ORACION
Te pedimos, Señor, que la claridad de la resurrección de tu Hijo
ilumine las dificultades de nuestra vida; que no temamos ante la oscuridad de
la muerte y podamos llegar un día a la luz que no tiene fin. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
*San Ignacio de Loyola, Presbítero*
Mientras se proponía seriamente
convertirse, una noche se le apareció Nuestra Señora con su Hijo Santísimo. La
visión lo consoló inmensamente. Desde entonces se propuso no dedicarse a servir
a gobernantes de la tierra sino al Rey del cielo.
Apenas terminó su convalecencia
se fue en peregrinación al famoso Santuario de la Virgen de Monserrat. Allí
tomó el serio propósito de dedicarse a hacer penitencia por sus pecados. Cambió
sus lujosos vestidos por los de un pordiosero, se consagró a la Virgen
Santísima e hizo confesión general de toda su vida.
Y se fue a un pueblecito llamado
Manresa, a 15 kilómetros de Monserrat a orar y hacer penitencia, allí estuvo un
año. Cerca de Manresa había una cueva y en ella se encerraba a dedicarse a la
oración y a la meditación. Allá se le ocurrió la idea de los Ejercicios
Espirituales, que tanto bien iban a hacer a la humanidad.
Después de unos días en los
cuales sentía mucho gozo y consuelo en la oración, empezó a sentir aburrimiento
y cansancio por todo lo que fuera espiritual. A esta crisis de desgano la
llaman los sabios "la noche oscura del alma". Es un estado
dificultoso que cada uno tiene que pasar para que se convenza de que los
consuelos que siente en la oración no se los merece, sino que son un regalo
gratuito de Dios. Luego le llegó otra enfermedad espiritual muy fastidiosa: los
escrúpulos. O sea el imaginarse que todo es pecado. Esto casi lo lleva a la
desesperación.
Pero iba anotando lo que le
sucedía y lo que sentía y estos datos le proporcionaron después mucha habilidad
para poder dirigir espiritualmente a otros convertidos y según sus propias
experiencias poderles enseñar el camino de la santidad. Allí orando en Manresa
adquirió lo que se llama "Discreción de espíritus", que consiste en
saber determinar qué es lo que le sucede a cada alma y cuáles son los consejos
que más necesita, y saber distinguir lo bueno de lo malo. A un amigo suyo le
decía después: "En una hora de oración en Manresa aprendí más a dirigir
almas, que todo lo que hubiera podido aprender asistiendo a
universidades".
En 1523 se fue en peregrinación a
Jerusalén, pidiendo limosna por el camino. Todavía era muy impulsivo y un día
casi ataca a espada a uno que hablaba mal de la religión. Por eso le
aconsejaron que no se quedara en Tierra Santa donde había muchos enemigos del
catolicismo. Después fue adquiriendo gran bondad y paciencia.
I VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: ¿QUIÉN ES ÉSTE QUE VIENE?
¿Quién es éste que viene,
recién atardecido,
cubierto por su sangre
como varón que pisa los racimos?
Éste es Cristo, el Señor,
que venció nuestra muerte
con su resurrección.
¿Quién es este que vuelve,
glorioso y malherido,
y, a precio de su muerte,
compra la paz y libra a los cautivos?
Éste es Cristo, el Señor,
que venció nuestra muerte
con su resurrección.
Se durmió con los muertos,
y reina entre los vivos;
no le venció la fosa,
porque el Señor sostuvo a su elegido.
Este es Cristo, el Señor,
que venció nuestra muerte
con su resurrección.
Anunciad a los pueblos
qué habéis visto y oído;
aclamad al que viene
como la paz, bajo un clamor de olivos.
Este es Cristo, el Señor,
que venció nuestra muerte
con su resurrección. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero. Aleluya.
Salmo 118, 105-112 - HIMNO A LA LEY DIVINA
Lámpara es tu palabra para mis pasos,
luz en mi sendero;
lo juro y lo cumpliré:
guardaré tus justos mandamientos;
¡estoy tan afligido!
Señor, dame vida según tu promesa.
Acepta, Señor, los votos que pronuncio,
enséñame tus mandatos;
mi vida está siempre en peligro,
pero no olvido tu voluntad;
los malvados me tendieron un lazo,
pero no me desvié de tus decretos.
Tus preceptos son mi herencia perpetua,
la alegría de mi corazón;
inclino mi corazón a cumplir tus leyes,
siempre y cabalmente.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero. Aleluya.
Ant 2. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor. Aleluya.
Salmo 15 - CRISTO Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
Los dioses y señores de la tierra
no me satisfacen.
Multiplican las estatuas
de dioses extraños;
no derramaré sus libaciones con mis manos,
ni tomaré sus nombres en mis labios.
El Señor es mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano:
me ha tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad.
Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor. Aleluya.
Ant 3. Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la
tierra. Aleluya.
Cántico: CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL - Flp 2,
6-11
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios,
al contrario, se anonadó a sí mismo,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la
tierra. Aleluya.
LECTURA BREVE Col 1, 3-6a
Damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, en todo momento,
rezando por vosotros, al oír hablar de vuestra fe en Jesucristo y del amor que
tenéis a todos los santos, por la esperanza que os está reservada en los
cielos, sobre la cual oísteis hablar por la palabra verdadera de la Buena
Noticia, que se os hizo presente, y está dando fruto y prosperando en todo el
mundo igual que entre vosotros.
RESPONSORIO BREVE
V. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del
Señor.
R. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del
Señor.
V. Su gloria se eleva sobre los cielos.
R. Alabado sea el nombre del Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del
Señor.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí que soy manso y
humilde de corazón.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
+Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí que soy manso y
humilde de corazón.
PRECES
Demos gracias al Señor que ayuda y protege al pueblo que se ha
escogido como heredad, y recordando su amor para con nosotros supliquémosle
diciendo:
Escúchanos, Señor, que confiamos en ti.
Padre lleno de amor, te pedimos por el papa Francisco y por nuestro
obispo N.;
protégelos con tu fuerza y santifícalos con tu gracia.
Que los enfermos vean en sus dolores una participación de la pasión de tu Hijo,
para que así tengan también parte en su consuelo.
Mira con piedad a los que no tienen techo donde cobijarse
y haz que encuentren pronto el hogar que desean.
Dígnate dar y conservar los frutos de la tierra
para que a nadie falte el pan de cada día.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Señor, ten piedad de los difuntos
y ábreles la puerta de tu mansión eterna.
Movidos por el Espíritu Santo, dirijamos al Padre la oración que Cristo nos
enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Oh Dios, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a
la humanidad caída, conserva a tus fieles en continua alegría y concede los
gozos del cielo a quienes has librado de la muerte eterna. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.